Daños colaterales El director de "El laberinto - Rabbit Hole" es John Cameron Mitchell. Para los que no lo conocen, tiene en su haber dos películas aboslutamente novedosas y creativas como fueron "Hedwig and the Angry Inch" (aquí pasada en el Malba y también se ha conocido su puesta teatral) y "Shortbus", llenas de referencias a la cultura homosexual y las minorías sexuales americanas, con algunas dosis de sexo explícito y siempre bordeando la delgada línea de jugar arriesgadamente, que es lo que a Cameron Mitchell, estéticamente hablando, más lo motiva. Quizás por esto sorprenda, aunque sólo a primera vista, que la adaptación al cine de esta multipremiada novela de David Lindsay-Abaire estuviese entre sus manos porque dista en temática y en registro, a su anterior filmografía. Pero es también evidente que Cameron Mitchell ama los riesgos, y una vez afianzado como un director diferente, se juega con una puesta inteligente de un drama de estructura tradicional. La sutileza y la fuerza arrasadora con la que Cameron Mitchell ha filmado la historia de este matrimonio tratando de sobreponerse a la muerte de su hijo de cuatro años, fallecido en un accidente automovilístico, justifica ampliamente esta elección. La novela ganadora del Pulitzer nos muestra como ha cambiado radicamente la vida del matrimonio de Becca (Nicole Kidman) y Howie (Aaron Eckhart) desde el momento de la pérdida irreparable de su único hijo y cómo, cada uno por su lado, está tratando de volver a recomponerse. Becca y Howie se enfrentarán al dolor de las formas más diversas y hasta opuestas en algunos momentos: pasarán por la impotencia, la negación, la búsqueda de ayuda, la introspección, el silencio. Y cada uno de ellos necesitará de tiempos y de búsquedas diferentes, unidos en el dolor, pero separados en la manera de enfrentarlo. Un tema sumamente delicado para su tratamiento y muy dificil de desarrollar evitando caer en el golpe bajo ni en los lugares comunes, pero que con la mano firme de Cameron Mitchell en la dirección, además, logra sacar el mejor provecho para cada uno de sus intérpretes. Kidman, nominada al Oscar por este papel, entrega al personaje lo mejor de sí para dar vida a un mujer fría y distante a la hora de tratar de sobrellevar esta enorme pérdida y recomponer la pareja. Es, a la vez, quien necesita buscar explicaciones y reconstruir internamente ese momento del accidente, por lo cual obsesivamente intenta contactarse con el responsable que lo produjo (Miles Teller), logrando en ese encuentro, una de las escenas más dificiles y mejor logradas del film. Su actuación es sinceramente avasalladora, con algunas escenas donde es imposible permanecer ajeno a la conmoción que la atraviesa. Aaron Eckhart, por su parte, es quien necesita buscar ayuda en el afuera, en un grupo de autoayuda, ya que no encuentra cómo acomodar internamente este dolor y sufre además la indiferencia y la distancia de su esposa. Los roles secundarios a cargo de Sandra Oh (como una de las asistentes al grupo de autoayuda que está atravesando un problema similar y donde el guión aprovecha a mostrar otra manera de abordar la périda y cómo se modifica el dolor a través del tiempo) y Dianne Weist (sublime en sus intervenciones como la madre de Nicole Kidman, de una potencia única cada vez que aparece en pantalla) completan un elenco de singular calidad para un drama filmado de una forma exquisita, respetando el aire que van respirando los protagonistas. Inevitablemente el tema es tan potente que es imposible ver el dolor que quiebra a los personajes sin sentirse -en algún momento- profundamente involucrado. Se agradece a un director como Cameron Mitchell, que lo haya intentado radiografiar con tanta sensibilidad, con algunas marcas y detalles que van dando registro de la ausencia, incomparable ausencia, como es la périda de un hijo. Cosa que obviamente, no nos entra en la cabeza a quienes tenemos hijos. Un dolor inconmensurable que da lugar a un drama de grandes personajes y sutilmente filmado.
No puedes dejarte el sombrero puesto La opera prima de George Nolfi (quien fuera guionista de "Bourne: el ultimátum" y la segunda entrega de "Ocean's Twelve") juega al mundo de los universos paralelos muy al estilo de "Matrix" y aprovechando tangencialmente el éxito de "El Origen" que ya instaura un subgénero dentro del mundo de la ciencia ficción. Partiendo demasiado libremente de un cuento de Philip K. Dick (de quien en algún otro momento con otra adaptación de su obra se lograra la brillante "Blade Runner") llamado "Adjustement Team" la historia juega a develar la gran pregunta ¿Controlamos nuestro destino o existen fuerzas invisibles lo manipulan?, pregunta que más de una vez uno se habrá formulado en su propia cabeza. David Norris (Matt Damon) es un político con una promisoria carrera y está atravesando un momento exitoso en el que todas las encuestas lo marcan como un imbatible favorito. Y a pesar de todo lamentablemente pierde su banca en el senado. Pero la misma noche en que pronunciará su discurso, se cruza en un baño con Elise (Emily Blunt) una bailarina de danza contemporánea de la que cae perdidamente enamorado y justamente, por un "error" del destino, sus caminos se volverán a cruzar. Será precisamente después de este segundo encuentro, cuando un ejército de señores vestidos de negro y que portan un misterioso sombrero que abre puertas que ofician de túneles de comunicación y vías de viaje rápido de un punto a otro, le informen que su destino está escrito y que nada hará que se aleje de lo que figura ya programado en unos cuadernos que los miembros de este misterioso grupo llevan consigo. Hay algo que impide que Elise y David vuelvan a encontrarse. Pero puesto en la disyuntiva de su carrera política o el amor, David sigue eligiendo transgredir las reglas y hacer lo imposible por torcer el destino y volver a encontrarse nuevamente con la que él siente que es la mujer de su vida. Si bien al inicio la historia se mueve dentro del mundo de la política, es una mera excusa. Es sólo el entorno elegido para el comienzo del cuento, que luego se diluye y queda sólo la clásica historia de un amor contrariado, casi imposible, por el que David luchará contra todos los pronósticos. La idea de los mundos paralelos, del destino escrito o bien de la posiblidad de torcerlo, no deja de ser una historia interesante que además, condimentada con el sabor de la búsqueda del amor verdadero y puro, genera una química interesante. Pero en lo que desacierta esta liviana adptación del cuento de Dick es en la forma que elige contarnos la parte fantástica de la historia: hay sobreabundantes parlamentos llenos de explicaciones subrayadas para que hasta el más desatento espectador no pierda el hilo argumental de lo que está pasando en la pantalla. Y cuando abundan las palabras, falta buen cine. Semejante parafernalia de ideas de universos paralelos y destinos marcados, se contraarresta con la simpleza de una historia de amor que no cuenta nada en particular. Ni el encuentro de David y Elise generará el fin del mundo ni ninguna catástrofe particular, ni definirá la vida del planeta, es sencillamente una historia de amor que torcerá el curso de lo que está escrito (y que tampoco queda clara la razón por la que está escrito). Ambiciosa en la puesta y con una química aceptable entre la pareja protagónica Damon-Blunt (aunque hay que reconocer que con la trilogía de Bourne, Matt Damon parece mucho más entrenado para este tipo de papeles que Blunt que parece medio "perdida" en las escenas vinculadas con la acción y las persecusiones) , la historia termina siendo demasiado débil en el fondo, para una estructura tan compleja que fuera presentada en la forma. Muchos otros directores han sabido hablar de las vueltas del destino para encontrar el amor de tu vida, sin necesidad de interpelar a ejércitos de hombres de negro que abren puertas a canales paralelos, ni urdir entramadas explicaciones para sencillamente contar que uno puede torcer el destino por amor, si es que se lo propone. Un cuento demasiado fantástico en la superficie para deconstruir una historia tan rosa en el fondo.
Guionista al divan Pablo Solarz ha demostrado ser un guionista con una mirada inteligente sobre los problemas de pareja. Tal como lo demuestran los guiones de "Quién dijo que es fácil?" y "Un novio para mi mujer" en éste, su debut como director, Solarz vuelve sobre sus obsesiones conocidas pero, en este caso, con tinte diferente al formato de comedia más tradicional. Esta nueva mirada es fundamentalmente el acierto de "Juntos para siempre" en su intento de introducir ajustes y cambios más risquées, alejándose del modelo más netamente comercial, introduciendo algunos elementos dramáticos menos convencionales que ayudan a contar la historia desde otro punto de vista. Aunque también debemos reconocer que en este intento, estriban también las mayores falencias del film. Casi autoreferencialmente, Solarz pone en el centro de la escena a Gross (Peto Menahem, su alter ego?) un guionista algo "desconectado" según palabras de su propia mujer (Malena Solda) que lo acaba de dejar cuando a pesar de confesarle que le ha sido infiel, él minimiza la situación -como quizás haga con la mayor parte de las situaciones de su vida cotidiana y de su pasado- y sigue elucubrando ideas que intenta bajar al papel. Un arranque con diálogos a puro ritmo de sitcom brillante que justamente a Peto Menahem le sientan perfectamente bien hacen que el film perfile con visos de una comedia romántica dotada de toques de humor inteligente, muy al estilo más psicoanalítico del mejor Woody Allen. La historia se enriquece porque a su vez, el protagonista nos va contando el guión que tiene en su cabeza: y así se irán trazando vinculaciones y similitudes entre el centro de la historia y esta segunda subtrama que se desarrolla paralelamente. Habrás más juegos en el tiempo cuando en la entrevista con su analista (Marta Lubos) -a la que recurre sólo por idea de su ex mujer-, Gross intente remontarse a los inicios de la relación y al desencadenante de la ruptura de pareja. Rápidamente aparecerá Laura (Florencia Peña) encarnando a la típica "rubia tarada" al estilo Lucy Punch en la reciente "Conocerás al hombre de tus sueños", que de tan vacía se hace insoportable y querible en las mismas proporciones. Arranca a partir de este encuentro, como un segundo tramo del film, en donde comienza a desdibujarse y decaer, en cierto modo, el interés inicial. Con algunos intentos de transitar por zonas más oscuras tanto en la personalidad de Gross como en el violento personaje que va dando forma en su guión (excelente trabajo de Luis Luque) un hombre que en un viaje de vacaciones toma decisiones completamente impensadas, que luego Gross verá que están vinculadas con su pasado. La nota pintoresca y algo excéntrica la da el personaje de su madre, una mujer absolutamente posesiva, demandante y que no puede más que mirar su propio ombligo y que persigue al protagonista intentando hablar con él de cosas que se mantuvieron escondidas en su historia. Irregular, desigual aunque interesante, "Juntos para siempre" acierta más en los extremos (del humor desplegado sobre todos de las escenas iniciales y en las intervenciones de Mirta Busnelli como la madre, o cuando vira a la historia del violento personaje que compone Luque) y pierde firmeza en aquellas situaciones en las que intenta ganar solemnidad, anclando la historia más "seriamente". En cuanto al elenco, Peto Menahem entrega un Gross muy parecido a .... Peto Menahem en un papel que indudablemente está escrito y guionado a su medida. Malena Solda tiene siempre un encanto a flor de piel mientras que Florencia Peña acierta más en su rubia descerebrada que cuando su personaje le exige mayor seriedad. Busnelli está completamente desbordada... y se le agradece enormemente!, brinda una composición totalmente al filo del ridículo y compone una criatura inolvidable. Luque transmite exactamente los rasgos de furia y de locura de su personaje haciendo un muy buen tandem con Valeria Lois. Marta Lubos, una exclente actriz de teatro, no se ve homogénea con el resto, se la percibe demasiado impostada y rígida en un papel que hubiese dado mayores resultados librado un poco más al juego que ofrecen los restantes personajes. Aún en sus vaivenes y sus puntos flojos "Juntos para siempre" tiene momentos de comedia brillantes, inteligentes y demuestra el oficio de Solarz a la hora de contar una historia, siendo éste además su debut como director del que logra salir airoso.
Las aguas bajan turbias Jan sale de prisión luego de cumplir su condena. Tenemos pocos datos, sólo que ahora parece tener una segunda oportunidad para dedicarse a su música como organista en una iglesia, un lugar de por si vinculado con una mirada más bondadosa a su reinserción en la sociedad. Con una delicadeza admirable para irse metiendo en terreno farragoso, el guión nos va abriendo lentamente una ventana a su pasado por medio de flashbacks y de pequeños datos para ir armando el rompecabezas. No solamente se desarrolla como profesional sino que además encuentra en Anna, una madre soltera que forma parte de la Iglesia, su posibilidad de recomponer también su vida en el terreno afectivo. También a ella le dará muy poca información de su "vida anterior". Pero en algún momento el pasado vuelve a precipitarse sobre su vida: Agnès, llega a esta iglesia en una visita escolar junto a sus alumnos. Ella reconoce a Jan como el joven que fue condenado por un asesinato de su hijo. Ganadora del premio del Jurado y Premio del Público dle Festival de Hamptons y de los Canon Awards en el Festival de Cine de Noruega, "Aguas turbulentas" habla nuevamente de la madurez con la que el cine escandinavo -con tanta reticencia por parte de la distribución en nuestro pais- aborda temas delicados, mostrando un alto nivel de compromiso en su narrativa. Tan fuerte en su impacto musical con una banda de sonido impecable, como en sus silencios que transmiten emociones profundas el guión se mantiene atento de no tomar partido en la delgada linea del perdón, la culpa, el fantasma del pasado, el olvido, la memoria y la redención. Para cumplir con su objetivo, la historia está contada de forma abiertamente cruda, sin golpes bajos, pero con una sequedad y una sinceridad penetrante. Victimas y victimarios necesitan que sus voces sean escuchadas, las dos puntas de una misma trama empiezan a confundirse porque no es tan fácil tomar partido, máxime desconociendo las pulsiones que llevaron a cada uno de los protagonistas a vivir lo sucedido. Poppe maneja perfectamente los hilos de cada uno de los personajes, los expone emocionalmente a un proceso tan doloroso como noblemente contado, de forma tal que el espectador se identifique en momentos diferentes con cada uno de ellos tratando de poner un manto de compresión a cada una de las motivaciones que los habitan. El guìón construye la trama en tres momentos diferentes, el primero de ellos desde el punto de vista de Jan, luego recorre la mirada de Agnes, para enfrentarlos en el tramo final donde la historia ya se ha entrecruzado. Con un cine que respira inevitablemente la impronta de los movimientos de Lars Von Trier y su dogma, como del cine de Vinterberg, Erik Poppe elige trazar un peregrinaje desde el dolor a la liberación, de la culpa a la redención desatando escenas intensas y potentes brillantemente jugadas por Pål Sverre Valheim Hagen como Jan y Trine Dyrhol como Agnes que brindan dos soberbias interpretaciones.
La Reina Batato Ya desde el trailer de "La peli de Batato" se abren ciertas preguntas como "Es un travesti?" "Es un clown?" "Es un actor?" "Es un poeta?". Por suerte, los directores Peter Pank y Goyo Anchou no solamente NO se proponen dan una respuesta definida para todas estas cuestiones sino que además abren otros aspectos que se vuelven a abrir sobre si mismos, en un efecto multiplicador que pone el centro de la mirada en Salvador Walter Barea, alias Batato, innegable ícono de un intenso movimiento cultural en la década del '80 -posterior a la Dictadura, pleno inicio de la democracia-, momento en que diversas corrientes artísticas fueron marcando rumbo para las generaciones posteriores. Nacido en el año 1961 en la ciudad de Junín, Batato decide dejar atrás un doloroso tema en el vínculo con su hermano, y comienza en Buenos Aires una increible transformación, una mutación que dió origen al mito, al artista, a quien fue inscribiendo con su propio cuerpo un lugar indiscutido en el under porteño que explotó intensamente a fines de los '80 y principios de los '90. Si bien en algún momento él mismo se definió como "clown-travesti-literario" la mirada que le otorga este documental sobrepasa la frontera de cualquier encasillamiento, cualquier etiqueta que se le quiera poner. Desde "Los Peinados Yoli", su paso por "El Clú del Claun" -del que el documental rescata filmaciones de una delirante versión de "La dama de las camelias"- hasta sus unipersonales y performances en el Parakultural y Cemento y revisitando su "sociedad artística" con otros dos iconos del under de aquel momento Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese, los fragmentos atesorados, rescatados y puestos en valor por los directores, se entremezclan con entrevistas a los protagonistas de la movida de aquel momento, familiares, amigos, compañeros de ruta, compañeros de trabajo, colegas... un enorme collage que permite definirlo de una y de muchas maneras a la vez, dejando el terreno libre para que Batato se despliegue tanto en el recuerdo de los que lo conocieron bien como para gernerar una sorpresa para aquellos que parcial o totalmente ignoraban su intensa obra. Capaz de vibrar con la misma intensidad con poemas de Fernando Noy o Alejandra Pizarnik, o con textos más innovadores, volcado tanto a la técnica y al estudio del clown como lanzado a la más arriesgada improvisación, mezlcando poesía, danza, teatro, tal como él lo menciona, todos estos aspectos se abren al espectador con el deslumbramiento que producirían un grupo de pavos reales paseándose con sus colas abiertas y coloridas. No solamente los directores intentan recorrer su trayectoria artística sino que además se nutren de anécdotas de su vida personal, tan intensa e interesante como la otra, con relatos de la mano de Ronnie Arias, Tino Tinto, Fernando Noy, Divina Gloria más la propia visión del mundo que Batato hace latir en una conversación/entrevista con uno de los directores. Peter Pank toma las riendas de seguir sus huellas, salir a la búsqueda de los recuerdos, hilvana las anédotas y las combina con filmaciones de actuaciones en vivo que confirman seguir teniendo una potencia y una vigencia única: les sigue sobrevolando ese halo de genialidad, de arte al borde del abismo, de transgresión, de entrega. Y es justamente esa falta de rótulos, ese no encasillamiento lo que hace que aparezcan distintas capas y que durante las dos horas y media que dura el film -de todos modos, evitando algunas reiteraciones, la duración podría hacer sido algo menor- el interés no decaiga en ningún momento ni se pierda el eje central del documental. "La peli de Batato" es un testimonio, un retrato esencial de una década de una explosión artística completamente innovadora en donde Batato fue un exponente fundamental y necesario, cuyo perfume se sigue sintiendo aún hoy... hoy como siempre.
Corazones con agujeritos Como para refrescar la cartelera, llega una comedia francesa, con acción, con mucho ritmo y con un marco en la riviera insuperablemente glamorosa de Montecarlo. Romain Duris -que una vez más muestra su enorme ductilidad para papeles tan diversos como los de Molière, Las muñecas rusas, El latido de mi corazón o las películas de Tony Gatlif- se pone ahora en la piel de Alex, un profesional que se gana la vida rompiendo parejas. Efectivamente, Alex es considerado como un agente infalible en el arte de desvincular corazones: vende sus servicios y por un buen honorario, tiene una tasa de efectividad increíble y en pocas semanas lo que era una "feliz" pareja, desaparece. Con ese pequeño hilo argumental -y no demasiado original por cierto, debemos admitirno-, se abre el abanico de "Rompecorazones" no solamente en una comedia romántica con una estructura clásica -polos opuestos que tras el rechazo, se atraen- sino también logra manejar un espíritu de espionaje sentimental, disfraces, escuchas telefónicas, falsos documentos, encuentros clandestinos... un mundo detectivesco que Alex utiliza con el único objetivo de cumplir exitosamente su misión. Y habiendo una regla, siempre habrá una supuesta excepción: y ese caso que parezca sencillo no lo será tanto y rápidamente pondrá a prueba su infalibilidad. Este nuevo caso es Juliette -Vanesa Paradis (quien vuelve al ruedo del cine después de haber tenido una carrera como cantante y ya conocida como modelo), una joven heredera que está próxima a casarse con un americano millonario a quien ella ama, pero evidentemente hay otros intereses de por medio para que esa pareja no prospere. Y como es de esperar, ante un caso que se va complicando, Alex arbitrará absolutamente todos los medios como para que Juliette termine rendida ante su despliegue de artillería seductora. Lo logrará? Si bien "Rompecorazones" no aporta absolutamente nada nuevo, la trama se las ingenia como para que el interés no decaiga pero el punto fuerte son algunas de las actuaciones. Duris rápidamente se mete a la pantalla en su bolsillo, tiene carisma y seducción como para que su papel sea completamente creíble. Lo acompañan dos "socios" en su emprendimiento y que cuentan con diversas estrategias para irrumpir en la vida de sus "casos": la pareja vivazmente interpretada por Julie Ferrier -con una larga trayectoria teatral y cinematográfica: trabajó en la última película de Jeunet, "Micmacs", la ya vista en Mar del Plata y el BAFICI, "Tournée" y con Klapisch en "Paris"- y Francois Damiens -a quien veremos próximamente en "Le petit Nicolas"-. Ellos son los que logran realmente los mejors momentos de comicidad del film, bordeando una dosis de delirio que suma al resultado final. Paradis pasea su belleza y sinceramente no mucho más que eso. Quizás no sea el phisique du rol perfecto para Juliette, una jovencita como de casi diez años menos de los que realmente Paradis tiene actualmente y si bien con Duris hay un cierto magnetismo, la disparidad en los niveles actorales hace extrañar una protagonista femenina con mayor potencia. Sin embargo, tiene todos los elementos para redondear un buen pasatiempo, con una buena factura técnica, entretenido e ingenioso y muy a pesar de sus lugares comunes y de su inevitablemente visible aroma de happy ending digno de una buena comedia romántica liviana que se viene perfilando desde el principio de la trama, siempre es bueno que nuestras pantallas sean visitadas por un cine diferente al hollywoodense. Y en ese caso "Rompecorazones" cumple dignamente con lo propuesto, sin grandes aspiraciones.
Descontrolados Quien haya visto "Qué pasó ayer?" es, prácticamente, como si ya también hubiese visto esta segunda parte que no es la continuación de la historia anterior como suele ocurrir en la mayoría de los casos. En esta oportunidad "Qué paso ayer? Parte 2" se constituye como en una copia de todo lo que pasaba en la primera, pero reeditado con alguna/s sutil/es diferencia/s. Tan sutiles que casi parece la misma película, hecha remake. ¿Qué tiene entonces de atractivo esta "Qué pasó ayer? Parte 2"? Que aún habiendo visto la anterior y sabiendo perfectamente hacia donde va la trama y hasta previendo lo que va a suceder, el nivel de delirio de algunos gags y el buen ritmo con el que está contado la historia hace que uno se divierta viendo exactamente lo mismo que ya vio. Pero aún así, no pueda evitar sonreirse e incluso, que hasta se escapen algunas carcajadas. La "manada" vuelve a juntarse y allí están nuevamente, los cuatro protagonistas reiternado la misma historia: Phil, Stu, Alan y Doug, quienes en este caso tenen que viajar a Tailandia, en ocasión de un nuevo casamiento de Stu (Ed Helms), acompañados del hermano de la novia. Teniendo en cuenta todo lo que había pasado en Las Vegas en la primer entrega, Stu sól quiere festejar su despedida de soltero con un brunch en un bar cualquiera y evitar mayores complicaciones. Si esto saliese bien, obviamente la película terminaría en menos de 20 minutos por lo cual, finalizada la cena anterior al día de bodas -en la que se presenta oficialmente el novio a toda la familia de la novia y se pronuncian los discursos alusivos-, en un fogón en la playa se desatarán nuevamente un tornado de situaciones delirantes que lleven a los personajes una vez más a encontrarse completamente descontrolados en la habitación de un hotel en una de las ciudades más violentas y peligrosas del planeta: Bangkok. Sinceramente detallar algunos de los gags sería develar el único punto de interés que tiene la película. Sólo resta decir entonces que el director Todd Phillips (director de la primer entrega y de "Todo un parto") vuelve a elaborar una comedia de tono completamente desenfrenado en la que se mezclan todo tipo de chistes: desde los sutiles como el del oso polar albino hasta los de tinte más grosero, que de todos modos a una comedia de este estilo no le sientan para nada mal (nadie que vaya a ver este tipo de comedias se va a sentir ofendido por el nivel de escatología y falta de reparo al que pueden llegar algunas bromas absolutamente cargadas de mal gusto). Desde dealer griegos con un monito vestido con una campera con un bordado de la lengua de los Rolling Stones, hasta un monje con votos de silencio que se agrega a la troupe, pasando por cistes sexuales que van un poquito más allá de lo pensado, todo está puesto al servicio de que un torrente de incorrección y provocación incomode al público término medio americano que sigue pensando que son openminded y desprejuiciados. La gran mayoría de estos gags vienen para demostrar todo lo contrario y hasta hace parecer por momentos a "Torrente 4" uno más de la "camada". Jack Galifianakis tiene nuevamente a su cargo las situaciones más divertidas del film y el personaje más interesante para componer: lo aprovecha en un 100% y maneja este registro humorístico a la perfección. Otro punto alto del film es el personaje del chino (Ken Jeong): una rara avis mezcla de gangster y drag queen, que tiene escenas absolutamente irreverentes. Es evidente también, que Phillips tiene buen pulso para que aún con un guión completamente endeble que sólo reporta un "collage" de situaciones delirantes, la comedia divierta y acierte en su propuesta. Como cierre, como bonus track, encuentran una cámara de fotos que registra algunos momentos de la noche que intentaron reconstruir durante toda la película. Ahi, sobre el final, ya terminado el livianísimo hilo conductor del film, las fotos son un culto a la irreverencia, a la falta de respeto y al humor más desenfrenado que estalla en carcajadas imposibles de contener.
Los caminos de la vida Lo que se presenta, a priori, como el hecho más increible es que "Incendies" con su trama episódica y de una construcción compleja, de ese mecanismo de relojería necesario para mantener un buen suspenso en la trama, es la adaptación al cine de una obra de teatro. Nada más lejos de lo que uno conoce como teatro adaptado al cine que, generalmente, tiene como lugar común el encierro en un sólo ambiente -que apenas se airea con una pequeña excusa del guión- y la abundancia de diálogos con una especial retórica y que generlamente explican -casi subrayademente- diversos hechos de los personajes. Por suerte, y asombrosamente, nada de eso aparece en "Incendies", la obra de Denis Villeneuve que ha sido nominada al Oscar como Mejor Película extranjera y exitosamente presentada en diversos festivales internacionales. Esta coproducción franco-canadiense hace foco en las esquirlas personales que ha dejado la guerra, en particular, la desarrollada en Medio Oriente presentando el fuerte conflicto religioso entre cristianos y musulmanes. La estructura en episodios y el relato fragmentado que va y vuelve en el tiempo y nos retrotrae al pasado mientras salta repentinamente al presente hace que la propuesta se torne aún más interesante con esta estructura de relato. En el centro de la historia está la muerte de Nawal Marwan (una impresionante composición de Lubna Azabal), una mujer con una particular historia y un derrotero personal completamente desconocido, que se irá construyendo como un extraño e inquietante rompecabezas a lo largo de la película, tanto por su propia voz, su propia mirada, como por las piezas, las miradas y los registros que van aportando los distintos personajes. Un escribano para el cual ella trabajó por muchísimos años (Rémy Girard, el padre de "Las Invasiones Bárbaras") será el encargado de comunicarles el testamento de su madre a los hermanos Jeanne y Simon Marwan (Mélissa Désormeaux-Poulin y Maxim Gaudette). Ambos tendrán una misión que parece simple: entregar dos sobres. Esos sobres serán el disparador de revelaciones inesperadas. Uno de esos sobres está destinado a su padre quien ellos pensaban que ya había muerto. El otro, aún más sorprendente, es para un hermano, cuya existencia, ambos desconocían por completo. Y cuando se inicie esta recomposición de la historia personal, cada uno de los giros de este gran espiral, aportará un dato sorpresivo, un enigma que se devela ante sus ojos, redefiniendo por completo no sólo la historia de su madre -que se descubre como una perfecta desconocida para ellos- sino asimismo, la reconstrucción de sus historias personales. Interesante en la construcción del guión y en la puesta de Villeneuve, la historia no solamente mantiene el suspenso y relata un drama de tinte familiar sino que aprovecha para tratar algunos conflictos relativos a la historia reciente. "Incendies" pasa del camino del descubrimiento de la identidad, a la brutalidad de la guerra, atravesando el exilio, el compromiso de militar en ciertos movimientos, el peligro latente a cada paso, la pluralidad de las culturas y los enfoques y las heridas aún no curadas en la historia. Pero allí donde levanta vuelo, la trama gira una vez más para otra vuelta de tuerca, sobre el final, el tono de melodrama se tiñe de culebrón y esa última pieza del rompecabezas se vuelve como demasiado burda e innecesaria. Muy a pesar de eso, y en este punto, ya Villeneuve nos ha predispuesto al juego de armar este hipnótico rompecabezas, ocultando y mostrando información en el momento preciso, calando hondamente en cada uno de los personajes en busca de su propio destino, de cara al dolor frente a la verdad revelada. Allí donde el odio, la guerra y la brutalidad ponen en juego lo peor de cada ser humano, Denis Villeneuve sabe enhebrar imágenes de una belleza contundente o de virar enérgicamente para mostrarnos la realidad cruda y sin vueltas, como saben hacer los buenos directores: transportarnos por más de dos horas a vibrar con un relato fuerte y comprometido.
Woody sabe como armar una buena ensalada Todos sabemos que Woody Allen "fabrica" un opus por año. La cita anual de este año era justamente "Conocerás al hombre de tus sueños" (Comentario aquí) que de hecho ya ha sido estrenada en Buenos Aires en el verano. Pero por esas vueltas de la distribución local, su película anterior, "Whatever Works" nos la habíamos salteado y llega ahora, con un poco de retraso. Pero justamente es en beneficio de "Que "la cosa" funcione" ya que el traspié autoral de Woody en "Conocerás..." había sido tan tremento que sólo por comparación, el estreno de esta semana sale ganando y es, al menos, mucho más disfrutable y en una línea coherente con sus obsesiones, sus traumas y su manera de ver las cosas, que lo identifican y que lo hacen un ícono indiscutible. En este caso la historia que nos cuenta Woody es sumamente sencilla: Boris Yellnikoff (un Larry David que es el alter ego absolutamente ideal del mismísimo director) es un profesor universitario de física cuántica, ya retirado, típicamente neoyorquino y con un divorcio... más un intento de suicidio en su haber. Ahora tiene como nuevo "hobby" enseñar a jugar ajedrez a los niños, escupiéndoles crueles verdades si es que no sirven para eso. Todo esto nos lo cuenta él mismo con un enteramente disfrutable monólogo a la cámara que lo pinta de cuerpo entero. Así es Boris.... y un poco así es Woody. Y para ponerle un poco de "sal" a su vida, el destino quiere que se cruce con Melodie (Evan Rachel Wood conocida por su protagónico en "A los trece" y como la hija de Mickey Rourke en "El luchador") quien se acaba de escapar de casa y quien bajo una lluvia torrencial le pide que, al menos, la deje pasar la noche en su sofá. Y quizás la cosa funcione... "Whatever works" tiene muy poco que ver con la brillante "Match Point". Es más bien una enorme ensalada, en la que Allen mezcla los mismos ingredientes de siempre, los que ya ha usado en películas anteriores y que quizás sean novedosos para los que se acercaron a su cine recientemente. Para aquellos que extrañan "Crimenes y Pecados" "La otra mujer" o "Hanna y sus hermanas" evidentemente esta comedia está muy lejos de su mejor cine pero nos cerca un entretenimiento inteligente y con un ritmo con el que puede llegar a todos los públicos. Tiene, por suerte, destellos de ironía y de un negrísimo sentido de la vida que vuelca absolutamente en el personaje de Larry David ( perfecto y genial como esta copia de sí mismo que hace el propio Woody, ya alejado de la actuación) y en boca de quien pone las mejores y más festejadas líneas del guión. Se celebra nuevamente la complicidad que plantea en sus monólogos hacia el espectador ("rompiendo" esa pared como ya lo hacian los propios personajes de "La Rosa Púrpura del Cairo"). Volviendo a Boris, nada es tan sencillo y pronto la situación se complica, cuando aparezca en escena la madre de Melodie (nuevamente trabajando a las órdenes de Woody, Patricia Clarkson, sutil en su delirio y en una actuación nuevamente exquisita), una intelectual iluminada por el arte moderno, amante de la fotografía y porqué no del ménage á trois. Vuelca en ella la pizca de snobismo y desparpajo que tenía Dianne Weist en "Disparos sobre Broadway" y para demostrarnos su capacidad de reciclar y autoreferenciarse aparece el romance de la estudiante con un hombre mayor como en "Manhattan" e indudablermente el personaje de Melodie le debe muchísimo al de Mira Sorvino en "Poderosa Afrodita": un poco hueca, un poco inexperta, un poco enamoradiza... Tiene también sus reflexiones sobre la pareja al mejor estilo más liberal que volcó recientemente en "Vicky Cristina Barcelona" o hace ya un buen tiempo en "Comedia Sexual de una noche de verano" y en los monólogos de David nos muestra una vez más su efectivísimo recurso del monólogo intimista que ya maneja al dedillo desde la memorable "Annie Hall - Dos extraños amantes". Y Woody apuesta a lo seguro y gana. Quizás no sea hora de que se ande arriesgando por nuevos caminos. Transita los ya conocidos, el terreno firme y arma una comedia amena, sencilla, poco pretenciosa y nada novedosa, pero siempre Woody nos ilusiona con la posibilidad de volver a regalarnos una enorme película. Una estructura que bien podría ser una buena obra de teatro, una Patricia Clarkson absolutamente deliciosa y un Larry David que no podría haber encontrado un mejor papel - o Allen alguien mejor para interpretarlo? - son los puntos más altos de esta comedia liviana del gran Woody. Si "la cosa" funciona? Y, si, funciona bastante bien. Woody sabe cómo hacerlo una vez más.
Demoliendo jarrones "Potiche", el título original de este nuevo film de François Ozon "Mujeres al poder", se refiere obviamente a esos jarrones grandes, hermosos objetos decorativos pero generalmente carentes un valor preciso y sin una verdadera utilidad. Y es también el título de la famosísima obra de teatro de Pierre Barilet y Jean-Pierre Grédy que Ozon adapta a la pantalla grande, rodeándose nuevamente de un elenco de lujo para despuntar lo mejor de la comedia francesa. Robert Pujol (Fabrice Luchini) es un industrial que maneja la fábrica de paraguas que ha heredado de su suegro. Pero por diversos problemas sindicales con sus obreros, todo su despotismo y su maltrato quedará de lado cuando su mujer, Suzanne (una vez más Deneuve con una presencia imponente y única en la pantalla) tome las riendas del asunto y logre no sólo encausar el negocio familiar sino darle una nueva dirección al emprendimiento familiar. Para sorpresa de muchos, y sobre todo la suya propia y la de sus hijos, Suzanne no dudará ni un minuto en dejar rápidamente de lado su vida burguesa y de ama de casa ejemplar, para poner en juego todo su potencial y descubrir que puede ser muchísimo más que un objeto decorativo dentro de su mansión. Ozon, uno de los realizadores más prolíficos del cine francés actual, quien parece obstinado en demostrarnos que no hay género que se le resista, prueba ahora con un tono de comedia típica de los años '70 -justamente en la época en que se desarrolla el film- y rinde, en cierta forma, un homenaje a la comedia blanca de la que han abrevado tantos otros directores. "Potiche" está en las antípodas de muchos de los otros géneros transitados por Ozon como el suspenso con "La piscina", una espesa psicología de sus personajes en "Bajo la arena" y "Gotas que caen sobre rocas calientes", también se ha dado el lujo de jugar a la comedia musical con un dreamteam increible en "8 mujeres" o vibrar en un tono más dramático para su última realización "El refugio" o en "Tiempo de vivir". Es él mismo quien analizó con fino bisturí a la pareja en "5 x 2" y también dotó con aires de fábula a una mujer en pleno descubrimiento de si misma y de su maternidad en "Ricky". Ahora no sólo cambia de género sino también de registro y logra un tono de comedia que remite a Louise de Funes y Annie Girardot en "La cizaña" o a otros cineastras franceses cultores de la comedia como Claude Zidi o Francis Veber y logra que este elenco de lujo se preste al juego de una comedia pasatista con algunos destellos de ironía sobre el rol de la mujer en la sociedad. Para esto, cuenta con la incondicional colaboración de Catherine Deneuve para dar vida a una Suzanne opuesta a los últimos trabajos de ella en cine -como por ejemplo "Mére et Filles", "Après lui" o "La fille du RER" en donde abordaba mucho más su veta dramática- y una vez puesta a jugar, puede tanto salir en jogging y ruleros a hacer sus ejercicios matinales como desplegar un increible vestuario diseñado por Pascaline Chavanne demostrando ser una de las mujeres más bellas del cine de todos los tiempos, bailar en una disco en un clip con una pizca de delirio o consensuar con sus obreros en plena huelga. A su lado, Gérard Dépardieu, es su complemento ideal y la química entre ellos sobrepasa la pantalla y es evidente que han divertido -y mucho- jugando con estos personajes de comedia. Él es Maurice Babin, su viejo amor, que se reencuentra con ella, ahora devenido en alcalde comunista y completa el "triángulo" Fabrice Luchini que se maneja con completa naturalidad en los pasos de comedia en el rol del marido que desvaloriza permanentemente a su esposa y que guarda los jugueteos para su secretaria (un poco desaprovechada Karin Viard, en un rol demasiado deslucido para una gran actriz). Al reemplazar su lugar de "florero" por el de mujer activa, todo comenzará a cambiar en el mundo de Suzanne, para bien y para mal, como también comenzará a "temblar" la relación con su hijos -Jérémie Renier y Judith Godrèche- pero sobre todo el impulso que tomará la fábrica será muy diferente, conducida ahora por una mujer. Nuevamente, este rol de la mujer al mando, le permite a Ozon pasear su mirada por el universo femenino que visita en absolutamente todos sus films, dandole su marca personal, aunque obviamente "Potiche" se debe ver sin demasiadas pretenciones más que pasar un buen rato acompañado de grandes actores que disfrutan de la propuesta. Dentro de su filmografía es quizás su film menos impactante, menos creativo, y mucho de ello tiene que ver la mirada demasiado cándida que imponen este tipo de comedias y que el realizador también traduce en una manera de filmar y una puesta mucho más estructurada e incluso algo rígida, demasiado teatral en algunos aspectos. Hay algunos diálogos y otros tantos gags que no le sientan tan bien a sus personajes y por supuesto no logra la densidad y la complejidad que tienen la mayoria de sus protagonistas de sus restantes films. Sin embargo, siempre es grata una dosis, una buena dosis de cine francés en la cartelera y "Potiche" a pesar de que en su ritmo y su temática aparece como algo fuera de época para los tiempos que corren, logra entretener y brindar un rato agradable, sin dejar de subrayar en este tono sencillo cuál es el nuevo rol que ocupa la mujer en nuestra sociedad.