Verona se llenó de gnomos! Evidentemente la tragedia del genial William Shakespeare ha dado lugar a las más diversas y creativas adaptaciones. Desde las más clásicas y ajustadas en su puesta a la idea originaria como la de George Cukor en el año 1968, hasta la inolvidable puesta de Franco Zefirelli y la más modernosa de Baz Luhrmann con Leo Di Caprio al frente del elenco pasando por los fragmentos de esta obra que fueron incluidos en "Shakespeare Apasionado". En este caso, llega la adaptación de este super clásico al mundo de la animación de la mano de Kelly Asbury, director de "Shrek 2" y "Spirit: el corcel indomable" y que también había trabajado dentro del departamento de arte de otros proyectos tan importantes como "La Bella y la Bestia", "El extraño mundo de Jack", "Kung Fu Panda" y "Madagascar 2". Asbury evidentemente tiene un conocimiento acabado del mercado, de la técnica y del ritmo de una buena película de animación y todo eso lo pone en juego a la hora de adaptar esta tragedia a los cánones de una película para toda la familia. En este caso los Montesco y los Capuleto son dos vecinos enemistados y así también lo están los enanos de jardín y otros elementos decorativos que pueblan el fondo de sus casas. Tan antagónicos como el Boca y River, imposibles de mezclar como el agua y el aceite, tras una enemistad ancestral estas familias de gnomos, identificadas por el azul y el rojo, que se odian visceralmente, verán cruzarse sus destinos cuando los jóvenes Gnomeo y Julieta se enamoren perdidamente. La historia de amor es ya conocida por todos así que desde la misma presentación un gnomo con un altísimo sombrero intentará darle un curso distinto para poder atrapar de una manera diferente al público familiar al que va dirigida la propuesta. El guión, como ya es habitual en las nuevas producciones animadas, viene plagado de referencias a otras peliculas (la carrera de cortadoras de césped es como una versión de "Rápido y Furioso" o venera a esa carrera de autos que había en "Grease", una enanito se pasea vestido como "Borat" y el hongo compañero inseparable de Gnomeo, parece escapado de la película "Fantasía") y se las ingenia para que las peripecias por las que tienen que pasar estos dos enamorados tengan la cuota de acción, aventura, romance y hasta una pizca de suspenso. Un poco a la manera de "Toy Story" -salvando las distancias, por supuesto-, cada jardín está inundado de simpáticos personajes que cobran vida cuando los humanos no los ven. Y que dentro de cada "bando" de las familias, van acompañando la trama: un inseparable compañero para cada protagonista (en el caso de Julieta la acompaña una rana parlanchina), el malo en cuestión haciendo de las suyas, un candidato para enamorar a Julieta que parece salido de un film de "nerds", y más... Un flamenco de plástico que le contará a los enamorados de Verona su propia historia de amor (y ahí una referencia a la historia de amor de "Up", para quien quiera seguir encontrando similitudes), un ensamble de gnomos diminutos y de sombrero extremadamente largo para el "equipo" rojo -trabajando en equipo junto a un reno- y unos conejitos juguetones para el "equipo" azul completan el team para que los animadores puedan desplegar algunos gags, esquivando el verdadero drama shakespereano. Tecnológicamente impacta la textura de los personajes de cerámica (interesante el video clip con la canción donde se preparan, cada uno de los enamorados, para el encuentro y sacan brillo a sus figuras) y sobre todo el trabajo de sonido en cuanto a transmitir la fragilidad de esos personajes de cerámica que corren peligro de quebrarse en cualquier momento. Como adicional, colores luminosos y el marco de las canciones de Elton John (a quien dedican una autoreferencia en un musical del film) hacen que sea un entretenimiento liviano y divertido, tanto para los más chicos como para los grandes. Minutos antes del final, Gnomeo reflexionará sobre su situación y su destino con la mismísima estatua del propio Shakespeare que cobra vida. Es ahí donde lamentablemente el guión falla, se vuelve enciclopedista y subraya demasiado un final que a todas luces, no iba a coincidir con el original que William tuvo en su cabeza. Pero tampoco había necesidad de explicar ni vehiculizar lo obvio. Sin embargo, pese a este traspie completamente desacertado con el resto del film y que desentona completamente, "Gnomeo y Julieta" divierte, cumple con el cometido de un buen entretenimiento familiar cerrando con un musical del mejor estilo "Shrek". Además, como plus, tenemos la excusa perfecta para que salir del cine y compartir con los chicos el sabor de un buen clásico y hablar de literatura, palabra algo olvidada con toda la parafernalia tecnológica. 'Garrá los libros que no muerden!
Fatih Akin ahora se mete en la cocina Hace algunos BAFICI, algunos cuántos para ser más exacto, en la proyección de "Im Juli" quedé cautivado por la manera de narrar de Fatih Akin, quien demostraba en ese film, poder mezclar extraña pero virtuosamente, una extraña mezcla de road movie, comedia romántica y cine social. Luego, y en función a sus estrenos comerciales, pudimos apreciar su narrativa, ya más sumergida en el drama y el compromiso testimonial de lo que sucede en Europa en estos días, sobre todo en lo que tiene que ver con conflictos sociales provenientes de las olas inmigratorias. Asi nos ha brindado dos joyas como fueron "Contra la Pared" y "Al otro lado" donde el público de Buenos Aires conoció y degustó su obra. Es justamente por el éxito de crítica y de público que tuvieron sus dos obras anteriores, que no se entiende porqué el estreno comercial de "Soul Kitchen" es posible solamente limitada a copias en DVD. Akin vuelve, pero ahora demostrando su enorme versatilidad para moverse de género en género y regresar con una muy buena comedia. Esto no quiere decir que abandone sus temas y obsesiones dentro de su cine, todo por el contrario, aparecen, pero con un tono completamente diferente de sus películas anteriores, y quizás radique ahí justamente el punto más interesante de este estreno. Con ritmo de comedia, sin dejar de lado los conflictos familiares, amores contrariados y discriminaciones étnicas, Akin nos presenta algunas historias que terminan confluyendo en el restaurant que Zinos (Adam Bousdoukos) maneja en Hamburgo. Nuestro protagonista conflictuado por el viaje de su novia a Shangai, la necesidad de sacar adelante su restaurant con un nuevo chef (que ha reclutado mientras lo ve renunciar en un restaurant top donde se desarrolla una cena familiar) y la libertad condicional de su hermano que requiere de una inserción laboral urgente. Todo esto adicionado con el encuentro casual con un compañero de secundaria, ahora devenido en broker de bienes raices, que hará todo lo imposible para comprarle el predio donde funciona su restaurant (la "Soul Kitchen" del título) y hacer un brillante negocio inmobiliario, situación a la que Zinos se resiste por más que el agente inmobiliario le juegue muy sucio. Con todas estas líneas argumentales, Fatih Akin arma una comedia gastronómica muy entretenida, con mucho ritmo y una banda de sonido que es un adicional para los amantes de la buena música. Sabe darle espacio a algunas lineas argumentales más dramáticas sin caer con esto en ningún tipo de solemnidad ni abandonar el entretenimiento que propone la película. Es por eso que quizás, haya que contemplar algunos rasgos de sus personajes que se ajustan más al ritmo de la comedia que al fresco tan realista con el que imprimió a los personajes de sus obras anteriores. Lo acompaña en su tarea un elenco sin fisuras, los dos hermanos a cargo del ya nombrado Bousdoukos y de la estrella del cine alemán Moritz Bleibtreu (a quien vimos en "Munich" "El Experimento" pero será siempre recordado como el novio de "Corre, Lola, corre") y Birol Ünel (asiduo colaborador de Akin quien ha trabajado también en "Im Juli" y en "Contra la pared") como el chef recién llegado con su objetivo personal de darle un toque gourmet al restaurant de Ziros, por más que los clientes lo rechacen en un primer momento. Sencillamente liviana respecto de la otra filmografía del director, pero igualmente sólida en el manejo de las diferentes puntas narrativas de la historia y de la fluida manera de contar que maneja Akin a la perfección para cualquiera de los géneros que se proponga, "Cocina del Alma" fue ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia de 2009 y se constituye como un excelente exponente del cine alemán actual, pocas veces disfrutable y difundido en Buenos Aires, más allá de alguna semana especial donde se muestran las últimas realizaciones. Sería bueno que entre tantas peliculas con tanto aparato de propaganda y publicidad, al que le gusta el buen cine, logre rescatar esta perlita de un director notable, sumamente entretenida y con un relato eficaz sostenido por un elenco de primer nivel y con el enorme plus de una heterogénea banda de sonido que nos pasea por el mejor blues, jazz, música electrónica, funk y reggae en donde brillan entre otros: Quincy Jones, Curtis Mayfield, Louis Armstrong o Kool and the Gang.
Educando a Germain Con "Dejad de quererme" ("Deux jours á touer") -quizás su filme con una estructura más interesante-, "La fortuna de vivir" y sobre todo con "Conversaciones con mi jardinero", Jean Becker nos tiene acostumbrados a lo más arquetípico del cine francés: buenos diálogos, situaciones de encuentro y desencuentro de los protagonistas, historias familiares que han marcado a los personajes y un ritmo casi teatralizado en la manera en que quiere contarnos la historia. Diálogos muy trabajados -y en cierto punto hasta excesivos-, poco riesgo estético y un encuadre sumamente tradicional hacen de Becker un director que siempre entrega un producto correcto pero que no despierta demasiado asombro o interés en aquellos quetraten de buscar algo más allá del esquema más habitual. En este caso, en "Mis tardes con Margueritte", Becker narra un encuentro particular, improblable, de dos mundos complatamente diferentes. Dépardieu es Germain, un cincuentón que no ha podido terminar sus estudios primarios, que vive casi precariamente con su pareja -una jóven colectivera- en su casa rodante, instalada próxima al terreno de la casa de su madre y se sustenta con el producido de su huerta personal. Un hombre con alma de niño, que se resiste a madurar y plantarse en la vida y que a lo largo del proceso que cuenta la historia dejará al descubierto, las profundas marcas que su niñez dejó y que impactaron en su historia personal. Una de las tardes en las que va a la plaza a darle de comer a las (sus) palomas, se cruza con Margueritte (Gisèle Casadesus), una anciana que vive en un geriátrico de la zona y tiene justamente a esa plaza como única salida, yendo a visitar a sus amigas las palomas, a los cuales Germain hasta les ha puesto un nombre. Margueritte es su opuesto: flaquita -casi diminuta mientras que Germain es más que robusto-, investigadora, con una interesante vida dedicada a la ciencia y rebozante de cultura, hará que poco a poco através de la lectura, él se vaya interesando por diversos autores clásicos universales. A pesar de su falta de instrucción, Germain comienza a sentir una particular atracción por la literatura en general y por esos encuentros con Margueritte en particular, en donde hilvanan algunos datos de sus historias personales, entremezclados con bellísimos textos literarios. Muchos de estos momentos de la historia personal, Becker elige trabajarlos como recuerdos-flashbacks y son el vehículo para tocar otros temas de la vida de este niño-hombre: el dificil vínculo con su madre, algo abandónica y abusiva, momentos de su escuela primaria en donde había sido fuertemente discriminado y su dificultad de "sentar cabeza", evidenciada sobre todo en el vínculo con su novia actual, quien, por otra parte lo encuentra faltos de proyectos dentro de la pareja. No hay absolutamente nada nuevo bajo el sol: algunos buenos diálogos, buenas actuaciones -buen trabajo de Claire Maurier como la madre, un Dépardieu con algunos tics de sobreactuación en sus espaldas y una adorable Casadesus que destila oficio teatral más que cinematográfico- y un argumento sencillo que no deja en ningún momento de interesar, pero tampoco lograr generar ninguna situación novedosa ni con una puesta diferente. Becker se abusa particularmente de un ramillete de lugares comunes en los flashbacks a los que recurre para mostrarnos una madre francamente estereotipada y muestra una dimensión sólo de bondad y candidez de la anciana digna de la dulce abuelita inofensiva que se contrapone, ex profeso, con la torpeza y la falta de cultura de un Germain en donde Dépardieu vuelve a demostrar que no hay papel que se le resista, aún con su grandilocuente gestualidad. Para la hora del té y para llevar al cine a pasear a la abuela.
Desapareció un lindo gatito Carlos Sorín es uno de los cineastas argentinos que ha logrado mantenerse a través del tiempo y redefinir su carrera a la medida de las circunstancias. Sorprendió más que gratamente con "La película del rey", pero más aún con "Historias Mínimas" en donde comenzó a manejar historias pequeñas, de gente común, logrando gran empatía con el público y con un registro narrativo diferente al convocar para sus roles protagónicos a no-actores como lo hizo con "El perro" o en "El camino de San Diego" e incluso en "La Ventana" aunque sin lograr el impacto de la primera de la serie, que fue la mencionada "Historias Mínimas". Con "El gato desaparece" da otro golpe de timón en su carrera y se juega por una película de género, con todo lo bueno y todo lo malo que ello implica. Como puntos a favor, apelar a un film de género -y sobre todo de suspenso- hace que el público ya tenga a priori una empatía con el tipo de historia que se va a presentar, se puede trabajar sobre seguro y los mismos mecanismos y resortes que le son propios al género, hace que el film ya tenga una estructura a respetar y ciertos parámetros con los cuales el éxito de la tarea, queda casi asegurado. Pero, por el otro lado, cada género tiene sus convenciones, sus reglas, sus esquemas y no dar en la tecla con alguno de ellos, claramente desentona mucho más que cualquier falla en una película que no responda a una estructura tan prearmada. Sorín en este caso nos presenta la historia de Luis (Luis Luque), un profesor universitario que luego de una temporada internado en una clínica psiquiátrica por un violento episodio que tuvo con uno de sus colaboradores, es finalmente dado de alta cuando la evaluación médica cree que ya es momento de que retome su vida personal y profesional. Su mujer, Beatriz (Beatriz Spelzini) no se siente tan segura con esta vuelta al hogar. Por un lado era un momento muy ansiado para ella, que le permitiría recomponer el vínculo con su esposo, pero por otro lado, este retorno la llena de inseguridades, porque en todo momento duda de que realmente Luis se encuentre recuperado. Teme que en cualquier momento otro nuevo brote aparezca y son justamente ciertas actitudes que Luis va presentando desde el regreso a casa, las que la hacen dudar más aún y la sumergen en la incertidumbre. Su último punto de apoyo, Donatello -su gato negro y mascota de la casa-, también está "raro": no solamente ataca a Luis apenas llega, sino que de forma extraña e inesperada, desaparece por completo, situación que la desestabiliza a Beatriz aún más. La estructura del relato es como espasmódica y si bien mantiene mínimamente el interés, Sorín no logra hilvanar elementos que jueguen como piezas del rompecabezas para hacer crecer el suspenso, sino por el contrario, se demora en situaciones que suman al crecimiento dramático de la historia. Cuenta, por suerte, con una enorme actriz como Beatriz Spelzini que sostiene el peso general de la historia aún cuando el guión le hace hacer algo fuera de lugar. Luis Luque también acierta en su composición dejando siempre un halo de confusión sobre su situación psíquica que ayuda a sostener el enigma, el clima que la historia necesita. Sin embargo, el tono heterogéneo del elenco (el registro con que la hija de la pareja -Maria Abadi- se dirige a su madre, desentona por completo con la manera en que el resto del elenco habla) y sobre todo algunas situaciones o diálogos impuestos por el guión en forma muy poco creible (incluso los vecinos se dirigen a Luis como "el profesor" algo que suena como fuera de época o fuera de lugar, encuentros para charlar dentro de un auto en el estacionamiento de un shopping cuando podrían hacerlo normalmente en un café, médicos que recetan psicofármacos al aire libre o la escena en donde Beatriz sale corriendo descalza hasta la casa de la hija en una noche de desesperación y el recibimiento de la hija no concuerda en absoluto con el tono de la escena) atentan contra la fuerza del relato. Sobre el final, la vuelta de tuerca y el momento inesperado aparecen y pareciera que Sorin sólo ha demorado el relato sabiendo que tenía un final que valía la pena y que está muy bien contado, sobre todo cuando en los últimos tramos, por ciertos guiños estábamos esperando una cosa completamente diferente. Pero un buen final y un par de excelentes actuaciones, no conforman por sí solas una buena película.
Lobo estás? Es bastante dificil, después de haber leidos varias de las críticas que fueron publicadas, tratar de escribir algo que sea un poco diferente a todo lo dicho, respecto del estreno de esta semana, "La chica de la capa roja" que viene con el antecedente de estar dirigida por la misma directora de "Crepúsculo". Es paradójico que la película sea promocionada de esta forma -haciendo hincapié en su directora- en donde indudablemente la esta nueva adaptación del cuento tradicional, tiene su punto más flojo, y por lejos. Catherine Hardwicke parece haber entendido poco y nada del tenebroso mundo del cuento de Perrault, varias veces adaptado, incluso suavizado por los hermanos Grimm. Hardwicke le vuelve a imprimir lo que evidentemente va a pasar a ser su sello distintivo -adolescentes en celo con las hormas superrevueltas, sea en el ámbito que sea- y acá no hace mucho más que cambiar vampiros por hombre lobo, pero el "calor", adolescente y apasionado, persiste. Ya desde el enfoque inicial, entonces, la directora pierde rápidamente el rumbo y se detiene a mostrar con muchos más detalles la encrucijada amorosa y pasional de Valerie (Amanda Seyfried, en una versión super libre de la conocida Caperucita Roja) entre el niño de una clase que no le pertenece, Peter (Shiloh Fernandez) y aquel con quienes sus padres han arreglado un matrimonio por conveniencia, Henry (Max Irons) que luego, por otras vueltas de la trama, veremos que tenía su razón de ser porque ambas familias ya estaban anteriormente vinculadas. Todo este triángulo amoroso se desarrolla en una aldea de Daggerhorn, un pueblo típicamente tranquilo que se ve alterado por las constantes apariciones en noche de luna llena del hombre lobo, criatura que desestabiliza la quietud pueblerina y que luego puntualiza su acecho en Valerie. Es con ella con la única persona que el lobo habla -por eso inclusive Valerie será tildada y tratada como a una bruja- ya que tiene un vínculo que encierra oscuros secretos que se irán develando hacia el final de la película. Seguramente Hardwicke hubiese ganado contundencia en el relato si hubiese sabido domesticar y poner de su lado a una criatura tan enigmática e interesante como es el hombre lobo y aprovechar el enorme elenco que pusieron bajo su tutela en los roles secundarios, los cuales, en su gran mayoría están totalmente desaprovechados. Hasta en algunos momentos, actoralmente a la deriva, parecen no tener registro ni marcación alguna. Además de desperdiciar totalmente a Lucas Haas (aquel niño de "Testigo en Peligro") en un papel que hubiese dado para mucho más, Virgina Madsen (que supo brillar en la comedia independiente "Sideways - Entre copas") no logra dar con la ambivalencia de la madre, quien además, ha perdido una hija -la hermana mayor de Valerie es atacada por el hombre lobo al inicio del film- e ignora completamente ese momento de quiebre, como si nada hubiese pasado. Gary Oldman como el padre Solomon, un afamado cazador que viene a prestar ayuda a los desesperados aldeanos, está lejos de sus grandes actuaciones, es como una pequeña sombra de lo que supo demostrar en "Drácula" o en sus últimos malvados para la pantalla. Y Julie Christie como la abuela de Valerie es la que tiene algunos momentos bien aprovechados, pero que claramente podría haber explotado todo su halo de misterio, si Hardwicke se hubiese obsesionado más en la negrura de sus personajes antes que a los adolescentes carilindos y hormonales persiguiendo a la rubia de cuento de hadas. Sin embargo, y a pesar de todos los reparos, Seyfried (como Valerie, demostrando que ya tiene un rostro privilegiado para la pantalla grande y puede vibrar en varios registros como "Mamma Mia!" "Cartas a Julieta" o "Chloe") hace un enorme esfuerzo por sostener la historia y logra transmitir todas sus dudas respecto de la identidad del lobo. Fundamentalmente está la posibilidad de que cualquiera de sus dos amados sea finamente el hombre lobo, pero sobre la mitad del film se empiezan a desplegar otros posibles sospechosos y para cuando se devele la verdadera identidad, habrá más de una sorpresa y es sin duda este enigma, el único hilo conductor que el film logra sostener decorosamente. Cabe señalar que Hardwicke tampoco fue ayudada por un diseño de escenografía que indudablemente se trata de un gran estudio de cine decorado a tal efecto, no hay un sólo escenario natural: eso se nota ... y mucho. Ni los paisajes, ni las casas, ni la nieve, ni el bosque de árboles desde cuyos troncos salen espinas con forma de lanzas, ni el granero... nada de nada suena real. Con lo cual hay que hacer un esfuerzo adicional para situarnos en esa pequeña aldea medieval donde además, todo el mundo tiene aspecto de salir de la Vanity Fair directo al estudio de filmación, dado que hay muy poca dedicación en la ambientación de época: ni el vestuario, ni los peinados, ni la manera de conducirse respetan la época. Pero ninguna de esta objeciones les va a interesar a los adolescentes y sobre todo las adolescentes que suspiren por los dos compactos de hormonas que se disputan a Valerie. Para el resto, hay momentos muy logrados, sobre todo en el misterio que rodea a la identidad del hombre lobo y sobre todo las escenas relacionados con Valerie y su abuela están filmadas con un tono muy adecuado al suspenso y el misterio. La adaptación de "Caperucita" con su universo mágico y siniestro daba quizás para mucho más que para esto, pero si bien Hardwicke y su guión no dan en el clavo totalmente, tampoco es un producto tan desparejo dentro del género. Entretiene, sostiene un misterio a lo largo de todo el film y se rodeó de un elenco interesante que trata de hacer creible una historia fimada en un universo de cartulina y copos de nieve artificiales.
Una familia que claramente no es de otro planeta Ana Katz abandona el tono independiente de sus dos primeras obras "El juego de la silla" y "Una novia errante" para ponerse frente a la conducción de un elenco de primeras figuras para su nueva comedia: "Los Marziano", una historia que impensadamente, se opone deliberadamente al apellido. Si bien desde el título se alude a una familia de otro planeta, la pintura de Katz es de una familia con los conflictos propios que se tejen en cualquier familia que se precie de tal. Y entonces, contrariamente a lo pensado, la familia Marziano tiene la disfuncionalidad normal que opera en toda familia y se nutre de los rencores y las rivalidades más comunmente visitadas en las relaciones entre hermanos. Para contarnos esta historia, si bien se aleja del perfil de comedia costumbrista, abandona la identidad propia que tenía en sus films anteriores y queda navegando entre esas dos aguas: ni es un porducto típicamente mainstream con estrellas conocidas por el público y con los resortes que suelen mostrarse en la comedia familiar para todos los públicos, ni logra darle una narrativa diferente como sí había impuesto su sello en "Una novia errante". "Los Marziano" pone la lupa en el vinculo entre los dos hermanos que son tan diferentes como pueda ser posible, y justamente por esa oposición tan terminante es que a simple vista uno intuye que son, indudablemente, hermanos. Por un lado nos presentan a Juan (Guillermo Francella), que es el bohemio de la familia, el "tiro al aire" que jamás terminó se sentar cabeza y que se pasea con su inmadurez a flor de piel. Una repentina pérdida de su capacidad de leer lo hace venir a Buenos Aires a recibir atención médica... y en este regreso sin gloria, intentará retomar algunos vínculos que ha dejado pendientes. Aquí lo recibe Delfina (Rita Cortese), la hermana que ha quedado entre dos fuegos, su hermano Juan y su hermano Luis (Arturo Puig), un hombre asentado dentro de una clase media alta, afincado en un barrio cerrado y en las antípodas de la vida de Juan, con quien el reencuentro será postergado, pero finalmente inevitable. Recelos de antaño se mezclan con deudas, olvidos, perdones nunca concedidos y resquemores de todo tipo que, sostenidos a lo largo del tiempo, crean quiebres y cuentas pendientes difíciles de recomponer. Mientras Juan aparentemente pierde la posibilidad de leer -que Katz la encuentra sutilmente más ligada a la imposibilidad propia de este inmaduro de poder hacer cualquier "lectura" de las cosas-, Luis intenta develar qué hay detrás de unos pozos que aparecen en el country donde vive, alterando la tranquilidad de los vecinos y produciendo accidentes desagradables, justamente siendo él mismo, victima de uno de ellos. Estos pozos que alteran tanto la quietud de la vida de Luis y su mundo de seguridades, distraen de la trama central y es uno de los puntos que el guión no logra incorporar armónicamente al resto de los temas propuestos. Hay muchos momentos en los que no encuentra el tono adecuado y se percibe como un rumbo incierto y quedan algunos cabos sueltos en este pequeño compendio de situaciones y sucesos que componen una historia tan deshilvanada como pintoresca. Pero como gran fortaleza, Katz cuenta con cuatro actores de lujo. Francella parece haber encontrado un registro que le sienta bien. Alejándose de su impronta de comedia televisiva, brinda un personaje con varios matices y fundamentalmente logra convencer en su fragilidad y en su "bohemia". Arturo Puig, quizás sea al que le cueste más poder encontrar el tono necesario y no logre transmitir más claramente la personalidad de Luis, aunque también su trabajo sea interesante. Hay un gran, enorme, lucimiento del elenco femenino con Mercedes Morán, en el papel de la esposa de Luis, quien logra contenerlo en el conflicto con su hermano y poner paños f´ríos a su obsesión con los pozos, mientras tiene sus destellos de frivolidad para pintar a un clase arquetípica de barrio cerrado. Pero todos los laureles a nivel actuación se los lleva Rita Cortese, componiendo a Delfina, esa hermana que carga en sus espaldas todo el conflicto familiar, y brinda una criatura tan querible como eléctrica y con algunas escenas (como la de la clase de baile con miradas cómplices con Juan) que demuestran una vez más su enorme talento y su capacidad de transmitir con apenas algunas miradas y algunos gestos toda la ternura y comprensión de esa hermana que se encuentra "tironeada" en medio de dos opuestos complementarios. Si bien los Marziano no son una familia de otro planeta sino bien argentina y con conflictos bien conocidos por todos, las actuaciones y la prolijidad técnica que tiene la historia, la transforman en un producto entretenido y que se deja ver, que hubiese tenido una impronta más acertada con algunos (cuantos) ajustes en el guión.
La habitación del hijo Dos adolescentes, Bennett y Rose acaban de pasar la noche juntos. Están conversando en el auto cuando sufren un terrible accidente donde Bennett muere. Los padres de Bennett -quien era el hijo perfecto de la familia- y su hermano Ryan sentirán un profundo terremoto en sus vidas y transitarán el dolor, abordándolo de diversas formas posibles. Sus diferencias se acentúan cuando Rose aparece en la casa de la familia y dice que está embarazada de Bennett. Con una textura adherida al drama clásico y estrictamente lineal en sus planteos, muestra algunos puntos de contacto con el brillante film de Robert Redford "Gente Como Uno" y todo lo vínculado con la pérdida accidental de un hijo. De todos modos "Prueba de amor" se acerca más a lo que le pasaba al personaje de Nicole Kidman en "Rabbit Hole" (su labor nominada para el Oscar Critica de "Rabbit Hole" aquí) con una necesidad de vincularse fuertemente con el causante del accidente. Aquí tambien hay un interesante vínculo entre la madre y el causante del accidente (una breve pero excelente actuación de Michael Shannon, nominado al Oscar por su papel en "Revolutionary Road") al que ella va a visitar al hospital, esperando que despierte del coma, porque ella insiste en su necesidad de apelar a un testigo que pueda relatarle los últimos minutos de vida de su hijo. Una madre que sigue sin aceptar la pérdida, una padre que se refugia en Rose y apoya totalmente el embarazo de la novia de su hijo y un hermano que necesita recomponer su historia personal -y limpiar la culpa, la rivalidad, los celos y su nuevo rol en la familia- lo que hace mediante un grupo de autoayuda en donde encontrará un posible amor, conforman el panorama de vínculos complejos que intenta abordar la película. Susan Sarandon es un torbellino arrollador en cada escena que aparece demostrando una vez más su talento como actriz. Lamentablemente, a su lado, Brosnan no logra transmitir creíblemente sus sentimientos -y sobre todo en las escenas donde supuestamente debe quebrarse- y Carey Mulligan (a quien vimos hace un tiempo en "Enseñanza de Vida" y recientemente en "Nunca me abandones") aporta frescura y dinamismo a un personaje que se encuentra lleno de contradicciones, y nos regala una nueva y brillante actuación. Con un armado interesante en la presentación y en el desarrollo de los vínculos, desde la dirección se nota más una preocupación por cerrar y resolver de una forma "correcta" y amable todas las historias que de seguir desmembrando a esta familia devastada. Ahí es justamente donde pierde fuerza y credibilidad y ni siquiera las muy buenas actuaciones alcanzan para salvar a la historia del acaramelado naufragio. Pecando de un exceso de subrayado, echa a perder un guión que hubiese ganado vuelo apoyándose en las sutilezas y en los momentos más intimos que descarta totalmente sin darle importancia, primando una narración más clásica y condescendiente con el drama y con la exhibición del sufrimiento en la superficie, trabajo que es justamente opuesto al de "Rabbit Hole" donde los personajes y sus sentimientos tienen un desarrollo notable. "Prueba de amor" es un film que llega a la cartelera con bastante retraso (hay copias circulando en DVD desde hace tiempo) y que no aporta demasiado a la cartelera actual.
Mal de muchos... Básicamente lo que me impactó inicialmente de "El mal ajeno" fue su reparto, pero por sobre todas las cosas que en su afiche aparecía su participación en la Sección Panorama del Festival de Berlín y más aún que la producción del filme estaba a cargo de Alejandro Amenábar (a mi gusto, uno de los directores más interesantes del cine español actual "Abre tus ojos" "Tesis" "Mar Adentro" "Los otros" y la reciente "Agora"). Pero otro punto impactante es el fuerte arranque que tiene la película: Diego (Eduardo Noriega, casi un actor fetiche en el cine de Amenábar) es un médico que trabaja con pacientes que atraviesan situaciones extremas, críticas, y por lo tanto, maneja en forma cotidiana este tipo de casos en su trabajo en el hospital. Es por eso que la historia de "El mal ajeno", abre con un registro profundamente dramático, con los relatos de los pacientes que se encuentran atravesando situaciones de mucho dolor, de muchas complicaciones, de mucha tensión. Y en esta presentación, básicamente Diego se muestra como un médico insensibilizado ante el dolor de sus pacientes, que ha sabido crear(se) una coraza que le permita tomar distancia y poder continuar ejerciendo su profesión sin involucrarse necesariamente y en forma continua con el profundo dolor que atraviesan los otros. Pero apenas avance la historia, aparece un accidente que cambia la vida de este médico por completo. Y es a partir de este mismo episodio que también comienza a virar el tono de la película: la historia comienza a abandonar el eje dramático inicial, para comenzar a contar lo que le pasa a este médico en su vida personal y profesional, con un registro más cercano a una historia de elementos sobrenaturales e inexplicables. El director Óskar Santos en su ópera prima, logra crear un producto sólido a nivel técnico pero no logra conducir con firmeza un guión que a partir de la segunda mitad de la película comienza a tomar un rumbo incierto, abandonando por completo, todo el interesante trabajo de presentación del personaje principal que había desarrollado desde el inicio de la película. El guión elige internarnos en una historia más inmersa en el terreno de los elementos fantásticos y lo hace con un nivel de complejidad tal que todo comienza a enredarse y a perder el rumbo, la historia comienza a manejar otros elementos completamente discímiles -quizás demasiados elementos y explicaciones forzadas- que hacen que el interés de la historia comience a naufragar. Precisamente en el momento en que irrumpe lo fantástico en la narración, no es novedad que todo el mundo la compare con las historias de M. Night Shyamalan o cualquier capítulo de una buena serie americana en donde el drama y lo sobrenatural se conjugan. Aquí en "El mal ajeno", en cambio, la pérdida del dramatismo que tan bien crecía en la primer mitad del film y la aparición de elementos fantásticos dentro de la trama, la hunden en una especie de híbrido inclasificalbe, no porque exista la necesidad de clasificar en un género a todas las películas, sino porque no le permite a un guionista talentoso como Daniel Sanchez Arevalo (de la excelente "Azuloscurocasinegro") cerrar las lineas de la historia para que formen un relato compacto y convincente, sino que por el contrario, dispersan el foco del espectador y abren narraciones menos creíbles, menos sólidas. El mar de indecisiones en el que comienza a devariar la trama, deja incluso librados a una suerte demasiado dispar a los secundarios de muy buenas actrices como Belén Rueda ("Mar Adentro" "El orfanato") y Angie Cepeda ("Sammy y yo" "El amor en los tiempos del cólera" "Pantaleón y las visitadoras") a quienes se les hace muy dificil tornar convincentes sus participaciones y delinear sus personajes. Tras un buen arranque, finalmente Santos termina entregándonos un producto fallido e indefinido que sorprendentemente, tiene una factura técnica de gran nivel y un rol protagónico de Noriega, de magnética presencia en la pantalla.
El dia que las vacas vuelen Roberto es el dueño de una ferretería de barrio, bajo perfil, que ha heredado de su padre. Por momentos parece que su vida se hubiese quedado detenida en el tiempo: anda con su Fiat 1500 (Familiar?), sus colchas de lana tejidas a crochet, sus camisetas... vive anclado en el pasado por algunos temas que se irán develando con el correr de la trama pero ya, a primera vista, lo que se puede ver son sus serias dificultades para llevar su presente adelante y poder darle espacio a cualquier otra cosa que pueda salirse de su rígido esquema. Sus cualidades más salientes? Es obsesivo, gruñón, estructurado, intolerante, inflexible, se irrita más que fácilmente y sólo conocemos que encuentra esparcimiento en buscar noticias curiosas, increíbles, insólitas, en diarios nacionales, provinciales e internacionales. Casi por accidente, cuando está disfrutando en pleno Aeroparque la ceremonia dominguera de ver despegar y aterrizar a los aviones (cosa que mi viejo amaba en los setenta!), un chino llamado Jun, que sale expulsado de un taxi después que le robaron todo lo que tenía, se le cruza en su camino. En un primer momento Roberto intenta ayudarlo, guiarlo hacia una dirección que tiene anotada, pero las cosas no salen como él esperaba y finalmente todo desemboca en una convivencia forzada que está más vinculada con la culpa que siente Roberto de abandonarlo a su suerte que de una genuina solidaridad. Al visitar la Embajada de Jápón nos enteraremos que Jun vino desde China intentando superar una pérdida afectiva reciente y porque su único lazo familiar es un tío que reside aquí en Argentina. La localización y el encuentro, obviamente, no serán inmediatos y por lo tanto la convivencia se prolonga en el tiempo y con ésto problemas que se generan. Tamaño desafío para Roberto, quien con todo su cúmulo de estructuras e imposibilidades, intenta vincularse aún sin saber una palabra de chino y más que obviamente sin que Jun articule ni media palabra de castellano. Y con ese halo de historia oriental que respira, por momentos, "Un cuento chino", y con esos miles de años de sabiduría, las cosas pasan por alguna razón y evidentemente ese encuentro de dos solitarios tiene una enseñanza para dejarles a cada uno de ellos, principalmente, de ser un motor de cambios y de búsquedas, de encuentros y descubrimientos. No sé que hubiese pasado con "Un cuento chino" si Ricardo Darín no hubiese vestido la piel de Roberto. Como aparece en varias críticas de varios medios, la mirada de Darín es cine puro, los gestos, los detalles, los pequeños condimentos con los que nutre a su personaje lo hacen intensamente querible aún cuando a simple vista, su actitud huraña puede provocar distancia. Darín sabe como ganarse la complicidad del espectador, y de eso depende en gran parte, la fuerza de que el cuento llegue a buen destino. La otra variable importante, es el guión de Sebastián Borensztein, alguien que debe conocer casi a ciencia cierta el universo de Roberto: sus obsesiones, sus grietas, su enorme imposibilidad de conectar con sus sentimientos, incluso en su vínculo con Mari (deliciosa Muriel Santa Ana), una mujer que está perdidamente enamorada de él, pero a la que Roberto pone una distancia forzada por miedo a perder el control, a que alguien desafíe su universo de seguridades. Más tarde Roberto descubrirá que Jun termina siendo uno de los personajes de las historias que él colecciona con tanta dedicación y allí quizás se presente la paradoja del cuento ya que justamente el hecho insólito (unos ladrones de ganado intentan robar vacas subiéndolas a un avión de carga, cuyo mecanismo de cierre falla y las vacas terminan siendo despedidas literamente por el aire generando una lluvia de ganado, tan delirante como la inolvidable lluvia de sapos de "Magnolia") es el hecho verdaderamente real de donde parte la historia de Borensztein. Una historia pequeña, sin grandes pretenciones y coherente con lo que ella propone, contada con sensibilidad, mucho sentido del humor y aún con las apreciaciones que puedan hacerse al guión -una de ellas es quizás remarcar muy reiteradamente algunos aspectos obsesivos de Roberto, por ejemplo, el hecho de apagar cada una de sus noches la luz del velador en el momento exacto que el reloj desperatador marque las 23:00 horas aún cuando ya nos hemos dado cuenta perfectamente de las características del personaje- el resultado es más que positivo. Es interesante que se genere en el nuevo cine nacional un espacio donde este tipo de comedias, tan livianas como inteligentes, puedan encontrar su lugar. Y como todo cuento, tendremos nuestra pequeña enseñanza. A prestar atención cuando uno promete o piensa que las cosas pasarán "el dia que las vacas vuelen". Los cambios, asi como esas cosas imposibles, terminan sucediendo, será cuestión de esperar el momento, y sacar provecho.
Ensayo sobre la ceguera "Los ojos de Julia" llega como uno de los exponentes de una nueva tendencia del cine español por el suspenso mezclado con el terror, tras una exitosa producción de "El Orfanato" -con la que comparte protagonista, y viene con el antecedente de estar producida por Guillermo del Toro (el mismo de las brillantes "El laberinto del Fauno" y "El espinazo del diablo")- y de otros títulos que han tenido su reconocimiento en la taquilla como "Rec". Como punto común entre las tres, podríamos decir que encontramos el encierro, una situación que acorrala a los protagonistas quienes padecen una situación de difícil escape. En este caso, Julia (Belén Rueda) es una mujer que se está quedando ciega y decide visitar a su hermana gemela (obviamente también Belén Rueda con cambio de peinado!) que padeciendo esa misma patología, ya no puede ver, ya quedó completamente ciega. Planean ese viaje de visita junto a su marido (Lluis Homar, de "Los Abrazos Rotos" la última de Almodovar, entre otras) quien luego, por distintos caminos que va tomando la trama, se descubrirá que tenía una relación con ambas. Apenas lleguen a la casa, una noticia trágica hará que sus proyectos tomen otros caminos a los esperados y Julia será la encargada de desentrañar una misteriosa red de situaciones que rodeaban a la vida de su hermana y vincularse con ciertos hechos que están aconteciendo. El director Guillem Morales realmente sabe darle intriga a toda la primera parte del relato. Para los amantes del género del thriller psicológico hay algunos cuantos guiños interesantes que se plantean en toda esta presentación del film (las hermanas con un toque Hitchcokiano con reminiscencias de Kim Novak en "Vértigo" y por sobre todo sobre los tramos finales un vínculo filial patológico alla "Psicosis") y la ceguera como elemento detonante para sentir a la protagonisma inmersa en un mundo frágil en donde la vulnerabilidad juega un rol importantísimo en las escenas de mayor suspenso. Es muy interesante también como a partir de la pérdida de la vista de la protagonista, la cámara tiene un punto de vista muy particular y muchos de los personajes que interactúan con ella están o bien fuera de campo o solamente podemos ver otras partes del cuerpo pero no podemos ver claramente sus rostros. Este encuadre hace que muchas de las escenas claves ganen mayor tensión a partir de los datos que la cámara esconde o muestra parcialmente. Pero en la segunda mitad, la película se extiende demasiado y gira sobre si misma perdiendo la fuerza con la que se había iniciado, situación que sucede frecuentemente en este tipo de filmes y tras un planteo inicial prometedor, los sucesos se acumulan, diluyendo el initerés y complicando la trama innecesariamente. Una pareja de vecinos que pone un toque de suspenso es quizás lo más logrado de esta segunda parte del film, en donde luego se recurre a escenas más fuertes para que el espectador no pierda la atención y es ahí donde "Los Ojos de Julia" con un suspenso que venía desarrollándose sutilmente, cae en el toque de cine de terror que no le queda demasiado bien, hasta con algunos toques casi "gore" que desentonan completamente. Los momentos en los que el guión recurre a plantear espacios cerrados, en donde se acorrala a la protagonista dan el toque asfixiante y opresivo que generan un clima particular para el desarrollo de la trama. Pero sin embargo el excelente trabajo de Belén Rueda se opaca con el del villano que la somete, poco creíble y hasta por momentos sobreactuado (no conviene decir quién es para no develar el secreto de la trama). Sobre el final ya prácticamente sin más conejos que sacar de la galera, la película se desmorona, pero de todos modos Rueda tiene mucho magnetismo y ya nos ha hecho convincente su sufrimiento y queremos saber qué será de su suerte. Algo frecuente es que un buen planteo inicial tiene una resolución que finalmente no logra ubicarse a la altura de lo esperado, pero "Los Ojos de Julia" cuenta con diversos elementos de interés que hubiesen redondeado mucho más en un buen producto, si se hubiese logrado un poder de síntesis para la segunda mitad del film y sostener el hilo conductor dentro del terreno del thriller sin desbarrancarse en las aguas de lo más explícito y obvio. De todos modos, un producto de buen nivel técnico que genera los sobresaltos típicos para los amantes del género.