Los nuevos renegados galácticos Una muy buena opción resulta la película Guardianes de la galaxia, lo nuevo de la inmensa factoría Marvel. Guardianes de la galaxia fue el único estreno de la segunda semana de vacaciones en Bahía Blanca y, seguramente, uno de lo más convocantes en los días por venir. Película de Marvel-Disney, es adaptación de un cómic que ha tenido versiones diversas desde su creación en los años 70. Del mismo modo que Iron Man, Thor, Capitán América o Los Vengadores, esta película, se sabe de antemano, es la primera de una serie que el tiempo y los vaivenes del mercado dirán cuánto se extenderá, pero que en principio tiene prevista una secuela para 2017. Perla al respecto, es la escena al cabo de los créditos finales que muestra a Colector –-ya visto en el “bonus-track” de Thor-- en un intercambio amo-mascota muy singular. Hay que ir al cine y quedarse hasta el final para enterarse, previo haber visto un relato acerca del grupo de “renegados” liderado por el humano Peter Quill, bautizado como Star Lord, luego de haber sido secuestrado por criminales extraterrestres siendo un niño, y criado en las artes de encontrar objetos especiales para compradores nada comunes. Lo secundan Rocket Raccoon, un mapache genéticamente modificado, mercenario y conocedor de las artes de guerra; Groot, un árbol humanoide, compañero inseparable de Rocket, de expresión elemental pero fidelidad y perspicacia únicas; Drax el destructor, un guerrero con sed de venganza luego de haber visto masacrada a su familia; y Gamora, una huérfana de piel verde, criada por Thanos y entrenada como la perfecta asesina, aunque en su interior sienta una profunda necesidad de redención. Este quinteto se ve compelido a reunirse bajo circunstancias adversas y a defender --sin plan previo alguno-- a la galaxia de las consecuencias de sus acciones, frente a los villanos de Thanos. Hay dosis bien administradas de acción con tiros, explosiones y vuelos a gusto y más de los adeptos al 3D; además de data “encriptada” para los ultraconocedores del universo Marvel. Es de las pocas películas que no lindan con la tortura a la atención del espectador y que tientan a esperar a que venga su segunda parte.
La historia se vuelve más oscura En 2011 tuvo lugar el estreno de El planeta de los simios: (r) evolución, dirigida por Rupert Wyatt, donde se contaba que una serie de experimentos de ingeniería genética que pretendía encontrar una cura para la enfermedad de Alzheimer da la pauta para el desarrollo de la inteligencia en primates. La gran evolución se producía en César, un chimpancé recién nacido que el científico Will Rodman decide cuidar como a un hijo, hasta que sus experimentos lo obligan a dejarlo en una instalación para animales de laboratorio. La revolución viene de la mano del mismo ser, que se revela contra los humanos, harto del maltrato recibido por él y sus congéneres. Derivada de aquella trama viene El planeta de los simios: confrontación, situada en un mundo distópico y no muy lejano. En ese nuevo presente, la sociedad humana sobrevive incomunicada del resto del mundo y al borde del colapso energético, mientras que los primates han fundado su propio espacio, con sus necesidades básicas cubiertas, sin las presiones del consumismo y reglas de convivencia pacifistas. Pero como es costumbre, las ambiciones y los egoísmos humanos y las conductas nocivas transmitidas a nuestros primos genéticos terminan por generar la tan temida confrontación del subtítulo. César debe hacer valer sus condiciones de líder justo y magnánimo, y sus recuerdos sobre la bondad de algunos hombres, ayudado por Malcom, un ingeniero que procura beneficios sin generación de perjuicios. Mucho más oscura en el guión y en la fotografía --un elemento de expresión que para el caso se vuelve protagonista-- esta cinta realizada por Matt Reeves, el mismo de Cloverfield, ya no enfoca en el vínculo hombre-primate, sino que se hace otras preguntas, sobre comportamientos opuestos que se pueden dar en el mundo supuestamente racional como en el aparentemente salvaje. Con sus excesivas dos horas y 17 minutos de duración --como gran parte de las superproducciones actuales--, logra, no obstante, mantener la tensión que se renueva cuando la atención de la platea atenta con decaer.
Una “buddy movie” bien argentina En su debut en cine, los televisivos y teatrales Peter Alfonso yJosé María Listorti salen airosos y con chances. Si se la pretende comparar con otras típicas comedias de industria argentina, se podría decir que Socios por accidente se aproxima más a la saga de Tiburón, Delfín y Mojarrita de los años 70 que a la serie de títulos "playeros", incluidos todos los Bañeros acaecida hasta hoy. Claro que cuenta con todos los soportes técnicos y presupuestarios actuales, un desarrollo de guión superior y algún que otro título de procedencia extranjera de donde sacar inspiración, para convertirse en una clásica buddy movie con acento más criollo y bien porteño. Debutantes en cine, Peter Alfonso y José María Listorti, nacidos y crecidos a la sombra mediática de Marcelo Tinelli, logran desprenderse en esta película de sus personajes televisivos para componer a un profesor de ruso (Listorti) y a un agente de Interpol (Alfonso), separados por la exmujer de uno y presente del otro, más la predilección que una hija adolescente tiene por las aventuras riesgosas que le propone la pareja de su madre por sobre los planes tranquilos que le ofrece su padre en la visita semanal que le cabe por régimen. Estos hombres con varias razones para mantenerse enfrentados, se ven obligados a unirse por las circunstancias que se hace necesario un traductor para obtener los códigos secretos de una operación mafiosa que guarda una chica extranjera (Ingrid Grudke). Con escenario en Misiones y en las Cataratas del Iguazú, cuya vista resulta un espectáculo de por sí, el relato se traduce en un show simpático, con pasajes hilarantes, que los directores supieron armar con pericia. La falta de experiencia de los protagonistas en este formato resulta tan notoria como el esfuerzo que pusieron en superar sus dificultades y que les permite salir airosos del desafío. Socios por accidente no es ni pretende ser una película descollante, y es esa honestidad la que la salva de críticas tajantes. Se propone, y alcanza el objetivo, de instalarse como un entretenimiento en base a una sociedad de dos figuras mediáticas que buscan un futuro artístico más amplio. Ajuste de herramientas mediante, parecen tenerlo.
Para amantes del cine clásico Giuseppe Tornatore brinda misterio y surrealismo en La mejor oferta. La mejor oferta es el tipo de película que adoran los amantes del cine clásico, abandonado a las sensaciones y los sentimientos, sin pruritos de cursilería y con curiosidad por el ensayo de la exquisitez y la búsqueda de hallazgos sutiles bajo los gestos menos expresivos. Sus cartas de presentación advierten algo de esto: fue dirigida por Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso), con música de Ennio Morricone, actuaciones de Geoffrey Rush y Donald Sutherland secundados por los jóvenes Jim Sturgess y Sylvia Hoeks; y ser la gran triunfadora en los Premios David de Donatello 2013. Es la historia de Virgil Oldman, cuyo nombre parece haber marcado su destino. Hombre mayor que no asume sus canas, millonario solitario, jamás ha estado con una mujer. Es un experto en arte y famoso agente de subastas que goza de gran prestigio en su profesión, pero guarda, detrás de varias puertas, una secreta debilidad por retratos de mujeres, damas de toda clase y fama, dadas a conocer a través de la mirada de otros hombres; cuadros que adquiere en las mismas operaciones que dirige, a través de un testaferro y falsificador. A diferencia de ese empleado-confidente, quien sostiene que todo, incluso las dolencias y el amor, se puede falsificar, Virgil dice que la copia se puede distinguir del original, en tanto todo artista se traiciona a través de alguna pincelada reveladora. Un día, Oldman recibe la llamada de una joven que desea vender la colección de antigüedades heredadas de sus padres. Lo convoca a su hogar, ya que su fobia social le impide salir de su domicilio y mostrarse frente a otros. Conforme este hombre y esa mujer avanzan en su trato, la vida de ambos experimenta varios cambios, incluso a la luz de los consejos de un joven que comparte con Virgil la fascinación por un autómata mecánico en reconstrucción. Un velo de misterio y surrealismo cubre a esta narración. Cine de rara aparición en pantallas comerciales, se presenta como una experiencia intimista, que no evita la nostalgia.
La técnica sigue siendo un punto impecable Técnicamente es impecable. Desde el punto de vista argumental, un entramado que se extiende y enrevesa entre la pura acción y desarrollo --necesidad aleccionadora, mediante-- de conflictos de resolución no siempre convincente. ¿Cómo calificar una película que el público no buscará por su médula dramática, pero que hace de ella el poco feliz caballito de batalla para continuar dando tela a la saga, a la sombra de Optimus Prime? La historia se sitúa después de la última película, con los luego de un enfrentamiento en Chicago que terminó con la vida de varios seres humanos. Con Optimus muerto de un misilazo y Megatrón destruido, los miembros residuales de las facciones extraterrestres quedaron virtualmente desterrados. Pero cuando un grupo de poderosos hombres de negocios y científicos se proponen recuperar de las entrañas de la Tierra una sustancia de origen, cuando menos, sospechoso y bautizado como "transformiun", para recrear transformers a las órdenes de ciertos intereses, los enfrentamientos vuelven a empezar, más violentos e inescrupulosos. Entre tanto, un ingeniero texano procura lograr el invento que lo saque del anonimato y las deudas, e intenta dominar las artes de padre de una bella y muy sexy adolescente . Sin saberlo, la recuperación de un camión destartalado, lo llevará a meterse en la guerra interestelar y a cruzar el mundo hasta la mismísima China. Innecesarias, las vertientes del relato derivan en una película por momentos tediosa, aunque los fanáticos de las luchas entre robots tendrán mucho de qué maravillarse. En cuanto al nuevo elenco, con chica linda incluida, Mark Wallberg sale bien parado y Stanley Tucci se lleva la mejor actuación.
Historia de amor y otros sentimientos La primera película española de Marcelo Piñeyro invita a bucear con sencillez en las contradicciones. Saber es un acto de coraje. Para saber, hay que animarse y tomar la responsabilidad de las consecuencias que el nuevo conocimiento depara. Ismael no teme a saber. En su pecho luce un pin con la inscripción en latín "atrévete a saber" y lo pone en práctica cuando aborda un tren para atravesar los 600 kilómetros que separan a Madrid de Barcelona y conocer a su verdadero padre. Es un niño moreno, de apenas 10 años y toda la referencia que encuentra es el nombre del desconocido, Félix, y el remitente de una carga que su madre escondía. Junto con Luis, su actual pareja, Alika -inmigrante nigeriana que debió abrirse camino desde su antigua condición de indocumentada- le dio a Ismael una familia que lo ama, contiene y vela por su bienestar. Pero el chico tiene varias preguntas que nunca han sideo respondidas, y es por eso que sale a buscarlas. Cuando golpea la puerta en el piso de Barcelona, lo atiende una mujer elegante y de piel muy blanca que se asombra de que ese niño de cabellos moteados afirme ser su nieto, y mientras llama a la madre del chico para que vaya por él, se ofrece a llevarlo mientras tanto a conocer a Félix. Claro que, en esa acción, las materias ocultas comenzarán a desvelarse para todos los involucrados y de allí en más, habrá que ver cómo lidiar con lo que viene. La narración de Ismael transcurre con la cadencia y naturalidad del valsesito que se escucha durante gran parte del relato, una melodía que trastoca en canción de cuna cuando el tono lo precisa. Tiene el trazo de las historias que dicen mucho más de lo que refieren en líneas expresas y abarcan temas sociales y emociones profundas al unísono y sin trauma alguno. El pequeño Larsson do Amaral es toda una revelación .
Comienza la odisea de un joven con alma de rey Cinco años después de que Hipo lograra unir a vikingos y dragones en la isla de Berk, llegan nuevos límites. Mientras Astrid y el resto de los amigos se dedican a competir en carreras de dragones, el nuevo deporte preferido de la isla de Berk, Hipo huye de las responsabilidades que su padre le impone como futuro líder de su comunidad. Junto con su dragón, el Furia Nocturna que logró domar hace cinco años y al que bautizó como Chimuelo, Hipo construye, sin proponérselo, su propia leyenda como amo de las míticas criaturas. El dúo, inseparable, se dedica a cruzar los cielos y explorar nuevos mundos, lejos de toda preocupación. Es en una de esas travesías cuando Hipo y Chimuelo descubren que una nueva amenaza se avecina. Un antiguo enemigo de Berk se propone formar un ejército de bestias voladoras al que logra conducir con la misma crueldad con que intentará dominar a los pueblos vikingos. Mientras tanto, en una misteriosa cueva de hielo, hogar de cientos de dragones salvajes y del misterioso Jinete de dragones, parece estar la clave que Hipo y sus compañeros de andanzas deberán desentrañar para demostrar que es posible erigirse en líder de un pueblo recurriendo al respeto por los otros y cambiar una historia de violencia por otra de paz. Secuela de la película realizada cuatro años atrás, se sobrepone al desafío de mantener el nivel de interés y tensión dramática de su antecesora mientras se hace de nuevos villanos y aliados. Vuelve a ofrecer espectáculos visuales que no pierden atractivo en la versión 2D y vuelos magestuosos y vívidos en las tres dimensiones. Una muy buena propuesta con letra para seguir contando.
Otra historia real llevada a la pantalla por la factoría Disney Se relata la experiencia de un entrenador de béisbol norteamericano que marcó huella al buscar talentos nuevos en otro deporte y país. Si la marca es Disney, la película, sea realizada para cine o televisión, tiene garantizada una producción impecable; hogares soñados en barrios ideales; exteriores que parecen sacados de un catálogo de agencia de turismo y dramas de novela y comedias de invariable happy end. Un golpe de talento cumple con los requisitos para contar la historia real del representante de deportistas, JB Bernstein (Jon Hamm), quien promovió un concurso de talentos deportivos en la India para encontrar a la nueva estrella de béibol norteamericana, cuando su exitosa carrera se viene a menos. Acostumbrado al compromiso, el valor de la palabra y la mutua fidelidad entre jugador y manager, un buen día lo recibe el revés de que los millones que se mueven detrás del deporte de alto reniento lo han convertido en un negocio frío y con reglas mercantilistas. Berstein se ve ante la encrucijada de verse acabado o adaptarse y dar un giro a su historia. Un partido de criquet televisado enciende la chispa y JB propone encontrar al próximo gran lanzador de béisbol entre jugadores indio, a través de un reality que llama El brazo del millón. Y a la India se encamina e n un viaje de ida y vuelta, que transformará su carrera pero también su vida, cuando deba hacerse cargo del bienestar de tres jóvenes indios, desarraigados y obligados a adaptarse en tiempo récord a una cultura diferente. Las biopics son un subgénero usualmente utilizado por la factoria de Walt, que busca héroes en la épica cotidiana del hombre común, y encontrarlo en los deportes es un latiguillo. De cal y de arena Para el caso de El brazo del millón de dólares - tal la traducción literal del título original- parece haber buscado elementos de gancho similares al de la oscarizada ¿Quién quiere ser millonario?, de 2008. Está claro que las distancias cualitativas son muchas, y diferencia de aquella, donde se profundizaban en las circunstancias y motivaciones de todos los personajes, el anunciado como "drama" Un golpe de talento se queda en la superficie de un cuento con condimentos exóticos y minutos sobrantes. Los muchachos con destino de gloria asegurado por una trama previsible y parecen simples souvenir traídos de un paseo por la India, y sus historias son simples excusas para centrarse en el personaje de Berstein. Los aciertos en la cinta pasan por el elenco que tiene a la cabeza de Jon Hamm, que sale de la etiqueta del publicista de la serie televisiva Mad Men; secundado por un genial Alan Arkin en el papel del veterano cazatalentos que acompaña JB en su aventura al otro lado del mundo. El reparto de jóvenes hindúes -una garantía de venta del filme en un de los mercados cinematográficos más grandes del mundo- le dangracia a la propuesta con interpretaciones frescas. La fotografía impecable en un recorrido visual por las locaciones asiáticas y música étnica moderna en la banda de sonido para enmarcarlo, son de lo más atractivo de la realización, si de justificar su vista en cine se trata.
Una elección acertada de elenco La comedia de elenco británico y producción francesa, "Un golpe brillante", reúne a Emma Thompson con Pierce Brosnan. Es regla para la comedia, que si los intérpretes se divierten, el público también disfrutará. De allí que Un golpe brillante, la película francesa que reúne a los británicos Emma Thompson, Pierce Brosnan, Timothy Spall, Celia Imrie, sea una promesa de rélax, momentos de romance y risas por cantidad. Maduros, todos, asentados en sus cartas de presentación, los integrantes del reparto que guía el directorJoel Hopkins -Jump Tomorrow (2001) y La última oportunidad (2008), también con Emma Thompson- se introducen en una trama de situaciones descabelladas enlazadas con otras cotidianas, relativas a la condición humana y bases de los mejores gags de la propuesta. Cuenta que Richard Jones (Brosnan) es un empresario divorciado que llega a la oficina contando las horas para olvidarse de las preocupaciones y disfrutar de la jubilación. Pero se encuentra con la sorpresa de que la adquisición de la empresa se hizo en forma fraudulenta y que no quedan rastros de los fondos de pensiones de los empleados, sin distinción. Con la ayuda de su exmujer Kate (Thompson), Richard decide intentar dar con el estafador Vincent Kruger, y recuperar el dinero a través del robo de un valiosísimo brillante que cuelga del cuello de su joven mujer. Para la empresa convocan a una pareja amiga y así es como todos terminan involucrados en correrías por toda Europa, bajo riesgo de que renazca el amor. Es la primera vez que Thompson y Brosnan coinciden en una película, y frente a la fluidez que logran en la acción, la platea no puede dejar de celebrar el acierto. Spall e Imrie (como Jerry y Sophie) complementan con equilibrio al dúo y completan un conjunto para satisfacer a quienes gozan de este género.
Química con humor desgastado Adam Sandler y Drew Barrimore actuaron juntos en La mejor de mis bodas (1998) y volvieron a probarse en una ya clásica del género, Como si fuera la primera vez (2004). Entonces no dejaron dudas y en la actual Luna de miel en familia confirman que se llevan muy bien ante las cámaras y pueden traducir las letras de un guión en duelos verbales únicos. Claro que la química que generan haciendo comedia no garantiza un material inolvidable como pudo resultar la película que hicieron diez años atrás en Hawai. Esta vez, localizados en gran parte de la escena en Africa, abordan la fórmula de "los tuyos, los míos, los nuestros", para una historia que encuentra a Lauren, madre de dos hijos recientemente separada; y Jim, viudo y padre de tres chicas, protagonistas de una cita a ciegas fracasada que por esos prodigios de los libretos coinciden en un viaje de ensueño al continente negro y a un hotel de "mezclados", especialmente dedicado a alojar nuevas familias, donde deben congeniar madrastras, padrastros e hijastros. El asunto aquí es que Lauren y Jim tuvieron una primera experiencia que deberán superar para, en principio, poder comunicarse cuando deben guardar la apariencia de un romance. Situaciones hilarantes se enriedan con otras insoportables, propias del estilo Sandler, que aquí alcanza a lo bizarro en las intervenciones del grupo musical Tathoo, liderado por un vocalista. Filmada en Sudáfrica, bien se podrían haber aprovechado los escenarios para algo más que para ver a una pareja de hipopótamos teniendo "sexo salvaje". Otra vez será.