Para los más chicos o los menos exigentes El famoso astronauta Scorch Supernova se encuentra atrapado por las fuerzas del mal en el lejano Planeta Oscuro. También conocido como la Tierra, este mundo situado en los confines del universo tiene fama por su peligrosidad. Supernova es el viajero espacial más famoso del planeta Baab, con hazañas que son televisadas. Su hermano Gary, jefe del Control de Misiones de la BASA, lo ayudó a convertirse en una leyenda. Además, logró enamorar a la bella periodista Gabby Babblebrock y es el héroe de Kip, el hijo de Gary. Cuando la jefa de la BASA, Lena, intercepta una señal de socorro de la Tierra, Scorch no quiere perder la oportunidad de cumplir la misión de su vida. Pero no tarda en comprender que fue presa de una trampa del general Shanker. Entonces es Gary quien debe ponerse en acción y salir al rescate de su hermano, para descubrir que detrás del incidente hay una conspiración interplanetaria a destruir. El director y coguionista Cal Brunker, fue el encargado de desarrollar este guión que destaca por su color y tratamiento en 3D, que entretiene a través de su tono de aventura, pero no aporta gran cosa al género, con personajes que parecen rescatados de otros universos animados y transformados para atraer la atención de los chicos. Desde un punto de vista funcional, el medio para lograr el objetivo es el correcto, pero no se puede esperar más que algunas situaciones conocidas pero efectivas para arrancar risas, dentro de un relato de locos y hecho a medida de los más chicos o los menos exigentes.
Un show "casi en vivo" y para fans En febrero de 2011, fanáticos de todo el mundo vieron llegar a pantalla granda una recopilación de la carrera del ídolo juvenil Justin Bieber y su ascenso hasta el magnífico recital en el Madison Square Garden que lo lanzó definitivamente a la consideración mundial. El documental dirigido por John Chu y distribuido por Paramount Pictures en formato 3D, significó para la gran mayoría del público preadolescente y adolescente que seguía al canadiense, la oportunidad de colocarse frente a su ídolo en una suerte de "vivo virtual"; un "como si..." lo hubieran visto en persona y compartido cada paso hacia la concreción de su sueño, gracias al uso de las cámaras 3D. Algo similar ofrece Teen Angels: el adiós , una película que toma registro del recital de despedida de la banda en el Teatro Gran Rex, en julio del año pasado. Tras una gira que recorrió ciudades de la Argentina --incluida Bahía Blanca, con un megarecital en el estadio del Club Liniers--; Chile, Perú, Uruguay, Israel y países europeos, el grupo se disolvió en 2012, y a comienzos de este año se dio a conocer el lanzamiento de esta cinta. Como en el caso de Never say never , se puede ver en ella los preparativos para el recital que ofrecieron Gastón Dalmau, Mariana Espósito, Rocío Igarzabal, Nicolás Riera --hoy en proyectos individuales--; testimonios de las sensaciones de cada uno de ellos en la previa a esa despedida tras cuatro años de trabajo como banda, intercaladas con escenas del recital, un contraste entre intimidad y fiesta masiva que pega fuerte en las emociones de los fanáticos. A ellos está dirigida esta cinta, y posiblemente a captar algún resabio de consumidores desprevenidos que puedan contribuir a extender un fenómeno musical que, al menos hoy y ante la irrupción de ídolos tan inolvidables como reemplazables, ya forma parte del pasado.
Magia y color para un relato con moraleja La batalla entre el Bien y el Mal, con la naturaleza en su conjunto como rehén, es el eje de la épica de El reino secreto , una admirable película de animación que tiene como director al responsable, ni más ni menos, que de La era de hielo. Con todo el dinamismo, magia y abundancia de color de los que es posible el cine a partir de la combinación de computación y animación real, se presenta este relato con moraleja ecologista y científica; que enseña a tomar conciencia sobre la devastación de los bosques primarios, de los suelos nativos que guardan en sus entrañas la simiente y cimiento de la vida, y a reconocer la labor de quienes dedican su existencia al estudio y por el bien común. El reino secreto cuenta acerca de Mary Katherine, una jovencita de 17 años que decide regresar al hogar de su infancia, en lo profundo de un bosque, donde aún reside su padre, el Doctor Bomba. El hombre es un científico que lleva ya mucho tiempo tratando de probar la existencia, en territorio virgen, de una comunidad de seres pequeños, una cultura evolucionada que vela por la integridad de la naturaleza. Convencido de sus sospechas, este estudioso ha llegado a aislarse del mundo que lo cataloga de demente; incluso de su propia mujer e hija, quienes hace rato decidieron partir hacia "la civilización". Apenas arribada, MK --como se hace llamar la muchacha-- advierte que en su casa paterna el tiempo parece detenido y que lo único avanzado es la obsesión de su padre por probar su teoría. Y no está errado. Cada siglo, la reina de ese mundo secreto a los ojos humanos tiene oportunidad de elegir un capullo que la suceda en su liderazgo y renueve el ciclo de la vida. El cambio está a punto de suceder, y la escéptica MK terminará siendo testigo y protagonista, junto con un caracol y una babosa inexplicables; un joven rebelde; y el comandante fiel de un ejército de hombres hoja que cabalgan sobre colibríes, luego de luchar contra los infaltables malvados que buscan convertir al mundo en un reino de oscuridad. Vista en 35 milímetros la película es una maravilla de belleza y color, para una historia de aventuras conocida pero renovada por un guión bien armado y narrado. En 3D, se convierte en una experiencia emotiva, con la extra --en cualquiera de los dos casos-- de ofrecer un puntapié para conversar con los chicos y poner en valor la propia convicción, la vocación, el estudio, los afectos, el cuidado y respeto por uno mismo, los demás y el entorno que todos habitamos.
Sobre la amistad y sus códigos Dos mujeres, Lucía y Elena, entran en conflicto a partir de un hombre, Ricky. Pero el tema de Pensé que iba a haber fiesta no es el triángulo amoroso, sino la amistad y los códigos de lealtad que la rigen. No se sabe desde cuándo Lucía y Elena son amigas. Sí, que Elena lleva ocho años viviendo en la Argentina, donde llegó para un rodaje y se afincó. Que es una muchacha con una vida pasional intensa aunque de ella --y de otras cuestiones-- ofrece pocas explicaciones. También que disfruta de su soledad y de su independencia. Sin trabajo por el momento, acepta la propuesta de Lucía de cuidarle su casa durante unos días, entre la Navidad y el Año Nuevo. Lucía vive en una situación acomodada, en una casa con pileta --donde transcurre la mayor parte del relato--, que comparte con su hija adolescente, producto de su matrimonio con Ricky, de quien Lucía se separó hace tres años y a quien califica de "patético". Lucía está en pareja "cama afuera", desde hace siete meses, y es con su novio con quien hará esta escapada a Uruguay. En ese lapso, a Elena sólo le cabrá la responsabilidad de disfrutar de la casa hasta que la dueña regrese y abrirle la puerta a Ricky cuando venga por Abi. Un saludo cortés entre Elena y Ricky; el recuerdo de la última vez en que se cruzaron y alguna consulta respecto de la bomba del filtro de la piscina que no funciona, no parecen motivo suficiente para un llamado posterior. Sí, el hecho de que Lucía y Ricky están sin pareja y accesibles para una cena y una noche de sexo. Lo que inicia como una cita sin mayor trascendencia, se repite y disfruta, pero se complica con la vuelta de Lucía. ¿Qué hacer? ¿Cortar o continuar? ¿Blanquear ante Lucía o esperar hasta ver cómo evoluciona la relación? ¿Optar por el amor o dejarlo pasar en nombre de los códigos de la amistad? Las preguntas aparecen para protagonistas y espectadores y, al menos para los segundos, quedan planteadas al cabo de una película que la directora Victoria Galardi presenta con un excelente gusto estético y una sutileza que alude a la fragilidad de los vínculos. Diálogos --algunos casi monólogos de Bertucelli-- como silencios eternos, sirven para introducir al espectador en un ambiente íntimo y a experimentar la vibración de los personajes, en tanto los sentimientos y situaciones suceden y conducen a un final abrupto aunque posiblemente, no definitivo.
Pese a los cambios, el superhéroe sigue vigente "Tengo muchas disculpas para ofrecer... Nada ha sido igual desde Nueva York. Uno experimenta algo y luego se termina. No puedo dormir, y cuando lo hago tengo pesadillas. Honestamente, hay 100 personas que desean matarme. Ojalá pueda proteger lo único con lo que de verdad no puedo vivir", lamenta Tony Stark, en la tercera entrega de la saga que enmarca en la franquicia de Los Vengadores, de Marvel. Stark --quien sigue la serie y el cómic lo sabe-- refiere a los sucesos acaecidos en la segunda parte de Iron Man , cuando el magnate superhéroe revela que es Iron Man; y presionado por el gobierno de los Estados Unidos para revelar el secreto de sus trajes, "armas altamente sofisticadas" que finalmente son presentados en la Stark Expo de Nueva York como Iron Soldiers o Hammer-Droides, así como la nueva armadura superarmada y modificada Mark II (War Machine), piloteada por James Rhodes por el nuevo proveedor de armas, Hammer Industries. También en ese episodio, Stark muestra su preocupación por el envenenamiento por paladio que está produciendo el reactor Ark que impide que la esquirla que anida en su pecho llegue a su corazón, y encuentra una solución de mano de Fury, quien a la vez le informa acerca del proyecto Vengadores. Y finalmente y luego de vencer a Vanko, el villano de turno pone a las empresas Stark en manos de Pepper Potts, a quien, de paso, le revela su amor. En Iron Man 3 , Tony sabe que aunque ha entregado su "mandato" de superhéroe, los enemigos cosechados desde antaño seguirán buscando venganza contra él y que, hoy, ya retirado, el blanco perfecto son sus afectos. Como indica, no duerme, y para entretener su insomnio se dedica a perfeccionar la tecnología de la armadura. Así, cuando en la cinta anterior había llegado a la sexta versión del traje, ahora prueba el prototipo número 42. Y en esas maniobras está cuando prende la televisión y encuentra que un nuevo villano, El Mandarín, amenaza importantes escenarios estadounidenses que, dice, son una imitación hueca de la cultura oriental. Y tras un par de ataques, cuando estalla el Teatro Chino de los Angeles y su guardaespaldas y asistente Happy cae circunstancialmente entre las víctimas, Tony toma el caso como algo personal. Frente a las cámaras, el magnate desafía al Mandarín a demostrar que es hombre y a enfrentarlo, ya no como una cuestión de Estado, sino cara a cara. Lo que desconoce Stark y que más tarde irá averiguando, es que detrás de este singular contrincante se esconden fantasmas de su propio pasado de empresario y Don Juan, a quien la soberbia le impide reparar en los demás. El director de Iron Man y Iron Man 2 , Jon Favreau se mantuvo para esta entrega en el papel de Happy, y su espacio como realizador fue tomado por Shane Black, reconocido guionista de Arma mortal y El último boy scout. Black mantuvo para la narración el timing de humor que bien sabe aprovechar Robert Downey Jr. en el papel de Stark y que alcanza también al villano, una parodia con giro de tuerca de terroristas reales --y puntualmente señalados--, que asume el británico Ben Kingsley. Por otro lado, le imprimió un acento más firme a la acción, y le subrayó a Stark la misma naturaleza humana, contradictoria, acertada y fallida, altruista y egoísta, valiente y temerosa, que también destacara Favreau en su función de cineasta: "soy el mecánico", afirma. La historia queda abierta, aunque luego de las consabidas luchas, remedos y conclusiones se advierte que difícilmente Downey Jr. vuelva a vestir el traje de Iron Man. Así que es esta la oportunidad de disfrutar de su actuación como el superhéroe de acero.
Otra celebración que no deja nada Adolescentes y jóvenes --de preferencia, varones--, en el tránsito entre el colegio secundario y la universidad. El público objetivo está más o menos claro y la ocasión de ver 21, la gran fiesta puede ser una juntada, una previa; la propia salida al cine en grupo... Un momento para reírse con todo y de nada. Quizás por esto es que permanece aún en pantalla, aunque en lo medular median cuestiones vinculadas con decisiones de las productoras y distribuidores. No obstante, poco se pierde desde el punto de vista espectador si se espera la salida en video. En concreto, es una película que viene con los avales de las dos ¿Qué pasó ayer? y que pretende trasladar su esquema a un contexto similar al de la saga American Pie . El resultado es un híbrido-mala copia de ambos. Jeff Chang --quien como todo mortal nació desnudo y gritando-- cumple 21 años. Aparenta haber cambiado y mucho, pero un par de tragos bastarán para revelar que, en lo básico, sigue siendo el mismo. Sorprendido por sus dos amigos de la infancia en el campus del colegio, es advertido por su padre de la importancia que, para su futuro profesional, tendrá la reunión de la mañana siguiente con el decano de la Universidad de Medicina. Por eso, Jeff se rehúsa a los festejos que sus amigos le tienen organizados. Pero la aceptación de una cerveza es suficiente para descarrilarse hasta lo imposible. Perdidos entre los bares, las habitaciones de las chicas y su propia inconsciencia, tendrán que ver el modo de regresar a tiempo y frescos para que Jeff cumpla con el mandato paterno. Si la gracia del guión de ¿Qué pasó ayer? radicó en el misterio de lo sucedido en horas previas al caos remanente de una despedida de soltero, sus guionistas y directores Lucas y Moore se encargaron de quitársela en su traslado a 21... al realizar un relato prácticamente lineal de las locuras juveniles, a excepción de la primera --brevísima-- escena donde los amigos regresan al campus desnudos y usando medias a modo de taparrabos. A partir de esos primeros minutos, una trama que pretendía originalidad, decanta en una serie de eventos, de tan vistos, agotados. Incluso --y literalmente-- algunos son de difícil digestión, mientras que otros parecen trasladados sin cortes de misoginia de las típicas películas de adolescentes de los 80. El trío de actores no es de lo mejor, pero transitan con holgura un título que basa todo su atractivo en los desmanes de los que pueden llegar a ser capaz un grupo con poco cerebro y la "licencia para matar" que creen encontrar en una ID de mayoría de edad.
Lo que Berry no salvó En la filmografía de Halle Berry aparecen "las de cal, y las de arena". La actriz que fue oscarizada en 2001 por su trabajo en Cambio de vida , ya había trabajado, para entonces, a las órdenes de renombrados directores de Hollywood, aunque no siempre con la misma suerte. Y así continuó, con muy poco a la altura del antecedente de la estatuilla dorada más ansiada del cine, más allá de que su presencia no pase inadvertida. Cierto es que nadie olvida su actuación, junto a Pierce Brosnan, como la chica Bond ideal, ésa que homenajeó a Raquel Welch saliendo del mar con su bikini naranja; o su silueta curvilínea enfundada en el traje negro de Gatúbela, para una cinta que no le hizo honor ni a la protagonista ni al personaje. El 8 de abril pasado, Berry pisó por primera vez la Argentina para presentar su última labor en cine, 911, llamada mortal , en las salas Hoyts de Unicenter, en Buenos Aires. Con su incipiente pancita de tres meses de embarazo, el porte de una estrella y una asombrosa sencillez, la morena le dio glamour a la premier de la película de Brad Anderson. No obstante, el encantamiento no logró tapar lo que desde entonces se vería en pantalla --ahora en las bahienses--: ni la figura ni sus artes logran, por sí mismas, levantar una película que se agota en sus intenciones. Berry interpreta en este relato a Jordan, una experimentada operadora del servicio de emergencia 911, "una mujer fuerte, poderosa, inteligente", según la propia actriz describió. El aplomo y la experiencia de Jordan se ven superados cuando una muchachita pide ayuda ante la presencia de un intruso en su domicilio, pero el auxilio no llega a tiempo para impedir la tragedia. Devastada, es retirada a la función de instruir a nuevos operadores. Y en ésas está cuando otro S.O.S la moviliza. La interlocutora es Casey (Abigail Breslin), una adolescente secuestrada en un shopping y encerrada en el baúl de un automóvil en movimiento. Desde allí, la chica entra en comunicación y Jordan comprende que está en sus manos salvarla de la muerte, sin importar los medios. Si la intención de la película es mantener el timing para que el público no se levante de la butaca, lo logra. La narración crispada y con escenas que simulan filmaciones en directo le dan al relato la sensación de inmediatez, mientras que el vínculo entre Jordan y Casey alcanza el grado de inquietud que implica la calificación de género. Pero lo dicho: ninguno de esos elementos --siquiera el packaging de presentación del filme con la compañía de los actores-- logra disimular la pobreza de la dirección sobre un guión que podría haber explotado mucho mejor los potenciales de los temas con los que coquetea. Lo que en principio se propone como una historia interesante, termina arrasada por giros hacia golpes de efecto, y resoluciones simplistas y demasiado conocidas en el cine de suspenso y acción más remanido.
Un producto digno y bien elaborado Tadeo Jones es un albañil español, con vocación de arqueólogo. Reside en Chicago pero su sueño de niño era recorrer el mundo buscando tesoros perdidos. Incomprendido por sus compañeros y estimulado por su abuela, alimenta un espíritu soñador que conserva de adulto y lo lleva a meterse en problemas cuando, en medio de la construcción de un rascacielos, se pierde entre las zanjas buscando algún objeto perdido con cierto valor histórico. Es para chequear la autenticidad de uno de los tantos trastos encontrados entre escombros que Tadeo cae en el estudio del profesor Miguel Humbert en el preciso instante en que el profesional es llamado de urgencia por un colega que acaba de completar un importante hallazgo en Cuzco. El siempre bien intencionado Tadeo lo traslada al aeropuerto, pero un accidente lo tienta a tomar el lugar del Humbert y llevar a Perú parte de la llave que abriría las puertas a Paititi, la ciudad perdida donde fuera trasladado el oro de los Incas. Una vez en tierra latinoamericana, Tadeo se encuentra con la bella Sara, una limeña heredera de la profesión de su padre, el profesor Lavrof, y quien se maneja segura con la ayuda de Freddy, un vendedor ambulante y baquiano. Bienvenido, Tadeo siente que entrar en el mundo de aventuras que imaginó es sencillo, hasta que es secuestrado por matones de una malvada corporación de cazatesoros. Liberarse y emprender un viaje por un territorio que esconde grandes misterios y un impresionante acerbo cultural serán desafíos que Tadeo asumirá junto con Freddy, un par de mascotas, y una Sara empeñada en devolverle al conocimiento y la ciencia el respeto perdido en pro de intereses de negociantes y contrabandistas. El personaje de Tadeo parodia al de Indiana Jones en este largo de producción ibérica y distribución norteamericana --Paramount-- que se encargó de realizar un importante promoción. Es una cinta que conserva la inocencia de las aventuras imaginables en juegos infantiles y los mecha con los guiños sarcásticos dirigidos al público adulto, siempre en base al personaje que encarnara para el cine de aventuras Harrison Ford. Aunque goza de un trabajo visual bien elaborado y un guión digno, Tadeo... no resulta impactante. Quizás le falte la complejidad de cintas de grandes productoras que bombardean las pantallas con títulos a cuál más competitivo en procura de ganarse un público sin distinción de edades. No obstante entretiene y puede resultar una buena opción para compartir con los chicos de la franja más joven de la familia.
Una propuesta divertida y veraz Se la anuncia como continuación, aunque en realidad se trata de una película derivada de Ligeramente embarazada , la cinta que el director Jude Apatow realizara con Seth Rogen y Katherine Heigl, como protagonistas, y Leslie Mann y Paul Rudd, como la pareja soporte. Desde su rol secundario, la actriz --que en la vida real es esposa del realizador-- y el actor --amigo personal de Apatow-- construyeron a Pete y Debbie, una pareja absolutamente creíble, aquejada por las vicisitudes de un matrimonio en su primera década de convivencia, con dos niñas pequeñas corriendo por la casa y una hermana que atravesaba el día a día familiar con sus problemas, y con todos los conflictos que aquejan a hombres y mujeres que promedian los treinta y tantos de edad. Apatow decidió, con Bienvenidos los 40 , preguntarse qué sucedió con Pete y Debbie seis años después y explotar los potenciales de este dúo que no dejan dudas de su química. Los colocó en las críticas circunstancias de cumplir 40 años y de encontrarse con que, más allá de los sueños de juventud, las tan temidas cuatro décadas son... ¡lo que son! This is 40 , define el título original, porque para el común de la gente, es el tiempo de los balances, una suerte de paso ineludible de la adultez joven a la madurez; un momento en que, lo usual, es que los hijos estén entrando o transitando la adolescencia; los padres se están volviendo grandes y el modelo que alguna vez fueron cae de la estantería para mostrarse con todas las debilidades y las necesidades a apuntalarles. Es el momento en que la hipoteca de la casa pesa y los logros profesionales adquieren la liviandad de lo onírico, porque lo que no se obtuvo hasta entonces, se esfuma. Es el momento de ver las pérdidas, pero también las ganancias, y de plantarse sobre los propios pies con lo mejor que uno pudo hacer de sí mismo y con los demás; porque, adelante, hay que seguir reconociéndose como un ser que maduró, quizás no como alguna vez quiso, sino como mejor pudo con lo que tenía a mano. Con estos y otros elementos más una habilidad muy interesante para obstener de la tragedia cotidiana situaciones de humor, Apatow construyó y trasladó a pantalla un guión que goza de diálogos de una fluidez y una veracidad poco comunes. Arma personajes, cada uno con un porqué para su ser que es absolutamente legítimo y los hace convivir e interrelacionarse desde lo aparente y lo subyacente. Por la misma razón, ofrece una de esas comedias con las que el consumidor del género se puede divertir, encariñar, revisitar y releer, simplemente porque se identifica con las personas que son esos personajes.
Acción hecha a la medida del Norte La película de acción G.I. Joe: El contraataque alcanzó el primer lugar en las boleterías de Estados Unidos y Canadá en su primer fin de semana de exhibición. La segunda parte de la saga G.I. Joe --inspirada en un cómic cuyos héroes fueron más tarde transformados en juguetes por Hasbro--, ganó aproximadamente 41,2 millones de dólares en tres días. El caso era fácil de prever, dado de G.I. Joe es un material hecho a la medida del público norteamericano,desde su imbatible grupo de elite siempre dispuesto a combatir por el bien de los Estados Unidos y, en consecuencia, "de la humanidad" en su totalidad. Claro, de quienes fueron fanáticos de los comics y muñecos en los '80, y de adeptos a los videojuegos (de hecho, el cuadro de situación es relatado en dos líneas, a modo de los juegos de play). Aunque el inicio de la saga con G.I. Joe: El origen de Cobra (2009) no fue de lo más aplaudido, los productores decidieron insistir sobre una franquicia que, al menos en su terreno, no tiene por qué fallar. De allí que realizaran esta tardía secuela, sólo que con nuevo director --Jon Chu en lugar de Stephen Sommers--, cambio en el reparto y realización en 3D. Duke (Channing Tatum), protagonista en El origen de Cobra aparece como enlace para con el nuevo relato, con una participación que concluye en la primera media hora de metraje, para dejar al frente los soldados a su sucesor natural, Roadblock (Dwayne "La Roca" Johnson). Esto sucede cuando los villanos al mando del Comandante Cobra, infiltrados en la Casa Blanca con Zartan clonado como el presidente (Jonathan Price), lanzan un ataque contra la base de los G.I. Joe para dejar libre el camino hacia la dominación del mundo. Los escasos sobrevivientes --Flint (D.J. Cotrona), Lady Jaye (Adrianne Palicki)-- al mando de Roadblock recurren a hombre que inspiró el nombre del escuadrón, el oficial retirado Joe Colton (Bruce Willis) para volver a la acción y hacer honor a su reputación de héroes. Tendrán, además, que reunirse con antiguos y nuevos aliados --Storm Shadow, Jinx-- y, por qué no, enemigos --Snake Eyes--. Comienza entonces el anunciado contraataque, pleno de escenas de acción muy bien coreografiadas y mejor fotografiada. Hay persecusiones, riesgo y tiros a gusto y placer de cinéfilos de entre 18 y 40 años, que pagan una entrada al cine para consumir parvas de pochoclos, mientras escuchan mucho ruido sobre escenas bien dibujadas, sin demasiada exigencia dramática, aunque más o menos fieles al cómic que los supo seducir. Vale destacar el efecto que produce en el relato la presencia de "La Roca", un actor carismático más allá de la calidad de interpretación, que logra empardar, incluso la de Bruce Willis, la imagen, por excelencia, del militar norteamericano.