Desde que el mundo es “minion” “Spin-off” de “Mi villano favorito” y su secuela, ya está en las salas bahienses una de las películas más esperadas de este año. En estreno simultáneo con otros países del mundo llegó a las pantallas de la Argentina --Bahía Blanca incluida-- Minions, una de las películas más esperadas del año por chicos y grandes. Spin-off o derivada de Mi villano favorito (2010) y su secuela de 2013, se centra en la comunidad de secuaces de Gru, el protagonista de esos filmes; esas criaturas redondeadas y amarillas que conquistaron al mundo con una voz y lenguaje propios y un desenvolvimiento entre inocente y desfachatado, y no exenta picardía y hasta cierta malicia. Tan personales resultaron estos "chicos" que merecieron este título con marca registrada de Illuminations Entertainment, encargado a los directores Pierre-Louis Padang Coffin --coresponsable de las dos precuelas y voz de los personajes cuyo lenguaje creó-- y Kyle Balda (con Mi villano favorito, El Lórax y Cazadores de dragones, en su haber). A Bahía Blanca vinieron con tres copias en 2D y dos copias en 3D, repartidas entre los complejos de salas Cines del Centro y Cinemacenter, todas dobladas al castellano, un favor para los más chicos del grupo familiar, y una pena para quienes hubieran deseado escuchar las voces originales de Kevin, Bob y Stuart (realizadas por Pierre Coffin), la villana Scarlet (Sandra Bullock) y su novio y cómplice Herb (John Hamm). Entretenimiento para la familia Los Minions son pequeñas criaturas de color amarillo que, según nos cuentan en la película que se les dedica, han existido desde el principio del tiempo. Evolucionaron de los organismos unicelulares de Pangea, y su naturaleza y propósito es servir al villano más malo que encuentren en su camino. La torpeza de algunos de ellos hizo que ningún jefe les durase demasiado, y eso que caminaron entre dinosaurios, hombres de las cavernas y sus sucesores genéricos, por todo el mundo civilizado. Tras una crisis de identidad, Kevin, el más inteligente del numeroso grupo, decide emprender un viaje acompañado por dos voluntarios, en busca de un nuevo malo a quien secundar. Entre Nueva York, Orlando y Londres, estos chicos viven una experiencia que los cruza con los criminales más temidos, la primera villana de la Tierra, y hasta la mismísima reina Isabel de Inglaterra. Para volver a ver Da la impresión de que Minons es la clase de películas que se disfruta mucho más en las segundas y terceras vistas que en la primera. No es éste un reproche a la idea y desarrollo de la historia. Por el contrario, es la ansiedad del espectador la que juega en contra del primer encuentro con este filme. La larga espera, los teasers, trailers y subsidiarios varios de la previa a la llegada de esta cinta genera en el cinéfilo un exceso de adrenalina que no encuentra el curso ante la pantalla. El resultado es una atribulación que no se condice con la oferta; cierta indecisión acerca de sI "lo que veo es lo que esperaba o, en verdad, no me convence". En principio, y como para disfrutar mejor de Minions, hay que relajarse y recordar que estos chicos amarillos, amantes de los malos y las bananas, sorprendieron con su aparición en Mi villano favorito y tomaron un mayor protagonismo en la acción de Mi villano favorito 2. Hoy cuentan su propia historia a través de un guión original, lleno de gags, algunos tiernos, como la adicción que Bob tiene por "le Puchi" --ver para saber y evitar el spoiler--, muchos escatológicos como corresponde a su conducta, y otros de hilado fino, por caso, una reina que se divierte tomando cerveza con los muchachos en los bares cuando se le quita por un rato la corona. Idea y espectáculo Hay mucho más, todo disfrutable en dos dimensiones y mucho más en tres, gracias a una labor de animación tan llena de detalles como cuidada. El de animación es el género por excelencia donde se produce la tan demandada conjunción de los planetas "ideas" y "espectáculo" que en el universo de Hollywood parecen pertenecer, en demasiadas ocasiones, a galaxias diferentes. En este segmento, la competencia juega a favor, y Minions es ejemplo de ello, siempre que se lo mire sin presión y con los ojos bien abiertos. Apunte aparte: los créditos finales, como los iniciales, forman parte de la narración y el relato no siempre concluye con el sentencioso "The end". Solo las luces de la sala encendidas a pleno dan pauta de que el espectador no se perdió ninguna escena por escapar antes de la sala.
Un relato sobre la memoria que contribuye a la paz “La dama de oro”, del director Simon Curtis, llama a encontrar sentido a la revisión del pasado. “Nunca admitirán lo que hicieron, porque si admitieran una cosa tendrían que admitir todo. Nunca fueron víctimas. La mayoría arrojaba flores y recibía a los nazis con los brazos abiertos. Esa es la pura verdad". Esta y otras afirmaciones que calan profundo en la conciencia, se le atribuyen en el guión de La dama de oro a María Altmann, austríaca de origen judío, quien logró llevar al Estado de su país de origen al estrado, para lograr la restitución de valiosas obras de arte de su familia, robadas durante la ocupación nazi en Viena. Tras un litigio que alcanzó, incluso, los fueros internacionales, la mujer se reencontró con el retrato de su tía Adele Bloch-Bauer, realizado por Gustav Klimt, que había desaparecido de su vida 68 años antes y durante más de medio siglo se exhibió en el Museo Beldevere de la capital europea, siendo conocido como "la Monalisa austríaca". Ese cuadro se exhibe actualmente en la galería de arte Neue de Nueva York. La cinta de Simon Curtis (Mi semana con Marilyn) recorre el doloroso proceso de recuperación del cuadro que enfrentó Almann con asesoramiento jurídico del joven Randy Schoenberg, nieto del compositor, enlazando pasado y presente con múltiples flashbacks que cuentan sobre los Altmann y su entorno social, sus propiedades y su destino, similar al de tantas víctimas del Holocausto. Un Estado austríaco que promueve una ley de restitución de propiedades a las víctimas de tan horrorosa historia mientras pone trabas para su real cumplimiento, y un joven periodista que se ofrece a ayudar a los reclamantes en la causa, representan los polos de una sociedad con heridas profundas, que no encuentran cura en la memoria por sí misma, sino en la justicia que se obtiene a partir de su ejercicio. Entre Nueva York y Viena, el tránsito entre aquel pasado y un presente que confronta a la protagonista se da ante el espectador sin piedad pero sin traumas: en definitiva, no hacen falta golpes bajos para producir la empatía o rechazo buscados entre el público y los distintos personajes. Una vez más, Helen Mirren se lleva los laureles en la encarnadura de María Altmann y en una historia para no olvidar. La banda musical de Hans Zimmer es una compañía que se agradece.
Uno de los cuentos más originales de Disney-Pixar “Intensa mente” propone un espectáculo familiar divertido, con una historia imaginativa y muy bien narrada por los mejores realizadores del género. Cinco emociones tienen mucho trabajo en el Cuartel General situado en la mente de Riley, una nena de 11 años. Desde que nació, Riley fue feliz gracias al liderazgo de Alegría, una condición que ni Temor ni Desagrado ni Furia discuten. Tampoco lo hace Tristeza, que merodea el recinto sin una noción clara de su misión y siempre poniendo en peligro los mejores recuerdos de Riley y las bases que alimentan y sostienen su existencia: la familia, los amigos, deportes y la tonterías que la hacen reír. Cuando la familia de Riley se muda de su apacible Minessotta a la extraña y atemorizante San Francisco, las emociones entran en un estado de ansiedad y distracción, que ponen en peligro esas bases y, en la confusión, Tristeza y Alegría terminan expulsadas involuntariamente del cuartel. Temor, Desagrado y Furia se ven obligados a tomar el mando, y mientras Riley experimenta cambios de ánimo que ni sus padres --ni las emociones de sus padres-- logran comprender, las tres harán lo que puedan, y Alegría y Tristeza intentarán regresar a través de un largo recorrido por Memoria a Largo Plazo, Imaginalandia, Pensamiento Abstracto y Producciones de Ensueño. En Intensa mente, el público encuentra una de las propuestas más originales de Disney Pixar desde Up! una aventura de altura, estrenada en 2009, dirigida por Peter Docter, una de las firmas de la nueva propuesta. Con un guión sostenido en nociones básicas de Psicología, se llevó adelante una narración que viaja fluida entre los personajes "humanos" y las "humanoides" Emociones, cada una aquejada, además, por sus propias nociones y sentidos de la vida. Este juego de cajas chinas que se abren y cierran a la perfección y según demanda el relato, solo es posible a partir de un trabajo de equipo creativo y técnico inspirados, y de un montaje en sincronía. Como plus, la proyección de Intensa mente viene acompañada por uno de los acostumbrados regalos de la compañía que dirige John Lasseter, el cortometraje-musical Lava, ideado por James Ford Murphy sobre un amor volcánico, inspirado en el paisaje de las hawaianas. Loas. Las revistas "Variety" y "The Hollywood Reporter" dicen que Intensa mente es la mejor película de Pixar desde Up, un antes y un después en el mundo de la animación.
Mucho más grande, pero menos original La cuarta parte de la saga de Jurassic Park se vale de la alta tecnología para atraer a los fans y a los curiosos. Jurassic World es la cuarta película de la franquicia de Jurassic Park, dirigida por Colin Trevorrow y producida por Patrick Crowley, Frank Marshall y Steven Spielberg, el creador de esta saga que, en 1993, rompió con los cánones de los efectos especiales e inauguró una nueva era para el cine-espectáculo. Cuenta la leyenda que el guión de Jurassic World comenzó a ser escrito en 2004, tres años después del estreno de la tercera cinta de la serie; que lo aquejó la huelga de guionistas de 2007, y que el propio director se encargó de ayudar a completarlo hace un par de años. Ambicioso, cómo veintidós años después del desastre que motivó la clausura del Parque Jurásico, en la isla Nublar se abre un nuevo atractivo turístico, más grande e impactante que el anterior, otra mega apuesta que pretende repetir el suceso de su predecesora. A este parque, mucho más grande e imponente que el anterior, un grupo de visitantes, más allá de la fascinación, conocerá el terror cuando se enfrente a un dinosaurio gigante, genéticamente modificado, tan inteligente que se ha vuelto casi humano: es capaz de matar por placer. Claro que siempre hay un héroe, para el caso Owen (Chris Pratt) mucho más avispado que el dinosaurio; además de investigadores al mando de una jefa ambiciosa y muy bella (Bryce Dallas Howard), que en el momento adecuado se sacará el uniforme y lucirá una musculosa ajustada. Más de lo mismo Mismos elementos de base, nuevas ideas para plasmar en efectos, Jurassic World no cambia la historia del cine como lo hizo su ancestro de los ’90. En todo caso, es más de lo mismo, una continuidad destinada a los fanáticos del tema y el género, que aprovecha muy bien los beneficios de las nuevas tecnologías, siempre y cuando se cuide de los deslices en sus artificios.
“Spy”, una comedia que solo le queda a McCarthy “Pudo haber sido mejor. De hecho, desperdicia el potencial del excelente elenco con que cuenta". La reflexión es repetitiva y responde al pasado, presente y futuro de demasiadas películas desde que un nombre probado se cuelga en su cartel. Para el caso, es el de Melissa McCarthy, una comediante que hizo un imprescindible de su personaje secundario en la comedia Gilmore Girls, que duró siete temporadas en la televisión norteamericana y trascendió al mundo. Para colmo, cuenta con los secundarios de Jason Statham (un seguro de acción), Jude Law (un genio en las comedias) y Rose Byrne. La carismática McCarthy asume el rol de Susan Cooper , una analista de la CIA que jamás vivió la emoción que su trabajo le prometía cuando ingresó a la agencia de espías más difundida del planeta junto con la KGB. Es la gran mujer detrás de héroes enormes, pero sólo cuando su socio (Law) desaparece y otro agente (Statham) está comprometido en otra misión, ella encuentra la oportunidad de demostrar su valía para los encargos importantes... como evitar el extrago mundial. Las artimañas que debe implementar para pasar inadvertida en el entorno de un traficante de armas, más las corridas y enfrentamientos dan al relato amplias posibilidades de lucimiento de este nivel de protagonistas. Pero el logro no responde a la originalidad y fluidez de la narración, sino al capital que los actores ponenen en juego para volver interesantes sus personajes y sacarlos adelante.
Un relato entretenido y crudo que invita a la reflexión En una metrópoli infestada por la delincuencia, "nace" un robot sensible, consciente y esperanzado. En la cartelera local ingresó Chappie, una película de ciencia ficción, dirigida por Neill Blomkamp, la misma firma de Distrito 9 y Elysium. Ambientada en Johanesburgo en un futuro cercano y filmada en las afueras de esa ciudad sudafricana, es protagonizada por un elenco multinacional, con Sharlto Copley --alter ego de Chappie--, el indio Dev Patel, el australiano Hugh Jackman, la norteamericana Sigourney Weaver y el mexicano José Pablo Cantilo. En los roles destacados se encuentran también Yolandi Visser --una bizarra cantante sudafricana, co-vocalista del grupo rap-rave Die Antwoord-- y su compañero de grupo, expareja y padre de sus hijos, Watkin Tudor Jones, alias "Ninja". La palabra "zef" con que definen su estilo musical aparece impresa en carteles de este filme, del mismo modo que el nombre de la compañía de armas "Tetravaal", involucrada en la trama, refiere al cortometraje de Blomkamp que llevó el mismo nombre, centrado en un robot policía en Johannesburgo con un diseño similar a Chappie. Integrante de los comandos que redujeron drásticamente la tasa de criminalidad en una ciudad infestada, Chappie iba a desguace cuando su inventor decidió rescatarlo para probar en él un nuevo sistema operativo que lo convierte en una máquina sensible y consciente. El problema es que Chappie, que abre sus ojos al mundo como lo haría un bebé con un potencial de desarrollo más rápido, es secuestrado por una banda de narcos. La ambigüedad en la que "crece" este nuevo ser cibernético conduce al espectador a reflexiones profundas acerca del desarrollo de una mente y espíritu inocentes en el contexto de violencia actual. Cruda en el retrato del desamparo pero con una luz de esperanza, es una película adulta y necesaria, bien balanceada entre el drama y la acción. Una perla: Hugh Jackman en un rol diferente a los usuales.
Un correcto debut de Russell Crowe detrás de cámara El neocelandés firma un relato que busca reinvindicar a los hombres por encima de los conflictos de Estado. Si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia. La que cuenta el neocelandés Russell Crowe en su debut como director es la de los hombres que participaron en la batalla de Gallipoli, ahora territorio turco, donde soldados neocelandeses y australianos pelearon como aliados a los británicos y franceses contra el Imperio Otomano. El enfrentamiento, uno de los más terribles de la Primera Guerra Mundial, terminó con unas 250.000 bajas por cada uno de los dos bandos. Más allá de la cuestión histórica, Camino a Estambul --que en idioma original se podría traducir como "el zapador de agua"--, este filme temporalmente situado a cuatro años de la conclusión de la Gran Guerra, se enfoca en el caso real de un hombre, el granjero australiano Connor quien viaja a Estambul, la antigua Constantinopla, para llegar luego a Gallípoli y descubrir qué ha pasado con sus hijos, declarados desaparecidos en combate. También hace hincapié en Hasan "el Asesino" (Yilmas Erdogan), el oficial turco que libró una batalla aguerrida contra los invasores, pero que al cabo, también ve en Gallipoli a una gran tumba donde enterró a más de 70 mil de sus hombres. A ese enemigo de antaño lo gana el respeto por un granjero sencillo, pero el único padre capaz de jugarse el pellejo y escarbar en las entrañas de una tierra extranjera y poblada de fantasmas, hasta encontrar un atisbo de esperanza. En el trayecto, Connor también conocerá a una mujer turca (Olga Kurylenko), madre de un pequeño, y viuda de un mártir de la guerra. La esperanza, el valor, el amor y la camaradería entre hombres, que siempre pierden entre la guerra y los intereses de Estado, son la esencia de la narración que Crowe realiza con las mejores intenciones y una sensibilidad no lacrimosa. Propone, además, un sentido de lo heroico mucho menos rimbombante que el de las superproducciones de Hollywood, a pesar de que este filme contó con los elementos propios de una. El resultado, aunque no responde al potencial, deja bastante bien parado al novel realizador, que cuenta más de medio centenar de títulos como actor, un Oscar por Gladiador y otras dos nominaciones, y que ya fue aplaudido el año pasado, al menos en los premios de la Academia de Cine Australiano.
Entre la fábula reflexiva y la diversión La presencia de George Clooney y los efectos especiales son la atracción de “Tomorrowland”, una producción de Disney plagada de indefiniciones. “Cuando yo era pequeño, el futuro era otra cosa”. Palabras más o menos, es lo primero que el inventor Jack Walker (George Clooney) registra en un video para la posteridad, un relato dentro del relato, donde recuerda la Feria Internacional de Ciencias que la propia Disney -–productora de este filme de Brad Bird-- produjo en Florida, en 1964, en el espacio de Tomorrowland, una de las atracciones de su mundo de diversiones. La historia de la película va más allá del mero entretenimiento de un parque temático dentro de Disney World, y utiliza ese espacio real y todavía existente, donde la empresa ofrecía el sueño de un futuro mejor a los habitantes de una Tierra que se expandía hacia otras dimensiones del universo, a través de la exploración espacial. Por entonces, Walter era un niño convencido de que cualquier invento, aunque sólo fuese potencialmente utilizable, era sinónimo de evolución y esperanza y lo suficientemente motivador como para producir un efecto multiplicador entre gente segura de poder aportar a la creación de un “maravilloso mundo”. Pasado más de medio siglo de todo aquello, la mirada de Jack cambió de signo. Guerras, hambre, gobiernos inestables, una humanidad decadente, le quitaron las ganas de luchar. Pero siempre hay nuevos adolescentes que sueñan, como la jovencita Casey Newton (Britt Robertson), y quizás siga existiendo Athena (Catie Cassidy), la niña de todos los tiempos que condujo a Walter de entre las atracciones del parque de diversiones a ese “mundo del mañana” que se gestaba en sus entrañas, donde “los mejores” buscaban la llave de un futuro mucho más promisorio del que terminamos viviendo. Entre ese mundo en otra dimensión y el actual, la conexión es un pin tecnológicamente tan avanzado que permite atraversarlas de manera instantánea y transcurrir esta aventura donde los personajes ya no soñarán, sino que serán los responsables de que ese mundo del mañana no se vea estropeado por las condiciones del actual. Con las mejores intenciones, un elenco que fluye, un director probado y un presupuesto bien invertido en efectos, la falla de Tomorrowland radica en su indefinición entre el entretenimiento y la fábula en exceso reflexiva, un sube y baja que se salva porque esto es Disney, y la empresa no falla cuando se trata de producir atracción.
El Marigold tiene pasaje completo Con un elenco de ilustres, la comedia americana y de acento inglés repite una fórmula que le dio frutos. “Si resulta, para qué cambiar..." parece haber sido la premisa del guionista Ol Parker y el directo John Madden frente a la secuela de El exótico Hotel Marigold, una comedia dramática de 2012, que reunió a la crema de la actuación británica y le sumó el ingrediente hindú que le aporta. Buena parte del reparto coral de la primera película constituye el pasaje inamobible de este segundo tour, al que se incorporan Richard Gere y Tamsin Greig, un poco de cada etnia para continuar el balance que dio buenos resultados en el pasado y procura repetirlos en esta nueva edición. La trama continúa la historia previa, aunque no es necesario ver la primera película para entrar en clima con la secuela. Sonny, el joven hindú que logró rescatar al derruido Hotel Marigold, que ya tiene pasajeros permanentes, pretende expandir el negocio abriendo una sucursal con ayuda de Muriel una mujer que aprendió los beneficios de la amabilidad. Aunque los problemas edilicios son menores, el trajín que implica el proyecto más una boda en en curso y la presencia de nuevos -misteriosos- pasajeros, dan para llevar y traer y repetir las andanzas de un grupo de adultos mayores que encuentran en este espacio un lugar donde renovar oportunidades y reinventar la vida. Las diferencias respecto del filme anterior son funcionales a la historia, siempre con final confortante y un marco fotográfico y turístico, un buen condimento.
Liam Neeson cambia su búsqueda El actor irlandés vuelve a ponerse a las órdenes de Jaume Collet Serra, un director que le confía la escena. Cuesta ver a Liam Neeson en una película de acción, con agentes secretos inmiscuidos, y no asociarlo con el personaje que encarnó durante tres Búsqueda implacable (2008, 2012, 2014). Tan fuerte resulta esa imagen que, en ocasiones, el común del público olvida que este actor irlandés hizo, entre tanto, los dramas Cinco minutos de gloria y Chloé, que fue el león Aslan para Las Crónicas de Narnia, y el policía bueno y policía malo para La película de Lego, amén de participar en las comedias Brigada A y Mil maneras de morir en el Oeste. En Una noche para sobrevivir vuelve a responder a las órdenes de Jaume Collet-Serra, quien lo condujo en Desconocido (2011) y Sin escalas (2014). Compone, de taquito, como solo él sabe y con un director que parece entregarle la escena en bandeja, al mercenario Jimmy Conlon, quien se hizo conocido como "El Cavatumbas", quien se siente perseguido por los pecados del pasado y por el detective de la policía que ha ido detrás de él durante 30 años. Su refugio es el alcohol, hasta que su hijo Mike, a quien no ve desde hace años, se convierte en el principal objetivo de la organización por la que él mismo entregó su vida. Entre dos amores, cuenta con una noche para resolver la encrucijada. Fuerte, tensa, con buen ritmo. ¿Lo mejor? El duelo actoral de Neeson con Ed Harris, como ese aliado que Conlon nunca quiso tener de enemigo. Un regio contrapunto.