Cuatro historias y una ciudad de fondo pueden, en sí mismas, componer una narración más global en la cual el espectador puede empatizar y conectar con todos o con alguno de sus protagonistas. Eso es Sobre las Nubes, película de María Aparicio que se estrena este jueves 16 de marzo en el Cine Gaumont y más tarde en el Cine Club Hugo del Carril en Córdoba. Ganadora de la Competencia Argentina en la última edición del Festival de Mar del Plata, la cinta cuenta las historias de Ramiro (Leandro García Ponzo), quien cocina en un bar; Hernán (Pablo Limarzi), un técnico que no consigue trabajo; Nora (Eva Bianco), enfermera en un hospital; y Lucía (Malena León), empleada en una librería. Seguiremos sus pasos durante todo un año en su búsqueda de trabajo, amor, compañía y conexión. Filmada en blanco y negro, los relatos están tan bien contados y balanceados unos con otros que se logra la cohesión que denota lo que es vivir en una ciudad. Es por eso que los espacios que se utilizan también tienen un protagonismo importante durante las dos horas de cinta. Cada perspectiva se trata con la sensibilidad necesaria para un film de estas características. Cada actuación tiene lo justo para que el espectador se conecte con sus vivencias y empatice con ellos. Y como cada persona es un mundo, esto también permite que la experiencia de la audiencia sea única e irrepetible, lo que la hace aún más interesante. Sobre las Nubes es una historia que habla de todos, de nuestra necesidad de conectar, de estar presentes, de ser alguien, de querer a alguien. En pocas palabras, habla de estar vivos.
Existen películas que, de haberse filmado dentro de otro contexto, la historia a contar habría sido completamente distinta, o hasta quizás inexistente. Este es el caso de la opera prima del director tunecino Mehdi M. Barsaoui, El Engaño, que es uno de los estrenos de cine de la semana del 9 de marzo. En Tunez, el jovencito Aziz (Youssef Khemiri), de 11 años, es alcanzado por una bala proveniente de un ataque terrorista en el sur del país. En el hospital, a sus padres, Fares (Sami Bouajilla) y Meriem (Najla Ben Abdallah), se les revela un secreto que cambia la vida de toda la familia. Es a partir de ahí que ambos deben responsabilizarse por sus acciones y entender que más allá de todo, su hijo corre peligro de muerte. El mayor peso de la cinta recae en las grandes actuaciones de sus protagonistas: Sami Bouajilla y Najla Ben Abdallah. Las escenas entre los dos son electrizantes y por separado cada uno logra contar y defender su punto de vista de forma magistral. Con una sólida narrativa que sólo se centra en ellos, el film va al grano desde el minuto uno y no deja de mostrar una realidad de un país, en donde una madre no solo no tiene voz ni decisión sobre el destino de su hijo, sino que es capaz de ser castigada por adulterio. Es desgarrador y llena al espectador con una sensación de impotencia. Con esto dicho, El Engaño es una atrapante película situada en un contexto sociopolítico complicado, con sólidas actuaciones y con un final… ni bueno ni malo. Es un final y listo.
La música es movimiento, nos lleva de un lado a otro, de una emoción a otra. Esa es su verdadera fuerza, es en esos momentos de pura magia que nos podemos sentir más invencibles que Thanos o más sensibles que Hamlet. Los directores de orquesta tienen, inconscientemente o no, el poder de manejar los tiempos de esas emociones. Un poder inmensurable. Tár es un film dirigido por Todd Field, nominado a 6 premios de la Academia, que llega a los cines el jueves 9 de febrero. La cinta se centra en la vida y obra de Lydia Tár (Cate Blanchett), una reconocidísima directora de orquesta que está a punto de lanzar sus memorias y de grabar la quinta sinfonía de Gustav Mahler. Hasta que un hecho es capaz de cambiarlo todo. El mayor aliciente de esta película es, sin duda, la interpretación de Cate Blanchett. Y es cierto, una actriz que nunca decepciona lo ha hecho una vez más, y se entiende por qué es una de las grandes candidatas a ganar el premio Oscar por Mejor Actriz Principal. Lydia Tár es un personaje con varias capas: madre cariñosa y protectora, manipuladora, meticulosa, misteriosa, ambiciosa, paranoica. Y Blanchett logró una actuación que podría ser una de las mejores de su carrera. Sublime. Otra cosa a destacar es la música. Al ser el elemento principal del film, se utiliza como la forma de expresión más pura de la protagonista, y al ser desde su punto de vista, no escuchamos más que lo que escucha ella. Y eso le aporta profundidad y tensión a la cinta. Tampoco tiene miedo de meterse con un tema tan sensible como la cancelación y lo dura que es para quien la sufre. Eso sí, nunca se ponen en tela de juicio los hechos sino en la crudeza de la condena social: “Ser acusado es lo mismo que ser culpable”, es la frase cabecera en Tár. Parece, a grandes rasgos, un argumento simple, pero en el fondo también esconde una complejidad que puede abrir varios debates actualmente relevantes de nuestra sociedad en temas de género: el rol de la mujer en un mundo de hombres y el trabajo que requiere llegar y mantenerse en la cima; la constante necesidad de probarse como profesional -esto lo demuestra la primera escena de la entrevista que parece hecha, más que para conocer a Lydia, para que el público compruebe lo capaz que es- al contrario de los colegas. Es para verla más de una vez, pero con paciencia porque dura dos horas y media y puede resultar pesada y lenta.
Existen documentales que van más allá y además de lograr empatía por parte del espectador, también sacan a la luz hechos que muchos creían olvidados. Este es uno de ellos. En Cumplimento del Deber, dirigido por Jorge Gaggero y narrado por Cecilia Roth, se estrena en el Cine Gaumont el próximo jueves 9 de febrero. 5 de febrero de 2014. Siete dotaciones de bomberos llegan al barrio de Barracas para sofocar un incendio en el depósito de Iron Mountain, que resguarda los archivos bancarios de grandes empresas y corporaciones. Durante los primeros minutos del operativo se desencadena un derrumbe, que causa la muerte de siete bomberos y dos miembros de defensa civil. Lo que empezó considerándose algo accidental, con el paso de los días y las pericias, se develó una trama de corrupción que actualmente no tiene a nadie en prisión. Durante la poco más de una hora de duración, la cinta muestra a través de distintos testimonios de economistas y sociólogos los por qué del incendio y las subsiguientes irregularidades políticas. También participan los familiares de los fallecidos, quienes enfatizan la falta de contención psicológica por parte del Estado y todavía piden justicia a nueve años de la tragedia. Documentales así no merecen una crítica porque sería quitarles el valor que verdaderamente tienen: el de mostrar todos los hechos, reclamar que no quede impune y recordar a los héroes que dieron su vida en cumplimiento del deber: Eduardo Conesa, Leonardo Day, Anahí Garnica, Maximiliano Martinez, Juan Matías Monticelli, Damián Veliz, Facundo Ambrosi, Sebastián Campos, Pedro Baricola y José Mendez; sin olvidar a Mario Colantonio y Diego Oneil, bomberos voluntarios que se quitaron la vida tiempo después.
Hay decisiones en la vida que son difíciles de aceptar, y más si se trata sobre uno mismo. Esto y más tienen que enfrentar los protagonistas del film nominado a 9 premios Oscar, Los Espíritus de la Isla, escrita y dirigida por Martin McDonagh, que se estrena en cines este jueves 2 de febrero. Es un día normal en la isla de Inisherin, Irlanda, cuando de repente Colm (Brendan Gleeson) decide dejar de ser amigos con Pádraic (Colin Farrell). Como este último se niega a aceptar la situación, intentará por todos los medios arreglarla con ayuda de su hermana (Kerry Condon) y el joven Dominic (Barry Keoghan). No por nada cada uno de sus cuatro protagonistas tienen nominaciones al Oscar. Son ellos los que llevan la humanidad del libreto a la pantalla y lo hacen admirablemente. Colin Farrell con su insistencia incansable, Brendan Gleeson con su vulnerabilidad reprimida, Kerry Condon con su fuerza imbatible y Barry Koeghan con su inocente ingenuidad. Ellos son Inisherin. En una isla donde no pasa mucho, y hasta la almacenera de la zona pide noticias como si fuera limosna, sucede demasiado en el interior de cada uno de los personajes, que la audiencia deberá analizar, porque nada está servido en bandeja en esta cinta. Es muy interesante cómo se plantean y se desarrollan estos conflictos. En ese sentido el guion de Martin McDonagh -nominado al Oscar como Mejor Guion Original y Mejor Director- funciona a la perfección. Parece una película simple, pero está muy lejos de serla. A pesar de su lento desarrollo y tomarse su tiempo para cada situación, tiene una complejidad emocional sólo comparable con la vida real. Definitivamente dejará reflexionando al espectador mucho después de verla.
A lo largo de su carrera, Steven Spielberg dirigió películas con historias que tenían algunos elementos de su vida -lo ha mencionado varias veces-. Con Los Fabelman, él es la película. El film, nominado a 7 premios Oscar (incluyendo Mejor Director y Mejor Película), se estrena en cines el próximo jueves 26 de enero. Después de ver El Mayor Espectáculo del Mundo (1952), un pequeño Sammy Fabelman (Gabriel LaBelle) descubre la magia del cine. Con la ayuda y el apoyo de sus padres (Michelle Williams y Paul Dano) empieza a filmar sus propias historias. Y mientras más lo hace con el pasar de los años, más se refugia en ellas, como si fuesen un escape de todo lo que le sucede. Estamos ante la cinta más personal del realizador de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977). Durante la pandemia se convenció, después de tantas presiones familiares, que era necesario sacar a la luz este proyecto. Por eso se junta con su amigo y uno de sus mejores guionistas, Tony Kushner (Munich, Lincoln) para concebir a esta familia judía proveniente de Arizona. Y lo bien que lo hacen. No sólo es una película coming-of-age, también es una carta de amor a los films, a su magia y al poder que tuvieron, y siguen teniendo, sobre el mismo Spielberg. El elenco es de mil maravillas: la vulnerabilidad y la calidad artística de Michelle Williams (nominada al Oscar como Mejor Actriz) como Mitzi Fabelman; la ingenuidad, el empeño y el cariño de Paul Dano como Burt Fabelman; la energía inigualable de Judd Hirsch (nominado al Oscar como Mejor Actor Secundario) como el Tío Boris; y la mirada curiosa y concentrada del Sammy Fabelman que interpretó Gabriel LaBelle, quien captó los ritmos y las actitudes del propio director. Imposible no verlo cuando aparece en pantalla. Tampoco podía faltar la fotografía y la visión de Janusz Kaminski, tan unida a la de Spielberg que se entienden con una sola mirada. El cinematógrafo de La Lista de Schindler logró plasmar ese encanto mágico tan icónico de él, haciendo de cada plano algo único. Quien también entiende al director es John Williams, encargado de la banda de sonido. A sus 90 años recibió una nueva nominación al Oscar, por el trabajo realizado. El compositor fue otro de los que aportaron su épica a esta obra de arte con momentos tan bien marcados. La palabra inglesa fable significa fábula. Y esto es lo que puso Steven Spielberg en la pantalla grande con Los Fabelman. Esta es su fábula, su historia, la que le faltaba contar, y lo hizo a través de su lente. Como lo hizo durante toda su vida.
Los realizadores que ganaron un Oscar dirigen lo que quieren y cómo quieren. Damien Chazelle, creador de Whiplash (2014) y La La Land (2016), vuelve a la pantalla grande con una de sus apuestas más ambiciosas hasta la fecha. Babylon es un film escrito y dirigido por él que llega a las salas de cine el próximo jueves 19 de enero. California, años ’20. El cine mudo dominaba la industria con cortos y películas que se estrenaban todas las semanas. Pero había gente que pensaba que hacía falta algo más, y llegó el cine sonoro, que dejó a su paso varias carreras y trabajos -una locura bastante parecida al mudo, pero con más tecnología-. La cinta, que transcurre en ese momento preciso de transición entre ambos, sigue la historia de varios personajes como Manny Torres (Diego Calva), el che pibe que va creciendo en el negocio desde la nada misma; Nellie LaRoy (Margot Robbie), una actriz que causa sensación de la noche a la mañana; y a Jack Conrad (Brad Pitt), el más querido de los actores con la reputación de un galán. Chazelle lo hizo de nuevo: agarró lo mejor de sus dos mejores películas y los concentró en una sola historia. Al mejor estilo Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001), desde el comienzo arma secuencias fuera de lo común para mostrar la demasía y los caprichos de un Hollywood que filmaba 5 cosas al mismo tiempo, con peligro a que se quedaran sin luz natural, sin cámaras y sin extras a quienes pagar porque estaban en huelga por bajos salarios -sin contar que también ponían en riesgo su vida-. El ritmo en Babylon es uno de sus grandes aciertos y el realizador sabe cómo hacerlo; esto se nota en el gran manejo de los silencios, una herramienta tan necesaria como el diálogo. Y la música de Justin Hurwitz que calza tan bien en la historia, incluyendo unos varios guiños a La La Land que pueden tocar la nostalgia de sus fans. Presten atención que son inconfundibles. Y si de actuaciones se habla, es necesario resaltar a Margot Robbie, quien sigue desafiándose papel a papel y demuestra por qué es una de las mejores actrices en la actualidad; la vulnerabilidad, el libertinaje y la audacia de su personaje la hacen atrapante de ver en pantalla. Por otra parte, ya sabemos que Brad Pitt tiene lo necesario para hacer de galán con problemas de mujeres y bebida -por momentos fue difícil separar a la persona real de su interpretación-; y no decepciona. Después está un Diego Calva que, como Manny, sirve como eje y perspectiva de todo lo que sucede, y como espectadores, es imposible no identificarnos con él y su forma de ser. Y no puedo no mencionar a la maravillosa Jean Smart como Elinor St. John, una erudita periodista de cine y sus estrellas; ella es la portadora de varias verdades y su rol, aunque no clave, sí denota una presencia inigualable dentro de la cinta. Tanto la Babilonia -de donde deriva el título de la cinta- bíblica como la verdadera, fueron símbolos de lo bueno y lo malo en las civilizaciones humanas. Trazando un paralelismo, podríamos decir que Hollywood es una Babilonia en sí. Pero, más allá de esto, con lo positivo y lo negativo, los excesos y la magia, Babylon es también un homenaje a quienes formaron parte de la industria cinematográfica que actualmente sigue inspirando a cada vez más personas todos los días. Son un poco más de tres horas de puro deleite audiovisual liderado por un sublime Damien Chazelle.
Los dos mayores atractivos de una película de acción son el director y su estrella. Y en este estreno, la combinación no falla. Agente Fortune: El Gran Engaño es lo último de Guy Ritchie (Sherlock Holmes, Snatch: Cerdos y Diamantes) y está protagonizado por Jason Statham; por lo que se garantiza pasar un buen rato. El film llega a las salas de cine el próximo jueves 12 de enero. Luego de una emboscada donde ocurre el robo de un objeto no identificado, el gobierno del Reino Unido recluta a uno de sus mejores agentes Orson Fortune (Jason Statham) para recuperarlo y evitar su uso posiblemente catastrófico. Durante la investigación descubren que el millonario Greg Simmonds (Hugh Grant) podría estar involucrado, y utilizan al reconocido actor Danny Francesco (Josh Hartnett) para infiltrarse en su entorno. Es la típica comedia pasatista que recorre el mundo (Londres, Madrid, Turquía) con el toque de acción que sólo Guy Ritchie le puede dar; siempre encuentra un ángulo nuevo para filmar sus escenas. No lo lleva al extremo, pero se disfruta de todas formas. El elenco es otro gran gancho, ya que todos y cada uno entienden el código de la cinta, y funcionan como una máquina bien aceitada. Y no sólo Jason Statham, que es uno de los reyes del género y lo sigue demostrando con cada película que hace. Además tiene ese toque Harrison Ford: tan serio que es gracioso, hasta que empiezan las piñas. El trío Josh Hartnett, Hugh Grant y Cary Elwes se pasa, sin más palabras. Y la participación de Aubrey Plaza, que no hace falta decir que cuando la pelota está en su cancha la clava en el ángulo. Agente Fortune: El Gran Engaño está más cerca del humor de Sherlock Holmes que del de Los Caballeros (2019) y no es tan crudo como Justicia Implacable (2021), pero funciona. Tiene todos los elementos para pasar casi dos horas en la sala comiendo pochoclos viendo una de Guy Ritchie.
Si les hace falta llorar un ratito, no lo piensen más, esta es su película. Del director Marc Forster, responsable de Descubriendo el País de Nunca Jamás (2004), llega Un vecino gruñón, que está basada en una novela sueca que ya fue adaptada en 2016. El film, a estrenarse el próximo jueves 12 de enero en cines, usa a ambas como fuente de inspiración. Otto Anderson (Tom Hanks) es una persona que se queja de todo con todos -en algunas cosas tiene razón-. La pérdida de su esposa lo hace retraerse aún más y quiere terminar con su vida. Todo cambiará cuando llegue una vecina nueva, Marisol (Mariana Treviño), y su familia a frustrarle todos sus intentos pero también a darle otra perspectiva a su mundo. El suicidio es un tema muy delicado, sin embargo no es el centro de la cinta; es el cómo se sigue viviendo cuando la otra mitad ya no está. Es muy fuerte en ese sentido. Sí, Otto es un cascarrabias, pero no sin sus lógicas razones que la audiencia descubrirá mientras se desarrolla la película. Cuenta con un muy buen elenco: empezando por Mariana Treviño que es una hermosa y gran chispa de gracia, diversión y honestidad; perfecta para contrarrestar la fuerza gruñona de un Tom Hanks, que aunque no está en su mejor papel, ya se sabe de memoria las herramientas para una correcta interpretación. Los acompañan buenas actuaciones, ninguno sin sobresalir, más allá de la presencia de Truman Hanks como un joven Otto. Con otro ritmo, hablaríamos de otra película, ¿mejor? no sé; pero la advertencia está hecha: si ven Un Vecino Gruñón no esperen solamente una comedia, tiene drama de sobra. Es un golpe bajo que honestamente no se necesita, a menos que el espectador se prepare para ello.
Desde su estreno en la última edición del Festival de Venecia que Hasta los Huesos, de Luca Guadagnino, pisó muy fuerte: ganó el León de Plata por Mejor Dirección y su protagonista Taylor Russell obtuvo el premio Marcello Mastroianni como mejor actriz. La película, que llega a los cines el próximo jueves 1 de diciembre, también obtuvo 3 nominaciones a los premios Independent Spirit: Mejor Película, Mejor Performance Principal (Taylor Russell) y de Reparto (Mark Rylance). Maren (Taylor Russell) es una joven que recorre Estados Unidos en busca de su madre. En el camino conoce a Lee (Timothée Chalamet), otro viajero, con quien comparte un apetito fuera de lo común -canibalismo, para ir al grano-. Ambos, fuertemente marcados por su pasado, sólo necesitan aceptarse y que, a pesar de esta particularidad, son seres humanos que quieren vivir su vida. El film, basado en el libro de Camille DeAngelis, tiene elementos del suspenso y el terror, mezclado con una historia de amor y una pizca de película coming-of-age en el medio. Desde el principio que no es fácil de ver pero, sin embargo, el director italiano logra que el espectador vaya más allá de lo grotesco y el gore para poder apreciar el romance entre dos personas. Al fin y al cabo es la base de lo que se quiere contar. Si hay algo que no sobra acá es elenco, empezando por Timothée Chalamet -segundo protagónico con Guadagnino después de Llámame por tu Nombre-, un actor que vive de entender la vulnerabilidad de sus personajes y, aunque no sorprende en su rol, es un lujo verlo en pantalla. Por otra parte, la mayor fuerza antagónica de la cinta se la lleva el ganador del Oscar Mark Rylance, quien aprovecha todo lo despreciable de su rol y lo exterioriza con una sutileza que da asco, en el mejor sentido de la palabra. Pero quien lleva a cuestas el mayor peso del film es la protagonista Taylor Russell, no sólo por su impresionante feedback con Chalamet sino también por su manejo emocional a lo largo de la película. Con un poco más de dos horas de duración, Hasta los Huesos tiene un desarrollo tranquilo y se toma su tiempo; sin embargo, es en los momentos claves, que saben atrapar al espectador, cuando se manejan los mejores ritmos. También ayuda tener a Trent Reznor y a Atticus Ross a cargo de la música. Con escenas no aptas para personas impresionables, no es un film para que lo vea cualquiera, su temática da para mucho debate -nada nuevo para un producto de Luca Guadagnino- y hay que darle tiempo para procesarla. Sorprende y deja a la audiencia al borde del asiento, como cualquier historia de suspenso… y de amor.