Obra maestra de una trama conocida El nuevo film de Steven Spielberg, protagonizado por Tom Hanks y Meryl Streep, está basado en uno de los mayores escándalos periodísticos y políticos de Estados Unidos. "Si una película es buena, conocer su final antes de verla no cambiará tu opinión”, dice un refrán cinéfilo que resalta el entrelazado argumental de los cien minutos más o menos que puede durar un filme, en vez de supeditarse a lo que sucede en su desenlace. En el mundo actual está muy presente la cultura de “no spoilear” -no contar cosas importantes de la trama-. En ese ámbito y como contraataque a ese pavor del Spoiler, se estrena “The Post: Los oscuros secretos del Pentágono”, que está basado en hechos de público conocimiento en Estados Unidos pero que no por ello, deja de ser una excelente película. El filme está basado en los hechos reales de “Los papeles del pentágono”, escándalo político estadounidense sobre las causas y consecuencias de la Guerra de Vietnam que se expuso en la prensa y desató el odio contra Nixón a principios de los ‘70. El director de The Washington Post, Ben Bradlee (Tom Hanks) y Katherine Graham (Meryl Streep), su editora, deben enfrentarse a un dilema ético cuando tienen en sus manos la investigación sobre los detalles de la guerra de Vietnam que el Pentágono guardó por muchos años, mintiéndole a la sociedad. Las amenazas de cierre del diario por parte del gobierno los ponen en un dilema moral: Jugarse todo por la libertad de expresión, o callar y perder la credibilidad como medio de prensa. En esta industria del espectáculo tan extraña, el director de “The post...” quiere retratar un momento histórico de Estados Unidos, contando una historia que la mayoría de los estadounidenses conocen enteramente, y la didáctica entra en juego para no solo mostrar planos como solo Spielberg puede hacer, aprovechando lo digerida que está la trama, sino que, con sus recursos únicos, el cineasta sabe como impregnar misterio a pesar de que su final ya sea de público conocimiento. La dupla Streep-Hanks hace que todo se magnifique aún más, con actuaciones memorables con estos dos históricos de Hollywood.
El juego de póker, fortuna y pérdidas "Apuesta maestra" es un film que trata sobre una mujer que debe abandonar su prometedora carrera en el ski por una lesión. La película sabe equilibrar el drama con el thriller y cuenta con una excelente actuación de Jessica Chastain. "Apuesta maestra” llega a los cines de Argentina a un mes de su estreno en Estados Unidos, con el pelotón de las películas guardadas hasta que se dieran a conocer las nominaciones a los Oscar. Si bien tuvo buena aceptación en los festivales, y algunas nominaciones en los Bafta y Globos de Oro, la fortuna no acompañó a la película escrita y dirigida por Aaron Sorkin y no logró estar entre las candidatas para la Academia. Sin embargo, vemos un film que sabe equilibrar el drama con el thriller, con un guión inteligentemente marcado -como le gusta a Hollywood, complejo en tema y simplificado para el entendimiento de la audiencia- y entretenido. Molly Bloom ( Jessica Chastain) debe abandonar una prometedora carrera en el ski por una grave lesión. Tras graduarse de la universidad, se muda a la ciudad y, con el deseo de vivir mientras sobrevive con el poco dinero que tiene en el bolsillo, conoce a un hombre para el que comienza a trabajar como secretaria. Sin embargo, cuando su jefe la inicie en el mundo de la organización de partidas de póker clandestino, entenderá que el dinero fluye rápidamente por lugares no muy legales y, al aprender del negocio, decide lanzarse sola y crea un imperio por lo que, tiempo más tarde, sería llamada “La princesa del póker”. En el medio, se encontrará con todo tipo de problemas -drogas, robos- y personas: adictos, estafadores, gente que sacará provecho de la situación -como ella siempre lo hizo- y hasta deberá lidiar con la mafia, lo que le trajo sus problemas más grandes. En Estados Unidos, las historias de vida famosas llevadas al cine suelen tener éxito. Hay algo entre lo real y lo que el público imagina, que genera placer al verse ilustrado aunque se trate de algo más ficcional que verdadero. En pocas palabras, la gente compra la verdad que el cine vende, aunque eso sea distante de lo que realmente ocurrió. Un éxito similar tienen los relatos sobre el dinero, ganado lícita o ilícitamente. El “sueño americano”, como se suele llamar al éxito económico logrado gracias a la astucia o virtud propia, se mezcla con la emotividad de la autosuperación, y todo termina entre lágrimas por el orgullo y la valoración monetizada. Dentro de esa frivolidad, Sorkin encuentra una buena historia que contar, escapándole al paradigma del conflicto romántico, pues pese a que la protagonista es mujer, no hay historia de amor, lo que es, de por sí, un logro pocas veces visto en el mainstream. También hay que destacar las actuaciones de Chastain, que se come el filme, y de Kevin Costner, que en sus pocos minutos en pantalla demuestra que aún está en forma para regalarnos grandes performances.
El uruguayo Gustavo Hernández se lanza con su primer gran producción tras dos filmes que lo mostraban como una promesa del cine de género latinoamericano. Deja de lado el estricto terror para hacer un thriller psicológico. La historia de "No dormorás" comienza cuando Bianca (Eva de Dominici) es contactada por un escritor (Germán Palacios) para que se sume al nuevo proyecto teatral de la directora Alma Bohn (Belén Rueda), una performance experimental que se realizará en un psiquiátrico abandonado. Allí, deberán trabajar con un texto de un autor anónimo, pero para conseguir que sus actores saquen de adentro lo más profundo de sus sentimientos, Alma los hace experimentar el insomnio mediante una serie de ejercicios. Como parte del elenco la obra están un actor y asistente (Juan Guilera) y una actriz (María Eugenia Tobal). Cuando Bianca comienza a destacarse por su capacidad de experimentar con el más allá durante el tiempo que permanece insomne, se descubrirán las verdaderas intenciones de los involucrados, pero quizás sea muy tarde para escapar. Con buenas intenciones, y efectiva cuando apunta a asustar o generar suspenso, "No dormirás" se eleva por sus recursos de efectos especiales sin abusar de ellos, por la actuación de Belén Rueda, pero más que nada porque impregna de oscuridad el ambiente, transportando al espectador a ese mundo oculto.
El nuevo filme animado, dirigido por Lee Unkrich, está sumergido en la cultura, la espiritualidad y el amor por la familia existente en México. "Nadie ama la vida más que los mexicanos, porque somos muy concientes de la muerte. La belleza de la vida convive de cerca junto al único lugar al que todos vamos a ir. Todos estamos en un tren cuyo destino final es la muerte. Así que durante el camino en el tren, vamos a vivir, con belleza, amor y libertad". La reflexión le pertenece al director mexicano Guillermo del Toro, tras ganar el Globo de Oro por "La forma del agua". Si bien el filme no tiene nada que ver con "Coco", ese vínculo dual del que habla el cineasta, de la vida atada a la muerte que no se teme, es uno de los atractivos principales de la producción de Disney-Pixar. Si hay algo que sabe hacer la franquicia de animación más importante del mundo, es darle humanidad a cualquier historia. Con buen tino, en tiempos en los que los latinos se multiplican de a millones en Estados Unidos, con gran porcentaje de mexicanos, Disney-Pixar produce un filme dirigido por Lee Unkrich, que respeta sus tradiciones y se alimenta de ellas: todo el metraje está sumergido en la cultura, la espiritualidad y el amor por la familia existente en México, en una historia universal. Miguel es un niño que tiene el sueño de convertirse en cantante, pero su familia se lo prohíbe porque odia la música. Cuando tiene la posibilidad de probar su talento en un concurso del pueblo, le rompen la guitarra y desesperado por tocar, el mismo día que se celebra el Día de los Muertos en México, entra al cementerio y roba la famosa seis cuerdas de su ídolo Ernesto de la Cruz. Pero cuando las toca, mágicamente viaja a la Tierra de los muertos, encontrándose con sus familiares fallecidos. Sus antepasados lo recibirán pero se enojarán cuando él pida su bendición para transformarse en músico, por lo que Miguel se quedará en el lugar, buscando a su tatarabuelo, única persona que le daría el visto bueno a su sueño. Allí, conoce a Héctor (voz original en inglés y español de Gael García Bernal), un simpático vagabundo que lo ayudará a conseguir su objetivo. Con una ambientación muy bien lograda y una historia conmovedora, "Coco" atrapa desde su universalidad sobre la familia, hasta sus peculiaridades (comida, costumbres, folclore), sus colores y su trabajo digital. Si bien podría observarse que guarda algunas semejanzas con la historia de "Moana", anterior producción de Pixar en cuanto a la búsqueda de raíces, "Coco" es, por fuera de su carácter familiar y género animado, uno de los grandes estrenos de 2018.
El juego cambió y la comedia mejoró La secuela del clásico protagonizado por Robin Williams trata sobre un grupo de adolescentes que es transportado a la selva. El film escapa a puntos esenciales del original pero se convierte en la primera gran comedia familiar del año. Era casi imposible escapar al prejuicio. Una secuela inesperada para una película filmada hace más de 20 años, que se convirtió en clásico y que contaba con el gran Robin Williams como protagonista. En esta oportunidad, el elenco incluye a Dwayne “La Roca “Johnson, Jack Black, Nick Jonas y Kevin Hart, y desde el trailer veíamos que la acción se transportaba a la selva. Así de arriesgado todo el panorama, “Jumanji: En la selva”, filme dirigido por Jake Kasdan -que tiene en su haber algunas comedias de mitad de tabla- escapa a puntos esenciales del filme original y al ponerse a “jugar” en el más amplio sentido de la palabra, resulta en la primera gran comedia familiar del año. Spencer (Alex Wolff), Bethany (Madison Iseman), Fridge (Ser’Darius Blain) y Martha (Morgan Turner), son cuatro adolescentes que por diferentes motivos son castigados en una sala que deben limpiar en su escuela. Este aire a “Club de los cinco” (1985) mantiene el filme a través de la consagración de una amistad, en principio impensada. Todo el conflicto comienza cuando encuentran una vieja consola de videojuegos y al empezar a jugar a “Jumanji”, son transportados a la selva, pero sus cuerpos son reemplazados por los avatares virtuales prediseñados. Spencer se transforma en Dr. Smolder Bravestone (Johnson), Bethany en el Profesor Shelly Oberonun (Black), Martha en Ruby Roundhouse (Karen Gillan), y Fridge en Franklin “Mouse” Finbar (Kevin Hart). Antes de que puedan acostumbrarse a sus cuerpos, con habilidades y defectos como cualquier personaje de videojuego, deberán aprender a jugar y a ganar, si es que quieren salir de la selva con vida y volver al mundo real. “Jumanji: En la selva” no guarda respeto por el filme original, más allá de alguna referencia a Alan Parrish, y gracias a la cobertura del género ciencia ficción, tampoco se preocupa por explicar mucho los motivos por lo que sucede todo. En cambio, bien utiliza su metraje para establecer nuevas reglas, y divertir de comienzo a fin, con buenas dosis de acción. Es destacable la intención de no hacer una película más de La Roca, algo que sucede con todas las producciones que protagoniza, y el actor sirve tanto a la narración como a la comedia.
“El gran showman” hace agua Algunos datos históricos hablan del empresario y showman P.T. Barnum como un ser nefasto y mentiroso. Otras fuentes, sin embargo, resaltan sus modales, capacidad de negociación, talento para el showbusiness y su humanidad. Y con esas diferencias subjetivas en la historia sobre el primer “famoso” de Estados Unidos, se armó este filme musical biográfico que reivindica no sólo la vida de Phineas Taylor Barnum ( Hugh Jackman), tal era su nombre completo, sino también lo que representa. La historia comienza como un drama de chico pobre a principios del siglo XIX, que no puede estar con la chica aristócrata de la que se enamora. Al quedar desamparado tras la muerte de su padre, comienza a ganarse la vida como puede, hasta que llega a establecerse, crece, se casa con aquella chica anhelada (Michelle Williams), y tiene dos hijas, pero se da cuenta que aún no ha cumplido con su sueño, darle una vida próspera a su familia. A pesar de que su esposa le insiste que ya lo tiene todo, él decide ir por más y dedicarse al mundo del espectáculo. Con una garantía falsa compra un museo de particularidades, y comienza a llenarlo de gente extraordinaria, como una mujer barbuda que cantaba, un enano, un hombre muy alto y otro muy gordo, exagerando todas sus virtudes o defectos. Si bien al principio todo marcha bien para este conjunto de fenómenos, pues por primera vez se sienten respetados en un lugar, convenientemente para el dueño del circo que se aprovecha de sus rarezas, con el paso del tiempo, Barnum no se contentará con el éxito de las masas una vez más. Esa necesidad de vencer, conquistar el mundo que desde niño le fue negado es la que deteriora todo y demuestra la verdadera personalidad de Barnum. En el largometraje se muestra como una “crisis” pero es inocultable, a pesar de la sutileza, que se perciba como una faceta cínica de su vida. En términos de entretenimiento, al ser un musical, Jackman está bien posicionado aunque no alcanza para hacer que la película explote del todo, a pesar de las canciones fuera de época que cantan él y los personajes secundarios. Entre ellos, un desaprovechado Zac Efron solo aparece para hacer más llevadera la historia en la última parte, pero tampoco con mucha gracia. “El gran showman”, al igual que otros filmes en clave dramático como podría mencionarse “En búsqueda de la felicidad”, elevar como icónica esa posibilidad del sueño americano sin importar nada más que lograrlo, como si el fin justificara los medios, algo tan arraigado en la cultura yanqui.
Una parodia con destino de clásico "The disaster artist" de James Franco es un homenaje a la película de culto "The Room". El resultado es excelente, con momentos de comedia y otros de intenso drama. "The room” es una película de culto, un clásico de cinéfilos, pero no por su alta calidad sino por todo lo contrario. El filme es tan malo, está tan mal actuado, que comenzó a ser querido como un “patito feo”. El clamor por la obra de Tommy Wiseau escaló tanto, que incluso algunos críticos se atreven a decir que realmente es una gran película cuando se ve más allá de sus defectos, aunque en estas opiniones siempre esté inmiscuida la parte emotiva. Uno de esos acérrimos fans es James Franco, actor y director que se hizo fuerte en la comedia, pero que también ha protagonizado dramas y películas de género. Y con los recursos y herramientas a su alcance, quiso parodiar/homenajear a su ídolo Wiseau haciendo un “detrás de escena” de “The room”. El resultado, por más que pueda ser paradójico, es excelente. Incluso fue la película ganadora del Festival de San Sebastián, lo que elevó las expectativas hasta su estreno comercial. La pregunta es, entonces: ¿los comentarios positivos de la película tienen que ver con la historia en la que está basada, el cariño por ‘The room’ que aún sigue vigente, o tiene pergaminos propios para erigirse como clásico más allá de esas referencias? Unidos por la mala suerte El actor Greg Sestero (Dave Franco) conoce en una clase de teatro a Tommy (James Franco), e instantáneamente se ve atraído por su personalidad, porque más allá de no tener cualidades artísticas, ve en él a alguien completamente dedicado al drama, y decide acercarse para tratar de aprender de él. Cuando comienza su amistad, Tommy también ve las cualidades pasionales de su aprendiz y así deciden crear su propia película. Si bien pueden encontrarse temas clichés como esa búsqueda de la felicidad, “The disaster artist” habla sobre la amistad de Greg y Tommy, y cómo esa misma relación los empujó a invertir todo en “The room”. Obviamente, con la torpeza de sus protagonistas, el resultado fue a los tropezones, y allí radica toda la comedia que se puede ver, más allá de las impresiones de los hermanos Franco como Wiseau y Sestero que están delineadas por su personalidad tosca, lo que crea gags, pero también momentos de intenso drama.
El equilibrio llegó a ambos lados de la Fuerza "Los útlimos Jedi" es la continuación de "El despertar de la fuerza", la primera entrega de una nueva trilogía de Star Wars. Lo más destacable del film es su capacidad de mantener el ritmo de principio a fin. Hace dos años, “Star Wars” regresaba con el inicio de una nueva trilogía, que continuaba la saga que cronológicamente terminó con Episodio VI, también conocido como “El retorno del Jedi”. “El despertar de la fuerza”, de 2015, transcurría treinta años después de la destrucción de la segunda Estrella de la Muerte, en el que la Primera Orden buscaba el poder absoluto con el líder Supremo Snoke y el ejecutor Kylo Ren (Adam Driver), villano que es nieto de Darth Vader e hijo de Han Solo y la princesa Leia. “El despertar de la fuerza” se refería a que, a pesar de que los Jedi estaban extintos -teóricamente-, la energía que une y equilibra al mundo todavía estaba presente en algunos seres, y se presentaba a la huérfana Rey (Daisy Ridley), como una potencial Jedi. Ella se une a Finn (John Boyega), un stormtrooper desertor y conocen al capitán Poe Dameron (Oscar Isaac), que los une a la Resistencia liderada por la Generala (no más princesa) Organa (Carrie Fisher). “Episodio VII” finaliza con Rey en búsqueda de Luke Skywalker (Mark Hamill), para que la ayude a entender qué hay detrás del poder que posee. Y “Los últimos Jedi”, es decir Episodio VIII, comienza con ese vínculo entre Rey y Luke, que debería ser una secuencia de entrenamiento pero se transforma en algo más oscuro y reflexivo con el correr de las escenas. En tanto, la Resistencia debe escapar de las naves de la Primera Orden que halló la forma de encontrarlos rápidamente mientras viajan por el hiperespacio. Por ello, Finn junto a un nuevo personaje, Rose (Kelly Marie Tran) irán en búsqueda de un hacker mercenario (Benicio del Toro) que es capaz de descifrar códigos necesarios para evitar que la Primera Orden los siga ubicando con facilidad. En tanto, Kylo Ren emprende la búsqueda de Rey y de Luke, para terminar para siempre con los únicos bastiones Jedi de la galaxia. En ese camino, seguirá con bastante introspección sobre su pasado y su futuro. Si la transformación de Anakin (luego Vader) al lado oscuro tenía sus conflictos morales con respecto al poder, Kylo también los posee por el linaje (madre) y los principios (padre) que heredó y se le presentan aunque no lo quiera. Con una duración de 160 minutos, lo más destacable de “Los últimos Jedi” es su capacidad de mantener el ritmo de principio a fin. Incluso en los momentos reflexivos de sus personajes principales, la estructura elegida para narrar la historia hace que cada fotograma valga la pena. También funciona en forma óptima la renovación de personajes, algunos más comprometidos que otros, pero Del Toro, Tran y Laura Dern (que interpreta a la vicealmirante Amilyn Holdo) refrescan la pantalla. Del “lado luminoso de la fuerza”, se destaca en la historia y las subtramas todo lo debatible respecto de la construcción de la identidad (Kylo y Rey) o en las formas en las que se utiliza el poder y sus consecuencias (Luke y Poe). Yendo al “lado oscuro”, debe reconocerse que para llegar a esas dialécticas, el guión se vale de esquemas que ya vimos, dando la sensación de que vemos una mezcla de “El Imperio contraataca” con “El retorno del Jedi”.
España, garantía de buen terror La película está basada en la historia de una adolescente española que murió en un hospital tras confusos episodios "paranormales". El guión, desarrollo, fotografía y actuaciones se amalgaman de manera exacta para hacer que el espectador disfrute del miedo como es debido. Estefanía Gutiérrez Lázaro era una adolescente española que falleció, según registros periodísticos, en un hospital y tras confusos episodios “paranormales” en los que estuvo involucrada a principios de los 90. El cineasta Paco Plaza tomó aquella investigación y la transformó en película. Pero más allá de las semejanzas con la historia original, “La posesión de Verónica” vuelve a demostrar que el cine de género español mantiene su gran nivel y es uno de los mejores del mundo. Verónica (Sandra Escacena) es la mayor de cuatro hermanos, y debe cuidarlos por la mañana y por la tarde, llevarlos al colegio y hasta educarlos. La madre de ellos se la pasa en el bar en el que trabaja, así que la supervisión queda sólo a cargo de Verónica. Un día de eclipse solar, todos los alumnos de la escuela católica a la que asisten los hermanos van hacia la terraza para ver el fenómeno, mientras Verónica y dos amigas van al sótano para, con ayuda de una tabla de Ouija, intentar contactar a su padre, y al novio de una de las participantes, ambos fallecidos. Pero algo sale mal, y la adolescente comienza a ser perseguida por sombras y presencias que amenazan con hacerle daño a sus hermanos. Ella misma comienza a sentir cambios muy extraños en su vida, como sentirse ausente y olvidar cosas que hizo. Las claves Plaza encontró el equilibrio perfecto para que el metraje nunca deje de avanzar y sea ágil, pero sin perder de vista que su victoria estaba en ir aumentando la ansiedad y el miedo a cuentagotas. El elenco infantil ayuda mucho en la narrativa, por lo que llantos y momentos de desesperación dan apariencia de realidad, cuando es sabido que las buenas actuaciones no son el fuerte de este género cinematográfico. En tanto, la protagonista se destaca porque, con gran tino, el director sabe involucrar el drama de la adolescencia que es obligada a abandonar su juventud para transformarse en una pseudomadre, por lo que la cuestión de “salvar” a su familia plantea conflictos mejor llevados y resueltos en la parte final. Si bien no trae nada nuevo a la escena de terror, en “La posesión...” guión, desarrollo, fotografía y actuaciones se amalgaman de manera exacta para hacer que el espectador disfrute del miedo como es debido.
Épica grupal Se trata de una de las películas más esperadas del año debido a todos los personajes que reúne. En el film, Batman, la Mujer Maravilla, Flash, Aquaman y Cyborg se unen luego de la muerte de Superman. La Liga de la Justicia es una de las películas más esperadas en todo el mundo, no sólo por los fans de los comics, sino por espectadores ajenos, incluso alejados de la temática cinematográfica. Todo esto se debe a que este grupo reunido es una congregación de los superhéroes más conocidos. En la Liga de la Justicia veremos a Batman (Ben Affleck), encargado de reunir a la Mujer Maravilla (Gal Gadot), a Flash (Ezra Miller), Aquaman (Jason Momoa), Cyborg (Ray Fisher) y a... ¿alguien más? La película comienza con el duelo por la muerte de Superman, que sucedió en “Batman vs. Superman” y que fue mencionada en la fallida película “Escuadrón suicida”. El relato es de un mundo sin esperanzas, pues Superman era quien representaba más fielmente ese sentimiento. El sobreviviente de esa batalla, que podía acabar con la Tierra, es Batman, que tras conocer la filosofía de su colega, entiende que no puede trabajar solo todo el tiempo y desea unirse a otros individuos con superpoderes para formar un equipo. Por eso la primera parte de la cinta es una necesaria introducción de esos personajes, de los que se destaca Flash, como el crédito cómico y hace recordar -en odiosa comparación para los fans de DC- al Spider Man de Homecoming, la más reciente del arácnido. El grupo no puede ni siquiera comenzar a conocerse, porque rápidamente tiene que enfrentarse a Steppenwolf, un ser todopoderoso, que reaparece tras miles de años y es un viejo conocido de la tribu de la Mujer Maravilla (Amazonas) y de los familiares de Aquaman (Atlántida), que intentará conquistar el mundo. El villano debe reunir tres cajas que le dan el poder para crear ejércitos del mal y crear el infierno en cada mundo que invade. Esas cajas se encuentran en distintas partes de la Tierra y la tarea de la naciente Liga de la Justicia será que el invasor no llegue a juntarlas. El enfrentamiento será, como siempre en estos casos, apocalíptico, y los superhéroes deberán unir sus fuerzas para salvar a la humanidad. Pero como necesitarán un esfuerzo extra, aprovecharán una de esas cajas que tienen en su poder para “traer” a alguien que los ayudará en esa misión. El filme parece ser más decente por jurisprudencia más que por mérito propio. El Universo DC pasó malos momentos con “Batman vs. Superman” y ni hablar de “Escuadrón suicida”, algo que mejoró con la buena apuesta de “Wonder Woman”, que dio un atisbo de esperanza a la franquicia. En ese contexto, “Liga de la Justicia” parece ser un paso adelante en este saneamiento, aunque padece cuando se la pesa al lado de sus contrincantes de Marvel. Al estar un paso atrás, el ingrediente cómico muy presente en “Liga de la Justicia”, a veces parece forzado porque es el esquema que Marvel convirtió en clásico para humanizar a sus protagonistas. La mezcla es, entonces, la épica casi institucional, pomposa y pedante de los héroes, con un par de gags que los bajan a la tierra, pero que no llegan a equilibrar la estructura, dejándola renga.