Diversión sólo apta para occidentales En "La gran muralla", dos mercenarios llegan a China a robar pólvora y combaten con el ejército de ese país a monstruos devoradores de carne humana. Más allá de sus fallas, que van desde el poco compromiso histórico y gags burdos, hasta clichés del cine de acción, como entretenimiento funciona. Calificación William (Matt Damon) y Tovar (Pedro Pascal) escapan de una tribu asiática y en plena fuga se "topan" con la gran muralla china. Los recibe un ejército que nunca habían visto, en número de soldados y estructura. Los europeos andaban por la zona en búsqueda de pólvora, cuando encontraron problemas más serios y son encarcelados porque los consideran peligrosos. Pero vaya suerte la de los forajidos que llegan justo cuando la armada estaba preparada para defenderse de un peligro más grande: bestias gigantes y difíciles de matar, que obedecen las órdenes de una reina que se comunica con ellas telepáticamente. El asedio de las criaturas llega a China cada 60 años, pero por algún motivo el imperio chino no quiere contarle al mundo lo que sucede -para recibir ayuda, por ejemplo- a pesar de que el ejército es consciente de que, de traspasar la frontera de la muralla, los monstruos podrían acabar con el mundo entero. A cargo del ejército chino está el general Shao y la comandante Lin Mae (Tian Ling), que tras un intenso combate descubrirán que son de fiar y aceptarán la ayuda de los guerreros blancos. ¿Made in China? No es fácil pasar por alto que el film está dirigido por el chino Yimou Zhang, una eminencia del cine de artes marciales en su país. Porque si bien el hombre y su nación entregaron muchas joyas a la pantalla grande, "La gran muralla" parece una producción mucho más hollywoodense de lo que debería, estando en manos de semejante cineasta. Es complaciente con Occidente y tiene pocas marcas de cine oriental. Más allá de sus fallas, que van desde el poco compromiso histórico y gags burdos, hasta clichés del cine de acción puestos obligatoriamente (el héroe es el blanco entre miles de asiáticos, por ejemplo), como entretenimiento funciona, quizá por lo lineal y básico de la trama, pues se destaca la imagen, las escenas grandilocuentes en la muralla y la fotografía. En el plano actoral, la interpretación de los protagonistas Pascal y Damon es incluso ordinaria, más allá de la impronta del personaje, porque por momentos parecen ni siquiera estar conectados con lo que les toca vivir, y eso es imperdonable. Entre las fallas en los aspectos intelectuales y narrativos, el largometraje está hecho para la pantalla grande, maravillando (maquillando) con artilugios de acción la pobreza que se desparrama por todos lados. Efectiva nada más que en entretenimiento liviano, "La gran muralla" deviene en un tanque a medio llenar.
El hombre murciélago en su mejor versión salva a Ciudad Gótica "Lego Batman" trata sobre las aventuras del superhéroe hecho de bloques de plástico para arruinar los maléficos planes del Guasón. Yendo de un disparate a otro y aprovechando la inimputabilidad de ser una parodia, la película es una joya entre los filmes de entretenimiento. El Batman de “La película de Lego”, que nos había sorprendido y hecho reír en 2014, regresa con película propia para salvar a Ciudad Gótica de los maléficos planes del Guasón, que se unirá a los villanos más temibles del mundo para vengarse del hombre murciélago. Si bien el film comienza con mucha acción y comedia, y Batman salva el día como es costumbre, todo cambia cuando le dice al Guasón, con el drama de una relación romántica, que él no significa nada en la vida del superhéroe. Comienza entonces una historia hilarante de venganza por despecho. El giro dramático de la historia lo tendrá la aparición de un huérfano que Batman, sin quererlo, termina adoptando y se interpondrá entre él y su misión de salvar al mundo. Yendo de un disparate a otro, valiéndose de su inimputabilidad por tratarse de una comedia animada hecha con bloques para jugar, “Batman Lego” resulta una joya entre los filmes de entretenimiento del año que comienza. Para todas las edades, para todo género, para todo el que disfrute sin culpas de reírse -incluso a carcajadas- durante dos horas. Incluso en clave de parodia, este Batman nos hace olvidar la mala versión de “Batman vs. Superman” de hace un año.
El cerebro no tiene color "Talentos ocultos" trata sobre tres afroamericanas que trabajan en la NASA y sufren discriminación no sólo por su color de piel, sino que también por ser mujeres. Un historia de superación que más que nunca es necesaria en el mundo entero. Tres afroamericanas van a gran velocidad en un automóvil preocupadas por no llegar tarde a su trabajo. Un patrullero las detiene y al ver que trabajan en la NASA, comenta: “No sabía que allí contrataban a...”. Dorothy Vaughan se apresura en contestar: “Mujeres, sí, trabajan muchas mujeres en el programa espacial”, no aceptando que un oficial vaya a degradarlas, y también adelantándose a la posible respuesta temperamental de alguna de sus compañeras. Corría la década del 50 y nada era fácil para la gente de color. Mucho menos si eran de sexo femenino. Pero esas tres mujeres, audaces, que hicieron carne esa búsqueda de la NASA de ser los primeros, se convirtieron en una parte fundamental en la historia espacial norteamericana. “Talentos ocultos” narra la historia basada en hechos reales de las matemáticas Katherine Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe) cuando en plena carrera espacial y en tiempos de la guerra fría, debían librar su propias batallas diarias al enfrentarse a la discriminación y la exclusión. “Los cerebros no tienen color”, dijo su protagonista Henson recientemente en una entrevista resumiendo el tema de la película, que es candidata a Mejor película en los Oscar, y ya cuenta con tres estatuillas como Mejor reparto por otras tres premiaciones. Súper inteligentes Las tres mujeres eran “computadoras humanas”, realizaban los cálculos que ingenieros y científicos de la agencia espacial necesitaban. Johnson fue llamada para trabajar específicamente en el área de Controles de Naves Espaciales para hacer ese tipo de tareas, pero Al Harrison, director del grupo de Tarea Espacial, debió darle las alas que a fuerza de inteligencia quería desplegar. Mary Jackson peleó durante años para transformarse en ingeniera, y tras muchas trabas que incluyeron la petición de un amparo en el ayuntamiento de la ciudad para poder estudiar, se convirtió en la primera profesional en esta categoría en su país. Como supervisora de las otras computadoras, a Dorothy Vaughan el progreso se le hacía casi imposible, pues como la única coordinadora, no querían que abandonara su puesto. Como a sus dos compañeras, su tenacidad y necesidad de evolucionar al ritmo de la institución para la que trabajaban, la transformaron nuevamente en pionera, especializándose en informática. Un filme sobre superación, de héroes anónimos y de apertura de visión sobre la desigualdad y la discriminación, que más que nunca son necesarios no sólo en Estados Unidos, sino en el mundo entero.
Gran elenco, pocas ideas “Belleza inesperada” se trata sobre un exitoso publicista de Nueva York que se aisla tras la muerte de su hija y sus amigos diseñan un plan radical para forzarlo a enfrentar la verdad de maneras sorprendentes y profundamente humanas. Pero la película no representa lo que pretende, y las emociones no emocionan. Howard (Will Smith), un nuevo millonario de Internet con una gran ideología de vida (hay que dejar de robar con esos personajes por lo menos por dos años) pierde a su hija y entra en una depresión de la que no puede escapar. Sus días sólo pasan, y como zombie no quiere nada más que estar, esperar sin saber qué. No puede ni siquiera nombrar a su hija porque el dolor lo mata de a poco. Sus amigos y socios de la empresa (Edward Norton, Kate Winslet y Michael Peña) deciden que necesitan sacarlo de ese trance, convenciéndose de que lo hacen por amor, aunque existen intereses económicos y laborales en el medio de su desesperación. Investigan para saber cómo ayudarlo y descubren que Howard escribe cartas al tiempo, el amor y la muerte, tres estandartes en los que antes se paraba el empresario para despertarse cada día, y hoy son un estigma que sólo le generan interrogantes e ira. La muerte (Helen Mirren) llegará en forma de anciana de pelo blanco, en tanto que el amor (Keira Knightley) se encarnará ante el hombre como una mujer demasiado sensible y frágil y el tiempo (Jacob Altimore) será ese joven que no da descanso. Entre los tres, tratarán de convencerlo de que aún hay tiempo antes de la muerte, y el amor puede seguir atravesándolo. Como una clásica película de esperanza navideña, “Belleza inesperada” termina siendo una decepción no tanto por el resultado, sino por el desperdicio de sus partes. Lo que quiere representar no lo representa, y las emociones no emocionan, no por falta de esfuerzo del elenco, sino porque justamente, parecería intentan tapar a fuerza de sus capacidades los agujeros de guión que quiere forzar la lágrima en vez de ponderar la forma estética, que seguramente arrojaría una finalidad más acabada.
Miedo a la coreana En "Invasión zombie" un virus desconocido se propaga en Corea del sur y se decreta estado de emergencia. Los pasajeros del tren KTX deben luchar con todas sus fuerzas con el fin de sobrevivir hasta Busan, que es la única ciudad en donde estarán a salvo. La sorpresa viene desde Corea del Sur. Cuando parecía que ya no habrá más que ofrecer en el cine de género, tan acotado que a veces parece la temática "zombie". Alguna cabeza inteligente, en algún lugar del mundo, cuenta dentro de similar ámbito de muerte, destrucción y gore, algo diferente. Cuando un tren parte de Seúl con destino a Busán, sus pasajeros no están enterados del pánico general que hay en toda la ciudad por la aparición de estos muertos vivientes y viajan normalmente hasta que descubren que dentro del transporte hay infectados. La claustrofobia de un lugar pequeño, la ansiedad y desesperación por escapar en un tren del que nadie sobreviviría si se tirara en movimiento y la imposibilidad de frenar porque el virus ya está en todos lados crearán una atmósfera agobiante. Más cautivante será conocer las verdaderas personalidades de los sobrevivientes, que se diferenciarán por su altruismo o egoísmo, que determinarán cada escena de la película.
El amor es más fuerte "Aliados" es un thriller y una película romántica a la vez, que cuenta la historia del oficial de inteligencia Max Vatan, un oficial de inteligencia que llega a Marruecos a encontrarse con su “esposa” Marianne Beauséjour, espía francesa que logró infiltrarse entre los nazis. Tanto Cotillard como Pitt están a la altura de su trayectoria. Cuando se estrenó “El hilo rojo”, toda la publicidad rodeó el tema de la infidelidad y el “escándalo de la palta”, ya que durante la filmación nació el amor entre sus protagonistas, la China Suárez y Benjamín Vicuña. Hubo mucha repercusión antes de su estreno, y la expectativa creció a un alto nivel, que bajó abruptamente cuando la crítica y el público vieron que el resultado en pantalla no era el esperado. La gran exposición es un arma de doble filo. Una suerte similar corrió con “Aliados”, publicitado desde el divorcio de Brad Pitt y Angelina Jolie por el rumor de que el rubio le habría sido infiel a su mujer con su coprotagonista, Marion Cotillard. De todas formas, con unos créditos increíbles en el elenco y la realización (Robert Zemeckis siempre sorprende/intenta sorprender), las circunstancias obviamente eran muy distintas. “Aliados” es un thriller y una película romántica a la vez. La disección no se debe a que la película tenga parte A y parte B, pero es necesaria la diferenciación pues funciona bien en ambos géneros. Max Vatan (Pitt) es un espía que llega a Marruecos a encontrarse con su “esposa” Marianne Beauséjour (Cotillard), espía francesa que logró infiltrarse entre los nazis que se apoderaron de la ciudad. Ambos deben aparentar ser un matrimonio feliz, ser invitados a una fiesta en la embajada alemana, y matar al embajador. “Mantengo los sentimientos reales”, dice Marianne cuando Max le dice que es buena en su trabajo. Tras la misión, completamente enamorados, deciden mudarse a Londres, se casan y tienen una hija. Todo este episodio es un prólogo para el verdadero conflicto: los jefes de Vatan sospechan que su mujer es una espía nazi. Desde allí, inician los conflictos internos del militar por la incertidumbre de haber estado durmiendo con el enemigo, la necesidad imperiosa de averiguar si es verdad aunque a toda costa apueste por que se trate de una falsa alarma. Durante la crisis, habrá drama, acción y suspenso del bueno. Una pastilla interesante es el homenaje a Casablanca que se da en todo el metraje: la acción inicial que ocurre en la misma ciudad, “La Marsellesa” tocada en un bar lleno de nazis, y una escena importante que tiene su clímax en un aeropuerto. Tanto Cotillard como Pitt, con mucha química entre ellos, están a la altura de su trayectoria en el cine, lo que no es poco decir tratándose de estrellas respetadas por su forma de hacer arte. En tanto, Zemeckis, detrás de cámara, supo como captar el amor en buen balance con el thriller, inventando una buena fusión más allá de los trillados que estén los dos géneros que la componen.
La paradoja de la guerra En "Hasta el último hombre", basada en una historia real, un joven militar norteamericano que no cree en el uso de las armas llevará su causa hasta las últimas consecuencias enfrentando la cárcel y la corte marcial. Criado en los campos de Virginia, entre competencias con su hermano y la mano dura extrema de su padre (Hugo Weaving), ex militar y alcohólico, Desmond Doss (Andrew Garfield) decide que tiene que hacer algo por su país y se enlista en el Ejército de Estados Unidos. A pesar de su cara de bueno y su cuerpo en apariencia frágil, muestra gran potencial para la milicia, pero un obstáculo lo pone a prueba: no es capaz de agarrar un arma, porque no cree en ellas. Más allá de la contradicción que supone su principio, basado en el mandamiento "No matarás" y su fe religiosa -por eso el interés de Mel Gibson en filmar esta vida de un militar real-, Desmond está dispuesto a llevar su causa hasta las últimas consecuencias, enfrentándose a la cárcel y a la corte marcial. Él desea ser médico de combate y por ello está convencido de que no necesitará armas puesto que sólo quiere salvar a sus compatriotas heridos en la Segunda Guerra Mundial. Tras esa primera parte de gran inversión en la crianza y el entrenamiento de Doss -que por cierto tiene a Garfield en uno de sus mejores trabajos-, este debe viajar con su pelotón a la zona más peligrosa del combate en Japón, del que regresan más muertos que vivos. El verdadero Desmond salvó la vida de 75 compañeros de su escuadrón y se transformó en un estandarte para los demás soldados, que no querían ir a pelear sin que el formase parte del equipo. Ese será el espíritu del largometraje, componiendo una película de guerra que va de la vereda del frente a la mayoría de su género y refrenda la vida antes que la muerte. Por ello la temática es fuerte, contraponiendo lo nefasto de las masacres y asesinatos en masa de las guerras con la esperanza y la buena voluntad.
Perdidos y románticos en el espacio exterior "Pasajeros" atrapa con la premisa apocalíptica de dos personas, Jennifer Lawrence y Chris Pratt, que quedan varados en el medio del espacio por un error. Sin embargo, el guión es por momentos tirado de los pelos y opaco en otros. Las películas post apocalípticas, con temática de catástrofe, y de anónimos que se transforman en protagonistas de un relato sólo por supresión de otros, son del agrado general porque antes y quizás después de ver este tipo de largometrajes, por esa eventualidad de poner a una persona ordinaria en una situación única, todos imaginan qué harían en el lugar de aquel que quedó varado en medio de la nada, el que no tiene a nadie alrededor, el que está cargo de todo sin querer. Porque aunque muchos quieran tener una vida apacible, sin problemas, ¿quién no fantasea con ponerse a prueba de ese modo? Con esa premisa nos atrapa "Pasajeros", que transcurre en una nave que viaja desde la tierra a una colonia en otro planeta con 5.000 pasajeros y 200 tripulantes, todos en cápsulsas de hibernación dado que el vuelo a través del espacio durará 120 años. Por una falla del sistema -algo que nunca había ocurrido para la empresa de viaje según tratan de explicar en varias ocasiones- Jim Preston (Chris Pratt) y Aurora Lane (Jennifer Lawrence) despiertan 90 años antes de lo previsto, y sin posibilidad de volver a su estado de conservación. Durante un tiempo intentarán saber por qué les tocó a ellos, mientras pasan por buenos y malos momentos, odiando su soledad y abrazándola de a ratos, y en esa vida de "Adán y Eva" espaciales, comenzarán una relación a pesar de venir de mundos diferentes. El ocaso Con un inicio prometedor, el filme entra de a poco en un agujero negro del que nunca puede salir: afeitadora en mano, al espejo, en un momento de locura, Jim dice "voy a afeitarme". Y se afeita. En ese nivel está enquistado el guión, casi tirado de los pelos por momentos, y completamente opaco en otros. Se suceden escenas completamente innecesarias para el desenvolvimiento de la trama y el idilio gana tanto lugar que lo fantástico y lo introspectivo que tenía la propuesta -y podía llegar a ser lo más interesante-, deviene en una comedia romántica espacial, en la que ni los actores salen airosos, y ni por asomo será considerada una buena performance dentro de sus carreras.
Un puente a la nueva esperanza "Rogue One" mantiene el espíritu temático de Star Wars pero logra abrirse lo suficiente para forjar su propia personalidad, haciendo foco en hacer una buena película y no tanto en el servicio al fan. Calificación La fiebre de “Star Wars” (“La guerra de las Galaxias”) vuelve, en esta oportunidad con una producción de “universo expandido” (historia relacionada al argumento principal de una saga pero que no forma directamente parte de ella) y que es bienvenida por dos motivos: primeo, calma la ansiedad ante la espera de “Episodio VIII”, que se estrenará en diciembre de 2017; y por el otro, lo cerrado de su trama se limita a los eventos ocurridos justo antes de “Episodio IV: Una nueva esperanza”. Con esto, encuentra fortaleza para narrar sin desviar la atención a un mundo de posibilidades y teorías. Como en cada argumento de “Star Wars”, la protagonista es una humilde y olvidada joven de ascendencia polémica. Jyn (Felicity Jones) es reclutada forzosamente por la Alianza rebelde para buscar a su padre, un científico a cargo de la construcción de la Estrella de la Muerte y que tiene el secreto para destruirla. Cassian (Diego Luna) es el militar a cargo que lucha entre el deber y la intuición, y deberá acompañarla en su búsqueda pero con la intención de matarlo. El atractivo Como BB-8 (Episodio 7), y R2D2 y C3PO de la saga original, aquí también hay un droide que pone la cuota humorística: el K-2SO que fue parte del ejército Imperial pero reprogramado para trabajar con la resistencia. El pequeño grupo viajará al planeta en el que se encuentran los planos de la estación espacial para conocer su mejor secreto: la forma de eliminarla. Esta información se encuentra resuelta en “Una nueva esperanza”, en donde se lleva a cabo el plan de destrucción, aunque nunca se supo, hasta hoy la forma en que se consiguieron. “Rogue One” se hace fuerte entonces por ese final anunciado, concentrando su historia en ese objetivo y por eso se da el lujo de contar detalladamente la historia de Jyn, tener mucha acción sobre el final, y no dejar muchos cabos sueltos más que algún guiño de esos que les gustan a sus fans, en sus dos horas de duración. A cargo de Gareth Edwards, el largometraje mantiene el espíritu temático de guerra intergaláctica pero logra abrirse lo suficiente para forjar su propia personalidad, haciendo foco en hacer una buena película y no tanto en el servicio al fan, y, paradójicamente, logra con esa cualidad toda la atención de sus más fervientes seguidores.