Sobre la arquitectura de la opresión "Snowden" narra los acontecimientos que acompañaron la publicación por parte del diario The Guardian de los documentos clasificados que aportó Edward Snowden sobre el programa de vigilancia mundial secreto de la NSA. Es un film correcto en su incorrección, y con una historia que logra mantener la acción a pesar de que todo esté escrito y dicho desde el guión. Mundialmente famosa es la historia del ex agente de la CIA y la NSA, Edward Snowden, que contó el secreto más peligroso de estas agencias secretas, al hacer públicos varios documentos y programas utilizados para una vigilancia global. "El terrorismo es la excusa", dijo Edward y en eso se basa el film: desde su punto de vista, al comenzar como militar pero obligado a hacer tareas administrativas, el joven se hizo famoso en el gobierno de Estados Unidos por su inteligencia en sistemas y programación, convirtiéndose en un exitoso consultor tecnológico. El film comienza en Hong Kong, cuando Snowden (Joseph Gordon-Levitt) se reúne con periodistas del diario "The Guardian" de Inglaterra, para dar a conocer su historia, sabiendo las terribles consecuencias que podría acarrear. Desde ese punto conoceremos su vida, sus motivaciones, su amor Lindsay Mills (Shailene Woodley) y sus diferentes trabajos en áreas de la CIA y la NSA. El gobierno estadounidense lo tildó de simple "hacker" y el mundo entero lo reconoce como héroe por haberse enfrentado al poder que una vez supo defender y que al entender la peligrosidad y falta de respeto por la intimidad de todos los seres humanos que habitan el planeta, el pequeño pero gigante Snowden quiso defender a costa de su propia vida. Con el terrorismo como excusa, Estados Unidos fomentó la arquitectura de la opresión, sintetiza Snowden al hacer su descargo ante los reporteros. El filme es la nueva entrega cinematográfica de Oliver Stone tras una serie de fiascos, y recupera la gloria de manera decente. Es un film correcto en su incorrección, y con una historia que logra mantener la acción a pesar de que todo esté escrito y dicho desde el guión. Es decir, no veremos bombas, tiros y mucha persecución, pero la tensión se mantendrá desde los primeros minutos hasta su fin.
Un padre contra todo el mundo “Capitán fantástico” enseña que ninguna enseñanza es del todo correcta, que hasta los más sabios deben dudar, y que la familia muchas veces es el mundo pero se debe aprender a mostrar nuevos horizontes a los infantes en crianza. Una gran actuación, que quedará como las mejores de su carrera seguramente, del casi argentino Viggo Mortensen. La educación y crianza de una persona está supeditada a las creencias y conocimientos del padre, así como la libertad que les otorgue para seguir su vida tienen más que ver con su tipo de libertad que con cualquier consejo que se les dé a los hijos. En pocas palabras, los chicos aprende más del ejemplo que de las palabras. Desde esa cosmovisión padre/ hijo, “Capitán fantástico” enseña que ninguna enseñanza es del todo correcta, que hasta los más sabios deben dudar, y que la familia muchas veces es el mundo pero se debe aprender a mostrar nuevos horizontes a los infantes en crianza. Ben (Viggo Mortensen) vive junto a sus hijos en el medio del bosque, se alimenta de todo lo que da la tierra, conocen de agricultura, caza y ecología como herramientas prácticas, y los chicos reciben una educación muy avanzada para su edad, impartida por el padre, con el fin de que sepan todo del mundo -En vez de festejar Navidad, celebran el aniversario del activista por los derechos humanos Noam Chomsky-. Viven aislados del mundo pero no son ermitaños, más que temerle a la sociedad, se protegen de todo la malo que les pueda ofrecer. “Nuestros nombres son originales, nuestros padres los inventaron porque todos somos únicos”, le dice Bo (George McKay), el más grande de los cinco hermanos, a una chica que le gusta, y uno no puede evitar pensar en todas aquellas veces que criticamos los nombres “raros” que alguna persona le pone a su hijo. Desde el espectro familiar, en el filme se hace una denuncia general, a la sociedad, y particularmente a los elementos que la componen y que la esculpen de forma nosciva, siempre de frente, de manera entretenida pero sin caer en los gags que pasan de largo tras una pequeña risa ni en el golpe bajo. Todo tiene sentimiento y a la vez sapiencia en el largometraje. Todo cambiará cuando llegue la noticia de la muerte de Leslie, esposa de Ben y madre de los niños. Con la misión de evitar el ritual tradicional católico, y ofrecerle una despedida budista (fiesta y cremación), la familia emprende un viaje en el que seguirán aprendiendo a través de las dificultades. En ese punto, será una especie de “road movie”, que culminará al llegar a donde está su madre y se encuentren con más problemas con la familia de Ben y luego los padres de Leslie que no quieren seguir su última voluntad. A pesar de llamarse “Capitán fantástico”, y Ben parecer un superhéroe de la lógica natural, el acierto del filme es el cuestionamiento que hace el protagonista sobre todo lo que daba como cierto y seguro para sus hijos y de allí, parte hacia el significado de todo lo vivido y enseñado. Una gran producción de su director Matt Ross, y una mejor actuación, que quedará como las mejores de su carrera seguramente, del casi argentino Viggo Mortensen.
Marvel lo hizo de nuevo "Doctor Strange: Hechicero Supremo" trata sobre un neurocirujano que luego de un accidente automovilístico no puede mover sus manos. Por lo que se ve obligado a buscar una cura en una comunidad aislada y adquiere poderes mágicos. Un gran largometraje de inicio de saga que muestra efectos especiales que quieren escaparse de la pantalla. Mientras DC Comics parece no encontrarles la vuelta a las producciones cinematográficas basadas en sus historietas, por más que tengan como protagonistas a superhéroes ya famosos, Marvel se alimenta de los fracasos o intenciones fallidas de su contrincante y estrena filmes que van desde lo irreverente ("Deadpool", "Guardianes de la Galaxia") hasta lo normativo y coral (la saga "Capitán América", "Los Vengadores") y bichos raros como "Ant-Man", siempre en una línea de composición clara y entretenida (aunque mantiene en un rincón oscuro la siempre fallida "Los cuatro fantásticos", debe decirse). Y, entre tanta diversidad, llega una producción que le da una vuelta más a este engranaje de superhombres: el "Doctor Strange: Hechicero Supremo". El neurocirujano Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) es un vanidoso millonario amante de los lujos y los desafíos en el quirófano. Su fama en el ámbito médico lo deja especular con cuál será la vida que salve y le otorgue más aptitudes de "dios". Todo cambia cuando un accidente en el que casi muere lo priva del control de sus manos que tanta gloria le dieron como médico y ni siquiera su colega y ex novia (Rachel McAdams) puede lidiar con él. Al enterarse de que un paciente que no podía caminar -al que él había rechazado por considerar su caso irrecuperable- logró curarse, va a verlo para que le diga quién fue el que lo curó. Lo espera un largo viaje al Himalaya y conocerá a un extraño grupo, el Kamar-Taj, liderado por Ancestral (Tilda Swinton), quien le enseñará que este mundo sólo es una realidad entre muchas. A través de la filosofía budista, hechizos e invocaciones milenarias, obtendrá un entrenamiento místico que escapa a todos los hechos que conocía en su vida. De esta manera obtendrá poderes psíquicos, la proyección astral o la teletransportación, entre otros conocimientos. Sin embargo, cuando todo este nuevo universo sea demasiado para él y entienda que no puede volver a su antigua vida, un ex alumno de Ancestral aparecerá para intentar destruirlo. Filme que entusiasma Por momentos, "Doctor Strange" es un filme épico que recordará a "El origen" de Christopher Nolan, pero a pesar de la complejidad de las estructuras se encadena al guión y nunca dejamos de ver que estamos en presencia de un héroe en descubrimiento de sus poderes, por lo tanto se verá un tanto torpe, pero divertido. Un gran largometraje de inicio de saga que muestra efectos especiales que quieren escaparse de la pantalla y una gran actuación de Cumberbatch.
Golpear duro "Manos de piedra" cuenta la historia de cómo el legendario Roberto Durán y su mítico entrenador, Ray Arcel, se conocieron para cambiar sus vidas. Sin duda es una buena opción para los amantes del género deportivo en pantalla grande, pero también de los que disfruten de una buena película de supervivencia y épica. El cine se ha encontrado con el boxeo en numerosas ocasiones, pues el subirse a un ring implica un intenso drama de vida y muerte en forma casi literal, porque el púgil por lo general es alguien que nunca tuvo nada -es un deporte típico de las llamadas "clases bajas"- y lo quiere todo. Este precepto ha sido emulado en la pantalla grande desde siempre, creando historias completamente ficticias o también narrando vidas, triunfos y caídas de verdaderos boxeadores. Es el caso de Roberto Durán, alias "Manos de piedra", cuyo apodo le puso nombre al filme que cuenta su biografía. Durán se crió en las calles, fue el rey, fue un Robin Hood y un ser tan amado como odiado, pero nunca pasó inadvertido. Es por ello que valía la pena el relato que estuvo a cargo del director venezolano Jonathan Jakubowicz. El hecho de que el director sea latinoamericano, es un acierto, pues destaca puntos esenciales de la idiosincrasia panameña/latina, que son carne en la personalidad de Durán. Muchos diálogos son en castellano y eso también es aplaudible tratándose de una producción hollywoodense. Desde el punto de vista del entrenador Ray Arcel (Robert De Niro) conocemos a Roberto (Édgar Ramírez, también venezolano), que tras ver al joven en una pelea decide salir de su retiro -la mafia lo obligó a jubilarse-, para ser su nuevo coach. En una ida y vuelta constante, veremos la dura infancia del panameño y una crianza entre las cuerdas que lo sacó de los problemas, para encontrarnos nuevamente con su vida profesional. En el medio saltarán los rasgos históricos del país en el que se crió, con un profundo odio hacia los yanquis, por adueñarse del canal. Con una gran performance de De Niro, una de las pocas destacables de los últimos años, y la buena presentación de Usher, como su contrincante, y amigo Sugar Ray Leonard, el filme es entretenido, aunque tropieza y se hace complejo innecesariamente en varios segmentos, en los que las escenas van del drama a la comedia de un segundo a otro. "Manos de piedra" sin duda es una buena opción para los amantes del género deportivo en pantalla grande, pero también de los que disfruten de una buena película de supervivencia y épica.
Cifras que matan En "El contador", Ben Affleck interpreta a un genio autista que de adulto encontró en el armado de rompecabezas de cifras la manera de encajar en el mundo. El resultado final de la película es un tanto tibio pero el camino recorrido es diferente y merece una oportunidad.Christian Von Wolff fue un filósofo alemán que interpretaba que el caos reinante en asuntos de la sociedad y religión a principios del siglo XVIII podía solucionarse con el mismo racionalismo y sistematización que se utilizaba en matemáticas. Si bien la historia de “El contador” no toca puntos biográficos de aquel intelectual, toma su nombre como suelen hacer en producciones hollywoodenses- para referenciar la personalidad del protagonista: el Christian Wolff (Ben Affleck) del film es un genio autista que desde pequeño tuvo problemas enormes para relacionarse socialmente, y de adulto encontró en el armado de rompecabezas de cifras y de las economías domésticas, empresariales y mafiosas, la manera de encajar en este mundo, una suerte de equilibrio en su peculiar forma de ser. Infancia dura Desde pequeño, Chris ha tenido que soportar la educación militarizada de su padre. “Si algo le molesta lo que necesita es más dosis de ello”, dijo en respuesta a un médico especialista que le explicaba que ruidos estridentes, el tacto a algunas telas y luces podían provocarle una crisis. Ya de grande, él mismo se somete a terapias de música extrema, luces estroboscópicas (que se usa en discotecas) y frotándose madera sobre sus piernas. En los años que estuvo a cuidado de su progenitor, también fue sometido a un entrenamiento marcial al igual que su protector hermano. Como todo debe tener un sentido en este tipo de películas, lo que le fue enseñado le servirá cuando, al descubrir una fuga en una empresa que vale millones, comience a ser perseguido por criminales -liderados por Brax (Jon Bernthal)- que no quieren que nada salga a la luz. Todo se complica cuando decide ayudar a Danna Cummings (Anna Kendrick), una empleada que también conoce el secreto que encontró Wolff. Paralelamente, un agente policial (J.K Simmons) lo busca desesperadamente por tener información sobre la financiación de los mafiosos más importantes del mundo. Con un gran guión original y una por demás interesante propuesta, dos elementos casi imposibles de encontrar juntos en el cine yanqui por estos días, “El contador” comienza de gran manera, nos atrapa, pero tras pasar la mitad de la cinta, la profundidad cambia por una trama más superficial, y el drama deriva en una llana acción con un cuestionable vuelco -todo cada vez más simple y tirado de los pelos-. De todas maneras, la película del cineasta Gavin O’Connor sabe cómo embelesar, y sus climas superan a sus diálogos un tanto simplistas. El resultado final de “El contador” es un tanto tibio pero el camino recorrido es diferente y llamativo, y por eso merece una oportunidad.
Alegorías sobre sexo y religión "La fiesta de las salchichas" trata sobre un embutido que emprende un viaje para descubrir la verdad sobre su propia existencia. Hilarante, incómoda, extremadamente desfachatada, esta película no nos cambiará la vida pero es una bocanada de aire fresco. Cuando llega la hora de apertura del supermercado, los alimentos comienzan a cantar-rezar para que los seres humanos, dioses para ellos, se los lleven a "un lugar mejor". Una salchicha, Frank, no ve la hora de llegar a ese paraíso para meterse en medio de un pan para panchos de sexo femenino, Brenda. Dos alegorías sobre el tabú del sexo y la religión como mito, que derivarán en más chistes de ese tipo, muchas veces metiéndose en temas más duros humor negro, sexual, escatológico- pero siempre hablando sobre la intención de conocer "el más allá" y el cuestionamiento de qué es lo que les espera en realidad tras salir del supermercado a todos los creyentes. Será una mostaza devuelta a la góndola la que cree el caos y las dudas. En tanto, un duchador vaginal que consume alcohol que echa la culpa a Frank y Brenda por no haber llegado al paraíso, los perseguirá cual "terminator". Hilarante, incómoda, extremadamente desfachatada, "La fiesta de las salchichas" no nos cambiará la vida pero es una bocanada de aire fresco justamente por no tomarse nada en serio (ni siquiera su carácter de animación) y hacernos pasar un grato momento. El guión esta a cargo de un verdadero "dream team": Seth Rogen, Evan Goldberg y Jonah Hill.
La excepción a la regla Ouija, El Origen del Mal es una interesante propuesta que no intenta emular lo que se mostró en la precuela, salvo la historia de la malévola tabla, las hermanas y la madre que, a diferencia de la anterior entrega, aquí están vivas. Suele decirse que "las segundas partes nunca son buenas”, y aunque hay excepciones, la máxima existe, porque generalmente la idea es seguir usufructuando con algo que dio resultado. Sin embargo, Ouija. El Origen del Mal nos pone en una dicotomía, porque a pesar de basarse en Ouija, estrenada en 2014, en primer lugar es una precuela, en segundo lugar no sería del todo cierto que se trata de continuar un éxito, ya que resultó todo un fiasco en taquilla y, cinematográficamente hablando, en realidad es un producto más decente que el filme original. Todo comienza en 1967, en la ciudad de Los Ángeles, en donde Alice (Elizabeth Reaser) una viuda con dos hijas y graves problemas económicos, juega a ser médium y dice contactar espíritus que en realidad encarnan sus pequeñas, Paulina (Annalise Basso) y Doris (Lulu Wilson) con algunos juegos mentales/estafas, pero según la madre, todo es con el fin de ayudar a la gente a elaborar su duelo. Las cosas cambian cuando Alice compra una tabla Ouija, un juego en ese entonces novedoso, y con la pequeña Doris como herramienta, lo sobrenatural sucede verdaderamente: contactan a un espíritu que se presenta como su padre, y las calma, aunque luego se darán cuenta de que es una entidad peligrosa la que las vigila y acosa, poseyendo a su hija más pequeña y buscando destruir su familia. Razones para verla La idea de viajar hasta “donde inició el mal” fue utilizada en varias ocasiones, pero en esta producción resuena un aire familiar a la saga El Conjuro (que ya cuenta con dos partes con grandes resultados en el género). A su favor, es más divertido ver un largometraje sin tanto uso de tecnología que obliga a tomar caminos diferentes en el argumento, y en contra se podría decir que la comparación no la deja bien parada. En el elemento fundamental del terror, cumple provocando sustos y sobresaltos, a pesar de estar prevenido por el silencio o las pistas que entrega la escena, aunque el grave problema es el innecesario corte y fundido de las escenas más terroríficas, de las que podría haber surgido algo más interesante de haberlas continuado. De todas formas, esta es una interesante propuesta que ni siquiera intenta emular lo que se mostró en la primera parte (afortunadamente), salvo la historia de la malévola tabla, las hermanas y la madre que, a diferencia de la anterior entrega, aquí están vivas.
Gusanos zombies En "Viral", los habitantes de una pequeña ciudad son afectados por una extraña infección: un bicho los convierte en caníbales. Si quieren ver una película donde no se justifica nunca nada de lo que hacen o por qué lo hacen, pueden disfrutarla. Emma (Sofi a Black-D’Elia) y su hermana Stacey (Analeigh Tipton) acaban de mudarse con su familia (sólo vemos al padre, interpretado por Michael Kelly) a una pequeña ciudad, con diferentes capacidades para relacionarse con su nuevo entorno. Una misteriosa enfermedad que comienza como gripe y genera un extraño comportamiento. Cuando la ciudad queda en cuarentena, las jóvenes no le prestan mayor importancia al problema, hasta que encuentran nuevas víctimas dentro del barrio. Sin embargo, la infección no es como cualquiera: Cuando un gusano entra por los ojos (el contagio suele producirse cuando un enfermo escupe sangre a la cara de alguien sano) al cuerpo, la persona cambia su comportamiento y se transforma en una especie de zombie (aunque vivo) caníbal que ataca a los que no están infectados. Será entonces una carrera de vida o muerte para evitar ser alcanzado por los enfermos. Inexplicable En una mezcla de película de catástrofe y de terror un tanto fantasiosa casi clase B de cine, “Viral” es una propuesta que podría catalogarse como simpática en la primera mitad a pesar de ser bastante chata, pero lo peor sucede cuando debe aparecer la acción pues es escasa en esa ensalada que nunca termina de decidirse entre ser completamente ciencia ficción o terror, en una mezcla que ni siquiera parece intencional. Si quieren ver gusanos que crecen como ramas por el cuerpo y atacan a través de sus huéspedes gente y se reúnen como si se tratara de un ejército de organismos unicelulares, sin justificar nunca nada de lo que hacen, por qué lo hacen o hacia donde se dirige de alguna forma la sucesión de escenas, pueden disfrutarla.
La peste salvadora "Inferno" continúa las aventuras del experto en simbología de Harvard: Robert Langdon despierta en un hospital con amnesia, por lo cual debe hacer equipo con una doctora, esperando que ella le ayude a recuperar su memoria y a evitar que un demente libere una plaga global. Una opaca producción de la que ni se salva el bueno de Tom Hanks. El tercer filme basado en las novelas de Dan Brown (antes se habían hecho las versiones cinematográficas de “El código Da Vinci” y “Ángeles y demonios”) tiene nuevamente al intelectual y experto en simbología Robert Langdon (Tom Hanks) como protagonista y en esta ocasión, el guión se basa en la parte del “Infierno” de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Langdon despierta en un hospital de Florencia con amnesia, y una de sus doctoras, Sienna Brooks (Felicity Jones) intentará ayudarlo. El problema es que su rehabilitación no será fácil cuando asesinos, policías y agentes del Servicio Secreto comiencen a buscarlo por toda la ciudad. La médica lo acompañará en el camino a resolver misterios, enigmas y claves ocultas que solo él puede reconocer. Si hasta ahora el argumento les parece conocido, es porque se repite la misma secuencia que en las otras películas (incluso la introducción de una bella compañera que secunda a Hanks), excepto que el carácter místico o religioso de las anteriores entregas, se ve mucho más forzado en esta última producción. Los puntos flacos El rompecabezas que debe armar Langdon será complejo no sólo por las aventuras que le esperan, sino porque confronta dos problemas: esparcir un virus que matará a un tercio de la población mundial, o no hacerlo y esperar la extinción total de la humanidad en 100 años a consecuencia de la superpoblación. Este punto es una actualización de la explicación teórica que se le da a la peste negra que azotó a Europa en la Edad Media, de lo que se analiza fue un exterminio controlado para que la humanidad comience una nueva era. Si bien en una serie de aventuras, se espera que se siga sistemáticamente una estructura, sumado a la falta de ideas y el misterio casi ausente, todo deriva en una opaca producción de la que ni se salva el bueno de Tom Hanks, que con un personaje poco carismático -en las anteriores entregas todo se tapaba por alguna fortaleza argumentativa- no puede ni siquiera entregar una digna performance. La mayor parte de la película transcurre en Florencia, la ciudad italiana de la Toscana, cuyo aire medieval renacentista, junto a sus pequeñas y zigzagueantes calles, le dan un marco casi romántico a las persecuciones (de a pie, en auto o en moto), además de enamorar la vista con pintorescos planos aéreos. De todas formas, no convence.