Los pajaritos, sin rumbo y sin alas Harley Quinn llegó al cine con "Escuadrón Suicida", una de las peores películas de superhéroes. Al parecer, esa etiqueta ahora quedará para "Aves de presa". Conocimos a esta Harley Quinn (Margot Robbie) en “Escuadrón suicida”, una de las peores películas de DC y del subgénero de superhéroes. A pesar del fiasco que fue ese film, la villana cayó simpática y logró su propia película. Con poquísimos largometrajes estrenados de heroínas o villanas mujeres en los últimos años, “Aves de presa” era muy esperado, porque el personaje del cómic, novia del Guasón, destilaba, en principio, anarquía y locura. Podría haber salido algo, al menos, decente. Pero no. La historia es la de, como reza el subtítulo, “la emancipación de Harley Quinn”. La joven, separada del Guasón (el de Jared Leto que muchos tratan de olvidar y enterrar) quiere comenzar una nueva vida, pero ni bien todos se enteran de su ruptura, policía y criminales quieren cobrarse las maldades y los delitos que cometió Harley, que antes contaba con inmunidad gracias al alto grado de peligrosidad de su pareja. De esta manera se va cruzando con algunas mujeres en situación similar a la de ella, La Cazadora (Mary Elizabeth Winstead), Canario Negro (Jurnee Smollett-Bell), Renee Montoya (Rosie Perez) y Cass (Ella Jay Basco), mientras algunas trabajan para/escapan de/intentan matar a Roman Sionis (Ewan McGregor), un peligroso criminal que quiere formar un ejército para tomar el poder en Ciudad Gótica. Un guion atado con alambre al que se le notan demasiado las fallas, con sólo dos o tres ideas que valen la pena y algún que otro chiste que funciona, es en resumen todo lo que es “Aves de presa”.
Un homenaje realista y humanizado La película, que recorre una de las etapas más oscuras en la vida de la recordada Judy Garland, sorprende por la excelente actuación de Renée Zellweger. La gran actuación de Renée Zellweger que le valió varios premios y está entre las favoritas para el Oscar del 8 de febrero, llega a las salas argentinas. El filme que narra parte de la vida de Judy Garland, probablemente su etapa más oscura, es una propuesta a la medida de su protagonista, que logra encarnar a la histórica actriz de forma excelente. La historia arranca mostrando algunos fragmentos de la infancia de Garland, cuando era explotada por el estudio para el que trabajaba en sus primeros años. De allí, se traza un puente al tiempo en el que llegaba a su ocaso como actriz, debía dejar a sus hijos por no poder cuidarlos y debía partir a Inglaterra para tratar de ganar dinero. Como si aquellos tiempos de esclavitud en su niñez hubiesen dejado muchas heridas imborrables en su cuerpo, su mente y su alma, que se lograban colar hasta en sus tiempos más oscuros. Un filme que no intenta celebrar a Garland, pero que sin duda funciona como el homenaje más realista que se podía hacer de ella, con sus grises y negros, lejos del estrellato y más cerca de su humanidad.
Grandilocuencia y pobreza a la vez Un viaje de dos que debe salvar la vida de muchos. Así podría resumirse "1917", una de las favoritas de los Oscar y de las más sorpresivas ganadoras en esta temporada de premios. Los filmes bélicos son un género en extinción, y solo vale la pena destacar algunas de las propuestas. Una de ellas es "Dunkerke", de Christopher Nolan, que tranquilamente podría ser prima de "1917", tanto en clima como en trabajo de fotografía y producción. En el filme de Sam Mendes (conocido por su trabajo en "Belleza americana" y las últimas dos de James Bond), el público se une a dos jóvenes soldados británicos, Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George MacKay) durante la Primera Guerra Mundial, que tienen una misión imposible: entregar un mensaje ingresando en territorio enemigo para evitar que el ejército inglés pierda un batallón entero, entre los que se encuentra el hermano de uno de ellos, al caer en una emboscada alemana. El filme funciona en su intención técnica y despliegue, con un gran reparto que comienza con los dos protagonistas, sigue con Colin Firth y Benedict Cumberbatch que hacen breves pero buenas participaciones, y continúa infinitamente con la inaudita cantidad de extras que personifican a los soldados en batalla. Lo que dicen los tráilers sobre el largometraje, en este caso es la pura verdad. Actúa desde el primero hasta el último hombre en pantalla y hace que la acción sea más realista. El trabajo de cámara es excepcional, ya que para decidir qué mostrar y que no, se vale de supuestos planos secuencia -que tampoco intentan engañar al ojo sino que la decisión de largas tomas tiene que ver con mantener la tensión- y travellings encargados de crear climas de soledad y desesperación. Con la tecnología y la técnica al servicio de la historia, quizás el problema en "1917" sea justamente que con el afán de ponderar toda la estética, la narración comience a hacerse más pequeña con el correr de las escenas. Vamos perdiendo el eje protagónico, al no conocer prácticamente nada de la dupla que seguirá la cámara, al mismo tiempo que nos sorprenderemos con los diseños de producción, y la pantalla nos hace testigos de los horrores de la guerra. Grandilocuencia por un lado, y pobreza de desarrollo por el otro.
El gran homenaje a Santiago Bal Quizás el mejor homenaje que le podía hacer su hijo, Federico, era llevar a su padre a la pantalla grande por última vez, y trabajar a la par, para realizar una película con intenciones emotivas y reflexivas. Sin embargo, el resultado es fallido. En los créditos se lee "A la memoria de Santiago Bal. 1936-2019". Por desgracia, el hecho de que tanto en la vida real como en la historia todo sea "por última vez", genera una confusión, porque el golpe bajo es ineludible, mucho más cuando el estreno llega a poco tiempo de la muerte del actor. La historia es la de Julio Pereyra (Santiago Bal), al que le diagnostican un cáncer avanzado y le indican que le queda un mes de vida. Por ello decide que quiere pasar sus últimos días lejos de hospitales y medicamentos, y resuelve viajar con Marcos (Fede Bal) en moto a conocer el mar. En el camino se encuentran con amores del pasado (Zulma Faiad), y demás personajes que les hacen el viaje más dificultoso, con el único propósito de sumarle enredos y gags de escasa efectividad. Seguramente funcionará como despedida para Fede, su familia y sus fans.
Un don especial pero sin gracia Protagonizada por Robert Downey Jr post "Avengers", la expectativa por esta clásica comedia modernizada era mucha. Pero el resultado es un filme fallido y poco divertido. El tráiler proponía una aventura sensacional, épica. El protagonista, Robert Downey Jr., hoy una estrella hollywoodense gracias a su rol de superhéroe en los filmes de Marvel, generaba mucha confianza. La apuesta parecía grande, y si bien, como las otras películas de la saga, se sabía que era un filme meramente infantil, se creía que podría disfrutarla toda la familia. Pero todo era una ilusión, una expresión de deseo que no llega a concretarse. Desprolija, mal narrada y en líneas generales defectuosa, la historia del doctor que habla con los animales no vale la pena en casi ningún sentido. Dolittle nació en la literatura infantil inglesa, a principios del siglo XX, y en esta adaptación su director Stephen Gaghan quiere recrear de manera fiel la versión de los libros. La introducción anticipa que Dolittle, un veterinario que podía hablar con animales de todo tipo, -incluso peces e insectos- era un hombre feliz junto a su esposa Lily, una exploradora con la que viajaba por el mundo rescatando criaturas. Pero tras la trágica muerte de la mujer, el médico decide recluirse y escapar del contacto con cualquier humano en su casa, una reserva natural otorgada por la reina de Inglaterra. Cuando la vida de la monarca corra peligro, deberá averiguar cómo salvarla y buscar la única cura posible. La película puede ser disfrutable para los más pequeños, que se divertirán con algunos chistes de los animales hablando y un tierno cachorro de león siendo eso, solo tierno, pero no se puede rescatar casi nada más de la historia. Ni hablar de Robert Downey Jr, que parece estar en cámara de mala gana y sin querer ofrecer mucho, aunque también tiene una escena actuando dentro de un casco como solía hacer como Iron Man. Un oso polar hablando como porteño, un gorila miedoso al que el repertorio humorístico se le acaba en dos escenas, una gansa (con voz doblada de Dalia Gutmann) torpe y un Antonio Banderas que directamente no sabe cómo ser villano en este tipo de largometrajes, son parte de una larga lista de fallidos. En fin, lo que debería ser una aventura épica para toda la familia, por alguna razón termina siendo un largometraje en el que vemos a un inacabado dragón pedorreándose.
La gran sorpresa de Corea del Sur Con ingenio y maestría a la hora filmar, Bong Joon-ho es el director revelación de esta temporada de premios. Candidata al oscar, la película que llega este jueves a los cines argentinos es una de las favoritas de los críticos. Viene de sumar premios por todos lados y es una de las favoritas para los Oscar, ceremonia en la que hasta podría llevarse la estatuilla como Mejor Película. La historia es la de una familia de clase baja que logra meterse a trabajar dentro de la casa de unos millonarios, pero sus tiempos de prosperidad se chocan con la realidad y un oscuro secreto. ¿Por qué todo el mundo habla del filme de Bong Joon-ho? "Parasite" es una comedia que de formar natural y magistral se transforma en un thriller. Que dentro de esos géneros que transita se eleva por manifestar un espíritu de crítica netamente política y social sobre las estructuras, la discriminación y los prejuicios en Corea, pero que puede valer a nivel mundial. Y que, con un guion original, un elenco de actores y actrices que están en un registro que a veces no podemos comprender (culpa de ver tanto cine occidental), en cada plano logran retratar un ánimo, una sensación y un momento de tensión.
Un botín de oro, sin armas ni rencores El 13 de enero de 2006 cuatro hombres entraron al banco Río de Acassuso, se encapucharon y mostraron armas. Tomaron de rehenes a más de 30 personas mientras los canales de noticias transmitían la situación en vivo. Tras la masacre de Ramallo, en 1997, cuando dos rehenes murieron tras el mal accionar de la Policía Bonaerense, cualquier caso que involucrara a personas inocentes era un tema demasiado delicado, y la precaución era extrema. Los delincuentes lo sabían, y por ello jugaron al "robo exprés" que salía mal, cuando todo era un engaño. El grupo había preparado el robo durante meses, y cavaron un túnel que iba desde un desagüe hasta la pared del sótano del banco. Decidieron entrar por la puerta principal para evitar que las alarmas de seguridad los rastreen, pero se fugaron por el boquete con lo robado de 145 cajas de seguridad y transportaron todo en unos botes a través de los conductos de agua. "En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores", decía una nota escrita por el líder de la banda en la reja de la bóveda. Fue un robo de película. Nadie podía creer en el momento de su desenlace, e incluso mucho tiempo después, el engaño que habían realizado los cuatro ladrones. "La realidad supera la ficción", dice un conocido refrán que resume muy bien el robo a la sucursal al Banco Río en 2005. Y a esa frase había que agregarle ahora que a veces la realidad crea la ficción, como sucede en "El robo del siglo", filme dirigido por Ariel Winograd en el que se dramatizan los hechos ocurridos en ese cinematográfico acto criminal. Fernando Araujo (Diego Peretti), cerebro y ejecutor del golpe, que poco tenía que ver con el mundo delictivo, conoce a Vitette Sellanes (Guillermo Francella), un ladrón veterano, y lo convence de planear el robo junto a sus dos amigos, Marciano (Pablo Rago), y El Doc (Mariano Argento) al que se le suma Beto de la Torre (Rafael Ferro). Vitette será el encargado de hablar con Sileo (Luis Luque), mediador de la policía bonaerense para ganar el tiempo necesario y que los demás cómplices dentro del banco vacíen las cajas de seguridad. Suspenso, humor, drama y policial son algunos de los géneros por los que pasa este filme de atraco, que si bien por momentos peca de enaltecer a los delincuentes -más por su ingenio que por su objetivo-, en buena parte de la película genera cuestionamientos sobre quiénes somos y qué nos motiva a hacer lo que hacemos. Mientras que para Araujo es una cuestión de principios, para Vitette significa un retiro "honorable" a la vista de su familia, por ejemplo. Vale decir que en Argentina, desde el 2001, el corralito y la inestabilidad financiera, los bancos han pasado a ser para gran parte de la sociedad el enemigo mayor, por lo que filmes como este, y el del año pasado "La odisea de los giles", pasan con buen ojo ante los espectadores, que no ven tanto un delito sino más una revancha ante estas empresas. Es por eso que en dos escenas del largometraje se trata el tema del mensaje que literalmente quieren dejar los ladrones, que finaliza con "... es solo plata y no amores", como imponiendo un recato moral ante la ilegalidad del hecho. Con grandes actuaciones de Francella -vale decir, aquí un "Pepe Argento" del hampa pero que funciona-, Peretti y Luque, y gracias a la genial visión de Winograd poniendo los ingredientes en su justa medida para llevar adelante la historia, "El Robo del Siglo" es el primer tanque nacional del año, y sin dudas será uno de los mejores estrenos de 2020.
Terror que hace perder el tiempo Un filme que pretende asustar pero termina siendo de terror... por su mala calidad. Protagonizada por Elizabeth Lail ("You"), resulta muy aburrida. Quinn Harris (Elizabeth Lail) es una enfermera recién recibida a la que un paciente del hospital en el que trabaja la asusta al hablarle de una aplicación que, teóricamente, predice el momento exacto de muerte del usuario. Como un juego, todos sus colegas se bajan la aplicación y Quinn se sorprende al ver que la cuenta regresiva de su reloj es de solo tres días. Al principio no le dará importancia, pero cuando eventos sobrenaturales comiencen a atormentarla, deberá enfrentarse a la maldición para que ella y sus seres queridos no sean lastimados. Como una propuesta que está entre "La llamada" con el asunto de la cuenta regresiva y "Destino final", sobre no poder burlar a la muerte, el filme tiene una premisa que podría haber salido decentemente, pero con la intención de llevar adelante la trama, se aferra a los sobresaltos para dar miedo y por ello termina siendo una película más pasatista que memorable. Ideal para los que van al cine en salida grupal un sábado a la medianoche.
Lo peor del año llegó en enero La película de la cual se rieron hasta en la reciente entrega de los premios Globo de Oro llega a las salas argentinas con pésimas expectativas. "Cats" fue una lujosa producción teatral del afamado Andrew Lloyd Webber que debutó en 1981 con muchos elogios de la crítica y una gran popularidad, que llevó al espectáculo a presentarse en diferentes ciudades del mundo, incluso en Buenos Aires, en 1993. El éxito del musical fue impensado, y durante mucho tiempo inexplicable, tanto por la temática del guion como por su extravagante estética. Pasándola a otra plataforma, en su adaptación cinematográfica que llega hoy a los cines, esta pregunta puede tener una respuesta, o, si se lo quiere ver de otra forma, mantener el mismo interrogante de siempre: ¿Qué tiene de especial "Cats"? Basada en la historia que cuenta T. S. Eliot en su libro "Old Possum's Book of Practical Cats", la comedia musical y la película muestra a la tribu de los gatos jélicos, introducidos por Victoria (Francesca Hayward) una gata recién llegada al callejón. La trama tiene lugar durante la noche en la que los felinos toman "la elección jelical" y deciden cuál de ellos renacerá en una nueva existencia, una versión distorsionada de aquello de las siete vidas de los gatos. "‘Cats’ es lo peor que le pasó a los gatos desde que nacieron los perros", dijo Ricky Gervais el domingo pasado cuando era anfitrión de los Globos de oro para hablar del filme, y vale decir que el humorista no faltó a la verdad. La producción tiene muchísimos problemas, al punto de que es imposible disfrutarla, incluso a un nivel de consumo irónico. Entre la vergüenza ajena por ver a Ian McKellen maullando a sus 80 años, los malos efectos especiales que enfatizan su mediocridad en los ratones y cucarachas que aparecen cantando canciones y haciendo coreografías, la película es una sucesión de bochornos, que logra causar un poco más de pudor en su versión subtitulada, en donde lo que se lee no tiene nada que ver con lo que sale de la boca de los personajes. Con un elenco de renombradas figuras como el mencionado McKellen, Judi Dench, y Idris Elba, y algunos cantantes como Jennifer Kate Hudson, Jason Derulo y Taylor Swift que tratan de ponerle dignidad al asunto sin tener éxito, la película que ya fue retirada voluntariamente por Universal de la competición por los premios, hecho que describe muy bien lo que sucedió con el estudio desde el estreno en Estados Unidos.
Fórmula repetida que entretiene Dwayne Johnson "The Rock" regresa con su equipo de aventureros en esta secuela que no deslumbra pero cumple. Nadie esperaba mucho de " Jumanji: Bienvenidos a la jungla", secuela del filme original de 1995 en el que un grupo de personas jugaban un juego de mesa que se hacía real. En la segunda parte, el juego evolucionó y se transformó en consola de videojuegos, y vivieron aventuras en la selva. Con Dwayne Johnson, "La Roca", a la cabeza nuevamente, la tercera película de la saga trae a los mismos protagonistas, Karen Gillan, Kevin Hart, Jack Black, Nick Jonas, y agrega a dos Danny DeVito y Glover, con gran tino. Sin cambiar demasiado la premisa de la película anterior, "El siguiente nivel" mantiene la altura. Aquí, Spencer (Alex Wolff) siente que debe volver al juego para sentirse líder nuevamente (su avatar es Bravestone, interpretado por Johnson) y, al notarlo, sus amigos saben que también deberán meterse a Jumanji para rescatarlo, pero el problema es que la jungla tiene nuevas sorpresas preparadas para los participantes.