"Jack Ryan: acción a la americana" Jack Ryan, el personaje creado por Tom Clancy allá por los años 80, va camino a convertirse en el James Bond norteamericano: con 5 películas que lo tienen por protagonista (“La caza del octubre rojo”, “Tiempo de Patriotas”, “Peligro Inminente”, “La Suma de todos los Miedos” y la actual “Jack Ryan: Código Sombra”) 4 actores que ya supieron encarnarlo (Alec Baldwin, Harrison Ford, Ben Affleck y ahora Chris Pine) y guiones tan inverosímiles y entretenidos como el mismísimo Bond (personaje también literario creado por Ian Flemming) supo protagonizar. En esta reboot de la historia, Jack es un joven estudiante que está realizando un master en economía en Londres cuando una desprevenida mañana es testigo (televisión mediante) de los ataques terroristas a las Torres Gemelas de 2001. Este suceso parece cambiarle la vida a Jack quien decide dejar los libros de lado y unirse a la marina de su país. Durante una misión resulta gravemente herido y, mientras realiza su rehabilitación física en un centro militar, un enigmático personaje lo recluta para que trabaje para la CIA. Su novia no sabe nada al respecto y durante un viaje a Rusia, la suerte de todos cambiará por completo. La película cuenta con todos los elementos que una buena película de acción old school debe tener: grandes escenarios (vistas panorámicas de Londres y Moscú principalmente), personajes enigmáticos, mucha acción y, por sobre todo, un villano hecho y derecho. En este caso Kenneth Branagh quien no solo dirige al film sino que también interpreta a Viktor Cherevin, se luce hablando en ruso gran parte de la película (un detalle que a mi parecer fue muy válido) y cuando no, puedo llevar adelante un inglés con un acento muy “a lo ruso” impecable (vale tener en cuenta que Kenneth Branagh posee uno de los acentos británicos más adorables de la tierra) Las actuaciones son correctas, el elenco hace un trabajo respetable aunque en este caso debo exceptuar a Keira Knightley, quien ofrece una labor tan pobre como su supuesto acento americano. Chris Pine, Kevin Costner y Mikhail Baryshnikov (con una aparición pequeña y fuera de los títulos) completan los nombres del cast. Si bien la historia no sorprende y la temática que aborda (salvemos a EE.UU de una catátrofe que afectaría no solo al país sino al mundo entero) está ya más que explícita en las otras apariciones cinematográficas de Jack Ryan, la película sabe ser entretenida y hasta por momentos, tensa. Habiendo adaptado tantas obras de Shakespeare al cine, Kenneth Branagh cambió el curso de su carrera como director cuando dirigió “Thor” allá por 2011 y se ve que, en esta ocasión, se sacó las ganas de hacer una de acción hecha y derecha. Quizás le falte un poco de carisma a Chris Pine para pegar onda con el público en este personaje, quizás el guión necesite un poco más de empuje para terminar de cerrar completamente, lo cierto es que Branagh ofrece simplemente lo que una película de acción puede ofrecer: acción, un poco de suspenso y mucho pero mucho tiempo para pochoclear.
Un poco (bastante) de amor francés. Pocas veces el cine post-moderno se ha tomado el trabajo de contar una historia de (des)amor en cuerpo y alma con tal intensidad y realismo como es el caso de “La vida de Adèle”. Esta película del realizador francés Abdellatif Kechiche llega a las salas de nuestro país habiendo sido internacionalmente alabada e incluso galardonada con la Palm D’Or en el Festival de Cine de Cannes. Ahora si bien se sabe que un premio no es garantía de calidad, en este caso “Adèle” se merece este y todos los premios que le quieran otorgar. Basada en la novela gráfica de Julie Maroh titulada “Blue is the warmest color” (que se podría traducir como “el azul es el color más cálido”), el film cuenta dos capítulos de la vida de Adèle (Adèle Exarchopoulos), los cuales son claramente reconocibles (aunque no estén explícitamente delimitados) y hasta se podrían comparar en términos poéticos bajo el velo de William Blake y sus dos grandes polos: el de la inocencia y el de la experiencia. En la 1er parte del film, conocemos a una joven Adèle de 17 años, la cual se mueve por el mundo muy espásticamente cual adolescente, come de manera desmesurada y sueña despierta con sus libros y clases literatas. Es en este punto de su vida cuando ante la insistencia de su grupo de pares de secundaria (mayormente mujeres), Adèle comienza a explorar su sexualidad y su curiosidad por lo desconocido. Luego de una fugaz relación con Thomas, nuestra joven heroína conoce a Emma (Léa Seydoux), una joven veinteañera estudiante de arte, con un pelo azulado y ojos a tono quien cambiará su vida para siempre. En la 2da parte del film, el director explora la transformación de Adèle, de niña inexperimentada a joven amante. Con escenas de sexo más que explícitas, discusiones sobre arte y alguna que otra escena familiar, Kechiche retrata la relación de Adèle y de Emma de manera exquisita y presenta un relato crudo y realista de cómo el amor totalitario por parte de alguna de los involucrados puede llegar a doler tanto como la indiferencia. En sus casi 3 horas de metraje, la película no resulta ni empalagosa, ni escandalosa como se podría llegar a pensar y lo interesante es que Kechiche no nutre su historia pura y exclusivamente de la relación de estas dos mujeres, sino que la tiñe de otros intensos temas como la búsqueda del ser, la presión social, el bullying e incluso la homofobia. Las dos actrices principales son quienes se llevan, literal y figuradamente, todas las palmas ya que, es la 1er vez en la historia del Festival de Cannes que la Palm D’Or es otorgada tanto al director como a las protagonistas de la cinta. Adèle Exarchopoulos verdaderamente brilla en cada plano y cada secuencia del film y el trabajo de Léa Seydoux es tan desgarrador como real. “La Vida de Adèle” es una de esas historias que, en menor o mayor medida, tocan profundo y que, sin lugar a dudas, entra en el podio de las grandes historias de amor que el cine nos supo entregar.
Lobo Salvaje Martin Scorsese vuelve al ruedo junto con su actor fetiche de los últimos años, Leonardo Di Caprio, y nos brinda una de las películas más eclécticas, salvajes y desmesuradas que podamos contar en su filmografía. En “El Lobo de Wall Street” es el mismísimo Jordan Belfort (Leonardo Di Caprio), un joven white trash norteamericano quien se encarga desde un principio, en guiar al espectador a lo largo de su historia. Desde sus humildes comienzos como corredor de bolsa en Wall Street hasta la posterior fundación de la dudosa Stratton Oakmont, Belfort nos lleva por un recorrido plagado de codicia, sexo, drogas y frenesí que parece no terminar hasta que gradualmente (luego de 3 horas imparables) implosiona. La receta es una de esas que solo directores como Scorsese, con más de 4 décadas dedicadas al cine, pueden darse el lujo de preparar y que todos salgamos con hambre de más. Tomando ingredientes de películas clásicas (propias o ajenas) como ser la premisa del rápido ascenso y riqueza desmesurada de Henry Hill (Ray Liotta) o mismo la relación de camadería entre Henry y Tommy De Vito (Joe Pesci) en “Buenos Muchachos” y entremezclando personajes border y uber ambiciosos como Tony Montana y Gordon Gekko de “Caracortada” y “Wall Street” respectivamente aunque dejando la violencia de lado, Marty nos presenta con un delicioso coctel a puro sexo, drogas y rock’n roll. Con un tono satírico y extremadamente crítico, la película hace hincapié en la exacerbación del sueño americano y muestra como, llegado a un extremo de codicia, la naturaleza humana siempre permite ir un poco más allá sin medir las consecuencias que eso pueda llegar a tener. La máquina de vender burbujas que fue, y sigue siendo, Wall Street está explicada a la perfección por el personaje interpretado por Matthew McConaughey (quien por cierto, se roba todos los minutos en pantalla) en una de las primeras escenas con su “fugazi” (polvo de hadas) y es lo que marca el comienzo de esta alocada historia y hace posible que todo se mantenga flote hasta su inevitable desenlace. El elenco es impecable, empezando por el mismísimo Leonardo Di Caprio quien lleva el papel de Jordan al extremo total y hace reir hasta con las escenas más absurdas. Su compañero de aventuras, el madurísimo (actoralmente hablando) Jonah Hill se luce como Donnie Azoff, un personaje que parece haber sido cortado a su medida. Completan este impecable equipo la bella y talentosa Margot Robbie, el veterano actor/director Rob Reiner y Jean Dujardin y, el anteriormente mencionado, Matthew McConaughey, a quienes nunca está demás verlos en pantalla grande. Si querés empezar el año con todas las pilas, con una película que transmite adrenalina pura y contagia cine entonces “El Lobo de Wall Street” es para vos! P.D: Otro miembro de la “crew” que se lleva todas las palmas es Robbie Robertson quien compiló una banda de sonido más que perfecta con nombres como Billy Joel, Foo Fighters y Cypress Hill. Una joyita!
Adaptaciones, adaptaciones, adaptaciones. Si miramos con detenimiento nuestra cartelera local veremos que, muchas de las películas que más público están llevando a las salas no son ideas originales de Hollywood, sino novelas adaptadas a la gran pantalla. “On the Road” (luego de muchos años de amague) se suma a esta onda ya que el director brasilero Walter Salles (también responsable por “Diarios de Motocicleta”) se animó a darle el “tratamiento Hollywoodense” al libro homónimo de Jack Kerouac . La historia transcurre durante las décadas del 40/50 y cuenta la historia de Sal Paradise (interpretado por Sam Riley), cuya vida se ve completamente afectada cuando conoce a Dean Moriarty (Garrett Hedlund), un joven con un espíritu más que libre, y a su novia Marylou (Kristen Stewart). Los jóvenes alocados emprenden un viaje a lo largo y ancho del territorio norteamericano (e incluso un poco más allá) y se encuentran por el camino con una serie de situaciones y personajes que los marcarán para siempre. Si bien la premisa suena más que tentadora, explorar junto a un grupo de jóvenes el tema universal de la búsqueda del ser propio y la independencia sin dar cuenta de lo que sociedad (padres incluidos) quiera o piense al respecto, la película se queda, justamente como lo dice su título, en el camino. Por momentos engancha pero por otros desencaja completamente. Si alguien va a verla desconociendo (o mismo conociendo) el hecho de que es una adaptación, se va a dar cuenta instantáneamente ya que aparecen un sinfín de personajes exóticos sin razón alguna de ser que, a menos que hayan leído el libro, no se llega a saber de qué manera afectan a los protagonistas y cuya desaparición es casi tan abrupta como su aparición. En ese frenesí de sexo, drogas y jazz, se destaca la banda sonora, la cual remite al espectador automáticamente a la época en la cual los personajes viven esta vida al estilo Hemingwayniano y no sorprende cuando en los títulos aparece como responsable de la misma el gran Gustavo Santaolalla. La producción y la fotografía también son para destacar. En lo que al elenco respecta, las actuaciones de los personajes principales son respetables, aunque ninguna revelación se asoma por la ventanilla. Kristen aparentementehayvidadespuésdeCrepúsculo Stewart intenta despegarse de su poco afortunado personaje adolescente, pero no logra convencer del todo. El género indie tiene de vuelta a su musa por excelencia, la blonda Kirsten Dunst quien, aunque en un papel chico y poco común a sus estándares, ayuda a que la película no caiga estrepitosamente. Entre los personajes medio descolgados que aparecen se pueden contar grandes nombres como Viggo Mortensen y Amy Adams quienes, lamentablemente, no aportan mucho a la trama debido a la poca claridad que sus roles tienen en la historia. “En el Camino” es una de esas películas que despiertan sensaciones encontradas, no termina de convencer como “road pic” ya que por momentos se torna lenta y repetitiva ni tampoco se perfila como una película indie-bomba-cultural (aunque eso es a lo que aparenta aspirar). Es una película olvidable, que se deja ver en un ataque de amor y locura beat pero que no sorprende en ningún momento. Una lástima que después de tantos años de buscar financiación y responsables, su productor, Francis Ford Coppola haya terminado apostando por un producto un tanto mediocre.
Si bien el sigilo sacramental, mejor conocido como secreto de confesión, no es un tema que haya escapado a las garras de la industria cinematográfica (lo hizo el mismísimo Hitchcock en el film <a href="http://www.imdb.com/title/tt0045897/?ref_=nv_sr_1">“Yo Confieso”</a> de 1953), pocas son las películas nacionales que se han hecho eco de esta temática, siendo una de ellas <a href="omisionlapelicula.com.ar/">“Omisión”</a>. La ópera prima de <b>Marcelo Páez Cubells</b> pone en la mira este delicado tema y lo entrelaza con otros problemas sociales (como ser la violencia de género y la inequidad social) en un thriller que si bien apuesta fuerte (en cuanto a elenco y trama), se queda –lamentablemente- a mitad de camino. Santiago Murray (interpretado por un flojo <b>Gonzalo Heredia</b>) es un joven sacerdote que (luego de un exilio a España) decide volver a Buenos Aires, a la iglesia que lo vio crecer para reconciliarse con su vida pasada y lavar culpas por una historia que parecía ya olvidada. A su vez Patricio Branca (un sobrio <b>Carlos Belloso</b>) es un singular psiquiatra quien, lejos de estar satisfecho con sus pacientes, su trabajo de analista y su aporte a la sociedad como tal, decide accionar drásticamente uniendo así , confesión de por medio, su vida y la de Santiago en una intricada historia de culpas, traiciones y omisiones. Completan el elenco una correctísima <b>Eleonora Wexler</b> (como la fiscal local) y en pequeños papeles secundarios la veterana <b>Marta Gonzalez</b> y <b>María Fernanda Callejón</b>. Si bien la trama presenta una historia original y realista en términos sociales, el guión se queda a mitad de camino en cuanto a desarrollo, tanto de historia como de personajes. Lo que parece ser una historia sencilla, se torna de a poco bastante escabrosa y el no desarrollo de algunos temas claves, hacen de la película una experiencia bastante tediosa y predecible. La música tampoco acompaña al espectador ya que es notorio como, cada vez que los protagonistas se encuentran en una escena melancólica o emotiva, una melodía de piano bastante bajonera se repite una y otra vez y (lamentablemente) esto sucede en no solo una sino varias escenas del film. Es una pena que un proyecto de género tan poco explotado a nivel comercial en nuestro país como es el policial negro , con una producción bastante acertada y un posicionamiento dentro del mercado local fuerte, defraude de tal manera. Es posible rescatar parte del elenco (en especial a Eleonora Wexler, quien siempre parece lucirse tanto en la pantalla grande como en la chica) y un par de escenas que crean cierta tensión en la 1era media hora, pero puedo afirmar que no es, en lo más mínimo, el thriller argentino que cambiará la historia de este género a nivel comercial ni mucho menos.
Siempre que un libro es adaptado a la pantalla grande, forme o no parte de una saga literaria, es imposible dejar de comparar la historia base con la adaptada al medio cinematográfico. Ni hablar de si ese libro o película ya cuenta con una predecesora en su haber, en ese caso las comparaciones son -admitámoslo- inevitables. En el caso de las secuelas, las segundas partes tienden a caer en la maldición del “hijo del medio” y suelen ser menos agraciadas que el film primogénito (y digo todo tentativamente ya que no quiero rotular a todas las sagas por igual) sin embargo éste no es para nada el caso de “En Llamas”. La nueva entrega de la historia craneada por Suzanne Collins supera ampliamente a su antecesora (en materia de guión, actuaciones y construcción de personajes) sacudiendo así el fantasma del “hijo del medio” y redoblando la apuesta para lo que parece será una saga más que épica. Al comienzo de la trama nos encontramos de vuelta en el grisáceo Distrito 12 y, mediante escenas y actuaciones muy logradas, somos testigos de las devastadoras consecuencias que esta salvaje competencia tuvo en la psiquis de Katniss y Peeta (los vencedores de los 74 Juegos del Hambre). Independientemente de estos problemitas, la pareja preferida de Panem (o mejor dicho del Capitolio) debe emprender una gira por dicho país oficiando de embajadores de los Juegos, mostrando su “amor” al mundo y creando así una distracción para que sus habitantes se olviden de cuales son sus verdaderos problemas (básicamente que viven en la miseria, en un sociedad completamente tiranizada pero… nada que la TV y un buen romance mediático no pueda aplacar). Sin embargo, las cosas no salen de acuerdo a lo esperado y, el Presidente Snow (Donald Sutherland) viendo que estos jóvenes son más una amenaza que una solución, decide que para el aniversario número 75 de los Juegos (conocido como el Vasallaje) los participantes sean elegidos entre los ganadores anteriores. Esto claramente causa revuelo entre quienes resultan elegidos ya que, se suponía, una vez que ganaban, quedaban exentos de los Juegos por el resto de sus vidas. He aquí donde la acción se apodera de la historia y vemos nuevamente como un grupo selecto de personas (en este caso de gran diversidad etaria y en el cual se encuentran -obviamente- nuestros protagonistas) compite por probar las teoría de Darwin como ciertas, en un entramado de alianzas, intrigas y traiciones en donde solo el más fuerte sobrevivirá (eso sí, la definición de fuerte, la dejo a su criterio). Lo que destaca esta segunda entrega de la anterior, es el guión y la importancia y profundidad que se les asigna a los personajes. La doble moral (de la mayoría de los personjaes) es casi tan protagonista como la propia Katniss y la manera en la cual la historia aborda críticamente la situación socio-política de Panem es impecable. La ironía implícita en cuestiones relacionadas con la fama, la sobreexposición mediática y la influencia de los medios en el (in)consciente colectivo es meritoria, sobre todo teniendo en cuenta que es un producto muy mediatizado y pensado, justamente, para una sociedad joven, consumista y multimedial. El impecable elenco, integrado tanto por jóvenes estrellas (Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Sam Claflin y Jena Malone) como por reconocidos nombres de antaño (Donald Sutherland, Stanley Tucci y Philip Seymour Hoffman) y las actuaciones que ofrecen, son el ingrediente necesario para hacer de esta película, una entrega épica. No solo el elenco encanta con su trabajo sino que se nota que el cambio de director (de Gary“cámara en mano” Ross a Francis “la tengo re clara con la cultura pop” Lawrence) favoreció mucho el desarrollo de esta saga. Lo que comenzó siendo una historia para adolescentes bastante violenta y con una trama pseudo-desarrollada pasó a ser una aventura para ser disfrutada por adolescentes y adultos por igual dejando la puerta abierta a lo que -aparenta- será una verdadera rebelión cinematográfica. Si leiste los libros y te considerás un verdadero tributo, no te la podés perder. Si no leiste los libros y viste la 1era entrega sin mucho éxito (tal como fue mi experiencia personal) te recomiendo la veas, aunque sea para refrescar la noción de que siempre vale la pena dar una segunda oportunidad. PD: Incluir como cierre “Atlas” de Coldplay es sin dudas, una de las mejores decisiones que tomó Francis. Se ve que hay algo especial en el apellido Lawrence!
Vino para robar, la nueva película de Ariel Winograd (también responsable por Cara de Queso y Mi Primera Boda) , sorprende con una impronta muy Hollywoodense y un ritmo al cual no muchas películas nacionales nos tienen acostumbrados. La historia presenta a una (no) pareja de estafadores (encarnados por Daniel Hendler y Valeria Bertucelli) los cuales deben unir fuerzas para llevar a cabo una misión (cuasi) imposible que puede llegar a costarles la vida. Hasta acá, nada novedoso, sin embargo el guión está plagado de giros (algunos predecibles, otros no tanto) que dejan al espectador en vilo hasta los últimos minutos. El humor no se hace esperar y desde un comienzo los gags brillan en cada escena, muy argentos y a la vez muy universales, el humor es uno de los pilares de esta comedia de enredos un tanto peligrosos. Sin dejar de lado a la pareja protagonista, la película cuenta con un elenco de actores de reparto el cual es un lujo! Entre ellos podemos contar a Juan Leyrado, Martín Piroyansky y Pablo Rago… ¿qué tul? Junto con el elenco, la música y la fotografía (gran parte de la película fue grabada en Mendoza y la escena final en una ciudad europea, mas precisamente en Florencia) ayudan a hacer de esta película un gran espectáculo sensorial. Si te gusta la acción, el vino, la comedia y no te sube la glucemia cuando vez escenas amorosas en la pantalla, entonces Vino para robar es una muy buena opción para que veas en cine. Moraleja: al pan, pan y al vino, robado! Dato de color: En una de las escenas finales Mariana (el personaje de Valeria Bertucelli) tiene puesta una remera de “North by Northwest”, una famosa película del maestro Alfred Hitchcock. La misma fue traducida en España como “Con la muerte en los talones” y como “Intriga Internacional” en Hispanoamérica. La misma cuenta la historia de un hombre el cual es perseguido a lo largo y ancho del país por la policía mientras intenta salvar su vida. ¿Sutil referencia o simple homenaje?
Luego de años de silencio cinematográfico, Baz Luhrmann volvió al ruedo y lo hizo al mejor estilo Tony Stark: mucha pompa, mucha fiesta y música de la mejor. “El Gran Gatsby”, basada en la novela homónima de Scott Fitzgerald, está narrada por Nick Carraway (interpretado por un muy sobrio y correcto Tobey Maguire) un joven pueblerino, quien, ante la promesa de una vida excitante en la gran ciudad,decide mudarse a New York. Corren los años ’20 y la vida no parece haber cambiado mucho para Nick hasta que comienza a mezclarse con gente muy prominente y es así como de a poco – y sin querer queriendo – termina totalmente absorto en una caravana de excesos, mentiras y traiciones que, claramente, no llegan al mejor puerto. Si bien el guión comienza de manera muy similar a la historia original, de a poco se van creando baches que, lamentablemente, no se terminan de emparchar. Por otro lado, los personajes principales están muy bien compuestos y se destacan, en especial, las actuaciones de Tobey Maguire y Joel Edgerton. Para esta cinta, Luhrmann se suma a la lista de directores que decidieron apostar al 3D. Si bien esta tecnología ayuda al efecto total del film, la estrella de la misma es, sin duda alguna, la espectacular puesta en escena. Baz no escatimó en gastos, y contó con la ayuda de un par de pesos pesados como ser Miuccia Prada (en diseño y confección de vestuario) y la famosa casa de diamantes Swarovski (en diseño y confección de accesorios). A esta hipérbola de la imagen no nos olvidemos de sumarle la encantadora presencia de Leonardo Di Caprio. La música, como era de esperarse, también hace de las suyas, y cabe destacar el balance creado entre melodías jazzeras típicas de la época y música completamente ajena a la misma. Es así como podemos distinguir una pegadiza melodía de hip-hop o rap o las melancólicas voces de Florence Welch o Lana Del Rey, mientras disfrutamos de opulentas fiestas y noches de descontrol. Si bien la historia deja un par de cabos sueltos, vale la pena invertir un par de horas en el cine, al menos para poder disfrutar de esta joya visual que Baz nos preparó. Moraleja No todo lo que brilla, es oro, aunque seguro es Swarovski!
Idealismo Tarantinesco Si hay algo a lo que Quentin Tarantino nos tiene acostumbrados es al gran cine gran, y esta vez no es la excepción. Django compila todos esos elementos que hacen de Tarantino un director tan singular. Y los combina de manera tal, que demuestra tanto a sus fieles fans como a sus fieles detractores por qué su nombre resuena tanto en la industria del celuloide. “Django sin Cadenas” cuenta la travesía de un ex-esclavo (Jamie Foxx) quien luego de ser liberado por un supuesto dentista, Dr. Schultz (interpretado por el magnífico Christoph Waltz) emprende un viaje por la patria que lo vio crecer (y esclavizar) en busca de su esposa, Broomhilda. Hasta acá todo bien, claro que siempre podemos agrandar el combo y por unas balas más tenemos extra sesos, sangre y un western muy logrado. Si bien la película puede resultar un poco larga, se podría dividir mentalmente en dos capítulos o volúmenes (hablando en idioma Tarantinezco). Sin embargo, los personajes y los eventos se desarrollan de tal manera, que se siente como si estuviésemos leyendo sus pensamientos en las páginas de un voluptuoso libro, uno de esos que no podemos largar hasta no llegar al final. El “journey motif” del protagonista se funde con la moral e ideales de su compañero en armas, y resultan una combinación letal. Junto con sus filosos diálogos, guiños históricos y culturales, cameos estelares, momentos absurdos y un cast brillante (cabe destacar la labor de Leo Di Caprio y de un señor para nada ajeno a este mundillo, Samuel L. Jackson), “Django sin Cadenas” es una excelente opción para empezar este año más sanguinarios que nunca. Para tener en cuenta: la música, que le ofrece un marco exquisito a la historia y una aparición de Quentin que no tiene desperdicio. La moraleja Sí a la cerveza (siguiendo el ejemplo del Dr. Schultz) y no a la esclavitud.