Viajes y bailarines. Profesores y alumnos. Malambo, el hombre bueno nos lleva de una historia a la otra a través de la cadencia del zapateo, el rasgueo de la guitarra y el repiquetear del bombo. La música se ubica en un primer plano. Junto a ella, aparece Gaspar (Gaspar Jofre), el protagonista y personificación del sacrificio en el nuevo largometraje del director cordobés Santiago Loza.
Ojos que observan queriendo entender el nuevo paisaje, de adaptarse a él. Una mudanza ocurre mientras los vecinos en las calles festejan y los fuegos artificiales iluminan el cielo. Frida (Laia Artigas) carga su muñeca en brazos y se despide en silencio de una vida que ya no es: de ahora en más, Barcelona formará parte de su pasado. Estiú 1993 (Verano 1993) lleva a la ficción la historia de su directora, quien hace de su ópera prima en recuerdo de su infancia en la cual, tras perder a sus padres a
Olivia Dejazet (Marina Fois) es una escritora conocida que llega hasta La Ciotat, una villa portuaria al sur de Francia, para llevar a adelante un taller de escritura. A éste se presentan adolescentes a quienes, como una forma de integración social, se les propone escribir una novela. Cada uno, a partir de su historia personal, acerca sus ideas en torno a ese proyecto, pero es Antoine (Matthieu Lucci) quien se destaca, y no de una forma positiva.
Moonee (Brooklynn Prince) es una pequeña de seis años que se junta con los amigos de su barrio para hacer competencias de escupidas desde un primer piso. Acto seguido, corren, maldicen y escapan mientras una vecina se enfurece. Será ella quien se presente en la puerta de Magic Castle, el motel vecino, para ir a buscar a esos pequeños diablos que, según la mujer, no sólo deberían retractarse sino -y sobre todo- limpiar el desastre que hicieron sobre su auto. Halley (Bria Vinaite), la mamá de la pequeña, no tiene demasiado interés en que eso ocurra, pero en fin: lleva a su hija y al otro niño a quien cuida mientras su amiga trabaja, hasta allí. Entonces los chicos se suben al auto y juegan con el agua mientras lo lavan, ayudados por la nieta de la vecina quien pronto se convierte en la nueva aliada del grupo.
Algo tiene JR que a Varda le recuerda a Jean-luc Godard. Algo, como la negativa del hombre a quitarse las gafas oscuras por un momento para dejar al descubierto su mirada. Pero incluso el cineasta francés aceptó una vez hacerlo para que la diminuta directora lo retrate. En JR este capricho puede entenderse por esa necesidad que defienden muchos street artists de mantener su identidad oculta aunque actualmente figuras reconocidas como las de este treintañero que busca hacer de su obra un lugar de reflexión social, no son perseguidas ya que la moda les otorga la impunidad necesaria como para que no se considere su trabajo como un acto de vandalismo.
El amor ¿Qué es? ¿Quién es? Las perspectivas cambian mientras uno crece, experimenta, conoce y acepta desconocer. Las respuestas mutan, así también las preguntas que nos hacemos a medida que las seguridades caen. La ópera prima de Guillerma Pico deja plasmada sobre la pantalla una búsqueda continua e inherente al propio ser humano. Búsqueda que la directora realiza a partir de la minuciosa observación, avanzando en la naturaleza con una cámara que se detiene a filmar a un grupo de caballos pero además se adentra en la vegetación, haciéndolo de forma lúdica en un juego de foco y fuera de foco.
Alberto (Vicente Santos) es un jardinero que vive en una casa de clase alta, en Santo Domingo y pide unos días libres para ir hasta Oviedo a visitar a su familia tras el sorpresivo fallecimiento de su padre. Cuando vuelve a su pueblo natal, se encuentra con niños que juegan en el patio y tras ellos, una mujer le confiesa que en verdad el hombre fue asesinado por un ajuste de cuentas, a pedido de un tal Martínez.
"El miedo seca la boca, moja las manos y mutila. El miedo de saber nos condena a la ignorancia; el miedo dehacer, nos reduce a la impotencia. La dictadura militar,miedo de escuchar, miedo de decir, nos convirtió en sordomudos. Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar, nos enferma de amnesia: pero no se necesita ser Sigmund Freud para saber que no hay alfombra que no pueda ocultar la basura de la memoria". Eduardo Galeano Una escena muestra el bautismo de Álvaro de la Barra a sus treinta y dos años. Allí se ve a sus seres queridos reunidos y emocionados luego de que la justicia chilena finalmente lo reconozca como hijo de Alejandro de la Barra y Ana María Puga, entregándole su certificado de nacimiento. Padres que por defender su ideología fueron perseguidos y asesinados durante la dictadura de Augusto Pinochet. Una historia que resulta conocida ya que toda América Latina fue víctima de ese perverso plan sistemático de los años setenta, organizado por la CIA, y que unió a los países de la región bajo la sombra de la conocida Operación Cóndor.
Una mudanza puede servir para afianzar una pareja pero también para mostrar las incompatibilidades de quienes la componen. Cetáceos no se plantea ni de un lado ni del otro, sino que relata los días posteriores a este momento, haciendo de la confusión el punto de conflicto. En medio de ese escenario, los protagonistas aparecen: Alejandro (Rafael Spregelburd) deja todas las cosas en su casa nueva y sale corriendo para el aeropuerto, con destino Italia, para asistir a un congreso; mientras Clara (Elisa Carricajo) se encuentra inmóvil, rodeada de canastos por desarmar y sin el deseo de hacerlo. Desinteresada respecto a su presente, el imp
Una puerta con múltiples candados divide una casa en dos territorios. De un lado está una mujer que pide salir de la habitación donde fue encerrada, del otro, sus hijos le explican una y otra vez que no pueden liberarla. Axel (Camilo Castiglione), el más chico de la familia, escucha a su madre de manera atenta, creyendo en sus palabras. Fiel a lo que Margarita le dice, el niño se instala largos ratos a interactuar con ella, madera por medio, oyendo los requerimientos, maldiciones y manipulaciones que su madre dispara sin pausa. Mientras tanto, Antonia (Mariel Fernández), Alejandra (Martina Juncadella) y Alicia (Laila Maltz) van y vienen, turnándose para hacerse cargo de la situación mientras buscan algún punto de fuga -sea la música, la ropa o los hombres- para poder olvidar por un rato lo que ocurre del otro lado de la puerta.