¿Por qué los secuestradores prosperan? ¿Por qué sonríen los diputados? Tienen plan. Vos no tenés plan. Vicente Luy En la actualidad, la desigualdad social es presentada en el discurso audiovisual desde varias aristas que invitan a reflexionar acerca de los modos en que la violencia se puede percibir a través de diferentes modalidades. En los últimos años, la institución familiar ha resultado ser un fundamento para exponer este tema logrando la atención de críticos y festivales reconocidos. Sin ir más lejos, Shoplifters, de Hirokazu Koreeda, logró la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cannes 2018 a partir de presentarnos a una familia no tradicional de la clase baja japonesa, mientras que en 2019, el premio mayor lo obtuvo Bong Joon-ho quien se sirve de esta institución, para retratar dos mundos opuestos que convergen en Corea del Sur.
“Ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, cuando él venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer”, escribe el filósofo Walter Benjamin en su sexta tesis publicada bajo el título de “Sobre el concepto de historia”. Pensar en quienes murieron oprimidos, que continúan siendo vencidos por esos dominadores de cada época, esta es la tarea que el director Sebastián Díaz había comenzado en su ópera prima con la recuperación de las historias de los pueblos originarios. La muralla criolla planteaba la revisión de un período, tomando como punto de referencia el año 1875 cuando el presidente Nicolás Avellaneda solicitó al ministro de guerra Adolfo Alsina idear un plan para finalizar con el “problema del indio”, el cual se materializó con la construcción de una zanja a lo largo de la pampa argentina, conocida como “Zanja de Alsina”.
Emilia (Antonella Saldicco) se junta a conversar con Jorge, el padre de Andrea, una vieja amiga que falleció hace un tiempo. En la charla, el hombre le transmite su deseo -y casi un ruego- de que esté con él y su familia cuando entreguen las cenizas de su hija. Ella, no lo piensa demasiado, organiza su vida y acepta volver a su pueblo natal, ese que abandonó para irse a estudiar a Buenos Aires. Tras la despedida de su novio en Retiro; la autopista, la bandeja del micro, la ventanilla empañada, la ruta y las montañas la van acercando a un escenario en blanco: el de 28 de Noviembre, en Santa Cruz. Territorio de dolor al que ahora debe regresar para enfrentar la muerte, pero también actualizar los vínculos que habían quedado en suspenso con su partida.
Sentada en un café, Paula (Rosario Varela) le da clases de español a un joven alemán. Una y otra vez, le corrige una presentación oral torpe, mientras se distrae con su nuevo celular que aún no sabe silenciar. Un delincuente irrumpe en el bar exigiéndoles a todos sus objetos personales. De manera azarosa, Paula impide el robo. Una “metida de pata” la lleva a los horarios centrales de los noticieros. Esta mujer maravilla -como la bautizaron-
¡No se dejen seducir! No admitan la explotación. ¿Qué miedo los va a conmover? Morirán como las bestias. ¡Y después no hay nada más! Bertolt Brecht Ataúdes de extraña procedencia invaden la ruta mientras un camión intenta, en vano, esquivarlos. En medio de zigzagueos, la cámara llega hasta un pueblo, dando una señal acerca de una de los tópicos centrales de Bacurau: la muerte; de una mujer, de los habitantes de este lugar pero también de un territorio periférico que comienza a desaparecer del mapa. La mujer es Carmelita, una antigua pobladora, y figura que justifica la presentación llevada a cabo por Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho acerca de un grupo de vecinos. A través de sus cánticos, despedidas y rituales, de sus pérdidas y fortalezas; estos moradores se guían por sus costumbres y una organización comunitaria que suple los servicios básicos que sus gobernantes no les aseguran.
¿Qué implica ser madre? ¿cómo es serlo? ¿cómo lo vivencia cada mujer? ¿cuál es la interpretación que hacen los hijos? Estos interrogantes le surgen a Amparo Aguilar, directora de Malamadre, quien construye un documental donde distintas mujeres son convocadas para reflexionar frente a cámara respecto de lo que implica ser una “buena o mala madre”, dejando al descubierto las construcciones sociales naturalizadas y reproducidas a modo de mandatos en torno a lo que se debería o no hacer.
Gustavo (Javier Drolas) es un padre con buenas intenciones. Está presente, disfruta del tiempo junto a sus hijos, de la vida compartida, pero no se lo plantea con la responsabilidad suficiente. Situación que se confirma en hechos cotidianos como cuando lleva a los pequeños a ver un partido de River en medio de una tormenta o a reuniones de adultos, llega tarde a actos escolares por quedarse junto a sus amigos e incluso al presentarles a los pequeños sus citas ocasionales.
Luisa (Sofía Gala Castiglione) tiene dos trabajos: como niñera y en una fábrica, junto a su novio Miguel (Mariano González). Un contexto de precarización laboral la empujaron a buscar alternativas para resolver su situación económica dividiendo el tiempo entre la producción en serie de budas de cerámica y el cuidado –como bien nos adelanta el título- de los otros, en particular, de dos pequeños.
Una familia, una casa de verano, el alcohol y la pileta. Podría estar hablando de La ciénaga, de Lucrecia Martel, pero no. Hablo de Los sonámbulos, la nueva película de Paula Hernández la cual, lejos de parecerse a… , traza su recorrido, con la habilidad necesaria para dejar su propia marca. Hasta allí llega Luisa (Érica Rivas), junto a Emilio (Luis Ziembroski) y Ana (Ornella D’Ellia), la hija de este matrimonio, para pasar fin de año. Los recibe la familia de él: su madre Meme (Marilú Marini) y sus hermanos, Inés (Paula Lois) -figura de una madre luchona desesperada con un bebé al cual no logra amamantar- y Sergio (Daniel Hendler) con sus hijos de distintos matrimonios.
Sosa (Tomás Raimondi) es el nuevo cartero del Correo Central. Su sonrisa de recién llegado se distingue entre los rostros de los antiguos trabajadores que lo miran de reojo, con desconfianza pensando que viene en el papel de “buche” o a “serrucharle” el piso a alguien. Desconfianza, pero también amargura y frustración por el hecho de que su llegada coincida con un momento en que están forzando a varios compañeros a tomar el retiro voluntario en plena ola de crecimiento de las privatizaciones. Pero al joven no parece afectarle en gran medida tal asunto, tampoco los negocios que ocurren a su alrededor. Él está satisfecho con el hecho de haber conseguido un trabajo en Capital Federal y que el mismo le permita mantenerse mientras comienza a cursar su carrera universitaria en la universidad pública de Buenos Aires.