Una tela negra, una pluma, una taza robada del café Engländer son algunos de los objetos a partir de los cuales Gastón Solnicki se propone un difícil desafío: rendir homenaje a su amigo Hans Hurch, el crítico y mítico director del Festival Internacional de Cine de Viena recientemente fallecido a causa de un ataque cardíaco. Un homenaje que se extiende y supera al mismo personaje para hablarnos del amor por el cine a través del modo en que se encara este proyecto con una elegancia capaz de detectarse en cada plano, incluso en los que los objetos no parecen hablarnos de ella.
“(…)De Sica plasma la secuencia que Bazin ponía como ejemplo: la joven criada entra por la mañana en la cocina, realiza una serie de gestos maquinales y cansados, limpia un poco, espanta las hormigas con un chorro de agua, coge el molinillo de café, cierra la puerta con la punta del pie. Y cuando sus ojos atraviesan su vientre de mujer encinta, es como si estuviera engendrando toda la miseria del mundo”. Excepto por las hormigas y el molinillo, la escena de Umberto D (Vittorio De Sica, 1952) que retoman en su teoría Bazin y Deleuze –y que marca de manera inevitable un antes y después en la historia del cine- podría hablarnos de Roma, la nueva película de Alfonso Cuarón.
Antes que el sueño (o el terror) tejiera mitologías y cosmogonías, antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era. “El mar”, Jorge Luis Borges Otoño entre las hojas secas, la lluvia y las nubes. Una cámara rápida desde el auto retrata las calles de la ciudad, la autopista, el peaje, la ruta, la tierra, los médanos, hasta llegar al mar. Su director, Fernando Spiner anticipa que esta película es acerca de su amigo, Aníbal Zaldivar, quien tuvo una vida que él no vivió. Dedicado al periodismo y transformado en un poeta, él se quedó en el lugar de la infancia, Villa Gesell.
El último día en la vida de una pareja después de varias décadas juntos. Los hijos abandonaron el nido hace tiempo, el sexo ya no parece funcionar, los discos son separados en dos grupos, el cartel de la inmobiliaria descansa en el living y la ropa es sacada del placard para recordar otros tiempos en que era parte de la cotidianidad de sus dueños.
“¿Qué sería de los Clash sin Buenos Aires, donde nacías vos? ¿Qué tal sería Pizarnik como madre de quien nacías vos?” canta Walas de Massacre. De un modo similar, yo me hago otra pregunta hipotética: ¿cómo sería un holocausto donde vivís vos?. No hablo de una nueva ola de fascismo que avanza con líderes como Jair Bolsonaro en Brasil, sino a la vieja usanza. Sí, puede resultar confuso e imposible de imaginarlo pero Christian Petzold lo logra en su nuevo trabajo. Transit adapta una novela de 1942 escrita por Anna Seghers acerca de la ocupación nazi en Francia, pero la descontextualiza llevándola a paisajes donde autos modernos, graffitis en todas partes y personajes actuales remiten de manera indiscutida al tiempo presente.
Comencemos por el principio. No del relato sino del recibimiento que tuvo Rojo, película ganadora de tres premios -Mejor Dirección, Fotografía y Actor- en el Festival Internacional de San Sebastián 2018. Recordarán muchos de ustedes el video que circuló hace varias semanas donde Benjamín Naishtat (Historia del miedo, El movimiento) subía al escenario para agradecer y dar un discurso acerca del difícil momento que está atravesando el cine argentino actualmente en manos de “improvisados”. Un discurso que demostraba el compromiso del director al concluir diciendo: “La cultura dignifica, es parte de la dignidad de un pueblo y la dignidad no se negocia”. Ese compromiso que Naishtat asume en el modo de hacer frente y denunciar las atrocidades que está sufriendo el cine durante la gestión actual es también el que se observa a simple vista en lo que hace, en este caso, en su tercer largometraje, Rojo.
ahora en esta hora inocente yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada. Alejandra Pizarnik Rina fallece. A su hermana, Marcela (Mercedes Morán), le toca la tarea más difícil: en medio del proceso de duelo tiene que desarmar el departamento que la mujer habitaba. A la par, trata de mantener en orden su hogar, con tres hijos adolescentes, un marido (Marcelo Subiotto) obligado a ausentarse por trabajo y un lavarropas que se rompe con las prendas mojadas en su interior.
“Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo” El proceso, Franz Kafka El 26 de octubre de 2014, Dilma Rousseff gana las elecciones con un 51,6% de los votos. La democracia se festeja una vez más en Brasil, el Partido de los Trabajadores es reelegido y se mantiene en el poder. Pero no todos están contentos. Una sensación de incomodidad comienza a gestarse de manera invisible, cobrando diferentes formas pero donde la desestabilización parece ser un objetivo compartido. Este es el punto de partida de El proceso. Historia de un golpe (O Processo), el documental dirigido por María Augusta Ramos acerca de la destitución de Rousseff.
Jesi (Jazmín Stuart) vuelve de Madrid por tiempo indeterminado y sin avisarle a nadie. Se instala en la casa de Pablo (Santiago San Paulo) en Córdoba tras una larga ausencia. No sólo se reencuentra con él sino también con los recuerdos que él motoriza. Leyendo eso podría parecer una historia sencilla, ¿no? pero entre esos recuerdos, está Martín, la tercera pata de este trío amistoso.
En un pueblo de Hungría un casamiento está a punto de celebrarse, entre el hijo de un funcionario del ayuntamiento y una campesina. Mientras tanto, en la radio se escucha acerca de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Es agosto de 1945, el verano se hace sentir de forma violenta. Todos corren para llegar a tiempo con los últimos preparativos cuando dos hombres vestidos de negro bajan del tren, salen de la estación y comienzan a caminar por el pueblo. Nadie sabe quienes son pero muchos se sienten incómodos ante su presencia. Una sensación con un trasfondo complejo, aunque eso no se observe a simple vista. Uno del que nadie parece estar dispuesto a hablar sino que prefieren hacerse los distraídos hasta que los forasteros se vayan.