Soñar, Soñar “El Mundo no es real todavía, el tiempo duda. Sólo es cierto, el calor de tu piel”. Octavio Paz. Llegó el día. Se estrena una de las mejores películas de año. ¡Christopher Nolan lo hizo de nuevo! El hacedor de éxitos como “Batman, el caballero de la noche” y “Memento”, con sólo 40 años logra llevar al límite de lo posible el cine de acción con ribetes psicológicos. Confeso admirador de Jorge Luis Borges, Nolan cual un cuento del fantástico escritor argentino -de hecho en un momento uno de los protagonistas desea escapar por un tiempo a la mismísima Buenos Aires- logra convertir en imágenes situaciones muy cercanas a los relatos fantásticos que tanto Borges como Adolfo Bioy Casares plasmaron en muchos de sus relatos. Dom Cobb (Leonardo Di Caprio) es el líder de un grupo de investigadores que insertan una idea en el subconsciente de un tercero, para sacar información clave. Son parte de una organización –una de las tantas que existen– para ello cuentan con arquitectos que diseñan esa realidad paralela para adaptarla a los requerimientos del sueño. Es aquí donde la factura de la película logra sus mejores momentos. Una París, desdoblada, un puente infinito por el enfrentamiento de espejos, ciudades inmensas abandonadas por el paso del tiempo y la falta de gravedad son sólo algunas de las genialidades del film. Pero, entonces, ¿cuál es la realidad, y cuál es el sueño? En esto “El Origen” dialoga con la saga “Matrix”, aunque la supera ya que logra en 148 minutos llegar a un todo (a veces asfixiante y desmesurado, pero superior al fin) como Borges lo lograba en un relato largo, ya que jamás escribió una novela. El Amor. Entre tanta acción y espionaje, no podía faltar el amor. Siempre presente en el cine de Nolan. En “Memento” todo iba hacia atrás por la muerte de una mujer, en “El Gran Truco” un triángulo amoroso, y qué decir de la saga “Batman”, con Bruce Wayne haciendo todo por defender a su amada. Aquí Marion Cotillard, la actriz ganadora del Oscar por la “La Vie en Rose”, como mujer de Cobb aparece como lo deseado y lo eterno. Nuevamente Borges: “Todo estado perdurable es como el infierno. Si el paraíso fuese eterno, también sería como el infierno”. ¿Hasta qué punto un sueño, dentro de otro y así sucesivamente, pueden controlarse? ¿Cómo el trauma de Cobb puede influir en los sueños ajenos? Di Caprio, como lo demostró en “La Isla Siniestra” este año y unos años antes en “Los Infiltrados” ambas de Martin Scorsese, logra moldear un personaje lleno de complejidades, siempre al borde de la cornisa emocional. Lo secundan: Ellen Page, de “La Joven Vida de Juno” como la nueva arquitecta, Ken Watanabe, Cillian Murphy y el siempre presente Michael Caine, entre otros. Puede mencionarse como “fallas” del monumental proyecto, la sobre-explicación de ciertas situaciones, en esto “El Gran Truco” era más sutil, y la catarata de información que vierte Nolan al espectador. El que se pierda algo, puede hundirse en un “limbo” del que difícilmente pueda escapar. Para el final Christopher Nolan se reserva un último bocado de su festín cinematográfico. Pero a no olvidar, él es el arquitecto máximo de sus propios sueños de celuloide.
¿A Cuarteles de Invierno? Después de “Ricky”, película fallida realizada también en 2009 y estrenada hace poco tiempo en Argentina, llega el nuevo Opus del director galo François Ozon. En la senda de un anterior film de su autoría de 2005 “El Tiempo que Resta”, con la que no sólo comparte actor, Melvil Poupaud, si no también algo de su temática. En este caso, el ecléctico Ozon, al enterarse que una actriz amiga estaba embarazada, se interesó en la idea de filmar una historia durante el proceso de gestación. Luego su amiga se bajó de la idea, y cuando estaba por dejar de lado el proyecto, supo que había tres actrices embarazadas en ese momento en París. Finalmente y con muy poco tiempo para desarrollar y filmar el guión, fue elegida Isabelle Carré, que llevaba 6 meses de embarazo. En esta oportunidad el director pergeño la historia de una pareja de jóvenes adictos que por circunstancias de la vida y el destino quedan desmayados luego de una sobredosis de heroína. Mousse embarazada sobrevive, Louis muere. A partir de allí la cámara sigue a Mousse en su gestación, que lleva adelante soportando la tristeza por la muerte de Louis y la negativa de la familia de este a que tenga a su hijo. Para ello, crea su propio refugio en una playa. Muy poco se sabe del pasado de Mousse, pero a los pocos meses recibe la visita del hermano de Louis, Paul (Louis-Ronan Choisy, cantante que debuta como actor). De a poco esa relación tan distante se hará cercana. ¿Qué ocurre con Mousse y su propia pasión, sus deseos? François Ozon, gran director de actores, logra en Isabelle Carré llegar a interesantes trazos de femineidad y de potencia redentora. De todos modos, el que fuera el niño mimado del cine francés, apadrinado por grandes directores de la nouvelle vague, como el fallecido Eric Rohmer, no parece lograr desde “Vida en Pareja” (2004) retornar a su mejor cine. ¿Dónde ha quedado el director de “Bajo la Arena” y su particular visión sobre la imposibilidad de realizar un duelo, o de la pieza de cámara “8 Mujeres” y sus “cálidas” asesinas, o el thriller/literario “La Piscina”, y la desfachatez de “Gotas que caen sobre piedras calientes” del mundo Fassbinder? En “El Refugio” las claves “ozonianas” aparecen a veces pero de manera tímida. No logra llegar a los momentos de puro cine: como una figura difusa en “Bajo la Arena” o una caminata bajo un atardecer en el mar en “Vida en Pareja”. Una película por año. ¿No será demasiado? ¿Habrá llegado la hora de encerrarse en cuarteles de invierno? Por ahora, no parece ser la idea. François Ozon ya filmó un nuevo film que estrenará a fin de año en Francia, nada menos que con Catherine Deneuve y Gérard Depardieu. “Potiche” se llama y está basado en un texto representado en teatro en Argentina en 1990 por Mirtha Legrand antes de su regreso a la televisión. Esta crítica está dedicada a la memoria del Periodista y Crítico Eduardo Giorello, fallecido hace pocos días. Extrañaremos su amabilidad, su enorme capacidad para dialogar con sus colegas y su espíritu exquisito.
Un paso para atrás Como se anticipó hace dos años desde estas mismas líneas cuando el estreno en cine de “Sex and the City”, vendría la segunda parte. Y ahora llegó. Todo lo que tenía de frescura, de gracia y de buenas resoluciones la primera película faltan aquí. Queda la sensación que la hicieron a las apuradas, produciendo un mal capítulo largo –casi dos horas y media– de la original serie de T.V. En esta oportunidad, las “chicas” fueron resolviendo algunos temas. Carrie vive con Mr. Big, aunque con el acuerdo de no formar una familia. Charlotte tuvo dos hijas y su vida parece ser un caos ante los ojos de sus amigas. Miranda sigue siendo una workaholic y Samantha...qué decir de ella, sigue cómo siempre, y el film socarronamente se apoya en su papel para hacer y deshacer gags de dudoso gusto por la temática y por lo repetitivos, que hace mella en cualquier buena intención de la película. Así como la serie original durante 6 temporadas, fue tan acertada cuando planteaba temas de las solteras de treintaypico, donde en el sexo, en las relaciones y en lo profesional se jugaba fuerte. Y en la primera película mencionada, estaban bien delineadas las desilusiones de cierta madurez y los pasos a seguir de las inseparables 4 amigas. Ahora no ocurre nada de todo eso. En “Sex and the City 2”, gracias a Samantha, las chicas se van una semana a Abu Dhabi con todos los gastos pagos. En ahí donde, pasando de una Nueva York en crisis económica, ellas pueden darse todos los gustos a los que el consumismo las tiene acostumbradas. Pero su estadía está llena de chistes malos, situaciones absurdas, que a su vez satirizan al mundo árabe, tan lejano a las excéntricas prácticas de Samantha. Sólo en algunas partes, cuando Carrie (Sarah Jessica Parker) y su voz en off intentan reflexionar cierta manera de vivir el matrimonio sin asfixiarse, viene un aire de las ideas originales de la serie. Pero, esto, lamentablemente, dura muy poco. Se espera no haya una tercera parte.
¿Dónde estás Ozon que no te puedo encontrar? Niño mimado del recientemente fallecido padre de la nouvelle vague, Eric Rohmer, François Ozon, llegó a su décima realización. Películas como “Gotas que caen sobre piedras calientes”, “Bajo la Arena”, “La Piscina” y “Vida en Pareja” -posiblemente su film más logrado- hacían suponer un nuevo deleite cinematográfico. Lamentablemente esto no ocurre en “Ricky”. Basado muy libremente, como se aclara en los títulos, en un cuento de la británica Rose Tremain, el film cuenta la historia de la pareja entre Katie (Alexandra Lamy) y Paco (Sergi López). Se conocen, se juntan y al poco tiempo tienen a Ricky, un bebé un poco llorón y de respiración profunda, pero en una primera mirada normal. Al poco tiempo todo se da vuelta cuando Katie junto a Lisa de 7 años (su hija de una pareja anterior) descubren que el nuevo integrante de la familia tiene alas. Sí, así como leen, iguales a las que comen con tanto placer los protagonistas cuando tienen un pollo servido a la mesa. Es verdad que Ozon siempre intenta cambiar de registro. Su pieza de cámara “8 Mujeres” poco tiene que ver con “La Piscina” y su clave policial o con el desfachatado mundo Fassbinder de “Gotas...”. Ahora con “Ricky”, explorando en el terreno de lo fantástico y lo surrealista, parece haber trastabillado. Ozon, gran director de actores, le saco jugo a Alexandra Lamy y Sergi López, aunque lo mejor queda en manos de Lisa (Mélusine Mayancen, con gran futuro) que con sus acertados gestos contribuye a cierto clima de suspenso. En el final, con un buen uso del tema “The Greatest” a cargo de la melancólica voz de Cat Power, parece surgir algo del mejor cine con el que el director galo acostumbró al público argentino. De aquí a 2 meses está anunciado el estreno de una nueva película de François Ozon, prolífico como pocos, llamada “El Refugio”, se espera, desde aquí, que sea con mejores resultados artísticos.
Más grande que la vida. Así como Charlize Theron ganó el Oscar en 2003 por "Monster" película muy mediocre, ahora Sandra Bullock, logra lo mismo con "Un Sueño Posible". Bullock, luego de lanzarse a la fama con cintas de acción como "Máxima Velocidad" y "La Red", encontró en la comedia ("Miss Simpatía" o la reciente "La Propuesta") su mejor lugar. Ya había intentado con sus papeles serios como Nelle Harper Lee en "Infame" -la segunda película sobre Capote- que la nominaran pero no lo logró. En esta oportunidad "Un Sueño Posible" (The Blind Side en el original, que remite al “lado ciego" que debe cubrir uno de los jugadores de fútbol americano para apoyar a su compañero) es la típica película basada en una historia real, donde desde la más extrema pobreza y marginalidad un chico –negro- logra salir adelante. No falta para la receta que esto se logré ingresando en las ligas universitarias de fútbol americano. Bullock, que también ganó un Globo de Oro, compone un muy buen papel como la Madre postiza que cobija a “Big Mike”, un enorme chico analfabeto con cara de bueno y asustado por la propia historia que le tocó en suerte. El gran problema del film es que se torna recién interesante en los últimos 20 minutos cuando plantea un conflicto que rompe un poco con las típicas formulas de estas fábulas. No está de más mencionar cierto revuelo que se generó cuando su estreno, dado que la familia adoptiva de Mike son republicanos y religiosos. La fábula de la “novela de la tarde” donde los ricos ayudan a los pobres se reafirma así.
Sí lo más importante debe ir al principio: el último film de Martin Scorsese es un nuevo acontecimiento cinematográfico. En la cuarta colaboración con Leonardo Di Caprio, se experimentan sobradas sensaciones que sólo el cine sabe dar. No sé puede decir demasiado sobre la trama sin correr el riesgo de opacar la sorpresa, ya que nada es lo que aparenta. El guión, basado en la novela de Dennis Lehane (el mismo de “Río Místico” y “Desapareció una noche” Top Ten leedor 2007) presenta a un detective federal que debe resolver la desaparición de una prisionera. Nada menos que en una Isla rocosa, en medio de los inicios de un huracán, donde se alberga una especie de neuropsiquiátrico y cárcel. Los límites entre la realidad y la ensoñación serán muy débiles, mientras que Teddy Daniels, como agente del FBI, poseé un pasado terrible que la trama irá revelando. Si en “Los Infiltrados” Di Caprio había demostrado su gran capacidad interpretativa, en esta nueva cinta, como Teddy, reafirma su condición de excelente actor. Su mirada y su constante explosión, hace mantener al espectador alerta y atado a la butaca. Lo secundan Mark Rufallo, con cada vez mayor proyección y los consagrados Ben Kingsley y Max von Sydow. Scorsese, amante del cine y fanático de las reminiscencias cinéfilas -que lo emparenta con Tarantino- realiza un excelente homenaje al film noir, a la década del ´50, mezclado con el cine de clase B. Horror, zombies, pasados terribles y la paranoia de aquellos años de plena guerra fría imprimen a “La Isla…” un cautivante halo de intrigas. Aquí puede haber desde peligrosos y locos asesinos, junto a agentes de la CIA, fervorosos comunistas, pasando por nazis, hasta terribles experiencias relacionadas con la Segunda Guerra Mundial. Más allá de haber realizado demasiados flashbacks –algunos hasta surrealistas– que podrían haber dado menor metraje al film, y una música que puede saturar, Scorsese –ese desmesurado, imparable y amable director– ha regresado con mayor suspenso y menos violencia. Un cine más en la línea de “Cabo de Miedo”, su ante-última colaboración en el rol principal de Robert De Niro, su otrora actor fetiche.
Angustia Existencial. "No nos gusta explicar demasiado nuestras películas. Y tampoco reflexionamos demasiado acerca de ellas". Ethan y Joel Coen. La historia del cine está marcada a fuego por grandes duplas de hermanos directores/guionistas/productores. Desde los fundadores hermanos Lumiere, pasando por los belgas Dardenne (“Rosetta”, “El Hijo”, “El Niño”) Los italianos Taviani (“Padre Padrone”, “Tu Ríes”). Los hermanos Ethan y Joel Coen son los más jóvenes y los que han logrado mayor éxito. Cambian de registro cuantas veces quieren. Saltan de un drama a una comedia pasando por un policial y western moderno sorprendiendo por tratar los temas más variados. Desde “Simplemente Sangre”, pasando por “Barton Fink”, “Fargo” y la ganadora del Oscar “Sin Lugar para los Débiles”, los Coen no dejan de dar batalla siendo un caso extraño para Hollywood. Después de “Quémese después de leerse” con Clooney, Pitt entre otras superestrellas, pasan ahora a un elenco de actores casi desconocidos para el gran público, para contar una historia sobre un hombre que en la mediana edad todo le empieza a salir mal. Larry Gopnik, es un profesor judío en Minneapolis durante los años ´60. Parece ser un simple habitante más de los suburbios. Su angustia existencial va in crescendo cuando su mujer le anuncia que quiere divorciarse, su hijo está a punto de realizar su bar mitzvah, su hija está en la peor etapa adolescente, y tiene a su hermano viviendo en el living de su casa. Para colmo, un alumno coreano lo intenta sobornar, justo cuando el comité está por elegirlo catedrático. Aunque al parecer, más allá del desbordante planteo nada nuevo ocurre, la trama avanza. Sin embargo, el gran problema del film es su distancia con sus personajes. Hay una enorme frialdad en los Coen para con sus nuevos “bichos ficcionales”. La temática judía también puede dejar muy por fuera a todos los no entendidos en el tema religioso, desde el mismo principio a manera de prólogo –muy inexplicable– cuando se plantea una historia medieval con un supuesto fantasma. Situaciones hilarantes hay para tirar por el balcón. Todo está muy en el límite, caminado por la cornisa. En eso, los hermanos, siempre han estado atentos, así como los rubros técnicos son lo mejor de “Un Hombre Serio”. Nuevamente gran aplauso para Roger Deakins, director de fotografía exquisito, hacedor de películas como “El Lector” y “El Asesinato de Jesse James…”. Realmente ¿qué está ocurriendo en “Un Hombre Serio”? posiblemente pocos los sepan, en eso se relaciona con la fábula sobre unos dientes tallados en hebreo en un “goy” que un rabino relata a Larry, donde no hay remate. Posiblemente un nuevo chiste dentro de otro, como la película misma.
“Dos Amantes y una Familia”. “Ya no es mágico el mundo, te han dejado”… ”Hoy solo tienes la fiel memoria y los desiertos días”. “1964” Jorge Luis Borges. El año va llegando a su fin y por suerte se estrena una de las mejores películas del año. James Gray, hacedor de la excelente “Los Dueños de la Noche” dejó en su cuarta película su afición por los thrillers y las mafias, para internarse en un drama intimista y romántico. Todo comienza con un intento de suicidio. Leonard (el exquisito Joaquin Phoenix) es bipolar y no parece encajar en su retorno a la casa familiar luego de su fallido intento de matrimonio. Fotógrafo, sensible y divertido; tiene todo el aspecto de un chico en un cuerpo de alguien que ya dejó ser adolescente hacer rato. Su familia es parte de la comunidad judía de Brooklyn. Leonard ayuda en el negocio familiar pero no parece importarle demasiado, como así tampoco la necesidad de su padre de vender la empresa con él incluido. Ese posible comprador tiene una hija, Sandra (Vinessa Shaw), que será la primera de las dos amantes, tal el título original “Two Lovers”. La otra, Michelle (Gwyneth Paltrow) una vecina tan bella como conflictuada que en un principio lo busca como confidente y amigo. Así como los rubros técnicos, la cuidada banda sonora y los roles secundarios son impecables, el marco familiar y su construcción detallada son un protagonista más. James Gray declaró: “Lo que me atrae de las familias es su capacidad de contención emocional, que va de la mano de un enorme potencial de destrucción”. El marco Brighton Beach en Brooklyn, en la afueras de Nueva York, que de tan fea termina siendo linda –según las palabras del propio director– da con el tono perfecto de la melancolía que envuelve a la película, ayudada por ese mar que en otoño cuenta con esa desolación que tiene las playas y las ramblas. Dicen que lo que un actor nunca debe hacer es mirar a cámara, para no perder esa cierta magia que brinda el cine con respecto a poder ser un voyeur que mira sin ser mirado. Pero es de destacar los dos precisos momentos en que Gray decide que Michelle primero y Leonard en el final miren por un instante a cámara. Indagan de esa manera al espectador en dos de los momentos claves de “Los amantes”. El final reserva, cual un cuento de Raymond Carver, una posibilidad redentora. Hasta en el momento más oscuro existe la posibilidad –pese a lo conservador– de una salida.