VideoComentario (ver link).
I'm Salt, Eve Salt Vamos a los bifes, Agente Salt tiene tantos aciertos como desaciertos lo cual la hace una película bastante difícil de recomendar abiertamente. Como no me gusta ser negativa comencemos por lo que sí me gustó: 1- Angelina Jolie. Si hay una actriz que le cuadran los papeles de acción es a ella. No se puede negar que atrae el ojo de ellos por su belleza y a nosotras porque es la heroína idónea a la que todas queremos parecernos. Así como en su momento nuestro blogger amigo Mark Rubio decía de Hugh Jackman que un hacha a la espalda y un buen puro en la boca ya lo destacaba, a Angelina le bastan un arma en la derecha y una granada en la izquierda mientras mira a cámara para entrar a suspirar y decir: ¡qué manera de arreglar los problemas!. 2- La acción. Si les gustan las escenas exageradas, de esas donde sin equipo adecuado de por medio el protagonista se cuelga de las paredes, desciende por el interior de un ascensor sin que le hiervan las manos por la fricción y salte de auto en auto en plena autopista sin romperse un hueso mientras la persigue exclusivamente a ella todo el FBI y la CIA, esta les va a encantar. No da respiro y no se achata en ningún momento. El faaaaaaaa loco se escapa a cada minuto y hay choques múltiples para tirar para arriba. 3- Factura técnica. Sin ser una obra maestra visual, Salt tiene buena fotografía y una correcta banda de sonido que la acompaña. Hay escenas que realmente están muy bien logradas. Hasta acá una buena peli de acción y espionaje con unas cuantas vueltas de tuerca que aunque previsible por momentos no desentona con lo que pretende. Pero como no hay una de cal sin una de arena vamos a lo que realmente le baja desmedidamente la calidad, cosa que en films de Phillip Noyce no estamos tan desacostumbrados ya que tiene en su haber maravillas y bodrios por igual: 1- El argumento. Vaya detalle. Entiendo que los films de espionaje durante años estuvieron asociados con la Guerra Fría y quedaría de maravillas si el contexto de la trama transcurriera en otra década, pero ¿cabe ya tomarlo como centro en la "época actual"?. La primera gran inverosimilitud del guión es justamente que todo se base en la ya casi pasada Guerra Fría que ya no nos provoca demasiado si la pensamos en relación a Rusia. Vamos, que Guerras Frías aun hay pero ya no con el archienemigo clásico. 2- CUIDADO SPOILER NO LEAN ESTE PUNTO SI NO LA VIERON: Previsible. Tanta vuelta de tuerca es sabrosa pero es tan cíclica que no tardamos en darnos cuenta quiénes son los buenos y quienes los malos. Y en todo esto siempre ayuda la mala elección del reparto. Es obvio, nómbrenme una peli donde Liev Schreiber no sea finalmente el malo traidor y Chiwetel Ejofor (candidato próximo a los impronunciables con ese nombre!) sea el bueno que al final estaba equivocado y bla bla bla. FIN DEL SPOILER. 3- El final. Que no voy a comentar pero que es perfectamente abierto para que puedan medir una Salt 2 y sagas posteriores convirtiendo a Salt en la versión femenina de Bond por la que seguramente se pelearán varias actrices. Bue, una segunda parte seguro que no falta. Asique para cerrar Agente Salt es un film entretenido y ya que podría haber sido muy bueno con algunos detalles mejor planteados y otro contexto y que puede perfectamente verse en DVD.
De esta agua no he de beber dice el dicho y es una gran verdad. Cuántas veces aquí mismo en Argentina habremos mirado con estupor noticias llegadas de otros lados donde los atentados son moneda corriente y de pronto, con un poco de culpa, sentir que eso acá al menos "no pasa". Y de pronto tenemos la herida de un hecho como el de la AMIA. Cómo no entender entonces la historia de una madre y un padre desesperados por dar con el paradero de sus respectivos hijos, cómo no empatizar con la angustia de la duda. Esta semana en Argentina se estrenó London River, un film del año pasado, co producido por Francia, Reino Unido y Argelia donde se nos cuenta la historia de Elisabeth, una mujer que vive en una típica cottage inglesa. Es viuda y su única hija se ha mudado a Londres donde estudia y trabaja. Pero un día las noticias estallan sobre un atentado explosivo en pleno corazón de la ciudad y ante la desaparición de esta, Elisabeth deberá viajar a Londres para intentar encontrarla. Paralelamente, Ousmane es un africano radicado hace 15 años en Francia. También ha perdido contacto con su hijo y emprende el mismo camino. Esta es la historia de dos padres angustiados, de dos culturas diferentes unidas por la misma tragedia. En tono dramático y con actuaciones impecables, el francés Bouchared toma un conflicto político con sus daños insalvables para contar la grandeza del amor y la tolerancia, con escenas acertadas donde se destaca por sobretodo las actuaciones de la ya reconocidísima por Secretos y mentiras, Brenda Blethyn y del extraordinario ya fallecido Sotigui Kouyatè. London river es una drama sólido, profundo e imponente. Emotivo pero sin golpes bajos, contundente pero sin alardeos. Y si bien el film parte de un hecho de terrorismo, no se detiene en las reflexiones políticas de turno. Este es un drama que podría trasladarse a muchos otros escenarios y seguiría siendo igualmente angustioso porque no hay nada más dramático para un padre o madre que perder a su hijo. La historia además no es gratuita en el encuentro de la señora Sommers y Ousmane, ambos hijos fueron la clave para que tras la pérdida llegue el cambio, pero un cambio verosímil donde el dolor está presente, donde la soledad se vuelve más opaca. De destacar también la música de Armand Amar todo lo cual hace pensar que bien merecido estuvo el oso de Plata al mejor director y desde ya al mejor actor para Sotigui Kouyaté; es que simplemente este hombre dice y declara con la mirada todo lo que otros necesitarían en un solo parlamento. Cuesta no quedarse con un nudo en la garganta luego de ver su mirada, sus movimientos y tonos pausados. Un hombre que no necesita llorar para mostrarnos el peso de sus emociones y de su historia. Un padre que ha dejado a su familia hace 15 años, que entonces no conoce siquiera cómo es su hijo, que pareciera buscarlo meramente porque así lo ha prometido. Pero sus ojos declaman, dicen, pronuncian que es un anciano que sufre, que sin abrir la boca confiesa cúanto le pesa haber abandonado y ahora no poder volver el tiempo atrás. Se le ha criticado un poco al film algunas de las típicas dualidades religiosas, culturales y hasta políticas; pero debo decir que esta película va más allá aún cuando cuesta entender a veces a esa madre que pareciera más dolida por descubrir que su hija estudiaba árabe que el hecho mismo de su desaparición; pero nada resta al peso dramático. London river no quiere abarcar demasiado, es literalmente la búsqueda de dos padres heridos y de cómo estos tras compartir el mismo dolor terminan haciéndose uno. Por sobretodo se destacan las actuaciones, por la que el propio Kouyatè ha ganado el Oso de Plata muy merecidamente. Un film recomendable, emotivo pero no lacrimógeno, duro pero necesario.
Ayer se estrenó este film polaco de 2007, ganador de varios premios entre los que se cuenta el festival de cine de Venecia y que fuera en su momento presentada para el Oscar a mejor película extranjera. Pero todo llega afortunadamente y hoy podemos disfrutar esta comedia dramática, costumbrista, en pantalla grande. Similar a como lo haría Sorín aquí, se me ocurre, Andrzej Jakimowski focaliza la atención en Stefek, un pequeño de unos 8 o 9 años, muy solitario, que nunca ha conocido a su padre y que pasa sus días vagando por el pueblo de Walbrzych ahora visitando a un vecino con palomar, paseando en moto con el pretendiente de su hermana o acompañando a esta a una interminable entrevista de trabajo. Un día cree ver a su padre en la estación de tren del pueblo y comenzará a idear sobre la marcha, y gracias a las "enseñanzas" de su hermana de que el destino es manipulable, un plan para traerlo de vuelta a casa. Es uno de esos films contemplativos donde veremos al niño vivir entre las vías del tren y la puerta de una gran empresa italiana mientras cruza sus dedos lealmente porque su hermana se lo ha pedido. Un niño que se gana el corazón del espectador de inmediato al igual que seduce a su entorno a lo largo de la escasa hora y media que dura la historia. El pequeño Damian Ul supo así arrebatar muy merecidamente el premio a mejor actor en el festival de cine de Tokio. Es que Un cuento de verano es eso, una historia puntual y sencilla pero llena de grandes pequeños momentos. Un film que no necesita golpes bajos para hacerse con la emoción del espectador y que tiene la última media hora más hermosa del año. De destacar realmente el trabajo fotográfico de Adam Bajerski quien sella el film con tonalidades de pasteles y sepias que envuelven la historia en una visión de recuerdo entrañable. Una historia que habla cuando se debe y calla cuando se necesita, que alude y honra de alguna manera al cine realista italiano en muchas de sus escenas- y quizá no sea en vano ver a Elka, la hermana, practicando diálogos en italiano mientras lava platos en un club del pueblo. Una historia en definitiva con sentimiento que se acompaña con una muy buena música. Un cuento de verano es uno de esos films para respirar hondo y meterse de lleno en la cotidianidad de los habitantes de un pueblo pequeño, un pueblo como el que muchos alguna vez hayamos visitado o vivido, una historia sobre el mundo a través de los ojos de la infancia.
Cuando la guerra no debería ser entretenida. No me gustan los films bélicos. No me gustan al menos cuando están de alguna manera dentro del género del drama porque sé que de una u otra manera me van a doler. Si han de ser de acción, pues mucho menos porque ver durante hora y pico o más voladuras, tiros y otras yerbas no me suenan interesantes. Todo lo cual no quita, seamos honestos, que no haya disfrutado al menos como mero entretenimiento de domingo algunas películas al mejor estilo Rambo.¿Pero debería la guerra ser entretenida?. Cuando se hablaba de The hurt locker, cuando tanta alabanza se gritaba aun antes de su éxito en los Oscars, pues sabía que tarde o temprano iba a verla. Me retrasaba el pensar que sería una historia dolorosa, impactante, que lleva a reflexiones duras. Vivir al límite es no solo un film que de tan "pulcro" termina siendo aséptico, al menos en términos de su argumento, sino que además su factura de tanto movimiento de cámara me provocó dolor de cabeza y me distrajo más que darme visos de verosimilitud. Aunado todo a los ya cansinos clichés norteamericanos. Es una película yanqui, como decimos por acá, al cubo y cuesta creer que muchos desvalorizan día a día productos "yanquis"- por pochocleros, por inverosímiles, por lo que sea- y adoraron este film. Un film que el IMDB puntúa extrañamente con un casi 8, 7.8 para ser más precisos- cuando en realidad si se leen las críticas del público pocos le dan más de 3 o 4 estrellas sobre 10!. Pero me voy a explicar. Esta película no me gustó porque me pareció incluso- salvo por dos o tres escenas bien logradas- mal filmada. Sí, lo sé no soy cineasta, pero soy espectadora y eso me basta. Y por si las moscas estoy diciendo "me parece" mal filmada y no "está" mal filmada. Tiene personajes insufriblemente clichés y por sobretodo tiene un mensaje realmente doloso. ¿Eso de que la guerra "es una adicción y una droga" debo tomarlo como una crítica?, ¿una crítica hacia lo que el hombre es capaz, de su violencia innata e injustificada?; porque a mí me pareció que el tinte el film va justamente por cualquier lado menos por el lado de la crítica sobretodo de un conflicto que debería llevar al menos un esbozo de ella. Ni siquiera me parece políticamente correcta como para que haya ganado el Oscar. Habiendo incontables títulos sobre distintas guerras que deberían haberse alzado con la estatuilla a mejor film, y ahora recuerdo El pianista por ejemplo, que esta lo haya ganado me suena casi a chiste. Aun más si considero varias de las que estuvieron en competencia con ella. Para cerrar creo que nadie debería dejar de leer este artículo de Gervasio Sanchez, corresponsal de guerra en Irak sobre el film- hombre que evidentemente tiene mucha más autoridad que yo de hablar de la misma desde una posición más acertada.
El tiempo no lo cura todo. Alistair Little es un muchacho de 16 años, Irlandés, perteneciente al UVF que como bautismo de sangre acepta matar a un joven católico. El hecho lo acomete delante de los ojos del propio hermano de la víctima, un niño de 11 años cuya vida se irá en picada gracias a la culpa propia- y la impuesta por la propia madre- de no haber hecho nada para impedir esos 3 tiros a su hermano. Muchos años después convocados por un programa televisivo, víctima y victimario serán juntados ante las cámaras pero los sentimientos y las carencias no son guionables y el encuentro quedará fallido, para más tarde. Así lo que podría parecer un conflicto político termina siendo un verdadero viaje hacia la conciencia humana, las heridas, la reconciliación y el perdón. Un drama intenso que se apoya por sobretodo en una narrativa sencilla y dos impecables actuaciones de Liam Neeson y el impactante James Nesbitt. Es que este último lleva la carga emocional más grande de todo el film, su actuación es realmente penetrante a tal punto que muchas veces cuesta no mantener la respiración mientras lo aquejan fantasmas y los nervios lo tensionan insufriblemente. "Para conocer el hombre que soy, deben saber sobre el hombre que fui"- dice Little frente a las cámaras y es ahí donde hay que buscar el verdadero conflicto emocional del asunto. Las decisiones pasadas ciertamente afectan a las circunstancias futuras y el peso del remordimiento no se diluye con el tiempo, simplemente hacen al tiempo más pesado al igual que lo hace con el dolor y los traumas. Ojo por ojo y el mundo quedará ciego, decía Gandhi y Oliver Hirschbiegel- quien ya había dado que hablar con La caída- despierta en el espectador las reflexiones necesarias para darse cuenta de ello. Si bien podría echársele en falta al argumento una mirada más detallada al conflicto del terrorismo en Irlanda, hay que aceptar que el drama pasa verdaderamente por otro lado. Con críticas correctas pero no por ello menos profundas, Hirschbiegel se mete de lleno en el alma del hombre como ser que sufre, lo político en este caso es la circunstancia; circunstancia que a la vez podríamos hilar con muchas historias de nuestra latinoamérica, heridas que quedan sin sanar porque muchas veces quedan sin enfrentar. Cinco minutos de gloria es un esbozo dramático, corta y puntual, sin golpes bajos ni incontables desarrollos discursivos. Plasma, retrata, sacude y duele. Podría cambiar de escenario, podría cambiar de situación, pero el problema seguiría siendo el mismo: cómo vivir cuando la culpa y el dolor es lo único que nos alimenta en la vida. Cómo dejar ir, reconciliarse con uno mismo y con los otros para poder empezar a vivir y ver a los que realmente están. Soltar los fantasmas para disfrutar de los vivos. Llena de escenas magníficas y de ritmo fluído, esta historia que se hizo con dos premios en el Festival Sundance del año pasado ha sido estrenada en los cines ayer y se agradece porque son esos films que suelen pasar directamente a las estanterías del video club. Algo estará cambiando
Disney honra sus clásicos. Un film que me ha quedado sellado en la memoria es Bernardo y Bianca. Tengo vívida esa imagen de entrar al cine con mis padres cuando tendría unos 7 u 8 años y quedarme pasmada ante la historia de esa niña de graciosas colitas viviendo prácticamente en medio de un pantano. Esa estética costó volver a verla en Disney, no sólo desde lo visual sino también desde lo musical. No fue sino hasta que se estrenó La sirenita, film que gracias a mis sobrinas había terminado por aprenderme de memoria, que sentí esa sensación de que se repetía algo similar. Ahora con La Princesa y el sapo puedo decir que Disney me ha hecho revivir esos recuerdos de infancia. No es casual, ya que sus directores no sólo participaron de los departamentos creativos de esos títulos sino que declararon que querían acercarse a la estética de La Dama y el vagabundo y de Bambi, ambos films que representan para ellos la cima de la creación "dineyriana"(?). Ron Clemments y John Musker incluyen en esta historia de la gastrónoma soñadora y del príncipe sapo un montón de guiños a esos clásicos del viejo Disney. Una historia dinámica que mezcla la aventura, la magia y el colorido. Todo perfectamente ambientado en una Nueva Orleans en pleno festejo del Mardi Grass donde la música es una protagonista más. Excelente banda de sonido en manos de Randy Newman a quien le auguro al menos una nominación en los próximas entregas de la academia. La historia es una recreación libre del clásico "la princesa y el sapo" donde Clemments y Musker, quienes también la escribieron, nos cuentan sobre Tiana, una muchacha que trabaja como mesera y que sueña con tener un restaurante propio. Por las fortunas del destino se encuentra con un simpático sapo que dice ser un principe encantado por culpa del vudú pero al besarlo ella misma queda convertida en rana. De ahí en más la aventura será encontrar a Mama Odie, una anciana ciega que vive en medio de un pantano quien parece ser la única capaz de devolverles su forma humana. Este personaje presenta una caracterización inspirada en Coleen Salley, famosa cuentista infantil de Nueva Orleans que lamentablemente no llegó a ver completado el film pero cuyo nombre es acreditado al final de la película. Ver esta animación en su original es sublime desde que los acentos y los personajes están pulcramente cuidados, inclusive puede verse en el Lagarto trompetista- Louis en honor al genial Amstrong- referencias a las mascotas de Madame Medusa o incluso referencias a algunas obras de Tennessee Williams. Algunas de las voces que prestaron vida a estos personajes son John Goodman como La Bouff y hasta Oprah Winfrey como Eudora. Mientras que los protagonistas están encarnados en las interpretaciones de Anika Noni Rose y Bruno Campos, ambos más vistos en series televisivas que en la gran pantalla. La Princesa y el sapo, la primera animación clásica "a mano" desde Vacas vaqueras, es un deleite para los chicos y los grandes, para aquellos que extrañaban al Disney de antaño y para quienes aun pueden enamorarse y emocionarse con las líneas narrativas clásicas y hasta románticas de este tipo de films.
Tanto en la literatura como en el cine, los temas abordados son universales: el amor, los celos, la traición, la muerte, la soledad, etc; el marco donde se ubican esos temas así como el cómo se nos cuenta sobre ellos es lo que hace de un libro o un film algo majestuoso o tedioso. Up in the air es uno de esos films en los que se conjugan estupendamente varios temas como el amor, la soledad , la dignidad del trabajo o las elecciones de vida, enmarcados en la vida de un solitario "agente de despidos" (George Clooney), por decirlo de alguna manera, cuyo único sueño en la vida es juntar un millón de millas de viajero. En apariencia el film comienza como muchos otros en los que tenemos al típico solterón empedernido que disfruta de su trabajo y cuya libertad no cambiaría por nada; que se ve enfrentado a ciertos cambios en su trabajo que no le gustan nada y eso lo pone en la típica disputa de ideas nuevas contra ideas clásicas, sangre joven contra sangre vieja. Pero el argumento, excelentemente dirigido y co- escrito por Jason Reitman- al que muchos recordarán por Juno- tiene una originalidad: este hombre verá caer todos los falsos muros que levantó en su vida, todas sus superfluas metas no con un hecho desgarrador o traumático sino por el cambio de rutina impuesto en su trabajo. Puesto a tierra, frecuentando los mismos espacios, conectando casi fortuitamente con parte de su familia por un par de días, este hombre termina con los esquemas alterados y sus aspiraciones de cabeza. Casi podría decirse que su esquema narrativo es el de una verdadera road movie, donde viajando- aunque sin rumbo fijo- acompañado por una pareja impuesta (Anna Kendrick) este buen hombre irá cambiando de a poco su perspectiva de la vida, mientras su jovencísima "aprendiz" hará otro tanto con respecto a sus propios objetivos. En medio no puede faltar el encuentro con la media naranja, el roto para el descosido que todos llevamos dentro; una mujer (Vera Farmiga) que juzga su libertad de ir y venir por el mundo tan liberadora y sabrosa como nuestro protagonista. El film cuenta además con una especie de falsos documentales donde aparecen personas que en la vida real fueron realmente despedidas y que aportan, entre otras tantas escenas, los momentos de tensión, drama, emoción y reflexión. Después de todo este es un guión que Reitman había ya comenzado en el 2002 cuando en realidad la economía americana parecía estar en auge y finalmente la abandonó por Thank you for Smoking y Juno. "Ahora- observa el director- este guión tiene aún más fuerza ante la terrible crisis que afrontamos. Era este su momento para darse a la luz". Up in the air no tiene en vano 6 nominaciones al próximo Globo de oro:Mejor Drama, Mejor director, Mejor actor, Mejor actriz de reparto (para Vera y Anna) y Mejor Guión. En el caso de las actuaciones no me parecen necesarias las nominaciones de dos actrices que no destacan sorprendentemente, hacen lo suyo y lo hacen bien, pero no sé si sería para una premiación. En cambio nuestro buen amigo Clooney, con esa cara de galán que siempre tiene, necesita de dos o tres momentos decisivos para demostrarnos que está bastante cerca de que se lo reconozca como algo más que un galán. Ha llegado a emocionarme a moco partido, algo que en realidad a logrado el film en general. La banda de sonido en esta película es de destacar realmente. Acertadísima, acompaña de maravilla cada una de las imágenes con temas de Elliott Smith, The Black Keys, Sad Brad Smith, Sharon Jones & The Dap Kings, Crosby, Stills & Nash, etc. Destaco aún más: Be yourself de Graham Nash, bellísimo! y Up in the air de Kevin Redick con el que cierran los créditos finales. Sencilla, conmovedora, emotiva pero nada manipuladora este es ciertamente-gracias a Dios- uno de los films que me da esperanzas de que este 2010 no pinta tan malo como parecía en materia de títulos. Nota aparte: Odio cuando se especifica si un film es para un determinado público o no; no me cabe demasiado eso de "este film no es para cualquiera" o similares, me parece despreciativo y prejuicioso, pero ahora me toca decirlo: quizá este es un film que llegará más profundamente a aquellos que ciertamente han estado en ambos lados de esta gran balanza que es la vida, esos que maduritos sabemos muy bien qué decisiones en la vida a veces valen más que otras, aquellos que hemos padecido la soledad habiéndola adorado en años más tempranos. Un film que- sí ahora me toca a mí- no emocionará a todos por igual.
Siempre recuerdo con vehemencia la primera clase de Literatura Infanto-Juvenil en la que el profesor nos aclaraba que en realidad no existía- o no debería existir- esa categoría o definición. Lo que existen son lectores ideales que pueden ser niños, jóvenes o adultos al cual el artista intenta hablar .Por eso de entrada afirmo que en las pocas líneas que consta el relato de Maurice Sendack uno entiende con qué maestría supo reflejar no sólo el mundo infantil con sus miedos y fantasías, sino llevar al adulto que leía el relato a una comprensión más profunda de lo difícil que es crecer, convivir y encajar en el mundo adulto siendo niños y que los niños en definitiva no viven en una burbuja, ellos también padecen los miedos y frustraciones, las culpas y exabruptos que muchas veces nos reservamos sólo para nosotros incomprendiéndolas en los más chicos. Todo lo cual parecieramos olvidar cuando crecemos. Y considerando que llevar un texto literario al cine es realmente más difícil aun, es todavía mucho más sorprendente cómo Spike Jonze y Dave Eggers escribieron un guión (con constantes consultas a Sendak) que terminó por completar aún más magníficamente ese relato.Porque el argumento no es otro que el de un niño con mucha imaginación que un día hace enojar a su madre y en plena discusión-bastante violenta por cierto- termina huyendo de casa y después de "vagar por bosques y mares" llega a la tierra de estos monstruos tan encantadores como temidos. Regodeo de psicólogos y pedagogos, este film es uno de los más simbólicos que he visto este año, auténtica alegoría de un sinfín de temas como el enfrentamiento con nuestro monstruo interior- como dice el poster, "todos llevamos uno dentro"- las inadaptaciones sociales, las soledades, la amistad, el amor, la familia, los modelos, los celos. Es que nada, nada queda sin contemplarse en este mini universo de Max, un niño interpretado por Max Records, al que todos no alaban en vano, gran actor está ganando la industria con este pequeño demonio _Eres el dueño de este mundo!.- En esta época de pleno 3D, digitalizaciones y otras yerbas, sigo insistiendo que el hecho que Jonze haya apelado a utilizar marionetas en este film y que siga siendo efectiva, es más que notable. El haber convocado a la Jim Henson Company, la misma de la genial Laberinto o los Muppets no es para nada gratuito.Da esa atmósfera de nostalgia que muchos de los que pasamos los 30 vamos a apreciar más que ninguno. El mismo Jonze se cansó de defender este proyecto al que todo el mundo quería llevar a la animación, y lo aplaudo más que nunca. Le dio además un toque que para mí- apreciación totalmente personal- me sonó a ochentoso donde era más creíble seguramente encontrar niños que se refugiaran en su imaginación para evadirse y no detrás de un teclado o Joystick como los niños de ahora. Estos montruos son semblanza del los famosos amigos invisibles!. ¿Conocen algún niño que ahora tenga uno?. Pura armoniosidad entre fondo y forma, con Donde viven los monstruos se disfruta con todos los sentidos, con los seis!, porque así como la música es sensacional (gracias a Karen O.) y la fotografía inquietante- y digo inquietante porque hasta los contraluces enamoran tanto como perturban- lo emotivo no falta y no hablo del lloriqueo sentimental sino de la verdadera identificación con Max y cada uno de sus alter egos en su camino... redentor(¿?). -La felicidad no es siempre el mejor camino para ser feliz- Muchos le han criticado muchas cosas a este film: que es emocionalmente manipulador, que queda bien parado desde lo visual, que con tanta tecnología a la mano es un desacierto la estética que usa, que el argumento es simplón!. Yo no prejuzgo a quienes este film no les haya gustado, ciertamente hay público para todo, quizá no los entienda como muchos no entenderán cómo padecí Moon!, pero sí les recomiendo verla. Verla sabiendo que serán inmersos en un film contemplativo, psicológico, un drama. Pero a la vez, si bien no es un film "infantil", y si bien tiene sus escenas de tono virulento, no está mal dejar que los chicos la vean. Mi hija- ya saben mi gran compañera cinematográfica a veces y testeadora- quedó encantada al verla, siempre con las explicaciones pertinentes tras estar subtitulada, claro, y para prevenir algún susto en las actitudes de estos monstruos tan temibles como adorables.
"Creo que el arte debe generar preguntas y no afrecer respuestas, las cuales siempre me parecieron dudosas, por no decir peligrosas". Michale Haneke. Después de ver un film como La cinta blanca del austríaco Michael Haneke no cabe la menor duda que: se merecía la Palma de Oro y cuantos premios queden por venir y de que Haneke puede entrar resueltamente en los top five de directores. Sin ánimos de exagerar, hablar de un film como este es casi imposible, se dificulta justamente porque como reza el epígrafe Haneke nos atrapa en una narración novelesca- se cansó de aclarar que el guión es original y no basado en una novela- que cosecha preguntas todo el tiempo, que está tan bien ambientada en esas impecables tomas en blanco y negro que el misterio, la rigidez, la tensión, la claustrofobia no nos deja quitar un segundo los ojos de la pantalla y nos mueve el cerebro constantemente sobre qué pasa, por qué pasa y cómo sucede. Imágenes impecables que sin necesidad del golpe bajo ni la insanía de la violencia explícita provoca más que cualquier otro perturbador recurso. Blanco que te quiero blanco. Una voz en off, perteneciente al maestro de escuela, nos cuenta los misteriosos hallazgos de personajes- en su mayoría niños- víctimas de castigos extremos. El misterio de cuáles son esas manos responsables de semejantes actos es el misterio que ronda a los habitantes, misterio cuya revelación se nos dará aludida en pequeños pero profundos diálogos, encubiertos en expresiones sagaces y acertadas, en actos aludidos con imágenes esbozadas pero a la vez puntuales. Es que finalmente llegamos a la clave del asunto, ese representado por la cinta blanca símbolo de la inocencia, de la pureza, de la nobleza de espíritu: ¿existe realmente el ser humano puro, noble e inocente?. "Si inculcamos el principio de lo ideal, ya sea político o religioso, al estado de lo absoluto, se transforma en inhumano y nos lleva al terrorismo.(...) El film no es solo sobre el facismo lo cual sería una interpretación demasiado simplista desde que la historia transcurre en Alemania, sino sobre el modelo definitivo y universal del problema de los ideales corrompidos". Haneke no deja de aprovechar el tema de cuán posible es la violencia en el ser humano, no deja de preguntarse qué la genera y porqué; y en La cinta blanca, creo-humildemente- que lo hace con una de sus mejores tesis cinematográficas. Aunque destaco, claro, ser una neófita aun de sus obras. Cuando el cine es obra de arte. Sin seguir indagando en los múltiples significados y alusiones del film para no tentarme en contar lo que arruinaría su visionado, quiero centrarme en la hechura general del film. Su ambientación del tardío siglo XIX y principios del XX es portentoso; no podría haberse filmado a color, sinceramente no. Es un recurso que nos coloca en el centro de la memoria, en la lejanía del documento testimonial de una época pasada y que como tal nos es narrada, no vivenciada; pero no por ello resulta fría y distante. Haneke se pasó meses y meses investigando la época y las costumbres que están fantásticamente planteadas en la película. Todos y cada uno de los hábitos, rutinas y costumbres de aquellas décadas están retratadas con pulcritud y hasta diría exactitud. Trabajo que siguió en una meticulosa y detallada post-producción digital para quitar cualquier elemento que nos inste a pensar en una semejanza con la actual. El reparto, sobretodo de niños y aldeanos lo introdujo en un casting de más de 7000 infantes y en el recorrido de países como Rumania para dar con el aspecto físico y los rasgos típicos de aquel entonces, todo lo cual puede percibirse claramente en los personajes por ejemplo de Anna (Roxane Duran) y Martin (Leonard Proxauf), quizá los niños más sufridos de la historia. Un trabajo de dirección maravilloso que no deja en sombras a ninguno, sean estos profesionales o novatos.Christian Berger, director de fotografía y Anja Müller, en la dirección de arte son dos nombres que nunca se me van a olvidar. Sus labores hacen casi obligatorio una nominación al Oscar, mínimo. No creo haber visto este año una película tan magnífica en su realización. Tantas ovaciones de la que fue objeto y a las que tememos cuando visionamos un film que de inflado puede desilusionarnos, acá es pura razón de ser!.