Un relato futurista sirve como excusa para las desventuras de otro film melancólico y jocoso de Alexander Payne. En un mundo donde la Tierra está en grave peligro ecológico, algunos habitantes deciden reducirse de tamaño (a 10 cm) y salvar así al mundo. Bueno, la realidad es que las personas deciden encogerse porque siendo más chiquitos el consumo y el valor de los bienes es mucho (mucho) menor que en la vida normal, es ahí lo tentadora que puede ser esta nueva oportunidad. Vivir con los lujos de la clase alta o no tener que trabajar nunca más son los grandes beneficios para los pequeños habitantes, o por lo menos así lo pinta el spot publicitario que los incita a dar el salto. En esta historia, nos centramos en Paul Safranek (Matt Demon), quien con varios problemas financieros, y lejos de que la casa de sus sueños se haga realidad, motiva a su pareja (Kristen Wiig) para encogerse y pasar al territorio de los pequeños ricos. Pero algo no sale como lo habían planeado y el protagonista queda varado en la sociedad diminutiva donde verá baches y declives que le depara su nuevo vecindario. Allí conocerá a un excéntrico contrabandista (Christoph Waltz) y a una ex activista vietnamita (Hong Chau). El director plantea dos mundos para contar diferentes vivencias melancólicas del protagonista, mientras que en uno trata de alcanzar el sueño americano, en el otro está rendido antes la soledad y el vacío existencial. La sátira política no se hará esperar tampoco, y entre gags efectivos (y otros no tanto), el film demostrará dónde está situada en esta rueda opulenta sobre el futuro de la humanidad. Esta ventana de un mundo imaginario no es un total retrato de la realidad, ya que más que profundizar los baches actuales se muestra como una vidriera del morbo y hasta qué punto se podría llegar con todo esto. Sin embargo, lo más destacado dentro del largometraje se encuentra en la sólida y emotiva interpretación de Hong Chau, su personaje genera simpatía y devoción hasta tal punto de sacarle la lágrima de llanto a Waltz, actor que cumple dignamente su rol. Más allá de las figuras centrales, se encuentra diversos cameos (casi innecesarios) de artistas como Neil Patrick Harris y Laura Dern. La propuesta ronda en situaciones incómodas, discursos absurdos sobre el destino y personajes sesgados por la locura; no es novedoso en la filmografía de Payne incluir estos rasgos; lo mortificante de su reciente apuesta es la excusa que va quedándose a un costado, el micromundo deja de ser chico para pasar a ser ordinario. Como una pista de que al fin y al cabo nada cambia independientemente de los tamaños. A pesar de sus difusiones y desbalances, “Pequeña gran vida” se presenta como una comedia satisfactoria, logrando alcanzar momentos memorables y una larga lista de risas de la mano del trío Demon, Waltz y Chau.
La última entrega de Pixar demuestra calidad y pasión en un historia que nos da un paseo por la tradición mexicana. En estos momentos de la animación, todos nos preguntamos qué tiene Pixar que hace la diferencia con otras compañías de dibujos animados. La respuesta más efectiva y rápida recae en las obras mismas y en especial foco de constancia como signo. Para ellos, y por suerte, no todo tiene que ser secuela o precuela por lo que Disney dispuso entre sus últimas ideas la ceremonia del Día de los Muertos, una jornada muy popular e importante en México. El nacimiento de la obra de "Coco" que, no solo se compromete como una película animada para conquistar taquilla, se solidariza con un mundo cada vez más cínico,más salvaje y destructivo. Nos alimenta como niños mientras nos ofrece una obra honesta y necesario para la infancia. Algo que va más allá del puro entretenimiento. El veterano director Lee Unkrich (Monster, Inc; Buscando a Nemo), junto al debut de Adrián Molina como codirector, pone sus manos al fuego al realizar una propuesta contextualidad fuera de su país de origen (Estados Unidos); un riesgo que podría conllevar una mala mirada de otra cultura como también la posible negligencia de las virtudes a destacar. Es en estos momentos donde la empresa del ratón nos demuestra el porqué de su prestigio y de su magnitud. Desde los escenarios, los personajes (tanto humanos, animales y esqueletos), las canciones, las parodias, los objetos, las extravagantes comidas y los dialectos (contiene diálogos hablados en español y sin subtitular en su idioma original) nos demuestran, dan, otorgan un gran homenaje a un país que para algunos de los norteamericanos que en estos momentos más que ser su país hermano es el enemigo a liquidar. Memoria familiar. Los sueños de los chicos son una de las virtudes más importantes a defender. El de Miguel es la de ser el mejor músico del mundo al igual que su ídolo Ernesto de la Cruz. Sin embargo, en su familia hay una censura total al mundo musical heredada de su abuela quien controla sin cesar todo tipo de instrumentos ajenos que se pueda incorporar o cualquier cosa que genere melodías en su recinto. A pesar de semejante autoridad, al pequeño Miguel a quien todo este escándalo familiar no le afecta (o directamente no cree que sea un inconveniente) quiere participar en un festival de nuevos talentos que se hace en la ciudad a todo costa y, sin pensarlo, toma su guitarra a cometer tal odisea. Toda la ilusión se cae a pedazos cuando su abuela lo descubre y le rompe el instrumento. Es así que el soñador decide tomar, de la tumba de De la Cruz, la guitarra de su ídolo que desencadenará el contacto de dos mundos, ya que roba el objeto de forma indebida, quedando maldito; y es obligado a resolver su acción profana en el mundo de los no vivos unido a su fiel acompañante de cuatro patas Dante. Los directores toman en cuenta, en cada plano, el hermoso lenguaje mítico de una ciudad prohibida que saca lo mejor de la tradición mexicana. El detallismo con la que se maneja la obra es la esencia de una buena narración, los colores y el diseño de cada de una de las estructuras de los dos mundos está hecha a medida de un cuidado histórico y pasional. Tranquilamente podría tratarse de una biografía a grandes rasgos de las civilizaciones. En cambio, el mayor cuidado que tuvieron los realizadores fue al hablar de los temas principales que son la memoria y la de muerte de la mejor manera posible. Sentimental, jocosa y colorida son los apuntes necesario para este largometraje nos explique el por qué de que Pixar este en otro nivel de las demás compañías de animación.
Un toro descubre su lugar en el mundo pero la sociedad hará lo imposible para que no logre ocuparlo. El clásico relato de Munro Leaf es nuevamente adaptado al cine animado, la primera fue realizada por Disney donde se consagró con el Oscar en el año 1938; y ahora la segunda es convocada por las manos de Blue Sky, compañía que trajo ya otras adaptaciones clásicas literarias como Snoopy y Norton. En esta oportunidad, el gran protagonista Ferdinand (John Cena) es la única versión cursi de todos los toros de su mundo, prefiere oler y apreciar flores antes que pelear hasta perder los cuernos como sus pequeños compañeros, esto le traerá grandes problemas ya que, en el lugar donde reside, solo estará destinado al toreo. Pero es la selección de su propio padre para que sea el próximo corredor que lo marcó definitivamente para realizar un escape hacia un destino desconocido, o por lo menos alejado de ese lugar. Y como la suerte está de su lado, encuentra en su camino a una familia granjera que lo acoge como si fuera una mascota más del recinto, a la par de un perro. Así se desarrollaran varios años hasta que por un acto inconsciente vuelve a quedarse atrapado en el establo al que se fue y correr el riesgo de ser entregado a uno de los toreros más reconocido de Madrid para hacer su última carrera de toros. El director Carlos Saldanha se hace cargo de una nueva entrega animada con gran despliegue visual en sus fondos y decorados, aunque sin llegar a los grandes niveles que ha tenido las últimas propuestas del estudio de animación CGI. Sin ir al golpe bajo como lo hizo “El niño y el toro” (The Bravo One), el animador nos mete en una diferente mirada, desde la íntima del animal, sin necesidad de recurrir a la constante empatía del personaje más chico. El humor es efectivo a pesar de algunos momentos sonso y repetitivos, siempre respetando guiños y siluetas de la vieja escuela de la animación. Los personajes que rodean a Ferdinand contienen la sustancia suficiente para acompañar el relato en especial a los toros competitivos y los pocos usados animales de la granja. El gran inconveniente que tiene es la inusual y representativa imagen del comic relief que se obtiene de una cabra, una desequilibrada personal coach, que más que gracia acude a una figura no deseada. Además de que el film encierra a su personaje principal a un destino atroz, y casi sin salida, como si le gustará verlo encasillado en una agujero cruel y que por actos altruistas se envolviera en circunstancia de sacrificio constante. La construcción de la cultura española tiene sus alejamientos y acercamientos, desde el uso constante de la lengua (en su idioma original) hasta la visualización de Madrid y su música. Sus costados ocurren en los mismos personajes que para caracterizarlos en vez de ser pertenecer a diferentes etnias españolas se diferencian por la jerga inglesa (escoceses, ingleses, estadounidenses) en vez de seguir coqueteando con el país a homenajear, siguen otro rumbo. A pesar de sus problemas visuales y narrativos (el drama se extiende demasiado) la propuesta logra su cometido de conciencia y convence de manera inocente a los niños a las situaciones a las que son sometidos en los 100 minutos de animación. A Blue Sky le sienta bien los relatos originales y no tantos las secuelas de La era de Hielo.
Serkis se saca los trajes para meterse en la dirección con su ópera prima, pero el resultado es netamente cursi y trillado. Recordemos que los biopics en los últimos años han sido catalogados como el perfecto producto para las nominaciones a mejor actor y mejor actriz en la nómina de los Oscars, generando un boom de estrellas que intentan acercarse más a los premios que a una actuación digna. Este es el caso de Andrew Garfield, quien viene de un papel maravilloso en “Hasta el último hombre”, se mete en la piel del aventurero Robin Cavendish, quien se enamora de una joven llamada Diana (Claire Foy) y se casan en un pueblo de Inglaterra en aquellos años de los 50. Todo maravilloso hasta que de un momento a otro se queda paralítico por la polio. Le dan solo tres meses de vida y queda a disposición de los médicos hasta que llegue su fin. Entonces comenzarán los problemas, que si la esposa debería seguir sin él; que no soporta estar encerrado en el hospital; que no puede estar al lado de su hijo; que quiere ayudar a sus amigos con sus dificultades; que quiere conocer lugares a los que nunca fue; etc. Y emprenderá una avalancha de clichés reconocidos en el mundo de lo cursi: “-Tú no puedes hacer esto. -Ah, ¿no?”, “Mi razón es estar contigo sin importar nada”, “Te apuesto a que…”, “Quiero verte crecer hijo”, “Prefiero morir a vivir así”. Y paso a paso, la magia se abrirá y el joven discapacitado logrará obtener los derechos que le fueron negados en su nueva condición. Garfield construye su personaje a base de diálogos, a diferencia de Eddie Redmayne, quien demostró un moldeado Stephen Hawking desde los cimientos, con sus incubaciones y posibilidades en la producción de “La teoría del todo”. El ex actor de “The Amazing Spiderman” y “The Social Network” quedó atrapado en un rol de novela, un insípido (pero motivador) relato dramático y romántico. La caracterización principal es que se transforme en un muñeco inmóvil con chistes sostificados y gran esperanza en su haber. A tener en cuenta que el largometraje está basado en la superadora e inspiradora historia de los padres de Jonathan Cavendish, productor del film. Pero si vamos a hablar de homenajes en los últimos tiempos, deberíamos enfocarnos en obras como “Ethel & Ernest”, que, con una arriesgada narración y técnica, nos cuenta la vida de dos padres ingleses que a simple vista parece que no tiene nada de sorprendente, pero sí obtiene la honestidad que no logra alcanzar esta otra película empalagosa. El director Serkis debuta de forma elegante, prolija y modesta. Sin embargo, su proyección no termina siendo una revelación, su tímida mirada termina asfixiando al espectador de tanto drama amoroso, un protagonista limitado y bromas simplonas.
Harrison Ford y una nueva camada están de vuelta para la continuidad del clásico de Ridley Scott. La verdad será revelada. Luego de que “Blade Runner” (1982) sea reivindicada por su público como una película de culto, no se iban a tardar mucho en sacar la ansiada secuela que al espectador estadounidense tanto disgusta. Es el año 2049, el agente K (Ryan Gosling), un policía encargado de exterminar a los replicantes (seres fabricados parecidos a los humanos) que no fueron apagados o que se escaparon para no morir; tendrá una misión al que lo dejará con un acertijo que podría cambiar el mundo para siempre. Esta nueva raza quiere obtener sus propios derechos, porque la batalla ya no se producen entre naciones sino entre A.I. y humanos; al igual que su antecesora. El protagonista tendrá el destino de la humanidad en sus manos. El director de “Incendies” nos vuelve a cuestionar sobre qué es la ciencia ficción porque su cine no es primicia o planteo absoluto, es pregunta constante. Su interrogatorio metrado es sinónimo de su falta de fe en la misma obra. Cuando realizó “Arrival” fue un abanico uniforme de dudas sobre el lenguaje y el entendimiento, pero que no atinaba a nada concreto. En esta ocasión, se mete en el problema de los recuerdos. Y como los ochentas están más vivos que nunca, se buscan fórmulas para emparejarlas a nuestros tiempos. El productor J.J. Abrams usó la nostalgia más una figura femenina fuerte y la suma de homenajes constantes para recrear la secuela de “Star Wars”. No es el planteo definitivo, pero es la más efectiva para la taquilla. Sin embargo, en “Blade Runner” se utiliza otro tipo de segmentación, una que empuja constantemente en busca de su propia esencia, una que trata de replicar a la original buscando su propio milagro de autonomía. El realizador canadiense es reconocido por oscilar en sus finales el vago efecto sorpresivo (que ya se está desgastando y adormeciendo). Al igual que la aparición triunfal de Rick Deckard (Harrison Ford) en el film, que más que aclarar lo teñido aparece para empañar todo. Todas huellas inacabadas para que el espectador sea sucumbido constantemente. El desarrollo de la relación amorosa recreado entre la esposa virtual Joi (Ana de Armas) y el policía protagonista (a quien llama Joe) es símil a la que vimos anteriormente en la obra de Spike Jonze en “Her” (2013), entre una persona solitaria y su sistema operativo, incluso hasta la escena donde se consume el amor es sacado del mismo largometraje. Es un de los puntos más interesantes que recrea el reparto actoral en el film, a diferencia de la actuación de Jared Leto como un magnate new age que solo sirve para alargar los conflictos. En el apartado estético, la producción supo pararse en la misma atmósfera que su par a seguir. El mundo distópico creado por Philip K. Dick sigue su rumbo escénico, sin la falta de un tratado visual opulento. Pero no se siembra solamente en el factor nostalgia, en esta oportunidad hay un valor agregado que supo plasmar, generando su propio clima voluptuoso y grandilocuente, tanto para bien como para mal. Lamentablemente dos horas y cuarenta minutos no es el tiempo idóneo para una obra que retrata con mucho cuidado el apreciado visual y muy poco al enganche de la trama. En vez de darnos nuevas pistas a lo largo del camino, nos fuerzan a dudar de las que ya tenemos para tapar la dolorosa duración. La aventura de “Blade Runner” continúa, pero la magia se va apagando.
Los juguetes desarmables no tiran la toalla y en este caso la vuelta se da en continuación de unas de sus particiones más famosas, los ninjas. Solo pasaron tres años de la primera entrega de Lego: La película donde los directores Chris Miller y Phil Lord nos dejaron más que un video publicitario de una hora y media, nos mostraron que también se puede hacer cine dentro de ella. Este año con Lego Batman y Lego Ninjago, la compañía Warner Animation nos quiere dejar en claro que su apuesta va por todo. La factoria no cuenta solo con un incertidumbre de taquilla sino que tiene público y butacas aseguradas con estas pequeñas piezas de cubos. Dejandose de ser apuesta para complementar una realidad. En esta ocasión, el largometraje se centra en cinco ninjas creados por la propia franquicia: Los Ninjagos. Con la participación especial de Jackie Chan, quien es amado y reconocido por lo más chicos, no por nada siempre dejan en los créditos las detrás de escena de él doblando a los personajes o haciendo algún comentario (patada voladora o algun golpe al aire) como también lo pudimos ver en la secuela de Locos por las nueces (The Nut Job 2). El mecanismo del humor absurdo cumple su efecto durante gran parte del film, siguiendo la misma línea que al igual que sus antecesoras. El gran problema es que al no tener figuras reconocidas en el largometraje (la primera sin un aclamado Batman) les es muy difícil de recrear una parodia en general reconocible. Las grandes cualidades de este largometrajes se encuentra en las mismas ideas anteriores que se viene repitiendo, el héroe que no tiene muy en claro su futuro pero que esta dispuesto a todo para reivindicarse. Además de un gran abanico musical, donde los mejores gags no tardarán en aparecer. Lo que debería ser un festín sin fin de armadillos jocosos, se está empezando en transformar en una idea repetitiva sin pausa. Olvidando lo que en su momento fue, una invitado sorpresa hasta gran fiesta animada. Un director olvidado Charlie Bean un gran discípulo y entusiasta de Cartoon Network, sus trabajos van desde el laboratorio de Dexter, Batman la serie animada hasta el reciente Robotboy. Mencionar a los directores anteriores de estas saga (Miller, Lord, Keyne) es una muestra de que la producción no encajaría a cualquier en la labor, todo ellos estuvieron obligados a poner en su CV el delirante humor absurdo, rápido, jocoso que tan identifica a los Legos. El director predispone que el enunciado principal de esta nueva corriente animada no es la excepción y que a futuro se mantendrán en este margen. Jackie Chan animado El actor siempre está dispuesta a poner su voz en películas infantiles y también cuenta con su propia serie animada creada por Cartoon Network y la secuela de esta en China. ¿Por qué es tan amado Chan? Su personalidad afable y sus personajes simpáticos en la pantalla gigante lo han convertido en una de las figuras a seguir por los chicos. En estos últimos años ha realizado tres largometrajes animados (Locos por las nueces 2, Kung Fu Panda 3 y Lego Ninjago) mostrando que su mejor versión en estos tiempos ha sido en labor de doblaje y que, gracias a eso, sigue dando un buen ejemplo a los infantes que lo miran.
El relato de un viaje pasible nos hace emocionar por la madurez y consolidación de la dupla actoral. La ópera prima nos muestra a Teresa (Paulina García), quien trabaja como empleada para una familia que decide cambiar de rumbos y que por una pequeña negligencia queda varada en una ciudad donde se le rinde culto a la Difunta Correa. Desolada y agitada, ve cómo pasar su fútil y problemática estadía en la zona. El amor de dos personas maduras surge en un viaje de claustrofóbico. Su aventura comienza cuando Teresa pierde el bolso, una de las mayores tragedias que le podía pasar dentro de tantas minúsculas que le ocurrieron (que iremos descubriendo a medida que el relato muestre su cara más dulce). Por fortuna, ella sabe exactamente dónde dejó su pertenencia y sale en la búsqueda de la casa ambulante de un comerciante apodado el Gringo (Claudio Rissi), quien le ofreció forzosamente a que se probará uno de sus vestidos. Pero al ver que él no lo tiene, ambos emprenderán una exploración de los últimos viajes que hizo el vendedor para recuperar el objeto tan deseado. A medida que llegan a diferentes puntos del pasado, irán intercambiado coqueteos. Ella al principio se resistirá a toda costa a las conversaciones de su piloto, y él hará todo lo posible para que el coqueteo se ponga a en marcha mientras están en ruedo. Las directoras logran de forma apacible y bella capturar la esencia de una ciudad alejada, seca, calurosa y desmedida. Son los cimientos de una visión más poética lo que logran manifestar a través de un micro relato de amor. O para no dejar de lado, es el paisaje al que se le cuela este romance tan bien logrado. Tales son los puntos que la obra no ahonda solo en una historia romántica. Las dos caras mostrarán distorsionadas a los países cercanos pero distanciados entre sí, aunque no sea una gran molestia ser chileno, no significa que no tenga otra obediencia. Los habitantes generan inquietudes sutiles a nuestra protagonista porque la identifican con su bandera natal. Hay una vertiente muy ligera plasmada por ambas directoras, la de la soledad. No hay mayor miedo que pararse ante la incertidumbre y darse cuenta que no se tiene nada en que apoyarse. Es por eso que la actuación de Paulina García sobresale por su luminosidad, la chilena es una de las revelaciones actorales más sorprendentes de los últimos años, desde “Gloria”, la actriz comienza a abarcar más en papeles internacionales (“La cordillera”, “Little Men”) con el peso que merece en sus personajes a desarrollar. También se juega con otro tipo de mito, el del engaño. Se crea la imagen de un hombre sediento por pasión que (como se ve repetidamente en muchas imágenes cinematográficas del varón enamorado) recurre a la mentira. ¿Será su única posibilidad, su único recurso? Solo el viaje nos marcará su verdadera cara. Si vamos a los desmayos existenciales, persistir con esta película será una buena manera de inyectarse esa vacuna que tenemos olvidada, esa remedio que necesitamos cada tanto para recordarnos que no todo es oscuridad en este minúsculo mundo.
Pequeño manual para no romper las nueces mientras se ve la nueva película de ToonBox Entertainment. Si usted esta por ver la película Nut Job 2, tome las siguientes consideraciones: 1) No escuche los chistes de Sally que van desde el machismo al cinismo. Deje su discurso a un lado como si fueran una calcomanía de un protagónico olvidado. 2) Preciosa (la perrita) es el personaje más odiado por los escritores. Usted debe imaginar que es un rechazo eterno por las personas buenas y humildes que tiene los guionistas para justificar tal maltrato por su creación y su nefasto vínculo amoroso forzado. 3) Recuerde. Si en la película, no sos una animal; sos un potente humano cínico que no le importa el mundo y su alrededor. A diferencia de WALL·E, los seres humanos acá se compartan con una visión rara de los 50 donde se deben devoran el planeta tierra sin importa las consecuencias que puede generar. Además, todos ellos son amantes de desaparecer cosas y dejarlas morir. 4) Permita que la ratita que interptea Chakie Chan diga lo que tenga que decir para solo verlo pelear. Su personaje, aunque mucho le cueste mentir, carece de sentido. giphy (1).gif 5) Abra bien los ojos que la animación digitalizada es lo mejor que verá en este relato tedioso y sin sentido. No se pierda el labor técnicos, diseño de personaje y el implacable detallismo que puede aportar la obra. 6) Nut Jobs 2, como su nombre lo indica, es una secuela, pero como nadie vio o recuerda la primera; por ende va importa si viste la anterior o la recuerda. Si nota que hay un personaje que no aparece en esta vuelta y no hay explicaciones de su ausencia, piensa que nadie espera esta segunda entrega. 7) No vaya a la sala con el estómago lleno, los chistes grotescos y fuera de tono puede que termine dejándote con ganas de depositar tu almuerzo sobre las confortantes butacas del cine. 8) No trate de darle un significado interesante a lo que dice Andie (la ardilla mujer del grupo), solo se remota a ser la pesada del grupo porque así lo quisieron los creadores. Un pequeño personaje molesto e histérico. 9) Sugerimos que en cuanto veas una crítica social, trata de imaginar que se refiere a sí misma y no a una gran búsqueda inteligente de mencionar las cosas en nuestro mundo. Porque el de ellos se puede salvar, el nuestro, probablemente no. 10) Sugerimos que disfrute de los chistes que se generan de los personajes cuando rompen la cuarta pared (hablar con el espectador). Los protagonistas se reíaran del espectador, pero juntos a ellos. Aprovechalo. 11) Los animales antropomorfos están de modas. No culpes a la compañía por ir a la seguro y olvidarse por segunda vez el riesgo que debería conllevar una obra, o por lo menos una secuela que esta no se separa ni siquiera en la temática. 12) Dicho esto, disfrute de un espectáculo olvidable tanto para los chicos como para los adultos
Ryan Reynolds es el guardaespaldas de Samuel Jackson en una comedia. No hay remate. La cara bonita de Ryan Reynolds se traslada a otro ámbito del drama para enfocarse en una nueva etapa de la comedia. La obra “Deadpool” le ha abierto las puertas para su nuevo desafío humorístico. En esta ocasión, el actor se pone en la piel de Michael Bryce, un guardaespaldas que puede defender a quien sea con los ojos cerrados. Pero un pequeño accidente lo dejará fuera del servicio de la elite y deberá aceptar un trabajo secreto que le encomienda su expareja. Su regreso al trabajo pesado será la de defender a muerte a un sicario (Samuel B. Jackson) quien es buscado por el dictador de Bielorrusia (Gary Oldman). La casi totalidad de los chistes se basan, por no decir todos, en la relación entre los dos protagonista. Jugando gran parte del metraje entre la pregunta ¿Quién es el bueno a la hora de meterse en estos crímenes? ¿El que mata o el que ayuda a salvar una vida? ¿El que mata al malo o el que lo defiende?, la película logra crear una gran química y relación entre el cuidador y el asesino. La buddy movie (entre explosiones, muletillas y gags) pone sus fichas con tal osadía en la dupla que olvida todos los comentarios alrededor por parte de su elenco de reparto. No hay gracia fuera de ellos. Y el complemento de sus charlas son sentenciadas sobre el amor y la estabilidad que viven con sus (ex)novias. Patrick Hughes expone y es cómplice de una dirección hollywoodense en tierras europeas, donde se pierde el apartado estético para dar lugar a lo grandilocuente, tal como es el caso de la escena donde Jackson le deja las flores a su esposa encerrada en la prisión. Pero el film no queda estancado en el pulcro del humor y propone al espectador un festín visual de acción, con especial foco en las persecuciones automovilísticas. Además, el villano encarnado por Oldman (un acento forzado) genera impulso en la trama para que se pueda mover en esos dos ámbitos y géneros. Sin embargo, es justamente esta combinación de acción/comedia donde se mete el acelerador en el guion y nos deja a merced de una ensalada visual más que un producto sobresaliente. “Duro de cuidar” no es una propuesta que sobrepase lo que promete, entre horas de entretenimiento y algo de risas, sin embargo cuando se trata de cumplir lo hace de manera amena.
La aparición de Leonardo Sbaraglia entre estos últimos años es avasallante, luego de su participación en “Relatos Salvajes”, el actor ha tomado más rienda suelta al mundo del cine, y es así que de tantas obras en su haber, toma el impulso de una nueva generación de actores. Durante los años ’30, un hombre solitario llamado Mateo (Sbaraglia) está en medio de un viaje. Pero no de un punto a otro. Es un camino personal para descubrir dónde está parado y si puede lograr tener su vida anterior, la que tuvo antes de entrar a prisión por ser anarquista. Todos sus amigos y (ex) pareja se asomarán para construirle una calle ya borrada para él. Este recorrido será llevado a través de dos nuevas relaciones, los dos hermanos Aurelio (Santiago Saranite) y Carmela (Cumulén Sanz), a quien encuentra en el medio de la ruta y buscan, al igual que él, su propia recuperación familiar del pasado. Una reconstrucción de lo ya perdido. La directora retrata un road movie pampero donde las relaciones que se van creando entre los tres protagonistas ponen en juego su concepto de familia. Cada uno de los hermanos tendrá un diferente cruce de palabras y afectos con el conductor de este melodrama. Entre lo ambiguo y lo efectivo. Y es así como Mateo sabe que les es más necesario sus presencias para él que la ayuda que les brinda a ellos para encontrar a su padre. Dividida en episodios, el relato no solamente nos permite ver el autodescubrimiento de los personajes. Vamos acompañando a estos seres perdidos en las calles de tierra con claros objetivos de mantener su pasado como destino. Son voceros de un devenir no previsto, las cosas que ellos no logran planear, o mejor dicho las que no poseen control, son las que recobran un impulso importante. Yendo más allá de la búsqueda de los lazos cercanos, el protagonista tiene una obsesión con su gallo de pelea a quien llama “El rey”. Su mundo se pinta de alcohol y peleas clandestinas, un conductor empeñado en la vida nocturna, donde los dos chicos verán la otra cara de la realidad, esa que se niegan a creer, esa que todavía no comprenden. La puesta en escena y el vestuario del film son puntos a destacar en una realización que pone por delante los gestos emocionales antes que lo dicho. Acompañado con la eficaz tarea del director de fotografía, Lucio Bonelli, la construcción de las escenas pone en relieve la mejor estética. La propuesta es un debut fantástico para la directora, una obra que nos llevará a la expedición personal, intrincado más por el mañana que por el ayer.