El método cassavetiano John Cassavetes es el padre del cine independiente estadounidense. Incuestionable. Nacido a fines de la década del ’50, fue el padrino de un movimiento de cineastas que empezaron a filmar con bajo presupuesto, evitando el star system, los estudios, asumiendo temáticas indisciplinadas, cuestionadoras, a contrapelo de Hollywood, así regeneró la cinematografía mundial. Surgían nuevos autores dispuestos a rebelarse, verbalizando problemáticas sociales desde puntos de vista semi documentales, con estética de noticiero y protagonistas marginales. Los hippies se convertían en héroes, voceros en contra de la guerra de Vietnam. El sexo, las drogas, el amor libre. Fue una década dorada para el cine. No sólo por Cassavetes sino por otros realizadores que proviniendo del mismo sistema o la televisión empezaron a cambiar las perspectivas en lo que respecta a cómo filmar la violencia y la realidad: Lumet, Altman, Hopper, Nichols, Ashby, De Palma, entre otros. Y Cassavetes fue el pionero, el precursor, la mayor figura, que no solo desafió la narración convencional sino los métodos de actuación. Y esta forma de filmar, independiente del sistema, se trasladó al género de horror y gracias a ello tenemos La Masacre de Texas (o El Loco de la Motosierra, como se llamó acá), de Tobe Hooper...
Llamen a Kurt Russell En su autobiografía, Mientras Escribo, Stephen King admite que sus novelas menos exitosas fueron aquellas que se quedaron solamente en la premisa. O sea, cuando uno escribe lo primero que surge es una idea. Esa idea hay que saber como desarrollarla, para que la premisa no se convierta en toda la película en sí, y en caso de ser así, que el resto de la obra no sea una explicación de aquella premisa. Pongamos un ejemplo concreto. Hace varios años, el aún ignoto Jonathan Mostow filma Sin Rastro, un interesante film con Kurt Russell, donde un hombre pierde a su esposa después de que ella va a buscar ayuda, tras un accidente que ambos tienen en la ruta. Cuando pasan varias horas y sin saber nada de su mujer, el hombre va a buscarla y las personas que supuestamente la ayudaron no se acuerdan de ninguno de los dos. La premisa era interesante ya que cuestionaba la propia realidad y estado mental del protagonista. ¿Hasta dónde está siendo engañado el personaje y/ o dónde comienza la manipulación hacia el espectador? Lamentablemente Mostow decidió virar hacia la solución más fácil y el final era el más coherente y verosímil que se podía encontrar en los manuales del thriller clásico hollywoodense. O sea, la premisa era buena, la resolución… básica...
Todo por un Sueño La comedia italiana tiene diversas aristas. No es lo mismo la commedia all’italiana, costumbrista de Dino Risi o Mario Moniccelli, que la comedia grotesca de Fellini o la tragicomedia de Ettore Scola que atraviesa el drama y la historia de la nación mediterránea. Matteo Garrone, uno de los realizadores más galardonados e interesantes que presentó la cinematografía de su país en muchos años, consigue en Reality un retrato de una familia napolitana cruzando estéticas y temáticas de estas tres vertientes de comedias identificadas como típicas italianas...
Crónicas Marcianas Tras el fenómeno de El Proyecto Blair Witch hace casi 15 años atrás, el cine de horror found footage se ha convertido en una especie de moda, tendencia efectiva del cine independiente estadounidense. El resurgimiento del género a partir de la saga Actividad Paranormal, sumado al éxito de otras sagas de muertos vivos, fantasmas, demonios, etc provocan que continuamente se pruebe suerte con nuevas franquicias. La ecuación es fácil: bajo presupuesto, grandes ganancias. La calidad del producto y las pobres interpretaciones son lo que menos importan...
Un comerciante como cualquier otro En octubre del 2011 murió Steve Jobs. Pionero de los sistemas de software contemporáneo, Jobs fue el fundador de una de las empresas más trascendentes en lo que respecta a innovaciones informáticas: Apple Computers. Pero más allá del genio informático, Jobs fue para muchos, un gurú espiritual, un ser misterioso, ambiguo que cambió la manera de relacionarnos. Si los 90’s fueron de Microsoft y su fundador, Bill Gates, el siglo XXI le pertenecería, por once años a este visionario que fundara su empresa en un garaje durante los años 70s y que tuvo a fines de la misma década y principios de los ’80 una cúspide de éxito que lo pondría por encima de IBM. Aunque la fama duró poco...
La Conspiración del Conde Cuesta recordar la última vez que se estrenó un film de Darío Argento en las salas de nuestro país, pero también es razonable teniendo en cuenta la decepción, a nivel cinematográfico, que resultaron las últimas producciones del maestro del “giallo” en las últimas dos décadas. El caso de esta versión de la clásica y demasiadas veces revisitada obra de Bram Stoker se puede leer desde diversas perspectivas. Es verdad que no se la puede tomar seriamente. De hecho por momentos resulta más divertida que la sátira dirigida por Mel Brooks hace casi 20 años atrás. Pero desconcierta, acaso, el tono romántico y melancólico que el film va adquiriendo con el pasar de los minutos...
Un Regreso con Mucha Ira A poco menos de dos años que se estrene el Episodio VII de la saga de La Guerra de las Galaxias, Jeffrey Jacob Abrams, sigue demostrando su enorme talento como narrador en la secuela de Star Trek, que viene a ser la secuela de la precuela de la saga original, pero a la vez una especie de remake del film de Nicholas Meyer de 1982, Viaje a las Estrellas II: La Ira de Khan. Es cierto que Abrams ha revitalizado una franquicia que previamente a 2009, solo seguían los fans de la serie, convirtiendo a esta serie creada originalmente por Gene Roddenberry en un producto de culto, que ha fascinado a grandes y chicos durante varias generaciones. Lo cierto es que más allá de la Nueva Generación, creada en los 90s’, Star Trek necesitaba lavarse un poco, adaptarse al siglo XXI y Abrams con su enorme pulso para narrar y su intuición y fanatismo por la ciencia ficción logró convertirla en una obra divertida, que no solo se destaca en el terreno de la ciencia ficción, sino también en la aventura, la acción y el suspenso...
La solución está en la bebida Ken Loach pertenece a una generación de cineastas europeos, que han dedicado la mayor parte de su carrera cinematográfica a cuestionar al sistema y observar diversos procesos históricos que desencadenaron conflictos civiles y sociales, criticando la desigualdad económica y posando su mirada en regiones marginalizadas. La filmografía en particular de Loach incluye obras grandilocuentes, como Agenda Secreta, Tierra y Libertad o El Viento que Sacude el Prado, y otras más minimalistas, donde prefiere contar la historia de pequeños personajes de barrios de los suburbios industriales, que generalmente son los menos favorecidos a nivel económico. La observación del crecimiento de los jóvenes en dichas regiones es una parte fundamental de su cine. Por eso no es de extrañar que tras la inédita Route Irish, que mostraba la participación del ejército irlandés en Irak, Loach prefiera contar una pequeña fábula de personajes que son más afines a él...
Volver a Destaparse “Yo quiero ser una chica Almodovar como Pepi como Lucy como Bom” Joaquín Sabina Y Pedro estaba excitado. Posiblemente cansado de que esperaran de él la próxima candidata a la Palma de Oro o al Oscar de Idioma Extranjero, Almodóvar necesitaba hacer una película para él. Ya andaba con ganas cuando filmó Los Abrazos Rotos y se dio el gusto de reproducir una pseudo escena de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios. Pero ahora quería volver para atrás. Regresar a los tiempos de El Destape del cine español, donde sus primeras obras se pueden encontrar como las pioneras de un movimiento que revolucionó la cinematografía de su país, que por culpa del franquismo y la influencia de la institución eclesiástica, se había quedado en el tiempo, estancado y era víctima de la censura y la discriminación...
Tomate un vino y olvidate Dos hermanos franceses llegan Buenos Aires, con la única intención de comenzar un viaje hacia Mendoza, rumbo al casamiento de un primo que se ha instalado en la región cuyana. Uno de ellos, acaba de ser abandonado por su esposa e hijos, el otro salió de un neuropsiquiátrico. Ni bien llegan, el primero descubre que le perdieron las valijas, el segundo trata de tomarse la situación con humor y levantarle los ánimos, aún perjudicando su propia salud. En el hotel donde paran conocen a Gonzalo, el típico argentino que se las sabe todas, aunque es bastante patético, ya que también fue dejado por la novia, que se ofrece como guía hacia las tierras mendocinas. Esta coproducción franco argentina se define como una típica road movie que mezcla comedia y drama. Ofreciendo en su primera mitad, una típica pintura turística de Buenos Aires, incluyendo el centro porteño y algunos antros de la noche, mejora un poco en la segunda mitad cuando se convierte en una road movie hecha y derecha. En Mendoza, los hermanos conocen viñedos de importantes familias, y al trío de “hermanos” (incluido el porteño Gonzalo) se suma una joven, hija de un hacendado, que se convierte en objeto de deseo de ambos franceses. Deluc cae en bastantes lugares comunes, pero nunca pierde la brújula de la historia. Fotografía notablemente los paisajes argentinos, y aprovecha el carisma de sus protagonistas, incluido Gustavo Kamenetzky como Gonzalo, acaso el cómic relief más efectivo del film. Generalmente estos personajes no suelen funcionar, pero la gracia innata de Kamenetzky es soberbia y acompaña muy bien al dúo protagónico compuesto por Duvauchelle y Rebbot. Paloma Contreras, demuestra un notable talento, muy natural y verosímil en su personaje. Sin el ingenio ni la intelectualidad de Javier Rebollo, Máriage á Mendoza, tiene varios puntos en común en su pintura de nuestro país y en algunos momentos narrativos con El Muerto y Ser Feliz. Por supuesto, que escasea de la cinefilia, las citas y la gran interpretación de José Sacristán, pero aún así tiene momentos de emoción y diversión genuina. Mucho vino, algo de sexo, un poco de locura. Una road movie clásica, intrascendente, simpática, aunque olvidable. Hacia el final, la aparición del cantante Benjamin Biolay, le da un toque de elegancia al elenco. Sin grandes pretensiones, Deluc consigue un producto digno. Otros realizadores, más galardonados y con trayectorias de mayor renombre intentaron filmar en nuestro país consiguiendo productos desastrosos, imposibles de mirar, empezando por Robert Duvall y Francis Ford Coppola. Deluc no es Won Kar Wai ni Gus Van Sant, pero al menos cumple con lo que pretende: divertir y tomarse un vino.