Llueve en la ruta, la sierra cordobesa y un tupido bosque se muestra a ámbos lados de la ruta. Nos acercamos al Pan de Azúcar, en la zona de Cosquín, Córdoba. Naturaleza en estado puro. A ella llega Mariano Luque, a conocer más sobre la familia de su abuelo, artista plástico y amante de su tierra. No es, anticipamos, una historia más. Esta es una particular, la del hombre detrás de "El silencio", espacio forestado en una montaña, en el cual este hombre, Macias, vivió y proyectó su herencia. Un campo donde viven hijos y nietos, una familia que el cineasta no conoce y empezará a vincularse, a partir de este documental. Macias, el abuelo de Luque, tuvo nada menos que 17 hijos. Fue un hombre que tuvo 9 con su primera mujer, vínculo que lo emparenta con el cineasta. Luque no tuvo mucho contacto con él, por ser de la familia más lejana en el tiempo, y a partir de una visita al lugar, percibió que en la dinámica de lo que veía, había una historia por compartir. Luque descubrió algo singular, la familia iba a visitar la tumba de su padre, a una tumba en forma de árbol. Sí, la urna con sus cenizas fueron enterradas allí por pedido de Macias. Como pedido para que los árboles lo "abrazaran", el patriarca decidió que su última morada debía ser allí. Una particular forma de fundirse con el bosque y la naturaleza que tanto amaba. En cierta manera, "Los árboles" cuenta la historia de Macias y como Mariano, se acerca a esa familia más jóven, que vivió con su abuelo en los últimos años. El director intenta acercarse, a través del registro de pequeñas anécdotas, a reconstruir algunos elementos de la este paisajista cordobés que ha dejado una gran huella en su núcleo familiar. El concepto de trascendencia, en esa trama de relaciones, es sentido y palpable. Luque desea adentrarse en esa decodificación de sentidos que significa haber vivido en ese bosque serrano y ser parte activa de ese ecosistema. El clima es decontracturado y fluye lentamente al crepitar de los fogones que los unen en encuentros donde la música genera una atmósfera especial. Indudablemente, el efecto de haber soñado con una transmisión invisible, unida al espacio y al arte, se nota presente a lo largo de toda la obra. Incluso, por supuesto, en Mariano Luque. "Los árboles" se presenta como película paciente, curiosa y pequeña, en el sentido de que presenta una historia familiar simple, instantánea de una vida intensa en un lugar muy distante al que vivimos en la ruidosa e industrial Buenos Aires. Acierta con un enfoque descontracturado sobre cómo se reconoce y valoriza el pasado, a través de la actualidad de los vínculos familiares. Es, en definitiva, una historia que merecía ser contada y que tiene su correlato en un film correcto y accesible.
Una de las cosas en que me hizo pensar, "La boda", del belga Stephan Streker es en la diferencia entre multiculturalismo e inmigración. Esta cuestión que se va estructurando cuando los que se afianzan en un país deciden sostenerse en comunidades cerradas pertenecientes a su culturas en los países anfitriones. ¿Cuánto podés evitar influenciarte por ese nuevo mundo cuando vos sostenés valores contrarios a esos que ves a diario? Salí de la sala cuestionando las razones por las cuales una familia intenta preservarse tanto, desde lo cultural, cuando está en tierra ajena. Es de entender la búsqueda de nuevos horizontes desde lo económico, pero si creo que el precio que se paga por sostener tu cultura, a veces es más alto de lo que uno espera. No parece tarea sencilla entonces, vivir en Europa, tener tus raíces en Medio Oriente y esperar que se pueda convivir con la dualidad de sentirse una persona libre para amar, y por el otro, integrarse férreamente a las costumbres tradicionales de tu cultura en las cuales, a tu esposo, lo elige tu familia sobre una cantidad de candidatos que parecen surgir de un pudoroso casting entre relaciones cercanas. Desde esta perspectiva, Streker se dedica a presentarnos una historia en la que Zahira (Lina El Arabi), una joven de 18 años pakistaní, deberá enfrentar dos cuestiones díficiles a su edad: por un lado, encontrarse inesperadamente embarazada, y por el otro, enfrentar el inicio del cortejo de elección de candidatos para contraer matrimonio con alguien de su raza y religión. Dos temas poderosos, para una joven que recién comienza a tomar conciencia de cómo su elección define su vinculación con su familia de origen. El rechazo de ese matrimonio podría ocasionar heridas importantes y rechazo de sus padres. Por el otro, ella tiene que elegir ser madre o no, decisión que transformará su destino y el de los seres que ama. Presentada así, "La boda", parece ser un film de altura dramática fuerte y áspero. Pero no, el director y guionista Streker elige un tono amable, ligeramente irónico y elegante, para narrar una historia que podría haberse ido de las manos. Pero no, todo luce ajustado y transparente. El conflicto inicial, el color de las propuestas que se le hacen a la joven y las charlas con su hermano Amir (Sébastien Houbani) sus amigas y familia, están bien logrados y se van presentando con fluidez, de manera natural y atrayente. Presenciamos como se va desarrollando una trama que parece difícil de resolver (tanto, que el final no será del agrado de todos), pero que elige un camino para transitar y lo hace con soltura, aunque para mi gusto, sin estridencias y muy medido. Lina El Arabi compone a la heroína del film y lo hace con un encanto único. Sostiene el andamiaje de la historia con su carisma y compensa algunas deficiencias del guión cuando el climax comienza a aproximarse. "La boda" es una cinta correcta, que presenta un tema de hoy en día, en esta sociedad global, se visibiliza poco (y debe suceder mucho) y es interesante de compartir: el encuentro de dos culturas y la decisión de fundirlas (tomando lo mejor de cada una) o viviendo la vida, estrictamente apegado a una sola de ellas. Para pensar, en buena compañía.
El "encasillamiento" de ciertos actores a determinados géneros, provoca en algunos críticos, molestia. Se preguntan, si el intérprete "solo" puede hacer eso que hace, que indudablemente le sale muy bien. Ninguno de ellos elige hacer siempre roles parecidos, sino por dos buenas razones: dinero y popularidad. Puede que un día se cansen (Steve Carell es el ejemplo clásico), pero en general, se transforman en íconos mediáticos y el público celebra sus títulos con entusiasmo. Ya todos sabemos cuál es el encanto de Liam Neeson. Construía una carrera prestigiosa pero se le complicó cuando aceptó trabajar en "Taken", ahí todo cambió. El éxito de la cinta, lo posicionó como un actor maduro, referente dentro de los thrillers de acción. Probablemente el lugar estaba vacante, y apropiarse de él fue cómodo. Lo cierto es que esa franquicia recaudó en todo el mundo, más de 900 millones de dólares. A partir de ahí, los productores decidieron que Neeson (quien asiente con la cabeza cuando es convocado a este tipo de películas, desde ya), tiene que tener roles en los que despliegue un rol paternal, haya venganza y violencia a raudales. Y el, en general acepta. Así se fueron sucediendo los hits... hasta llegar a esta "Cold Pursuit". En esta en particular, siendo que es una remake de un gran film noruego del 2014, "Kraftidioten" reversionada por su propio director, Hans Petter Moland. O sea, es el cineasta haciendo por segunda vez su peli, con leves diferencias de guión y un gran presupuesto disponible. Todo para que el público americano la pueda disfrutar, sin subtítulos (saben que ellos odian leerlos no?). La cinta original, era un thriller en tono de comedia negra. Estaba protagonizado por Stellan Skarsgård y el desaprecido recientemtente Bruno Ganz y era muy divertida. "Cold Pursuit" intenta serlo, pero no lo logra en la extensión de su metraje. Sí hay que reconocerle a Moland que trató de alejar a Neeson de los estereotipos que pueden gobernar su carrera. Le dio una pátina de acidez e ingenuidad primaria y lo colocó a hacer lo que mejor sabe hacer, atrapar al público e invitarlo a vivir una aventura que parece simple, pero que tendrá matices con respecto a otros trabajos del irlandés. La trama es bastante lineal, y posiciona a Liam como Nels Coxman, un local de Kehoe (una villa de descanso) donde su tarea es barrer la nieve para que la gente pueda trasladarse en inviernos crudos. Es reconocido y querido en su comunidad y nada hace presagiar lo que sucedería con su hijo. Nels y su mujer Grace (Laura Dern, en un brevísimo rol), serán llamados desde la ciudad para confirmar que su hijo Kyle (Micheal Richardson), está muerto. Y quien es el responsable, es un lord de la droga local. Sin mayor esperanza de que la fuerza policial haga algo para resolver el crimen, Nels tomará la decisión de cobrarse venganza de quienes mataron a su hijo. Y como es un simple chofer de camión de nieve, deberá hacer una curva de aprendizaje para realizar bien su trabajo... Ahí está lo colorido en "Venganza" que uno quizás no ve en la otros thrillers similares, no es un hitmen haciendo lo suyo (onda "John Wick"), sino que tenemos a un padre normal, viviendo una situación extraordinaria, con sed de justicia. Hay pocos secundarios que se lucen, siendo Tom Bateman, el villano, el más ajustado a la tarea. No es una película de actuaciones intensas, sino que se siente cómoda en el humor negro y las desprolijas muertes que se van sumando, cuando la escalada cobra fuerza. Ni más está decir cuando llegamos al estadío en el cual esos asesinatos desatan una guerra de bandas... No esperen de "Venganza" un film de acción directa. Es un poco más que eso. Sin el encanto de la original, Molan se encarga de que Neeson pueda correrse al menos un poquito, de eso que sabe hacer muy bien. Cosa, que desde ya, se agradece y mucho.
Cuentan en la industria, que el proyecto de llevar adelante "Battle Angel", data de un tiempo considerable. James Cameron, luego de dedicarse a otros desarrollos (y estar en pleno rodaje de "Avatar" en sus entregas 2 y 3, preparadas para 2020/21) decidió buscar un nombre capaz de garantizar, un pasaje del manga original, al estilo occidental. Es así como "Battle Angel" surge de un conjunto de ideas que provienen de algunos lugares conocidos ("Avatar", "Matrix", algo de "Valerian and the city..." en lo referente al arte y "Titanic" en su veta romántica cuasi trágica), llevadas adelante por un cineasta visionario, (Robert Rodriguez), especialista en desafiar al sistema. Rodriguez es un maestro en buscar recursos y explorar a fondo las temáticas que le apasionan, llevando al extremo sus personajes intensos, llenos de luz y oscuridad, al mismo tiempo. Suponemos que ese talento es que lo llevó a trabajar con Cameron aquí, asociación que, más allá de algún desnivel, funcionó. Ahora veremos como reacciona el público, frente a este híbrido que supone, un animé hecho con espíritu americano, puro y derecho. La historia tiene lugar en nuestro planeta, luego de una gran guerra. Los humanos viven en condiciones de pobreza y casi nulas posibilidades de llegar a la nave central que suspendida, alberga a los ricos y poderosos del sistema. Muchos tienen partes cibernéticas en sus cuerpos mutilados, y se ve afianzada la tecnología que permite que las partes de tu cuerpo se integren con elementos diversos. En síntesis, arriba (en Salem), todo; abajo, (en Iron City) miseria y desolación. En ese atribulado universo, el Dr. Ido (Christoph Waltz, lejos de sus papeles de villano), encuentra cierto día ,entre los desechos de la ciudad aérea, los restos de una cyborg. Y decide rearmarlo, con un cuerpo nuevo. Le da nombre a su descubrimiento (Alita, como su fallecida hija), y se dispone a integrarla a su entorno, entendiendo que hay una historia importante, detrás de este hallazgo singular. Alita (Rosa Salazar, con sus ojitos retocados digitalmente para ser más grandes), una vez en funcionamiento, deberá descubrir qué sucedió con su pasado, (no recuerda nada) ya que su memoria está en blanco. Sentirá que debe provocar situaciones que estimulen el recuerdo, y con ellas, saldrán a la superficie los temas que movilizarán a su entorno, de forma profunda. La única salida que todos anhelan en ese universo es ascender a Salem, esa ciudad utópica que suspendida, parece ser el lugar donde todos quieren estar. Pero el precio por llegar, está fuera del alcance de muchos. Tendremos a varios implicados que harán su juego de engaños, extorsión y combate, dentro de los cuales encontraremos a grandes actores consagrados, en roles, no tan bien delineados, pero que aportan cierto marco entre las necesarias y disfrutables, escenas de acción y lucha cuerpo a cuerpo: nada menos que Mahershala Ali y Jennifer Connelly (en esta producción hay en el elenco tres ganadores del Oscar). "Battle Angel: la última guerrera", tiene el ritmo clásico de todas las realizaciones de Rodriguez, velocidad, fuerza, conflictos resueltos con violencia bien coreografiadas e incorpora la veta romántica que Cameron siempre cree que suma, una historia de amor, en este caso entre Alita y Hugo (Keean Johnson), interés que le da cierta humanidad al film (en comparación con otras adaptaciones). Siempre, dentro de lo que entendemos como un pasaje "digerido", al lenguaje occidental, de un popular manga japonés que tiene su propio hermetismo. Los puristas encontrarán muchas cosas que podrían haberse mejorado (la banda de sonido, el peso en la historia de algunos personajes, por ejemplo), pero creo que más allá de eso, este es un buen intento por contar una historia entretenida, con un lenguaje accesible y visualmente potente. En esos términos, "Alita", funciona muy bien. Ofrece un ritmo trepidante y establece un universo que recién termina de delinearse con el cierre del film, con clara intención de continuar la saga en próximas entregas. No es perfecta ni equilibrada, pero garantiza espectáculo. El CGI te sorprenderá. No defrauda y tal vez, logre establecer el capítulo inicial de una poderosa franquicia.
Cesar González vuelve a ofrecernos una historia inmersa en el universo de los habitantes marginales, en las villas del conurbano bonaerense. Este poeta, escritor y cineasta, ha sabido capitalizar la experiencia vivida y se ha nutrido de buenas fuentes inspiradoras para proponer retratos sociales fuertes, reconocibles. González se inscribe en la línea de esos directores que se vuelven necesarios, dado que explora con esmero, lugares, ideas y personajes insertos en barrios donde la vida es realmente áspera y difícil. El entiende qué importa retratar (en términos de hábitos) y se muestra hábil para enmarcar esa perspectiva cultural, sin falsos maquillajes. Como público, se agradece poder adentrarse en esa realidad a través del cine. Ese esfuerzo de González y su equipo lo ha posicionado como un polo de producción respetable en su medio y ha concitado el interés de un público diverso, de todos los estratos sociales. En este proceso de distribución casera (artesanal y alternativo), González ha decidido liberar sus películas en YouTube y eso le ha permitido ganar reconocimiento. Está forjando una carrera potente y es un valor a apoyar, dado que no abundan directores (salvo quizás Perrone, Campusano, pero que juegan distinto) de estas características en nuestro cine. Aquí, "Atenas" (la que nos concita), continúa con las historias de seres que necesitan desesperadamente ayuda. La trama es simple y presenta el proceso de "reinserción" de Perséfone (Débora González), en la vida de la villa, luego de una experiencia carcelaria. Ella ha pasado un tiempo largo encerrada y el hecho de encontrarse sola, sin familia, empleo ni sostén, la llevará a vivir experiencias que marcan las pocas alternativas que se tienen, luego del pasaje por la prisión. González pinta su aldea con todo lo que es conocido, la falta de oportunidades, el maltrato de los profesionales de clase media que deberían intervenir para apoyar el regreso al campo productivo y no lo hacen, la delincuencia, la prostitución y el prejuzgamiento. Aquí, logra establecer un campo minado a punto de explotar. A lo largo de "Atenas", todo el tiempo sentimos que algo puede salir mal y desatar una tragedia: situaciones violentas, no necesariamente físicas, pero definidas con agudeza, personajes a punto de transgredir normas, cuerpos y bienes: la tensión siempre está a flor de piel. Ese es el mayor acierto de Gonzalez, el tono del film. Estamos en alerta todo el tiempo. "Atenas", podríamos decir, es un film que busca su público entre todos aquellos que sostienen su metraje. Muestra en forma descarnada lo difícil que es, regresar al mundo civil, luego de estar en prisión. Grafica con precisión todos los resortes que operan cuando se intenta, simplemente, ganar el sustento necesario para vivir. Y no más que eso. Doloroso, comprometido y feroz drama de una mujer que intenta volver de un viaje oscuro, y al que la sociedad (nuestra sociedad), sólo le da la espalda, "Atenas" es una obra madura a la que sólo puede criticarsele el cierre de su historia, quizás abrupto y desangelado. Pero el resto, es un andamiaje serio que aporta mucho sentido a la historia de dolor que quiere transmitir. Una ventana a un mundo que nos cuesta reconocer como propio. Pero lo es. Es nuestra tierra y es nuestra gente, sufriendo.
Manuela Facal es un cineasta uruguayo que viene trabajando de forma muy independiente hace unos cuantos años. Después de haber incursionado en el género "gore" de bajo presupuesto con "Achuras" 1 y 2, consiguió mayores márgenes de producción en "Relocos y Repasados" (2014) y ahora, gracias al crowfunding (idea.me) y aportes de Montevideo Socio Audiovisual, Mother Superior y Aeroplano de Argentina, lanza un film bastante más interesante que los anteriores. Facal siempre mostró interés por cordonear la "bizarrada" (perdón, pero me sale decirlo así) con estilo, y esto es lo que sucede aquí, cuando parte de una idea simple, propuesta en un espacio reducido, y trata de inyectarle adrenalina, delirio y ritmo, utilizando personajes flexibles capaces de adecuarse a la trama, dispuestos a todo. La historia transcurre en el depto de una chica llamada Galaxia (Verónica Dobrich), donde su compañero Peetee (Luciano De Marco) comienza a filmar informalmente el intercambio sobre si van a ir o no a una fiesta de disfraces, llamada "Nibiru". Muchas ganas no hay. Instalada en un futuro donde la marihuana es legal, nuestros protagonistas comienzan la previa dispuestos a pasarla bien. Y en esa dirección, deciden no ir a "Fiesta Niburu". El "not going to", se impone. La idea es pasarla noche, bien, en casa. Pero eso no es lo que sucederá, obviamente. Van cayendo amigos... y lo que aparentaba ser una noche más, comenzará a tomar tintes más oscuros, en los cuales una presencia fuera de lo común inyectará delirio a la aparente tranquilidad de la noche. Dentro del elenco, y yendo al depto de los chicos, tenemos a XXX (Carla Quevedo, nada menos) Navajo (Alan Futterweit) y Zeba Zepam (Emanuel Sobré) quienes comenzarán un encuentro relajado donde cenarán, beberán e ingerirán sustancias varias, todo con mucho ánimo recreativo. Y lo que parece que vendrá relajado, comenzará a tornarse peligroso. Y delirante, por supuesto. Facal intenta que su producto explore la ciencia ficción de bajo presupuesto, apostando al humor y al grotesco. Pero con cierto toque de suspenso, construído en base al poder de lo absurdo de la situación presentada. Intenta tomar inspiración de los clásicos donde terrícolas se encuentran con alienígenas que vienen con propósitos claros a la Tierra y deben enfrentarlos, con insospechadas consecuencias y un desarrollo irregular. Digamos, la fiesta se hará. Quizás no sea el tipo de fiesta que vos pensabas que podría ser... Digamos que "Fiesta Nibiru" es un film que no intenta tomarse en serio y tiene cierto nivel de producción interesante, dentro de la franja donde se instala naturalmente. No posee demasiado humor pero lo chocante de algunas escenas, garantizan que sepamos cuál es el juego que están jugando en la pantalla, desde que comienzan los sucesos extraños en esa descontrolada noche. Esta es una cinta hecha con mucho esfuerzo y que probablemente dispare un salto en los estándares de producción para el cineasta y su equipo. En lo personal, creo que esperaba un poco más (hay demasiado estereotipo en los protagonistas y quizás eso podría haberse detonado, también subir el tono de la apuesta desde otro lugar...) aunque me quedo conforme con el resultado final. Ir advertidos que es una peli "indie" y con cierto "gore" promediando la cinta. No digan que no les avisamos.
Nicanor Loreti junto a su mujer, Paula Manzone, nos traen una adaptación fílmica de la obra de teatro escrita por ella, "Anoche", (2011), trabajo que tuvo buenas respuestas de crítica y audiencia durante su recorrido. "Anoche" presenta entonces una situación típicamente teatral, de cuatro personajes en conflicto. Pilar (Gimena Accardi), Marcos (Benjamín Rojas), Ema (Valeria Lois) y Juan (Diego Velázquez). Ellos estarán instalados en un escenario ambientado en un departamento, a lo largo de una noche que deparará, muchas sorpresas. La historia aranca presentándonos a Pilar, quien charla telefónicamente con su madre (Mirta Busnelli), pero sin demasiado entusiasmo. Es la calma que precede la tormenta. Ella está sola este sábado a la noche, porque su pareja, Marcos, tenía salida con sus amigos. Pilar sólo está dispuesta a comer pochoclos con dulce de leche, de manera relajada. Se la nota preocupada. Agobiada. Claro, no tendrá suerte para desenchufarse. Su familia y su novio, irrumpirán para complicar un poco las cosas. Primero llegará Marcos, quien fuera de agenda se presentará con ánimos de encuentro, muy cariñoso... y al poco tiempo se sumará Ema, hermana de Pilar, quien necesitará hacer catarsis, luego de una revelación que implicará un universo nuevo de ruidos en su relación con el padre de su hija. Ya ahí el escenario se vuelve complejo, pero mucho más cuando Juan decide sumarse al grupo, con un aporte que sumará confusión y tensión a la improvisada reunión. "Anoche" es muy similar a otras de su tipo ("Perfectos desconocidos", "Toc toc"), comedias ácidas (y melancólicas, en cierta manera) sobre adultos en situaciones con cierto voltaje emotivo, diálogos ingenioso cruzados y alguna crisis existencial y amoroso pendiente. Se presenta un universo donde cada uno de ellos contrasta sus visiones sobre las relaciones, y trata de persuadir al resto, de la validez de sus inquietudes y necesidades. Todos somos sujetos deseantes y deseados, y "Anoche" lo pone correctamente en tensión. La puesta puede ser modesta, pero el film es entretenido y está en el registro adecuado. Habrá sorpresas, algo de introspección y cierto debate generado sobre cómo resolver cuestiones delicadas dentro de la pareja. Manzone y Loreti dirigen con oficio y proponen una película que suma, en una escena nacional que no es pródiga en comedias. Hay una sutil pátina de tristeza y desconcierto en la suerte de los personajes, pero es el tono necesario para dotar de significación los momentos de desconcierto que se dan en cualquier proceso de crecimiento personal... Vale la pena acompañar este esfuerzo de producción entonces y destacar la frescura y calidad de los intérpretes, ajustados y con el carisma justo. Sí, es cierto que "Anoche", está acotada por las limitaciones del espacio elegido para el despliegue de su historia (imposible renegarla de su origen teatral) pero eso no impide al público disfrutar de un buen momento a lo largo de su metraje.
Temporada de premios y la avanzada de títulos que intentan llamar la atención de los medios y especialistas comienza con "Vice", la nueva realización de Adam McKay ("The Big Short"). Esta vez, el análisis del hábil director es sobre una controversial figura de la política norteamericana, Dicky Cheney, segundo al mando del gran país del norte, quien es señalado como el gran responsable de los errores (o aciertos, según de que lado lo veas) de la política internacional estadounidense desde la caída de las torres gemelas hacia acá. Dick (Christian Bale, en otra de sus transformaciones donde gana kilos) es un tipo que pintaba en su juventud, para talento. Pero sus problemas con el alcohol y su carácter, dificultaban la concreción de sus metas. Sin embargo, su esposa Lynne (Amy Adams), siempre supo lo que tenía que hacer para volverlo a poner en ruta. Aquí vemos como ese anhelo de crecimiento y necesidad de poder (inspirada lejanamente en "House of Cards"), pondrá proa hacia objetivos más importantes. Luego de algún trabajo no demasiado adecuado a sus aspiraciones, Dick llegará como pasante al mundo de la política. Aprenderá que hacer, como asesorar y cuando y donde ubicarse mejor, desde los gobiernos de Nixon, hasta su candidatura como vice de George Bush (Sam Rockwell, tan perdido como el personaje original), dos veces. El es un tipo oscuro, tosco, que se muestra hábil para manipular y extorsionar, sutilmente. Pero lo más jugoso del film es todo lo que sucede, vertiginosamente, una vez que Al Qaeda ataca el 9/11. Cheney tiene por primera vez, las manos libres para actuar (Bush es sólo un vocero en este marco, con poco poder de decisión real) y comienza a operar de manera elocuente para avanzar con una invasión a Irak y Afganistán a gran escala, sumada a varias violaciones a la seguridad personal de propios (con la violación de correos) y extranjeros (actualizó protocolos de tortura). Donald Rumsefeld (Steve Carell) lo acompaña y hay además una cantida de secundarios de los que sabemos bastante, por haberlos visto en tevé durante los complejos días posteriores a la caída de las torres (la secuencia donde presionan a Colin Powell es muy interesante). El problema principal del film es que no se logra percibir si se busca generar, una comedia, es decir, una sátira política sobre Dick Cheney, o se intenta marcar un drama político, en el cual se ve claramente su rol de monje negro, nefasto para los intereses de Estados Unidos y el resto del mundo. Les digo, "Vice", no funciona ni como la primera, ni como la segunda. No te reís casi nada, la historia, para los que estamos informados, no apunta demasiadas sorpresas (quizás si al principio, pero no mucho más) y no hay demasiado humor (un par de escenas, como la de Alfred Molina, apalancadas para que el film luzca más original). En cuanto a su estructura dramática, es pobre, aburrida y desperdicia un cast casi soñado para este escenario. Adam McKay intenta (creo) mostrarse autocrítico con "Vice" y mostrar a la sociedad norteamericana, el perfil de un tipo siniestro, al que votaron dos veces. Creo que el mensaje va en la dirección correcta para esa audiencia. Para el resto, la película genera poco interés desde todo punto de vista. En cierta manera, si bien la aplicación de políticas que hace Estados Unidos nos afecta a todos, no hay demasiado que podamos hacer para evitar algo de todo lo que vemos en el film que sucede. Probablemente el ciudadano americano si pueda. Para ellos, exclusivamente, "Vice".
Lucía Murat, prestigiosa realizadora brasileña, estrena en nuestro país, "Plaza París", coproducción con Portugal y Argentina que puede verse desde el pasado jueves, en el Gaumont y próximamente en salas INCAA de todo el país. "Plaza París", lo nuevo de esta comprometida cineasta, presenta una historia que muestra descarnadamente, las diferencias de clase que entran en tensión en la hermana tierra. Lugar donde, el blanco tiene un peso distinto y la gente de color se enfrenta a difíciles condiciones de vida desde lo económico y lo social. Donde ser mujer no es tarea sencilla. En estas grandes ciudades, la violencia está a la orden del día y afecta decisivamente la vida de toda la gente. En definitiva, el conflicto presentado podría ser leído como una instantánea pura, elemento que caracteriza las relaciones de poder que sostienen la invisible trama social y la volatilidad de las falsas asimetrías, que creemos ostentar y que pueden desaparecer en instantes,en contextos donde el delito tiene un poder invasor en grado máximo. "Plaza París" hace foco en esos aspectos, expandiendo la cuestión de la seguridad, lo cultural y apelando a un lenguaje casi teatral, profundo y honesto. Y aporta a la agenda mucho para el debate sobre los conflictos de género y cómo atravesar procesos de visibilización dolorosos. La trama nos instala en Río de Janeiro, Gloria (Grace Passô, estupenda, un parecido enorme a... Viola Davis?) es una mujer de clase baja que trabaja como ascensorista en una Universidad, vive en la favela y necesita tratamiento psicológico. Tiene a un hermano menor encarcelado y muchos temas que la atraviesan, complejos. El central, los abusos que su padre ejercía sobre ella y que la han marcado de por vida. Gracias a los servicios sociales que presta la casa de altos estudios, Camila (Joana de Verona), una psicóloga portuguesa visitante que está haciendo estudios de posgrado aquí, será quien se encargará de trabajar con ella, en periódicas sesiones que irán revelando un estado de situación emocional, desgarrador. Camila, quien vive una vida confortable (está en pareja, no tiene problemas económicos, es extranjera y claramente pertenece a la minoría favorecida), quiere genuinamente ayudar a Gloria. Pero las compañías de su paciente (los vecinos del barrio, los camaradas de armas de su hermano delincuente, etc) van sumando tensión al escenario, sumado al avance del descubrimiento del secreto familiar que Gloria irá revelando y que podría comprometer la seguridad de la psicóloga. Murat eligió a dos tremendas actrices y las instaló en una situación donde el afecto (contratransferencial) fluye de manera vívida y visible. Camila verá su mundo y su seguridad en peligro, al acceder a conocer más acerca de Gloria y en cada diálogo, se verá como esta "mordaza social" afecta lo vincular y traba bastante el recorrido que hacen juntas. "Plaza París" es una muy buena película. Está hecha con modestos recursos, pero su historia es tan potente que maneja su austeridad a favor: las protagonistas tallan grandes actuaciones y ofrecen contrapuntos sin desperdicios, en intercambios llenos de carga emotiva y social. Una agradable sorpresa en cartelera para el incio del año. Si quieren conocer más sobre el país que recibe Bolsonaro, esta es una gran oportunidad.
Debo reconocer que "Wreck-it-Ralph" me fascinó allá por el 2012. La califiqué con diez y basé mi impresión en el hecho altamente original que significaba la fusión entre el mundo de los videojuegos clásicos de los 70' y 80' con el estilo tradicional de aventuras animadas "familiares" que domina el mercado (superacción, familia, amistad, aprendizaje, etc). Contaba con dos personajes muy carismáticos, Ralph y su amiga Vanellope (John C. Reiley y Sarah Silverman en la versión en inglés) y un conflicto que parecía nostálgico, pero lograba prender en la audiencia, de punta a punta. Es decir, era interesante para los más chicos, pero los grandes tenían su espacio para disfrutarla también. En esas condiciones, pensar en subir la apuesta y volver a sorprender no era tarea sencilla. Así fue que Phil Johnston se unió al director de la primera entrega, Rich Moore, con la idea de expandir el universo de juego y proponer una historia nuevamente, transgresora. Esta vez, los personajes del arcade ochentoso van a salir al mundo (virtual) y enfrentarán todas las complicaciones (y tentaciones) que se experimentan en la red global. Sí, Ralph llega a internet y cuidado, porque el pibe se las trae... La historia nos presenta la actualidad de nuestros conocidos: Ralph y Vanellope. Ellos tienen una rutina establecida sobre sus actividades, en la que hacen lo que todos los personajes de videojuegos deben hacer (?). Pero un día, en una competencia del juego de Vanellope, el volante de la máquina se termina rompiendo y esto lleva al cierre temporal del fichín. Desde ya, la clausura del "Sugar Rush", instala una crisis de identidad laboral y personal para la pequeña niña, quien siente que su universo se derrumba. Nosotros ya sospechamos por lo que vemos, que Vanellope quiere probar otro destino, porque cree que las pistas que recorre diariamente en su juego, ya no son un desafío para ella. No le gusta hacer siempre lo mismo, y difiere con Ralph, quien está sumamente feliz en su pequeño mundo. La cuestión es que gracias a un hecho habitual en estos días (un dueño agrega conectividad a su local), ellos van a poder subir a la red, hecho que dispara la intención primaria de resolver el tema del volante. ¿Por qué? Al estar conectados vía internet, los personajes accederán a todas las grandes y conocidas plataformas que manejan e-commerce, noticias, videos y más, y todas servirán, directa o indirectamente, para la solución del problema (adquirir un producto exacto que reemplace al roto).. Claro, la primera tarea será tratar de entender el mundo que se les presenta, y a la vez, conseguir el volante rápidamente para que la máquina de Vanellope, siga funcionando y no sea discontinuada del local. Pero eso, es sólo el comienzo de la aventura. Sin anticipar mucho más, hay que decir que la forma en que presenta el universo de la red, es simple y luce didáctico y colorido. Hay una preocupación por mostrar como funcionan los procesos, destacada. Nos fascinaremos con los viajes de los amigos a los diferentes espacios y disfrutaremos de sus recorridos en el mediático mundo de las comunicaciones instantáneas. "Ralphs breaks the internet" es entonces una cinta que se propone intentar instalar a sus personajes en un contexto desafiante y actual. Aprovecha de la potencialidad de las marcas y espacios, para potenciar el humor en cada aprendizaje del mundo digital. Pero además (y más importante), explota muy bien las nuevas licencias de las que goza Disney (Star Wars a la cabeza) y hasta se permite el guiño de traer a todas las princesas clásicas del estudio, a un par de divertidas escenas junto a la protagonista de la peli. Creo que, como extra importante, "Ralph..." permite también explicar en pocos casos a los niños, como funciona internet, de una manera distinta y poco convencional. De más está decir que el público adulto la pasará muy bien, siguiendo la tradición de esta franquicia. Los aspectos técnicos, impecables, la banda de sonido, también. Sin dudas, la mejor película animada del 2018. Nos llega en 2019, por una diferencia de días de estreno, "Wifi Ralph" es un golazo. No dejen de verla.