Hollywood necesita facturar y de unos años a esta parte, está muy atento con la aceptación de los personajes secundarios, principalmente en films familiares. Se hacen consultas y estudios de marketing para analizar la posibilidad de lanzarlos "en solitario" (por así decirlo!) y se les arman "spin-off", para aprovechar la llegada al público que poseen. Ya saben.... ejemplos abundan. Aunque nunca hay que dejar de lado que la historia que deberían presentar, tiene que ser muy atractiva, porque el punto de salida es alto y entramos a sala familiarizados ya con algunos protagonistas, lo cual ayuda, por un lado, pero quita sorpresa, por el otro. Con los "Minions" sucede algo similar a lo que vivieron los "Pinguinos de Madagascar" cuando salieron sólos a estelarizar su propia película: si bien nos tienen de su lado apenas arranca la película (y digo esto en relación al públio que los conoce y quiere), ese valor que se pone en juego y que está fundado en el humor que aportan como secundarios, dura poco ya que lo que importa en esta nueva aventura es que sea divertida, intensa y original. Y esta, créanme, (como la nombrada, por ejemplo) no lo es. Pierre Coffin (director de las dos primeras "Despicable me") hace team con Kyle Balda (co-director del "Lorax") para llevar adelante una historia sin demasiado interés ni ingenio. Recordemos quienes son los minions: criaturas simpáticas, dueñas de mucha personalidad, terriblemente torpes y con una interesante faceta: buscan un villano a quien servir. Son en la actualidad el grupo de apoyo de Gru ("Mi villano favorito") y lo que veremos en esta precuela es como llegaron a él, luego de un largo recorrido (en años, no en segmentos) en la historia de la humanidad. La trama presenta a los minions como seres que han existido desde comienzos de la humanidad y es cierto que promisoriamente, la película arranca con ellos avanzando a través de una linea de tiempo, en una serie de gags inocentes pero efectivos (en la prehistoria, luego el antiguo Egipto y así seguimos). Es así que arriban a un refugio natural nevado y alejado en una zona montañosa (venían de acompañar a Napoleón en su invasión a Rusia) y se instalan ahí a desarrollar su sociedad, por un tiempo, aislados del mundo. Claro, su razón de ser, es servir a un villano. Así es que uno de ellos, Kevin (el visionario del grupo, podríamos decir), decide salir al exterior a buscar un nuevo líder e invita a dos compañeros a sumarse (Bob y Stuart) a buscar ese Grial que serviría para dotar de significado la existencia de su comunidad. Ya en el mundo exterior (y hablamos precisamente del año 1968), dan en un programa de tevé con una conferencia de malvados donde su estrella máxima parece poder ser la necesaria: Scarlett (en la versión doblada, Thalía). La supervillana está casada con Herb (Ricky Martin) y tiene un arsenal de juguetes peligrosos que la posicionan como una criminal de las más encumbradas. Luego de conocerse, ella les dará una peligrosa misión a estos tres minions, como condición para trabajar juntos: deberán robar la corona real de la Reina de Inglaterra. Así es como el trío de criaturitas amarillas asaltarán la Torre de Londres para conmocionar al mundo y poner en jaque a la monarquía británica. Suena divertido ¿no? Pues no lo es. El humor físico y absurdo que practican, no está mal, de hecho son tiernos, pero el tema es que no hay emoción ni sentido en la historia. Hay persecusiones, mucho lenguaje gestual, golpes al por mayor con objetos o personas, un par de musicales cortos y cada tanto alguna escena simpática. El 3D aporta poco y quizás el punto más alto sea la setentosa banda de sonido. El problema principal de "Minions" es que no hay mucha definición en los personajes, Scarlett sufre falta de carisma en grado agudo y Herb aporta exageración y gravidez a todas luces, sin generar atracción en el público. El grupete trae el ruido pero la cuestión es que nadie se destaca demasiado (bueno, quizás Stuart se lleve los mejores gags). Esa medianía hace el film plano, sin matices y absolutamente previsible. Lejos de lo que uno espera, estos minions sólo suman, pensando que en 2017 Gru los traerá de nuevo a su lado, como buenos secundarios, en "Mi Villano Favorito 3". Paciencia
Hay pocos documentales destacados sobre música en este último tiempo. Sí, hay un puñado pero ninguno tan interesante como“Relámpago en la Oscuridad”, de Germán Fernández y Pablo Montllau. Este cronista era adolescente cuando V8 estaba en la cima de su popularidad y recuerda con claridad, el increíble timbre de Alberto Zamarbide, la fuerza de las letras de la banda (pionera en la escena nacional del heavy metal) y la fidelidad de su público. Esta cinta celebra a un gran músico, poniendolo en contexto y respetando su dimensión. Quizás el mayor mérito de Fernandez y Montlau es presentar un relato dinámico, donde se destaca un justo balance entre entrevistas, fragmentos de recitales claves y buen material de archivo fotográfico. La historia de Zamarbide es intensa y arranca como ícono musical, en un momento clave para Argentina, durante el último gobierno de facto. Las letras de V8 marcaban una línea de confrontación distinta a la de los grupos de ese tiempo, que tuvo su punto neurálgico con aquel memorable recital en el BARock del 82' donde se enfrentaron a un público adverso que los rechazó con furia. Eran una banda revolucionaria en su tiempo y junto a Riff (con el mítico Pappo al frente) fueron lo más destacado de la escena del metal local. Zamarbide fue modificando el alcance de sus letras (debido a sus temas personales y con el tiempo eso generó divisiones en su grupo. Las mismas generaron otro proyecto, "Logos", que se volcó hacia una faceta distinta del género, relacionada con la religiosidad desde el punto de vista evangelista. Este registro tiene todo aquello que al fan de Zamarbide interesa: el pasado más lejano, su actualidad, la reflexión de porqué ahora vive en el exterior y su conflicto con los sellos discográficos, que lo hizo descreer del medio. Todo está aquí. Profusamente presentado y libre de prejuicios. Podemos decir que "Relámpago en la Oscuridad" documenta con inteligencia de recursos el recorrido de este gran cantante y logra mostrar no sólo su faceta transgresora y su don de liderazgo, sino también pone luz sobre sus debilidades y los vaivenes de su trayectoria como músico y líder generacional. El relato es ágil, intenso y la edición lo hace fácil de seguir incluso para el espectador que no está acostumbrado a este tipo de formato, le guste o no el heavy metal. El carisma de la personalidad de Zamarbide, hace el resto, un tipo único por donde se lo mire, hombre que marcó a fuego a un gran grupo de vocalistas que hoy imitan su porte y profundidad vocal. Recomendado. Ideal para escucharlo a todo volumen y haciendo cuernitos.
Nunca fui un fan de los animé ni tampoco exploré su universo con entusiasmo, más allá de alguna incursión con algunos en particular. No está en mi lista, la saga "Dragon Ball" aunque siempre la tuve presente por su fuerte presencia en las elecciones televisivas de mis amigos (y ya paso los 40 eh!) Es más, quizás tuve curiosidad sobre la naturaleza de la magia que generaba en su audiencia pero lo cierto es que nunca me atreví a abordarla. No puedo decir entonces que estoy familiarizado con su esencia, así que mi reseña sólo registra algunos trazos argumentales junto a ciertos elementos observables de esta poderosa franquicia. Primero, si no sos conocedor y fan de la historia de los guerreros Z, deberías plantearte si realmente es una película para vos. No es que te vayas a aburrir, pero este escenario tiene su encanto, si estás en sintonía. Sino, cuesta un poco disfrutarla. Como espectador externo y más bien neutral, destaco que esta entrega es entretenida (eso es innegable) y no debería defraudar a sus fans. Y digo esto porque en la función donde la ví, los rostros de mis compañeros de butaca estaban absorbidos ante el espectáculo visual de los combates entre los diferentes bandos. Eso, sin contar el entusiasmo y vibración que generaban con el devenir de la trama. Digamos, ver a su público en sala es de por sí energético. Cómo aman a la franquicia! Se lo debemos al enorme Akira Toriyama, quien vuelve a la carga con sus ideas y trazos luego de un parate voluntario. Tadayoshi Yamamuro, quien siempre animó para la saga, ahora debuta en la dirección con esta peli y debo reconocerle que me sorprendió el delineamiento de algunos personajes, como Goku y Vegeta en particular. Sabemos que volvió un villano tradicional que los seguidores amaban para dotar a este nuevo capítulo de voltaje y consistencia. El hombre en cuestión se llama Freezer y seguro que sabés más vos que yo sobre él. Vuelvo con Goku y Vegeta, quienes han ascendido a Dioses (esto tiene lugar dos años antes que la cinta anterior "Battle of Gods") y tienen a Whis como nuevo maestro, lo cual abre un camino singular de discusiones, planteados a través de pequeños actos que los van definiendo. Sorbet, el líder de la facción heredera del poder de Freezer, entonces se propone traer de regreso al mítico emperador con la ayuda de las esferas del Dragón, pero cuidado, eso es sólo el comienzo. Se imaginarán que cuando tome forma buscará vengarse de Goku, a quien se la tiene jurada (cuentan que las batallas en el animé original contra él fueron legendarias). El resto, pueden imaginárselos. Muchas batallas, algo de humor y una animación colorida y potente que atrae y convoca. Más datos que suman, en la versión latina, pueden escuchar a Mario Castañeda poniendo la voz con su habitual carisma, elemento importante para sentirse cerca de los clásicos episodios de la saga. Y en Japón y en algunos países se pudo ver en versión IMAX y en 3D. Qué tal? Creo que ningún fan debería dejarla pasar. En cuanto al público no adicto a este tipo de productos, estará en ellos animarse a vivir una aventura diferente, dentro del universo "Dragon Ball". Y esperen, porque en el futuro cercano, más productos llegarán al mercado (no hace falta ser adivino ni estar bien informado para decirlo no?)
Luego de su paso por la sección "Cine del Futuro" del BAFICI 2012, "La Parte Automática" se estrena comercialmente en salas este jueves. Ivo Aichenbaum (en su ópera prima), narra en primera persona, su viaje a Israel, para reencontrarse con su padre (exilado voluntariamente allí desde 2001) en un recorrido organizado por un grupo de turismo cultural judío. Ese viaje propone recorrer territorios durante diez días, antes de que él se encuentre con el objetivo central de su viaje: volver a ver a su padre. La historia del padre de Aichenbaum es atractiva: luchador, militante, de corazón inquieto aunque es cierto que promediando el film, lo sentimos más como un disparador, una excusa, más que un fin en sí mismo (al menos en términos cinematográficos). Lo cierto es que el director, sabe muy bien que le interesa transmitir y parte a hacer ese camino. No duda en traernos desde la palabra, reflexiones propias sobre la idiosincracia e identidad del pueblo judío que va generando en cada momento de su periplo. Hay mucha espontaneidad en los registros, son estos los elementos que le dan a "La Parte Automática" el status de un completo diario de viaje. Charlas, encuentros, sorpresas, diálogos y relatos que van conformando un mosaico de percepciones sobre la actualidad del pueblo israelí y los temas que esta generación de jóvenes tiene que enfrentar. La idea del "tour" del que participa el cineasta era generar cohesión en los miembros de la comunidad y por lo que vemos, la experiencia es interesante de ver. Se percibe valiosa para rescatar la memoria y reestablecer la conexión con la historia de su pueblo, uno de los más castigados en la historia de la humanidad (el Holocausto y su impacto es uno de los temas que se atraviesan en el relato). "Todo en Israel parece estar preparado y pensado para optimizar los recursos, somos los argentinos como plantas silvestres arrojadas a la suerte del viento, y la polinización natural..." se escucha en la voz del director... Cierta agudeza aparece periódicamente para conectarse con sus raíces y los lazos se muestran auténticos. Pero no es el único tema en "La Parte Automática". El amor también es tópico aquí. La problemática con los palestinos también. Todo fluye en este pasaje porque circula desde las anécdotas y registros de los distintos espacios que se recorren. Para quienes están interesados en ese tipo de cintas, hay aquí buen material para compartir, un sincero y abierto diario de viaje sobre una experiencia singular.
"Palo y Hueso" fue una importante obra del cine nacional de fines de los 60´. Rodada en la costa del litoral, ese trabajo de Nicolás Sarquís (en blanco y negro) sigue siendo un referente interesante de la filmografía nacional por cuanto fue rodada en escenarios ásperos, con un mix de actores profesionales y gente del lugar presentando una historia comprometida y potente en sí misma (tres personajes, dos hombres, una mujer y una relación compleja). Ahora, el hijo del realizador, Sebastián, regresa a ese lugar (San José del Rincón) y propone capturar esa atmósfera, viendo que sucedió con ese entorno, años más tarde. Y es más, no sólo propondrá y filmará su propia historia (un cuento de Juan José Saer llamado "El camino de la Costa") sino que buscará actores y locaciones del clásico de su padre, para homenajear aquella importante producción. Sarquís entonces nos invita en "Yarará", a un relato doble. Dos experiencias en la construcción de su película: por un lado, lo veremos interactuando y registrando al estilo documental la experiencia de volver al pueblo donde su padre rodó y por el otro, la trama del cuento en sí, interpretada por un elenco de actores populares (Juan Palomino, Rudy Chernikoff, Héctor Da Rosa). En lo personal, (y es extraño supongo porque en general prefiero la ficción al documental si tengo que elegir algo para ver en mi tiempo libre) me atrajo más la reflexión en campo sobre los alcances de la obra original, las charlas sobre aquello que atravesó la vida de Sebastián (no por nada se encuentra haciendo este rescate emotivo), la proyección que realizan en el Museo de la Costa y los reencuentros (el abrazo entre Héctor y Juanita, después de tantos años, me conmovió), que el relato literario hecho imagen en sí. Sin embargo, comparto que el objetivo planteado, se cumplió con creces. El relato (la historia donde la yarará es símbolo y centro) es simple, pero su aire pueblerino y auténtico, de expresión natural y gestual lo hace más que correcto. Esta es una cinta querible, cercana, de búsqueda y reencuentro. De acercamiento al mundo rural y sus códigos y de serena belleza. Quizás mi amor por el cine me hace valorarla con otros estándares, lejos de la calificación que hago cada jueves. Es un gran ejercicio en cierto sentido, el que nos presenta Sebastián y un emotivo homenaje a su padre, quien estaría orgulloso de ver todo aquello que su obra con el paso del tiempo conserva y acrecienta. Con los títulos, hay un fragmento en video imperdible de Nicolás (fallecido en 2003) donde habla de sus motivaciones y su visión sobre el cine. A tenerlo en cuenta. Muy buena.
Debe ser difícil portar el apellido Bruni para Valeria. Su hermana mayor es quien ha convocado siempre a la prensa (Carla, modelo y cantante), por su matrimonio con el ex primer ministro de Francia, Nicolás Sarkozy. La cuestión puede o no ser anecdótica, pero lo que sí sabemos es que siempre los trabajos de Valeria parecen ser sobrevalorados por la crítica y los medios galos. Sus anteriores films fueron discretos (eso pienso incluso de su mayor éxito, "Act" que fuera premiada en Cannes) y este parece ser el caso de "Un castillo en Italia" (que también estuvo en competencia en el mismo festival), aunque el mayor interés para el espectador, sea el tinte autobiográfico que se desliza en la historia central. Valeria Bruni Tedeschi escribe y dirige una historia sobre una familia de clase acomodada que en crisis, debe enfrentar la venta de un espacio en Italia (aunque el lugar de residencia de sus dueños sea Francia). Louise (Bruni) es la protagonista, una mujer que ronda los 40 y tiene algunas cuestiones para trabajar en terapia. Pero bueno, con muchas ansiedades de por medio y una familia que intenta sobrevivir a la dureza económica de estos tiempos, intenta resolver temas personales. No es que le vaya mal, la cuestión financiera no es la mejor pero... ella nunca estuvo obligada a trabajar, fue actriz y le cuesta pensar en definir algunas cosas para cambiar. En la actualidad, tiene un enamorado, Nathan (Louis Garrel) mucho menor que ella. Pero esa relación es de fascinación y no se construye desde las seguridades, sino desde la exploración pura e histérica que hace Louise para sobrevivir a sus propios escenarios de diaria angustia. Por otra parte, la familia Rossi Levi, está prácticamente en la quiebra y la solución es hacer dinero el castillo italiano. Simple. O no. Hay que pensar que asumir ese final, es una derrota que nadie quiere vivir. En ese debate, la película ofrece una mirada superficial a cómo algunos componentes de la sociedad francesa de clase media enfrenta la recesión de estos últimos años... Bruni elige hacer todo en su película. Va, viene, se enreda en discusiones pasionales, gesticula, se enoja, en un registro...discutible. No se si es su falta de carisma o una discutible variedad de perfiles, pero agota. El resto del elenco cumple, aunque nunca termina el espectador de sentir si es una comedia o un drama, ya que su oscilación no permite definir el objetivo de fondo de la historia. Despareja, por momentos desconcertante, en otros simpática y fluida. Si te va el cine europeo y queres ver a una mujer al borde del ataque de nervios, quizás esta sea una película a tener en cuenta.
Luego de su paso por el BAFICI 14 (el año pasado), llega al Centro Cultural San Martín, “Una canción coreana”, documental que nos traen Gustavo Tarrío y Yael Tujsnaider sobre la vida de una mujer muy particular. Para los que no lo saben, es el nombre de un restaurant en la calle Carabobo al 1500, propiedad de la familia de la soprano An Ra. Ella es ama de casa, aplicada, amable y podría decirse, típico ejemplo de la inserción de la comunidad en Argentina. Vive en el Bajo Flores y realiza varias actividades artísticas allí, la más destacada es sin dudas, la interpretación y el trabajo con coros. Tarrío y Tujsnaider se encargan de seguir a la protagonista, a lo largo de su día. Registran su relato, haciendo historia de cómo llegó su familia a Argentina, la acompañan en su perfomance en un teatro del under, la siguen en comercios y también, incluso, en un viaje familiar donde el film terminará por cerrar algunas ideas, sobre el valor que le da la cultura coreana a la expresión en todas sus formas. An Ra es metódica, precisa y sumamente simpática, por lo cual, "Una canción coreana", es un registro accesible, en el que nos adentramos no sólo en su figura, sino en el micromundo en el que giran sus afectos. Si encontramos que el relato podría haber elegido registrar menos recorrido (hay algunos apuntes que sentimos que se podrían obviar) porque quizás no todo reviste un interés central (sí es pintoresco, seguro) y con algún giro en el abordaje la cinta hubiese ganado más interés. Claro, la observación sería quizás no tan natural o espontánea, pero al espectador le sería más rica y atraactiva (creo que en los registros documentales, y espero no se enojen los cineastas que lo trabajan, la mayor parte de las veces, “menos es más”). Sí creo que no hay muchos ejemplos de observación de esta comunidad en fílmico, así que esta es una buena oportunidad para saber más sobre como viven en nuestra cultura y la importancia de los valores que sustentan la fisonomía de quienes son estos increíbles inmigrantes. Si lo tuyo es acercarte a ella (¿a qué occidental no le atrae posar sus ojos sobre lo oriental?), no dejes de elegir en esta melodía y compartirla. A tener en cuenta.
Cerró hace poco tiempo el Fest de Cine Brasileño en Buenos Aires en su edición 2015, y este film fue de la partida, destacado por sus curadores. Producción compartida con el país hermano, “Al Oeste del Fin del Mundo”, cuarto largometraje escrito y dirigido por Paulo Nascimento, es una cinta sobre la soledad, el dolor y las angustias de un pasado que lastima, a pesar de encontrarse lejano en el tiempo, pero fresco en la piel. Cerca de Uspallata, Mendoza, en un paraje alejado, manejando una estación de servicio como actividad, conocemos a León (César Troncoso) separado de su mujer y su hijo por voluntad propia. Su pasado lo ha marcado, es ex combatiente de la guerra de Malvinas y este recuerdo, tiene un peso decisivo en su actualidad. Lo sabemos. Troncoso encarna a un hombre atormentado, pero silencioso, herido pero no agonizante, en una labor fantástica, por la entrega gestual que constituye la columna vertebral de su personaje. En ese espacio, recibirá visitas: Silas ( Nelson Diniz, ese brasileño extraño que emana misterio con su moto) y Ana (Fernanda Moro) quienes con pocas palabras, serán los únicos sujetos con los que León se relacionará. Cada uno tiene su impronta, aunque la mujer instalará un conflicto particular en el escenario que juega León, que quizás no sea fácil de resolver. El haber sentido el odio y la desazón y el hecho de ser fugitiva , hará que sea temeraria en su accionar, cuestión que descolocará al anfitrión. Hay un escenario imponente, pocas palabras y mucho silencio. Lo no-dicho cobra un peso importante en la cinta y está bien llevado, a pesar de sentirse austero y áspero desde la butaca. Entendemos el porqué de la elección de esas líneas, aunque quizás un tratamiento más frontal o directo harían perder el valor de la cinta en su conjunto. “Al oeste de fin del mundo” es una cinta introspectiva, que emana dolor y reflexión y aunque el recorrido sea cuesta arriba, depara alguna sorpresa luego de llegar al punto más emotivo y complejo de la historia. Sí, hay que decir que sin Troncoso en el cast, este proyecto no tendría la profundidad que tiene. Afortunadamente el actor uruguayo es un referente único para dotar de impacto a la cinta. No es perfecta (insisto con la advertencia al que le cueste la contemplación y el silencio en el cine) pero sí, un buen producto, modesto y emotivo.
Llega a sala, la primera coproducción entre Angola y Argentina (producto de una propuesta de trabajo conjunto que se inició hace unos años) y debo reconocer que me sorprendió, no sólo por el gran despliegue de escenarios, personajes y nivel de realización técnica, sino por lo arriesgado de la propuesta desde lo temático. "Los Dioses del Agua" es una película sobre búsquedas. Está corporizada en la necesidad de encontrar el origen de la vida, pero a la vez, propone una aguda reflexión sobre los caminos que deben recorrerse para encontrar cualquier tipo de respuestas, en cualquier ámbito. Pablo César en su quinto largometraje (siempre recordaremos su transgresora y compleja, "Fuego gris") y con ya varios rodajes en territorio africano en su haber, nos invita a un viaje particular, de nuestras tierras hacia el continente negro, donde radica, tal vez, la respuesta a una pregunta que todos los científicos siguen aún hoy haciendo, Hermes (Juan Palomino) es un antropólogo argentino preocupado por la naturaleza y el origen de su existencia, que está preparando una obra de teatro donde cobren vida sus impresiones sobre este inicio de la vida en el planeta. Pero esta no es una puesta común, ya que Hermes estará unido al destino de varios compañeros de ruta, Oko (Onésimo De Carvalho), un joven angoleño estudiante que investiga sobre la llegada de habitantes de su tierra en el Río de la Plata en la época posterior a la colonia, y Ayelén (Charo Bogarin) actriz Qôm que trabaja en su obra teatral. Ellos, junto a Esteban (Boy Olmi), un egiptólogo quien tiene su propia teoría sobre el origen del hombre, serán los interlocutores de Hermes a la hora de plantearse como articular esa búsqueda interna y profunda que lo atraviesa. Tanto es así que Hermes viaja a Angola atravesando el río Kwanza en la búsqueda de los sabios de tribus originarias de ese lugar, con la secreta esperanza de desentrañar el sentido de su búsqueda. ¿Podrá ser que el origen del mundo que conocemos esté relacionado a unos seres anfibios con un adn particular que habitaron ese territorio? César ha estudiado durante mucho tiempo sobre la cosmogonía del pueblo Dogón (hay un misterio detrás del conocimiento de este pueblo) inspirado en la obra de Marcel Griaule y conoce el terreno sobre el que proyecta su guión. Esteban le pregunta a Hermes, mientras debaten sobre la posibidad de éxito de la misión: "¿no le gustaría ser el protagonista de un suceso extraordinario?". Esa es la línea de trabajo del film, la posibilidad latente de acceder a una novedosa explicación del origen del mundo y el viaje que representa pensar y transitar por las distintas etapas del camino. Desde lo estratégico, sabemos que el rodaje fue complejo (fue filmada en 35mm con lentes anamórficos para transmitir profundidad y captar la belleza del paisaje, gran protagonista de la historia) y también somos concientes del esfuerzo del director y su equipo para ensamble a los productores de los dos países (en tres locaciones importantes y distantes) para encarar los distintos ámbitos de desarrollo. El resultado, sin embargo, es desparejo. Hay en "Los Dioses del Agua" un profundo respeto por la construcción de la idea, pero extrañamente el film no logra alcanzar una atmósfera perceptible de intriga o drama existencial. Pareciera que los personajes principales no estructuran empatía con la audiencia, transitan por el paisaje con cierta determinación, pero sin el voltaje necesario para movilizar al espectador. Si bien Palomino es solvente como el antropólogo curioso, cuesta sostener el metraje si la emoción no eriza la piel en una búsqueda como esta. Hay un aire a film documental que recorre la última parte que tampoco le sienta a la realización. Más allá de eso, debemos decir que "Los Dioses del Agua" es una historia poco convencional para nuestra filmografía y sólo por eso, ya hay que considerla transgresora y valiosa. Una apuesta personal para César enmarcada en un marco de relación entre dos países con lazos quizás más cercanos de lo que uno cree...
Para todos aquellos que dudamos (siendo adultos) de acompañar a los peques de la familia al cine (no siempre la pasamos bien) llega una imperdible. Pixar acaba de darnos un gran motivo para visitar las salas este fin de semana, ya que tenemos en sala una de las cintas de animación más interesantes y originales de los últimos años: "Inside out". Quizás al nivel de los grandes sucesos de la compañía, "Intensamente" propone un viaje increíble al universo de la mente de una niña (Riley), en el cual la idea es instalarnos en la "sala de comandos" de su psiquis, donde todas las manifestaciones emocionales se administran, ordenan y atesoran y ser testigos de una gran aventura. Cuenta Pete Docter (uno de los directores, quien estuvo en Argentina hace un par de meses presentándonos este trabajo) que el génesis de esta propuesta nació en la observación de su hija. Al parecer, el se asombraba del simple hecho de ver cómo la personalidad alegre y vital de los primeros años de vida iba mutando con el correr del tiempo hasta transformar a su heredera, en un ser silencioso de conducta impredecible. En ese hecho se apoyó para comenzar a construir una red de conceptos, basados libremente en las teorías que explican la importancia de las emociones en la constitución de la personalidad. Es una época en que las neurociencias están de moda, "Inside out" se muestra como un gran vehículo para comenzar la exploración del tema. Riley entonces tiene 11 años y se ve obligada a dejar su alegre vida en los bosques fríos del medio este americano, para adaptarse rápidamente a la colorida San Francisco, donde todo es nuevo e incómodo. Su padre ha tenido que cambiar de trabajo y ella no está muy contenta pero... se debe a la familia. El tema es que mientras esto sucede, accedemos al centro de control de Riley, un espacio en su mente donde cinco emociones se complementan para darle equilibrio a la vida de la niña. Ellas están lideradas por Alegría, cuya tarea principal es comandar el grupo y tratar de que Riley sea feliz. Pero no está sola: Temor encabeza la red que provee seguridad, Furia asegura que todo sea como debe ser (y si no, se enoja mal) y Desagrado complementa el grupo protegiendo a la nena física como socialmente de cualquier pensamiento "intoxicante". Pero hay una más: Tristeza, quien no está exactamente segura de cuál es su rol y, vive apagada, disputando con perfil bajo un lugar en el equipo. Un accidente grave sucede con un recuerdo y Alegría y Tristeza se verán forzadas a abandonar la sala donde se maneja ese particular universo y lanzarse a explorar lugares como la Memoria a Largo Plazo, el Mundo de la Imaginación, junto al de Pensamiento Abstracto, y el de las Ensoñaciones, con la intención de volver a la cúpula para reestablecer el perdido control de la situación. Docter y Ronaldo Del Carmen dirigen con soltura, acorde a sus antecedentes (el primero ya ganó un Oscar en su debut con "Up") y sin fisuras. Las emociones están representadas con un enfoque didáctico simple y muy visual. La historia es divertida y el ritmo de la narración es exacto: nadie se aburre y la energía no decae. Plena de detalles únicos para el mundo adulto, este es un film para debatir con humor a la salida de la proyección. Los chicos, en cambio, saldrán divertidos por el interesante mix de acción y comedia que tenemos paso a paso. "Inside out" no desperdicia ni un sólo fotograma: es una cinta que vas a volver a ver, una y otra vez. Yo se lo que te digo..