Es importante decir que soy fan de los Pinguinos de Madagascar. No sólo disfruté la serie con mi hija (la obligaba a verla para tener excusa de seguirla) sino que festejé cada participación suya en la saga original, así que estaba ansioso por ver cómo funcionaría este spin-off. Lo cierto es que más allá que que detrás de cámaras siga Eric Darnell (hizo toda la saga de los animales perdidos), su asociación con Simon Smith no dio los resultados esperados. Ya "Madagascar" no ofrecía en su tercera entrega mucho material original, y aquí, sucede algo parecido. Skipper, Kowalski, Rico y Cabo regresan a contarnos un poco cómo se fueron del "rebaño" y se transformaron en lo que son: un equipo distinto, donde no sólo brillan sus habilidades para el movimiento y la sorpresa, sino el afecto que los une, corazón de esta historia que los presenta en solitario. Ser famosos tiene un costo. De eso nos habla "Penguins...", justamente porque Dave-El doctor Salitre (John Malkovich en la original, Carlos Alcántara para América Latina) es un pulpo que fue relegado de protagonismo en las épocas doradas del cuarteto en el zoológico de Nueva York. Allí, el fue dejado a un lado por los organizadores y la gente, en desmedro del carisma de los pinguinos, a quienes todos amaron desde el primer momento. Decíamos entonces que Dave, celoso, busca venganza y con un arsenal de tecnología usada para el lado equivocado, se propone un secuestro masivo de aves polares similares a sus rivales en distintos lugares del globo con fines... que mejor no revelar. La banda de pinguinos, una vez que entienda el plan del villano, tendrá que organizarse para enfrentarla. Y ahí es donde aparece la Ráfaga Polar, un equipo liderado por el Agente Clasificado (Benedict Cumberbatch allá, Jey Mammon aquí) que lucha contra el crimen y que será un escollo involuntario a la hora de cada enfrentamiento: digamos, que hay una lucha de cartel seria ahí. "Los pinguinos de Madagascar" ofrece una trama simple, sin dobleces. El humor de Skipper (Tom McGrath o el mexicano Mario Arvizu) sostiene el metraje apelando a gags físicos y algo de la simpatía de sus compañeros, aunque con poco vuelo en sus líneas. La realización técnica es la habitual en estos casos y el 3D no molesta, pero aporta poco. El pasaje de ser los secundarios brillantes a protagónicos absolutos no parece estar bien resuelto. El problema principal es que este spin-off no es lo divertido que uno esperaba. Se ubica a los pinguinos contra un enemigo en forma casi mecánica y se subordina su humor a una trama habitual en este tipo de género. Se salvan algunas secuencias originales (el descenso en paracaídas, la batalla final, etc) pero el film adolece de impacto, a pesar del innegable esfuerzo de producción puesto en él. Discreta, pero válida si sos fan de este grupete, un producto de animación más de una Dreamworks que sigue buscando levantar la puntería (y anoten que tiene en producción más secuelas incluyendo la cuarta entrega de Madagascar en el futuro)...
Lanzada en forma limitada en USA el año pasado, esta remake de "13 Game Sayawng", realización tailandesa de 2006, es bastante más interesante de lo que superficialmente aparenta. La original era una película de bajo presupuesto (costó 400 mil dólares solamente) que logró concentrar la atención de la crítica y el público e interesó a Dimension editarla en DVD en territorio americano bajo su serie "Extreme". Sus escenas violentas sugirieron que este producto iba a tener mejor llegada que las clásicas asiáticas J-Horror con los fantasmas nocturnos y las casas abandonadas. Cosa que finalmente sucedió ya que IM Global See junto a otras productoras se animaron a hacer una nueva versión, respetando bastante al film original. Para ello convocaron al alemán Daniel Stamm (quien venía de hacer la mediocre "The Last Exorcism" y la discutible "A Necessary Death") y a David Birke para hacer la adaptación. El primero quedó detrás de las cámaras y "13 Sins" fue tomando forma en una versión más accesible para el mundo occidental. La historia presenta un vendedor desempleado que recibe una llamada extraña en su celular para participar de un extraño concurso. Su situación personal es casi desesperada: su papá es un cascarrabiás que lo detesta, su hermano es discapacitado y su mujer está embarazada. Necesita dinero. Una voz en el teléfono lo invita al juego: si realiza las 13 pruebas, se volverá millonario ya que cada escalón agrega dinero a su cuenta bancaria. Pero esto no es tan simple, ya que el jugador no puede retirarse o perderá todo lo ganado. Es decir que como en "Who wants to be a millionaire?", si no llega al final, nada habrá valido la pena. Las pruebas comienzan simples y se van volviendo macabras y sangrientas, en una cuidada sucesión que coquetea con el humor negro y el absurdo a cada paso del camino. Sin embargo, la idea original y su fuerza, permanecen intactas. Hay intriga, vueltas de tuerca inesperadas y un puñado de buenas actuaciones, que parten del carisma de Mark Webber para componer a un sólido protagonista, desbordado por las tareas y la culpa en cada una de ellas. Los rubros técnicos aportan lo suyo y si bien la película nunca alcanza grandes niveles de tensión, se las ingenia para ser novedosa y atraer al público del género con nobles armas. No olvidemos que hoy en día los buenos guiones no son fáciles de conseguir. Tal vez por eso, "13 Pecados" vale la pena. No te dejes engañar por su aspecto austero, casi discreto, aquí hay buen material para explorar. Aprobadísima.
Juan Taratuto y Eduardo Sacheri escribieron un guión sobre la amistad y la pasión futbolera, basado en la novela de este último ("Papeles en el viento"), gran éxito editorial en 2011. Para quienes no conocen al escritor, deben saber que es el responsable del libro original de "El Secreto de sus Ojos" y su asociación con J.J.Campanella también dio sus frutos en "Metegol", ambos films con tremenda trayectoria internacional. En esta oportunidad, la historia presentada por el director de "La Reconstrucción" y "Un novio para mi mujer", nos lleva a conocer a una banda de amigos, unidos por los recuerdos de la infancia y la pasión por Independiente, quienes arrancan la historia con una pérdida física importante que además, deja una cuestión central por resolver. Fernando (Diego Peretti), Mauricio (Pablo Echarri) y el Ruso (Pablo Rago) duelan a su compañero del alma, el Mono (Diego Torres), quien dejó una pesada herencia: un dinero que tenía lo invirtió en el pase de un jugador que pintaba para romperla, pero el proyecto no generó los dividendos esperados. Los amigos deben tomar la rienda de la negociación y conseguir que ese último negocio ofrezca un retorno para que a la hija del Mono, no le falte nada en su vida... Pero la cruzada en memoria del amigo no es sencilla. Los tres van a encarar el conocer al futbolista en cuestión (que está jugando en un club del Argentino en Santiago del Estero) y al verlo, se darán cuenta de lo difícil que será recuperar algo de la inversión. No conocen nada del medio y encima, tienen maneras distintas a la hora de entender el problema. La trama será bastante simple y en ella veremos cómo las diferencias personales influyen para definir una estrategia común a la hora de ver cómo ganar dinero con un mediocre delantero. "Papeles en el viento" se apoya en dos sentimientos comunes de los argentinos: la pasión por el fútbol y la amistad incondicional hacia los amigos del barrio y la infancia. Sin embargo, Taratuto no parece sentirse muy cómodo en este encuadre ya que sus personajes no exploran sus mundos internos y sólo se mueven en función de la tarea propuesta. Eso quita conexión con el espectador. Si bien Peretti y Echarri dejan el corazón en la cinta (sobre todo este último, fanático del Rojo en la vida real), sus diálogos y discusiones nunca cobran vuelo. papeles_3_ew Algo sucede que la historia no fluye natural, sino que parece programada y lineal, con diálogos forzados y demasiado silencio entre cuadros. Cosa extraña cuando el fútbol atraviesa esas líneas. Sí, se apela a la emoción (en escenas fuertes) y eso da resultados, a medias. Rago regala un papel más que destacado en su composición y Torres cumple en las escenas de flashback que le tocan en suerte. Los hinchas de Independiente tendrán motivos extras para emocionarse (no anticipamos el porqué) y los neutrales, tratarán de verse reflejados en esos amigos que comparten la pasión por el grande de Avellaneda. "Papeles en el viento" no despliega todo su potencial (ese que sabemos que Taratuto posee) ni logra instalarse en el fervor que la redonda genera en todos nosotros. Se limita a contar una historia de amigos en una patriada comercial, con miras a sostener el contrato emocional que los hermana. Nos quedamos con ganas de más.
Larga espera para recibir en salas comerciales a "El árbitro". Fue uno de los éxitos en la Semana del Cine Italiano este año y ahora que la redonda ya no gira por un par de semanas en Argentina (el receso de las fiestas), el fútbol vuelve a ser protagonista, en la pantalla grande. Opera prima de Paola Zucca, "L'arbitro" es una historia sencilla y modesta sobre los elementos esenciales que rodean al deporte más amado por los argentinos: la pasión por el juego, el espíritu de competencia, las rivalidades entre clásicos rivales y la corrupción que puede generarse desde quien imparte justicia. Tenemos al Atlético Pabarile, que milita en el ascenso de Cerdeña y todos los años la pasa realmente mal a la hora de enfrentar a su archienemigo, Montecrastu. Este último, goza de los favores de ser entrenado por Brai (Alessio Di Clemente), un terrateniente que disfruta mostrando su poder frente a los peones que trabajan su tierra y pertenecen al rival. La cuestión es que el Pabarile recibirá un refuerzo inesperado cuando un joven argentino (Jacopo Cullin) se une al equipo y muestra su talento. Su juego levanta al equipo y lo vuelve competitivo. Es más, su llegada revoluciona al pueblo y provoca preocupación en los equipos de la zona: salirse del rol de equipo pobre movilizará mucho aunque el camino hacia el campeonato estará plagado de domésticas dificultades. Pero Zucca (también responsable del guión junto a Bárbara Alberti) no elige solamente traernos ese conflicto, sino que también pone la mirada en la historia de un jóven árbitro italiano que busca meterse entre los más prestigiosos del país: Cruciani (Steffano Accorsi). Ambicioso y con deseos de sobresalir, el hombre de negro deberá pasar su propio via crucis al ir conociendo como se juegan los intereses políticos a la hora de armar las ternas arbitrales para los partidos importantes... Cómo se cruzarán ambas historias? Digamos que el referí no toma buenas elecciones y eso reformula su carrera de manera dramática. Y ya anticipan que, llegado el momento, en un clímax que mejor, no anticipar (aunque los corazones futboleros ya se lo imaginarán!) todos los protagonistas del relato se verán las caras en un evento que definirá sus vidas. Zucca elige narrar con la trama en blanco y negro y con mínimos elementos. Hay en su cast, buena madera y la caracterización de la vida en los poblados rurales luce simpática y acertada. La transmisión de la atmósfera futbolera, tan presente en las costumbres italianas y locales, es sólida y atrayente pero no todo luce ajustado y el guión se toma su tiempo para recorrer algunas subtramas (el amor del habilidoso futbolista inmigrante, por ejemplo) y alecciona demasiado sobre la moral, quizás, más de lo debido. Sin embargo, "El árbitro" es una comedia italiana atractiva, que hará las delicias de los fanas del deporte más lindo del mundo. A tenerla en cuenta en este receso futbolero local.
El británico John Michael McDonagh, figura importante de la cinematografía de las islas, hizo historia con "The Guard", allá por 2011, al obtener el reconocimiento de ser la cinta de mejor performance independiente en Irlanda a lo largo de toda su historia. En aquel film, ya se perfilaba su asociación con Brendan Gleeson como una alianza que daría que hablar, hecho que se confirma, en este "Calvary" y seguramente se profundizará en el próximo emprendimiento conjunto: "The Lame Shall Enter First" (no confundir con la del 93). Aquí, la historia que trae es realmente controversial. Densa, lacerante. Decididamente no deja indiferente al espectador desde el primer cuadro. James (Gleeson) es un sacerdote de una ciudad irlandesa costera, en la que no pasa demasiado. Como cualquier otro día, nuestro protagonista va al confesionario a hacer su trabajo, pero encontrará allí una tremenda sorpresa. Del otro lado de su ventana, alguien le transmite su intención de matarlo el próximo domingo. Este sujeto que hace la amenaza le pone en palabras la razón de esa condena: él ha sido víctima de abuso por parte de un religioso y siente que su vida, está perdida. Ese dolor, quiere hacerlo visible a través de la muerte de un buen párroco, para que la gente preste atención a su mensaje. Tiene entonces sólo 7 días James, para descubrir y desactivar su amenaza o terminará muerto a manos de este sujeto. El sabe que su potencial asesino es miembro de su comunidad y tendrá entonces algo de tiempo para descubirlo y convencerlo de detener su plan criminal. "Calvary" hay que decirlo, tiene un trailer engañoso. Parece a simple vista un ingenioso thriller negro, con mucho humor y no lo es. Es un drama de aquellos. Y la situación que aborda (el destino de las víctimas de abuso por parte de sacerdotes en Irlanda) es una herida abierta en esa sociedad que se puede apreciar en la atmósfera del film. Supura. Molesta. Y aunque muchos intenten ignorarla, parece estar presente con todo su dolor y furia. McDonagh se apoya en el aplomo y el carisma de Gleeson para sacar un film complejo, lleno de matices y que demanda mucho trabajo interno al espectador. Puede decirse que a cada paso del camino, no sólo acompañamos la búsqueda del potencial matador, sino que también instalamos la cuestión de fondo en toda su extensión. Hay debate y reflexión, que se agigantan en el tremendo climax de la historia. La banda de sonido y la fotografía son puntos altos aquí. Tampoco hay que dejar de destacar la segunda línea de personajes (con Kelly Reilly y Chris O'Dowd en grandes papeles) y los aciertos de McDonagh para transmitir su idea, sin caer en lugares comunes. Podemos decir que "Calvario" es un producto serio, controversial y humano, por donde lo abordes. En el debe, la primera parte del film es demasiado laxa y contemplativa, siendo que la noticia de apertura es una bomba y al protagonista le cuesta hacer pie en este primer tramo. Por otra parte, el paisaje irlandés es bello pero... no para justificar tantos minutos en el metraje. Muy buena propuesta (les repito, es un dramón, a tener en cuenta), incluso, para debatirla a la salida de sala. A tener en cuenta.
Ya saben (y sino, es buen momento para tomar conocimiento de esto), que Disney anexó Pixar y más tarde, adquirió Marvel. Indudablemente, todo ese movimiento empresarial iba a generar posibilidades creativas más interesantes, siendo que el universo de la compañía familiar, necesita expandirse para evitar la repetición, en estas épocas de profunda competencia. Walt Disney Animation Studios, eligió a dos ascendentes de la industria, Don Hall (gran escritor y animador) y Chris Williams ("Bolt") para liderar un proyecto muy ambicioso y sumó a John Lasseter como productor ejecutivo para inspirar al equipo. Claro, luego de dos terribles éxitos con "Frozen" y "Wreck-it-Ralph", la listón estaba alto y repetir no era tarea sencilla. La apuesta de la companía fue elegir hacer una adaptación del comic de Duncan Rouleau y Steven Seagle, "Big Hero 6" (cuyo primer número se remonta a 1998) y ofrecer un film colorido que cautivará a grandes y chicos. Hiro tiene 14 años, es un chico brillante (genio de la robótica) que está un poco perdido en la vida. Es húerfano y lo cría su tía. Vive en San Fransokyo (si, una gran ciudad que integra las geografía de San Francisco y Tokio y representa un universo común que integra lo oriental y occidental) y tiene un hermano mayor (Tadashi) que concurre a la mejor universidad tecnológica del lugar. Algo sucede (y Disney sigue abriendo sus films con tragedias familiares) y Hiro tendrá no sólo que resolver el duelo por un accidente que deja secuela en su vida, sino el posible robo de un componente diseñado por él que podría ser letal en manos de las personas equivocadas. Pero no estará solo. Los amigos de Tadashi lo acompañarán en la tarea junto a la estrella absoluta del film: Baymax. Pensado originalmente como un robot enfermero, este personaje se robará la película de punta a punta. De cuerpo plástico, inflable y una personalidad tierna, este compañero será vital para abordar una aventura realmente divertida. La comedia física (Baymax la rompe en este aspecto) se juega todo el tiempo y opaca al equipo en sí (los nacientes "héroes"). Sin embargo, el guión respeta el desarrollo de los exponentes del género (los enfrentamientos parciales y el climax en una clima de destrucción final) y no defrauda a quienes buscan también acción en esta producción. La banda de sonido y la dirección de arte también son aspectos destacados en "Big Hero 6". La construcción de la atmósfera es correcta y el film transcurre con un tempo lógico que permite el buen desarrollo de la historia. Las comparaciones no siempre son útiles. No es buena idea pensar "Grandes Héroes" en relación con otras producciones de la misma compañía. Quizás ahí luzca menos de lo que en realidad vale. Lo que sí es cierto es que Baymax y su banda salen airosos de la prueba y quizás, hayan garantizado el nacimiento de una franquicia. Excelente y recomendada para toda la familia. No la dejen pasar (de ninguna manera).
La historia grande del arte moderno en el siglo XVIII trae pocos recuerdos de mujeres talentosas, porque aquella era una época donde sólo los hombres, tenían permitido brillar. René Féret elige para su nuevo opus rescatar a una figura prácticamente desconocida para el gran público, una mujer cercana al increíble Wolfgang Amadeus Mozart, nada menos que Nannerl, su hermana. Aquí tenemos una reconstrucción de época cuidada, una atmósfera tangible y pintoresca, y un relato donde el gran Mozart, es apenas un secundario. El centro de la escena se lo lleva Marie Féret (hija del director), quien juega el papel de Anna-Marie Mozart con una sencillez abrumadora. Nacidos en el seno de una familia donde la música era esencial (Leopard Mozart, su padre, estaba al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo y componía), desde los primeros acordes sabemos de qué va la historia: dos hermanos con talento, en una situación especial. Uno, está destinado al éxito. No sólo por su genio, sino por su género. La hermana de Mozart, en cambio, verá cómo sus sueños de volverse una gran artista se truncan a medida que la magia de Wolfgang aumenta, hecho que está prolijamente documentado en la realización. Ella responde a este proceso esperando igualmente, aunque sin éxito, el ser reconocida. Y Nannerl, entendiendo el cuadro de situación y joven como es, comienza a explorar su costado más salvaje, acercándose al joven Delfín para iniciar una relación amorosa extraña que complica, enriquece y desorienta a su medio, que espera una existencia más previsible. No vamos a contar como la joven artista logra canalizar su energía para llevar a la superficie su talento, lo que si hay que decir es que esta descripción, es lenta y pausada y transcurre de manera armoniosa pero con pocas emociones. Contrariamente a lo que pensamos, el film se estructura en base a contradicciones fuertes, pero expuestas de manera disfrazada y que se bloquean y relacionan sutilmente. La música, vehículo del alma de estos personajes, está y juega su papel en forma. Marie-Jeanne Serero y los aportes de Gabriel Yared hacen una gran banda de sonido que tiene todos los elementos necesarios para hacer creíble esta reconstrucción (no hay registro de las obras originales de Nannerl para aseverar su condición). Es cierto que está presente el conflicto de lucha de género (desarrollado con corrección) y hay un marco que permite observar ese anhelo de libertad y búsqueda de desarrollo personal de una mujer en una sociedad que no permite eso. Sin embargo, la cinta no descolla, sino elige un lugar para observar curioso, donde la fibra en los personajes (a excepción de Ferét, quien captura toda la atención en pantalla) nunca termina por hacerse palpable, hecho que resta posibilidades a la trama. Más allá de eso, debemos decir que "La hermana de Mozart" es una realización cuidada y prolija que no conmueve, pero aporta una mirada original a un personaje que a quien la historia quizás, no le hizo justicia.
Más allá de la entrada en vigencia de la nueva Ley de Adopción, lo cierto es que las trabas burocráticas que propone la justicia para acercar a las personas que desean iniciar y tener la posibilidad de ser padres, son enormes. No es el tema de una crítica cinematográfica, plantearse la incongruencia mayúscula de un sistema que parece obstinado en bloquear la posibilidad de un encuentro entre necesidades: un adoptante y una criatura o niño que necesita familia. Pero si no tenés este concepto presente, "El hijo buscado" corre el riesgo de parecerte un thriller común, cuando su realidad está íntimamente basada en hechos reales. La situación que plantea Daniel Gaglianó (en su primer largo de ficción) es la de muchas parejas que en Argentina quieren adoptar hijos y la justicia no facilita ni agiliza los medios para que eso suceda. Eligen tomar una decisión al margen de la ley. La historia nos presenta a Alvaro (Rafael Ferro), quien cansado de la situación, decide tomar un camino distinto, viajar al Norte para resolver el problema: encontrar allí en la vía ilegal, la posibilidad de encontrar un hijo para satisfacer sus ansias de ser padre. Para un hombre de ciudad, la realidad rural no es sencilla, más cuando lo que se busca es tan específico. Gagliano trabajó mucho el guión y eso se nota en los pequeños detalles, esos que hacen la diferencia cuando el relato avanza. En esta búsqueda que nuestro protagonista encara, no tiene idea de lo que va a enfrentar. Alvaro la pasará mal y deberá resolver cuestiones para las que no parece estar preparado, moviéndose en terreno hostil. Recordemos que la zona de la Triple Frontera, donde el film fue rodado, es un espacio donde la trata de personas está arraigada con fuerza. "El hijo buscado" está filmada con oficio, hay en ella un minucioso trabajo de investigación que lo transforman en un drama social con la estructura de thriller clásico. Ferro hace una gran composición y el espectador se adentra en la trama, de forma natural e inmediata. María Ucedo, la esposa del protagonista, también regala una gran actuación, aunque su participación sea menor. En el debe, quizás el desarrollo de algunos planteos morales que la cinta abre, no alcanzan una dimensión importante por la falta de profundidad de quienes acompañan al personaje principal. Por otra parte, el tema de la cámara cenital que sigue a Alvaro, a veces no nos parece un buen recurso para acompañarlo durante tanto tiempo (aunque entendemos el porqué) y los secundarios terminan siendo, más fondo que forma. Pero "El hijo buscado" es un gran hallazgo para el cine nacional. Trae una problemática real y la ficcionaliza con personalidad. Aprobadísima.
John Erick Dowdle es un cineasta que viene buscando especializarse en cine de terror desde hace ya un tiempo. Sin embargo y a pesar de haber tener varios títulos en su haber (para muestra, hizo la segunda versión de "Rec" norteamericana, que se desvía de la española, "Quarantine"), no logra hacer pie en el género, más allá de que su carrera parezca en ascenso lento pero seguro. De hecho, está rodando "The Coup" con Pierce Brosnan y Owen Wilson... Lo cierto es que en esta oportunidad nos convoca un nuevo trabajo de Dowle (escrito junto a su hermano), enmarcado en el muy de moda, found footage, corriente en la cual es difícil destacarse e incluso, salir airoso. "As above, so below" parte de una premisa muy interesante a priori: el recorrido por las sinuosas e intrigantes catacumbas parisinas en las cuales, según parece, hay alrededor de 6 millones de personas enterradas y una gran cantidad de pasadizos subterráneos que albergan historias extrañas y montañas de huesos dentro de un sistema que marca calles y sectores como si fuera otra ciudad, pero debajo de la gran urbe. Este sistema de los mundos paralelos y opuesto, de alguna manera, es un punto central de la trama. Todo comienza cuando Scarlett (Perdita Weeks), una auténtica erudita en Simbología, Química, Alquimia y Arqueología, logra rescatar de su viaje a Irán, un material que le permite suponer que en París, se encuentra una piedra filosofal que puede transformar el estado de los elementos. Para poder dar con ella, según sus proyecciones, deberá contar con el apoyo de gente especializada en el tema, capaz de aceptar su propuesta de viaje debajo de la ciudad. Logra incorporar al equipo a George (Ben Feldman), quien es intérprete de arameo y conoce lo que Scarlett busca y a un pequeño grupo de guías, liderado por Papillon (Francois Civil), quienes se muestran como baqueanos en el tema, aunque haya cosas que estén lejos de manejar. Así es que el este grupo (con el inexpresivo Edwin Hodge haciendo de Benji, hombre-cámara que está encargado de los equipos de comunicaciones) deciende a las catacumbas parisinas en busca de la piedra (los guias, no. A ellos se les promete una suculenta recompensa, dado que desconocen lo que realmente guía la expedición. Todos equipados con cámaras, el viaje a las profundidades de esta auténtica ciudad debajo de París, deparará varias sorpresas, giros y presencias macabras, todo registrado por las cámaras "casuales" que llevan los protagonistas en sus cascos. No hay mucho más por agregar. La premisa es interesante pero el film ofrece una endeble estructura dramática, que provoca poco interés y hasta antipatía, por ser repetitiva y sin matices. Nunca termina por definir la gravedad de la búsqueda y la resolución del conflicto, es cuanto menos, pobre y sin imaginación. La protagónica (Weeks) entrega todo para llevar adelante la historia y parlotea sin cesar, dando explicaciones sobre jerogríficos, piedras, mecanismos, etc, sin darnos tiempo a procesar el miedo que ellos experimentan en dicha situación. Hay un clima de inestabilidad en la narración que nunca se termina de afirmar por la velocidad con la que se van dando los hechos. Los rubros técnicos tienen un tratamiento pobre (excepto los de la banda sonora, que cumplen) y no logran generar la atmósfera dantesca que esta historia deberia proponer. "Así en la tierra como en el infierno" ofrece para los fans, un clásico exponente del found footage que sólo dejará satisfechos a los incondicionales de la corriente. Para el resto, es sólo una buena idea que no encontró en el guión el sustento necesario para desarrollar un buen film. Regular. Y un poco menos también.
Scott Frank vuelve al thriller oscuro, ese que maneja con mayor soltura (porque en el género comedia no ha entregado nada que valga la pena aún) luego de finalizada su colaboración en el guión de "The Wolverine" (recordemos que ha sido responsable de la adaptación de "Minority Report" también) con otra adaptación, en este caso, del bestseller de Lawrence Block, "A walk among the tombstones" (dato a tener en cuenta, hay 17 novelas sobre sus andanzas). Para garantizar un producto atractivo, los productores tentaron a uno de los actores maduros que mejor factura cuando hablamos de thrillers violentos, el irlandés Liam Neeson. Difícil en estos días despegarlo de sus roles en "Taken" (la tercera parte se estrena a fines de enero) y "Non Stop", aquí lo veremos en un trabajo no muy lejano a esos perfiles. Policía retirado, responsable, honesto, eficiente en lo suyo, con problemas de adicción (es alcohólico aunque hace unos años que está sobrio) que es invitado a resolver un crimen por un narcotraficante del lugar. Matt (Neeson) es un ex oficial de policía que fuera de servicio tuvo un incidente que lo alejó de la fuerza y ahora trabaja como detective sin licencia para poder sobrevivir. Sin familia ni amigos, sólo se dedica a "ayudar gente" y "recibir regalos" por ello. Una noche es llevado ante un dealer de nombre Kenny (Dan Stevens) a quien le secuestraron la esposa y luego de pagar el rescate, los captores la devolvieron muerta y mutilada en varias bolsas. El quiere venganza y Matt, aunque reacio al principio de ayudarlo (es un hombre de moral), pronto descubrirá que hay una compleja red de relaciones detrás del crimen y se dispondrá a resolver la cuestión. "Caminando entre las tumbas" es un relato convencional, oscuro, regado con algo de sangre y que se inscribe dentro de los roles de justiciero / vigilante, que habitualmente viene eligiendo Neeson para sus cintas. El guión no ofrece demasiadas sorpresas (ninguna) y el despliegue de la trama es lento y sin tensión. Frank situa a su protagonista en una posición rígida, plana y le quita profundidad de conflicto a su via crucis. Por otra parte, los victimarios (David Harbour y Adam David Thomas) tampoco se apartan mucho de su libreto y no crean el contrajuego necesario para tener al espectador aferrado a su butaca. Hay una intencionalidad de trabajar más el clima (instalado en los días previos al Y2K de 1999) en detrimento de las historias que llevaron a cada personaje a jugar ese juego de esa forma y no de otra. Por ende, "A walk among the tombstones" se transforma en un policia negro más, sin mayor relieve y con apenas las condiciones mínimas para pasar el rato, sin mayores expectativas. Esperábamos más.