Seguramente los productores de "Never say never" (la película anterior de Justin Bieber), después obtener una importante ganancia (costó 15 y recaudó más de 73 millones sólo en USA) pensaron que profundizar en la idea de mostrar el backstage del nuevo show matizado con alguna entrevista más, podría dar resultados similares al anterior. Más allá de si les fue bien o no, lo cierto es que volvieron a apostar al mismo director, John M. Chu y a una estructura similar para este "Believe" que registra la movida del concierto del músico en 2010. Desde ya que este recorrido es exclusivo para fans. Y digo esto, porque en otras oportunidades, donde el registro documental es realmente incisivo (y no aquí, porque Chu parece un empleado fiel de Bieber y tiene escasa capacidad de agudeza en las preguntas y registros), aunque no te guste el cantante, siempre es interesante conocer más acerca de su personalidad cuando mueve tamaña atención. Y también, de las presiones que trae ser tan popular. De eso estamos hablando, lo rico de Justin Bieber, más allá de los videoclips de un show en Miami (que es lo que veremos), es poder indagar en cómo funciona la maquinaria detrás del adolescente. La película está hecha a la medida exacta de lo que siente y quiere expresar Bieber. Hay tomas familiares, en el estudio de grabación, charlando con sus productores, coordinando pasos con sus bailarines, escapando de los fans y hay canciones de su último tour. Debo decir que hay pocos momentos donde la audiencia no-fan puede conmoverse y en especial, se destaca el episodio con la nena enferma con la que Bieber "se casó", claro ejemplo de lo poderoso que es usar bien la fama. Un gran acierto fue hacer ese recorrido, así como también lo fue, dedicar un tiempo a observar a los bailarines y el cast para el show. Son lo más interesante del film. Seguramente Bieber (que en estas horas enfrentaba problemas con la policía), no es todo lo equilibrado que luce (lo que pasó en Buenos Aires fue confuso, cuando menos). En el escenario, utiliza alas en una canción y parece ser una alegoría del resto del documental: el chico se prueba volar por encima del resto, no sin ciertas complicaciones de recorrido y trayectoria... Sin dudas, "Believe" es una película que los seguidores del otrora niño estrella de You Tube adoptarán rápidamente. Para el resto de la potencial audiencia, este es un registro que no reviste interés alguno, tenerlo en cuenta a la hora de decidir que ver.
Y un día volvió Jack Ryan. Tom Clancy escribió 12 novelas sobre este agente de la CIA y fue interpretado en el cine por tres actores distintos: Harrison Ford (la más recordada), Alec Baldwin y Ben Affleck. Los libros funcionaron muy bien y varias veces fue llevado a la pantalla grande, aunque (como Bond y otros), su espíritu está enmarcado en una época pasada, donde el espionaje, tenía ciertas particularidades que hoy ya no son tan frecuentes... En esta oportunidad, los productores intentan rebootear la saga y para eso eligieron a un actor en franco ascenso: Chris Pine (pudo con "Star Trek", por qué no con esta?). Este "Jack Ryan" versión 2014, tiene sentado en la dirección nada menos a quien hace de villano en la misma entrega. El veterano Kenneth Branagh (quien desde "Thor" para acá se viene acostumbrando a los presupuestos generosos) y guionado por una dupla rara -el cuasi novato Adam Cozad y el experimentado David Koepp- a la que habrá que seguir observando. No era tarea sencilla relanzar la franquicia. Era lógico que hubiera que ajustar algunos elementos (digamos que el terrorismo se ocupó de cambiar algunas cuestiones) aunque se respetó el "origen" del personaje. Recuerden igual que esta historia no fue escrita por Clancy, eh! Para quienes están familiarizados con las andanzas de Ryan (Pine), deben saber que es un jóven brillante, que estudió en el exterior y se graduó en Economía. Luego se unió a los Marines y tuvo un accidente grave en un helicóptero que lo llevó a una dura rehabilitación. Hasta ahí (y un poco más también), se respeta el background literario de Ryan. Después es reclutado por Thomas Harper (Kevin Costner) para trabajar en la CIA, encubierto y protegiendo a su país desde los números (cosa realmente importante en este mundo en que vivimos) con una posición en un grupo financiero de Wall Street. Mientras hace seguimiento de movimientos sospechosos en esa área, Ryan se topará con una serie de cuentas clasificadas y compras de bonos americanos por parte de un poderoso grupo ruso que parecen encubrir algo grande. La cabeza de dicho grupo es Viktor Cheverin (Branagh, por primera vez componiendo un papel de esta nacionalidad) y sus intenciones, bueno, ya se imaginarán. El nóvel espía (es su primera misión importante, se ve) viajará a Moscú y deberá obtener allí información para entender lo que sucede y sabotear el plan que busca derrumbar a la gran América. Junto a él, estará su novia, la doctora Cathy Muller, en un discreto rol jugado por Keira Knightley, quien se suma a la misión accidentalmente (desconfía de su pareja y razones no le faltan!). El film instala la acción en territorio enemigo (ruso, en esta oportunidad), y presenta una trama no demasiado compleja donde Ryan deberá obtener información, de la manera más discreta posible. Y digo esto, porque "Shadow Recruit", no es precisamente una película de acción. Hay pocas secuencias trepidantes y si mucha intriga de espionaje, clásico. Cosa, que, a Pine, no lo favorece. El es un actor que se luce donde hay que poner el cuerpo y aquí, se lo ve acotado y obediente, lejos de su mejor forma. Costner hace lo suyo con solvencia y Branagh, luce un escalón más abajo que el resto, entregando un villano convencional. La película se siente por momentos, como aquellos viejos clásicos de Bond allá por los setenta. Hay mucho diálogo y miradas cómplices que construyen la atmósfera donde se desarrolla el conflicto principal y un tempo particular, característico de este tipo de género, poco explotado en este tiempo. Es importante recordar que para lo vertigionoso que se ha vuelto el cine de este tipo en Hollywood, "Jack Ryan" propone bajar un cambio. Está en el espectador redoblar la apuesta y seguirlo. Y algo más. Desgracidamente, se pierde parte de la magia del personaje original, nuestro héroe (incluso en las versiones cinematográficas anteriores) siempre era el tipo más brillante del equipo, el analista estrella. El que poseía la visión más clara. Eso, aquí, se subordina y amolda al prototipo más seductor y jóven de Pine, lo cual le hace perder encanto y convicción. Los rubros técnicos son acertados, la banda de sonido acompaña y en general, este es un producto que se deja ver sin problemas. No esperen encontrar aquí rastros de "Bourne" ni la grandilocuencia visual de los últimos productos de 007, no. Digamos que "Jack Ryan" es más modesta y entregará una historia simple de espías en un mundo tecnificado. Solo eso puede garantizar y tal vez sea suficiente para sostener un exitoso relanzamiento.
Cuarto largo del galo Jérôme Bonnell y una nueva colaboración con una prestigiosa figura de su cinematografía: Emmanuel Devos (ya habían trabajado juntos en "J'attends quelqu'un" del 2007). Es fundamental para entender la lógica de "Le temps de l'aventure" conocer a esta actriz, (ganadora en #MDQ 2005 por su trabajo en "Le femme de Gilles"), dado que si bien este film se presenta como un drama romántico, lo cierto es que no hay mucha asimetría entre los dos protagonistas de la historia sentimental. Su contraparte es el legendario Gabriel Byrne, aunque aquí su rol es más de soporte que de liderazgo de la historia. Alix (Devos) es una actriz que vive en Calais y por esas cosas que tiene la vida, tiene que hacer una excursión de un día a París para audicionar en una película. Viajando hacia allí, se siente atraída hacia un hombre mayor, Doug (Byrne). Quedan prendados de esa extraña conexión y con el correr de las horas (todo transcurre en un día), encontrarán la manera de estar juntos... Claro. La cosa no es tan simple. A la pobre Alix el azar no le juega a favor, extraña a su novio (es documentalista y no está disponible) y no se puede comunicarse con él, se queda sin efectivo, su tarjeta de crédito (o débito) deja de funcionar y no da con la gente del banco, visita a una hermana con la que se lleva mal y está tan desorientada, que hasta se da la cabeza contra un poste de la calle, de pura distraída que va. Alix se animará a vivir una aventura con el desconocido y de a ratos, coqueteará con modificar radicalmente su destino. Lo que el film presenta es una cálida mirada a esa visión de la protagonista. Bonnell nos convence que su primera dama merece todas las atenciones y Devos le pone una piel única a su personaje: es una emoción en carne viva. Una mujer en crisis. Verborrágica, encantadora, sutil. Una gran actuación. Byrne, por su parte, juega desde afuera (ya verán el porqué) y sólo aporta su postura de galán y algunas miradas con oficio para subrayar su presencia. La historia, más que la de la pareja, es la de Alix con su circunstancia. Sus miedos, expectativas, dudas. El director instala la acción en las calles de París y pone a los amantes un rato a recorrerlas. Como la peli funciona a lo largo de un día, tiene alguna relación lejana con "Before Sunrise" y si, el personaje de Devos encuentra inspiración en Celine, definitivamente. Parsimoniosa, cuidada estéticamente y discreta en sus ambiciones, "El tiempo de los amantes" es el típico film europeo que reflexiona sobre el amor, desde el punto de vista de la mujer. No encontrarán en él un ritmo vertigionoso, industrial (al estilo americano) ni mucho menos. Sin embargo, hay que reconocerle cierto valor en la magia que Devos le pone a su labor. Sólo por eso, hay que tenerla en cuenta a la hora de ir a sala. Aceptable propuesta, si te gusta el cine francés, sumale algún punto a la calificación final.
A Ben Stiller le faltaba un proyecto así, grande, familiar y complejo, lejos de las comedias que le dieron prestigio y dinero. La idea de hacer una nueva adaptación de “The Secret Life of Walter Mitty”, la clásica short story de James Thurber, devenida en film hacia 1947, parecía cuanto menos, arriesgada. El tiempo ha pasado y este Mitty juega en un escenario diferente. Stiller corporiza a un empleado gris del área de fotografía de la prestigiosa revista americana “Life” Su existencia es más que rutinaria y si bien hay en él un interés romántico (curiosidad al menos en el punto de partida) hacia una compañera nueva de otro sector (Kristen Wiig en la piel de Cheryl), lo cierto es que romper con esa estructura, parece una tarea titánica y harto improbable. Walter no puede modificar su estado de inmovilidad (se la pasa soñando y tildándose a cada rato), pero una noticia cruel (el cierre de la edición papel de su lugar de trabajo) sacude su mundo y conmueve a su medio (los despidos no tardan en comenzar). En esa coyuntura, se agrega un problema grave: el mejor fotógrafo del mundo (un casi cameo del gran Sean Penn) envió la que dice es la mejor pic de su carrera y al parecer, Mitty la extravió. O no llegó a su oficina. No importa. El hecho es que la última portada de “Life” depende de ese negativo (el número 25) y su búsqueda será el punto de ruptura de la equilibrada y aburrida vida de nuestro héroe. El llamado del cambio, está servido. Mitty tendrá que iniciar una aventura casi épica para descubrir el contenido de dicha imagen perdida. El problema que tiene el guión de Steve Conrad es que peca de una ingenuidad temeraria. Tanta es, que logra que “The Secret…” parezca un relato de autoayuda extraído de cualquier manual de los que pululan por cientos en las librerías de tu barrio cercano. Al estilo de Paulo Coelho, se permite reflexionar livianamente sobre los sueños y los medios para concretizar aquellos anhelos íntimos que todos tenemos, sin gracia y sin fuerza. Stiller siempre está parece dormido, vive distraído y sólo la buena banda de sonido, logra ponerlo en tarea. Está bien, esa búsqueda del “tesoro” (y díganme que no parece “El alquimista”!) puede atraer desde lo visual (respetamos eso)…pero es difícil creerla en los gestos del gran comediante americano. ¿Por qué? La grandilocuencia con la que presenta un sujeto común, que en poco tiempo pasa a animarse a una odisea (recorrerá Groenlandia, Islandia y terminará en Afganistán) desconecta al espectador de la historia ya hacia la primera media hora. Cuidado, en otros títulos donde el protagonista realiza actos increíbles, el medio lo obliga a hacerse cargo porque su supervivencia está en juego. Aquí, sin embargo, todo lo que hace Walter Mitty es decisión propia. Ese es el lado débil de la trama. Lo volitivo. ¿Es el amor hacia Cheryl lo que genera la transformación o la curiosidad por saber qué hay en el negativo 25? La respuesta será tuya, o podrás encontrarla en alguna de las deliciosas canciones que Theodore Shapiro y José Gonzalez tienen para vos (“Maneater”, “Major Tom”, “Wake up” y “A Space Oddity” se llevan las palmas en esta selección). Si bien el CGI aplicado a ciertas secuencias (como la de la estación de subte al inicio o el escape del volcán) funciona, lo cierto es que la falta de altura dramática no logra sostener la tensión necesaria para que el relato fluya naturalmente. No niego que Stiller sea hábil, pero parece haberse quedado atrapado en un especie de panfleto pro-crecimiento personal que desperdicia gran parte de las posibilidades narrativas de la historia. Como todo gran producto hollywoodense de estos tiempos, cumple con los estandares de espectacularidad que se le pide a un tanque de estas características. Eso sí, a la hora del balance, saldrán de sala con una extraña sensación (arriesgo) de incompletud y desconcierto, si es que antes (por supuesto) no abrazaron el camino marcado de la autoayuda y superación personal al que invita “The Secret Life of Walter Mitty”…
Lo primero que hay que saber de esta "Paranormal activity" es que no es la quinta entrega. Los sucesos que aquí suceden tienen lugar después de la cuarta, pero habrá, hacia fines del 2014, una nueva entrega de la franquicia que continue los hechos en línea "cronológica", por decirlo de alguna manera. Los responsables de esta "The marked ones", son los mismos de la productora que lleva adelante estos proyectos (Oren Peli sigue firmando). Christopher Landon ocupa la dirección, hombre de la casa que ha escrito y guionado la saga desde la segunda entrega. Es importante destacar, que esta no es un "spin-off" (en algún momento se filtró esto en las redes y es incorrecto) y que sí, hay alguna sorpresa para los fanáticos que siguen el desarrollo de las historias de los personajes que no podemos revelar así que prestar mucha atención al final (ya lo descubrirán!). "Los marcados" tiene lugar en Oxnard, California. HandyCam en mano (si este recurso no estaríamos en una PA no?), conoceremos a Jesse (Andrew Jacobs) y a su mejor amigo Héctor (Jorge Díaz), quienes terminan otro año escolar. Viven y se mueven en una comunidad eminentemente latina y al poco de comenzar la cinta, sabemos que están de vacaciones. En el condominio donde viven, los amigos son testigos de movimientos extraños en la casa de una vecina que parece estar involucrada en magia negra. Al poco tiempo en ese departamento tiene lugar un crimen y allí es donde la trama comenzará a tomar temperatura... Jesse y Héctor comienzan visitas exploratorias a la casa de "la bruja" para tratar de entender qué cosas sucedían en ese lugar. La respuesta, no tardará en llegar... El oscuro secreto implica adentrarse en una trama compleja, donde la hechicería y los rituales demoníacos, están a la orden del día. "The marked ones" aprovecha el espíritu latino y deja que el ritmo fluya sin mayores problemas. Esta cuestión (yo le digo, el enfoque "tex-mex") permite que el film gane en naturalidad y se muestre menos acartonado que los anteriores. Hay que decir, sin embargo, que las "Paranormal activity" fueron una sorpresa en su tiempo pero ya al llegar al quinto film (sexto si considerás "Tokyo Night" dentro del tronco central) se nota cierta fatiga en los elementos que aparecen como característicos. "The marked ones", en cambio, busca profundizar algunos y se aleja de otros. Intenta estrategias nuevas...
No hay nada que le de más rédito a Disney que volver sobre ideas que lograron llevar a estos estudios a ser una de las factorías más prolíficas (ya imperio) de los últimos 50 años. "Frozen", su último lanzamiento, se inspira en varios de los clásicos de la compañía (más allá de estar basado en la obra de Hans Christian Andersen- La reina de la nieve-) pero su fuerte radica en los elementos nuevos que logra mixturar. Esta es una historia muy femenina de superación y resilencia, que posiciona a herederas reales atravesadas por pasiones más fuertes que las históricas. Un costado que se ve comienza a fortalecerse a la hora de encarar estas realizaciones. Desde "Valiente" para aquí, habrá que acostumbrarse a que las princesas de Disney tengan fibra, transmitan emoción en forma y se animen a superar a los hombres a lo largo de todo el film. Sin perder charme. Por supuesto. Debo reconocer que me gusta la visión, pero en particular, con "Frozen" no compartí el clima de musical (demasiado sobrecargado para mi opinión) y también debo decir que quizás el público masculino no la disfrutará tanto como las chicas de todas las edades. Hay una cosa de género por ahí que se juega eh! Bien, hay un reino, una princesa que no puede controlar su poder (Elsa) a punto de ascender al trono. Vive aislada, en el castillo y sufre por ese aislamiento impuesto para no generar problemas. Tiene una hermana, Anna, a quien ama, pero mantiene con ella una gran distancia para no ponerla en riesgo. En el pasado, un accidente marcó a fuego la relación y con los años la cuestión no se resolvió. Elsa llega a coronarse pero rápidamente su secreto se ve al descubierto. Luego de una discusión con Anna (ella quiere casarse con un príncipe recién llegado a su tierra), las cosas se complican... La flamante reina tiene el poder del hielo y cada vaivén emocional que la atraviesa, produce que su magia aparezca conformando un difícil escenario para su pueblo. Sin anticipar más, "Frozen" mostrará dos luchas distintas. Primero, la de Anna para recuperar a su hermana, y luego la de Elsa, para controlar su poder. Las cuestiones amorosas (que están) y los personajes divertidos (Olaf, el muñeco de hielo, por ejemplo) aparecen subordinadas a esta línea principal. Las dos mujeres cantan (Martina Stoessel hace la canción principal, "Libre soy") y son un deleite si te gusta el género. Ya dije que no es tan universal como parece a simple vista. Desde el punto de vista técnico, la animación es correcta, el 3D está bien y hay que reconocer que el film aporta simpatía, algo de humor, aventuras. Quizás para el público adulto no haya tantos guiños ni centros de atención como en otros productos de la empresa... Dato a tener en cuenta! La nueva línea de princesas de la factoría de Walt parece proponer un perfil más completo que las tradicionales, pero quizás ese enfoque aleje a los varones de las salas. Habrá que ver si ese es un resultado deseable. Es buena, y si ya probaron su soundtrack y les gustó, la van a disfrutar en forma.
Visiones" es la ópera prima de Juan de Francesco, conocido en el medio por sus trabajos como productor al servicio de reconocidos cineastas como Juan José Jusid y Alberto Lecchi. Apostando a una columna vertebral nutrida con actores que provienen del teatro, principalmente, de Francesco elige presentarnos una historia simple pero de discurso cíclico, alternando la temporalidad y bosquejando un relato previsible sobre la suerte de una pareja de estafadores que entran en crisis después de un largo camino juntos. Roxana Randón es Marta, la adivina que, en las calles de la Boca, engaña a la gente haciendole creer que tiene poderes parapsíquicos para leer el destino. Esteban, (Adrian Ero), un chico que conoce en ese lugar, por azar se vuelve su compañero de supervivencia. Los dos, inician una sociedad que se extiende en el tiempo hasta llegar a un momento de quiebre, en el que todas las fichas se pondrán en juego. Es importante que sepamos que Marta, nunca tuvo visiones. En general, es una torpe embustera. Sin embargo, en un recorte de su realidad exacto (cuando una chica le pide ayuda y ella descubre que algo anda mal) comenzará a experimentar flashes que la llevarán a anticipar y vivir situaciones muy peligrosas. Tanto, que si que si no logra decodificar conductas y modificarlas sobre la marcha, puede perder algo más que un buen negocio... El guión de Nicolás Cisco atrae. Si bien su fórmula puede parecer repetitiva, lo cierto es que la construcción detectivesca que va generando Marta cada vez que logra tener visiones, tiene su interés. La película está bien actuada y tiene un par de vueltas de tuerca más que interesantes. El debate que se pone en juego, el de la posibilidad de alterar el destino, si bien es conocido y ya ha sido tratado en muchas oportunidades en el cine internacional, ha tenido pocos exponentes locales efectivos. Lo cierto es que "Visiones" es una mezcla de film de género y drama a la "argentina". Y está bien hecha. No descolla, pero ofrece una historia singular acerca de los móviles internos que atraviesan a la gente a la hora de tomar decisiones. Y se guarda para el final alguna reflexión moral quizás innecesaria, sobre las responsabilidades a la hora de decidir sobre los demás. Buen debut para De Francesco.
Y que va a hacer de mi camino o mi destino? (….) Lo peor y más triste es que no tengo respuesta. Y ni una triste palabra ajena que logre levantar este ánimo pobre…” Así arranca el documental de Alejandra Martín, “Diario de Ana y Mía”, sobre los lazos en el mundo virtual de adolescentes que sufren de bulimia y anorexia. No es un cinta fácil, les anticipo. Si lo que esperan ver es un enfoque tradicional, o clínico de cómo estas enfermedades afectan la vida de nuestras jóvenes, esta no será su película. Aquí, Martín hace un seguimiento profundo e íntimo, de la vida de 4 mujeres, que representan, de alguna manera, una pequeña muestra de un universo complejo donde no hablamos sólo de comida, delgadez o imagen corporal… hablamos de vida, muerte, adaptación, lucha y tal vez, resignación. Con todas las letras, símbolos, íconos y caracteres en pantalla… Ah, ya deben saber que “Ana”, es una persona con anorexia y “Mía”, con bulimia, denominaciones que las chicas utilizan en la red para contar quienes son y que las atraviesa. El hecho de ser princesa alude a este ideal de belleza que buscan como manera de ser aceptada en este mundo donde no sienten pertenecer… Circula en este registro, abundante material para bucear en las motivaciones de estas mujeres, en cómo se ven a sí mismas, en su sensación de soledad constante, la percepción de dolor y angustia infinita que sienten. Estremece oírlas. Por su edad. Porque las sabemos en riesgo. Y porque los parámetros de belleza que están instalados en nuestro mundo posmoderno no les dará tregua. El mundo no se detendrá a mirarlas, si ellas no logran establecer defensa contra él. De alguna manera, ellas lo saben. Por eso utlizan internet, sea un blog o las redes, para abrirse y compartir esto que las agobia. Rocío, Fiorella, Carrie y Fabiana pueden ser tus compañeras de curso, las hijas de tu vecina o tus propias hijas. Cada una de ellas relata su camino y su combate personal para sostenerse en pie en esta vida. Sus historias son fuertes (pérdidas físicas, desconcierto, tristeza, alienación, incomunicación, aislamiento) y Martín elige presentar rostros, muchas imágenes de blogs y fotologs y fragmentos de entrevistas simples y movilizantes. Su efectividad para la transmisión es notable. Sobre todo, porque se apropia del lenguaje de este grupo y puede retransmitirlo de manera clara, atendiendo a un espectador corriente y casual. Promediando el documental, me dí cuenta que poco sabemos de ellas y su mundo, vivimos en una sociedad tan veloz y violenta que aquello que es sutil, nunca parece tener entidad. Se lo devora el fondo. Y hay mucho aquí para preocuparse. Demasiado diría. Alejandra Martín, directora de fotografía, egresada del ENERC, docente y realizadora (y con una carrera que incluye trabajos con Paula de Luque y Tatiana Mereñuk), se luce en el recorte y montaje del material. Logra producir un doc que atrapa, desde el primer momento y al que hay que prestarle mucha atención. No es un tópico que se esté abordando en este año, así que bienvenida su llegada a sala.
Recuerdo estar en la conferencia de entrega de premios del BAFICI del año pasado y sorprenderme al escuchar que "Policeman" había ganado la Competencia Internacional. Me dije "si, es una buena película pero... para tanto?". Creo que algo de esta sensación los invadirá luego de verla. Es indudable que esta producción tiene méritos para ser reconocida, pero está lejos de ser una obra redonda. No, tiene sus puntos altos y bajos. En igual medida, arriesgo. Lo primero que hay que saber es que tenemos un oficial de la ley, de un grupo antiterrorista israelí, Yaron (Yiftach Klein), quien está a punto de ser padre. Está involucrado en un confuso episodio que puede poner fin a su carrera, (gatillo fácil que le dicen), elemento que lo perturba a él y a su grupo de compañeros de fuerza. Mientras Nadav Lapid (el director) nos describe bastantes aspectos de su vida urbana israelí, el film avanza, con escenas violentas, diálogos poco jugosos y alguna referencia a la cuestión sexual que delinean el perfil de nuestro protagonista. La idea, parece ser, mostrar la cara real de los uniformados y ver la presión a la que están expuestos en su labor diaria. Pero eso no es todo, un grupo de actvististas está planeando un golpe a gran escala. Son preparados, cultos, tienen una holgada posicón económica y su líder es bastante carismático. Promediando "Policeman" ellos irrumpen en la percepción del espectador y comienzan a hacer su propio juego: accedemos a su interna y participamos de la previa del atentado, allí es donde el BOPE israelí enfrentará a coterráneos que piensan bastante distinto de ellos... Lo más rico que tiene este trabajo de Lapid es el hecho de presentar como en Israel hay distintas miradas sobre la convivencia y los objetivos de nación. Hasta hoy, en la mayor parte de los casos, lo que sucede es que vemos siempre la confrontación con las fuerzas palestinas, y aquí, vemos como un grupo de hombres corrientes juegas sus cartas en una sociedad donde la violencia es moneda corriente . Desde el punto de vista actoral, sin embargo, debemos decir que "Policeman" es un poco despareja. Falta intensidad en los protagonistas y si bien, la proliferación de escenas de violencia explícita y simbólica están, no terminan de capitalizarse por su falta de peso. A pesar de ello, logra desarrollar su atmósfera y construir un climax interesante, a la hora del enfrentamiento final. Seguramente, el valor de su mensaje (y el recorrido para transmitirlo), es el factor decisivo que hace que sus carencias queden atrás a la hora del análisis fino. Aceptable film de obliga visión para amantes del cine independiente internacional.
Luego de su paso por #MDQFest, llega a sala esta semana la coproducción argentino-venezolana-uruguaya, "Esclavo de Dios". Joel Novoa (su director) cuenta que en víspera del atentado a las Torres Gemelas, él debía estar en NY por trabajo, pero se enfermó y no tuvo que suspender su vuelo, lo cual evitó que estuviera en esa fecha en el área del mayor ataque terrorista a un país desarrollado en los últimos años. Su impacto ante la noticia lo llevó a preguntarse por las razones que tienen aquellos hombres que se inmolan en actos de este tipo y eso derivó en la búsqueda de un guión que pudiera hablar de eso, en el marco de un relato más bien clásico, de suspenso. Ha habido en la historia de nuestro país, algún suceso de esta naturaleza? Por supuesto. El atentado a la AMIA, hace más de 20 año,s es un ejemplo. Y lo cierto es que la labor de la inteligencia local nos ha aportado poco sobre él. Políticamente, incluso, es objeto de debate, aún hoy, y lo cierto es que la falta de culpables para el mismo, ofrecía a priori un terreno fértil para intentar una ficción sustentada con elementos históricos. Novoa hizo entonces un gran proceso de investigación de fuentes con respecto a la cuestión y ajustó el guión que Fernando Butazzoni le trajo para definir un thriller de espionaje e intriga que gira sobre la historia de dos hombres enfrentados bajo distinta bandera. Ahmed Al Hassama (Mohammed Al Khaldi) es la cédula dormida (bajo la apariencia de un confiable doctor casado y con hijo en tierras venezolanas) que despertará su líder, para preparar un ataque a gran escala en Buenos Aires (recuerden que estamos en el año 1994). Nuestro país tiene bajos niveles de detección de este tipo de sujetos y ni siquiera el atentado a la embajada de Israel ha convocado en este recorte de tiempo, la atención especial de cuerpos locales destinados a la prevención. David Goldeberg (Vando Villamil) es un viejo lobo de mar, agente del Mossad cuya única preocupación es la seguridad de su gente y la eliminación de aquellos líderes árabes que han generado atentados. Es prolijo, conoce su oficio y tiene la sangra fría necesaria para llevar adelante cualquier tipo de tarea. Ahmed llegará a Buenos Aires y se unirá a otros terroristas para lanzar una serie de atentados, pero algo sucederá en la cadena de eventos que pondrá en aviso a los servicios israelíes de su actividad y eso pondrá en riesgo la operación entera. "Esclavo de Dios" es una propuesta de género, pero que respeta parámetros históricos que conocemos (desafortunadamente), lo cual, la hace interesante a todas luces. Este es un film intenso, jugado y con muchas influencias reconocibles ("Munich", "Paradise now", etc). Al Khaldi y Villamil están muy bien en sus roles y la construcción del relato es sólida y controversial (ya verán porqué). Los rubros técnicos brindan un soporte confiable y Novoa nunca deja de tener en claro que pretende su film: mostrar el conflicto de dos luchadores enfrentados que sintieron en carne propia perder a seres queridos a manos del enemigo . El film de Novoa, sorprende. Es de los mejores estrenos en coproducción de los últimos tiempos. No dejen de ir a verla.