Hace un año salí de sala de ver "The Hobbit: an unexpected journey" con cierta sensación de incompletud. Si bien los elementos clásicos de Tolkien estaban ahí (y Jackson entiende perfecto que como presentarlos en este tiempo sin que pierdan frescura), sentí que los protagonistas de la historia, tenían poco carisma para llevar adelante semejante trama con éxito. Me pareció además, que su ritmo era lento (más de lo aconsejable) y que además, no tenía intensidad dramática. Sí, estaba bien como producto de esa franquicia, pero, sin dudas era menos que la demoledora trilogía "The Lord of the Rings". Pero todo aquello que en la primera te parece sin consistencia, empieza a tenerla en forma en esta segunda parte. Peter Jackson comienza a enfocarse en sus personajes como se debe, seguramente por los ajustes en su equipo de escritores: Fran Walsh, Philippa Boyens y Guillermo del Toro (quien estuvo a punto de sentarse en la silla del director) y orquesta una segunda parte, tremenda, no sólo ya desde lo visual sino desde la intesidad narrativa que logra. Epica, a la altura de los mejores exponentes del cine de aventuras de la historia. "The Hobbit: the desolation of Smaug" arde, y no sólo porque tenemos un dragón como gran antagonista, lo hace porque matiene el calor de la acción trepidante a lo largo de todo su extenso metraje. Aquí, continuamos la historia que ya arrancó en la casa de Bilbo Bolsón (Martin Freeman) cuando Gandalf (Ian McKellen, qué sería esta saga sin él?) reunió a 13 hobbits para invitarlos a una gran aventura: llegar a la Montaña Solitaria y recuperar una gema que hará que su pueblo y el resto de la Tierra Media, reconozca su linaje y el resurgimiento de su imperio. El tema es que un dragón muy poderoso (y locuaz, debo decirles) fue quien la robó y es el guardián de dicho tesoro. Lo que veremos en esta segunda parte es como el grupo liderado por Thorin-Escudo-de-Roble (Richard Armitage) atraviesa bosques, ríos, poblados y montañas para llegar a ese lugar con la intención de cumplir la profesía y recuperar el poder de su reino. Sin embargo, hay un peligro mayor que acecha y Gandalf lo sabe: las fuerzas de lo Oscuro están incrementando su fuerza y amenazan con arrasar todo a su paso si nadie los detiene... En términos técnicos, Jackson ha "empoderado" sus herramientas CGI y su manejo del 3D, por lo cual, logra que el film luzca increíble en escenas como el escape de los hobbits via acuática en la tierra elfa, los enfrentamientos con arañas y orcos y el gran finale en el templo de la Montaña. Pero no sólo eso, sino que ha logrado que sus personajes estén auténticamente conectados con la historia en sentido dramático (al gran trabajo de McKellen hay que sumarle el progreso de Freeman y el aporte de Orlando Bloom, en un Légolas más crudo y visceral -aunque no figure en el texto original de Talkien, pero bueno!), por lo cual, en ningún momento podemos despegar los ojos de la pantalla. Seguramente si conocen la obra original, sabrán ya que hay cambios interesantes e incluso un desarrollo de subtrama de otro manuscrito llamado "The Quest for Erebor" que conectaría eventos con la trilogía de la década pasada. Todos los cambios operados fueron para mejor y si bien hay algunas cosas que discutirle (estos hobbits son un súperequipo que no sufren ninguna baja luchando contra orcos más grandes, feroces y letales?), lo cierto es que la película es un festín de aventuras. Sin lugar a dudas, "The Hobbit: the desolation of Smaug" es uno de los films del año. Salve Jackson, lo hiciste otra vez. Como en los viejos tiempos. Excelente.
Tuvimos suerte. “This is the end” originalmente estaba pensado para ir a dvd directo, pero por esas cosas del destino, aterriza en sala este jueves. Podemos ir preparando la fiesta. Créanme. Seth Rogen y Evan Goldberg, luego de varios hits como guionistas, debutan con una propuesta lisérgica, bizarra y delirante que, si bien no es perfecta ni mucho menos, es lo suficientemente atractiva para hacernos pasar un buen momento. Para empezar, a las cosas, hay que llamarlas por su nombre. O sea que todos los actores que participan de “Este es el fin”, actúan de… ellos mismos!!! Y no son pocos eh! Anoten el line up: James Franco, Johan Hill, Michael Cera, Craig Robinson, Jay Baruchel, Christopher Mintz-Plasse y Emma Watson, con algunos cameos extras (el de Channing Tatum… sin palabras!), un auténtico seleccionado de primeras figuras de la comedia americana actual. El guión es una excusa. Si es que lo hubo (cosa que dudamos!). Todo comienza con una reunión de dos amigos que hace tiempo no pasan tiempo juntos, toma temperatura en la casa de Franco (que se ve hace buenas partuzas) y luego, simplemente, llega el apocalipsis. ¿Cómo? Sí, eso. La tierra se abre, algo malo (que no se sabe muy bien que es y porqué sucede) se hace presente y la destrucción llega al acomodado barrio donde están nuestras estrellas. La idea es que, primero ellos se refugiarán en la casa y pasado un tiempo, tratarán de buscar ayuda en el exterior cuando las provisiones se acaben. “This is the end” presenta mucho humor inflamable, incorrecto y de mal gusto. De tanto en tanto, hay alguna secuencia elaborada con ingenio (la de Gangnam Style es excelente) y también alguna sabrosa observación sobre como ellos (los protagonistas masculinos) se relacionan con las drogas y las mujeres, en ese orden. El clima es explosivo, atronan las risas neuróticas, los actores improvisan muecas y eligen formas divertidas para morir… No, no hay que explicarla más. Deben verla. Importante, si les gustan las comedias ordenadas, pulcras, simpáticas, esta no es la suya. Aquí hay una multiplicidad de eventos en tono siempre delirante, que no da tregua ni permite mucha profundidad en el análisis. Querían hacernos pasar un buen momento y lo logran. Este año me reí poco en sala, pero creo que las mayores carcajadas, me la sacó este 2014, “This is the end”. Bienvenidos a la fiesta.
El australiano Robert Luketic es dueño de una carrera singular. Ha hecho un puñado de comedias románticas sin vuelo (“Killers”, “Monster-in-law”, “The naked truth”) , ha tenido un par de aciertos (21: blackjack y pegó una comedia blanca simpática, “Legally blonde”) y ahora le toca su primer reparto con actores de mucha experiencia y prestigio y un guión que a priori, prometía mucho. “Paranoia” está basada en un best seller del año 2004 del escritor Joseph Finder y cuenta una historia de suspenso y engaño ambientada en las empresas de alta tecnología. La adaptación corrió por parte de Jason Hall y Barry Levy, guionistas que saben mucho de cómo generar climas trepidantes y tienen vasta experiencia en el tema. Lo primero que me pregunté al salir de sala es ¿qué falló entonces? Un gran libro, dos tipos que conocen el paño, actores con mucha experiencia, jóvenes carilindos, buen presupuesto.¿La dirección? No se si podemos caerle a Luketic tanto, si, creo que todos los recursos puestos al servicio de la historia (que fueron bastantes) no funcionaron. La trama presenta a un atlético y carismático Adam (Liam Hemsworth), quien trabaja para una empresa de telefonía celular en un puesto que no le cierra para nada. El, con su grupo de amigos hipsters, propone un proyecto nuevo para la compañía pero su arrogancia y el poco peso de su propuesta los deja a todos en la calle. Comete un error con fondos de la compañía (ya había sido despedido) y es entonces cuando Nicolas Wyatt (Gary Oldman), lo fuerza a reclutarse en sus filas para infiltrarse en la competencia y averiguar todo sobre un producto que parece, amenaza con copar el mercado y cambiar las reglas de juego de los smartphones. El objetivo entonces será volverse hombre de confianza de Jock Goddard (Harrison Ford) y hacer un fino juego de espionaje industrial. Adam aceptará y su vida dará un poderoso vuelco, aunque podrá ponerse (un poco) peligrosa cuando se aproxime a su tarea final: conseguir el prototipo de un nuevo dispositivo celular. La trama es bastante simple, no hay ninguna vuelta de tuerca y las actuaciones del elenco no aportan demasiado (Amber Heard juega a la novia de Adam y solo aporta belleza, Richard Dreyfuss parece haber olvidado su pasado glorioso cuando se suma a este tipo de proyectos y Julian McMahon hace un matón fácilmente olvidable). Podemos decir que el film presenta una estructura de diálogos y movimientos casi mecánicos, donde la tensión y la intriga están ausentes. Ese es su mayor problema. En los rubros técnicos (sólidos) y en las escenas donde Oldman se cruza con Ford, el film amaga tomar vuelo y atraer el interés. Un par de escaramuzas verbales, alguna amenaza en elegantes clubes y el oficio de semejante dúo intentan evitar que “Paranoia” naufrague. Sin embargo, los esfuerzos no alcanzan porque Hemsworth transita cansinamente entre escena y escena, desconcertado y sin la energía necesaria para hacerse cargo de su propio destino (en términos cinematográficos, por supuesto) y la construcción se apoya demasiado en lo visible, esquemático y poco en la sorpresa y los costados oscuros. “Paranoia” es un producto regular, que sólo será apreciado por los fans de Harrison Ford, quienes hace tiempo no ven nada de él (“42” y “Ender’s game” vienen pronto, no desesperen) y los que necesiten un tecno thriller livianito donde la tecnología tenga un lugar central. Esperabamos más.
Octavo opus de Lucía Murat, cargado de historia reciente, debate generacional y reflexión sobre las acciones vividas por los revolucionarios en aquellos 70 que marcaron a fuego a Sudamérica. Nuevamente en rescate de la memoria, la directora brasileña nos trae una propuesta semicoral de corte ideológico y revisionario que reviste interés y promueve debate. El libro cinematográfico de "A memória que me Contam" es de Murat y de Tatiana Salem Levy y está ambientado en el presente, e inspirado en la vida de Vera Silvia Magalhaes, quien participó en el año 1969 en el secuestro del embajador americano, convirtiéndose en una heroína de la izquierda combativa de esos tiempos. La acción se centra en un grupo de viejos amigos, todos ex miembros de la resistencia radicalizada de Brasil, quienes se reúnen en el hospital al conocer la noticia que Ana (Simone Spoladore), la musa revolucionaria de los 70, se encuentra frente a su última batalla: desafiar la muerte y encontrar la paz en el ocaso de su vida. Es el presente y todos estos hombres y mujeres tienen posiciones económicas sólidas, son exitosos pero aún mantienen ese discurso inflamable que los hace discutir y debatir sobre hechos presentes y pasados. Se juntan y tratan de acompañar a Ana, mientras ella se encuentra internada grave en el centro médico. Es así que a través del relato de Irene (Irene Ravache), una directora de cine, se va armando un rompecabezas donde cada personaje aporta recuerdos, inquietudes, condenas, dolor y reflexión sobre lo que a ese grupo le sucedió en el pasado y cómo aforntar una serie de hechos que se instalan paralelos a la fase terminal de la enfermedad de su ex líder. Hay una historia lateral, que también aporta al corazón del film y es jugada por el personaje de Paolo - el legendario Franco Nero - quien es un refugiado italiano, acusado en su país de haber participado en hechos de violencia en los años ´70, e involucrado con el grupo y su causa. Murat ensaya ideas para explicar las acciones de sus piezas en este tablero con su solvencia habitual. Acierta mucho (el tema interesa y es rico para analizar) pero también plantea posiciones discutibles que no se sienten bien en la butaca (la elección de mostrar el fantasma de Ana dialogando con sus amigos, abrumar con la belleza de Spoldaore que desdibuja su perfil ideológico y lo subordina a su magnetismo visual). Algunas historias que se presentan no revisten mucha profundidad (el hijo de Irene y su novio, la intriga política del ministro, etc) y el peso dramático de la película está en manos de Ravache, quien tiene un trabajo regular(luce desconcentrada y no logra transformarse en eje de la trama). Sin embargo, el debate que propone, ese que se da no sólo en la pantalla, sino luego de su proyección, es lo más rico del film... Cuál es la manera correcta de revisitar esos hechos violentos frente a los procesos militares que regían las vidas de los sudamericanos en esos tiempos revolucionarios? Cuál es el precio que ellos pagaron por defender su ideal? Cómo viven estos años de burgueses quienes lucharon para no ser parte del sistema? Más allá de nuestras propias respuestas, hay que reconocer que Murat hace un cine necesario que traza líneas para acercarnos a estos cuestionamientos. Propone películas para revisitar no sólo hechos de ese pasado tumultuoso, sino sus consecuencias en el hoy. Y si bien no logra a veces que sus relatos brillen, lo cierto es que no se puede negar que son necesarios.
Las relaciones entre Estados Unidos y Argentina atravesaron diferentes estadíos. Belicosos, enfrentados, "carnales", cooperativos y entreguistas, "de brazos y piernas abiertas", como dice en la apertura de su documental, Malena Juanatey. En este trabajo, "Observando al observador", la cineasta ensaya explicaciones sobre los intereses americanos en nuestro país, durante la época de la última dictadura militar y también presenta el esquema de relación en los años del Menemismo. Leímos que Juanatey, accidentalmente, mientras bebía con un estadounidense, hace unos años, pudo percibir el gran (enorme) desconocimiento que tenían sus ciudadanos de los vínculos que sus gobiernos de la época tenían con los gobiernos militares latinoamericanos. Fue entonces que pensó en cómo dar cuenta de eso, desde la voz misma de nativos que hayan atravesado por la experiencia y puedan poner voz para explicar que sucedía entre ámbos países a nivel diplomacia y plan de acción. Patricia Erb y Olga Talamante fueron las elegidas, mujeres americanas que estuvieron detenidas durante la década del ´70 en nuestro país. Sus testimonios, registrados por la directora, nos brindan detalles fuertes, discrecionales, sobre la naturaleza de los eventos que se jugaban en esos tiempos. Haciendo un gran trabajo de archivo, Juanatey detalla algunos hechos escalofriantes, en simples palabras (por ejemplo, el accionar de la OEA a la hora de proteger los derechos humanos en la región, que hizo incluso un preaviso de su visita para que el gobierno argentino ajustara sus cabos sueltos a cambio de beneficios económicos para EEUU). Aporta testimonios interesantes y muestra dominio del tema. El gran valor de "Observando al observador" es el hecho de ver cómo a pesar de la juventud del equipo técnico, las ganas de investigar y dar con la verdad van construyendo un manifiesto político de forma: a las cosas es bueno llamarlas por su nombre y aunque haya documentos que no se desclasifquen para el público, podemos ponerle palabras y rostros a hechos graves que costaron muchas víctimas en nuestro país y en América Latina. En definitiva, "Observando al observador" es un documental muy didáctico, sobre todo si no conocés sobre la "Operación Cóndor" y las implicancias políticas y estratégicas de aquel salvaje y maquiavélico plan. Pero no todo queda en los 70 y los 80 porque promediando su duración, el film se instala, en las relaciones del gobierno de Carlos Menem con el gran país del Norte. Sin palabras. Tremenda etapa. Un par de pinceladas basta para mostrar el rol de nuestros funcionarios en esa época... Dice Juanatey,"queda claro que con los juicios, no se cierra la historia" y es cierto. Al recuerdo hay que activarlo para tenerlo vivo en la memoria de la gente. Eso, es lo que hacen documentales como este. Impiden el olvido y señalan responsables. Fuerte y necesario para las nuevas generaciones, todo camino de acceso a la verdad debe ser compartido.
Hace unos años, Juan Imassi fue convocado a proyectar cine en un bosque de la balnearia Aguas Verdes y ya en el lugar, una amiga quiso que conociera a los Magote. Le dijo al cineasta que tenían una historia que merecía ser contada: ellos eran una familia de circo que se ponía de pie contra la adversidad, para sostener su actividad incluso en la contingencia más inesperada... Pablo Acosta, su líder, había quedado ciego por un acv y sin embargo, la rutina de funciones no se detenía: la fuerza del amor por la profesión y la unidad filial podía más que las limitaciones físicas que su circunstancia dictaba. Así nació "La Carpa Invisible", documental de Imassi en el que conoceremos la tierna historia de esperanza y resilencia que esta familia de Mataderos vive, cada día. Docentes de circo en temporada baja, artistas independientes en alta y en la Costa Atlántica, la vida de la familia Acosta era perfecta antes de noviembre de 2006: tenían (en sus propias palabras) "un imperio": casa, trabajo, amor, hijos, playa, todo cuanto podían desear. Sin embargo, Pablo pierde la visión y todo parece derrumbarse: cómo seguir con la actividad si no puede ver? Pero está su compañera y esposa, Julieta. Una mujer increíble que entiende rápidamente que debe tomar mayor protagonismo y multiplicar sus roles para conducir a su familia y reeducar los hábitos en la profesión. Pablo se sobrepone a sus dudas y juntos, deciden hacer temporada, a dos meses solo de producido el acv. Los Magote, inician así una etapa increíble donde solo la fuerza inquebrantable de su amor, sostiene la carpa donde presentan espectáculo: como familia y como circenses, son capaces de enfrentar un cambio arriesgado y llegar a buen puerto. Imassi registra eventos, shows, entrevistas y mucho más a lo largo de 5 años. Julieta incluso queda embarazada un par de veces (y una de sus habilidades es colgarse de telas, actividad que continuó haciendo ya avanzada su condición incluso) lo cual lleva al director a reprogramar su observación por un período mayor al proyectado. Sí, podemos decir que los hitos de este grupo, están presente: el cariño de las familias que concurren a su circo en Aguas Verdes, algún cumpleaños, funciones nocturnas, el amor de Pablo por Nueva Chicago, etc... En cuanto a lo técnico, Imassi utiliza todo su repertorio para mostrarnos la intimidad de la familia, reservando algunos testimonios de seguidores y fans al final, que realmente conmueven. Hay mucho humor en las entrevistas y un montaje que hace al film dinámico, el hecho de registrar a los artistas en su hábitat natural, es un elemento que nutre a "La Carpa Invisible" y la hace amena y accesible para todo tipo de público. Incluso en sus tramos más álgidos (cuando la acción se instala en el recuerdo de los primeros tiempos de ceguera), se transita por emociones de esperanza y unidad, que impiden que el film caiga en sentimentalismos simples. Hay que decir que esta es una película de esas que toca tu fibra, quieras o no. Allí donde muchos sentimos que hay miedos que impiden transitar por ciertos desafíos en la vida y resolverlos, los Magote marcan un camino. Encienden una luz. Que quizás Pablo no pueda ver, pero sí sentir. Y que nos llega a todos. Acompañamos su estreno y la recomendamos, y recuerden, si tienen la suerte de ir a la Costa, los Magote están desde enero por allí con su espectáculo a cielo abierto.
Naomi Watts tomó una apuesta arriesgada. Diana es venerada en Gran Bretaña y cualquier acercamiento a su figura, siempre iba a ser sujeto de discusión, debate y controversia. La verdad, debo reconocer que esperaba un enfoque distinto a su figura, pensando que Oliver Hirschbiegel (el director de la monumental "La caída") estaba acostumbrado a conmover y perfilar sujetos de manera muy personal. Es importante saber que no es esta, una biopic convencional. No hay muchos hechos políticos descriptos con detalle y particularmente, se centra en los dos últimos años de la vida de la malograda Princesa de Gales y su supuesto romance con el cirujano paquistankí Hasnat Khan (Naveen Andrews). El guión de Stephen Jeffreys está basado en el libro de Kate Snell que, debo decir, se aleja de la mirada política y se centra en la cuestión íntima e invisible (para la gente) de la vida de Diana. Lo que la historia intenta plantear (de manera larga, a veces tortuosa aunque con un prolijo encuadre visual) es que la plebeya más famosa del siglo XX la pasaba mal y estaba muy sola. Elemento, que quien incluso superficialmente está en tema, conoce, y muy bien. La vida de Diana era vacía, desde los afectos y rica en eventos sociales. Lo que la cinta presenta es que su relación con Khan le dio impulso para modificar en cierta manera su forma de encarar la opinión pública y usar la prensa a su favor en temas delicados, como el tema de la recuperación para la agricultura de tierras minadas. Debemos decir que Naomi está muy bien (es un actriz magnética, convengamos), y Andrews la acompaña con solvencia. El problema es que siendo Diana quien era, la novela color rosa que presenciamos es bastante convencional y previsible. Hirschbiegel desperdicia una gran oportunidad, al atarse mucho al guión y dejar de lado las complejas implicancias entre la Corona y su grupo de asesores. Quienes hemos visto otras biopics de la misma persona, sabemos que ahí hay todavía mucha riqueza para analizar. Ese costado, aquí, está ausente. En ese sentido, "Diana" aporta poco a su figura y si no estuviera Watts al frente del elenco, me atrevería a decir que es sólo una discreta historia de amor entre dos personas de distinta clase social (lo cual, es poco, teniendo en cuenta las expectativas que teníamos). Otra vez será.
Y si, Marvel está facturando en forma con su nuevo plan de llevar a la pantalla grande sus historias. Le toca ahora una nueva entrega a Thor (una necesidad para mantener las franquicias trabajando en red y en expansión, como hace ahora con la serie “Agents of SHIELD”, por ejemplo) y las expectativas, después de tanta espera, era ver un producto impactante. Luego de los eventos del 2012 (recuerden "Avengers"), Loki (Tom Hiddleston) está preso en un calabozo oscuro en las profundidades de Asgard. Thor (Chris Hemsworth), por su parte, está cerrando la etapa de "pacificación" de los Nueve Reinos. Los combates van llegando a su fin y Odín (Anthony Hopkins) presiona a su hijo para que asuma el trono, siendo que ha reunido el prestigio y liderazgo suficiente para liderar a su gente. A nuestro héroe, la idea mucho no le cierra. Dejó hace dos años a Jane Foster (Natalie Portman) y se debate en la duda de qué hacer con su vida. Esto de tener de novia a una mortal, como que no da... Pero por lo pronto, hay cuestiones más urgentes que atender. En el inicio de los tiempos, una raza llamada los Elfos Oscuros, atesoraban una forma de energía maléfica (el Aether) que tenía un gran poder destructivo. En ese momento, fueron derrotados por las fuerzas de Asgard y se escondió el contenido de dicho material (que no tenía forma sólida), para que nadie pudiera acceder a él. Sin embargo, ciertos hechos fortuitos que tienen lugar sólo cada una gran cantidad de años (la alineación de los planetas y universos) producen que ese fluido gaseoso (o algo así), termine en Londres en un warehouse abandonado. Allí irán Darcy (Kat Dennings) junto a su asistente y su jefa (Jane, obvio) y descubrirán un black hole que conecta con otra dimensión y también, por supuesto (y por el mismo precio), el dichoso Aether. Con la aparición de esa poderosa fuente de energía, los mundos se revolucionan. Hay un grupo de aquella olvidada raza de sobrevivientes que detectan que es posible dominar a todos los universos si absorben ese poder y están dispuestos a buscarlo adonde quiera que esté... Y ya se imaginan, el mismo terminará muy cerca de Thor... Sin anticipar más de la historia, hay que decir que Alan Taylor hace lo suyo con prolijidad, apela al impacto visual todo el tiempo y trata que sus actores digan algunos parlamentos divertidos, pero sin demasiada profundidad. A diferencia de la primera parte de la saga, esta “Thor” está más preocupada por la acción directa que por los debates filosóficos (si es que podríamos así caracterizar las líneas que los dirigidos por Kenneth Branagh y Joss Whedon traían en la primera, más compleja y densa). Hay mucho aggionarmiento de la historia, algunos giros que arrancan sonrisas y bastante energía en los combates que propone. Hiddleston está muy bien (le sobra paño para este nivel) y Dennings repite su perfil de la serie “2 broke girls” que la hiciera popular, entre los dos se las arreglan para que la cinta tenga su costado ameno entre batalla y batalla. Portman parece un poco desfazada de edad (no necesitaría Thor una amada un poco más joven?) y a veces suena demasiado grave, Stellan Skarsgard podría estar mejor (si le hubiesen dado más líneas) y Christopher Eccleston (el villano) es sólo una máscara. Pero… “Thor: a dark world” es un gran entretenimiento visual y eso no hay que dejar de reconocerlo. Si bien es un poco extensa y despareja, ofrece suficientes alicientes para que el público salga satisfecho de sala. De cara a lo que viene, esperamos en la próxima entrega, más humor, un regreso al espíritu de la primera y muchas más vueltas en el libro. Mientras, tendremos al Capitán América en unos meses entre nosotros, así que a prepararse para más Avengers…
Terminé de ver el documental y me quedé un largo rato en silencio. Quién no tiene una amiga, familiar, conocida (cercana o lejana), que haya abortado? Muchas veces (o la mayor parte de ellas), no tomamos conciencia de todo lo que implica el acto de interrumpir un embarazo no deseado porque sencillamente, no es nuestro cuerpo. Y todo aquello que no es vivído desde lo físico, a veces no logra el impacto necesario para conmovernos. "Yo aborto, tu abortas, todxs abortamos", viene a ponerle cuerpo a ese vacío. Llega como una propuesta de testimonio, sí, pero en pos de un debate fuerte (el que nuestros legisladores se deben y hay que volver a proponer una y otra vez), en el lugar donde las leyes se juegan y cambian las reglas de juego: la sanción de una norma legal que proteja a quienes quieren decidir sobre su embarazo para que no tengan que acceder en forma clandestina a su interrupción. Y yo entiendo el debate religioso / ético y sus consecuencias. Pero estoy convencido que hay que dar discusión. Hay que informarse, preguntar a los protagonistas que atraviesan esa situación, conocer a fondo la problemática y luego, tomar parte. Porque nunca sabremos cuánto este hecho afectará nuestra vida, o la vida de alguien cercano a nosotros. Carolina Reynoso se hace cargo de que tengamos un material valioso para discutirlo. Ella, junto a otras mujeres ( hay siete en total que vivieron situaciones de aborto) eligen traer la palabra y compartir sus historias de vida, en dicha coyuntura. Como las afectó y modificó sus vidas. Sus palabras suenan fuerte, por lo que traen pero también por la valentía y claridad con que se asumen las concepciones que sustentaron los actos. Esta concepción arcaica que se tiene de la Intervención Voluntaria del Embarazo (IVE) debe caer. Porque el silencio no conduce a nada y si no ponemos voces y reconocemos los emergentes, la realidad seguirá oculta. Y gente seguirá muriendo. El documental presenta testimonios de Ketty, Gladys, Cecilia, Ruth, Relmu (quizás el elemento distintivo del film, con la mirada hacia la descendiente mapuche que se anima a hablar del tema), Verónica y la misma directora, quien también participa para marcar el camino y sentar posición no sólo detrás de las cámaras, sino delante de ella. Mientras escuchaba a las mujeres en el film, también pensaba en los hombres (más allá de que ellos tienen algo que decir y en la película están presentes, los "Varones Antipatriarcales") y su necesidad de vivir una sexualidad libre, apoyando la decisión individual sobre lo que sucede en el cuerpo y creo que "Yo aborto..." se permite también poner su mirada ahí y tener varias concepciones (esto de la distinta condición socioeconómica de las entrevistas es un gran acierto) que comparten eje pero tienen sus matices, todos atendibles y ciertamente potentes. El manejo de la información, la ruptura de mandatos, la dificultad para explicarles a los seres queridos lo sucedido, los riesgos de la práctica en sí, las creencias culturales que afectan a quienes se ven en esta situación... Reynoso registra con simpleza y profundidad. Deja hablar, acompaña, transmite. Guía. Y todos los tópicos van apareciendo y tienen su lugar en este documental. "Yo aborto. Tu abortas. Todxs callamos" es un cinta que conmueve. Y que debe movilizar. Da fundamentos para el debate. Y más allá de lo que creas, o la posición que sustentes, lo cierto es que nuestra sociedad se necesita un discusión seria, amplia y responsable sobre el tema. En ese sentido, este trabajo suma. Y es imposible no acompañar su lucha.
No quise leer las notas de producción antes de ver esta secuela. La original "Cloudy..." había sido un golazo para Sony Pictures Animation y supuse que la compañía iba a asegurar el destino de la naciente franquicia con otro producto de similar calibre. No me equivoqué. Es más, como secuela es una arriesgada propuesta les diré. Pero se ve que Cody Cameron (de la fallida "Open Season 3") y Kris Perarn (colega y amigo del primero) quienes ya había formado parte del equipo que hizo la anterior, tenían varias ideas lisérgicas sobre cómo transformar el paisaje de la original en un festival de formas, colores y personajes impensados. Y se animaron a llevarlas adelante. Bien por ellos. La verdad, al principio tanto despliegue visual incomoda, pero después, deslumbra. La historia, retoma inmediatamente minutos después del final de la primera parte. Flint, nuestro joven científico loco, se encuentra con sus amigos en su isla, repleta de restos de comida gigante producida por su máquina. Llega un magnate de la Corporación Live, Chester V, (que vendría a ser un crossover entre los CEO de Google, Apple y Microsoft juntos) quien se va a ocupar de la limpieza del lugar. Traslada a todos los habitantes a San José Francisco (?) y los reubica laboralmente. La cuestión es que Flint, quien es empleado en Live, al poco tiempo, es llamado para su máximo jefe para ir al lugar donde vivía y resolver un problema grave que tienen por allí: su máquina original (la "Fldsmdfr") no se ha detenido y la comida gigante, ha "evolucionado" de manera que tiene vida propia y ha generado un propio ecosistema en la isla. Flint reune a su banda (su papá Tim, su novia meteoróloga Sam, el cameraman Manny, el oficial Earl, el hombre-pollo Brent, y el monito mascota Steve) y regresa entonces a vivir una aventura de proporciones épicas: es un tour de force de descubrimientos constantes... Si, está bien. Chester oculta algo pero, ya se imaginaban eso no? La película, desde el punto de vista técnico es impresionante. Un despliegue incesante y violento a veces de animación de "alta gama", donde hay tanto para ver en pantalla, y sucede tan rápido (fijense sino en Steve, quien siempre detrás de la escena está jugando un gag divertido, mientras la acción va por otro lado en contraplano) que la acción atrapa desde el instante uno. La banda de sonido es excelente y la edición es de las mejores que ví este año en el género. Afortunadamente, en "Cloudy..." hay mucho humor y para todas las edades. No es Shrek, pero no tiene porqué serlo. Se garantiza que el público adulto la va a pasar muy bien. Lo único que es necesario señalar es que a veces los eventos que suceden van a una velocidad que no permiten que el espectador más pequeño pueda seguir la trama. Avanza y si dudaste un instante, te perdiste mucho y valioso. Una gran propuesta de Sony para cerrar el año. De lo mejor del 2014, seguro.