Creo que fue en un BAFICI (el 2010 si mal no recuerdo), que accidentalmente me topé con "Iraqui Short Films", cinta extraña y atrapante hecha con mucho ingenio por un director (y programador de festivales) con muchas buenas ideas: Mauro Andrizzi. A la distancia, el hombre demostró que tiene una potente percepción para nutrirse del medio y no detenerse ante las barreras naturales que muchos tenemos (es decir, el tipo, es un artista). Desde aquí, hacer una película sobre lo que pasa en Irak, sólo tomando material subido a YouTube por las fuerzas beligerantes en el conflicto, era una propuesta interesante. Así es que los festivales comenzaron a mirarlo con interés, algún apoyo material consiguió (no mucho, dicho sea de paso, aunque si premios, que siempre abren puertas), y Andrizzi siguió su camino, ahora explorando otras áreas de su lado creativo. Lo que se estrena en Buenos Aires en estas horas, son dos trabajos, mediometrajes, juntos, gran oportunidad para acercarse a su obra (son sus opus 3 y 4, la primera fue "Momo"). "En el futuro", se presenta un relato sugerente, onírico, sensual, complejo sobre el amor, la esperanza, la espera... Está pensado como un libro, con cierta estructura clásica (epígrafe, capítulos, historias y cierre) pero la manera en que se presenta el universo que el director crea, es singular, sin dudas. Podríamos decir que de las dos, es la más directa (comparándola con su compañera "Accidentes...") y la más emparentada con estructuras "conocidas", por así decirlo. No vamos a decir que es convencional, pero es intrigante y está muy bien construída. La segunda del programa es "Accidentes gloriosos", más arriesgada (al menos así la sentí), libre, profunda, y onírica. No quiero anticiparles mucho de ella, porque lo rico es que cada uno vea como la captación de un evento determinado (o más de uno, mejor dicho), pueden cobrar distintos significados. En este caso, un choque. Una trama enriquecida por varias historias que se cruzan en escenarios oscuros y un enigma que se va poblando con muchos elementos que, a simple vista, pueden parecer inconexos. Mauro Andrizzi es un artista integral. Hay que pensar estos films (ambos reconocidos internacionalmente), como eso, pequeñas obras de arte, lejos de las convenciones cinematográficas tradicionales... Así que debemos señalar que su visión es necesaria para espectadores ávidos por lo nuevo, lo arriesgado, lo original y dispuestos a ser sorprendidos. Es destacable también el empeño del director por no detenerse ante las limitaciones naturales que trae tener restricciones económicas a la hora de plantear un cronograma de trabajo. En lo personal, me intriga saber que podría hacer este cineasta con presupuestos mayores... Lo espero con gran expectativa (habrá apoyo oficial esta vez para la producción desde el minuto cero?), entretanto los invito a vivir estos dos viajes, en las salas Gaumont y Cosmos a partir de esta semana.
Se estrenó finalmente, el documental “Putos peronistas, cumbia del sentimiento”, ganador del festival LiberArte del año pasado y también premiado hace poco en el respectivo certamen de Cine de Derechos Humanos en nuestra capital. Si bien por ahora su horario de exhibición es bastante restringido (un solo horario, nocturno, en el ArteCinema), promete su distribuidora que pronto irá al Malba y al Gaumont para ampliar la cantidad de salas que lo exhiben, hacia mediados de junio. La historia que se presenta en este relato de investigación, es la de una agrupación militante singular. Nada menos que la de conjunto de jóvenes que bajo el nombre “Putos Peronistas”, se lanzó a la arena política allá hacia fines de 2007, buscando integrar a hombres y mujeres de distinta preferencia sexual, en pos de una lucha para obtener reivindicaciones justas y necesarias. La base de este grupo, nacido en una barriada pobre instalada en un barrio al fondo de la ruta 3, en el partido de La Matanza, localidad González Catán, está conformado por un colectivo de homosexuales de ámbos sexos, muchos de ellos travestis que viven de la prostitución en las afueras de la ciudad. El director Rodolfo Cesatti elige al principio un estilo ágil y empático para mostrar los lazos que unen al grupo: instala su cámara en la noche, cerca de la ruta donde trabajan las “chicas” y también en los lugares donde se reúnen. Se ve, afecto, estudio doctrinario sobre Perón, solidaridad con los que sufren, preocupación por erradicar el trabajo sexual como medio de subsistencia. Aquí es dónde el film muestra su arista más interesante, ya que cada miembro del grupo va explicando las motivaciones que los llevaron a la militancia y cómo es el día a día de ser “puto” en el conurbano bonaerense (ellos se encargan de subrayar que de la General Paz para acá, es muy distinto). Este segmento es el más rico del film. A partir de ahí, se presenta una extensa cronología de cómo ese pequeño grupo de militantes comienza a cobrar notoriedad en la política argentina. Y en ese recorrido, que es presentado con mucho detalle, vemos como “Putos Peronistas”, aquel pequeño grupo del populoso Oeste cercano, comienza a crecer y multiplicarse, favorecido por las condiciones que genera la gestión K: apoyo a las minorías y a los excluídos, lucha por el matrimonio igualitario y demás. Quizás hay un exceso de imágenes relacionadas con respecto a la devoción del grupo por sus líderes (con Néstor y Cristina a la cabeza), ubicadas para mostrar no sólo el agradecimiento del grupo para con ellos (por su compromiso con la lucha de este gobierno en defensa de sus derechos) sino el desarrollo político de la agrupación, pero no molesta. Sí, los eventos de los esta militancia participa son descriptos con mucho detalle (una elección) y quizás, arriesgamos, hubiese sido más rico ver a los nuevos militantes que se van uniendo a la corriente (sólo vemos unos pocos a lo largo de todo el film), narrando cómo fueron incorporándose a las filas de este grupo. "Putos peronistas" es un documental interesante, frontal, de alto voltaje político. Abre el debate, y eso eso es siempre saludable.
Digamos que "Abrir y cerrar ventanas", no es un film que deba pasar desapercibido en nuestra cartelera. El año pasado su directora, Milagros Mumenthäler se alzó con el Leopardo dorado en Locarno (ópera prima) y su película, se llevó nada menos que el Astor del mismo metal en Mar del Plata 2011, entre muchos premios que ya ostenta. Esta historia, de neto corte teatral, encuadrada en un microclima enigmático y relajado, aborda la historia de tres hermanas adolescentes, que se quedan sin su última tutora (su abuela), habiendo perdido ya a sus padres. Marina (María Canale), Violeta (Ailín Salas, una de las pacientes de la exitosa serie televisiva "En terapia") y Sofía (Martina Juncadella) son las tres chicas en cuestión. Al principio, parece que su manera de vincularse es particular, cosa que se confirma y profundiza a lo largo del relato. La historia transcurre en la casa de su abuela, en un verano intenso, y accedemos a ver el micromundo de las chicas, quienes deben sobrellevar el haberse quedado solas. Cada una, intentará resolver sus angustias de distinta manera. La primera (Marina) es muy responsable, ordenada y la que claramente entiende mejor la situación que el grupo atraviesa. Sofía, en tanto, estudia y sale mucho, es bastante obsesiva con sus cosas (al igual que Violeta, la tercera en discordia) , tiene sospechas sobre el origen de una de sus hermanas y se muestra hostil y distante como rasgo distintivo. La última, el personaje jugado por Salas, es el más libre y desprejuiciado y el primero que traerá una nota de quiebre en la relación triangular. Impresiona favorablemente la manera en que Mumenthäler registra y narra en espacios reducidos, sin generar sensación de encierro. A diferencia de otros films, se preocupa por subrayar el protagonismo del espacio, de manera que cada puerta, cada ventana, cada cuarto, esconde secretos y revelaciones y el lente está puesto en cada uno de esos lugares, para indicarnos algo. Los diálogos (descarnados, no olvidemos que son adolescentes solas), son fuertes y grafican sensaciones que van delineando la complejidad de un duelo que las tres resuelven, cada una a su manera. Hay que advertir al espectador corriente, que la película se toma su tiempo para instalarse y desplegar todo su brillo. La primera media hora transcurre un poco lenta y si bien entendemos las razones que llevan a armar pacientemente el escenario, es innegable que este arranque tiene un tempo que a veces no se condice con lo que la platea espera. Una vez que el primer conflicto importante estalla, el film se vuelve intenso y las actuaciones comienzan a cobrar vuelo (Canale se lleva las palmas con su luminoso trabajo), pero nunca hay que perder de vista que estamos frente a un drama familiar comprometido, arriesgado y enigmático. Plato singular del que no todos gustan. "Abrir y cerrar ventanas" es una cinta sólida y compleja (cuántos interrogantes se juegan!), recomendable a todas luces. Lejos del perfil comercial que cierto cine argentino trae, un film a tener en cuenta por aquellos espectadores curiosos y abiertos que quieran conocer una de las grandes revelaciones del cine nacional de este tiempo: Milagros Mumenthaler.
La verdad es que los que somos fans del cine británico, estabamos esperando esta cinta. En ella, hay una verdadera selección de los mejores intérpretes que esa filmografía ha dado en muchos años y verlos todos juntos, generaba mucha expectativa. "The best exotic Marigold hotel" es una comedia dramática de buen nivel, cuyo atractivo mayor está dado no sólo por la calidad de sus intérpretes (y lo que producen) sino por el escenario donde se instala la acción: India. Todos sabemos de la relación del Reino Unido con su colonia asiática. Las dos culturas se han enriquecido mutuamente a lo largo de los años y es por eso que se ve natural que un grupo de adultos mayores ingleses, en quiebra, intente pasar sus vacaciones en la India, donde todo es barato y encuentran una población servicial a todas luces. Ya sabemos que desde lo visual, esa tierra es muy fotogénica y pintoresca y cualquier historia que se de entre sus monumentos, templos y ruidosas calles, algo de atención concitará. Este es un relato coral donde hay 7 protagonistas. De movida, en las primeras escenas, ya respiramos la fina ironía británica en los motivos que impulsan a los viajeros a recorrer medio mundo para buscar refugio ante el oscuro panorama que se les avecina. Ellos son Graham (Tom Wilkinson), funcionario judicial que se acerca al retiro; Evelyn (Judi Dench), viuda que ve peligrar su único bien mueble -donde vive- por las deudas del finado; Muriel, (Maggie Smith), ex ama de llaves que debe operarse de la cadera urgentemente; Norman (Ronald Pickup), un picaflor venido a menos; Madge (Celia Imrie) también solitaria mujer buscando pareja y el matrimonio conformado por Douglas y Jean (Bill Nighy y Penelope Wilton) quienes quedaron en la ruina porque su hija invirtió sus fondos de pensión en una empresa de internet. Todos están pasando un mal momento y encuentran en un aviso de la red, la posibilidad de pasar un tiempo alejados de los problemas. El hotel del título es un espacio...derruído. El mentor del engaño es un viejo conocido...Sonny (Dev Pattel, el chico de Slumdog Millionarie), quien es un gran charlatán de feria y tiene serios problemas para convencer a su madre de que lo suyo, llevando adelante el hospedaje, es posible. Encima esta de novio y la familia de su amada, no pertenece a su casta y está enrolada en la "nueva generación", jóvenes que rompen las históricas barreras sociales indias (enfrentados a quienes sostienen los valores de antaño)... Una vez que los protagonistas lleguen al lugar del título, ya no tendrán escape. Sólo les quedará adaptarse al medio y tratar de pasarla lo mejor posible...en una tierra que se presenta exótica, y hostil. Los temas sobre los que gira la cinta, son la soledad, el paso del tiempo, el choque cultural, las segundas oportunidades, la amistad entre desconocidos, la muerte. Todos manejados con soltura por John Madden, quien conduce el film a un ritmo pausado y sin mayores sorpresas. Los puntos fuertes de la propuesta se apoyan en el esperable nivel interpretativo de este grupo, donde todos lucen parejos y aprovechan su momento para transmitir calidez y fina ironía. Su duración es discutible y quizás la sentimos en exceso didáctica (aunque necesaria, debido al desconocimiento de los valores hinduistas) pero es disfrutable. Tiene momentos coloridos y el típico charme británico. No defrauda.
A los que vivimos mucho tiempo del otro lado de la General Paz, Pablo Trapero nos moviliza. Es el primer director nacional que se ocupa de retratar con fidelidad, imágenes e historias típicas de sujetos atravesados por la social en un contexto contemporáneo, suburbano, con mirada cruda y desprovista de artificios. Si bien no es el único, sus guiones son apuestas por explorar temáticas que nos rodean, pero que muchos no ven, a pesar de su proximidad con ellas. En definitiva, en Trapero, hay un compromiso por mostrar sin reservas una realidad que necesita ser expuesta. Recordemos "Mundo Grúa", "Leonera", "Carancho" y "El bonaerense", como los puntos salientes de una filmografía que lo destacan dentro del panorama de cineastas top argentinos. "Elefante blanco" es su nuevo opus, film que cuenta la historia de dos sacerdotes y una asistente social, en la mítica villa instalada en Ciudad Oculta, zona donde emerge el malogrado hospital de la liga argentina contra la tuberculosis que da nombre a la película. La historia usa como escenario a un edificio que simboliza claramente la desinversión en salud pública de todos los gobiernos en los últimos 60 años. En el año 1935 y luego de una epidemia que azotó la ciudad, se inició la construcción de este centro modelo para su tiempo. La idea (original de Alfredo Palacios), era destacable: un nosocomio capaz de albergar gran cantidad de pacientes en sus salas (el más grande de Latinoamérica por sus dimensiones). La obra se paralizó en el 39 y se retomó durante el gobierno de Perón, para quedar totalmente abandonada después del golpe del 55. Es cierto que actualmente las Madres de Plaza de Mayo están en el sitio y organizan merenderos,comedores, y asisten a la gente del lugar, pero el edificio permanece allí e impresiona por su estado actual. Volviendo a la historia, Julián (Ricardo Darín) es el párroco de la mítica parroquia en dicho villa (la 15, para más datos). Es, desde ya, un cura comprometido con los excluidos y que gravita fuertemente en los eventos del lugar. Sintiendo que necesita apoyo para su tarea, invita (y trae) a un viejo colega y amigo, Gerome (Jeremy Renier), sacerdote belga que sobrevivió a una matanza en el lugar donde asistía en pleno Amazonas. Juntos, trabajarán por mitigar el dolor de los pobres (y persuadir a los que no lo son y manejan la droga en el lugar) junto a Luciana (Martina Gusman), asistente social que ha hecho alianza con los religiosos y es respetada por la comunidad. El trasfondo de la historia pasa por la construcción de unas viviendas dentro de la villa, (tema de candente actualidad) que convocan la mano de obra de los vecinos. También, como línea paralela, se muestra la problemática específica de vivir en ese contexto: la violencia, el paco, los robos, la relación con la policía y las bandas rivales... Trapero sabe bien lo que quiere transmitir y siempre elige llevarnos por senderos barrosos y claustrofóbicos para ponernos de frente con la cruda realidad: no la maquilla, la enrostra. No hay belleza en su imagen, sino vívidas postales de la exclusión. Cada personaje tiene sus contradicciones, dudas y fortalezas (el trío protagónico cumple con solvencia, en especial Renier), elementos que el guión balancea aceptablemente. Sin embargo, la riqueza de "Elefante blanco" está instalada en la potente atmósfera que crea. El director logra una sensación de inmersión difícil de explicar en palabras. Hay que vivirla. Por momentos parece un documental de la manera que está filmada.
Del australiano Stephan Elliot, recuerdo en particular "Priscilla, queen of the desert", aquella comedia sobre cabarets y drags de estreno por mediados de los 90. Siempre esperé que levantara la puntería pero los títulos que siguieron en su filmografía fueron bastante desparejos. Hoy llega a nuestras salas una comedia inglesa a la australiana, o viceversa, "A few best men", producto que busca profundizar en la veta de "Death at a funeral", ya que provienen de la misma factoría. En definitiva, bodas, cumpleaños, nacimientos, muertes, son lugares donde el humor negro puede llegar fácilmente dada la conjunción especial que se da naturalmente en esos eventos. Mucho más en los países del Primer Mundo, donde todo es hiper desarrollado... En "Los padrinos de la boda" conoceremos a un chico que se casa: el carilindo David (Xavier Samuel). Resulta que en un viaje descanso se enamoró de la bella Mía (Laura Brent) y no tuvo mejor idea que proponerle formalizar la relación. Aunque recién se estén conociendo, la está muy entusiasmada con la idea y dispuesta a embarcarse en una boda que promete, ser singular a todas luces. La familia de la novia es bastante rica y posee campos en Australia, así que todo tendrá como epicentro la zona montañosa que da al pacífico en dicha isla. David necesita a sus amigos para que lo acompañen en la empresa y los reune para ello: Tom (Kris Marshall, del anterior hit de la compañía) y sus dos mejores lads (Graham y Luke) se suben entonces al avión y dejan Londres para cruzar el océano y bancar la parada en la paradisíaca Oceanía. Allí se encontrarán con la familia de la novia... Que deja bastante que desear. Bueno, no tanto, está Olivia Newton John, a quien hace tiempo que no veíamos! El papá de la que se casa, es un insufrible. Se llama Jim (Jonathan Biggins) , es político y muy controlador. Es más, es obsesivo y manipulador. Mucha gracia no le hace que su niña contraiga enlace y menos viendo el perfil de los amigos de su prometido. De más está decirles que el trío de simpáticos ingleses tienen temas con la droga, el sexo, el descontrol... No son precisamente nenes de pecho. Desde que ponen pies en Australia, generan problemas. Así es como llegamos a los preparativos finales de la boda, con mucha desconfianza por los visitantes y una relación nada auspiciosa con el padre de Mía. No voy a narrarles los eventos divertidos que tiene la cinta (porque los tiene, escatológicos hay, para los fans), pero si debo decirles que todo transcurre en un clima muy tranquilo y nada altera el ritmo de la narración... cosa preocupante si se piensa que esto debería ser una comedia delirante. Es bueno reconocer que tiene un cierto humor sutil en algunos gags que le ponen una sonrisa al espectador promedio, pero está lejos del delirio que supone una "The hangover", por ejemplo. En líneas generales el film se deja ver y hasta pueden pasar un buen momento si lo suyo son las comedias tranquilas, pausadas y refinadas. Pero no es de las cintas que desatan grandes pasiones (como lo fue su predecedora "Death at a funeral"). Está muy lejos de ella.
Hora de analizar la llegada a salas de la multipromocionada “Battleship”, film basado en el popular juego de Hasbro que todos conocemos, en el cual dos flotas se enfrentan a ciegas en un mar de cuadrículas en el que prevalece, en teoría, el más intuitivo y cerebral. Ustedes se preguntarán: cómo se adapta esa propuesta de tablero a un film de acción y aventuras? Respuesta: con mucha imaginación. Y despliegue. Al estilo de los tiempos que corren. Luego de varias películas mediocres (entre ellas Hancock , The Kingdom y Friday Night Live), Peter Berg encontró la manera de amalgamar varias influencias (por fin) y ofrecer un producto entretenido y delirante, como pocas veces hemos visto a este nivel… “Battleship” es la historia de un conflicto bélico. Los enemigos son, extraterrestres. Así de directo. Arranca el film con el descubrimiento de un planeta que podría tener vida, lejos de aquí y de los conocidos (fuera del sistema solar). La NASA envía un mensaje con la esperanza de comunicarse, utilizando un satélite especial de referencia (para amplificar su llegada). Obviamente, no será esto lo que suceda. Al parecer desde el espacio exterior organizan una expedición para visitarnos, con intenciones poco amistosas… Son poderosos, fuertes y no vienen dispuestos a negociar… Y nos enteramos rápido de esto. Cómo los enfrentamos? Bueno, tenemos un par de hermanos que saben mucho de lucha en el mar (incluso uno de ellos es Capitán de un barco): Alex (Taylor Kitsch) y Stone (Alexander Skarsgård). El primero es un tiro al aire pero eso no le importa a Sam (Brooklyn Decker), hija del Almirante Shane (Liam Nesson), quien se enamora inmediatamente del más joven de los Hopper, para sorpresa de su padre. El hombre en cuestión (el protagonista, Kitsch), tiene muchos problemas de relación y esta tendencia a llevarse mal con la gente, amenaza con bajarlo del navío. Varias naciones están realizando en la zona de Hawaii un ejercicio conjunto de coordinación de fuerzas navales militares (con Japón como la más presente), así que cuando el enemigo llega, la primera reacción es defender el planeta, confiando en que el poderío de la flota internacional puede hacerle frente a la maquinaria pesada que traen los visitantes. Hasta acá, les resumo las ideas que circulan en una ecuación: Independence Day + Mars Attack + Transformers + Pearl Harbour. Se imaginan la mezcla? No? Bueno, entonces tienen que ver “Battleship”. Nada hay que tomarse en serio a lo largo de las más de dos horas de duración de la cinta. Tendremos grandes batallas, acción y aventuras, hasta ahí. Las actuaciones, como en todo tanque pochoclero que se precie, no están a la altura, pero…a alguien le importa? La cuestión es que “Battleship” ofrece un mix de ideas ya transitadas, ensambladas rudimentariamente y hay que aceptarlo así. Apunta a un despliegue visual tremendo y a cautivar al espectador con algo de humor negro y muchas explosiones. Pero es válido y de alguna extraña manera, funciona.
Llega a salas la ópera prima de Federico Finkielstain (guionista y asistente de dirección de títulos como "Palermo Hollywood", "Gigantes de Valdes", "El salto de Cristian"), "No te enamores de mí", arriesgada historia coral sobre los desencuentros de las parejas jóvenes (y no tanto) en estos tiempos que corren. Si bien muchos pueden calificarla como "comedia romántica" (incluso Julieta Ortega así lo manifestó), creo que es más justo definirla como un drama, donde sí, el (des) amor está presente y gravita en la vida de los protagonistas decisivamente. La trama integra dos relaciones triangulares, por un lado tenemos el matrimonio entre Paula (Violeta Urtizberea) y Sergio (Pablo Rago). La primera es una brillante estudiante de psicología y su esposo, un hombre que en apariencia lo tiene todo, éxito material pleno... Pero algo sucede en el seno de la pareja, ya que él tiene amante, Alejandra (Julieta Ortega). A ella le cuesta sostener el encuadre de descarga ocasional y le hace fuertes planteos a Sergio en busca de un golpe de timón que cambie la ecuación planteada... Por otro lado, está Sofìa (la magnética Mercedes Oviedo), quien es la novia oficial de Maxi (Tomás Fonzi) Ella también tiene algunas dudas sobre su elección (está a punto de irse a vivir con él), pero al conocer en una fiesta a su hermano, Martìn (Guillermo Pfening), duda (si, ya saben, eso pasa...!). Este último es un fotógrafo prestigioso que viaja mucho por el mundo y le cuesta establecerse en algún lugar. De más está decir que la atracción será mutua... Hay algunas historias secundarias más, pero estos personajes son los que llevan adelante la historia y la cámara los mostrará, cruzandose a lo largo de un año y veremos entonces como evolucionan sus diferentes recorridos. "No te enamores de mí" es un interesante ejercicio de caracterización de universales (el compromiso, la rutina marital, la tentación hacia lo prohibido, el valor para entregarse a un sentimiento) que están, en crisis. Lo rico que posee el libro que dibuja la red vincular es que muestra situaciones creíbles, transitables y de identificación natural. En muchas líneas de los diálogos, si estás entre los 20 y 40, seguramente te vas a encontrar... Animarse a romper estructuras en pos del ser buscado o de modificarlas para conservar al encontrado, son cuestiones que atraviesan a las parejas de estos tiempos, es por esto que esta cinta, elige bien su objetivo, hay material para bucear en la problemática y eso hace que el film sea atractivo para ese segmento del público. Por otra parte, si bien el guión a veces tiende a resolver algunas cosas con llamativa facilidad, no siempre elige el destino correcto (a veces se percibe una valoración moral en la suerte de los protagonistas no aconsejable). Si, hay que reconocerle a Finkielstain, que aprovecha al máximo la fuerza de su elenco. Tiene actores que vienen de la televisión y que se complementan muy bien. Dentro del sólido cast, nos gustaron mucho Ortega y Pfening, quienes regalan destacables composiciones, emotivas y directas. El humor proviene, mayoritariamente, de la simpática y dulce Urtizberea, querible aunque demasiado cerca de sus roles conocidos en el medio. Hace su aporte también, la maravillosa Luisina Brando que con un par de escenas, pinta perfecto una madre (la de Maxi y Martín) a la altura del conflicto. No es un film redondo y la mayor observación que puede hacérsele es que no despliega toda la química que potencialmente tiene (si el sexo rige tanto la vida de estos personajes, no hubiese sido mejor darle tiempo y espacio a esta necesidad?), pero más allá de eso, pensamos que esta es una cinta que no defrauda. Honesta y sencilla, si la eligen, seguro que los hará pensar y disparará charlas posteriores si van en pareja...
Reconozco que "El campo" me costó. Llegué a sala sin haber leído nada de prensa (saben que prefiero que me sorprendan) aunque presentí que iba a ver un thriller psicológico, por la gráfica y lo poco que me había llegado. Me equivoqué, esta primera ficción de Hernán Belón es un relato sobre la pareja, la paternidad y la adaptación a lugares potencialmente hostiles. Convengamos, no porque el medio rural sea un enemigo natural, sino porque para quienes vivimos en las grandes ciudades, las características que adopta la vida en lugares alejados y abiertos, supone complicaciones. La historia arranca con la llegada de Santiago (Leonardo Sbaraglia) y Eli (Dolores Fonzi) a una casa, en el medio de la nada. Bueno, no es tan así. Pero parece! Su arribo se produce de noche y la oscuridad del lugar shockea bastante. La vivienda lleva 5 años deshabitada y se nota. Hace frío y la pregunta no se hace esperar: por qué están ahí? Tienen un hija, Matilde, que no llega a los 2 años de edad y a la que los dos se dedican mucho (se ve que entró en la etapa deambuladora y hay que prestarle mucha atención). Podemos decir (además) que percibimos distintas expectativas hacia lo que esta mudanza representa y una manera de enfrentar las eventualidades que no los muestra sólidos como familia. Hay ruidos, externos e internos (se imaginan la paranoia en un lugar así, tan aislado) en cada uno de los protagonistas. Es cierto que comenzar a encarar la reforma de la casa es tarea ardua, pero más allá de eso, Eli elige disentir con muchas de las decisiones de Santiago... Seguido. La convivencia se complejiza cuando los días pasan y la adaptación no se produce... "El campo" relata con cuidado detalle el devenir de los hechos en la pareja, focalizando la mirada en lo vincular. Aunque sin dejar de lado el marco donde se da, es decir, el espacio rural que funciona como medio donde se mueven los protagonistas. Es cierto que la atmósfera importa, pero no hay que dejarse atrapar por ella: lo importante se da en la intimidad del matrimonio: es ahí donde hay espacio por explorar. Dentro del mismo, hay índices que ayudan a entender la naturaleza de cada discusión... Las actuaciones de Sbaraglia y Fonzi son impecables. Sin ellos, no se podría contar esta historia. Su química es desbordante y el imán que generán desde la pantalla sostiene el metraje para quienes no están acostumbrados a este tipo de peliculas. Es cierto que Belón sabe transmitir y cuenta con un equipo técnico de primera, en el que se destaca la dirección de fotografía, central para retratar el ámbito donde esto los hechos se suceden. En el debe, la película se toma un tiempo excesivo para narrar ciertos eventos, en los cuales el espectador es capaz de anticipar la resolución. También hay un desgaste en esta "espera" que el público "tradicional" sufre, quien aguarda una direccionalidad que a la larga el film no le va a dar...(es decir, muchos elementos utilizados -la señora mayor de presencia oscura, por ejemplo-, se corresponden con otras asociaciones de género). "El campo" es un película que (definitivamente) hay que ver libre de influencias y que cobra fuerza si lo ves, como un complejo drama familiar, antes que cualquier otra cosa.
"Anima Buenos Aires" es un proyecto de dificil evaluación. Nacido como un eje sobre el cual giran historias relacionadas con nuestra capital, lo cierto es que claramente es un producto que no se ve corrientemente en salas. Lo cual, si bien es un plus, hace que el público que menos arriesga, se pierda de acercarse al film... Desde el punto de vista técnico, son innegables sus valores: cada corto (son 4) es diferente del otro según el artista detrás del atril, y su factura es original (al menos para los habitués del cine comercial) y fresca, están unidos por una animación simpática (un par de bailarines sobre un esténcil que van moviéndose por las paredes y calles de Buenos Aires) y su banda de sonido es Obelisco puro... Música ciudadana al cien por cien para ambientarnos a cada momento. Un placer. Decíamos que "Anima..." está integrada por cuatro cortos, pensados para reflexionar sobre el distintos aspectos de la vida que llevamos en este espacio. El primero es, para nosotros, el mejor: "Meado por los perros", una hilarante historia cuyo protagonista es un carnicero al que las cosas se le complican con la llegada de un gran supermercado a su barrio. Dirigido por Pablo y Florencia Faivre, este trabajo es el más logrado, no sólo por la comicidad emanada desde las animaciones, sino por la aguda reflexión social sobre las conductas frente a las transnacionales que acaban con el comercio minorista. Basta escuchar el discurso que sale de la Spica para darnos cuenta que lo que más nos impacta del relato es justamente, lo fácil que lo relacionamos con recuerdos muy cercanos... El segundo, "Claustrópolis", de Pablo Rodríguez Jáuregui es la historia de un solitario niño que vive en Retiro (en un lugar emblemático de la ciudad) y que a partir de su curiosidad por una niña que pinta graffittis, se lanzará a descubrir las calles de nuestra ciudad, en un viaje colorido y naif, un poco más extenso que lo aconsejable. A favor de esta historia, hay que resaltar la reconstrucción de barrios muy tradicionales aunque los viajes en subtes tengan más licencias de las permitidas... Sobre todo para el público que no conoce Buenos Aires. Luego viene "Bu-bu", bastante sombrío y con narración en off de Horacio Fontova. En esta oportunidad, la historia girará en torno a la vida de un delincuente y seremos testigo de un importante racconto luego de una balacera que podría acabar con la vida del protagonista. El registro es fuerte, muy de historieta clásica y con una impronta marginal interesante... Para cerrar, una bien de melodrama porteño: "Mi Buenos Aires Herido", con la firma de la directora y de Caloi, nada menos. Esta última es muy familiar (hemos crecido con los dibujos del maestro) y es una clásica representación del dolor por sufrir mal de amores, de las que el humorista de Clarín trae en sus trabajos. Bien lograda, arrabal puro y oposición al progreso, algo más tradicional y cercano al público, el relato que pone moño al film está acorde a los antecedentes de sus dibujantes, sin dudas. Debemos entonces decir que "Anima Buenos Aires" es una muy buena película, que asume riesgos inherentes a su naturaleza, descolla en lo técnico y es entretenida (aunque un poco larga en algunas historias) . En el análisis fino hay que aclarar que quienes siguen a estos dibujantes, la disfrutaran mucho, pero en caso de ser su primera experiencia con la animación de este tipo, quizás en algunos tramos les resulte un tanto árida. No importa, más allá de sus desniveles (obvios porque son 4 propuestas distintas) el resultado es promisorio. Por más porteños en su tinta!