Pura química! No tuvo suerte "Friends with benefits". Es la tercera comedia romántica que gira sobre el mismo tema en poco tiempo, ya hubo este año otras dos (una con Natalie Portman y Ashton Kutcher, la otra con Anne Hathaway y Jake Gyllenhall) similares, que si bien tenían matices, iban hacia el mismo lugar. O sea, es una historia que puede que no atraiga a quien han visto las anteriores. Corre en clara desventaja. Pero... La tercera, amigos, por esta vez, fue la vencida. La más divertida y la que ostenta la pareja con mejor química es "Amigos con beneficios", sin dudas. Dirigida por Will Gluck, de quien no tenemos antecedentes que lo destaquen en particular, esta comedia romántica viene a hacer ruido. Está correctamente actuada y cuenta una historia divertida. Bien. No esperábamos mucho de una película que tenga a Justin Timberlake en su protagónico pero... La vida te da sorpresas no? El tipo está justo y mantiene el nivel que logró alcanzar en "The social network", claro, en otro registro. Dylan (Timberlake) vive en LA. Tiene talento y una empleada hábil para descubrirlo, desde la otra punta del Gran País del Norte (New York), Jamie (Mila Kunis), lo convence de aceptar una oferta en trabajo en su revista, la prestigiosa GQ. A poco de su arribo a la Gran Manzana, ya sabemos que los dos se gustan mucho. Son jóvenes, inteligentes, abiertos... Pero... Vienen de sendas rupturas amorosas y al pasar algún tiempo juntos deciden probar tener sexo pero sin vincularse afectivamente. Sabemos que esto es más que común en nuestro tiempo, así como también las dificultades para sostenerlo en el tiempo. La cosa es que Dylan y Jamie comparten trabajo, juegos, salidas y charlas y van descubriendo que algo les pasa, por lo cual cuando llegue el momento de abordarlo, más allá de la explosiva relación física que los une. Habrá entonces que dinamitar los acuerdos previos que ambos hicieron y empezar de nuevo... o no. Es convencional. Muy. ¿Dónde está entonces la gracia? Bueno, para empezar, Timberlake se ríe todo el tiempo de sí mismo (sabían que él es cantante no?), es muy gracioso verlo tararear una canción y que Kunis le tape la boca (la amamos por eso!), como también se ridiculiza mucho con los cuadros musicales que evocan a Kriss Kross (un chico rapero de los 90, si mal no recuerdo). Luce relajado, ocurrente y plástico. Se lo ve cómodo. Y Mila es un huracán. Ya sabemos que es una mujer seductora (recuerden "Black swan" este año), pero aquí la verán sarcástica, divertida y bella, en un estado casi natural. Entre los dos encienden la pantalla en las tomas de cama, que aunque están hecha con sentido cómico en su mayoría, despiertan los suspiros de la platea (masculina y /o femenina). La película es muy "tech". El personaje de Dylan domina todos sus gadgets y le pone bastante color a la cosa, lo cual hace que lo que parece convencional, luzca ligeramente diferente. Ambos (Kunis y él) tienen papás muy especiales (ella Patricia Clarkson y él, Richard Jenkins) que acompañan los momentos en que la energía baja y afloran las emociones. En ese sentido, la película es equilibrada. Hay mucha adrenalina en la relación pero cuando llega el tiempo de las definiciones, nos regala exquisitas (si, increíble no?) secuencias de padre /madre / hijo / hija que sensibilizan y le dan vuelo al film. No es que deje de ser una comedia romántica común estilo Hollywood. Sigue siendola. Pero tiene sus cosas. Está muy bien lograda, tiene una gran banda de sonido y sus protagonistas destilan química y fluídos durante toda la proyección. Me gustó. Dentro de su género, hasta les diría que es levemente superior a sus antecesoras. Si van de a dos, seguro que la van a disfrutar mucho...
Perdidos en el espacio (en todo sentido!) "Apollo 18" viene acompañada de una importante campaña publicitaria, cosa extraña si tenemos en cuenta que fue un film barato, en términos de lo que la industria mueve hoy en día. La idea de su director, el españolísimo Gonzálo López-Gallego, era la de contar su historia al estilo falso documental. Digamos, una especie de híbrido al estilo "Blair Witch-Project", "Paranormal Activity", "Cloverfield" e incluso "Rec", todas cintas donde primaba el suspenso, veíamos poco e imaginábamos mucho. Siempre reconozco y saludo a quienes se atreven a filmar en esas condiciones (con presupuestos tan pequeños y equipamiento básico), por lo cual, si bien no son de mis favoritas, en general me tomé el trabajo de verlas todas. (Sí, ya sé, hay otras también hechas con muy poco dinero que son de culto, "El mariachi", de Robert Rodríguez, por ejemplo, pero no pertenecen al género). Aquí, se vende "Apollo 18" por el lado de la ciencia ficción, apoyados en el fuerte nombre que identifica la serie de misiones especiales enviadas a fines de los 60 por Estados Unidos en la llamada "carrera espacial"... Para fortalecer este vínculo y dar un marco de "credibilidad", se utilizaron algunos minutos de material real autorizado por la NASA sobre el programa en cuestión. Recordemos que en 1974, el programa se dio por cancelado y siempre quedó flotando en el aire la duda de porqué no se siguió enviando misiones humanas a la Luna. Utilizando este gancho, "Apollo 18" busca hacerse fuerte en esa rendija histórica y se nos presenta como la "misión que nunca supimos que existió", para desde ahí traernos la historia de tres astronautas y los devenires de su alunizaje en aquel desconocido territorio. El objetivo de la misma era montar un dispositivo que permitiera detectar los eventuales lanzamientos misilísticos soviéticos, de manera de repeler el ataque a la brevedad. El guión, a cargo del también debutante Brian Miller nos pone en viaje junto a la tripulación de aquella expedición. Ellos (los "innombrables", nunca sabremos cómo se llaman!), a saber, el trío conformado por Warren Christie, Lloyd Owen y Ryan Robbins, parecen un poco inocentes, sobre todo porque desde la butaca, enseguida percibimos que desde la Tierra, se sabe mucho más de lo que se les dice... Los hombres en cuestión alunizan sin mayores dificultades, pero cuando comienzan a hacer sus tareas descubren que algo no está del todo bien allá arriba... Quizás, estén acompañados y no por seres humanos precisamente... No se puede contar mucho más de la historia porque básicamente es eso. Mucho clima (hay esfuerzo por recrear incluso el grano mismo -en la fotografía- de la transmisión televisiva original de esa época), una cuidada reconstrucción de la nave y las clásicas escenas donde los ruidos, los giros y las expresiones son protagonistas. Christie, Owen y Robbins sostienen la película apoyándose en ellos. Sí, está bien, hay desesperación y miedo conforme van descubriendo los secretos del lado oscuro de su trabajo, pero quizás por el registro elegido (el tema del documental), no generan el efecto deseado. Todo es frío e impersonal, incluso las crisis graves que comienzan a aparecer cuando las cosas no salen como se esperan... Indudablemente una escuela establece un paradigma y partiendo de él, se van desprendiendo propuestas que funcionan como matices del tronco central. Eso es, justamente "Apollo 18". Una variación de algo que ya vimos y que no termina de despegar en ningún momento. Funciona sólo si son fans de films al estilo "Paranormal Activity", de lo contrario no me parece que sea del gusto del espectador corriente.
Get Smart! Neil Burger es un cineasta graduado en Yale que tiene un título importante en su filmografía ("The ilusionist") y otros un tanto mediocres ("The lucky ones", "Interview with the assassin" con el que debutó- inédito en América Latina y ganador de muchos premios, a mi juicio sobrevalorada-). Su estilo de dirección es metódico, arriesgado y siempre su cine busca cuestionar lo verídico y lo irreal en contextos críticos y fantásticos. Bajo esa marca y encuadrado en esa premisa, nos llega este intenso thriller farmacológico llamado "Limitless". Película interesante a priori, que arranca para alquilar balcones pero que a juicio de este cronista, no cumple con todo lo que promete... Eddie Morra (Brad Cooper, el carilindo de "The Hangover") es un escritor en crisis. Tiene un contrato para terminar un libro pero está bloqueado para hacerlo. Se lo ve desalineado, nervioso, frustrado... Le val mal. Está bien, tiene una novia linda y talentosa, Lindy (Abby Cornish, recientemente vista en "Sucker Punch") pero no consigue encarrilar su vida. Cierto día se topa con su ex cuñado (Eddie ya estuvo casado de joven) y éste, al verlo, entiende rápidamente los problemas por los que está atravesando. Saca de su bolsillo una pastilla pequeña y se la ofrece, advirtiéndole que nada, nada volverá a ser igual después de probarla. Lo cual es, en términos cinematográficos, absolutamente cierto. Cuando Eddie toma la droga su cerebro comienza a funcionar al 100% (recordemos que los humanos no usamos ni el 30% de la capacidad del mismo en condiciones normales). Todas sus luces se encienden y su vida cambia del día a la noche. Logra terminar su novela, piensa con precisión, anticipa reacciones de la gente, maneja gran volumen de información al mismo tiempo... Eddie se vuelve un superdotado. Claro, siempre y cuando sepa reponer la dosis correspondiente cuando la misma deja de hacer efecto. Al parecer el fármaco en cuestión (NZT) es de carácter experimental y fue sacado del laboratorio de manera ilegal... Lo cual hará difícil conseguirlo una vez que se acabe. "Sin límites" será entonces un trip de alta velocidad donde todo, pasará rápidamente. La cabecita de Eddie va a mil y tratamos de acompañarla a la misma velocidad, lo cual a veces nos deja un poco en el aire, ya que los recursos fotográficos aplicados para activar esa sensación son (a mi juicio) usados demasiadas veces y cansan al espectador. La cinta maneja dos paletas, un tono para la vida gris y oscura del protagonista sin la droga y otro brillante y a colores cuando consume la mágica pastilla (ustedes saquen sus conclusiones!!!!)... Eddie ascenderá socialmente y se topará con un magnate sin escrúpulos llamado Carl Von Loon (Robert De Niro, en un rol chiquito y apagado), con quien harán negocios peligrosos sólo aptos para mentes brillantes y billeteras arriesgadas. Todo esto, mientras varios grupos lo siguen para conseguir el secreto y la fórmula del fármaco y quitarsela de malos modos... El guión está basado en un libro del irlandés Alan Gynn, "The dark fields", en el que la historia es bastante más sombría que este ejercicio cinematográfico. Más allá de eso, entendemos que la NZT funciona como una forma alegórica de referirse a la necesidad de incorporar agentes químicos en la vida moderna, para volvernos eficientes, competitivos y sentirnos plenos en el desarrollo de nuestras facultades. No hay droga que genere lo que Eddie vive en la pantalla aunque hay algunas (la lista aparece en sitios especializados) que generan parte de los efectos que la cinta muestra. Burger no hace hincapié en eso, creemos, sino en brindarnos un producto que entretenga, por sobre todas las cosas. Apunta a eso y lo consigue, aunque hay cuestiones que el guión resuelve que no parecen acertadas. Cooper es muy simpático y está bien en su rol, pero me queda la impresión que para ser un thriller le falta fuerza. Y le sobra ritmo. Para mostrar los efectos de la droga, dijimos que el film se aceleraba no?, bueno, eso opera en contra de la trama al hacerla liviana y sin profundidad (los climas se van desdibujando porque cuando los querés aprehender se los ve desde el espejo trasero a mucha distancia). Que se entienda, "Sin límites" es una película que se deja ver y se disfruta, pero no es un producto redondo. Podría haber sido una enorme película si se hubiese podido "parar la pelota" y hacer jugar al equipo, en vez de impulsarla para arriba sin tomarse el tiempo para tejer el entramado necesario que acreditan los films que dejan huella...
Medidas desesperadas Tenía mucha expectativa de la llegada de "Habemus Papam" a la Argentina. Todos conocemos a Nanni Moretti ("La stanza del figlio" y "Il caimano", los que más me gustaron) y su ironía y habilidad para retratar algunas cuestiones sociales, familiares y juveniles. Su estilo roza el sarcasmo en gran parte de su obra y la impresión que tiene el espectador es fresca, intensa y satisfactoria al acceder a su filmografía. Aquí veremos una película divertida y ácida acerca de un hombre (bue, no "cualquier" hombre, sino un alto funcionario de la Casa) ungido Papa, a quien la responsabilidad lo desborda de tal manera que pondrá en jaque el destino del Vaticano con una particular huída. Film, debemos decir, que no cuestiona los dogmas de la Iglesia, sino que explora cómo ciertos grupos e instituciones en crisis resuelven cuestiones delicadas referentes a su funcionamiento. Moretti arranca con los funerales del anterior Papa (buenas imágenes de archivo para esto) y atrae desde lo visual por su bella fotografía de la situación. Este será uno de los puntos fuertes del film, el trabajo de reconstrucción de los pasillos del Vaticano es excelente y nos sumerge de lleno en la historia. Hay que elegir sucesor y parece que nadie tiene muchas ganas de convertirse en la máxima figura de la Iglesia Católica. Luego de las consabidas ruedas de elecciones, (muy bien recreadas) surge el nombre del sucesor: el cardenal Melville (Michel Piccoli). El problema es que, a poco de ser electo, el nuevo Pontífice sufre un ataque de pánico justo antes de dirigirse a la multitud que espera en la plaza, por lo que el conciábulo de asesores decide traer a un psicoanalista para que ayude al Papa a superar sus dificultades. Claro, el hombre que llega es el mismo Moretti, en la piel del hombre que estudia la mente humana, encargado de traer equilibro a la delicada situación. Pero claro, en esa vuelta, Melville es llevado a ver a otro profesional, fuera del Vaticano y luego de una buena y cálida sesión de terapia, decide burlar la seguridad y escaparse, a caminar un rato y a reflexionar sobre la vida... De más está decirles el soberano lío que se arma en el Vaticano cuando se dan cuenta de lo sucedido. Es ahí cuando el psicoanalista deberá agudizar su ingenio para contener al grupo de cardenales y pensar en estrategias que descompriman la presión grupal mientras reaparece el perdido líder. Mientras, el flamante Papa anda suelto por las calles de Roma buscando cumplir algún viejo anhelo y redescubriéndose como ser humano. "Habemus Papam" es una película bien pensada, honesta y curiosa. No elige un tono estridente para preguntarse el porqué este hombre se niega a ser el representante de Dios en la Tierra (según la doctrina religiosa correspondiente), sino que pone la cámara para seguirlo y descubrir sus aspiraciones e intereses en su condición más simple: la de ser un hombre de fe enfrentado a una tarea titánica, representar a un nutrido rebaño. Moretti está tan interesado en que quede claro su posición que hasta decide protagonizar el film, para que a nadie le quede duda que ese psicoanalista que interpreta, es su alter ego jugando a mover las piezas en el mismo escenario donde transcurre la acción. Y si bien ve a la Iglesia y a sus miembros como rígidos y ritualistas, también los rescata en su dimensión social y humana, en situaciones donde ellos dejan de lado la solemnidad de sus roles y se predisponen a elaborar su angustia por el líder formal que los ha abandonado. Quizás algunos colegas piensen que el registro del film podría haber sido mucho más irónico de lo que es, y coincido, que en manos de otro director, esto podría haber sido así. Me parece que, a diferencia de otros trabajos de este cineasta, este es súper accesible para el gran público. Es ameno, simpático y entretenido. A todos los católicos (practicantes o no) les interesa curiosear en los momentos en los que la Iglesia Católica elige sucesor, así que partiendo de ese gancho, el director nos conduce a un relato emotivo y ligeramente sarcástico sobre la manera en que algunas elecciones llevan tiempo para ser asimiladas. Muy buena película, directa y atractiva a todas las luces...
Política, universidad, negociados y militancia Ya han corrido ríos de tinta sobre "El estudiante". Muchos colegas dicen sin dudar, que es "la mejor película argentina del año". Otros, piden su nominación para que nos represente en los premios de la Academia. Dudé mucho sobre escribir de ella, no iba a hacerlo...pero creo, que una opinión más, suma, y en este caso particular tiende puentes con la realidad comercial a la que se enfrenta este gran film de Santiago Mitre. Desde ya, si son cinéfilos de ley, lo que cuento aquí no es novedad para ustedes. Pero como nuestro público no es sólo gente del ambiente, es bueno que ellos sepan algunas cosas sobre "El estudiante". Primero, está filmada en HD digital, su presupuesto de producción fue muy bajo, recibió menciones y reconocimiento en el BAFICI y también en el festival de Locarno este año y la opinión unánime de los periodistas especializados la unigieron como lo mejor de nuestra producción local en mucho tiempo. Distribuirla fue un tema. No tiene copias en 35mm (¿El INCAA dispone de presupuesto para convertirla?) Sólo pueden verla esta semana hasta el 5 de setiembre en la sala Leopoldo Lugones (4 funciones diarias) y luego hay exhibiciones los fines de semana por la noche en el Malba y en la misma sala. Una pena, pero no consideramos que es un estreno propiamente dicho (ni siquiera llegó al Gaumont, por ejemplo) aunque sí vamos a coincidir en lo general, que es destacar sus valores y sólidos argumentos fìlmicos. Es un drama político potente, atrapante aunque, según mi apreciación, un poco largo y cíclico en su desarrollo. Santiago Mitre (ex coguionista de Pablo Trapero en trabajos anteriores), su director, investigó mucho sobre el tema que presenta. No se hace una película de este calibre sin dominar el escenario por completo hasta en sus más oscuros recovecos. Logró una radiografía perfecta (sí, así, con todas las letras) de cómo funciona la política en los claustros de la Universidad de Buenos Aires. Todos los que pasamos por sus aulas nos quedamos admirados de la precisión con la que Mitre compone cada cuadro: sabe, conoce y va más allá, porque las usa como marco, para contar una historia atrapante sobre las encrucijadas de la militancia en los jóvenes que transitan sus abarrotados pasillos. Roque Espinosa (Estaban Lamothe), llega a Buenos Aires para retomar sus estudios universitarios. Es la tercera vez que lo hace, con lo cual, a los pocos minutos de metraje ya tenemos un dato importante: Roque busca algo más que estudiar, sus condiciones naturales no están relacionadas con lo intelectual. El tipo es un intuitivo. Tiene panorama, visión y gran sentido de la oportunidad. No tiene una gran oratoria, pero sabe como acomodarse con los que sí la tienen. Mientras comienza su cursada, percibe que su lugar podría estar en la política. La UBA ofrece un amplio abanico de ofertas en ese sentido y él buscará alinearse con gente que le permita ir escalando en dirección a su objetivo, ser un referente de peso en el armado partidario y vivir de su actividad. Nuestro "estudiante" se le pegará a una profesora, Paula (Romina Paula) ayudante de cátedra, para comenzar a militar en la agrupación Brecha. Se vincularán afectivamente y en ese devenir, tendrá su primer contacto con Acevedo (Ricardo Félix), docente de prestigio que actúa como consejero del grupo de Paula y hombre que también busca su lugar en estratos superiores. Los tres atravesarán un sinuoso camino para llegar a donde quieren llegar. La película cuenta el cómo y lo hace de una manera atrapante. Parece un thriller, por momentos, por lo bien contado que está y el suspenso trepidante de algunas escenas. Pero no hay que clasificarla así porque la película se resiste a los rótulos. "El estudiante" es un film potente, agudo y radical: dice lo que piensa siempre. Le pone palabras, gestos o acciones, pero nunca se queda en medias tintas. Muestra descarnadamente la división entre los ideales de la militancia pura (desde lo ideológico) y su confrontación con la experiencia de la negociación, vital a la hora de los acuerdos políticos. Santiago Mitre explora sus personajes con dedicación y los deja crecer (en todo sentido) y vincularse con sus anhelos más íntimos. Su elenco hace carne su guión y logra que el espectador se sumerja en las complejas cavilaciones de su trama. Todos somos estudiantes y transitamos esos largos corredores cargados de pancartas y pintadas. En ese sentido, pocas veces una película argentina logra ese efecto: la sala se vuelve un claustro y todos estamos expectantes al desarrollo de los vaivenes de la cátedra... El único punto en discusión con mis colegas es su duración. Creo que la película es un poco extensa y para quienes no transitaron los pasillos de una universidad como la que la historia presenta, se hace larga. De cara a algún tipo de salida en 35 mm, quizás unos minutos menos estarían bien. También para reforzar sus chances en el afuera, porque el principal problema es que "El estudiante" es muy específica. Es la historia del nacimiento de un puntero político, (como la que la gente ve en TV en Argentina) pero su contexto es mucho más demandante para el público medio y representa un gran desafío hacer su llegada masiva. Vuelvo a decir, es una enorme película, pero para que la gente la haga propia (hasta ahora, los críticos la han adoptado como emblema del cine que queremos ver), hace falta un largo camino y quizás esa no sea la convicción de Mitre, luego de analizar sus posibilidades. Indudablemente, es cine arte y creo que un ajuste del corte final podría (como el pasaje a fílmico) ayudarla a ganar audiencia. Que es en definitiva, lo todo cineasta quiere (supongo), que a su trabajo lo vea la mayor cantidad de gente posible.
El tiempo... pasa (incluso en el cine de Leigh) Debo confesar que a mi me encanta este cineasta británico. Es uno de los pocos en el Reino Unido, que se ocupa de centrar el lente en lo que pasa en la clase media. En general, de esa geografía tenemos siempre, una versión casi artistocrática (historias de la realeza, o de espías con mucho glamour, etc) y otra marginal (onda Trainspotting, sin ir más lejos). Pocos atienden a lo que le pasa a la mayor parte de la población de ese lugar, que está compuesta por gente culta que vive su vida de una manera que pocas veces vemos cinematográficamente. Mike Leigh acentúa su dirección en gente amena, rica en matices, pero que transita por la vida con la típica flema inglesa: organizada y pausadamente. Su último trabajo ha sido muy discutido por sus detractores ("Happy Go Luck") aunque a mi me encantó. No hay vez que no me enganche a volver a verla cuando la repiten en el cable. Tenemos la suerte de haber entrado en contacto con la cultura británica en profundidad (por esas cosas de la vida y la docencia), y este cine es referencia obligada para describir que pasa en gran parte de esa tierra. Llega a nuestras salas, lo último de Leigh, "Another year", trabajo nominado al Oscar 2010. No es de lo más accesible, directo y colorido de este director, pero tampoco es un film mediocre, como mucha de la prensa piensa. Se encuentra en la franja del medio, en cuanto a calidad, si lo comparamos con sus trabajos más fuertes ("Secretos y mentiras") aunque su ritmo es demasiado pausado para los estándares comerciales que se viven hoy en día. A este director no le interesan los efectos especiales, los encuadres veloces, no. Para nada. El se preocupa por ubicar a sus personajes en un contexto y... dejarlos fluir. Su técnica es particular y se dice de él que muchas veces no hay resolución de los guiones hasta bien entrado el rodaje, ya que su manera de trabajar es ir tomando los emergentes que sus actores le dan en relación con lo que experimentan. Si, el hombre es un outsider. En esta oportunidad y como dice el nombre de su obra, veremos lo que sucede, a lo largo de un año en la historia de un matrimonio y su grupo de amigos. No es, cualquier matrimonio. Son abiertos, cálidos, se preocupan por el semejante y están en la etapa de la vida donde tienen una visión de las cosas que los hace lucir serenos, no importa la circunstancia que atraviesen. La pareja central está conformada por Tom (Jim Broadbent) y Jerry (ah, no, cómo era...? Sí, perdón!), no, digo Gerri (Ruth Sheen). Llevan muchos años de casados, uno hace estudios sobre terrenos (es geólogo) y su mujer, asistente social en un hospital. Viven su madurez (tendrán unos 60 años) y la pasan bien, tienen una huerta... Disfrutan sus trabajos. Y les encanta recibir y agasajar a su familia y amigos. Cada tanto algún amigo (y su hijo también, por supuesto), tiene algún problema, simple, accesible y cae por su casa para ver cómo Tom y Gerri lo orientan (o simplemente lo contienen) en su búsqueda de solución. El film está estructurado en 4 estaciones y cuando vamos abriendo su portada, uno de los secundarios se va convirtiendo en el protagonista "acotado" de ese segmento, ya que ese período gira sobre su problema. En ese sentido, Leigh deja lucirse a quienes son los verdaderos baluartes de la película (la pareja central pareciera como que... ¿modera?), entre ellos a los enormes Imelda Staunton, Peter Wigh y Lesley Manville. Todos tienen un episodio donde se lucen (siempre dentro del registro casi naturalista y cotidiano del director) y enriquecen el desarrollo de este año que pasa. No muy rápido para el público que no conoce el cine de Mike Leigh. Son 129 minutos lindos, para los que les gusta este tipo de cine, pero que pueden cansar al espectador ocasional. Si me preguntan, creo que es una buena película dentro de lo que siempre propone este cineasta. No para cualquiera, eso sí. Se deja ver, aunque su metraje desde algún lugar me parece un poco excesivo... Aprobada, aunque con reservas.
El sí no es tan fácil a veces! Después de una hábil campaña viral en la red y de mucho marketing bien pensado, llegó finalmente a las salas “Mi primera boda”, el esperado segundo film de Ariel Winograd (el primero fue, recordamos, “Cara de queso”) protagonizado por Natalia Oreiro y Daniel Hendler. Producido por Axel Kuschevatzky, conocedor del medio, era esperable una apuesta fuerte a todo nivel. Nuestro cine no se caracteriza por generar comedias románticas populares e inteligentes, así que a la hora de construir el guión, no había que errar ni una nota para lograr un pleno (llegar a la segunda semana con muchas salas proyectándola, hecho poco corriente para pelis argentinas). Era una apuesta arriesgada. Claro, no sólo se necesitaba un buen libro, sino también un elenco completo que fuera capaz de ampliar los posibles horizontes de llegada y abarcar a la mayor cantidad de potenciales espectadores. En “Mi Primera Boda”, todos los sectores de la butaca se sienten representados. Hay adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, todos con un similar y significativo nivel de participación en la trama central, lo que le da un espectro a la cinta, muy singular. Es una realización cuidada estética y argumentalmente. Nada fue dejado al azar y eso se nota en el equilibrio que el film muestra en todo momento. Durante la extensión del relato nos sumergimos en el mordaz y medido delirio de una comedia típica americana, pero cuando nos acercamos al clímax, aparece el toque de nuestra idiosincracia a pleno. Es un blend raro, dirían los que estudian el arte de las infusiones. Pero tiene buen aroma, se deja degustar y deja un agradable sabor en el paladar cuando se ha bebido la última gota. Adrián (Daniel Hendler) no tiene muchas ganas de casarse, pero empujado por Leonora (Natalia Oreiro), organiza una súper fiesta en una quinta alejada de la civilización (dato importante). Son el agua y el aceite, profesan religiones diferentes y piensan una boda original, oficiada por un rabino y un sacerdote católico, para dejar a ámbas familias contentas. En una malabarismo tonto, Adrián en los primeros minutos de proyección pierde el anillo de Leonora (antes de la boda) y no tiene mejor idea que sabotear la fiesta hasta dar con el mismo, para evitar el enojo de su futura esposa… Hendler nos trae su habitual humor agudo y calmo en el rol del torpe novio; Oreiro en cambio, es un torbellino. Compone una mujer decidida (y algo dominante) que no quiere dejar nada librado al azar (se ocupa hasta de las propinas de los mozos antes de que empiece el servicio!!!), la actriz uruguaya se irradia carisma durante toda la historia y brilla durante el cierre, donde muestra todo su oficio hasta redondear uno de sus mejores trabajos en el cine. Hay química en la pareja, aunque a veces parece desbalanceada (demasiada energía en ella y excesivo control en él), logran convencernos de que son gente común, que se quiere y que está en problemas. Graves problemas! “Mi Primera Boda” crece por el ajustado protagonismo de sus secundarios. Un lujo. Empezando por el sorprendente primo de Adrián, Fede (Martín Piroyanski, quien es el mayor acierto del film) y siguiendo con la sapiencia de Imanol Arias quien aporta toda su madurez a un ex novio de Leonora ,antagonista intelectual y seductor que aporta lo suyo a las peleas y discusiones durante la jornada. No se quedan atrás, Muriel Santa Ana (como la mejor amiga de la novia) y el dúo dinámico de pastores, Marcos Mundstrock y Daniel Rabinovich, los dos en diálogos desopilantes que se van mechando durante la trama (son víctimas de un engaño de Adrián) y que reflexionan con simpatía sobre las religiones que profesan. Su contrapunto arroja excelente reacciones en la platea y aporta la nota de color saliente de la cinta. En el haber, nos hubiese gustado un personaje masculino que tuviera matices más intensos que Hendler (creo que se quedó corto a la hora de expresar la emoción, sinceramente) y quizás alguna escena más destacada para los amigos del novio (Sebastián De Caro & Co), quienes amagan para descontrolar al estilo "The hangover", pero nunca despegan, por lo corto que se quedan sus líneas. Linda fotografía (subraya lo radiante que está Oreiro en este momento de su vida) y divertida banda de sonido terminan por conformar un producto sólido por donde se lo mire. Hace unas semanas, con "Guelcom", decíamos que había que hacer mucha comedia romántica para dominar el arte. Bueno, Winograd nos replicó en silencio con su trabajo. Apta para todo tipo de público y hecha por un puñado de gente talentosa que sabe de nuestra industria, "Mi primera boda" marca un camino que esperamos el cine nacional recorra a la hora de acercarse a lo masivo, conservando calidad.
Las víctimas de la post-guerra La historia en la que se basa "The whistleblower" es dolorosamente real. El tráfico de personas es una industria en crecimiento en todo el mundo y este film denuncia con firmeza una situación que amenaza cobrar mayor escala si no se arbitran los medios para detenerla. Pasa en la devastada Europa del Este, pero también sucede en América Latina y en particular, en nuestra tierra. El guión de esta producción se sustenta en la investigación que Kathryn Bolkovac, policía de Nebraska que integraba una fuerza de control de la UN, hizo sobre el tema en Bosnia, hacia el año 1999. Ella denunció connivencias entre los mafiosos que traficaban personas, los mandos policiales locales y los funcionarios y diplomáticos puestos por los organismos internacionales. El resultado es un thriller inquietante cuyos valores superan la media a la que estamos acostumbrados. Bolkovac (Rachel Weisz) es una mujer polícia que ama lo que hace. Su vida personal es complicada, viene de dos divorcios y le cuesta nivelar la pasión por su actividad con sus relaciones. Tanto es así que el juez que actúa en su última separación le da la tenencia de su única hija a su ex esposo. Para peor, él decide irse a vivir a otra ciudad (Atlanta) y llevarse a la niña, lo que hará que Bolkovac deje de verla. Ante esta perspectiva, la oficial buscará el traslado laboral pero éste le será denegado. Sin embargo, el superior que le da la noticia, le ofrecerá algo tentador: unirse a las fuerzas de control (paz) de Bosnia, bajo la órbita de las Naciones Unidas y recibir un salario de 100000 dólares semestrales. Con ese dinero, ella podría mudarse en un tiempo corto cerca de su hija. Ella acepta y viaja a hacer el trabajo con la convicción de que volverá pronto. Sin embargo en tierras europeas, se destacará por su laboriosidad y entrega profesional rápidamente, lo cual llamará la atención de Madeleine Rees (Vanessa Redgrave), jefa de la oficina de Asuntos de Género de la UN. Esta mujer le propondrá otra tarea, de mayor sueldo y jerarquía, pero sobre todo, la posibilidad de hacer algo con la desprotección que viven las mujeres de la post-guerra: abuso, tráfico y violencia doméstica. Bolkovac se pondrá a trabajar con su habitual entrega al tema y se topará con un bar donde hay trata de personas: usan a las jóvenes (en el libro original, cuenta la autora que son mucho más chicas que lo que vemos en el film) como prostitutas para entretener a todo extranjero y local que lo solicite. De ahí es más, veremos como la investigadora se va enfrentando con distintos niveles de protección (recordemos que los extranjeros en ese contexto tienen inmunidad) y un visible quite de colaboración sobre su accionar. En esa red hay muchas conexiones poderosas que reaccionan frente al ataque y quieren separarla de su búsqueda...Pero a pesar de ello, Bolkovac tratará de rescatar a las sufridas adolescentes que claman por su liberación. Tarea, que como ya se imaginarán, no será nada fácil. La canadiense Larysa Kondracki hizo, sin dudas ,un sorprendente debut con este relato coescrito por ella y Eilis Kirwan sobre el testimonio original de Bolkovac (pueden buscar, si el tema les interesa, el que la ex-policía escribió junto a Cari Lynn: "The whistleblower: Sex trafficking, Military Contractors and One Woman's Fight For Justice", de este año). La película tiene mucho clima de documental (lo cual le da mucha credibilidad a cada escena) y se potencia con la sorprendente actuación de Rachel Weisz en el rol principal. La ganadora del Oscar hace todo bien. Usa los registros adecuados, vibra ante cada conflicto y abre su humanidad como nunca antes, lo cual hace que la audiencia se identifique de inmediato con su lucha. No es una heroína clásica, sólo es una mujer con problemas, que se compromete con el trabajo que hace e intenta mitigar el dolor de sus semejantes. Sí, ya se, son los papeles que mejor le sientan a Weisz ("The Constant Gardener", por ejemplo) asi que eso era, en cierta manera, previsible. Enorme tarea. El resto del cast no se queda atrás. A pesar de la fuerza que concentra todas las miradas (la protagonista), los secundarios se lucen en sus roles. Sólo le basta aparecer un rato a David Strathairn para dejar en claro su jerarquía (en el rol de Peter Ward, analista y jefe de Bolkovac). También aportan luz a la sordidez del relato, dos actrices prácticamente desconocidas para mí. Por un lado, la sufrida Raya (joven ucraniana que es el eje del relato estrictamente policial), jugada con acierto por Roxana Condurache y su mejor amiga, Irka, en la que se luce la hermana misma de la directora, Rayisa Kondracki. Ambas están muy bien y se destacan con las pocas líneas que les toca traer: hay mucho trabajo corporal en estas composiciones y se nota. "La verdad oculta" tiene reminicencias muy lejanas a " Sérpico", "All the President's Men" y "Erin Brokovich". En todas ellas se habla del tema de las conspiraciones políticas y cómo los intereses económicos prevalecen sobre las buenas intenciones, siempre. No es éste un thriller de escritorio, debo advertirles. Hay mucha violencia y escenas jugadas que conmoverán a la platea. Sí hay que saludar su estreno y acompañarlo, porque la temática que aborda (el tráfico de personas es la industria de mayor crecimiento delictivo en los últimos años) es muy serio. No debería dejarla pasar, un gran estreno.
Inevitable, marcado retorno de la franquicia Es muy difícil hacer una crítica de un producto que va por su quinta entrega, en una saga cuya característica saliente es la no-innovación. Excepto, claro, el tema del 3-D en las dos últimas entregas, con la novedad de que en Estados Unidos, esta quinta tiene su versión IMAX (que creo que aquí no llegará). Esta es una historia que todos sabemos de memoria y se cumple inexorablemente, al pie de la letra en cada capítulo. La primera "Final Destination" del 2000 fue una gran película de terror. Original, irrepetible. Nacida de un manuscrito descartado de la serie televisiva X-Files, aquella película sorpendió en su tiempo por ofrecer suspenso bien dosificado y el suficiente "gore" para atrapar a la audiencia más clásica del género. Pero lo que la hizo singular, para alguno de nosotros, es que siempre dejó en el aire un debate metafísico inconcluso sobre si se puede escapar de la muerte cuando ella llama a tu puerta... Para los que no están familiarizados con el tema, en las "Final destination", todo siempre comienza de la misma manera. Un lugar concurrido, (en general un medio de transporte), una visión de alguien de que algo muy malo va a ocurrir, la salida apresurada del mismo y la tragedia. Siempre una escena fantásticamente filmada donde vemos como la Parca se lleva a una pila de gente para sus filas. Los sobrevivientes (que varían entre 6 y 8, más o menos), una vez repuestos de la emoción de haber escapado de una muerte segura, comienzan a sufrir "accidentes", que los llevan a asumir una verdad inexorable, según la franquicia: "no podés engañarla, si tu hora llegó, andá despidiéndote". Ustedes se preguntarán... Si siempre sucede lo mismo, ¿por qué la gente sigue yendo a verlas? En general, todas tienen su punto fuerte en la escena central (la que permite identificar al grupo de sobrevivientes), siempre muy bien filmada, y en la laboriosidad del equipo técnico para recrear muertes donde no hay un asesino "físico" que las ejecute. De manera que si hay un complicado mecanismo de relojería que desatar para que esa entidad que se lleva a los vivos pueda capturar a aquellos que gambetearon su destino. Cada muerte es, "artesanal", por decirlo de alguna manera. Hay un cuidado proceso de eventos que se dan simultáneamente que los guionistas arman para dotar de espectacularidad cada episodio. No hagamos interpretaciones del éxito de la saga (prometo hacerlas en otro espacio), pero asumamos que este es su sello y hasta ahora, les ha dado cuantiosos resultados. ¿Qué hay de nuevo en esta quinta entrega? Vuelve Tony Todd, como presencia osucra (había estado en la 1 y la 2 y había prestado la voz en la 3) en la piel de un forense que advierte a los que se salvaron de lo que viene... Mmmmm... ¿Algo más? Sí, al parecer, de alguna manera en esta oportunidad quizás se podría "engañar" a la muerte. No más. Cero innovación. Abrimos en un puente ( toma que paga gran parte del precio de la entrada, debo decir), donde los protagonistas (¿importan realmente los nombres?) están en un colectivo en el medio de una aparente congestión vehicular. Sam (Nicholas D'Agosto) percibe en una especie de sueño, que el puente se caerá, por lo que al abrir los ojos iniciará una frenética salida del mismo para lograr sobrevivir, en compañía de su amigo Peter (Miles Fischer) y su novia Molly (Emma Bell), entre otros. Lograrán su objetivo pero a la muerte no le gusta ser engañada, por lo que vendrá por ellos, en el orden en que habrían perdido la vida ese día en la tragedia. Cuando estos extraños sucesos se repitan entre los sobrevivientes y estos marquen al grupo, un forense , Bludworth (Todd, como ya dijimos en su retorno) les dará alguna pista sobre lo que sucede y quizás, sobre como evitarlo... El director Steven Quale trabajó con James Cameron en "Avatar" como jefe de segunda unidad y sabe como filmar. Hay mucha espectacularidad en los accidentes y estos harán las delicias del público que disfruta ese tipo de escenas. Hay, como siempre, caídas, cuerpos empalados, lasers, muchos objetos filosos, cables sueltos, agua para electrocutarse, armas y todo lo que ya conocemos. Las interpretaciones, no existen (como siempre). Son sólo actores de bolo que van a morir y sus frases jamás llegan a generar empatía: sabemos cuál es su final. Los fans no buscan conectarse con ellos sino presenciar sus ejecuciones, así que ¿para qué preocuparnos por lo que dicen? El resultado, será exactamente el mismo. Que quede claro que a mi la idea original de la saga me parece muy buena. Y siempre deseé que le pudieran dar una vuelta "metafísica" a la cuestión de porqué no se puede "torcer" el destino que supuestamente tenemos marcados. Como hacedor de mi propia vida, es muy duro aceptar que hay realidades que no se pueden cambiar, por lo que creo que la serie podría cobrar interés si los guionistas la dejan de pensar como una máquina de picar carne y le dan un par de vueltas a la idea que subyace en el film... ¿Por qué logran escapar a la muerte? ¿Alguien o algo les avisa? ¿Y cómo se podría explorar esa posibilidad para ponerla de su lado y enfrentarla? Ninguno de estos interrogantes ni remotamente aparecen en las cinco entregas, por lo que ir a ver "Final Destination" es casi como... ir a la carnicería y presenciar como el hombre detrás del mostrador hace su trabajo. Corta, mutila, rebana, desmembra... Los seguidores del género, la amarán. Los ilusos, como yo, seguiremos esperando algún planteo que aborde la cuestión subliminal que plantea la historia. En esa, parece que tendremos que seguir esperando...
Detrás de las paredes... La crítica internacional casi que había vapuleado esta remake de "Don't be afraid of the dark" por diferentes motivos. La lista era larga (no los vamos a enumerar) y en la previa organizando horarios, no casualmente la dejé para el final. Miraba la gacetilla de prensa y cada vez tenía menos ganas de ir. Encima, a la función programada llegue agotado del trabajo y era la hora de la siesta (ustedes dirán, por qué cuenta esto?!), por lo que me dije "si no es buena, por lo menos duermo un rato!"... Y no lo hice. Cabecé al principio eh! La primera parte me costó porque la caracterización de los personajes centrales la sentí lenta y plana, pero promediando el relato el film comienzó a tomar temperatura y cuando llegamos al climax estaba bien despierto en la butaca con todos mis sentidos alertas. Si, debo reconocerlo, el tema de los duendes malignos no es de mis favoritos, pero se apreciar el oficio de Troy Nixey y Guillermo del Toro a la hora de encarar la dirección y producción de esta cinta. Uno podrá estar en desacuerdo con la línea que eligen para transitar, pero hay que aceptar que hacen que la película cumpla su principal objetivo: entretener y asustar en dosis iguales. En ese sentido, "No temas a la oscuridad" no pasará a la historia como algo memorable, pero los amantes del género y los espectadores casuales, podrán disfrutarla sin complicaciones. Ya sabemos los mundos con los que trabaja Guillermo del Toro. Su fuerte es dotar de seres oscuros y poderosos a las historias que cuenta, subrayando la atmósfera lúgubre de escenarios siempre barrocos, tétricos, asfixiantes donde la ilusión y el terror coquetean y se funden en un perverso abrazo. En sus mejores realizaciones ("El laberinto del Fauno", "El espinazo del diablo"), ubica a niños que se enfrentan a entidades a monstruos, gnomos o duendes malignos. Tiene, indudablemente, curiosidad por desarrollar ese vínculo entre la niñez y lo fantástico y presentarlo al espectador para que lo deguste sobriamente.. Aquí produce a Troy Nixey, capo de los cómics, en su debut en largometrajes, pero el film lleva su sello de principio a fin.