La ilusión de ser escuchados. Mientras Fabián Bustos aterriza en las Islas Malvinas para enfrentarse a lo que será la última participación bélica de nuestro país, su familia desde La Pata (Buenos Aires) se prepara para recorrer tal vez el peor de los caminos: el de no saber con exactitud el bienestar de un ser querido. Por suerte Fabián sobrevivió para contarlo, como bien lo hace en su libro titulado “Crónicas de un Soldado”. Libro que será el pilar principal de esta película documental dirigida por Ana Fraile y Lucas Scavino. Buenas noches Malvinas es una película que intenta recomponer esa parte de la guerra que se encuentra oculta, para construir un ritmo sutil a la hora de traer de regreso los recuerdos y las heridas de la familia Bustos. Para ello, la voz en off de Rafael Spregelburd irá narrando algunos fragmentos del libro de Fabián, mientras que las visuales se encargan de seguir a Javier Bustos en las Islas, quien persigue las huellas del hermano. Por otra parte, la película también retrata los testimonios de Dalmiro Bustos y Elena Noseda, los padres que, en su intento desesperado por acercarse a su hijo, forman un programa de radio con la intención de acercarle a los combatientes, los mensajes cálidos de sus familiares y seres amados. Este programa adoptó el nombre de “Buenas noches Malvinas”. Es así como esta película, pausando por momentos en una especie de teatro espontáneo, intenta hilvanar un relato lento y tal vez armonioso para abordar las heridas que se aún se encuentran presentes, tanto en la memoria como en el cuerpo. Se puede caracterizar tranquilamente como un sutil trabajo de los realizadores, quienes logran pasearse entre diferentes registros para construir una historia de guerra, y proponer una posibilidad de reparación para nuestros excombatientes.
Como oveja entre lobos. Este western patagónico dirigido por Nacho Aguirre cuenta la historia de tres bandoleros que, en su búsqueda por robar el banco de un pueblo, dejarán en el camino sus rastros de violencia y agresividad. Lleno de ruido y dolor es un film que está basado en una crónica policial real que tiene su acontecimiento en 1928, por las zonas de Bariloche y alrededores. Esta película se centra en la historia de Soria, un joven inexperto que en su afán por ser alguien en la vida, termina uniéndose con Foster y Román, dos pistoleros desalmados que son buscados por el comisario del pueblo. Y poco tardará Soria en darse cuenta que ha cometido tal vez el peor error de su vida. Lleno de ruido y dolor es un western que destaca la persecución mencionada entre las fuerzas policiales y los maleantes; la cual será la encargada de ambientarnos en un clima salvaje en donde la justicia solo tiene forma de revólver, y la Patagonia no es más que “el espacio justo donde las grietas son el descanso de los ningunos, la libertad del más fuerte. La impaciencia de quien no sabe por qué respira. Un dibujo en el mapa lleno de ruido y dolor”. Estamos frente a una película que no sólo logra capturar el aura del viejo oeste, sino que consigue mantener un ritmo frenético entre la violencia desmedida y la filosofía que presenta al tratar temas como la conquista del desierto, la división de tierras, o la definición de justicia. Tanto la búsqueda de locaciones, como la fotografía, y la dirección de arte, son los encargados de construir un relato que jamás escapa del encasillamiento del típico western. Incluso se pueden encontrar algunas citas a clásicos como Erase una vez en el oeste o El bueno, el malo, y el feo, lo cual podría ser una satisfacción para los y las espectadores que disfrutan de este género. Es entonces como el director, Nacho Aguirre, consigue filmar una película en donde los rencores y las miserias personales dibujan una Patagonia desconocida, en donde el robo de ganado y los asaltos a almacenes eran moneda corriente. Y son estos matices, tan alejados de la Patagonia turística que conocemos hoy en día, lo que le da un valor aún mayor a esta película que consigue desarrollarse plenamente de principio a fin, mostrando la violencia intrínseca de esta región solitaria.
La herencia de sangre. El cadáver insepulto, de Alejandro Cohen Arazi, es una película que integra (junto con otros films) la 21ra. edición del “Buenos Aires Rojo Sangre”; el festival de cine fantástico y de terror el cual tendrá lugar a partir de este 3 de diciembre y finalizará el domingo 13. Por supuesto que, bajo el marco de la pandemia, este mismo se llevará a cabo de forma virtual y gratuita. El cadáver insepulto cuenta la historia de Maximiliano Espósito: un psiquiatra y escritor que a pesar de su exitoso presente sufre ocasionalmente delirios y visiones relacionadas a su vida en el orfanato, lugar donde pasó su infancia. Tras la muerte de su padre adoptivo, Maximiliano regresa al pueblo tras 25 años de ausencia, y allí no solo se encuentra con sus hermanos y su primer amor sino que también descubrirá, a medida que avanza la película, un secreto que su familia guarda en la oscuridad. Este film dirigido por Alejandro Cohen Arazi se sumerge plenamente en la secreta perversión de la familia de Maximiliano. Pareciera que cada reencuentro con sus familiares despierta en el personaje principal visiones terroríficas y escenarios oscuros. Y sin ir más lejos, la presencia del cadáver putrefacto de su padre aÚn en el sitio de su muerte (sentado en la mesa cual patriarca) nos dice automáticamente que algo no marcha bien en la familia Espósito. Es así como, sin más preámbulos, este film comienza a navegar en aguas de suspenso en donde nos vemos un poco intrigados por el proceder de la familia. Si a este accionar dudoso sumamos también las visiones de Maximiliano, pareciera que el film podría ser un clásico thriller en donde las respuestas llegarán con la finalización del tercer acto. Pero no. El cadáver insepulto es un film al cual le cuesta generar un ritmo necesario (y adecuado). El pesado guion que posee termina siendo bastante abrumador teniendo en cuenta la poca información que da sobre la premisa principal. La atmósfera de terror en ningún momento llega a su clímax debido al ritmo de la película, el cual llegando al desenlace se pierde increíblemente en una marea de gore y violencia que poco dice; poco importa. Pareciera que los minutos fueran escasos, o que las decisiones no fueran completamente las correctas. Aun así, El cadáver insepulto termina redondeando en una película medianamente atractiva que tranquilamente podría atraer a los amantes de este tipo de cine. Personalmente, debo reconocer que me ha dejado un tanto disconforme.
El abrazo a la naturaleza. Dirigida por los mendocinos Camila Menéndez y Lucas Peñafort, este documental relata la historia de cómo un grupo de mujeres residentes de Piplantri (India) decidieron comenzar a salvar la vida de sus hijas plantando, exactamente, 111 árboles por cada nacimiento. Generando así una lucha contra el patriarcado de su pueblo y a la vez, una lucha contra la desertificación de la zona. Antes en Piplantri, las mujeres sufrían el temor de tener que parir una hija, ya que culturalmente eran consideradas una carga económica por diferentes razones. Es por eso que, a las bebas, a poco tiempo de su nacimiento, les ponían una semilla en la boca con el objetivo de que, al lastimarse, se produjera una infección que acabaría con sus vidas. En 2005 un padre llamado Shyam Sunder Paliwal perdió una hija de 16 años a causa de la deshidratación, y para recordarla decidió plantar un árbol. A causa de esta dolorosa experiencia Paliwal propuso un modo diferente de celebrar la vida de las mujeres de su pueblo. Es por eso que decidió convencer a todas las familias de la zona para que, en cada nacimiento de una mujer, la familia plante 111 árboles. Es así como en poco tiempo, se cambió la aridez de la zona y la falta de agua, por el canto de los pájaros y el regreso de la humedad. Donde antes había desechos mineros, hoy hay un oasis, agua potable, y amplias oportunidades laborales. Esta idea no solo ayudó al clima de la zona y al crecimiento de la aldea, sino que también sirvió para implementar un nuevo sistema que previene los matrimonios infantiles, alfabetiza, y otorga a las mujeres una independencia económica a través de trabajos comunitarios o trabajos de producción. Hermanas de los árboles es un documental de registro observacional, que pone la mirada en la deconstrucción de una sociedad patriarcal que busca, sin perder de vista su propia cultura, generar igualdad de oportunidades sin distinción alguna. El relato de los personajes (en especial el de dos mujeres) será el hilo conductor que, junto con la poética de las visuales, irán construyendo un muy bello relato de superación personal y colectiva. Es así como los directores mendocinos consiguen construir una película que, a pesar de las características un poco abrumadoras que suelen poseer estos documentales observacionales, no pierde el ritmo ni decae en ningún momento. La cantidad de información y la cantidad de relato terminan siendo el equilibrio justo y necesario para que esta se pueda desarrollar tranquilamente, sin alterar su curso. Y a la vez, es este correcto desarrollo el culpable de que Hermanas de los árboles, consiga sembrar en nosotros la necesidad de seguir construyendo un futuro mejor; tanto para las mujeres como para el medio ambiente.
Desde lo más íntimo. Cristian Arriaga es el director y guionista de este documental que retrata en primera persona los testimonios de vida y lucha de diez abuelas de plaza de mayo. Ellas son: Estela de Carlotto, Delia Giovanola, Sonia Torres, Ledda Barreiro, Rosa Roisinblit, Ángela Barili, Aída Kancepolski, Berta Schubaroff, Buscarita Roa y Emilce Flores. En Abuelas seguimos el testimonio de cada una de estas mujeres. Nos cuentan sobre su vida, sobre sus padres. Nos cuentan sobre su primer beso, su primer amor; la llegada de su primer hijo. En cada una de las miradas podemos ver el apego a los recuerdos atesorados, los días antes del último golpe de estado. Y es justamente al mencionar la fecha del 20 de marzo de 1976, cuando algo en su mirada cambia y de repente comprendemos como espectadores que estamos por presenciar el dolor. Es entonces cuando la angustia de los diferentes relatos se apodera de la película. Las abuelas una vez más se enfrentan, esta vez frente a cámara, a recordar y repasar los últimos días que escucharon las voces de sus hijos e hijas. Ellas mismas nos cuentan el momento en que recibieron la noticia de que serían abuelas. Nos hacen participe de sus recuerdos y, por ende, de su inevitable tristeza. Abuelas es una película que repasa no solo un momento determinado, sino que se decide a cubrir el pasado, el presente y el futuro de esta asociación. Cómo era la situación de estas mujeres antes de formar el movimiento, cómo fue comenzar a movilizarse en Plaza de Mayo, cómo era su trato con los militares, cómo era su situación en el trabajo, etc. El director Cristian Arriaga sabe cómo componer, dado la enorme cantidad de registro, una narración uniforme de los hechos y de las miradas de estas mujeres para ir tejiendo esta película. Abuelas se puede comprender como un recorrido temporal en primera persona sobre posiblemente el hecho más aterrador que ocurrió en el país. Y lo consigue realizar de buena manera, sobre todo llegando al final de la cinta. Si bien por momentos algunos altibajos rompen con el ritmo otorgado desde un comienzo, no llegan a perjudicar el camino que la película decide tomar. Este es un film que de poco sirve reseñar o dar critica según sus tecnicidades o por su composición general; solo queda apreciar la oportunidad de escuchar. De escuchar y comprender, que lo que sucedió una vez en este país, jamás puede volver a repetirse. Nunca más es nunca más.
Un thriller uruguayo a fuego lento. El director uruguayo Matías Ganz hace su debut cinematográfico en este largometraje que ya fue presentado en distintos festivales internacionales de cine y que llega este jueves 5 de noviembre a la pantalla de Cine.Ar. La muerte de un perro sigue la historia del veterinario Mario (Guillermo Arengo) y su esposa Silvia (Pelusa Vidal), un matrimonio de clase alta que disfruta de una vida tranquila en Montevideo hasta que algunos eventos fuera de lo cotidiano lograrán sacarlos de su zona de confort. Uno de estos eventos, como justamente el título de la película lo indica, es la muerte de un perro en la veterinaria de Mario. Este al tratar de encubrir su error profesional le ofrece a la dueña del perro una cremación instantánea, la cual acepta, pero a las pocas horas se arrepiente, dando lugar a una serie de protestas tanto en redes sociales como en la puerta de la clínica. Por el otro lado, Silvia, ya estando jubilada, pasa muchísimo tiempo en la casa desconfiando constantemente de Guadalupe (Ruth Sandoval), su empleada doméstica. No sólo tiene miedo de que esté robando objetos de la casa, sino que teme que por su culpa los mendigos vuelvan a su puerta a seguir pidiendo alguna que otra limosna, o algo para comer. Pero eso no es todo: volviendo de una cena familiar en casa de su hija Verónica (Soledad Gilmet), la pareja anciana se encuentra con que han entrado a su casa. Este acto de vandalismo será el detonante para que Silvia sospeche más que nunca de su empleada, dando lugar así a una crítica social y política que poco a poco comienza a tomar más fuerza dentro del film. Ya a partir de este primer acto y teniendo en cuenta la premisa que se presenta se puede decir que estamos frente a una película que logra combinar con bastante destreza la sátira social con el suspenso, algo que bien podría hacernos recordar a algunos films de los hermanos Coen. Y son justamente estas intenciones en donde se destaca lo absurdo, la riqueza indicada para que la película siga creciendo a medida que van pasando los minutos. Otro refuerzo a esta dirección (o a la toma de decisiones) es la caracterización que contiene cada uno de los personajes que integran la historia. Cada uno de ellos está construido de tal manera para que la narrativa siga un curso lineal, siempre bajo el amparo de las características ya mencionadas de la película. Todo encaja. Ganz termina demostrando que sabe cómo explotar las herramientas del suspenso a la hora de sostener una película que termina generando más preguntas de las que pretende responder. Si bien a fin de cuentas la película comienza a perder ritmo llegando al final, se llega a comprender perfectamente la búsqueda principal del director. Se puede decir entonces, que La muerte de un perro es una gran opera prima que sabe cómo combinar suspenso con un sentido del humor rápido e irónico, además del sabor local que al menos nosotros (tanto argentinos como uruguayos) podemos encontrar dentro de la cinta.
La desilusión tras los recuerdos. Paraíso es la ópera prima del director cordobés Pablo Falá, la cual se encuentra protagonizada y producida por Marina Arnaudo quien encarna el papel de Sofía, el personaje principal de este audiovisual independiente que busca retratar una lucha interna tras el reencuentro con conocidos en Traslasierra, Córdoba. Paraíso cuenta la historia de una chica que, tras pasar un tiempo de viaje fuera del país, regresa al pueblo cordobés con el objetivo de reconectar con ella misma. En esa búsqueda de reencontrarse, se vuelve a juntar con algunos de sus conocidos; entre ellos, su expareja Lautaro (Fabio Camino), cuya relación tuvo un final inconcluso. Es así como Sofía, al darse cuenta de que las cosas no resultan como ella esperaba, comienza a dudar sobre su lugar en mundo y poco a poco comienza a sentirse más sola de lo que esperaba. Esta es una película que no se desvive por sembrar un dramatismo constante sobre la búsqueda de uno mismo, sino que sabe cómo utilizar los contrastes que se le presentan para ir construyendo de a poco un relato que alterna entre sensualidad y las luchas internas. Y justamente son los chispazos sexuales entre Lautaro y Sofia quienes otorgan a la película la química necesaria para que el ritmo otorgado funcione correctamente. Es decir, el drama o el conflicto no se encuentra en el guion sino en las expresiones de Marina Arnaudo, quien logra manifestar sus conflictos internos con solo una mirada. Y son las miradas de Sofía las que irán exponiendo de forma muy contundente los distintos estados emocionales que se encuentra atravesando. Se puede decir entonces que Paraíso es un largometraje correcto que consigue hacerse fuerte gracias el buen montaje sonoro, la buena utilización de planos y, sobre todo, la gran actuación de Arnaudo que permite que el espectador comparta (o no) su punto de vista sobre su situación personal.
Bien rápido hacia el olvido. Corazón Loco es la nueva película dirigida por Marcos Carnevale, un estreno de Netflix que se destaca sobre todo por ser “la nueva película de Adrián Suar” (guionista y actor de la cinta), la cual se viene promocionando desde hace tiempo en las carteleras que, dolorosamente, han quedado olvidadas en este tiempo de pandemia. Sin tantos preámbulos, Corazón Loco es la típica comedia romántica que respeta a rajatabla la fórmula de algunas películas conocidas que cuentan con la participación de Suar, algunos ejemplos pueden ser El día que me amen (2003), Igualita mí (2010), Me casé con un boludo (2016), El fútbol o yo (2017), entre otras obras que conforman la carrera del actor. En este caso Suar interpreta a Fernando, un médico traumatólogo adicto a la mentira que escapa de una pareja a otra teniendo así dos tipos de vidas diferentes, dos familias, dos celulares, dos perfiles de redes sociales, etc. No lo hace por querer tener una “aventura”, sino porque su corazón es tan grande que “el amor le llegó dos veces en la vida”. Y así como suena obvio, la vida que eligió Fernando está llegando a un punto de colisión en donde diferentes sucesos serán los causantes de que Paula (interpretada por Gabriela Toscano) y Vera (interpretada por Soledad Villamil) se conozcan a su debido tiempo y comiencen a dudar de su adorable pareja, quien simula llevar su vida a la perfección, sin ningún tipo de problema. Estamos frente a una trama digna de hace veinte años atrás, o incluso más. En Corazón Loco se dibuja un machismo arcaico en donde las únicas humilladas son las mujeres, las cuales caen en el típico formato estereotipado y patético de ama de casa y mujer profesional. Esto no es una comedia, es una burla patológica hacia las mujeres, y eso queda transparentado en un guion irreconocible en donde todo el tiempo Fernando sale ganando; o al menos es lo que él cree. Pero lo peor de todo, si es que aún hay algo para agregar, es el intento de lograr el “empoderamiento femenino” al unir a los personajes en búsqueda de venganza al enterarse que su marido es un impostor. Y es justamente esta parte, faltando veinte minutos para el final, la cual se vuelve inviable por donde la mires. En este punto, la película ya se volvió un despropósito masivo, y son los monólogos finales de Fernando los cuales seguirán hundiendo aún más esta película que, si bien encuentra un ritmo llevadero y apropiado, no deja de ser una basura. Tristemente, pero sin ser una novedad, Corazón Loco es, para mí, la peor película de este año.
Lucha, vida y la nueva marea. La vida de la anarquista Juana Rouco Buela se retrata en esta película escrita y dirigida por Sandra Godoy con el objetivo de dialogar con las “Juanas” de hoy en día sobre la continua lucha por los derechos de las mujeres, repesando la enorme historia que tiene detrás esta vanguardista del movimiento anticapitalista y patriarcal. Y es Juana justamente (bajo la voz e interpretación de Mónica Cabrera) quien nos irá contando su historia de vida con voz en off, con la idea principal de darle relleno a las entrevistas realizadas que buscan desglosar e ir armando una suerte de rompecabezas entre su agitada vida y el feminismo actual que reside en nuestro país. Al ser tan clara la conexión entre una cosa y la otra, la película consigue un ritmo soñado para este tipo de narrativas, en donde siempre se está en búsqueda de ideales políticos que hagan foco en lo actual, dado que Juana fue de aquellas inmigrantes que arribaron al país por el 1900. Es por eso que el recorrido de Juana pasa a ser el puente que une el pasado con el presente dando lugar así a un pensamiento lógico que flota durante toda la película: esta marea feminista actual es posible porque hubo muchas Juanas tiempo atrás. Juanas es un documental que intenta -y consigue- plasmar el impacto al escuchar el relato de los hechos que cambiaron el presente. Se podría considerar como un viaje temporal que refuerza estos ideales de lucha por una sociedad más justa y libre, a los que tantas mujeres se han afianzado con el correr de los años. La directora Sandra Godoy hace de esta película un gran y merecido reconocimiento a una luchadora incansable que, junto con otras compañeras, se encargaron de seguir construyendo un camino de equidad y justicia. Justicia para la mujer.
El recuerdo al final del camino. Malva, una travesti chilena de 95 años, se anima frente a la cámara de Carina Sama (directora de este documental) a contar toda una vida cargada de momentos sufridos, y a destacar entre ellos los más felices. Lo extraño y a la vez enriquecedor de este documental es que Malva muere a una semana de haber comenzado la filmación, dejando a la directora con solo 6 horas de entrevista, además de sus recuerdos y sus fotografías de antaño. Y es justamente ese breve rodaje (además del archivo), lo que será suficiente para ir tejiendo una historia que se remonta desde el año 1925, el nacimiento de Malva, hasta el fin de sus días. Esta es una película en donde el montaje intenta ser lineal, cronológico; bajo la idea principal de seguir los mismos pasos y recrear, a la vez, las escenas que la mente lúcida de Malva puede ofrecernos. En estos múltiples relatos se encuentran sus viajes, sus pasiones, sus trabajos, sus sueños. Sus necesidades de escapar del país, de sobrevivir a las cacerías homofóbicas. Estamos frente a uno de esos documentales en donde mientras la entrevista se lleva a cabo, se visten los espacios con imágenes de archivo o fotografías, con el objetivo de otorgarle un ritmo necesario al haber tan pocas horas de filmación. Y si bien un documental con tan escaso material podría verse en apuros, este sabe cómo salir adelante y forjar así una película que hasta por momentos se pierde del eje al haber tanto para contar. Y duele a la vez, escuchar como todos los recuerdos de una vida que está llegando a su fin sean tan oscuros. Pero Malva sabe cómo convivir con ellos, y es por eso que decide aferrarse a esos momentos en donde realmente fue libre, en donde realmente estuvo “viva”. Con Nombre de Flor es una película necesaria para dimensionar la aberración que significaba ser homosexual en el pasado. Es el testimonio de la travesti más longeva, el cual resulta ser el adecuado para recorrer con detalle todos los sucesos que esas personas debieron padecer por el simple hecho de no ser heterosexuales. La directora del film Carina Sama junto con la referente trans Marlene Wayar se encargan de darle vida a este rompecabezas documental en donde consiguen retratar de tan buena forma la vida vanguardista de Malva. Una vida travesti.