Todo responde a un espíritu de época, y ya en la primera entrega de “Los Juegos del Hambre”, la reconocida fórmula de supervivencia cual reality sangriento creada por Suzanne Collins, llamó la atención por lo pictórico de sus imágenes y por su protagonista, una heroína pulposa que arremetía con todos y todas. Curiosamente, esta actriz, y luego de ganar un Oscar por “El Lado Bueno de las Cosas” (Estados Unidos, 2012), bien podría haberse bajado del proyecto, pero no, no lo hizo y allí está encabezando “En Llamas”(Estados Unidos, 2013) la segunda parte de THG y sin dudas es lo mejor del filme. Jennifer Lawrence es una vez más Katniss, la triunfante representante del distrito doce que junto a Peeta (Josh Hutcherson) son utilizados por el autoritario gobierno de Snow (Donald Sutherland) para mantener el status quo y seguir atormentando a todos los que no están dentro de la clase dominante. Pero el destino torcerá el ideal de Snow y Katniss poco a poco comenzará a transformarse en una líder guía de los oprimidos hasta el punto de tomar más relevancia que su propia figura. El sinsajo, esa insignia que marca a los vencedores, también será la imaginería con la que Katniss logrará identificarse hasta el punto de convertirse en la voz de la esperanza, la humildad y la honestidad. Obviamente todo el mecanismo de poder estatal intentará a través de tácticas y estrategias, asesorados por una nueva incorporación estelar a la saga, la de Philip Seymour Hoffman como Plutarch, cambiar la imagen positiva de la joven y acabar con las esperanzas. La alegoría al control y la dominación y la manipulación de la información en períodos dictatoriales es explorada y explotada en “En Llamas” por Francis Lawrence, el director que toma la posta de Gary Ross, y que ya ha experimentado con el poderío de adaptaciones de best sellers como “Soy Leyenda” y el comic de la DC “Constantine”. “ Los trágicos amantes del distrito doce” tal como los exponen, y más allá que Katniss no ame a Peeta y siga sintiendo amor por Gale (Liam Hemsworth), serán absorbidos y expulsados del mismo sistema cuando el gobierno no pueda controlar más el truco publicitario de utilización y ocultamiento. Cual Miss Mundo, expulsada del trono por haber engordado unos kilos, aquí los protagonistas, al ver que en cualquier momento se les escapará todo de las manos, son obligados a participar de una nueva competencia mortal. Así, en el punto en el que el juego del hambre se reinicia (estremece, como siempre, la música y las imágenes proyectadas en el cielo de los que van quedando en el camino), y ya sin la logística y patrocinio de Haymitch Abernathy (Woody Harrelson) comienza otra vez la película que atrapa por la tensión en las pruebas y los intentos de superación extrema. Película vistosa, con escenas de acción y suspenso muy logradas, y con la insuperable actuación de Lawrence, como esta heroína líder espiritual de los más carenciados, “En Llamas” va a encantar a todos aquellos, que como yo, buscaron un entretenimiento y se toparon con un análisis de la sociedad de consumo, el agotamiento de los recursos naturales (el agua es TODO en la cinta, fuente de vida, de sanación y recuperación) la división entre ricos y pobres y el autoritarismo.
Alberto Lecchi además de dirigir algunas películas de género como “Perdido por Perdido” (Argentina, 1993) ó “Secretos Compartidos”(Argentina, 1998), tiene en su haber dos producciones televisivas como “Epitafios” (1 y 2) y “Mujeres Asesinas”, ciclos de quiebre en la manera de narrar y de empatizar con asesinos y desquiciados mentales. En su regreso al cine, luego de la amena “El Frasco”(Argentina, 2008), Lecchi nos cuenta la historia de María Teresa (Ariadna Gil), una exitosa jefa de personal de una empresa dirigida por un CEO inescrupuloso (Antonio Birabent), a quien las cosas no le salieron tal como las había imaginado. Sin poder ver a sus hijas (por una orden judicial) se entera que alguien la quiere asesinar. En el pasado, una noche en la que manejaba con alcohol de más, atropelló a una mujer embarazada y no se quedó para asistirla. Las amenazas pueden provenir de ahí porque quizás alguien le quiere hacer pagar eso, o quizás su exmarido, que sigue al pie de la letra la restricción impuesta para dejarle ver a las niñas busque su muerte. Un día, por casualidad, conoce a Ezequiel (Gonzalo Valenzuela) y la espiral de tensión comienza cuando él desaparece. Hay un policía que está investigando todo (Leonardo Sbaraglia) pero que además también empezará a acosar a María Teresa para obtener información. Si en “Mujeres Asesinas” el mundo femenino fue para el realizador algo cotidiano, en “Sola Contigo” ese imaginario regresa con una fuerza renovadora, encontrando en Ariadna Gil la intérprete ideal para ese papel de mujer depresiva a punto de morir. El otro mundo, el de los hombres (policía/jefe/amante) está desdibujado, y lamentablemente a través de caricaturescos estereotipos no acabados. El personaje de Sbaraglia, Esteban Fuster, por ejemplo, es tan obvio como la hiperbolización que este mismo realizaba en “Vaquero”(Argentina, 2011) de todos los investigadores. Valenzuela correcto y Birabent tan inexpresivo como suele acostumbrarnos al igual que otro papel, el de Florencia, la secretaria personal de María Teresa, interpretada por Sabrina Garciarena, que no está a la altura del suspenso creado por Lecchi. Más allá de estas cuestiones relacionadas a lo actoral, hay un gran manejo de cámara (planos, encuadres, elección de escenarios urbanos), de composición y de puesta en escena, pero también de construcción de temas e imaginería. La ayuda María Teresa la busca en la fe, en la religión, y la iglesia es el lugar en el que se intenta encontrar el respiro ante la espiral de violencia. La familia es otro de los valores que se logra reivindicar a través de los esfuerzos de la protagonista de verse con sus hijas. Ariadna Gil es la película, pero hay otros elementos que se destacan: la ciudad y la tecnología. Ambas, están omnipresentes a lo largo de todo el film. Bar/museo/subte/calles/noche, elementos que acompañan a María Teresa en su búsqueda de paz y tranquilidad. La tecnología moderniza el relato, ya que, desde el comienzo, vemos una conversación que bien puede ser un chat en alguna red social. Película con climas y sensaciones interesantes, “Sola Contigo” es el relato de uno de los realizadores más especializados en el tema y que en el último tiempo mejor han sabido contar la paranoia en las urbes. Una apuesta al cine de género con excelente facturación y una lograda actuación de Gil.
He aquí el producto pensado, dirigido y actuado para arrasar con los premios. Claro está que si quienes nominan y otorgan los mismos detectan desde el primer momento ese vacío de alma puede ser que directamente “El Mayordomo”(Estados Unidos, 2013) pase al olvido. El tema de la segregación y separación de los afroamericanos en algo recurrente en el cine de Lee Daniels. Ya en “Precious” (Estado Unidos, 2009) y más acá en “The Paperboy”(Estados Unidos, 2012) el racismo, la discriminación y el enfoque en personajes sórdidos lograron establecerlo como uno de los directores más respetados de la industria. Pero en esas dos películas contaba historias con cierta innovación y riesgo, mientras que en esta opta por lo seguro repitiendo actores/no actores, como Mariah Carey y Lenny Kravitz, que ya de por el sólo hecho de aparecer le generarán ingresos en la taquilla, y elegiendo a los protagonistas (Forest Whitaker, Oprah Winfrey, Cuba Gooding Jr.) que mejor responderán a las exigencias y obviedades de este melodrama histórico. Más allá del mayordomo de la Casa Blanca (Whitaker) hay un intento por narrar sucesos que marcaron a fuego a la cultura afroamericana (Malcom X, Panteras Negras, Ku Klux Klan, etc.) desde la oposición de este personaje con el de su hijo Louis (David Oyelowo), un radical defensor de los derechos de los negros. En la cabeza del mayordomo hay algo que le dijeron en su primer trabajo y que respeta a rajatabla “Mira con sus ojos, adivina qué necesitan, sonríe” al igual que otra máxima “No oyes nada, nos ves nada, sólo sirves” que hacen que sea incapaz de visualizar la cruel realidad que separa a su universo de la vida real. Porque mientras él va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa nunca se detiene en el odio interracial que atraviesa a la sociedad norteamericana del siglo XX hasta que a su hijo lo meten preso. Los presidentes pasan (muy buenas las interpretaciones de Robin Williams como Eisenhower, James Mardsen como Kennedy, Liev Schreiber como Johnson, John Cusack como Nixon, y Jane Fonda como Nancy Reagan) y el sigue ahí, sirviendo, estoico. Hay una manipulación de los hechos históricos que mucho tienen que ver con la búsqueda de generar cierta comodidad desde la expectación. Quizás por eso no existen ninguno de los Bush en la película ni mucho menos una referencia al 11-S. Pero claro está, que forma parte de la cinta, Obama, con imágenes de archivo de algunos de sus discursos proselitistas, y la emoción de todo el pueblo afroamericano en el momento que llega a la presidencia. Incluyendo la del mayordomo. Además de lo capturado por Daniels, hay un trabajo de selección de archivo para lograr comprender y situar la acción en cada época, para citar sólo dos ejemplos de los muchos utilizados, imágenes del clásico programa musical “Soul Train” para señalar la década del setenta del siglo pasado ó publicidades de productos de consumo para la década del ochenta. Lacrimógena, obvia, cursi por momentos, quizás con más vuelo en la dirección y una puesta en escena no tan tradicional “El Mayordomo” podría haber sido otra cosa más que un enorme panfleto pro yanqui en el que se repasan hechos dolorosos sin contraponerlos o justificarlos. Fallida y para un público pasivo.
“THOR UN MUNDO OSCURO” (Estados Unidos, 2013) trae a nosotros nuevamente, en esta oportunidad de la mano de Alan Taylor (realizador con basta experiencia en TV, incluyendo GOT), el mitológico universo de Asgard y sus particularidades. Si en “THOR”(Estados Unidos, 2011) el teatral Kenneth Branagh logró darle una impronta épica con diálogos filosóficos y existenciales a sus protagonistas, en esta oportunidad y tras la exitosa intervención de Thor en “Avengers”(Estados Unidos, 2012), Taylor aprovecha ese suceso y transforma el filme en un “caramelo visual”. Es que el 3D acompaña algunas de las imágenes con impactantes efectos visuales, y ya desde el vamos, el colorido de los personajes (vestuarios) y escenografías (¿hay algo más hermoso que el Bifrost?) capturan la atención de hasta un ignorante en comics y la historia del héroe del martillo. En “Un mundo Oscuro” Thor (Chris Hemsworth) deberá proteger su mundo y la Tierra de una fuerza sobrenatural que desea destruir todo. Pero ese es sólo el punto de partida, porque en realidad lo que queremos ver es, no sólo la defensa de los dos reinos, sino, principalmente, cómo sigue todo con su desequilibrado hermano Loki ( Tom Hiddleston) y con Jane (Natalie Portman), su amor “terrestre”. Obviamente, como en todas las películas de Marvel, y en todas las cintas de héroes, habrá una fuerza malvada, oscura, sangrienta, llamada Ether que querrá liberarse, dato menor, porque en realidad lo que hace a la progresión de “Un mundo Oscuro” son las alianzas y el trasfondo político (encabezado por Odin –Anthony Hopkins-). Los paisajes construidos por Taylor son identificables con los estados de ánimo y el esfuerzo de los personajes, los rojos son elegidos para la ira, mientras que los verdes, secos, áridos, para los momentos en los que la fuerza del héroe se va agotando. Con actuaciones correctas, se detecta una notoria molestia en el protagonista excluyente (Hemsworth). El actor hace tiempo que quiere despegarse de sus papeles de acción y este año con “Rush”, de Ron Howard (aún en cartel), ha demostrado que también puede interpretar (a lo Brad Pitt) otro tipo de películas. Para ir al cine a jugar a los superhéroes pero sin pedir nada más a cambio, “Thor Un Mundo Oscuro” cumple pero no vuela más allá de su estructura y de subirse a la oleada de éxitos que la Marvel sigue cosechando a nivel mundial.
Planteo simple. Hay un joven que al cumplir 21 años se entera de un secreto familiar. Un secreto que utilizado de manera correcta puede llegar a beneficiarlo, ó, de manera errónea, perjudicarlo. De esto habla “Cuestión de Tiempo” (Inglaterra, 2013) y para evitar dar detalles de la trama sólo me voy a centrar en Tim (Domhnall Gleeson), su protagonista y sus idas y venidas. Tim vive con su excéntrica familia en una campiña a la vera del mar. Una madre estoica y masculina, que es la mezcla exacta de Andy Warhol y La reina (Lindsay Duncan), un padre lector con algunos problemas para transmitir sus sentimientos(Bill Nighy), una hermana totalmente perdida (Lydia Wilson) y un entrañable tío con algunos olvidos (Richard Cordery). Ese es su universo. El joven es uno de esos muchachos torpes, desgarbados, que anda por la vida sin otro objetivo hasta que, claro, encuentra el amor y debe salir fuera de esa burbuja familiar y toparse con la realidad, una realidad que nada tiene que ver con lo que él creía (o le hicieron creer hasta ese momento). El primer “crush” lo tiene con una “amiguita” de la hermana llamada Charlotte (Margot Robbie) y el segundo y ¿definitivo? con Mary, interpretada por la cada vez más bella Rachel McAdams (¿es la nueva reina de las rom com?) y con quien, a modo de “Cuando Harry conoció a Sally”, pasará por diversos momentos y situaciones a lo largo de los años. Porque eso es “Cuestión de Tiempo”, una historia sobre la vida y el cómo atravesarla. A lo largo del metraje veremos a Tim con su familia (a lo “Feriados en Familia”), Tim con sus amores(alguna de las anteriores cintas de Curtis) y a Tim utilizando el “secreto” para cambiar su destino (todas las cintas de “viajeros en el tiempo”), sin medir las consecuencias que le puede traer esto a su vida particular. Richard Curtis, hacedor (dirigiendo, produciendo o escribiendo) de las mejores historias de amor de los últimos tiempos (“Cuatro Bodas y un Funeral”, “Notting Hill”, “El diario de Bridget Jones”, “Realmente Amor”, etc.) vuelve al género con una película que puede ser tildada de cursi y obvia, pero que apoyándose en grandes actuaciones, una puesta en escena impecable y una B.S.O. trepidante (arranca con las t.A.T.u.!!!!) apunta muy alto. Podemos reclamarle cierto exceso en el metraje (124 minutos) y la caracterización polarizada y maniquea de algunos personajes secundarios, por ejemplo los “mejores” amigos de Tim (Will Merrick) y su hermana (Vanessa Kirby) o del dramaturgo que aloja a Tim durante su estadía en Londres (Tom Hollander), pero sabemos que éstos están colocados en la trama con la función de desactivar, principalmente, momentos de tensión y melancólicos y de girar hacia otros lugares la acción (más allá de la historia principal). “Cuestión de Tiempo” es una historia de amor y decisiones, hipnótica por momentos y abrumadora por otros, que nos hace pensar acerca de la instantaneidad de la realidad y de cómo hay que tomar en cuenta eso de “vivir el día como si fuera el último” al máximo.
Con un arranque espectacular, hipnótico, estruendoso y apocalíptico (nuevamente hay una predicadora anunciando lo peor de lo peor) filmado en un alicaído y empobrecido (crisis mediante) Madrid, más precisamente en Puerta del Sol, Alex De la Iglesia vuelve a los cines con “Las Brujas”(España 2013) luego de “La chispa de la vida”(que aún permanece inédita en Argentina). Cristo (Hugo Silva), un soldado de juguete (Mario Casas), un niño (Gabriel Delgado, caracterizado como Damien de “The Omen”), Bob Esponja, Minnie y el hombre invisible roban una tienda de compra/venta de oro y escapan en medio de un tiroteo con la ayuda de un taxista (Jaime Ordónez) que reclutan en el momento. Francia, más precisamente el Disney de París, es la meta, pero pasarán por Zugarramurdi, el legendario pueblo que originó a las brujas en la península Ibérica y obviamente no podrán continuar su camino. Paralelamente la exmujer de Cristo/Jose (Macarena Gómez) y dos policías intentarán encontrar al grupo de ladrones. Esto es “Las Brujas”, película en la que si bien hay “brujería”, imaginería popular sobre estas, hechizos y caldos “misteriosos” (hechos con partes humanas) hay mucho humor e ironía y se habla más de estos personajes dentro de la eterna y universal guerra de los sexos. Así, para De la Iglesia (que además tiene pequeños cameos en la cinta) las mujeres, con su eterno presionar sobre los hombres, son las verdaderas brujas de la historia. “Nunca les alcanza nada”, “Te meten presión”, “No te dejan salir con tus amigos”, algunos planteos que se escuchan a lo largo de la proyección entre cientos de reclamos ante la imposibilidad de encarar directamente a sus “media naranjas”. Pero ojo que del otro lado también hay reclamos, en ese aquelarre dirigido por la suprema bruja (Carmen Maura) con su madre (Terele Pávez) y su hija (la bestia Carolina Bang) a la cabeza, hay un descreimiento en los hombres, razón por la cual están solas (aunque el personaje de Bang quiere dejar de estarlo y busca su verdadero amor) y necesitan de un sacrificio para poder subsistir. Ese sacrificio será el pequeño Sergio (Delgado) quien “renacerá” en las entrañas de una megabruja. Por lo que los “ladrones en fuga” intentarán recuperar al niño y preservar sus propias vidas. La música, los planos aéreos y travellings, la escenografía, las actuaciones secundarias (María Barranco, Santiago Segura, Carlos Areces, entre otros) destacan y despegan a “Las Brujas” de las ya clásicas historias como “Las Brujas de Eastwick”, “Abracadabra” ó “La maldición de las Brujas”, cintas que no contaron con lo corrosivo e irónico del realizador español. Desde la secuencia de títulos hay una impronta de: acá vas a ver algo completamente diferente sobre brujas y aquelarres, con imágenes de libros ancestrales y hechizos, pero también con las caras de “brujas” MALAS, mucho más cercanas en el tiempo como Merkel, Tatcher y hasta Frida Kahlo. Èpica, abrumadora, así es “Las Brujas”, una película con algunos minutos de más pero con un inicio (robo) y un cierre (al estilo superproducción hollywoodense, lleno de efectos especiales y gran histrionismo de sus protagonistas) que de por sí valen esos excesos en el metraje.
En “Un paraíso para los malditos” (Argentina, 2013) nada es lo que parece. Hay una persona que toma un trabajo de esos que nadie quiere y que solo se acepta por una necesidad extrema, o por, como este caso, un fin ulterior. También hay una mujer, encargada del mantenimiento del corroído y abandonado edificio en el que esta persona acepta el trabajo y que se roba botellas de desinfectante mientras espera la llegada de un príncipe azul que la saque de su tedio. Y además, del otro lado del edificio, hay un viejo, tan patético como se le permite ser patético a alguien, que además de estar preso de su propia locura e ignorancia está abandonado y en estado calamitoso. Con esta tríada Alejandro Montiel (“Extraños en la noche”) construye uno de los relatos más sórdidos y a la vez filosóficos e interesantes sobre la soledad en el siglo XXI que el cine nacional haya producido hasta el momento. “Un paraíso para los malditos” tiene a Joaquín Furriel como Marcial, la persona que acepta ser sereno de una fábrica abandonada y que espía, a modo de “La Ventana Indiscreta” a todos los vecinos del barrio. Mientras conoce los movimientos y captura en un pequeño cuaderno los mismos, en la soledad de la noche imagina y sueña con mundos mejores, o es lo que creemos, hasta que en un rapto de locura asesina a una persona que habita la casa lindera a la fábrica. Allí también vive un viejo, senil, del cual Marcial desconocía su existencia, y como quien no quiere la cosa termina haciéndose cargo y lo cuida, porque en ese anciano encuentra a alguien para dedicar su amor y existencia. Mientras va y viene de la fábrica abandonada a la casa lindera inicia una relación con Miriam (Alvarez), una relación de sexo casual y frenético, de descarga. Pero nuevamente se involucra emocionalmente con el “otro” y quiere sacarla de su infierno personal (el ex marido la golpea). Estos “malditos” a los que hace referencia el título son personas que en la necesidad del otro encuentran su verdadera razón de ser. Sin el otro que lo completa no son nada. El director cuenta la historia con un estilizado uso de steadycam y travellings que acompañan a los actuantes durante los recorridos por los espacios oscuros y lúgubres. Para profundizar esto y darle una mayor verosimilitud, los colores escogidos son los azules, azules que se cuelan por las ventanas, esas ventanas que además son el punto de conexión con el afuera. Un afuera que los persigue y amenaza y sobre el cual pondrá un escudo para protegerlos de aquellos que quieren dañarlos. Con grandes actuaciones de Furriel (La sorpresa de la película) y Alvarez, y un papel un tanto exagerado de Urdapilleta (por momentos el anciano se confunde con Mamá Cora de Gasalla), “Un Paraíso…” tiene momentos muy logrados que la acercan a “Un Oso Rojo” de Caetano y al mejor policial negro y desolador argentino
Hay en “El Arte de la Guerra” (China, 2013) un interés por parte de su realizador, Wong Kar Wai, de narrar los acontecimientos históricos posteriores a la caída de la última dinastía imperial a través de coreografiadas escenas de lucha marcial, pero no sólo eso. En esta película, que abrió el Festival Internacional de Berlín, el kung fu, todo el que se puedan imaginar, es sólo una excusa para contar lo principal, una épica historia de amor entre Ip man (Tony Leung), el legendario maestro de Bruce Lee, y Gong Er (Zhang Ziyi). ¿Y cómo llegamos a esto? Pues porque Ip Man será el sucesor de Baosen, el jefe de la Orden de las Artes Marciales Chinas, y dejará a su familia en Foshan para poder asumir su cargo y allí conocerá a Gong Er, hija de Baosen, quien no sólo lo abrumará con su exótica belleza, sino que además lo deslumbrará con su conocimiento y manejo de los 64 movimientos de manos del Ba Gua (una variante del Kung Fu). Igualmente no todo será color de rosa porque asesinado Baosen y ocupación japonesa de China mediante, el país se dividirá (Norte vs Sur) y la miseria hará que los protagonistas tomen decisiones que los harán alejarse por un tiempo, no sólo de su amor, sino de las artes marciales. the-grandmasters-wong-kar-wai-_05 Si bien Baosen dejo en claro, con sus últimas palabras, que no deberían buscar venganza, Gong Er nunca permitirá que quede impune el asesinato de su padre. “Tanto en la vida como en el ajedrez, una vez que se mueve una pieza no hay vuelta atrás”, dicen, y lo toman como premisa de vida. Entonces “El Arte…” pasa de una mera narración de hechos históricos con el kung fu como trasfondo, a una historia no sólo de amor, sino de venganza. “Si no vengo su muerte nunca estaré en paz” declama Gong Er y dirige todas sus acciones hacia ese fin. Y en cierta manera a Ip Man le pasará algo similar, dado que toda su familia es asesinada en medio de la guerra. Por momentos, y dejando a los 2 protagonistas de lado, podemos comparar a “El arte…” con una novela compleja, ya que Kar Wai introduce las historias de “Navaja”, un asesino que terminará con un salón de belleza, o del mismo asesino de Baosen y todas sus miserias sin relacionarla con Ip Man y Gong Er. Grandmaster_03 Como siempre, Wong Kar Wai, cuenta una historia intimista, y más allá de que esta sea su primera superproducción, sigue respetando un estilo de cámara expectante y envolvente. Los actores y las acciones se presentan sin un artificio previo, excepto, claro está, cuando se multiplican las escenas de acción. Estas secuencias son plasmadas con primerísimos primeros planos y planos detalles de manos y pies que generan un gran atrayente visual. Un interés que es necesario a la hora de “digerir” las más de dos horas del metraje. Una de las más bellas escenas sucede en la nieve. Baosen practica movimientos y Gong Er, desde dentro de la casa, comienza a internalizar cada uno de ellos. Los típicos cerezos, la nieve y las caras de los actores a través del biselado de los vidrios, estremecen. Quitando de lado la excesiva utilización de la cámara lenta y la cursi utilización de la música para interpelar a los espectadores, “El arte…” logra en su impacto visual su mayor aporte.
Si “The Expendables” (USA, 2010) y su secuela fueron la oportunidad de volver al cine de acción de CAROLCO y CANNON de los años ochenta, “Escape Imposible” (USA, 2013) es la reafirmación del placer de volver a ver en la pantalla grande a dos íconos como Silvester Stallone y Arnold Schwarzenegger. Dirigida por Mikael Håfström, quien en su haber cuenta con la nominada al Oscar como mejor película extranjera “Onskan”(Suecia, 2013), en la cinta está otra vez Stallone encerrado (¿cuántas películas van ya con Sly entre rejas?), pero en esta oportunidad por elección. Es que en el arte del escape Ray Bresslin (Stallone) encuentra un negocio multimillonario, mostrándoles las falencias a los gobiernos sobre sus moles carcelarias. Pero algo que no esperaba (la sorpresa) sucede y es engañado para ingresar en una institución de la que aparentemente no podrá salir. Allí conocerá a Emil Rottmayer (Schwarzenegger), con el que hará una alianza para poder escapar antes que su vida siga siendo puesta en peligro por parte del terrible carcelero (interpretado por Jim Caviezel). Filmada de manera tradicional, sin una puesta de escena ambiciosa, quizás sólo en la estructura de la última cárcel, con celdas de vidrio sobre estructuras metálicas, conformando un panóptico/panal, es en dónde la película toma un poco de vuelo, la película entretiene y reflexiona. “Escape Imposible” cumple con lo que promete, si bien le sobran minutos al metraje, hay un ejercicio de estilización y pulcritud de las imágenes que atraen. Hay escenas de pelea, de golpes en el comedor, como en todas las películas carcelarias, y principalmente hay momentos de tensión basados en el simple esmero del personaje de Stallone por tratar de escapar a lo McGyver con un trozo de metal y papel higiénico. Pero hay una recuperación de un tipo de humor buddy movie y guiños entre los protagonistas que destacan. En un momento Emil le dice a Ray que le pegue, y lo hace, a lo que Emil le contesta “Pegas como un vegetariano” y obviamente estallamos. Hay cierto “sentimentalismo” al estilo “Halcón” (USA, 1987) en el tratar de explicar los motivos de Ray para “trabajar” de escapista. “Quitarle la vida a una persona no es nada, pero quitarle su corazón es todo”, afirma, pero rápidamente se diluye. Los personajes, principalmente el de Stallone, se legitima por su erudición, clase y porque ha: ¡publicado un libro! (“La Seguridad de las instituciones correccionales”), contrastando con los presos anteriores que ha interpretado a lo largo de su carrera. De esto también se desprende que hay, y es el punto que la hace aún más interesante, más que la acción y el entretenimiento que genera, una crítica a lo obsoleto de las instituciones penitenciarias y médicas, si Stallone escribió un libro sobre ellas ¡YA FUE TODO!. Porque en otras figuras de saber, la credibilidad es cuestionada, ya que el médico interpretado por Sam Neil es juzgado por Ray al ver su “obediencia debida” y su debilidad. Stallone lo es todo en el film, acompañado por un Schwarzenegger que no se queda atrás y que entre ambos construyen los personajes, me atrevo a decir, más verosímiles de toda su carrera.
En “Rush, pasión y gloria” (USA, Alemania, UK, 2013) Ron Howard (“Apollo 13”, “Una mente Brillante”, entre otras) logra contar una gran historia de rivalidad y amistad. Asociándose por primera vez al guionista Peter Morgan (“La Reina”, “Frost VS. Nixon”), y tomando como premisa la real pelea que durante los años setenta del siglo pasado tuvieron James Hunt y Niki Lauda, la película es una épica cinta de automovilismo y revisionismo histórico. El campeonato Mundial de 1976 es el marco ideal para que conozcamos los pormenores de la creciente enemistad y competencia de los protagonistas desde la categoría F3 hasta el apogeo de la F1. Dos naciones (Inglaterra VS Austria) enfrentadas en las figuras de Lauda y Hunt, que en la película son interpretados magistralmente por los ascendentes Chris Hemsworth y Daniel Brühl. Todo inicia con el relato de Lauda, ubicándonos en el contexto de su odio casi irracional hacia Hunt para luego cambiar de narrador y posicionarse en un Hunt más relajado que nos introduce en el verdadero mundo del automovilismo. Esta doble identificación se acentuará más adelante cuando Lauda sufra su célebre accidente (en el que estuvo a más de 100 grados atrapado en su vehículo durante casi un minuto). “Los hombres aman a las mujeres pero más aman a los autos”, afirma Hunt, y al ritmo de “Gimme Some Lovin” de los Spencer Davies nos metemos de lleno en la primera de las muchas carreras que Howard plasmará con gran manejo de la adrenalina y la ansiedad. Los cortes, los planos detalles de los motores precalentando, la imagen granulada símil documental, la vertiginosa edición, el calor sobre el asfalto, y el acompañamiento de neumáticos y planos de la pista, desde la misma pista, generan una sensación de estar dentro de una de las carreras. Lauda y Hunt se odian, se buscan, se recelan, comienzan a competir punto por punto mientras sus vidas, completamente antagónicas y opuestas, se van desarrollando. Mientras Hunt sólo piensa en vivir la “vida loca” (le bordan en su mameluco “El sexo es el desayuno de los campeones”), Lauda se autofinancia su ingreso a la F1 (su familia, adinerada, cree que las carreras son sólo para vividores y aficionados) e imagina nuevas estrategias para agilizar sus vehículos. Hunt quiere sentar cabeza, conoce a una de las primeras megaestrellas del modelaje, Suzy Miller (Olivia Wilde) en una carrera, ella le dice sobre su auto “Muy caro para algo tan vulnerable, incómodo y sin protección”, se enamora, y le propone casamiento. Se estabiliza. Lauda hace su parte con Marlene (Alexandra Maria Lara), sabiendo que será lo mejor que podrá conseguir con su fealdad. Se persiguen, se insultan, se recelan, hasta que Lauda tiene su accidente y ahí Hunt cae en la cuenta que ese enemigo lo completa. Hay algunos problemas con las pelucas de los actores y cierta moralina final que atentarían si estuviéramos hablando de otra película, pero como es “Rush…” un gran espectáculo épico, estos dos puntos quedan en el olvido. “El tener un enemigo también puede ser una bendición” afirma Hunt, y nosotros agradecemos por tanta pasión y tanto cine.