“Reina de Corazones” es un documental argentino que cuenta la historia de diez chicas trans que pertenecen a la Cooperativa Ar/Tv Trans, un espacio que les permite desempeñarse como actrices para conseguir desligarse de la prostitución, profesión a la que suelen recurrir por ser rechazadas en otro tipo de trabajos o porque son marginadas. Es así como el objetivo de este film es conocer más profundamente el perfil de estas mujeres, sus sueños, su lucha diaria y su realidad dentro de una sociedad que poco a poco está cambiando pero que todavía le falta un largo camino por recorrer. Con varios premios en su haber, provenientes de distintas muestras y festivales como la 16º Muestra Internacional de Cine Lgbt Cinhomo, ANDELASGAI, Festival IOFF International Open Film Festival, entre otros, “Reina de Corazones” se presenta como un documental de corte clásico que sigue a estas diez chicas trans a través de entrevistas, intercalando material de archivo de actividades previas (ensayos, obras de teatro o su participación en la Marcha del Orgullo). También la cámara las acompaña durante distintos momentos rutinarios, como por ejemplo cuando recorren la ciudad dejando currículums en busca de trabajo o cuando estudian en la facultad. El documental indaga en las distintas vivencias de las protagonistas, sin dejar afuera ningún tópico por más fuerte que sea. Se habla sobre el significado de ser una chica trans, la prostitución, los cambios corporales (las cirugías legales e ilegales, la dificultad de acceder a ellas por motivos económicos), el momento en el que se dieron cuenta que eran trans o que no se sentían cómodas en su propio cuerpo, la relación con su familia, el tema de la maternidad (si les gustaría o no, adopción, alquiler de vientre), cuándo se empezaron a mostrar públicamente vestidas de mujer o incluso si les hubiera gustado nacer en un cuerpo femenino o si están conformes con la lucha que tuvieron que transitar para ser lo que hoy son. En este sentido, se nota que cada una de ellas estaba dispuesta a dar su testimonio sin problemas. Se sentían cómodas y con la necesidad de contar su historia por más dolorosa que podía llegar a ser, sobre todo a la hora de hablar de los vínculos familiares o el paso por la prostitución. En ningún instante tenemos diálogos forzados o golpes bajos, incluso parece que tienen asumidas sus historias, porque conversan desde la fortaleza y no desde la tristeza o la emoción. Es interesante, también, que en uno de los casos se incorpora a la figura de los padres de una de las chicas, que consiguen exteriorizar sus sensaciones desde el momento en que se enteraron de que su hijo se sentía una mujer hasta su aceptación; como también de compañeras y compañeros de facultad de otra de las protagonistas. No solo nos ofrecen los testimonios desde las propias voces de las chicas trans sino también de gente de su entorno. En cuanto a los aspectos técnicos, se destaca principalmente la música que acompaña al relato de estas mujeres, canciones de cumbia alegres, que siguen con el concepto de proporcionar un documental que se centra en la fortaleza y la potencia de la lucha. Lo mismo sucede con la fotografía, donde priman los colores cálidos y los tonos fuertes. En síntesis, “Reina de Corazones” es un documental que cuenta las vivencias de un grupo de chicas trans a través de testimonios de primera mano, donde se abordan todos los tópicos, desde los más superficiales hasta lo más íntimos y profundos, con el objetivo de conocer su punto de vista y lograr quitar ciertos prejuicios que suelen encontrarse a su alrededor. Una mirada positiva, de lucha, de superación, sin dejar de lado todos los obstáculos o traspiés por los que tuvieron que pasar, pero siempre con una perspectiva optimista y de fortaleza, tanto desde el enfoque que se le da al relato como la construcción de su imagen y música.
Antonio Gil nació en 1840 y murió asesinado el 8 de enero de 1878 en Mercedes, provincia de Corrientes. Su figura religiosa, conocida como el Gauchito Gil, es objeto de devoción popular, el cual tiene la mayor cantidad de devotos en Argentina, quienes todos los años se reúnen durante el día de su muerte para hacerle honor y agradecerle por los milagros cumplidos. Existen muchos mitos alrededor de la imagen de Gil. Se cree que era un trabajador rural que tuvo un romance con una viuda adinerada y que tuvo que escapar del lugar por el odio que despertó, alistándose para pelear en la Guerra de la Triple Alianza. Al volver fue reclutado por el Partido Autonomista para luchar en la guerra civil correntina contra el Partido Liberal, pero él desertó, cometiendo un delito. Antes de ser ejecutado le dijo a su verdugo que debía rezar en su nombre por la vida de su hijo que estaba enfermo. Así lo hizo y el niño sanó milagrosamente. Es por eso que le dio un entierro apropiado, convirtiéndose su tumba en un santuario. Pero también existen otros rumores sobre su persona y eso es lo que aborda el documental “Antonio Gil” de Lía Dansker. “Antonio Gil” sigue el viaje durante 10 años de estos peregrinos y devotos que llegan cada 8 de enero a Mercedes, Corrientes, para visitar la tumba del Gauchito Gil. No solo le rezan y le agradecen, sino que también celebran con bailes y comidas. Tal vez lo más atractivo del documental es la forma original en la que está filmado. Es un retrato observacional que, a través de largos travellings del predio donde está la tumba de Gil, podemos ver el comportamiento de aquellos que llegan a verlo. Acompañando a las imágenes podemos escuchar el relato de distintos lugareños que exponen sus puntos de vistas, experiencias y testimonios sobre quién fue este personaje y cómo murió. Las anécdotas varían según la persona y hasta nos encontramos con historias contradictorias, pero, al fin y al cabo, válidas porque nos cuentan su propia visión sobre los hechos. Hay tantos mitos como habitantes. Es entonces como, por un lado, vemos imágenes de multitudes o de paisajes y escuchamos relatos individuales y personales. Sin dudas no estamos frente a un documental clásico, algo novedoso e interesante, pero que también puede resultar un poco tedioso y con un ritmo pausado, ya que el espectador tiene que prestarle atención a dos situaciones paralelas que no coinciden del todo entre sí; lo que se ve y lo que se escucha. Por otro lado, predomina el sonido ambiente, sin agregarle ningún tipo de música adicional al film. La directora estuvo diez años filmando la celebración del 8 de enero y lo expone en una historia que va desde el presente (2010) hacia el pasado (2001) para mostrar la evolución tanto de la figura del Gauchito Gil como también de su conmemoración. No se trata solo de un agradecimiento, sino que la gente pasa todo el día en aquel lugar y que incluso algunos sacan provecho económico al respecto. Si bien no se mete tanto en cuestiones religiosas, sí podemos ver cómo la institución no abrazaba la idea de venerar a este santo y, con el correr del tiempo, se fue acercando cada vez más a su imagen. En síntesis, “Antonio Gil” no solo busca recrear la figura del Gauchito Gil a través de distintos testimonios y rumores, sino mostrar la gran cantidad de devotos que año a año se presentan en Corrientes para homenajear al santo milagroso. Es un documental poco convencional cuyos relatos aparecen en forma de voces de lugareños pero cuyas imágenes corresponden al paisaje y a multitudes indistintas. Un retrato original aunque puede volverse un poco pesado en el tiempo.
Seis desconocidos reciben una invitación para participar de un juego de escape con una recompensa económica interesante para el que resulte ganador. Sin embargo, se darán cuenta de que lo que parecía solo lúdico se volvió real y que su propia vida estará en juego. La trama de “Escape Room” es similar a la de otras cintas de este estilo de films, como la saga “El juego del miedo” o la película canadiense “El cubo”, donde seres humanos que no se conocen entre sí se encuentran encerrados en un lugar particular y que deberán trabajar en conjunto para intentar salir de ahí. Pero siempre habrá alguien tras las sombras que esté jugando con ellos y que utilizará trampas mortales sobre los distintos miembros del equipo. Partiendo de la base, entonces, de que “Escape Room” no propone una historia novedosa, el espectador que acepte estas condiciones podrá disfrutar de un film entretenido e intenso. A partir de las distintas salas que ofrece el juego iremos conociendo poco a poco el trasfondo personal de los diferentes protagonistas, para indagar sobre la selección de cada uno de ellos para el juego y cómo se encuentran conectados entre sí, a pesar de tener perfiles diversos. En este caso se utiliza, en varias oportunidades, el recurso del flashback, que por momentos queda medio forzado y nos saca de la tensión que estábamos viviendo, pero que es funcional para abordar el contexto de los personajes. El tono del film dista bastante del gore presentado en, por ejemplo, “El juego del miedo”, cuyos films van escalando en el exceso de sangre. En este caso predomina el suspenso y la tensión, sin caer en muertes impactantes, pero que están bien resueltas. Es una historia que sugiere más de lo que se muestra. La banda sonora también ayuda a construir este clima, y en un momento se vuelve un elemento clave para la trama. Los escenarios están muy bien confeccionados y ambientados, tanto en el aspecto visual como en su concepto. Están muy bien pensados los detalles de las pistas, como también la relación con los distintos personajes. Se sienten muy realistas, y los efectos especiales están muy bien utilizados. En cuanto al elenco, nos encontramos con varias caras poco conocidas o vistas en algún que otro film o serie, a excepción de Deborah Ann Woll, cuyo papel de Karen Page en “Daredevil”, “The Punisher” o “The Defenders” hace que la tengamos presente. A ella se le suman Logan Miller, Taylor Russel, Jay Ellos, Tyler Labine y Mil Dodani. Comocionábamos, cada uno de los actores interpreta un perfil distinto dentro del grupo que ayudará al trabajo en conjunto. En este sentido, las distintas actuaciones son muy correctas y nos muestran diferentes actitudes del ser humano. Una parte muy importante de este estilo de películas es exponer a las personas hacia diversos límites para mostrar su reacción y su verdadera cara. Acá también se comportarán según su pasado y por lo que tuvieron que transitar. Tal vez lo menos logrado de “Escape Room” sea su final, un poco sobre explicado, pero que luego de que el público crea que la historia llegó a su fin, sigue continuando, escalando en cuanto a lo absurdo y explotando, de una manera no tan atinada, el concepto que se abordó a lo largo del film. A veces menos es más y una resolución más sencilla nos podría haber dejado un mejor gusto. En síntesis, si bien antes de ver “Escape Room” el espectador sabe con qué se va a encontrar, porque repite el estilo de otros largometrajes vistos anteriormente, va a pasar un momento entretenido y un viaje vertiginoso a través de estos distintos escenarios que provocarán suspenso y tensión. Buena construcción de personajes y revelaciones que sorprenderán a pesar de lo que uno espera. Una resolución un tanto floja que viene a sobreexplicar y a querer darle mayor vuelo a una historia que estaba bien llevada y que podría haber terminado de una mejor manera. Pero sin dudas uno de esos films que logran otorgar puro divertimento para todos aquellos que disfrutan de acotadas locaciones y de grandes (y mortales) desafíos para los protagonistas.
Yorgos Lanthimos es un director griego con un estilo particular bastante marcado. Lo pudimos ver en sus últimas obras como “The Lobster” (2015) o “El sacrificio del ciervo sagrado” (2017). Y ahora nuevamente nos convoca a un film peculiar y altamente efectivo. “La Favorita” sigue a la reina Anne (Olivia Colman), quien se encuentra bastante enferma y con escasas posibilidades de gobernar. Pero para ello está su amiga Lady Sarah (Rachel Weizs), quien la aconseja y, en muchos casos, manipula para que su Majestad tome las decisiones que ella considera pertinentes. Todo cambiará con la llegada de Abigail (Emma Stone), una noble devenida sirviente, quien busca trabajo en el Palacio para poder sobrevivir. En primer lugar y a simple vista podemos observar la calidad de nombres dentro del elenco. Pero no son únicamente figuras de la elite, sino que sus interpretaciones son excelsas. Olivia Colman se destaca como esta reina enferma, con dolencias, berrinches y momentos en los que abusa de su condición (tanto de salud como de poder) para lograr sus objetivos. Pero sobre todo sobresale el duelo actoral entre Rachel Weizs y Emma Stone, tanto por el amor de la reina como por escalar en sus posiciones. A este trío protagónico femenino se le suman actores como Nicholas Hoult y Mark Gattis (este último en un rol menor), sirviendo por instantes de contraparte para que la trama siga su curso. Cada personaje está muy bien delineado y va evolucionando con el correr de la cinta llegando a mostrar sus garras durante el climax. Como suele suceder en la filmografía de Lanthimos, los momentos absurdos e irónicos están a la orden del día, realizando, en este caso, una crítica profunda a las cuestiones relacionadas con la realeza y los altos puestos de la política de aquel período. El exceso de maquillaje, las pelucas, lo movimientos toscos y grotescos hacen que los personajes se caractericen físicamente de una manera apropiada. A esto se le suma la lograda reconstrucción de época del siglo XVIII, no solo con las vestimentas sino sobre todo con la decoración del palacio y cada una de sus habitaciones. Dejando de lado ya la reconstrucción de época, pero siguiendo con los aspectos técnicos, nos encontramos con movimientos de cámara y utilización de lentes bastante interesantes y poco convencionales, que elevarán a la película en este sentido. Asimismo, “La Favorita” es una película muy cómica que divertirá al espectador de principio a fin, que presenta una evolución creciente a lo largo de su desarrollo. Sus diálogos son imperdibles, incisivos e inteligentes. En síntesis, Lanthimos vuelve a entregarnos una historia excéntrica y fascinante, donde el trío protagónico hace un trabajo interpretativo maravilloso, el guion hilarante divertirá al espectador durante todo momento, y se profundizarán temáticas complejas a partir de la comedia.
Perro (Juan Minujín) y Gordo (Néstor Guzzini) son dos grandes amigos que viven en un pequeño pueblo costero sin mucho movimiento, solo llegan algunos propietarios europeos que tienen casonas en la playa, pero que no suelen habitarlas, sino que van algunos fines de semana. Es así como pasan sus días cuidando un hotel desierto, cortando el pasto de los jardínes, ideando un guion cinematográfico o encargándose del próspero crecimiento de unas plantas de marihuana. Pero todo cambiará cuando uno de ellos encuentre un dinero que les cambie la vida para siempre. Paralelamente, un Inspector de policía es trasladado a Pueblo Grande y sus caminos se cruzarán. “Los Últimos Románticos” es una coproducción entre Argentina y Uruguay, dirigida por Gabriel Drak, que aborda temáticas como las relaciones humanas, la amistad, la traición, la soledad, las responsabilidades, entre otras, a partir de un thriller intenso que va tomando vuelo con el correr de la historia. La película se toma su tiempo para presentar a los protagonistas, tanto a los amigos como al inspector que llega al pueblo. Nos muestra su rutina cansina, sus momentos de ocio y sus pocas ganas y posibilidades de trabajar. El resto de los personajes no están tan profundizados, pero podemos entender, a partir de lo que vemos, el rol que ocupan dentro de esta diminuta sociedad; son funcionales a lo que se quiere contar. Recién bien entrada la trama la cinta presenta un giro que hará que los personajes principales tengan un gran cambio en su vida y se pongan en juego ciertos valores como la amistad y la lealtad. Este viraje hace que también cambie el tono del film, hacia un thriller o un policial más clásico, donde sus movimientos serán observados por el inspector de turno, pero conservando algunos momentos de comedia. A partir de entonces, tendremos un ritmo mucho más dinámico y un ambiente de constante tensión. Del mismo modo, nos encontramos con algunos giros narrativos hacia el final de la historia que, si bien uno puede prever algunos de ellos, impactan de una buena manera, dándole un sólido cierre a la trama. Juan Minujín y Néstor Guzzini protagonizan este film recreando una amistad de años. Esto se nota en la química que presentan, mientras que sus actuaciones individuales son correctas sin ser sobresalientes. El resto del elenco también propicia buenas interpretaciones, destacándose Vanesa González como la mujer de Perro, que tiene que lidiar con su falta de responsabilidad paternal, y Ricardo Couto, el inspector policial que varía sus actitudes durante el metraje. Dentro de los aspectos técnicos sobresale la ambientación desolada del pueblo en el que viven, acentuando el aislamiento de los protagonistas. Lo mismo ocurre con la banda sonora, que tiene un rol primordial a la hora de crear el clima policial y de tensión. En síntesis, “Los Últimos Románticos” es una película que tarda un poco en tomar vuelo, haciendo una exhaustiva presentación de sus personajes y del lugar donde viven (que tiene un rol fundamental) para desembocar en un buen policial con giros narrativos interesantes que atraparán al público.
Pilar planea una noche de sábado tranquila en su casa, pero su meta de verá interrumpida por distintas visitas que irán tocando el timbre con diversas preocupaciones y urgencias. “Anoche” es la nueva película de Nicanor Loreti (“Diablo”, “Kryptonita”) co-dirigida con su mujer Paula Manzone, quien ideó este proyecto primero como una obra de teatro 10 años atrás. Después de estar en cartel durante dos años, surgió el deseo de convertir esta historia en un largometraje. Es por eso que desde su estética la trama está concebida como una pieza teatral y así se la siente durante su hora y diez. Tenemos una sola locación (la cual solo cambia hacia el final del film), que provoca una mayor incomodidad y opresión en las relaciones que se desarrollan durante la velada. Al tener una sola puesta en escena, todas las miradas de la cinta se la llevan las interpretaciones y el guión. En el primer caso, tenemos un elenco de caras conocidas, con Gimena Accardi a la cabeza, acompañada por Benjamín Rojas, Valeria Lois y Diego Velázquez. Estos dos últimos son los que más se destacan dentro de las actuaciones, llevando a cabo los personajes más hilarantes y graciosos. También cabe resaltar la participación de Mirta Busnelli como una voz en el teléfono, que consigue protagonizar unos de los momentos más graciosos del largometraje. En cuanto al guión, el mismo presenta gags divertidos y ocurrentes que lograrán entretener al público durante todo el relato. Tenemos algunas situaciones un tanto previsibles, pero que no se terminan resolviendo de una manera convencional. La música también cumple un rol central dentro de la historia, compuesta especialmente para el film, generando los distintos climas por los que van pasando los protagonistas a lo largo de la noche. Tensión, incomodidad, momentos bizarros, todo esto se termina de coronar con una buena banda sonora que acompaña de una gran manera. En síntesis, “Anoche” nos presenta una historia fresca y entretenida, con una estética teatral muy marcada, que logrará divertir al espectador en todo momento.
En 1889, más de 800 inmigrantes judíos oriundos de la Ucrania dominada por el imperio zarista llegaron a Buenos Aires con el objetivo de instalarse en el campo para dedicarse a la agricultura y terminar con los prejuicios de la presunta improductividad que había alrededor de su grupo social. Desde el Hotel de Inmigrantes porteño se trasladaron hasta la provincia de Santa Fe, donde fundaron la colonia Moisés Ville, haciendo un paralelismo entre el Egipto bíblico y el Imperio zarista, donde los judíos eran perseguidos. Con el paso del tiempo, esto fue considerado un suceso fundamental de la vida judía en la Argentina, ya que inspiró a la creación de la Jewish Colonization Association, empresa financiada por el barón de Hirsch que trajo al país 30.000 colonos judíos. “La Jerusalem Argentina” es un documental realizado por Iván Cherjovsky y Melina Serber, el cual busca retratar el paso del tiempo en Moisés Ville y la intención de conservar la memoria y las tradiciones del pueblo judío. Poco a poco se va reduciendo su comunidad, debido al envejecimiento y a la migración de los más jóvenes hacia ciudades como Santa Fe, Buenos Aires o Córdoba. Pero quienes aún viven allí se encuentran activos realizando distintas actividades para mantener vivas sus costumbres. La película se toma su tiempo para presentar el lugar y a sus habitantes. En principio es un documental más observacional que plasma la realidad y cómo vive la gente en Moisés Ville, realizando sus actividades, yendo al templo, a la escuela, al teatro, al museo o a la biblioteca, mientras que los escuchamos hablar, mediante charlas informales y casuales, sobre algunas de sus vivencias. También se enmarca dentro de un período interesante, ya que se están preparando para el aniversario número 125 del pueblo. Al mismo tiempo, podemos observar cómo conviven con otras religiones que se practican en el lugar. Recién después de 20 minutos nos encontramos con un cambio en la estructura, y se empiezan a alternar, entre las rutinas, entrevistas a distintos pueblerinos que hablan sobre la importancia del pueblo, sus tradiciones, y sobre la preocupación de la actualidad, donde la gente grande muere y los más chicos migran hacia Israel u otras ciudades más grandes de las provincias argentinas. Tal vez se podría haber hecho un poco más de hincapié en la historia del surgimiento de Moisés Ville, debido a que quien visualiza el documental no obtiene mucha información sobre el contexto. Sin embargo, se nota que el objetivo principal de la obra se centra sobre todo en esta cuestión de presentar a quienes viven dentro de la comunidad y ver el paso del tiempo y cómo los habitantes buscan preservar la memoria del pueblo judío y sus costumbres. Un documental clásico que se favorece de su corta duración para plasmar en imágenes el punto de vista de los directores, con el objetivo, también, de continuar preservando la memoria de la comunidad judía en Argentina.
María es una adolescente que, como cualquier otra, debe enfrentar los típicos obstáculos de una chica de su edad. No tiene muchos amigos y la única con la que comparte sus días lo hace solamente porque están juntas desde pequeñas, pero Lily prefiere pasar su tiempo con su novio Sean, el mismo interés amoroso de María. Su padre, un cirujano plástico, no está conforme con la apariencia y el carácter de su hija, y la madre no tiene peso alguno dentro de la familia. Pero su tormento disminuirá cuando descubra que detrás del espejo no solo se esconde su reflejo, sino su propia figura con una personalidad mucho más combativa que querrá ir al mundo real para vengarse de todos aquellos que la lastimaron. “No Mires”, dirigida por el realizador israelí Assaf Bernstein (“The Debt”), nos ofrece un thriller bien intencionado que maneja muy bien el clima de suspenso pero que cae un poco en la confusión a la hora de querer explicar las circunstancias que mueven a la protagonista y el contexto familiar que la rodea. Empieza de una manera interesante y expectante pero se desinfla un poco sobre el tramo final, el que debería ser el más potente, con el deseo de implementar un giro narrativo dramático que ya fue explorado durante todo el film (incluso la revelación sucede en la primera escena de la cinta), perdiendo bastante su impacto, y generando más confusión de la que debería. Al igual que el buen manejo del clima de suspenso, la película sabe componer una manera lograda su fotografía, con predominancia de planos oscuros en interiores o escenas de noche, mientras que durante el día se nos presentan situaciones exteriores en invierno, con preponderancia de escenarios con nieve. De esta manera, podemos observar una conexión con los sentimientos de la protagonista y el estado de sus vínculos, fríos, distantes, aislados. La música ayuda a generar este ambiente de tensión constante, como también la ambientación, con abundancia de espejos, como la temática lo requiere. Quienes busquen en “No Mires” una película de terror podrán salir del cine un tanto decepcionados, ya que el largometraje se mantiene todo el tiempo dentro del género del suspenso, sin generar miedo alguno ni sobresaltos (y no porque no tengan oportunidades para hacerlo, sino porque el mismo film no lo busca). Con respecto a los temas que se abordan, nos encontramos con un análisis sobre el bullying escolar, el rol de los padres en la crianza de los niños y las presiones que les generan, la soledad, la distorsión del cuerpo, los trastornos alimenticios o la depresión, asuntos importantes para mostrar en un film con una protagonista adolescente. Tal vez por momentos el film peca de querer tratar muchas cuestiones diversas, logrando una poca profundización en cada una de ellas, pero sí se ahonda sobre todo en el bullying y la mirada de los padres hacia los hijos y cómo puede afectarlos. El elenco está bien liderado por India Esley, quien consigue componer dos personajes idénticos en apariencia pero diametralmente opuestos en personalidad. La joven actriz le imprime gestos, miradas y comportamientos distintos a cada uno de sus papeles. Puede ser débil, bondadosa y crédula, al mismo tiempo que puede ser rebelde, fuerte e intolerante a las torturas que recibe a diario. El resto del elenco se encuentra correctamente cumpliendo cada uno su rol. En síntesis, “No Mires” logra componer un buen ambiente para el suspenso, a partir del clima de tensión, su ambientación, su música y la predominancia de la oscuridad en su fotografía. Con buenas interpretaciones por parte de la actriz principal, el film no solo se queda en esto sino que decide abordar temáticas importantes dentro del rango etario de su protagonista (por momentos queriendo abarcar demasiadas cuestiones). Pero en su contra, nos encontramos con una historia que se va desinflando con el correr del tiempo, cuando debería ir ganando cada vez más fuerza, y con una búsqueda de impacto a partir de un giro narrativo que nunca llega y que provoca más confusión que sorpresa.
En 1964 se estrenó “Mary Poppins”, una película familiar producida por Walt Disney que cautivó a chicos y grandes de varias generaciones debido a que creó una historia de fantasía divertida y emotiva, con un hermoso mensaje detrás y canciones inolvidables. 55 años después vuelve este icónico personaje a la pantalla grande, quien regresa para ayudar a los hermanos Banks. Ambientada en la época de la Gran Depresión, Michael y Jane ya son adultos y tienen sus propios problemas. La mujer de Michael falleció recientemente y tiene tres pequeños a cargo. Siguen viviendo en la misma casa de su infancia, pero Michael se atrasó con un préstamo que había recibido para mantener todo a flote y ahora le vienen a reclamar el dinero o le embargarán la casa. Junto con Jane buscarán un certificado de las acciones en el banco que les había dejado su papá, mientras que Mary Poppins aparece para no solo cuidar a los hijos de Michael sino también para recordarle a él su propia infancia. En estas épocas en las cuales se vuelven a traer al cine historias que fueron significativas dentro de la industria cinematográfica, el principal miedo es que la nueva película no esté a la altura de la cinta original o que se sienta como una producción innecesaria, porque es muy difícil repetir un éxito rotundo. Sobre todo cuesta mantener un equilibrio entre no repetir los mismos pasos de su antecesora ni hacer algo totalmente distinto que no se asemeje en nada al espíritu del material de base. En este sentido, “El Regreso de Mary Poppins” es, por un lado, un musical efectivo que cumple con lo que se propone, pero que apela constantemente a la nostalgia, no solo manteniendo la esencia del film original, sino que directamente reproduce la estructura narrativa del mismo, dejando de lado toda originalidad e innovación. Si uno tiene presente el relato de 1964 se dará cuenta de que el camino que realizan los protagonistas es el mismo que transitaron en aquel entonces, cambiando algunos detalles y personajes por otros. La mayoría de las secuencias presentan la misma estructura aunque con otras ideas, pero para aquellos que vieron el largometraje original sabrán cómo se desarrollarán algunos cuadros. Si bien no es una historia idéntica, sí se repiten los mismos patrones. En cuanto a los personajes, tenemos algunos de ellos que vuelven a aparecer en este film, como varios vecinos o algunas sorpresas que sin duda serán algunos de los mejores momentos de la cinta (explotando nuevamente el recurso de la nostalgia), y otros que, si bien son nuevos, se sienten como conocidos por la semejanza que presentan con algunos roles de 1964. Ejemplo de ello es el farolero de Lin Manuel-Miranda, que repite la esencia del deshollinador de Dick Van Dyke, un arduo trabajador que se la rebusca frente a la crisis y que ayudará en todo momento a Mary Poppins y a los niños. Incluso su gremio tendrá su propio momento musical como lo tuvieron los deshollinadores, uno de los cuadros más ambiciosos y logrados, pero, nuevamente repitiendo una idea ya utilizada previamente. Siguiendo esta línea, uno de los mayores temores era traer nuevamente a la vida a Mary Poppins, interpretada increíblemente en su momento por Julie Andrews. Acá será Emily Blunt la encargada de ponerse en la piel de la niñera mágica, otorgando una gran performance. No solo baila, canta y actúa muy bien, sino que logra brindarle su propia impronta al personaje y ser auténtica. Mantiene las características centrales de Mary Poppins, pero a la vez se siente genuina y no una copia de la versión anterior. Con respecto a los aspectos técnicos, se nota un mayor avance tecnológico de aquel entonces a la actualidad. Nuevamente tenemos una mezcla entre el live-action y la animación tradicional, un recurso utilizado en 1964 y que mantienen en esta oportunidad. Los colores fuertes y vívidos de la ropa y los momentos mágicos se contrastan con los tonos más oscuros de una Londres bajo la crisis. La parte musical fue y sigue siendo un aspecto central dentro del film. Si bien es difícil superar aquellas canciones emblemáticas de 1964, en este caso tenemos algunos cuadros musicales impecables y muy bien logrados. El despliegue coreográfico es maravilloso. Hay que tener en cuenta la vasta experiencia que tiene su director Rob Marshall en este género, con películas como “Chicago” (2002), “Nine” (2009) o “En el Bosque” (2014) en su haber. Tal vez la música no sea tan pegadiza como la de la cinta original o tal vez necesite algo de tiempo para volverse icónica. Es complejo realizar una comparación entre ambas obras y mucho habrá tenido que ver con la época en la que se estrenó “Mary Poppins” y lo que sucedió con ella todos estos años. En síntesis, “El Regreso de Mary Poppins” es una película correcta que cumple a la hora de entretener, divertir y conmover tanto a chicos como a grandes. Un musical efectivo, pero que no se arriesga demasiado a la hora de innovar y generar un producto novedoso que se despegue un poco de la cinta original de 1964. Repite personajes y patrones narrativos que le quitarán un poco de magia y sorpresa para todos aquellos que tengan presente el material de base. Se siente más una remake que una secuela, pero que seguramente servirá para presentarle este personaje a las nuevas generaciones.
La carrera del director indio-estadounidense, M. Night Shyamalan, trae consigo algunas grandes obras como la sorprendente e icónica “Sexto Sentido” (1999) seguida por “El Protegido” (2000), “Señales” (2002) y “La Aldea” (2004), para caer después en films totalmente olvidables. En 2015 se recuperó un poco con “Los Huéspedes” para regresar con toda la gloria en 2016 con “Fragmentado”. Un realizador que tiene su séquito de seguidores como también su grupo de detractores, porque muchas de sus obras consiguen dividir las aguas. Con sus marcas características como giros narrativos sorprendentes y un uso particular del suspenso y la tensión, Shyamalan busca siempre desprenderse de lo convencional y otorgarle algo distinto al público. En su momento “El Protegido” no causó mayor revuelo, a pesar de ofrecernos unos de los mejores films del realizador. Un homenaje a los cómics con la presentación de héroes y villanos más realistas y cercanos a todos nosotros. Pero fue con “Fragmentado”, y ese final en el cual aparecía Bruce Willis, donde la película de 2000 volvió a tomar vuelo. Porque si bien siempre se habló de una secuela de “El Protegido”, nunca se terminó de hacer realidad, hasta que llegó este largometraje que sirvió como una especie de continuación indirecta. Es así como fue de público conocimiento que habría una tercera y última parte que culminaría ambas historias. “Fragmentado” dejó la vara muy alta, convirtiéndose en una de las mejores cintas de ese año, y es por eso que la expectativa de esta nueva entrega, “Glass” pesaba mucho sobre los hombros de Shyamalan. “Glass” recupera, entonces, los personajes que conocimos en “El Protegido” y “Fragmentado”. David Dunn (Bruce Willis) sigue brindando justicia desde la oscuridad y está en la búsqueda constante de La Bestia (James McAvoy), aquella mezcla entre hombre y animal que disfruta de secuestrar y apropiarse de mujeres jóvenes, bajo la apariencia de Kevin Wendell Crumb, un joven con trastorno de personalidad múltiple. Con la ayuda de su hijo, Dunn descubrirá el escondite del villano y, durante el enfrentamiento, ambos serán capturados por las autoridades y confinados a un instituto psiquiátrico, donde la Dr. Ellie Staple (Sarah Paulson) buscará enseñarles que son personas ordinarias y no superhombres. Allí también se encontrarán con un viejo conocido de Dunn, llamado Mr. Glass (Samuel L. Jackson), quien se encuentra sedado desde hace mucho tiempo. Como anticipábamos, había mucha expectativa con respecto al estreno de “Glass”, otro film que seguramente dividirá las aguas, gustando a algunos y decepcionando a otros. Siguiendo con el estilo de “El Protegido”, acá no nos encontramos con una película de superhéroes convencional, como estamos acostumbrados con las sagas de Marvel o DC. En “Glass” no predominan las escenas de acción, sino más que nada el diálogo y el análisis. Se debate acerca de los héroes y villanos de una forma más terrenal y no tan espectacular, a partir de conversaciones y no de enfrentamientos físicos. Se habla de las habilidades que todos tenemos, incluso aunque ellas aparezcan como una suerte de debilidad o falla. Es por eso que el film puede resultar algo lento y aburrido por momentos, con una falta de ritmo, sobre todo desde que los personajes entran al instituto psiquiátrico hasta el último acto, donde tiene lugar la mayor parte de la historia. Asimismo, se abusa de la sobreexplicación de ciertas situaciones, vistas anteriormente en los otros largometrajes. También afirmamos que Shyamalan nos brinda siempre giros narrativos hacia el final de sus films que le otorgan una nueva mirada o información desconocida que sorprenderá al espectador. En este caso tenemos varios cambios de rumbo, donde uno cree que la trama ya está resuelta y ésta vuelve a cambiar. De todas maneras, y sobre todo conociendo ya los recursos utilizados por el director, las revelaciones no son tan impactantes ni sustanciales para una conclusión de esta magnitud. Con respecto a las interpretaciones, podemos decir que es uno de los puntos más logrados del film, sobre todo el hecho de haber traído a la mayoría del elenco participante en ambas películas, desde los protagonistas hasta roles menores como, por ejemplo, al hijo de Dunn. Sin dudas James McAvoy es quien vuelve a robarse las miradas, con la interpretación de sus distintas personalidades, algunas que ya conocíamos y otras nuevas. Es quien nos saca una risa entre la tensión y quien consigue tener la mayor atención. Bruce Willis compone correctamente a su personaje, pero no tiene un lugar tan predominante. Lo mismo sucede con Samuel L. Jackson, quien recién hacia el final de la cinta logra tener un rol más trascendental, sobre todo considerando que la película lleva su nombre. Pero acá más que nada se trató de una decisión narrativa por la cual se entiende el estado pasivo de su participación en un principio. Los personajes secundarios están algo desdibujados y sirven simplemente como un acompañante del protagonista, como Casey (Anya Taylor-Joy), la víctima de la Bestia que vuelve por alguna motivación oculta, Joseph (Spencer Treat Clark), el hijo de Dunn o la madre de Elijah “Mr. Glass” Price (Charlanye Woodard). Otro de los puntos a destacar de “Glass” es su parte técnica. Desde el principio Shyamalan le otorgó a cada personaje un color (verde a Dunn, violeta a Glass y amarillo a Kevin) y esto se ve plasmado de una manera maravillosa en la fotografía, arte y escenografía. Cada atuendo, ambiente u objeto relacionado con algunos de los protagonistas lleva su color característico. Por otro lado, también resaltamos la reutilización de material filmográfico de las películas anteriores a la hora de mostrador flashbacks de la vida de los distintos personajes. Se siente auténtico y honesto, porque justamente se trata de los mismos actores tiempo atrás. Si bien las cintas anteriores manejaban perfectamente el escenario tenso y de suspenso, en este caso no se mantiene en todo momento. En síntesis, “Glass” era una película que prometía terminar una trilogía de una manera espectacular, pero se queda a mitad de camino al tomar un rumbo mucho más pausado, dialogado y explicativo. Sigue homenajeando a los cómics y a aquellas personas con poderes más terrenales pero se siente como que falta algo. Sus puntos más fuertes son su elenco y la composición de la imagen con una fotografía, ambientación y planos que se distinguen.