Clint Eastwood vuelve a la pantalla grande para dirigir y protagonizar (aparentemente por última vez) una película de crímenes distinta que se favorece de la interpretación del octogenario ícono y la construcción de su personaje. Basada en un artículo del New York Times de 2014, “La Mula” sigue a Earl Stone (Clint Eastwood), un hombre en sus 80 años, que se encuentra quebrado y con una mala relación con su hija y su ex mujer, debido a que toda su vida priorizó su trabajo por sobre su familia. Ahora, sin nada que perder, comenzará a desempeñarse en un nuevo empleo, en el cual deberá manejar de un punto al otro y transportar ciertos bolsos que le den con algunas reglas de por medio. Paralelamente, llega al lugar un nuevo agente de la DEA, Colin Bates (Bradley Cooper), para sumarse a un equipo ya establecido, con el objetivo de seguir a un cartel mexicano que trafica droga. El regreso de Clint Eastwood delante de cámaras trae consigo un personaje muy interesante, un hombre que ya tomó sus decisiones en su vida, priorizando lo laboral por sobre lo familiar, y que ahora debe convivir con las consecuencias, pero que trata de rearmarse y compensar a aquellos a quienes les falló. Si bien podemos no estar de acuerdo con sus pensamientos o comportamientos, el papel es de alguien entrañable, carismático, agradable que no provoca ningún tipo de rechazo (a diferencia de otros papeles que interpretó en su pasado el actor, donde predominaba la amargura en su carácter), a pesar de que protagoniza algunos momentos incómodos dentro del film, donde se expone la ideología del mismo director (públicamente reconocido como republicano y conservador) y que pueden resultar algo impactantes, pero que también pueden ser tomados a modo de chiste (humor negro) para visibilizar el problema del racismo en Estados Unidos. Asimismo, se beneficia de su edad para ahondar en las diferencias generacionales y brindarnos algunos de los instantes más graciosos de la cinta. Está en ese punto de la vida en el que no presenta filtro alguno y que debe superar algunas barreras, sobre todo tecnológicas. Con respecto al resto del elenco, nos encontramos con personalidades importantes para secundar a Eastwood. Bradley Cooper, Michael Peña y Lawrence Fisher componen a tres agentes de la DEA que se encuentran en la vereda opuesta a Earl, pero que carecen de una gran fuerza opositora. Aparecen recurrentemente durante el film, pero su figura está un poco desdibujada, no significan un peligro real para el protagonista. Son más intensos los momentos en los cuales el personaje principal debe lidiar con los narcotraficantes, que suelen ser más temerarios y desconcertantes. De todas formas, sus interpretaciones son correctas, al igual que las de la familia de Earl, conformada por Taissa Farmiga, como la nieta, Diane West, como la ex esposa y Alison Eastwood, como la hija (en la realidad y la ficción), aunque esta última, por cuestiones relacionadas a la trama, aporta más en cuanto a su ausencia que a su presencia. Las actrices vienen a otorgarle un tono más dramático a la historia. En cuanto a los aspectos técnicos, podemos resaltar la fotografía a cargo de Yves Bélanger, que ilustra de una manera agradable los paisajes desolados de las rutas estadounidenses, y el largometraje completo tiene un tono más cercano al sepia o a los colores apagados. También la banda sonora acompaña aquellos viajes, con canciones más de época y que pueden sacar más de una sonrisa en el espectador por sus letras y cantos de Eastwood. Tal vez el final es un poco flojo o brusco, ya que luego de un climax muy bien logrado, la historia se resuelve de una manera un tanto simple, naif o no se termina de desentrañar el conflicto del todo (sin dar tantos detalles, para ser agentes se conforman con un peldaño muy bajo de la estructura criminal). Y por instantes también tenemos algunos pasajes algo repetitivos. De todas formas, “La Mula” nos ofrece una sólida película, en donde Eastwood logra brillar, componiendo a un personaje con conflictos pasados y que reflexiona constantemente sobre aquellos errores. Con momentos más cómicos, otros más tensos y dramáticos, la cinta consigue abordar temáticas como las diferencias generacionales, la importancia de la familia y el racismo en Estados Unidos. Acompaña un buen elenco, aunque no todos los papeles sobresalen por su peso y fortaleza.
Basada en las propias experiencias del director mexicano Alfonso Cuarón, “Roma” cuenta la historia de Cleo, la ama de llaves de una familia (compuesta por cuatro niños y un matrimonio a punto de separarse) que vive en el barrio cuyo nombre es el título del film. Es así como seguiremos las vivencias de la protagonista, quien deberá mediar entre su trabajo y su propia vida. Filmada en blanco y negro, la película que se estrena hoy exclusivamente en Netflix (y que podrá ser vista en algunos cines) nos muestra un equilibrio entre el sufrimiento y el amor. Tanto la protagonista como el resto de las mujeres adultas deberán transitar por situaciones traumáticas y complejas, al mismo tiempo que tendrán donde apoyarse y razones por las cuales sentirse felices. Existen algunos pasajes muy fuertes, que apelan a los golpes bajos y a conmover al espectador, pero siempre en pos de otorgarnos una historia realista como la vida misma. A pesar del drama, son varios los instantes de comedia, ya sea por los gags humorísticos como también por la inocencia en los diálogos con los más pequeños. Un buen recurso para darle un poco de respiro a la audiencia. Alrededor de las historias personales también de nos muestra un contexto complejo en México en los años ‘70, con manifestaciones y enfrentamientos violentos en las calles. Con respecto a los aspectos técnicos, recalcamos nuevamente la utilización del blanco y negro para impactar de una manera particular en el público. Ese drama se ve plasmado tanto en la historia como en la fotografía (dirigida por el mismo Cuarón) y la música utilizada. Tal vez algo un poco negativo del film es el sonido. Se escucha demasiado el ruido ambiente, como si el micrófono captara toda la situación, no solo lo que está pasando frente a nuestros ojos. Esto provoca que algunos diálogos en español se puedan perder o pasar desapercibidos. De todas formas, esto tampoco es una decisión aleatoria del director, sino que también nos muestra el ruido con el que convivimos día a día, no solo de una manera literal sino más que nada metafóricamente. El elenco está integrado por actores únicamente hispanohablantes, una decisión digna de destacar, porque en Hollywood solemos tener a aquellas personalidades que se hacen pasar por otras nacionalidades o realizan acentos en vez de que busquen contratar intérpretes del país al que representan. Todos se encuentran muy bien en sus papeles, sobre todo las mujeres a las cuales Cuarón quiere homenajear, su madre (protagonizada por Marina de Tavira) y su niñera (Yalitza Aparicio), quienes a pesar de tener personalidades diferentes demuestran su fortaleza y su constante lucha. En síntesis, “Roma” es una de las películas más personales y sentidas de Alfonso Cuarón, que logra conmovernos y divertirnos al mismo tiempo. Una historia poderosa hasta en los momentos más sencillos, que se fortalece aún más por las actuaciones y sus aspectos técnicos. Una oda al amor, a la vida, a la familia, a la protección.
Los cambios tanto físicos como psicológicos de una persona de una determinada edad siempre es una temática recurrente en la industria cinematográfica. Tanto del pasaje de la infancia a la adolescencia, de la adolescencia a la adultez o de la adultez a la vejez. En este caso, “Algo Celosa” nos presenta una comedia francesa en donde Nathalie, una profesora de literatura divorciada de 40 y tantos años, comienza a transitar estas transformaciones que se dan en la vida de una mujer pre menopáusica. Es así como el tema de la edad y de la juventud/vejez (como la constante competencia con su hija o una maestra más joven) será algo crítico en sus días, provocando un cambio de humor y una irritación que repercutirá en las relaciones con las personas más cercanas, como su hija, su mejor amiga, su ex marido o un nuevo candidato que está conociendo. Como decíamos anteriormente, el punto de partida de “Algo Celosa” no es muy original, ya que las consecuencias de una mujer que está llegando a la menopausia las vimos en varias oportunidades, pero la cinta se beneficia de la intensidad que le otorga su protagonista, quien ve en el resto de los personajes algún motivo para criticarlos y envidiarlos. A media que se desarrolla el film las situaciones van escalando hasta estallar en el clímax. En este sentido, debemos destacar la labor de la actriz Karin Viard, que compone de una manera muy natural y fresca a un personaje completamente desbordado y que no da cuenta, por momentos, de la magnitud y locura de sus actos hasta que tiene que enfrentar las consecuencias. Son las situaciones más hilarantes las que harán reír al público. Si bien está muy bien secundada por todo el elenco, ella es quien se encarga de elevar al largometraje. Por otro lado, “Algo Celosa” es una comedia entretenida y divertida, que tal vez se estanca un poco en el final, perdiendo algo de peso, pero que en todo momento es efectiva y provoca más de una risa en el espectador debido a su guión y a la gracia de su protagonista. Al perder un poco de originalidad en su temática, la película también recae en ciertos clichés propios de una mujer de esa edad. En síntesis, si bien “Algo Celosa” no viene a proponer una historia nueva y original, cayendo por momentos en estereotipos, la película es un entretenimiento grato y divertido para todos aquellos que deseen verla y disfrutar de la actuación hilarante de Karin Viard.
Dan Fogelman es reconocido sobre todo por ser productor y guionista de películas como “Loco, Estúpido, Amor” (2011) o series como “This is Us”, sin embargo como director está estrenando recién su segundo largometraje, luego de haber realizado “Danny Collins” en 2015. Con “La Vida Misma” nos acercamos a un registro bastante parecido al de la producción televisiva, donde nos ofrece un drama profundo y conmovedor, al mismo tiempo que nos otorga un mensaje optimista sobre el amor y las relaciones. “La Vida Misma” comienza de una manera un tanto confusa, donde no entendemos bien quién es el protagonista, quién está narrando los hechos (a partir de la voz de Samuel L. Jackson) o qué está sucediendo, ya que se nos presenta un relato enmarcado dentro de otro, haciendo que el público se encuentre un poco perdido en la narración. Pero después la historia se va acomodando poco a poco, permitiéndole al espectador meterse de lleno en la vida de los protagonistas. La cinta se divide en distintos capítulos, los cuales siguen a diversos personajes que están relacionados entre sí de alguna manera u otra. En el primer caso, tenemos la historia de Abby (Olivia Wilde) y Will (Oscar Isaac), una relación amorosa que aparentemente no termina de la mejor manera, ya que en el presente Will está pasando por una crisis pronunciada. A partir del recurso de flashbacks nos vamos enterando sobre el pasado de este vínculo y cómo se llega a la actualidad. Al igual que en la serie “This is Us” estos vaivenes temporales se dan de una forma muy natural, cuando un personaje recuerda algo o cuando vive una situación similar, al mismo tiempo que se utilizan otros recursos narrativos como la propia visualización de un personaje hacia un escena del pasado. El resto de los capítulos tienen que ver con personas vinculadas a estos protagonistas, pero que es mejor no adelantar nada para no arruinar la sorpresa que nos depara el film. Al principio tenemos giros narrativos más pronunciados y sorprendentes, que se diluyen un poco con el correr del metraje, donde algunos se vuelven más predecibles. Pero en todos los casos nos encontramos con historias muy bonitas que se van volviendo más dramáticas con el paso del tiempo, para avalar el concepto de la “vida misma” y mostrarnos que a pesar de que la vida nos ponga de rodillas, el hecho de levantarnos y seguir peleando siempre va a ser más satisfactorio. Sin dudas nos vamos a encontrar con momentos conmovedores, con lugar para el llanto tanto de emoción como de tristeza, a partir de una manipulación de nuestros sentimientos. La película consigue que la audiencia empatice rápidamente con los distintos personajes, para luego hacerlos transitar por instantes complejos de la vida. De todas maneras, ese fue su objetivo desde el comienzo y lo consigue sin ninguna dificultad. A su vez, también ofrece momentos cómicos a partir del humor negro o fuera de lugar para descontracturar un poco el drama generado. La empatía con los personajes se logra también a partir de la buena interpretación de todo el elenco, que si bien destacamos a Oscar Isaac, con un papel de hombre desquiciado al borde de la locura, y a una Olivia Wilde muy fresca y radiante, tenemos otras figuras de renombre como Antonio Banderas, Laia Costa (“Victoria”), Mandy Patinkin, Olivia Cooke, Jean Smart, entre otros, que también se encuentran muy bien en su rol. Lo interesante es que el relato está hablado tanto en inglés como en español, según la nacionalidad de los actores, para hacerlo aún más creíble. En cuanto a los aspectos técnicos, nos encontramos con algunos recursos atractivos, como mostrar el paso del tiempo de un niño a adulto de una manera muy natural; la forma en la que intercalan los flashbacks o conectan las historias. También se destaca una fotografía cálida y algunos silencios en momentos oportunos que dicen más que una simple banda sonora que acompañe. “La Vida Misma” es como un rompecabezas, donde al principio tenemos todas las piezas mezcladas y acumuladas y a medida que se las va separando y armando la figura nos encontramos con un panorama mucho más claro. Y una vez que logramos armar este rompecabezas, el dibujo general nos conmueve de la mejor manera. Tal vez pueda pecar de manipulación emotiva, pero la película consigue plasmar eso de la “vida misma”, de los buenos y malos momentos por los cuales puede transitar una persona, una familia, y salir airoso por la lucha y el amor de los que nos rodean. Como un capítulo extenso de “This is Us”, Dan Fogelman nos ofrece personajes con los que nos encariñamos rápidamente y los acompañamos por este viaje de altibajos.
Las fiestas siempre son una excusa para reunir a familias poco convencionales y con muchos problemas de trasfondo para que a lo largo de la velada se vayan desatando distintos conflictos. La ópera prima de Piotr Domalewski, “Noche de paz”, se enmarca dentro de esta temática para contarnos la historia de Adam, un joven que trabaja en Holanda, y que después de muchos años regresa a su hogar en Polonia para festejar una Navidad en familia. Pero sus intenciones no serán únicamente visitar a sus padres, abuelos, hermanos y tíos, sino que tendrá un objetivo mucho más personal en mente que podría desatar más de un disgusto entre sus seres queridos. A diferencia de lo que podría resultar una historia de estas características bajo una dirección hollywoodense, en “Noche de paz” nos encontramos con un drama profundo que abordará temáticas tan personales como sociales, propias de la idiosincrasia polaca. Por un lado, podemos ver los secretos que oculta una familia, la violencia de género, el abuso del alcohol, la disputa por la herencia, el cuestionamiento de la crianza de los hijos, el abandono, y, por el otro, el hecho de vivir en un país sin mucho futuro laboral para sus ciudadanos, que deben migrar hacia otros lugares de Europa para tener un mejor pasar económico, aunque esto implique abandonar a sus familiar o pasar poco tiempo de calidad con ellos. La película se vale sobre todo de las interpretaciones de sus protagonistas, todas ellas muy correctas, marcando las distintas personalidades de sus personajes. El hecho de encontrarnos con una sola locación ayuda a generar el ambiente tenso que se mantiene en todo momento. Lo mismo ocurre con el propio clima frío e invernal de Navidad en Polonia, que propicia la construcción de los vínculos tirantes y poco cálidos entre los protagonistas. Poco a poco se van develando diversos detalles y secretos ocultos por los distintos miembros de la familia, que complejizarán aún más las relaciones y harán que la historia se vuelva cada vez más interesante y rebuscada. Sin ser una película sobresaliente o que proponga algo muy novedoso dentro de este subgénero de films sobre familias que se reúnen en las fiestas, “Noche de paz” es un drama que está correctamente realizado y que sale airoso por el clima generado, como también por el abordaje serio y profundo sobre las cuestiones familiares, en particular, y sociales de Polonia, en general, y por las buenas actuaciones de su elenco.
Sarah es una mujer israelí que tiene una cafetería en el oeste de Jerusalén. Está casada y tiene una hija, pero la relación con su marido es un poco distante, debido a que su trabajo en el ejército la obliga a mudarse constantemente. Saleem es un hombre palestino que vive en el este de Jerusalén y que trabaja como repartidor para una panadería. Está casado y a la espera de ser padre, pero no está de acuerdo con que la familia de su mujer los mantenga. Cansados de sus vidas matrimoniales, los protagonistas se embarcarán en una aventura. Pero una cita peligrosa saldrá mal y el menor de sus problemas será la infidelidad. Ahora se verán atrapados en una situación sociopolítica que se les irá de las manos. “El affaire de Sarah y Saleem” es una película que comienza como un drama romántico y deviene en un drama sociopolítico, mutando de un conflicto personal a uno político. Al principio nos da la sensación de que estamos frente a la típica trama de amor donde dos personas provenientes de lugares distintos y grupos enfrentados luchan para estar juntos, pero rápidamente nos damos cuenta de que esto no es así. A medida que se desarrolla el argumento se va metiendo cada vez más en cuestiones sociopolíticas entre judíos y palestinos para profundizar en las relaciones y conflictos que se ven diariamente en Jerusalén. El ritmo del film es intenso y no decae en ningún momento en sus dos horas de metraje, porque mantiene atrapado al espectador a partir del vínculo que forjan estos individuos y en la bola de nieve que se va generando poco a poco. El público no puede saber con certeza dónde terminará este conflicto. Comienza con una escena poderosa y después vuelve en el tiempo para contarnos cómo se llegó a esa situación para luego mostrarnos lo que ocurre de allí en adelante. Es interesante el lugar que se le da a las mujeres en la película, tanto a Sarah como a Bisan, la esposa de Saleem, ya que, sin adelantar mucho sobre la trama, son aquellas que consiguen ciertas soluciones o al menos logran apaciguar los disturbios entre ambos grupos y un mayor acercamiento. Frente a la violencia de los hombres y la falta de razonamiento, las mujeres vienen a poner un paño frío para priorizar algunas cuestiones por sobre otras. En este sentido, se destaca el labor de ambas actrices, Maisa Abd Ehadi y Sivane Kretchber, quienes consiguen plasmar esa fortaleza y lucha por sus ideales y su familia. A ellas se le suman de muy buena manera sus maridos en la ficción, Adeeb Safadi e Ishai Golan. El cuarteto protagónico le otorga muchos matices a la historia. En cuanto a la puesta escénica, se destacan las locaciones externas donde podemos conocer más sobre Jerusalén y sus divisiones, dónde viven los judíos y los árabes/palestinos y a qué lugares no pueden acceder unos y otros. En síntesis, “El affaire de Sarah y Saleem” es un abordaje interesante de una historia que comienza con un romance prohibido y que desencadena una serie de conflictos sociopolíticos. A través de una pequeña relación podemos conocer un marco mayor sobre el contexto actual de los judíos y palestinos. La tensión constante y las buenas actuaciones elevan a esta atrapante propuesta.
Basada en hechos reales, “Unidad XV” se centra en la época de 1955 en Argentina, donde un golpe de Estado derrocó al gobierno legítimo de Juan Domingo Perón. El General se exilió y el movimiento quedó proscrito. Es así como distintos referentes del partido fueron perseguidos y encarcelados. Entre ellos, se encontraban cuatro reconocidos dirigentes confinados en la lejana y fría Unidad 15 del penal de Río Gallegos. Ante el inminente fusilamiento al que serían destinados estos presos políticos, deciden que la única opción para sobrevivir es el escape. “Unidad XV” es un drama carcelario poderoso que consigue atrapar al espectador a partir de la tensión que genera constantemente. En ningún momento decae su nivel, sino que es una historia en constante movimiento, paradójicamente a que la locación sea únicamente la cárcel y los protagonistas estén presos e inertes en dicho lugar. No conocemos mucho acerca de la vida de los cuatro protagonista, más que sus nombres, sus ideas políticas y los cargos que tenían o las tareas que realizaban. Pero inmediatamente uno puede empatizar con ellos por el tratamiento que se les otorga o por la falta de carisma de los personajes que se encuentran en frente, muy bien representados por Germán Da Silva y Adrián Fondari. No hace falta saber mucho sobre la situación de Argentina en ese entonces, ya que la misma película pone en contexto a la audiencia desde un principio y, al final, como suele suceder en films de este estilo, nos muestran lo que ocurrió con las personas reales a las que compusieron los actores. En cuanto al elenco nos encontramos con interpretaciones superlativas por parte de Carlos Belloso, encarnando a Héctor Cámpora, Rafael Spregelburd como John William Cooke, Diego Gentile personificando a Guillermo Patricio Kelly y Lautaro Delgado como Jorge Antonio. Destacamos sobre todo la actuación de este último, pero cada actor logra representar una personalidad en particular de una gran manera. La composición de cada personaje está muy bien lograda y consigue elevar los vínculos entre cada uno de ellos a pesar de sus diferencias. Mora Recalde también sobresale como la mujer de Jorge Antonio que los ayuda con la fuga. Además de la interesante historia que se cuenta de una forma que atrapa por completo al público, los aspectos técnicos se destacan de sobremanera. Lo primero que observamos es la ciudada fotografía de Nicolás Trovato con colores apagados, que nos ayuda a contextualizar la trama en un film antiguo. Si bien no tenemos muchas locaciones, la reconstrucción de época se nota en la forma de vestir de los personajes, como también en los vehículos y otros objetos que utilizan. La banda sonora a cargo de Jorge Chikiar acompaña bien al argumento (con un sonido constante del viento), destacándose sobre todo la música hacia el final del film donde provoca la misma tensión que la trama. Por otro lado, la composición de planos muchas veces nos cuentan algo por sí mismo además de los diálogos que podemos escuchar. Desde su puesta y la posición en la que se ubica la cámara podemos ver la violencia intangible, el rechazo, la falta de conciliación entre las partes. En síntesis, “Unidad XV” es una película argentina que brilla desde su atrapante historia basada en hechos reales, un drama carcelario que por momentos se convierte en un thriller político. Pero además, la trama se sustenta por cuatro maravillosos intérpretes y una puesta escénica impecable, que eleva al film por sobre la media de los relatos de este estilo.
“Vendrán lluvias suaves” nos cuenta la historia de un grupo de niños que un día se levanta y no solo se cortó la luz en todo el pueblo sino que los adultos no se despiertan. Es así como el film abordará las aventuras de estos pequeños y su lucha por sobrevivir. “Vendrán lluvias suaves” nos muestra cómo los chicos se la rebuscan para pasar sus días sin los adultos y hacer sus tareas. Abordan sus miedos pero también aportan su cuota de inocencia y diversión frente a una situación desconocida. Es interesante haber tomado un hecho así desde la perspectiva infantil porque nos otorga otra mirada más naif o menos problemática que la que podrían tener las personas mayores. También vemos la cooperación entre ellos y la constante ayuda que se brinda y que le ofrecen a otros e incluso a los animales. Un mundo apocalíptico para nada en crisis, sino que se convierte en una aventura más. El ritmo del relato es algo pausado, con mayor predominancia de silencios o sonido ambiente que de diálogos o música. Esto hace que por instantes se vuelva un poco pesado. Asimismo, la sensación de corte entre escena y escena se ve acrecentada por la incorporación de imágenes como cuentos, que se relaciona con la historia que se está contando. De todas maneras, es un recurso interesante y le da un toque más infantil a la narración. Por otro lado, uno de los elementos estéticos más destacados es la iluminación, donde se utiliza únicamente la luz natural de día y de noche predomina la oscuridad con el simple destello de linternas cuando se quiere alumbrar algo. No solo es un buen recurso, sino que sigue la línea narrativa de la historia. Continuando con los aspectos técnicos, también cabe subrayar que por momentos se ubica la cámara desde la perspectiva de los protagonistas. Por último, el final se siente un poco simple, con una explicación que podrá no conformar a todos los espectadores. En síntesis, “Vendrán lluvias suaves” es una propuesta con una premisa atractiva y desarrollada a partir de una perspectiva interesante. A favor tiene su elenco de niños frescos casi sin (o sin) experiencia previa como también su originalidad y puesta escénica. Mientras que su ritmo pausado y su final poco profundizado le juegan un poco en contra.
“Sin dejar huellas” es un thriller con tintes de cine noir, donde el actor Vincent Cassel se pone en la piel de François Visconti, un detective desalineado, agresivo y alcohólico que se ve envuelto en la investigación de la desaparición de un adolescente. El único sospechoso es un profesor de literatura que vive en el mismo edificio que la familia y que estará particularmente interesado por este caso. En sus casi dos horas de duración, “Sin dejar huellas” nos propone un thriller intenso, que envolverá al espectador en un clima de constante tensión y misterio. Si bien solo tenemos un único sospechoso a lo largo de toda la trama, la misma se interesará por averiguar si este personaje tuvo algo que ver, o no, en la desaparición del joven y qué puede saber al respecto que podría ayudar a la investigación. Por momentos parecería que la historia no tiene un gran avance, aplacada por un ritmo algo pausado, pero llegando al tercer acto nos encontramos con varios giros sorprendentes, cuyos conflictos se terminarán de resolver recién en los últimos minutos del film. Hasta entonces el espectador tendrá una visión parcial de los hechos verdaderos. El desenlace resulta perturbador, devastador y oscuro, y quedará resonando en la mente del espectador una vez que la cinta haya concluido. Se tratan temas complejos y profundos como la protección parental, el abuso, el poder de la literatura, de las palabras, y la invención/imaginación, entre otras cuestiones. Si bien la historia principal funciona de gran manera, existe una trama secundaria centrada en el protagonista que no se ejecuta de la misma manera. Visconti tienen sus propios fantasmas y problemas personales, como la separación con su mujer y un hijo que se encuentra metido en el narcotráfico y que él tendrá que hacerse cargo, no solo de sacarlo de ahí, sino de que proporcione información para atrapar a la banda. Probablemente este argumento personal sirva para tratar de empatizar con esta especie de antihéroe, a quien no acompañamos en cada decisión o que por momentos puede confundir al espectador en cuanto a sus motivaciones y accionar. Asimismo, intenta ser como un contrapunto con la historia de base, para mostrarnos dos relaciones entre padres e hijos opuestas (por los comportamientos de los jóvenes y la reacción de los progenitores) pero a la vez complementarias. De todas maneras, se siente como algo innecesaria y no del todo bien y completamente abordada, incluso se queda sin un desenlace tangible. Como mencionábamos, el protagonista transita por una zona gris, al igual que el resto de los personajes muy bien compuestos por cada miembro del elenco. Se destaca no solo Cassel como este detective abrumado (con un gran desempeño interpretativo y una caracterización desalineada muy correcta), sino también Romain Duris como Yann Bellaile, el profesor obsesivo que rozará la locura por momentos. Son los complejos roles los que mantendrán expectante al público y que sostendrán la trama a flote. La ambientación oscura, sombría y lúgubre, en gran parte del film, hace que se genere el clima propicio para el desarrollo de la historia. Predominan los espacios oscuros y aislados, tanto en el interior como en el exterior. En síntesis, “Sin dejar huellas” es un thriller francés muy efectivo que logra mantener tenso al espectador durante casi dos horas. Su desenlace sorpresivo e impactante y la composición de sus personajes serán sus puntos más altos, mientras que falla un poco a la hora de conseguir la empatía del público para con el protagonista y darle un contexto personal bien estructurado.
Hace dos años comenzó un nuevo camino cinematográfico de magia y hechicería, cuando se estrenó “Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos”, un spin off del mundo de Harry Potter. En este caso, llegó a las salas la secuela del mismo, donde sigue nuevamente las aventuras de Newt Scamander, un magizoólogo. Luego de su paso conflictivo por Estados Unidos, el Ministerio de Magia de Inglaterra no quiere darle permiso para salir del país para continuar con su investigación de animales fantásticos. Es así como será convocado por un joven Albus Dumbledore a viajar a París, con el objetivo de cuidar a Credence Barebone, un joven con un gran poder oscuro en su interior que busca su verdadera identidad y que será reclutado por el malévolo Grindelwald que recientemente escapó de la cárcel. Desde antes de estrenarse la primera parte de “Animales Fantásticos” se supo que esta nueva historia tendría alrededor de cinco films. Mientras que la cinta antecesora sirvió como una buena introducción al nuevo mundo fantástico y a los protagonistas y antagonista, esta segunda entrega funciona como una transición a lo que vendrá. ¿Por qué? Por un lado tenemos la presentación de muchos personajes secundarios, quienes generan que la trama avance pero que no están tan profundizados. Entre ellos nos encontramos a Nagini (una mujer que recibió la maldición de convertirse en serpiente, un famoso personaje que habíamos visto en “Harry Potter”, de una manera distinta y que fue una revelación desde antes del estreno de este film), Leta Lastrange (un apellido también muy conocido en el mundo de la magia), Theseus Scamander, el hermano de Newt; Nicolas Flamel (a quien recordamos por la piedra filosofal en la primera entrega del joven mago), entre otros. A partir de nuestro conocimiento previo podemos intuir algo de la historia de aquellos personajes relacionados con “Harry Potter”, pero en la película no se abordan más que sus acciones del presente. Se intenta ahondar en algunos de ellos a partir de flashbacks para generar algún tipo de empatía con el público, pero la realidad es que no se sienten tan cercanos como sí los personajes presentados en la primera película. Es por eso que podemos creer que en el futuro tendrán mayor peso en la trama, pero por el momento no sabemos mucho más de ellos. De todas maneras, la película nos mantiene tensos y atrapados durante las 2 horas 20 de duración, aunque recién en el tercer acto nos encontramos con la verdadera acción que involucrará a todos los personajes relevantes de la historia. Tal vez este ritmo también tenga que ver con el antagonista al que se enfrentan, ya que no es tan confrontativo como Voldemort, que iba más a los actos, sino que Grindelwalt es mucho más psicológico y manipulativo y, nuevamente, se encuentra recién en los primeros pasos de reclutamiento a sus seguidores. La guerra se siente latente pero todavía falta para que se desarrolle. Con respecto a la esencia del film, que son los animales fantásticos, no tenemos tanta presencia de ellos como en la primera parte. Se presentan algunos pocos más, donde uno de ellos tiene realmente relevancia dentro de la historia, y vuelven otros que supieron ser los más populares y queribles, que acá funcionan para descomprimir la tensión con su comedia y ternura. En cuanto a las actuaciones, ya habíamos visto anteriormente cuán funcional era Eddie Redmayne como Newt Scamander, plasmando esa inocencia, bondad y actitud aparatosa que le impide relacionarse completamente con los humanos (a diferencia de como lo hace con los animales) y que genera risas en varias ocasiones, pero esta vez se le suman de una manera muy correcta Johnny Depp como el villano y Jude Law, sobresaliendo como el joven Albus Dumbledore, retratando esa esencia que mezcla el misterio, el poder y la sabiduría. El resto del elenco también se encuentra muy bien. Por otro lado, en esta oportunidad tenemos varios guiños a las películas de “Harry Potter”. Además de los personajes mencionados anteriormente, escuchamos la clásica música en varias instancias, como también vemos, sobre todo en modo de flashbacks varios elementos de este universo, apelando a la nostalgia del público. De todas formas, la cinta se vale por sí misma. Con respecto a los recursos técnicos, no quedan más que halagos. “Animales fantásticos” es una superproducción en cuanto a los efectos especiales (la recreación del mundo mágico y la construcción de los animales). Sigue prevaleciendo el tono oscuro de la ambientación, haciendo alusión a la búsqueda de dominación total de Grindelwald. En síntesis, si bien “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald” significa una película de transición dentro de este nuevo universo, proporcionando una cinta sin tanta acción hasta su tercer acto y la presentación de una gran cantidad de personajes, con sus propias subtramas, que están un poco desaprovechados y profundizados, es una buena preparación para lo que vendrá en las próximas cintas. Una historia entretenida que se sustenta de las buenas actuaciones y actores reconocidos y una gran construcción de la ambientación y la utilización de efectos especiales. Y un final que dejará reflexionando y teorizando a todos los espectadores por su sorpresa e impacto.