En Buenos Aires existen algunos colegios secundarios de renombre y prestigio, donde año a año muchos chicos compiten para poder entrar. Uno de ellos es el Colegio Nacional, donde además de recibir contenidos académicos de excelencia existe una fuerte militancia por parte de los jóvenes que buscan mejorar las pautas de convivencia, debatir temas sociales de interés y lograr imponer una mirada deconstruida. Alejandro Hartmann, ex alumno de la institución, decide plasmar en su nuevo film lo que sucede en la escuela durante el 2018, el último año del rector Gustavo Zorzoli, donde los estudiantes quieren ser parte de la decisión de elegir nuevas autoridades. «El Nacional» es un documental observacional donde la cámara no se involucra en lo que sucede en pantalla sino que busca retratar de forma directa y honesta la cotidianeidad de los jóvenes durante sus reuniones, los actos, las tomas que realizan y sus clases, como también algunas interacciones con adultos y medios de comunicación, sobre todo en el marco del debate del aborto legal, seguro y gratuito en el Congreso de la Nación que repercutió en movilizaciones en escuelas. Es decir, les da la libertad a los protagonistas de transmitir sus pensamientos y sentimientos sin filtro. A partir de la división en actos y que se va intercalando material de archivo de distintos videos realizados por alumnos de años anteriores, se puede conocer parte de la historia del Colegio Nacional Buenos Aires y las maneras en las que se manejan sus estudiantes desde hace tiempo, como también reflejar la juventud actual, sus intereses y luchas. Los diálogos y debates entre ellos y todo lo que tienen para decir resulta sumamente interesante, permitiendo conocer de forma profunda a las nuevas generaciones. Los chicos se desenvuelven de manera natural y, aunque por momentos son conscientes de que están siendo filmados, se muestran tal cual son frente a la cámara, sin dejar de decir lo que piensan o lo que sienten. En cuanto a sus aspectos técnicos, tiene algunos planos bastante poéticos además de los que buscan complementar los discursos de los chicos. Además, se destaca principalmente la banda sonora que acompaña de buena manera cada una de las escenas. En síntesis, «El Nacional» es un documental observacional que busca retratar al Colegio Nacional Buenos Aires y a los alumnos que lo habitan, a través de un seguimiento por sus clases, sus reuniones y tomas escolares. Un reflejo adecuado sobre la juventud actual, sus deseos y sus luchas sociales.
En 2017, el director formoseño Sebastián Caulier estrenó «El Corral», una mezcla entre un coming of age y un thriller, cuyo resultado fue más que satisfactorio. En esta oportunidad vuelve al ruedo con «El Monte», una película que muestra el poder de la naturaleza y las consecuencias en los seres humanos. El largometraje se centra en un hijo (Juan Barberini), que va a visitar a su padre (Gustavo Garzón) que se fue a vivir al medio del monte porque está preocupado por él. Aislados en una casa de campo intentan sobrevivir a un verano caluroso, cazando animales, haciendo fogones y pescando. Sin embargo, poco a poco los miedos del hijo van cobrando sentido, porque empieza a percibir una extraña conexión entre su padre y la naturaleza que los rodea. La cinta aborda el tema de la fuerza de la naturaleza, la conexión con los seres humanos, las tradiciones y los mitos formoseños, entre otras cuestiones, a partir de la historia de un vínculo entre padre e hijo que quieren volver a reconectar aunque sea demasiado tarde. El monte es mucho más que el lugar en el cual se desarrolla la película y por algo también el título lleva su nombre. Funciona no solo como un personaje más sino principalmente como el antagonista de la historia, anteponiéndose en medio de la relación entre los protagonistas y generando consecuencias físicas y emocionales en los mismos. En cuanto al elenco, Gustavo Garzón hace una magnífica interpretación. Por un lado compone a un personaje tosco, malhumorado y directo, que genera bastante gracia en el espectador por las frases que dice de forma honesta y sin pensar, pero que chocan con lo moralmente aceptado. Por el otro, logra conmovernos a medida que avanza el relato, con su mirada ida, enajenada y perdida. Sus silencios provocan más que sus palabras. Juan Barberini acompaña de buena manera, queriendo contener a su padre y tratando de entender qué es lo que pasa a su alrededor. Tanto la ambientación como el sonido del monte ocupan un rol bastante particular dentro de la historia. No son simples aspectos técnicos, sino que sirven para narrar parte de la trama. Con inmensidad, su fauna y flora, el monte se vuelve peligroso, amenazante y bello a la vez; mientras que el ruido de los animales generan tensión y miedo. También nos encontramos con algunos elementos que apelan a la fantasía para aumentar el misticismo de la historia. En síntesis, «El Monte» es un interesante relato sobre el poder de la naturaleza que se cuenta a partir de la evolución de un vínculo familiar. Las más que atinadas actuaciones, la ambientación y el trabajo sonoro logran elevar el relato.
Adrián Suar está al frente de algunas de las películas argentinas más taquilleras de estos últimos años, como «Me Casé con un Boludo» (2016), «El fútbol o yo» (2017) y «Dos más dos» (2012). A pesar de que no toda su filmografía alcanza una gran calidad, sacando la mítica «Un novio para mi mujer» (2008), tiene un público fiel que lo va a ver al cine en cada estreno. En esta oportunidad, el actor y productor se pone detrás de escena para dirigir su ópera prima que también protagoniza. «30 noches con mi ex» se centra en Turbo (Adrián Suar), que luego de estar años separado de su esposa (Pilar Gamboa), acepta el pedido de su hija para que convivan nuevamente por un mes. Ella se está recuperando de una larga internación y, para volver a reinsertarse en la sociedad, necesitará la ayuda de su familia. Esto podrá reavivar los sentimientos de amor y la ilusión de estar juntos. La película busca ahondar en la salud mental, las segundas oportunidades y los vínculos afectivos a partir de una comedia dramática que no siempre logra equilibrar de una buena manera ambos tonos. Hay algunos momentos graciosos pero no todos los gags resultan efectivos, como también hay ciertos temas serios que no pegan del todo con la manera en la que lo cuentan. Por momentos la trama también resulta un poco repetitiva y explícita, remarcando los mismos conceptos en varias oportunidades. Esto también se nota con el uso de la banda sonora, que si bien acompaña cada una de las escenas, subraya demasiado las emociones que quiere transmitir, ya sea drama, comedia o tensión. Es decir, nos dice qué tenemos que sentir y cuándo a través de la música, algo que resulta innecesario y que subestima un poco al espectador, como también algunas imágenes que complementan los diálogos para que no queden dudas que la interpretación debe ser una en particular. En cuanto al elenco, no podemos dudar de que Pilar Gamboa siempre fue una gran actriz, que ha demostrado su talento en varias oportunidades. En este caso se pone en la piel de un personaje complejo en cuanto a su construcción psicológica. Si bien sus líneas de diálogo a veces son un poco burdas para generar impacto y gracia, las lleva a buen puerto realizando una mezcla entre la exaltación y la fragilidad. Sin embargo, el foco de la película no siempre está puesto en ella, que es quien está buscando reinsertarse en la sociedad, sino en el personaje de Turbo y cómo él se adapta a esta nueva situación. Adrián Suar, por su parte, siempre actúa de igual manera en todas las películas en las que trabaja, algo que para el tono de comedia está correcto. A pesar de que existen varios personajes secundarios, todo el peso dramático recae en los protagonistas. El resto no está muy desarrollado: ni los vecinos, ni los amigos de la pareja, ni la psicóloga. Tal vez un poco el papel de la hija, pero tampoco tiene muchos matices. Todos sirven para que los principales puedan hacer su tarea y se luzcan. En síntesis, «30 noches con mi ex» es una comedia dramática que no siempre logra cumplir con el objetivo propuesto. Si bien tiene algunos instantes graciosos y una muy buena interpretación por parte de la actriz Pilar Gamboa, el tratamiento de los temas serios no son atinados en todo momento, los personajes secundarios no tienen desarrollo y se subrayan demasiado los mensajes y las emociones que quieren transmitir no solo a través de la trama sino también desde sus aspectos técnicos.
En 1974 Mel Brooks dirigió «Blazing Saddles», una película que se centraba en un gobernador avaro (protagonizado por él mismo) y su malvado ayudante, que quieren que los habitantes de Rock Ridge abandonen la ciudad para vender los terrenos a una compañía ferrocarril. Para facilitar sus maliciosos planes, nombran sheriff a Bart, un afroamericano condenado a la horca para que fomente el desorden y la anarquía en el lugar. Este film sirvió de inspiración para crear «El Perro Samurái», un largometraje animado, en el cual también participa Brooks realizando una de las voces del elenco. La historia es bastante similar, cambiando a las personas por gatos. En un mundo en donde ellos reinan y los perros no son bienvenidos, Ika Chu, un gato lleno de poder quiere destruir un pueblo para que su palacio tenga una mejor visión. Es así como mandará allí a Hank, un perro que quiere convertirse en samurái, a pesar de no tener las habilidades necesarias. Es así como será entrenado por un gato mentor para ayudar al pueblo y salvarlo de la destrucción. La historia recae en varios lugares comunes dentro de lo que es el camino del héroe. Un personaje subestimado y rechazado por la comunidad que hará lo posible para probar que pertenece a aquel pueblo y para cumplir su sueño a pesar de todos los obstáculos con los que se va a encontrar. A pesar de esto, nos ofrece una aventura entretenida con bastantes escenas de acción y chistes que logran sacarnos una sonrisa aunque no todos sean efectivos. Debido a sus gags y a las situaciones disparatadas que presenta, está más orientada a un público infantil que pueda disfrutar de la aventura simple, los colores llamativos y las torpezas de los personajes. A diferencia de otras películas animadas que tienen distintas capas para que las diversas generaciones puedan impregnarle su propia lectura, esta se queda más en lo superficial. Sin embargo, por momentos se vuelve bastante autoconsciente, hablando sobre lo que debería pasar en ese instante del film o cuánto tiempo queda de metraje, algo que tal vez no suma demasiado para el público que quiere cautivar. Para los adultos tal vez tendremos algunas referencias al cine clásico y a los western. Los personajes son bastante entrañables, sobre todo Hank, que a puro corazón y esfuerzo va superando sus propias barreras, como también el villano logra ser un verdadero obstáculo para el protagonista. El elenco de voces es interesante, con Michael Cera, Ricky Gervais, Mel Brooks, George Takei, Gabriel Iglesias, Michelle Yeoh y Samuel L. Jackson, en su versión original que le aportan distintas personalidades a los protagonistas. En cuanto a los aspectos técnicos, la animación está lograda, tanto con respecto a la construcción de los personajes como de los escenarios, aunque sin destacarse demasiado. Además, los efectos especiales y las coreografías de pelea son atinados y creíbles. La banda sonora también acompaña bien cada una de las escenas, generando suspenso, miedo o esperanza, según corresponda. En síntesis, «El Perro Samurái» es una entretenida película para toda la familia, que se disfrutará gracias a sus personajes entrañables encarnados por un buen elenco de voces. Con un mensaje atinado sobre la inclusión, la amistad y el trabajo en equipo, tal vez no es una cinta animada que sobresalga dentro de su género pero que sí nos hará pasar un momento agradable.
Los superhéroes son unos de los grandes protagonistas del cine. Casi todos los meses nos encontramos con películas de DC, Marvel o alguna que otra compañía en la pantalla. Pero esta vez no son ellos los que están en el centro de la atención sino un grupo de mascotas entrañable que nos brindará una entretenida aventura. «DC Liga de Súpermascotas» se centra en Krypto, el Superperro, y Superman, quienes son amigos inseparables desde su infancia. Comparten sus días y luchan juntos contra el crimen de Metrópolis, a pesar de que Krypto se siente un poco dejado de lado con la irrupción de Lois Lane en la vida de su amo. Cuando Superman y el resto de la Liga de la Justicia sean secuestrados por Lex Luthor, Krypto deberá unir fuerzas con un grupo de mascotas de un refugio que adquirió poderes: Ace, el sabueso; PB, la cerdita; Merton, la tortuga; y Chip, la ardilla. La película orientada a un público familiar nos ofrece una aventura entretenida, la cual divertirá a grandes y chicos por igual. Además de presentarnos personajes queribles que irán forjando un lazo a medida que transcurra la historia, el film logra abordar ciertos temas interesantes como la amistad, el pertenecer a un equipo, el aceptarse a uno mismo, el aprender de los errores, entre otras cuestiones. Si bien los protagonistas tienen que pasar por varios obstáculos y situaciones peligrosas, tenemos una equilibrada mezcla entre el humor que predomina en gran parte de la historia, principalmente en los instantes en los cuales todos tienen que trabajar juntos para el bien común pero todavía no dominan demasiado sus poderes, la acción y el drama o momentos más conmovedores, donde los personajes se permiten ser más honestos y vulnerables. Además, por momentos se vuelve autorreferencial y autoconsciente, pero sin quedar forzado o sin justificación de ser. Por otro lado, debemos destacar la construcción de los villanos, que tienen cierta profundidad como también una clara motivación, algo que no siempre sucede en los films de este estilo, donde a veces se prioriza la simpleza para llegar a los más pequeños. A pesar de que sabemos que todo va a salir bien porque se trata de una película infantil, se siente que los protagonistas están en un peligro constante. Entre el elenco de voces originales nos encontramos a actores de renombre de la industria, como Dwayne Johnson, Kevin Hart, Keanu Reeves, Kate McKinnon, John Krasinski, Ben Schwartz, Natasha Lyonn, Diego Luna, Olivia Wilde, entre otros. Cada uno de ellos le impregna su propia impronta para construir la personalidad y el tono de sus personajes. A pesar de estar en un segundo plano, porque el foco está puesto en las mascotas, tenemos a todos los superhéroes de la Liga de la Justicia, que se muestran de una manera no tan inalcanzable y heroica como en los films de carne y hueso, sino que son más frágiles, reflexivos y críticos. Sin deslumbrarnos demasiado, la animación está lograda, como también la banda sonora que acompaña los distintos momentos, sobre todo las partes de acción, que le otorga cierta fuerza. En síntesis, «DC Liga de Súpermascotas» es una adorable y entretenida película familiar que viene a renovar un poco el aire dentro del género de superhéroes de la compañía, proporcionándonos una historia sobre la amistad y la aceptación. Con un gran elenco de voces y un buen equilibrio entre el humor y la acción, es una buena propuesta para grandes y chicos por igual.
El universo del rap y del freestyle no solamente está creciendo en los últimos años en nuestro país, sino que también se está volviendo cada vez más masivo y accesible, porque están saliendo más series y películas que abordan este mundo, haciendo que gente que no lo conocía, se empiece a interesar por las rimas, la crítica social y la competencia sana. Después de su paso por el Festival de Cine de Mar del Plata, llega «Panash» a las salas comerciales, una película que se centra en una Buenos Aires distópica, donde reina la represión policial en las calles. Un grupo de raperos, preocupados por la situación actual, exponen la realidad a través de versos y rimas, enfrentándose entre sí. Allí conoceremos a Panash, una joven con un gran talento y espíritu revolucionario, que se enamora de un joven nuevo en el barrio, Isi. Es así como Ciro, uno de los líderes más respetados del lugar, ayudará a Isi a conquistar el corazón de Panash mediante su música, a pesar de que él también está perdidamente enamorado de ella. «Panash» es una película que habla de muchas cuestiones. Por un lado es una historia de amor juvenil, que se plasma a través de un ida y vuelta musical. También es un film de denuncia, que expone el abuso de la autoridad policial, la situación en el conurbano, las adicciones, la lucha por los ideales, la revolución, el gatillo fácil. Y por último nos adentra en este submundo artístico del rap y el freestyle, plasmando una herramienta fundamental para que los chicos puedan expresarse. Esta mezcla de géneros por momentos está bien lograda y por otros se pierde un poco en su ambición, resaltando más cuando se vuelve una crítica social que cuando despliega el romance. Es interesante que en vez de haber utilizado a actores para que interpreten estos papeles, sean verdaderos raperos los protagonistas de esta historia, como Homer el Mero Mero (Ciro), Real Valessa (Panash) o Lautaro LR (Isi), que si bien acá se muestra como alguien que recién se inicia en este camino no deja de ser una figura reconocida en el mundo real. Esto permite que sus personajes fluyan, se note el talento que hay en las rimas y la improvisación y la trama se vuelva más creíble. Los aspectos técnicos cumplen con el propósito de servir a la narración. Para mostrar la represión policial se recurre a material de archivo de momentos de tensión y enfrentamiento entre las autoridades y la sociedad en 2001-2003 y 2015-2019, mientras que la parte musical se plasma como si fuera un videoclip. Además, el estar filmado en Fuerte Apache le otorga realismo a las locaciones y a ese espíritu del conurbano bonaerense. En síntesis, «Panash» resultar ser un interesante film, que mezcla la crítica social con una historia de amor y una observación al mundo del freestyle. Por momentos estos tres ejes se presentan de manera armoniosa y en otros funciona más un género que el otro. De todas maneras, el arte consigue traspasar estas fronteras, y, a través del talento de los raperos implicados, transmitir un mensaje de lucha y perseverancia.
Las mascotas, especialmente los perros, han poblado la gran pantalla desde sus inicios. Desde personajes icónicos como Lassie, haciendo su debut en «Lassie Come Home» (1943), hasta clásicos animados como «Los 101 Dálmatas» (1961), hemos tenido montones de historias con canes como protagonistas en una gran diversidad de géneros. En los últimos años, la tendencia fue en descenso, pero ha habido algunos intentos poco inspirados de traer nuevamente a estos simpáticos cuadrúpedos delante de nuevas generaciones. «A Dog’s Purpose» (2017), «The Call of the Wild» (2020) y la adaptación cinematográfica de «Clifford The Big Red Dog» (2021) son solo algunos ejemplos recientes de este tipo de relatos. Channing Tatum protagoniza y codirige junto a Reid Carolin (ambos debutando en este puesto) «Dog», una película que se centra en Jackson Briggs, un ranger del ejército norteamericano, que tiene la tarea de llevar a Lulu, una perra de guerra belga malinois, por la costa del Pacífico desde Washington a Arizona, para asistir al funeral de su adiestrador. En el camino, deberán limar sus asperezas y lidiar con el trastorno por estrés postraumático y el mal genio de la perra. El film nos presenta una historia que mezcla de manera justa el drama con el humor para reflexionar sobre temas inherentes al ser humano, complejos y conmovedores como los vínculos o el duelo, pero sin llegar a tener golpes bajos o excesivamente sensibles, sino que esta relación que se va forjando a lo largo del tiempo le otorga una cuota de comicidad al relato. La guerra también es un punto importante dentro de la trama, ya que ahonda en las consecuencias que genera, el lugar que le dan a los ex combatientes y la fecha de vencimiento que tiene un cargo en particular, pero no llega a ser demasiado moralista ni nacionalista, sino que su punto de vista se ubica en el medio de la discusión. Al ser una combinación entre una road y una buddy movie puede tornarse un poco predecible en cuanto a su estructura narrativa, ya que sabemos que al principio estas dos partes no se van a llevar del todo bien, pero que van a ir acercándose poco a poco, como también podemos imaginar algunos obstáculos con los que se encontrarán en el camino, que harán que todo se complique y que implique una fuerza mayor poder llegar a destino. De todas maneras, esto no impide que el viaje sea sumamente disfrutable, enternecedor y divertido. Channing Tatum hace un buen trabajo para interpretar a este soldado conflictuado, que solo quiere volver a lo único que conoce: la guerra, y debe adaptarse a las circunstancias para cumplir con su objetivo. Además, construye un vínculo bastante especial con la perra de la película que traspasa la pantalla. Se muestra carismático y a pesar de sus traumas y comportamientos dudosos podemos empatizar con él y ver el buen corazón que tiene y que lo va mostrando poco a poco en la cinta. Por su parte, la perra tiene un lugar muy importante dentro del film y brinda ternura, risa y emoción por igual. Dentro de los aspectos técnicos se destacan los paisajes por los cuales transitan los protagonistas en el viaje, que aportan cierta nostalgia, como también la banda sonora que acompaña ese recorrido. En síntesis, «Dog» es un buen arranque de la dupla de directores, la cual nos entrega un film lleno de sentimientos, con un agregado de humor y crítica social. Uno de esos films sumamente disfrutables, donde el viaje es mucho más enriquecedor que el destino.
Cada vez es más difícil encontrar en el cine o en la televisión historias sumamente originales y diferentes. Las compañías buscan constantemente recrear la popularidad de aquellas películas que fueron exitosas en su momento a través de remakes, reboots o secuelas, para conquistar tanto a los nostálgicos como a las nuevas generaciones con tramas adaptadas a la modernidad. Esto no ocurre solamente con clásicos interpretados por personas de carne y hueso, sino que también son casos que se dan en la animación y nadie queda fuera de ello. Por ejemplo, «Toy Story», una de las sagas más sólidas y queribles de Disney-Pixar, nos sigue ofreciendo distintos productos a pesar de que en dos oportunidades creíamos ya haber visto todo lo que tenían para contarnos. Hace unas semanas llegó al cine su spin-off «Lightyear», una cinta que se centra en la película favorita de Andy, el chico de «Toy Story» que imaginaba diversos mundos con sus juguetes preferidos: Woody y Buzz. Esta vez nos vamos a centrar en las aventuras del legendario Guardián Espacial. A pesar de que nos encontramos a priori con una historia innecesaria y pequeña, el resultado de «Lightyear» es bastante logrado, ofreciéndonos una aventura espacial entretenida y con mucho corazón. Sin dudas podemos notar un homenaje a varias películas de ciencia ficción que marcaron un antes y un después en el género como «Interstellar», «Star Trek», «Star Wars» o «Volver al Futuro», donde se toman ciertos elementos como los viajes al espacio o el paso del tiempo para contar esta historia. El director es un gran fanático de los films de este estilo y eso se ve plasmado en la pantalla. Tal vez por momentos se vuelve un poco técnica, algo que puede perjudicar el disfrute de los más pequeños por la falta de comprensión o interés, pero de todas maneras funciona a la hora de brindarnos una aventura entretenida. Es una historia divertida, con varios obstáculos para atravesar, que lo complicarán las situaciones a los personajes principales. Además, logra equilibrar de buena manera los momentos graciosos (sobre todo los protagonizados por Sox, un gato robot que busca ayudar a Buzz) con otros más emotivos. Es una trama que habla sobre la perseverancia, el transcurso del tiempo, la inclusión, el aceptar la realidad, aprender de los errores, el trabajo en equipo, entre otras cuestiones. Probablemente no se vuelve tan filosófica o profunda como las últimas incursiones de Disney-Pixar, pero consigue transmitir mensajes optimistas y reflexivos. En cuanto a los aspectos técnicos, las voces originales están encarnadas por Chris Evans, Keke Palmer, Uzo Aduba, Peter Sohn, Taika Waititi, entre otros, que hacen un buen trabajo para plasmar a sus personajes. La parte animada también cumple con lo propuesto, generando un buen ambiente espacial con los paisajes, los objetos y los vestuarios. Lo mismo ocurre con la banda sonora a cargo de Michael Giacchino, que con su música le agrega una mezcla entre épica y nostalgia al argumento. En síntesis, a pesar de que «Lightyear» no era una historia demasiado necesaria para contar, logra entretener tanto a chicos como a grandes, con una aventura divertida, emotiva y que deja varios mensajes lindos para reflexionar.
El término rancho no solo se relaciona en nuestro país con la vivienda hecha con ramas o paja, sino que también puede significar un compañero de delito o de celda en la prisión, el lugar donde se lleva a cabo un robo o la comida provista en prisión para los internos. El título del documental de Pedro Speroni se refiere a esta jerga carcelaria que busca retratar la vida en una prisión de máxima seguridad, donde un boxeador busca su libertad mientras que se relaciona con el resto de sus compañeros. Un relato crudo e intimista sobre un grupo de hombres que cometieron distintos delitos y que reflexionan sobre su pasado y su situación actual. «Rancho» nos ofrece un acercamiento íntimo hacia el interior de una cárcel, con distintos perfiles de presos, a través de un seguimiento de su rutina, momentos especiales que viven ahí dentro, como las visitas de familiares, y diferentes conversaciones. Nos encontramos con algunos relatos crudos de su historia, arrepentimientos por los actos cometidos o reflexiones sobre la vida de un delincuente, la dificultad para salir adelante sin caer siempre en los mismos patrones o la facilidad con la que pueden conseguir lo que quieren, haciendo que el camino del trabajo no sea una opción posible o deseable. Algunos resultan más emotivos que otros y llegan a conmovernos, como la historia de un joven que mató al novio de su madre que la maltrataba, contada con humanidad, sensibilidad y dureza, mientras que otros siguen manteniendo una mirada más terca, soberbia o poco honesta (no hablamos de sinceridad, porque sin dudas dicen lo que piensan). La cámara funciona como una mera observadora, el director no interviene casi en ningún momento, solo en un saludo final, donde podemos ver el vínculo generado con el protagonista, con el objetivo de retratar a estos personajes de manera natural, sin hacer preguntas o interactuar con ellos. Es un film que los deja ser libremente y es ahí donde se encuentra su mayor virtud. En síntesis, «Rancho» busca retratar el interior de la vida en la cárcel a través de distintos personajes e historias. Un relato tan crudo como sensible gracias a que el director permite que los protagonistas se expresen sin tapujos en un ambiente que algunos abrazan como un hogar y que la mayoría lo rechaza. Una radiografía argentina que nos permite reflexionar como sociedad.
Telma, una señora de 74 años, decide, junto a su familia y amigas, buscar a un soldado de la Guerra de Malvinas después de 35 años de su último contacto. La particularidad de ese joven, ya convertido en hombre, es que intercambió cartas con su hija Lili, quien ese entonces tenía 15 años y le escribió para que no se sienta solo lejos de casa en un contexto tan adverso. Es así como el documental «Telma, el cine y el soldado» se encargará de acompañar a la protagonista durante la investigación para dar con el paradero de un desconocido que se transformó en parte de su vida. La ópera prima de Brenda Taubin mezcla entrevistas con imágenes de la vida cotidiana de Telma, como salidas al cine, reuniones con amigas y almuerzos familiares; material de archivo sobre la Guerra de Malvinas, que aparece cada tanto para brindar un mejor contexto sobre la situación; y una grabación sobre el detrás de escena, para mostrar lo que significó ese soldado para toda la familia, que incluso 35 años después todavía resuena en su mente y alma. Aunque tenemos una infinidad de películas sobre la Guerra de Malvinas, «Telma, el cine y el soldado» resulta original y camina un terreno desconocido, ya que aborda el tema de la guerra y la dictadura militar de forma periférica, centrándose más que nada en la conexión entre dos personas y los sentimientos que todo eso conlleva. Es una historia particular y única, pero que seguramente podrá ser universal. Deben haber existido muchos soldados y muchas Lilis ahí afuera que se conectaron de forma circunstancial pero que dejaron una huella para toda la vida. A pesar de tratar un tema serio, triste y emotivo, la película en ningún momento abandona la frescura, la alegría y la gracia. No cae en golpes bajos, sino que nos acerca a la luminosidad y la celebración de la vida. Busca mostrar cómo en medio de una situación compleja había personas anónimas y desconocidas que querían aliviar el dolor y brindar apoyo y compañía a los jóvenes; como también lo que generó la respuesta del soldado en ellos. Esto recae también en la forma de ser de su protagonista Telma, quien tiene un gran sentido del humor, carisma y es muy determinada en lo que hace. El acompañamiento de la familia, y sobre todo de sus amigas, suma mucho a la hora de llevar adelante la investigación y plasmar un ambiente risueño y sentimental. La música le otorga cierta gracia al relato, como también un clima detectivesco que no se toma demasiado en serio lo que hacen. Si bien se le nota un poco los hilos y que está un poco guionado, se ve que la intención del documental era esa, no disimular el detrás de escena sino mostrar toda la construcción de manera transparente. En síntesis, «Telma, el cine y el soldado» es un documental que habla sobre las conexiones intangibles a lo largo del tiempo y en lo que una persona desconocida puede significar para nuestra vida. Con un elenco protagónico carismático, un enfoque más centrado en la alegría y la luminosidad, la ópera prima de Taubin consigue sacarnos varias sonrisas y llegarnos al corazón.