Luego de «La Mirada Invisible» (2010), «Refugiado» (2014) y «Una especie de familia» (2017), el director argentino Diego Lerman vuelve al cine con su más reciente obra «El Suplente», protagonizada por Juan Minujín. Una historia que retrata la educación y las condiciones de vida de una determinada clase social a partir de una mirada observacional y desprejuiciada. La película se centra en Lucio, un profesor de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, que luego de no haber conseguido un cargo, decide embarcarse en un nuevo desafío: ir a enseñar literatura a una escuela ubicada en la periferia del conurbano bonaerense. Es así como deberá apelar a todo su ingenio para sacar adelante sus clases y, al mismo tiempo, cruzar sus propios límites y prejuicios para intentar salvar a Dilan, uno de sus mejores alumnos, que es perseguido por un grupo narco del barrio que busca vengarse. «El Suplente» posa su mirada sobre un sector social particular, dialogando con la pobreza, el narcotráfico y las dificultades con las que tienen que lidiar los jóvenes, pero también con la perseverancia de querer salir adelante, educarse y tener un futuro a pesar de los obstáculos. Y cómo en el camino se pueden encontrar con personas que quieren ayudarlos a cambiar su vida. No todo es oscuridad, sino que existe un halo de esperanza en la historia que se quiere contar. Aunque mayormente predomina un tono dramático y crudo, la cinta también ofrece algunos toques de humor para descontracturar un poco la situación, a partir de líneas de diálogo de los alumnos. En otros momentos lo que dicen resulta chocante, presentando su realidad de una manera honesta y fuerte. Es interesante, además, el uso y la importancia que se le da a la literatura y a todo el arte en general como herramienta para que los chicos se suelten y puedan transmitir sus miedos, angustias, anhelos. Por ejemplo, recurren al trap, un estilo musical ameno y divertido, para realizar denuncias y expresarse. Esto permite que la trama no se vuelva pesada y oscura. Además del abordaje de la trama, la película sobresale por las actuaciones del elenco. En primer lugar nos encontramos con Juan Minujín como el protagonista. Un profesor que va evolucionando e involucrándose con el correr del tiempo. Al principio toma cierta distancia de sus alumnos, mientras que poco a poco se va interiorizando en su vida, sus intereses y preocupaciones, hasta el punto de ayudarlos con sus conflictos. El actor logra plasmar muy bien esa transición. Dentro de los jóvenes se destaca Dilan (interpretado por Lucas Arrua), uno de los chicos que tiene problemas con un grupo narco y que consigue en Lucio un apoyo incondicional. Ambos presentan una buena química. Pero todos los que encarnan a los alumnos realizan interpretaciones más que dignas; honestas, naturales, reales y están teñidas de gracia y simpatía a pesar de la crudeza del entorno. Por otro lado, Renata Lerman, hija del director, hace de la hija del personaje de Minujín; una chica que tiene oportunidades de ir a una escuela prestigiosa pero prefiere priorizar otras cuestiones en su educación. Sirve como una especie de contrapunto con los otros personajes. Es una revelación e incluso ganó un premio en San Sebastián por su actuación. Con respecto a los aspectos técnicos podemos resaltar la ambientación, que resulta sumamente creíble, principalmente las calles del barrio, las casas de los protagonistas y el comedor que cumple un rol central dentro de la trama. Todo eso fue rodado en la Isla Maciel y se nota ese realismo. En síntesis, «El Suplente» es una película más que lograda que busca retratar un sector social argentino con sus conflictos y esperanzas, sin caer en lugares comunes o prejuicios, sino que sigue a los personajes en su día a día. Una trama que mezcla el drama con el humor, la oscuridad con la luminosidad; es decir, que nos muestra la vida misma. Buen trabajo del elenco y la ambientación para generar el contexto real de donde se desarrolla la historia.
Durante ciertas fechas especiales, las empresas y las marcas buscan aumentar sus ventas a partir de publicidades o promociones relacionadas con esos temas, como el Día de los Enamorados, el Día de la Madre o el Padre, la Primavera o hasta incluso el Mundial. Tiempo atrás, en 2018, la empresa de televisores Noblex lanzó en nuestro país una promoción durante las eliminatorias de la Copa Mundial de la FIFA que mantuvo en vilo a la sociedad argentina. La selección no estaba jugando muy bien y podía quedar afuera del mundial de Rusia. La iniciativa consistía en devolverle el dinero a todos aquellos que hubieran comprado un aparato suyo si Argentina no clasificaba. Es así como sus ventas se dispararon, como también la tensión de los dueños de la empresa, ya que si todo esto no salía bien podían quebrar. El director Ariel Winograd («Cara de Queso», «Vino para Robar», «Hoy se Arregla el Mundo») tomó esta pequeña historia basada en hechos reales para ofrecernos una película llena de corazón y gracia, que se convirtió en la primera cinta argentina de Paramount+ y que también se puede ver esta semana en los cines ATLAS. «El Gerente» es de aquellas películas que cuando las ves te hacen sentir bien porque nos brinda una historia cálida, donde el protagonista busca superarse y llegar a lo inalcanzable para cumplir sus objetivos, independientemente de los obstáculos que tiene que atravesar. A pesar de que puede no generar demasiada sorpresa porque es un caso conocido por muchos argentinos, sobre todo porque pasó hace relativamente poco tiempo y generó un impacto por su rareza y creatividad, esto no quita que el espectador se interese hasta el final por lo que sucede como si de algo nuevo se tratara. Además, no solo se centra en la propuesta de Noblex, sino que también se ahonda en la vida personal del protagonista, su vínculo con el hijo, su ex mujer y sus compañeros de trabajo, su estado de salud, entre otras cuestiones, que van cargando de color y novedad a esta historia popular. Cuenta el lado b de la trama que todos conocemos. Por otro lado, presenta un muy buen equilibrio entre el entretenimiento y la emoción. Es muy graciosa gracias a que tiene un buen timing para la comedia y un guion con gags atinados y representativos, donde todos nos podemos sentir identificados en algún momento. Además el elenco logra llevar a buen puerto sus diálogos y provocar las reacciones esperadas en el público. Leonardo Sbaraglia sin dudas es uno de los mejores actores argentinos y de los más versátiles. Le quedan bien el drama y la comedia y en este caso saca a relucir su talento para hacer reír con un personaje inocente, estructurado y conservador pero a la vez que no tiene miedo a la hora de asumir riesgos. Pero también existen muchos personajes secundarios que están muy bien delineados y sirven a este fin. A algunos los pudimos ver previamente en películas, series o novelas, mientras que otros nos sorprendieron por primera vez. Marina Bellati, Ignacio Saralegui, Mónica Raiola (sin dudas uno de los mejores papeles del film, que cada vez que interviene mete un gol al ángulo), Agustina Suasquita, Luis Luque, Cecilia Dopazo, entre otros. Todos se complementan muy bien entre sí y construyen un equipo sólido. Tal vez el personaje de Carla Peterson como villana no está demasiado desarrollado ni tiene muchos matices, sino que solo funciona como un enemigo en las sombras y como el principal inconveniente a sortear para el protagonista. También nos encontramos con algunas situaciones algo repetitivas, como por ejemplo la participación del Tano Pasman, que lo incluyen en varias oportunidades haciendo lo que lo hizo conocido. Tal vez resultan un poco innecesarias y estiran un poco el relato más de lo deseado, pero tampoco es algo que influya en el resultado final que es más que satisfactorio. Pero como decíamos anteriormente, no solo es una película que busca entretener o divertir al espectador, sino que también tiene su costado más dramático y emotivo, que ahonda más en los vínculos humanos y en las pasiones, como el fútbol, un deporte que une a millones de desconocidos para alentar a un mismo equipo. La película logra combinar de una manera atinada y justa ambas sensaciones. Ariel Winograd vuelve a darle en la tecla con una de sus historias queribles, que te hacen pasar un buen rato y te dejan una buena sensación. Personajes entrañables y con características particulares, no solo los protagonistas sino también muchos de los secundarios; buenos pasos de comedia que nos sacan más de una risa, pero a la vez combinados con momentos emotivos. Un relato épico que a cualquier apasionado del deporte le habrán generado muchas ganas de que empiece ya el mundial.
En 2018 se estrenó el comienzo una nueva trilogía de «Halloween», una de las franquicias de terror más populares, interesantes y queridas iniciadas por John Carpenter en 1978, uno de los maestros de este género. David Gordon Green se puso al frente de este soft reboot, que nos ofreció una lograda primera parte, combinando nostalgia con un buen tributo a la historia original. La segunda entrega, «Halloween: Kills», fue más floja. Si bien introdujo un concepto interesante como es la construcción de la violencia social y cambió las reglas de juego con Michael Myers, tuvo algunos inconvenientes como que la protagonista estuvo bastante desdibujada. Ahora llegó a las salas «Halloween: La noche final», película que se sitúa cuatro años después de los acontecimientos de su antecesora, y que promete darle un cierre a esta franquicia. Ahora Laurie vive con su nieta Allyson y está escribiendo sus memorias. Desde ese momento en el cual la comunidad linchó a Michael Myers, no se lo ha vuelto a ver. Es así como ella decidió finalmente dejar atrás el miedo y la rabia y seguir adelante con su vida. Pero cuando acusan a Corey Cunningham de matar a un chico al que estaba cuidando, se desencadena una cascada de violencia que obligará a Laurie a enfrentarse de una vez por todas con una maldad que no puede controlar. Al igual que sucedió con el film anterior, quisieron seguir profundizando en la violencia social y, particularmente, se ahonda en cómo alguien bueno puede convertirse en malo o asesino a causa del bullying, las críticas y el destrato que puede recibir por parte de la comunidad. Además, se muestra la transmisión del mal de una persona a otra. Si bien podemos entender esta vuelta de tuerca que quisieron darle a la historia para no seguir siempre la misma fórmula, se le dedicó demasiado tiempo a desarrollar a un personaje totalmente nuevo en la franquicia, con el que no terminamos de empatizar demasiado, haciendo que no nos involucremos con lo que le pasa. Por otro lado, no se siente tanto la esencia de «Halloween», careciendo de persecuciones y enfrentamientos recurrentes entre Michael Myers y Laurie, como sucedía en otras oportunidades. Podemos entender que Michael pudo haber quedado debilitado luego del final de la cinta anterior, pero igualmente se lo redujo a muy pocas apariciones. Tanto él como Laurie fueron dejados de lado en gran parte del film, como había pasado con el personaje de Jamie Lee Curtis en la película anterior. Las acciones más importantes terminan pasando por otro lado. Cuando uno se propone a ver el final de una franquicia que comenzó hace años espera un relato de épicas proporciones donde el bien (encarnado en Laurie) y el mal (encarnado en Michael) confronten, pero esto no lo tenemos hasta los últimos 20/30 minutos de la cinta. Es ahí donde podemos tener un poco de esa chispa característica de «Halloween» con momentos de tensión, violencia y gore, pero no es suficiente para dejarnos conformes. Jamie Lee Curtis siempre se encuentra muy bien en este rol. En esta oportunidad, trata de cerrar un capítulo en su historia a pesar de sus miedos, su soledad y tener que vivir con la mirada del resto de la sociedad que, en vez de culpar a Myers de todos los males, la responsabilizan a ella. La actriz realiza un buen trabajo interno y dramático. El resto del elenco también se encuentra bien, a pesar de que se centra más que nada en dos o tres personajes. En cuanto a los aspectos técnicos todo es muy correcto. Contamos con la banda sonora característica que nos marca la presencia de Michael Myers como también la escenografía oscura y nocturna. A pesar de tener algunos jumpscares para impactar al espectador, tampoco resulta ser una trama demasiado terrorífica. Es decir, «Halloween: La noche final» tiene algunas ideas interesantes pero su ejecución no termina de convencer. Podemos entender que hayan querido ser más originales e innovadores o transmitir mensajes más profundos pero en el camino se perdió parte de la esencia del film. Podrían haber hecho una historia diferente que no se llamara Halloween y tal vez podría haber sido más eficiente. Esta cinta no se siente a la altura de lo que esperábamos de un cierre de trilogía ni franquicia, principalmente porque no se le da el lugar necesario a sus protagonistas.
«Vista por última vez» («Last Seen Alive», su título original) se centra en Will Spann (Gerard Butler), un contratista con un buen pasar económico que lleva a su esposa, Lisa (Jaimie Alexander), a la casa de sus padres porque quiso tomarse un tiempo dentro de la relación. Sin embargo, cuando paran en una estación de servicio ella desaparece de una forma misteriosa. Will trata de buscarla por todos lados y hasta llama a la policía pero no solo no parece muy dispuesta a ayudarlo, sino que comienza a sospechar de él. Es así como intentará encontrarla a pesar de distintos obstáculos y de una carrera contra el tiempo. La película es una historia que vimos en varias oportunidades, desde la clásica y popular «Taken» con Liam Neeson hasta una de las últimas propuestas «My Son» con James McAvoy, donde un protagonista común debe hacer algo extraordinario para recuperar a una persona cercana que está en peligro. De todas maneras es una cinta que entretiene de principio a fin porque está en constante movimiento y construye un clima de tensión durante todo el largometraje. Es dinámica, frenética, y no para un segundo. Pero a la vez es una historia bastante lineal, que no tiene ningún giro sorprendente que le dé algún tipo de atractivo extra, sino que va de un punto hacia otro sin demasiados inconvenientes en el camino. Todo se resuelve de forma sencilla, y, a pesar de que se siente el peligro latente por el que atraviesa el protagonista, no existe una fuerza antagónica potente que le haga frente. Incluso algunas escenas no tienen mucho sentido o hacen que se pierda la credibilidad. Por ejemplo, existen pruebas que demuestran que una determinada persona está involucrada en el caso y el detective sigue confrontando al protagonista. Por otro lado, el guion también presenta algunas líneas de diálogo un poco sobreactuadas o forzadas. Uno de los recursos que utiliza es el flashback para darle una especie de marco a la historia. Si bien esto está correcto porque permite profundizar un poco más la relación entre la dupla protagónica, pero no siempre se siente como algo necesario para mostrar. Sí debemos destacar la buena actuación de Gerard Butler, quien improvisó sus diálogos a pedido del director. Solo veía unas páginas por vez, es decir, que nunca sabía qué era lo próximo que iba a pasar en la historia. Un riesgo que salió bien porque sinceramente no se nota como algo concebido en el momento. Logra transmitir muy bien la desesperación y el miedo por la pérdida de su mujer. El resto del elenco sí podía guiarse a través del guion y son funcionales a la trama, a pesar de no tener demasiado desarrollo de personajes. La elección de las locaciones fue correcta. El paisaje desolado y de pueblo chico y alejado de la urbe que consiguieron en Savannah, Georgia, logra dar esa sensación de desconexión, peligro y aislamiento. En síntesis, «Vista por última vez» es una película que logra entretenernos y hacernos pasar un buen momento a pesar de no traer nada demasiado novedoso al género. Su historia ya la vimos en varias oportunidades y probablemente fue realizada de una mejor manera. En este caso tenemos algunas situaciones inverosímiles, diálogos forzados y una falta de sorpresa que tira un poco abajo al film; mientras que la actuación de Gerard Butler, el tono frenético y la ambientación del lugar le dan cierto atractivo.
Cuando existen películas que están filmadas de una manera particular siempre suelen llamar nuestra atención. «Boiling Point», un film inglés que primero fue un corto y en 2021 se estrenó el largometraje, comenzó a resonar en nuestro país incluso antes de su estreno este jueves porque está filmada íntegramente en un solo plano secuencia, una herramienta audiovisual que resulta sumamente atractiva. Y a pesar de que a veces cuando se le pone mucho énfasis en la manera de filmar o contar una historia se pierde un poco el desarrollo de la trama porque se busca más impactar mediante su forma y no tanto por su fondo, en este caso eso no ocurre. «El Chef», como se la conoce en Argentina, se centra en la noche más concurrida del año en uno de los restaurantes más importantes de Londres. El carismático y autoritario jefe de cocina, Andy Jones (Stephen Graham), trata de lidiar con múltiples crisis personales y profesionales, no solo de su propia vida, sino también del resto de sus compañeros. La inesperada visita de un inspector de sanidad y seguridad alimentaria será el punto de partida para una velada llena de presiones, recelos e indignaciones que pondrán a prueba a cada uno de los personajes. El film nos presenta una trama intensa que va aumentando con el correr del tiempo y que nos muestra el detrás de escena del trabajo en una cocina, un submundo no muy conocido por todos pero que se convierte en algo fascinante para abordar. Allí se profundizan todos los inconvenientes que pueden suceder en un espacio laboral, pero también cómo a veces las personas llevamos cuestiones personales a nuestro trabajo e impacta en lo que hacemos. Tal como lo anuncia su título en inglés, «Boiling Point», la película nos ofrece una hora y media de una olla a presión que en cualquier momento está a punto de estallar por distintas cuestiones. El vínculo entre los empleados del restaurante, y los clientes y los mozos es tirante y ríspido, por eso tenemos un clima de tensión que se mantiene durante todo el metraje. Además, el constante movimiento de la cámara hace que tengamos un ritmo dinámico y frenético y esa tensión se sienta más a flor de piel. La cámara va siguiendo a los distintos personajes mientras realizan sus respectivas responsabilidades. Es todo una destreza por parte del director y guionista del film que en tan poco tiempo podamos tener detalles de cada uno de los protagonistas, sus vidas, aficiones y deseos, a través de diálogos o gestos. No solo podemos conocerlos más sino también ponernos en su lugar y empatizar (o no) con ellos. En este sentido también debemos destacar la labor del elenco, que se nota que debe haber realizado un gran trabajo para aprenderse sus líneas y realizar las interacciones con el resto de los actores sin cometer ningún tipo de error o titubeo. No parecería haber lugar para la improvisación, sino que se siente que está bastante ensayado y articulado. Es así como podemos subrayar la actuación de Stephen Graham («Snatch», «Piratas del Caribe», «The Irishman»), que si bien no está constantemente en pantalla porque se le da lugar al desarrollo de los secundarios, es el que lleva la voz cantante y la mayor presión a la hora de ponerse en la piel de su personaje. También Vinette Robinson («Black Mirror», «Sherlock») como la mano derecha del chef se lleva todas las miradas. A pesar de utilizar una sola locación, el director logra aprovechar cada uno de los rincones del restaurante donde se va metiendo con su cámara para retratar las distintas situaciones que se van dando. La puesta en escena contribuye a generar el clima deseado para que se desarrolle la historia, como también el sonido ambiente del bullicio del restaurante que te transporta a aquel lugar. En síntesis, «El Chef» es una película que se destaca tanto por su historia como por la forma en la que se la cuenta. Filmada en un solo plano secuencia, una herramienta que está totalmente justificada y no es simplemente un capricho o una búsqueda de elitismo, nos ofrece una trama llena de tensión, suspenso e imprevisibilidad que se sustenta por las buenas actuaciones del elenco y una cámara en pleno movimiento que nos otorga un frenetismo constante.
Inspirada en hechos reales que sucedieron en el Reino de Dahomey, uno de los estados más poderosos de África en los siglos XVIII y XIX, La mujer rey se centra en Nanisca (Viola Davis), general de la unidad militar exclusivamente femenina de aquel lugar, y en Nawi (Thuso Mbedu), una adolescente que no quiere casarse por conveniencia como lo desea su padre y este la envía al palacio para entrenarse como recluta. Juntas deberán lugar contra enemigos que violaron su honor, esclavizaron a su gente y amenazaron con destruir todo lo que conocieron. «La mujer rey» le otorga un lugar preponderante al universo femenino y al empoderamiento de distintas mujeres, aunque tal vez por momentos se siente más actual de lo que debería por estas temáticas que trata y las conquistas que van realizando las protagonistas. De todas maneras, es interesante el rol que le impregnan y cómo construyen personajes valientes, poderosos y fuertes que pueden superar cualquier obstáculo que se les proponga. Tal es así que casi no contamos con personajes masculinos, y salvo por algún que otro que interpreta a un hombre bueno y amable, la mayoría es puesta en el lugar de villano, castrador o esclavizador. Todo el foco está situado en las mujeres y en su lucha. Tenemos buenas actuaciones de parte de todo el elenco, en el cual se destacan Viola Davis, con un pasado tortuoso que se lo plasma en algunos instantes a través de flashbacks; Lashana Lynch, quien interpreta a la mano derecha de Nanisca, y que se encuentra muy cercana a la adolescente que se suma a su regimiento; y Thuso Mbedu, que compone a un personaje terco, decidido, talentoso y con muchas ganas de progresar aunque no sea de la manera más adecuada. El vínculo entre ellas también está bastante tratado en el film y resulta sumamente interesante. En ese sentido, el drama también se equilibra con un coming of age, donde la joven debe aprender la manera de luchar y de encontrarse a sí misma en esta nueva posición, que lejos de parecerle ajena o tener dificultades, se nota que es parte de ella. Además, las escenas de acción están siempre presentes, y terminan de delinear esta interesante mezcla de géneros. Nos encontramos con logradas coreografías de pelea y batallas épicas, que resultan visualmente atractivas y creativas. A pesar de ser muchas a lo largo de sus 135 minutos de duración, no se vuelven repetitivas ni monótonas, están bien equilibradas con el drama y la profundización del pasado de las protagonistas. También hay momentos para el baile, donde se muestran algunas danzas tradicionales y la música acompaña de manera fresca y alegre, para descontracturar algunas escenas. Llegando hacia la resolución tal vez se vuelve un poco predecible pero esto no opaca los giros narrativos que va teniendo, lo mismo ocurre con algunos lugares comunes por los que transita y que nos puede hacer recordar a otros films de este estilo. En síntesis, «La mujer rey» no solamente es una película entretenida que se sostiene gracias a sus buenas escenas de acción y las interpretaciones de un elenco prácticamente femenino, sino que además es emotiva e inspirado y te involucra con la historia de sus personajes entrañables. Una trama de lucha por los ideales que mezcla algunos géneros para ser totalmente efectiva.
En los últimos años nos encontramos cada vez con más propuestas que apuestan al género del terror, buscando no solo asustar al espectador sino ofrecerle una historia novedosa, más psicológica y con contenido que valga la pena ver. Hace dos semanas se estrenó «Barbarian», una película interesante que a partir de distintas tramas que parecían no tener demasiada relación nos brindó un relato aterrador e impactante. Ahora llegó a las salas «Smile» («Sonríe»), otra cinta que logra darle en el clavo gracias a su clima de pura tensión, buenas actuaciones y muchos detalles que suman a la hora de construir miedo del bueno. Después de ser testigo de un extraño y traumático suicidio de una paciente, la Dr. Rose Cotter (Sosie Bacon) empieza a experimentar sucesos aterradores que no parecen tener una explicación racional, más que ser a causa de estrés postraumático. Pero a medida que el terror comienza a apoderarse de su vida, Rose deberá enfrentarse a su pasado para sobrevivir y escapar de su horrible realidad. «Smile» es una película que mantiene la tensión constante a lo largo de casi dos horas de duración. Por momentos recurre a los clásicos jumpscares, que, a pesar de que muchas veces los esperamos, consiguen asustarnos igual, y, por otros, utiliza el recurso del susto y del miedo de una manera más retorcida e inesperada, haciendo que el espectador espere que algo suceda y cuando finalmente baja la guardia lo toma por sorpresa. La música y el sonido también contribuyen a generar este clima de terror, apelando a una banda sonora inquietante y perturbadora, como también a escenas que pasan del silencio a un ruido fuerte que te descolocan y asustan. Lo mismo ocurre con la dirección y el predominio de planos cortos que hacen que el público no pueda ver demasiado lo que pasa alrededor de la protagonista y el impacto sea aún mayor. Siguiendo con los aspectos técnicos, los efectos especiales y la construcción de los momentos de terror están muy bien logrados. No solo generan las sensaciones esperadas en el público, sino que no desentonan con la historia ni permiten que se pierda la credibilidad. Pero no todo es miedo y terror. La película también tiene espacio para el humor, no demasiado pero sí lo suficiente como para descomprimir un poco las situaciones tensas y tenebrosas. «Smile» no es una cinta que solo busque el susto fácil, sino que propone un juego mucho más psicológico que habla sobre la salud mental, los traumas, el suicidio, la contención profesional y familiar, entre otras cuestiones. También se mezcla mucho lo real y lo imaginario, haciéndonos creer cosas que muchas veces no lo son, consiguiendo meterse en nuestra mente. Es interesante como el recurso de la sonrisa está presente durante todo el film con algunos detalles muy sutiles (y otros más expuestos y remarcados), que pueden pasar un poco desapercibidos, pero que un espectador atento podrá descubrir y ver un patrón en la mayoría de las escenas. A medida que transcurre la historia, nos vamos enterando más detalles sobre la trama, avanzando con pasos firmes y sólidos. Tal vez podría haber sido un poco más corta y haber evitado algunos momentos un poco repetitivos en la desesperación de la protagonista por entender qué le ocurre, pero esto no perjudica al resultado final, ya que cada tanto tenemos algún giro interesante y revelador que hace que la espera valga la pena. Sin dudas tenemos que destacar el trabajo de Sosie Bacon, actriz que nos brinda una maravillosa interpretación mientras va descendiendo por el espiral de la locura y la desesperación. Los planos cortos benefician su labor ya que podemos ver bien sus expresiones y reacciones. Transmite muy bien su miedo, su ansiedad y fuerza para luchar. Podemos empatizar con ella y sufrir por lo que está pasando. Está bien acompañada por personajes secundarios que tal vez no tienen demasiado peso por sí mismos pero sí se ponen al servicio de la trama principal. Por momentos también sucede que dejan de lado a algunos secundarios, no vuelven a retomar su participación y no queda muy cerrada su historia. En síntesis, «Smile» resulta ser una muy buena propuesta dentro del cine de terror, que lejos de quedarse en la superficie de entidades malignas que se apoderan de la vida de una persona, logra ahondar en los traumas, los vínculos y la psicología del ser humano. Una película que consigue construir un ambiente opresivo, lleno de tensión, suspenso e impacto, con algunos jumpscares más clásicos y otros mejor pensados. Buena actuación y liderazgo de su actriz principal termina de redondear este sólido film.
En 2009 se estrenó «La Huérfana» («Orphan», en su título original), un thriller de suspenso con tintes de terror que nos ofreció una historia entretenida e imprevisible con un giro que logra sorprender y con una niña protagónica que hace un gran trabajo para componer a un personaje complejo. Como sucede últimamente con cada película que alcanza cierto éxito, llega a las salas su precuela «La Huérfana: El Origen» («Orphan: First Kill») para ahondar en el pasado de la protagonista. Lena (Isabelle Fuhrman) consigue escapar del psiquiátrico ruso en el que estaba recluida por ser peligrosa y viaja a Estados Unidos, haciéndose pasar por la hija desaparecida de una familia adinerada. Sin embargo, las cosas no serán como ella esperaba y le costará un poco más adaptarse a su nuevo entorno. Tal vez a priori podríamos decir que esta película era bastante innecesaria, porque la original cerraba de buena manera y no era tan esencial ahondar en el pasado del personaje, pero el resultado final tampoco se siente como un producto desperdiciado o que no vale la pena ser visto. Lo que sí encontramos es que «Orphan: First Kill» no nos aporta nada demasiado nuevo en cuanto a la vida de la protagonista. Su origen ya estaba bastante explicado en la película anterior e incluso acá hacen un repaso de eso al principio por si alguien se incorpora a la franquicia recién ahora. Solo se ahonda en la historia de la familia que convivió con ella anteriormente antes de llegar al orfanato, pero de todas maneras la trama resulta ser interesante. Al igual que su antecesora, nos sorprende con un giro inesperado e impactante, que pone el juego propuesto a otro nivel. Esto tal vez es un poco más inverosímil, descabellado o rebuscado, pero efectivo y entretenido. La dinámica entre Esther y su «madre» está muy bien construida, generando tensión, intriga y suspenso; clima que mantiene a lo largo de todo el film, con algún que otro sobresalto pero sin tener demasiados elementos de terror. Incluso, por momentos apela un poco al humor por esta trama más absurda que nos presenta. A pesar de que sabemos cómo termina la familia por la cinta anterior, es imprevisible cómo puede llegar a desarrollarse todo. Una de sus cosas a favor es que no busca emular la misma fórmula con la que consiguió conquistar al público, sino que apuesta por algo nuevo. Asimismo, debemos destacar el trabajo del elenco, principalmente el de Isabelle Fuhrman, que nuevamente se pone en la piel de su personaje, esa mezcla entre una psicópata y una niña buena; y Julia Stiles, quien hace de su madre, y nos irá revelando varios secretos atractivos durante la historia. El resto de los personajes acompañan bien aunque no tienen un desarrollo demasiado profundo. Una de las grandes preocupaciones era cómo iban a hacer para que la actriz principal, que ahora tiene varios años más que en el largometraje de 2009, protagonice una precuela, más allá de que el giro de la trama de ese entonces podía justificar esta cuestión. Lo que vemos en «La Huérfana: El Origen» está bastante bien resuelto, principalmente en cuanto a la estatura de la protagonista, que a partir de la posición de las cámaras, el uso de dobles y las distintas tomas nos hacen sentir que estamos en presencia de una niña. No así demasiado los primeros planos a su cara que se nota esta diferencia de edad y es más difícil mantener esa credibilidad. La fotografía por momentos se siente medio rara, como con una niebla que está presente en varias secuencias del film. La banda sonora acompaña de buena manera este clima de suspenso y tensión. En síntesis, si bien «La Huérfana: El Origen» podría ser innecesaria y no aporta nada demasiado nuevo para la historia previa de la protagonista, resulta ser una película entretenida que nos sigue ofreciendo giros imprevisibles e impactantes y un buen trabajo de interpretación por parte del elenco. A pesar de algunas cuestiones técnicas que no terminan de cerrar, el roce con el absurdo y la poca profundización de ciertos personajes, la trama consigue valerse por sí misma para ofrecernos un producto logrado.
Después de su paso por la última edición del Festival de Cine Alemán, llega a las salas argentinas «La Conferencia», una película dirigida por Matti Geschonneck que se centra en la Conferencia de Wannsee, donde, el 20 de enero de 1942, destacados representantes del régimen nazi alemán se reunieron en una villa de Berlín-Wannsee para decidir lo que ellos llamaban la Solución Final a la Cuestión Judía, es decir, organizar el asesinato masivo sistemático de 11 millones de judíos en toda Europa. Durante el film nos situaremos en los momentos previos a la conferencia, la reunión propiamente dicha y la despedida de los funcionarios y autoridades del recinto. Es así como fijaremos nuestra atención principalmente en el guion y en las actuaciones del elenco, ya que no es una cinta que se caracterice por el movimiento o la acción. A pesar de que no nos encontramos con una historia dinámica, la película nos mantiene atrapados por la frialdad y crueldad con la que los presentes hablan sobre el exterminio de una gran cantidad de personas, velando por sus propios intereses y reduciendo cuestiones de vida o muerte a procesos sistematizados. El guion está minuciosamente elaborado a partir de las actas de esta reunión grabadas por Adolf Eichmann de las que solo se conserva una copia y que constituyen un documento clave del Holocausto, donde se discute la solución final y cómo se llevará a cabo. Por momentos «La Conferencia» puede sentirse un poco pesada por su monotonía pero los guionistas buscan hacer ciertas pausas para darle un poco de aire a la trama y que no se sienta como una eterna conversación. De todas maneras, lo que se dice y cómo se lo dice siempre resulta ser interesante para ver y aquellos que están interesados en el tema y en los pormenores del asunto encontrarán en esta pieza cinematográfica un valioso testimonio de la historia cercana. Lejos de ser aburrida es inquietante, tensa y cruda, manteniendo en todo momento la seriedad y objetividad correspondiente. Las actuaciones también son dignas de destacar. En todo momento tenemos a una gran cantidad de actores en escena interactuando entre sí, debatiendo y discutiendo. Todos son presentados como figuras fuertes, con pensamientos e intereses propios. Salvo alguna que otra excepción que por momentos se muestra un poco más «humano», la mayoría casi no tiene expresiones en su rostro, demostrando que no tiene problema en accionar. La cámara los va tomando de manera muy ágil, para otorgarle ese dinamismo que le falta a la trama en sí. Vamos viendo sus rostros y sus reacciones a los planteos de los demás. La puesta en escena también sobresale. Tenemos una locación acotada pero central: la villa donde se reúnen para realizar esta conferencia que hasta el día de hoy sigue guardando entre sus paredes parte de la historia, al haberse convertido en un museo para que cualquiera que quiera saber más al respecto pueda hacerlo. La construcción de época resulta atinada y se ve reflejada principalmente en la ambientación y el vestuario de los distintos personajes. En síntesis, «La Conferencia» es una película interesante y atrapante, que refleja parte de la historia internacional. A pesar de centrarse únicamente en una reunión no se vuelve aburrida, aunque sí por momentos un poco monótona. Pero el guion que transmite la frialdad y crueldad de los representantes del régimen nazi y las actuaciones del elenco nos mantendrán atentos hasta el final.
La semana pasada se estrenó en los cines argentinos «Vértigo» («Fall» en su título original), una película dirigida por Scott Mann que se centra en Becky, una joven cuyo hobby es escalar. Luego de que su marido se cae de una montaña que estaban subiendo y muere, ella se recluye en su casa y en el alcohol. Para animarla, su amiga Hunter la invita a ascender a la cima de una torre de comunicación abandonada que se encuentra a 600 metros del suelo y totalmente alejada de la civilización. Una vez arriba quedan varadas, sin posibilidades de bajar. Es así como deberán poner a prueba sus habilidades y sus deseos por sobrevivir. A priori nos encontramos con un gran desafío: cómo hacer que la acción avance durante sus 107 minutos teniendo como única locación a la torre de comunicación, donde las protagonistas no pueden moverse de allí. Partiendo de esta base nos encontramos con un film que plantea un concepto sumamente interesante y que lo logra plasmar en una trama atrapante, intensa y frenética, donde todo es un peligro. «Vértigo» va más allá de ofrecernos una película de supervivencia sino que también le da cierta tridimensionalidad a las protagonistas con una trama detrás para que empaticemos con ellas y podamos sentir lo que están pasando. Cada nuevo obstáculo por el que tienen que atravesar nos hace sufrir. Además consigue impactarnos a base de giros sorprendentes y efectivos. Tal vez en algunos momentos se vuelve un poco repetitiva por la constante lucha por sobrevivir y buscar una solución para bajar de ahí, pero tampoco es algo que moleste demasiado. Las protagonistas son Virginia Gardner y Grace Fulton, quienes hacen un buen trabajo tanto interpretativo como físico para ponerse en la piel de sus personajes. Tal vez por momentos las habilidades que tienen para escalar o la fuerza que presentan para ayudar a su compañera hagan que trastabille un poco el verosímil y la credibilidad pero de todas maneras van en consonancia con la historia. Además, contamos con la participación de Jeffrey Dean Morgan como el padre de Becky, que si bien no tiene tanto tiempo en pantalla funciona como para incorporar a una cara conocida en el largometraje y ofrecernos algunos instantes más conmovedores. Los aspectos técnicos están muy bien logrados. Tanto la ambientación del lugar inhóspito e inalcanzable como los efectos especiales nos permiten creer la historia que nos cuentan sin que haya nada de eso que nos haga dudar de su veracidad. En síntesis, para aquellos que les gustan las historias que suceden en locaciones acotadas, provocando un clima de puro suspenso y tensión, les recomendamos «Vértigo», que logra atraparnos y ofrecernos una trama impactante, con un buen giro final y atinadas actuaciones.