Avatar: El Camino del Agua tiene menos que ver con el cine que con la Historia del Arte: es una especie de Capilla Sixtina del siglo XXI. Miguel Ángel pintó las fantasías lisérgicas del Vaticano y James Cameron las de la cultura matriarcal new age ecologista. James Cameron crea un sueño de opio digital. Es Arte por el Arte: resplandece en la retina, pero deja pocas marcas en la memoria.
Luca Guadagnino hace de la carne un campo de batalla donde se trazan las fronteras de lo humano, donde la anatomía es una fórmula inestable, una zona franca abierta a todo tipo de apetitos, adicciones y deseos. Bones and All (Hasta los Huesos) es un dispositivo cinematográfico simbólico e infeccioso que mezcla el horror, la psicología y el erotismo para decir algo sobre el presente de una sociedad medicalizada aficionada al consumo masivo de los cuerpos.
En Adiós Señor Haffmann, la invasión alemana a Francia de 1941 genera un estado de ánimo en el que se mezclan el miedo y la vergüenza, pero que sobre todo saca a la superficie las envidias, la ambición, el aprovechamiento de los ciudadanos comunes. Aquí no hay épica ni héroes: lo que queda es la verdad sin máscaras de las personas sin la hipocresía que rodea la convivencia social.
Hay un antes y un después del Me Too, movimiento, símbolo, motín femenino que salió al mundo para prenderlo fuego y reemplazarlo por uno más justo para las mujeres. She Said (Ella Dijo) sería su génesis, el grado cero de una historia subterránea que llega a su punto de no retorno cuando comienza a ser contada por sus víctimas, hasta ese momento silenciadas por el miedo y el dolor, por el chantaje y el dinero del poder.
Son recuerdos, pero Aftersun no es un ejercicio nostálgico sobre el pasado, sino la búsqueda de alguna certeza en el presente. Charlotte Wells hace el debut cinematográfico del año con una obra engañosamente minimalista, en el que cada plano dice más de lo que muestra y cada escena captura el momento y el estado de ánimo de unas vacaciones lumpen en Turquía para hacer una reflexión sobre el tiempo a través del retrato de una relación padre-hija filtrada por el prisma de una memoria incompleta.
El director finlandés Timo Vuorensola desmitifica lo que hizo popular al monstruo original: una figura esquiva, indefinible, en estado de sugerencia y misterio permanente. En cambio, intenta materializar lo abstracto, el arquetipo del Mal idealizado, y darle un origen y una presencia corporal a Creep.
El Menú es un teatro de la crueldad lisérgico en el que un chef oficia de maestro de ceremonias y ángel exterminador en su cruzada contra los que atentan contra su arte. Mark Mylod hace una película sobre los discursos que se forman alrededor de un oficio, que tienen menos que ver con la comida que con el dinero y las apariencias de una clase social que produce un saber pretencioso y afectado y en el que la ostentación deserotiza la experiencia para transformarla en una práctica vacía de misterio.
Non Odiare (No Odiarás) plantea desde la intimidad de su historia cuestiones relacionadas al neofascismo en un contexto en que la extrema derecha cambia de piel: un jugador político que gana elecciones democráticas en distintos países del mundo. La película es la puesta en escena de una pregunta que se responderá de distintas maneras a largo del film: ¿qué hacer con los que odian?
Durante el mundial de fútbol, el país entra en una especie de dimensión paralela: es el único momento en el que los microfascismos del yo político quedan eclipsados por un deseo común. No es poco. Los argentinos se vuelven argentinian friendly y se juntan en horarios inverosímiles. Y compran televisores. El Gerente es la crónica de una apuesta: la de una estrategia de marketing que parecía segura pero termina siendo el via crucis físico y emocional del hombre detrás de la promoción “Si la Selección no clasifica, te quedás con el televisor y te devolvemos el dinero”.
Halloween Ends (Halloween: El Final) es la puesta en escena de una mutación: si Michael Myers es la materialización individual de un Mal abstracto, una vez desaparecido tendremos que ver lo que quizás siempre fue: la suma de los microfascismos que habitan en cada uno de los habitantes de Haddonfield.