El diablo es la superstición de toda religión, que a su vez es la favorita y más persistente superstición de la humanidad, por lo que el crossover se mantiene siempre actualizado por el cine de terror con tendencia al gótico. En un subgénero dominado por temas y lecturas del cristianismo, The Offering (Oferenda al Demonio) surge como una alteración teológica, donde la premisa clásica de posesión demoníaca se asocia con la comunidad judía.
Quiero Bailar con Alguien es un retrato higiénico de Whitney Houston, con la dosis de sordidez indispensable para humanizar a una cantante que se debatía entre su imagen pública y su yo privado, inaceptable para la puritana y consumista era Reagan. La película cae en los estereotipos habituales con los que a Estados Unidos le gusta contar la vida de sus músicos: como un tratado moralizador lleno de culpa, expiación y, si hay tiempo, redención. Whitney no lo tuvo.
Tár es muchas cosas: un obra maestra del cine contemporáneo, una radiografía de la cultura del siglo XXI, un estudio sobre las relaciones de poder y un monumento a la actuación de Cate Blanchett. Tár captura las frecuencias del zeitgeist actual con oído absoluto, a través del retrato de un personaje frío, insensible, calculador, eminente, autoritario, que posee todos los excesos de alguien celebrado por su excepcionalidad y su talento, que necesariamente entra en conflicto con la corrección política de un mundo que ya no tolera los abusos de su complejo de superioridad.
Llaman a la Puerta es un trip bíblico en el que las viejas supersticiones chocan contra el escepticismo y el egoísmo modernos, cuando un grupo de extraños profetas del apocalipsis invade la intimidad familiar y exige un sacrificio para salvar al mundo. La película tiene la marca de Shyamalan, que pone en escena la religión de una manera salvaje, como si el cine solo consistiera en convocar la conciencia de lo trascendente a través de un teatro de la crueldad perturbador.
Gerard Butler es The Last Action Hero. El género es para él lo que el cristianismo para Mel Gibson: dos mesías con una conmovedora fe en el lado más bizarro de la violencia. Pero donde Gibson es un policía moralizador en busca de conversos, Butler es un artesano del cine clase B en busca del escenario donde el cuerpo y el espacio se asimilen y se potencien en una coreografía excesiva y absurda. Plane (Alerta Extrema) es puro realismo sucio hecho de selva, tierra, balas y transpiración, que destila cierta nostalgia retro por una manera de hacer películas antes de que murieran por sobredosis de CGI.
Son los tiempos del gore urbano, del psycho killer como el enfermo predilecto para el consumo masivo. Holy Spider tiene pulso de thriller, pero no apuesta al misterio, sino a la construcción de un escenario cultural que fabrica a sus propios femicidas. Sórdida, violenta, impúdica, sus imágenes se ubican en la frontera de la misma explotación que denuncia para mostrar a Irán como un infierno primitivo para las mujeres.
Eufórica, sexy, nostálgica, intensa, exagerada: Babylon es un teatro del exceso y la crueldad que retrata el paso del cine mudo al sonoro con el ritmo urgente de un jazz narcotizado, la estética de un vodevil enloquecido y la moralidad de una orgía decadente. Hollywood como un afterhour permanente, donde hacer películas no se diferencia demasiado a irse de fiesta: todo es acelerado, nervioso, dramático, como si conseguir la toma perfecta en la hora mágica del atardecer fuera el equivalente artístico a tomar una línea de cocaína.
Terrifier 2 es lo que ya vimos demasiadas veces en los 80’s… pero más enfermo, perverso, repulsivo y sobre todo, mucho más divertido. La película funciona porque asume su condición de fantasía homicida y corre los límites del gore desde el absurdo y su propia incoherencia. Podría interpretarse como una parodia del género si no fuera porque lo hace desde la más absoluta seriedad de su puesta en escena del horror, una estética del exceso realista y vintage para una película alegremente sádica.
Hay en el cine de Claire Denis un deseo casi obsesivo de psicoanalizar a sus personajes a través de las imágenes, mientras un relato subterráneo se va formando con lo que no dicho, con lo no mostrado, una estética de lo sugerido que hacen de Con Amor y Furia un exotismo formal que la directora interroga como un espacio más en el que buscar respuestas que quizá nunca lleguen.
Mark Williams no utiliza metáforas ni sutilezas: Blacklight (Agente Secreto) es una película de acción con un discurso político. El director acepta la convención de que en este género no importa la historia, sino quién la protagoniza, qué auto usa y cuántas balas dispara. Un guion perfectamente mediocre con algo que decir sobre Estados Unidos: que el FBI es una organización mafiosa que en nombre de la democracia ha estado asesinando durante décadas a cualquier persona con ínfulas revolucionarias, o ni siquiera: cualquiera que desafía la mitología de esos oscuros sistemas de poder.