Si Zhenia (Alec Utgoff) es un exiliado ucraniano en Polonia, sus clientes son exiliados polacos en su propio país: el barrio cerrado de los ricos es un escenario uniforme y separado del mundo que funciona como un mapa emocional de sus habitantes: seres tristes que encuentran en los poderes curativos del extranjero una tregua a sus dolores físicos y psicológicos. Nunca Volverá a Nevar es una fábula onírica sobre la alienación de la cultura postmoderna y la posibilidad de autodescubrirse en el Otro, personificado en una especie de ángel benévolo criado en los escombros de Chérnobil.
La historia de los afroamericanos en los Estados Unidos es el guion de una película de terror. Nadie lo vio tan claro como Jordan Peele, que en sus dos primeras películas (Get Out, 2017 y Us 2019) puso en escena los miedos y traumas de su comunidad e invirtió la imagen que al país le gusta dar de sí mismo con un cine-espejo que reflejaba las miserias y patologías escondidas en el inconsciente colectivo norteamericano. Nope (¡Nop!) está atravesada por la función que cumplieron los negros dentro de la industria cinematográfica, pero el director está menos enfocado en abordar cuestiones raciales que en hacer una radiografía de la cultura contemporánea: un sistema que todo lo convierte en espectáculo y en el que las personas se entregan voluntariamente a la mirada del Otro.
Philippe Garrel dijo que el cine era Sigmund Freud + los hermanos Lumière. Alex Garland le sumó el #metoo y CGI para hacer reflexiones contemporáneas sobre la feminidad. Su obra gira en torno a mujeres atrapadas en un entorno hostil, en el que son puestas a prueba -física, emocional o psicológicamente- en odiseas de autodescubrimiento para chicas empoderadas. Men (Terror en las Sombras) es un teatro de la mente que materializa el trauma de Harper (Jessie Buckley), una mujer recién separada que descubre que es más fácil abandonar a un marido manipulador que divorciarse de un fantasma.
Un buen guion no es sólo una buena historia: es la escritura que marca el ritmo de la narración, administra la tensión y las pausas, pone en escena la relación entre lo visible y lo invisible del relato para crear enigmas alrededor de los cuales giran los personajes. En Seules les Bêtes (Solo las Bestias), Dominik Moll y Gilles Marchand utilizan las líneas argumentales del thriller rural clásico, pero lo dotan de una estructura narrativa compleja para crear una escena primitiva de desesperación y fatalidad en una no man´s land habitada por seres marginales en busca de alguna dosis de felicidad.
Made in Italy (Una Villa en la Toscana) es conmovedora por los motivos equivocados, que tienen menos que ver con sus méritos cinematográficos que con la intriga y el morbo que genera ver a un padre y a un hijo en la vida real exorcizar su pasado trágico en pantalla (la esposa de Liam Neeson, Natasha Richardson -la madre de Micheál, coprotagonista de la película-, falleció en 2009 en un accidente de esquí). Made in Italy gira en torno a la incapacidad de comunicación entre Robert (Nesson) y Jack (Richardson) después de 15 años de la muerte de la esposa/madre, que dejaron una relación rota hecha de simulaciones y silencios sobre lo sucedido.
Elvis fue la fantasía porno romántica de una generación. Ese ritmo plebeyo y salvaje era obsceno para una época reprimida en que las pulsiones vivían bajo el estado de sitio moral y religioso de los adultos.
La opinión pública es la opinión de las personas sin opinión, de los que hacen coincidir su discurso con el discurso de los medios. La política sin ideas es marketing, estudio de mercado, expertos en comunicación: la que gana elecciones. En un contexto en el que los intelectuales han sido reemplazados en el debate público por famosos, por cualquiera que tenga plata y por gente que maneja muchos seguidores y poco vocabulario, Alice et le Maire (Alicia y el Alcalde) es una radiografía de la izquierda contemporánea, que pone en escena la difícil relación entre el pensamiento crítico y la acción política.
Una película mala puede convertir la incompetencia y la falta de presupuesto en una maravilla surrealista. Todo lo que necesita es alguna dosis de locura o ingenio. Pero eso es lo que falta en The Blackout Experiment (El Último Juego) para adaptar el formato Battle Royale a una propuesta más o menos convincente: todo lo que vemos son seis malos actores en lo que parece a una sesión improvisada de histeria grupal.
Como toda buena película de terror, The Closet (El Armario) intenta ser algo más que terror: busca a través de la puesta en escena del miedo aquello reprimido en el imaginario social de una época determinada; pero como toda mala película de terror, sobreexplica sus temas, deja de lado las analogías para transformarlas en discurso, cambia misterio por melodrama
La lucha entre la apariencia de las cosas y su verdad latente es la que la directora Josephine Decker pone en escena en Shirley, que es menos una película sobre la vida de Jackson que el retrato físico y psicológico de la escritora, en el que la esencia pervertida de la realidad se manifiesta en el mundo cotidiano hasta desnaturalizarlo por completo: el equivalente cinematográfico a su literatura.