La amistad y la búsqueda del destino Hay películas que son pasajeras y que a pesar de no tener grandes aciertos, tampoco se enredan en pretensiones mayores. De este modo, es probable que a pesar de algunos inconvenientes se obtenga una obra agradable. Este es el caso de Mar del Plata, de Ionathan Klajman y Sebastián Dietsch. Resulta habitual que en el cine argentino de los últimos tiempos surjan road movies en donde un conjunto de personajes se encuentre en búsqueda de su destino a través de un viaje, alejándose de la ciudad para desentenderse de sus conflictos. Hace poco se pudo ver en Villegas de Gonzalo Tobal, y hoy Mar del Plata narra la historia de dos amigos: Joaquín (Pablo Pérez), quién se acaba de divorciar, y David (Gabriel Zayat), en pleno conflicto conyugal, quienes se irán un fin de semana a la ciudad portuaria a indagar en otros rumbos que los distancien de la cotidianeidad...
Los contrastes de la vida adolescente En gran medida, el cine argentino de los últimos veinte años se ha preocupado por los espacios, las situaciones y -por sobre todas las cosas- los seres marginales, con películas que se desarrollan dentro de un colectivo social específico que pone de relieve el contexto en el que se encuentra el país. María y el Araña no le escapa a esta premisa. La segunda película de María Victoria Menis cuenta la historia de María (Florencia Salas), una joven de trece años que, entre diversos conflictos familiares y personales, trabaja vendiendo distintos objetos en el subte, lugar en el que conoce a un chico (Diego Vegezzi) que hace malabares con un disfraz de Spider Man. A pesar de estar enmarcado en un contexto bastante sombrío, el film -que maneja muy bien los contrastes a nivel narrativo- se centra en una historia de amor, en como la inocencia puede obrar por sobre la catástrofe...
El eterno dilema de la moral Ilan (Yossi Pollak), un distinguido profesor, es extremadamente celoso de su bella y joven esposa Naomi (Melanie Peres), más aún una vez que descubre que ésta tiene un amante. Este es el núcleo del que se nutre La Infiel, del israelí Eitan Tzur. En función de esta breve introducción, se podría pensar que el film de Tzur tiene las características para -al menos- ser un thriller interesante. Pero lo que indica la realidad es que este drama no genera suspenso, lo que hace que la historia sea excesivamente lineal y predecible. La falta de sorpresa y creatividad que arrastra La Infiel también se ve reflejada en lo obtuso de sus dos protagonistas, tanto Pollak como Peres crean personajes tan poco carismáticos que hacen que la narración se pierda en una laguna actoral. Pero dentro de este mismo apartado, si hay algo que hace que la película salga de su intrascendencia es el personaje de la madre de Ilan (Orna Porat), quien a partir de sus breves apariciones mantiene vivo al relato. Su personaje se maneja en oposición a los demás y al film en sí: es quién aporta el humor negro y descontractura un poco el drama, que por momentos se torna un tanto denso...
Los eternos conflictos de la adolescencia Sofia Coppola es dueña de una destacada filmografía a pesar de su juventud. En busca de un estilo propio, se encuentra en una etapa descendente respecto de sus comienzos. Partiendo de films más narrativos como la atrapante Las Vírgenes Suicidas o la encantadora Perdidos en Tokio, luego se inclinó hacia la experimentación formal, incursionando en el contraste entre lo antiguo (el tiempo de la historia) y lo moderno (la musicalización rock) en María Antonieta, y los climas intensos y un tiempo más pausado -con planos más largos y por momentos fijos- en Somewhere...
Cars del aire Uno de los grandes inconvenientes del cine contemporáneo (más que nada el de Hollywood) es la falta de ideas o el constante reciclaje de éstas con el fin de crear un producto que atraiga a las masas en base a un éxito anterior. Esta idea se ve reflejada en Aviones, nuevo film de Disney dirigido por Klay Hall, el cual es una especie de Cars de John Lasseter, pero con vehículos del aire. Todo el universo de esta película es similar al de la de Pixar, ya sea narrativa, ideológica y – sobre todas las cosas – visualmente...
Cursilería al por mayor Al momento de analizar una película, en menor o mayor medida siempre surgen tópicos positivos o negativos. Lamentablemente en algunas de estas sólo se encuentran los segundos y, cuando son excesivos, la cuestión se torna un tanto caótica para cualquier espectador. Todo lo dicho viene al caso debido al estreno de Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso, impresentable film de Harald Zwart. Esta obra – que está basada en la novela de Cassandra Clare - resulta ridícula, trillada y tiene tan poco sentido que impresiona. Una especie de híbrido entre telenovela teenager mediocre, cuento de hadas de poco encanto y todo tipo de cursilería existente. Algo así vendría a ser Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso, pero (en un intento de) película con un guión pésimo y una construcción visual que provoca náuseas...
Parejas de ayer, hoy y siempre Hay películas que por más que tengan su lado predecible o un costado propagandístico un tanto excesivo, igual cumplen con su objetivo: el de a través de una historia simple, con personajes carismáticos y entrañables, hacer divertir y concretar un lapso agradable. Éste vendría a ser el caso de Aprendices Fuera de Línea, el nuevo film de Shawn Levy...
La esperanza es Abrams El buen cine de ciencia ficción o aventuras parece ser una especie de eslabón perdido en estos tiempos. Aquella esencia mágica con la que realizadores como Steven Spielberg, George Lucas y Robert Zemeckis hacían décadas atrás ese tipo de películas resulta casi olvidada, en tanto que esa conjunción entre tópicos como arte y entretenimiento - que supieron materializar en diversas historias - cada vez toman más distancia entre sí. Pero por suerte hay una esperanza: J.J. Abrams. El realizador estadounidense supo como revitalizar esa clase de films demostrando una gran capacidad narrativa a la hora de situar sus creaciones en diversos universos fantásticos, siendo Star Trek y Super 8 un claro ejemplo de esto...
Una lección de cine Viola es una película tan simple como compleja, siendo que ya desde el minuto inicial brinda un viaje cinematográfico a través de los hechos que provocan cada uno de sus protagonistas. El film de Matáis Piñeiro no necesita de un argumento demasiado sofisticado para atrapar de entrada al espectador, debido a que por medio de las situaciones que expone no hace otra cosa que deslumbrar, porque en todo momento Viola es cine. Un grupo de chicas que ensayan una obra de teatro o una adorable joven que reparte copias de películas que vende junto a su novio. El argumento siempre da la sensación que cumplir un papel secundario porque la cámara es la que hace todo, la que provoca la atracción en cada plano. Cada movimiento de cámara resulta tan seductor que entre las distintas perspectivas que propone la imagen, aunque a veces se repitan los motivos, todo es en producto de resaltar el tema principal: contar historias como cine...
Una nueva entrega, pero para el olvido Es sabido que a parte de ser un arte, el cine es un negocio y hoy en día - para explotarlo - parece que las principales estrategias son sacarle todo el jugo posible a una saga exitosa y reinventarla constantemente, siendo que un conjunto de un protagonista taquillero, efectos especiales y la moda 3D hagan de la película un posible nuevo éxito. El mayor problema de ésta clase de films es que entre tanto ruido, generalmente siempre quedan en deuda en el plano narrativo, cuestión más que importante, porque a pesar de todo tipo de artificio que pueda proponer el dispositivo cinematográfico, no hay que olvidarse que - después de todo - un película es una obra que cuenta una historia y ésta debe ser (o es conveniente que sea) atractiva...