Miserabilismo Progre *Agradecimiento especial a Laura Dal Poggetto por las ideas y conceptos que ayudaron a terminar esta crítica. Hay veces que se habla de películas "necesarias" porque tocan "temas importantes". Esta supuestamente es una de ellas. Basado en hechos reales descriptos por la propia protagonista (en su novela) sobre la trata de blancas en Bosnia este es uno de esos temas que "no dejará indiferente a nadie". Tantas argumentaciones se podrían seguir diciendo desde el lugar común que si continúo enumerándolas creo que voy a morir. Es cierto que el tema es importante, que hay que contarlo, y me parece de lo más aberrante la trata de blancas ¿Pero esto hace a una buena película? Paremos de contar. Tocar temas importantes no hace buena a una película (linkear a Gonzalez Iñarritu). ¿Por qué no es buena esta película? Porque es miserabilismo con ínfulas de conciencia social. Porque la directora cree que por desenfocar la cámara y agitarla de a ratos uno debe sentirse tocado por lo que sucede. Porque según esta especulación, Hostel esta buena si la hacés bajo un halo denuncista y con la excusa de hechos verídicos. La película nos ubica inicialmente en EEUU y Ucrania, dos destinos distantes y a priori, difíciles de unir. Ahí esta Kathryn Bolkovac (Rachel Weisz) pidiendo un traslado porque el ex marido se lleva a la hija de ambos y necesita dinero para poder mudarse, y además, pagar sus deudas. Entonces le ofrecen ir a Bosnia post guerra de los Balcanes (en el año 1999) como fuerza de paz de las Naciones Unidas a través de una empresa contratista multinacional que paga más que bien. Una de las cuestiones por las que falla la película es que desea abarcar demasiado, haciendo aparecer numerosos personajes de llanas interpretaciones que no ayudan a la vinculación con la historia. Pero principalmente la desfavorece marcar morbosamente varias situaciones en su explicación (y sobre explicación) de la conspiración de tratas en la que están incluidas tanto las fuerzas de paz como funcionarios diplomáticos (todos ellos con inmunidad) ya sea como partícipes activos o como encubridores. Es innecesaria su reiteración en exponer las fotos de las torturas sexuales a las jóvenes secuestradas. Había quedado clara la situación de total ignominia de las que eran victimas con la imagen de las cadenas ensangrentadas, los preservativos diseminados por el suelo, el colchón sucio, la palangana para las necesidades. Resta también en su obviedad. ¿La ONU es una organización burocrática que responde a intereses particulares? La única que puede sorprenderse de eso es la inocente Rachel Weisz (quizás comparte la visión americana de lo que sus instituciones y empresas ejercen en el resto del mundo). ¿Los militares son machistas, despóticos y crueles? Pucha, esta película me abrió los ojos. Demasiado regodeo macabro para buscar impacto en donde ya sobraba crueldad e injusticia.
Dark was the night La idea del Apocalipsis (o el post) siempre me resulto interesante. Las diversas variantes que existen con zombies, vampiros, extraterrestres, y otras yerbas (asesinas) generalmente tenían una entidad física a la cual temer y de la cual resguardarse. La oscuridad en este aspecto, con su intangibilidad y omnipresencia, es una agradable variación. Porque regala dudas constantemente ¿Que será esta devoradora negrura llena de voces? ¿Qué existe en su interior? ¿Fantasmas? La película comienza en el cine (oscuridad en donde los amantes de este arte nos sumergimos) para mostrarnos el primer ataque de estas tinieblas. Luego nos ira mostrando los escasos sobrevivientes que por diversas circunstancias confluyen en un bar de la séptima calle (el titulo original es Vanishing on 7th Street), un conductor televisivo con actitud de supervivencia a cualquier costo (Hayden Christensen), un niño que estaba en ese mismo bar cuando la oscuridad se los llevó a casi todos, una enfermera que perdió a su hijo y que cegada lo busca desesperadamente, y por último, se sumara el proyectorista del cine donde dio comienzo el relato. No tenía grandes expectativas con este film y ver al insípido Christensen como protagonista no sumaba en lo más mínimo. Pero con el correr de los minutos (y a pesar de la inconsistencia de ciertas circunstancias) la idea de la luz como última esperanza, siempre frágil y de tenue protección (la noche cada vez se extiende más, el día se hace más corto), me fue conquistando. Esto se potenció además por el detalle de la reclusión en el bar. La opresión se acrecienta (ni hace falta citar grandes películas de encierro como Enigma de Otro Mundo de Carpenter o La Niebla de Darabont) para angustiarnos y sentir realmente que no existe ninguna posibilidad de supervivencia. La sensación de que nadie parece estar a salvo es determinante. Lo que uno no puede pasar por alto es el aditamento religioso ¿Es que acaso el infierno se liberó en la tierra? ¿O quizás Dios decidió reiniciar el mundo?. La lucha entre oscuridad y luz, conjuntamente con un par de circunstancias cercanas a la desenlace parecieran sugerir alguna de estas ideas. Puede que se desdibuje la trama a medida que avanzan los minutos, aun así, no deja de intrigarnos que va a suceder y la eterna duda de porque esta sucediendo. También que el director no abuse del gore burdo y sin sentido (y sin divertimento), que no se escude solo en golpes de efecto y que de prioridad a la construcción de los momentos de tensión es algo que viene bien en estos tiempos de palo, corte, y a la bolsa.
Paul Giamatti. Esa es la razón por la que uno puede llegar a disfrutar de esta irregular película. Porque la interpretación de este cascarrabias repleto de defectos llamado Barney Panofsky es una delicia. La película...ese es otro tema. El film va a los tropezones. ¿Comedia? ¿Drama? Giamatti ganó como actor cómico en los Globos de Oro... ¿Comedia entonces? Para nada. Quizás ese sea su principal defecto, la falta de claridad en lo que desea contarnos. El televisivo Richard J.Lewis no logra alcanzar el tono acertado. Esa es una de las fallas. La otra es que pasan los minutos y uno se queda afuera, observa las miserias de Panofsky pero sin una conexión que interese demasiado a pesar de que las siente solo por Giamatti. El film arranca a puro flashback. Barney esta viejo, solitario, iracundo y borracho y llama para martirizar al hombre que ahora duerme con la que fue su mujer. Todavía no sabemos quién es esa mujer que extraña tanto ni aún como la conoció, menos como la perdió. Tampoco sabemos porque un policía retirado que cruza en un bar cree tan fervientemente que él es el asesino del que fue su mejor amigo. Ahí arranca el primer flashback que nos lleva a Italia, a un joven Giamatti en plena bohemia europea para desandar el camino de una vida más agria que dulce. Va y vuelve, reconstruyendo una vida de Barney que si no fuera por Giamatti no resultaría interesante. -Nota aparte también merece Dustin Hoffman en el papel de su padre ex policía (y que, claramente, ya esta mas allá de todo), desquiciado y torpe, hace una perfecta pareja con el Barney de Paul, regalándonos una química impagable- Creo que a pesar de que la historia no atrapa, es en Giamatti donde uno puede apoyarse para no pasarla mal, es que sus quejas, sus mohines de apático y fracasado tan vistos (pero no por eso ineficaces) desde Esplendor Americano y Entre Copas son creíbles y queribles. La historia de amor con su mujer es una de las cosas que empujan hacia delante el relato. A pesar de lo forzado a priori de verlos como pareja, uno termina convencido de que esas diferencias justifican la unión, ahí uno se deja llevar. Se adivina cada cosa que va a pasar (la narración no intenta ocultarlo) pero se disfruta igual. Pero (siempre hay otro pero) para el final vamos oliendo que se acerca un golpe bajo de esos que nos buscan las lágrimas. Y viene nomás la patada abdominal. Para que mentir, va a ser una verdadera patada en los huevos. Uno puede entender el hecho, pero cuando se repite y regodea, difícil no acabar con una sensación de tristeza, de mal sabor en la boca. Un final injusto para un Barney humanamente imperfecto. Una película en que suma Giamatti y Hoffman, y después, para de contar.
Al maestro con cariño (elegía) No es sencilla esta crítica acerca del maestro John Carpenter. Es que a lo largo de los años John ha sido uno de los pocos directores que ha logrado encumbrarse en un género difícil de por si, el del terror. No existen demasiados directores que hayan forjado a lo largo de la historia un vínculo tan fuerte con este género y que además, hayan tenido más aciertos que caídas. Antes de hablar de Atrapada (ya llegaré a eso) se debe establecer que quién está detrás de cámaras es un grande (en serio) del terror. Porque este director que a fines de los 70 y principalmente en los 80 se convirtió en un clásico, se fue diluyendo a lo largo de los 90, perdiendo cada vez más espacio en el cine. Claro que no por eso ha dejado de ser un director de culto para los amantes del género (entre los que me incluyo). Es que John ha sabido entregar verdaderas joyas del horror. Enigma de Otro Mundo (The Thing para los amigos) es quizás la mejor película de terror de todos los tiempos. Y junto con El príncipe de las Tinieblas y En la Boca del Miedo conforman la trilogía del Apocalipsis, un trinomio difícil de superar. Pero si además le agregamos que dirigió: Halloween, Christine, Vampiros, La Niebla, Fantasmas de Marte... estamos hablando de una figura insoslayable del cine. ¿Porque hablar tanto del pasado cuando deberíamos hablar de Atrapada? Porque en ocasiones, los pergaminos no alcanzan. No es que Atrapada sea una mala película, pero no sobrepasa la medianía, deja sabor a poco. Y considerando que hace unos años en su capítulo de Masters of Horror (en TV) "Cigarette Burns" entregó una pequeña joya, era difícil no aguardar ansioso este regreso a la pantalla grande. En Atrapada conviven señales de su autoría, la mujer hawksiana a la que nada detiene y que se sobrepondrá constantemente (la elección de Amber Heard en el papel principal es un acierto), una narración clásica y sopesada, y principalmente, su fascinación por el encierro dentro de una institución (la comisaría en Asalto al Precinto 13, la iglesia en Príncipe de las Tinieblas o el laboratorio en Enigma de otro Mundo). Pero no alcanza con regodearse en la cinefilia cuando un film de terror no da miedo, donde el efecto de sonido es el recurso para asustar, cuando la vuelta de tuerca final (aunque con algo de lógica) parece una resolución blanda y conformista. Solo recordando hace unos años(es cierto, son bastantes) la última escena de El Príncipe de las Tinieblas en donde el horror queda latente, agazapado para explotar, y ver esta conclusión con golpe de efecto básico y obvio, no puede uno más que lamentar este paso en falso del maestro. Puede que Carpenter este tratando de adecuarse a estos tiempos, que busque el golpe al rostro en vez de trabajarnos lentamente... esperemos que no, el siempre moribundo género del terror lo necesita. Nosotros también.
Los Agentes del Destino (The Adjustment Bureau) es una película correcta. Cuando hablo de esta corrección me acerco a la idea de lo bueno y lo malo que lleva asociado, porque es claro que entretiene, hay buenos actores, desarrolla una historia de amor en clara lucha contra el destino, posee esa onda vintage tan bella que resucito con maestría la serie Mad Men (uno de los agentes es de los principales de esa serie, el gran John Slattery), y que esta esa sensación de control total representado por este buró de agentes estilo CIA que expresan el espíritu paranoico de Philip K. Dick. Si hasta tenemos como gancho el poster de Matt Damon corriendo en claro recuerdo de la saga de Bourne! (el director fue guionista de la última de ellas) . Pero cuando vamos recorriendo la película también está una historia que nunca termina de despegar, actuaciones que no sorprenden, arbitrariedad en ciertos actos (siempre justificados por una orden desde la autoridad superior que a modo Kafkiano, es imposible de encontrar) y parlamentos trascedentes, por demás pretenciosos. En esta ponderación puede que salga ganando, pero es que esta suma no importa demasiado porque el cine es más que una ecuación... y principalmente porque la química de Emily Blunt y Matt Damon nunca termina de cerrar, no logran crear una mística o un enamoramiento convincente a la altura de este amor "único y de toda la vida". ¿Ese hombre abandona todo su supuesto destino de grandeza por ella? ¿Así de simple? (y eso que por Emily, más de uno lo haría). No termino de creerlo, en realidad, no se lo creo a ellos. Entonces no gana la emoción ni la simpatía, y eso, es fatal. Porque ese motor que es el luchar contra el destino (obstáculo más grande que la vida misma), la gracia de los agentes y la fantástica persecución vía sombreros abre puertas (que no dejan que decaiga el relato y están más que bien) nos transmite la sensación de que el director George Nolfi sabe lo que hace, pero cuando vira hacia la filosofía trascendental, y la pretensión le gana a los gestos y al silencio, la película se vuelve bastante torpe y solemne. Y si además ante tan difícil empresa, ante la lucha contra Dios (o quien sea) y su séquito de men in black uno decide resolverla con obviedad y sin un ápice de épica... Nos terminamos sintiendo perdidos en las calles de esa ciudad tenue, ajena y apática.
De hombres y superhombres En esta nueva película de la saga (que es precuela) de las tres anteriores (hay que recordar que Wolvernie es un spin-off, una derivación) se vuelve aún más presente y fuerte la idea de dualidad, de hecho, se asienta desde ese lugar y se dispara hacia lo que quizás sea lo más interesante de toda la serie: la amistad de Charles "Profesor X" Xavier y Erik "Magneto" Lehnshern. Cada uno de ellos representa dos realidades Charles se crió en la riqueza, vivió en un castillo (literalmente) y su poder mutante lo ayudo en su vida. Erik sufrió la persecución nazi y vivió su infancia en un campo de concentración sufriendo vejaciones de todo tipo (incluido experimentos), y su poder mutante solo trajo muerte a sus manos. Es difícil no simpatizar con el vengador Magneto (un gran Fassbender), perseguidor de nazis por todo el mundo (llegando inclusive hasta Villa Gesell en Argentina... pero acaso pensando en Villa la Angostura muestran montañas y un lago, debe ser que para Hollywood todas las villas son iguales) y es ahí en donde la película se hace fuerte, porque uno comprende las razones de Erik, uno siente una profunda empatía con su dolor. Charles lo comprende y sufre a su lado, intentando calmarlo y que eso no nuble la calidad de persona que es. Pero Erik irónica e inevitablemente (y aunque los humanos justifican en parte un posible exterminio como el que sufrió en su infancia) se convierte en un purista, pensando al mutante como un ser superior, como la evolución misma. En este duelo de amigos es donde la película suma y sigue, McAvoy como Charles no queda mal parado pero queda un poco lejos de la profundidad que le imprime a su papel Fassbender. Charles es más frívolo y liviano, igual, es cierto, Magneto es un personaje mucho más interesante. Entonces esta amistad, como dos formas diferentes de un mismo ser humano (se cita inclusive en un momento al Dr. Jekyll y Mr. Hide de Stevenson) es la fortaleza de la película. Porque esta dualidad se explica con ellos: uno es pensamiento, razón y de un físico endeble(hecho que luego se pronunciaría con la silla de ruedas) mientras que el otro controla los cuerpos, es furia y pasión, amolda a su antojo la fría construcción humana(hasta un empaste de dentista). Y como si fueran pocas las dicotomías, surge el enorme duelo ideológico, bélico y político del siglo pasado: EEUU y URSS. Porque es en este contexto donde se desarrolla la película. En plena guerra fría un ex científico nazi quiere iniciar una guerra nuclear para que los humanos se eliminen. Este papel, interpretado por un seductor Kevin Bacon (que parece siempre estar un paso adelante, relajado y con trago en mano incluido) es determinante. Él es el creador del espíritu tumultuoso y sediento de venganza de Magneto, a él necesita destruir para ser libre, aunque como le dice su amigo Charles, con él, su odio no va a terminar. Y tiene razón. Como segunda al mando de Sebastian Shaw (Bacon) esta una gélida, y que bien le sale, January Jones (de la serie Mad Men) como una muy poderosa telépata. También se suman a ellos un par de ayudantes como asesinos mutantes, uno que genera tornados, otro con la capacidad de la tele transportación. Por la otra parte, y de la mano de la CIA, Charles y Erik comienzan un reclutamiento para enfrentar al grupo de Shaw, lo que da lugar a un cameo muy divertido (que no voy a adelantar) y que permite la incorporación de algunos personajes nuevos, todos bastantes menores, poco desarrollados (a excepción de Mystique y Bestia) y no demasiado sorprendentes. La película no da prioridad a las escenas de acción ni al vértigo narrativo, sino que se enfoca en los sentimientos, relaciones y en el concepto de ser diferente (algo que también en las otras también se le dio suma importancia) quizás por eso aquel que vaya en búsqueda de una película al palo y con puro efecto visual, pueda sentirse un poco defraudado. Imperdible para el seguidor de la saga (creo que ni hacia falta aclararlo) y para aquellos que no vieron ninguna, una muy buena forma de empezarla.
Fantasmas de jueves El poster de La Noche del Demonio proclama "no es la casa la que está embrujada". Hasta ahí es cierto. Lo del demonio, ya es más dudoso. La historia de una familia-que-se-muda-a-casa-nueva-con-espíritus es algo remanido. No es que esto vaya a significar que la repetición de tópicos y situaciones no funciona. Sino hay que ver el caso de ¿Que paso Ayer? Parte 2 que repite fórmula, reparto e ideas, pero aún así, funciona. Es que esta no es una película desechable en su totalidad. Pero no logra cuajar por su acumulación de casa embrujada + posesión diabólica + fantasmas. Regurgita todas y entre tanto revoleo acierta un par de veces. La "novedad" en ésta es que se trata acerca de viajeros astrales, una idea diferente pero que no termina de cerrar, simplemente no termina de cerrar. El hijo mayor de una familia entra en coma pero los médicos no pueden justificar su estado, el niño es incapaz de despertar. Antes de eso se suceden un par de golpes de efecto y sobresaltos musicales (el primero ya en los títulos). Puro truco para espantar un poco, no mucho más. Por este embrujo fantasmal es que los padres con cierto recelo del padre (un correcto Patrick Wilson) terminan llamando a unos investigadores (estilo cazafantasmas) para ver si es cierto que existen espíritus o alguna presencia maléfica en el hogar (de hecho nuevo hogar, se fueron pero los fantasmas los siguieron, ya esta dicho no era la casa la que estaba embrujada) y ahí, funciona la película. Los dos nerds investigadores le brindan un toque de humor y sus juguetes símil Ghostbusters divierten por un rato. Porque luego llega la médium (o algo así) para que puedan saber dónde está el espíritu del chico. Ahí ya Poltergeist hace su aparición, pero... no es Poltergeist. Porque esa acumulación de apariciones fantasmales no dejó espacio para la sorpresa y las últimas escenas en pleno mundo fantasmal/zona astral no asustan. Creo que en manos de un director menos efectista y sin el abuso de recursos visuales (y de sonido) como los que aplica James Wan (El Juego del Miedo) podría haber funcionado mejor, no deja de ser una opción aceptable en un género que viene errando en cantidad. Esperamos al maestro Carpenter para que con The Ward, nos haga volver a creer en este querido género.
Fuegos de invierno Un desierto quemado, arrasado. Esa clara imagen es la que da comienzo a la película Incendies. Inevitable no pensar en la locura de borrar lo poco que existe en un desierto. Lo único para destruir ahí es al hombre (y sus construcciones) y de eso es lo que trata, de la destrucción del otro, de el hombre, de la mujer, del espíritu mismo. Dos hermanos gemelos (hombre y mujer) se encuentran con un notario en una oficina, su madre ha fallecido y les entrega un cometido para que ella pueda descansar en paz : encontrar a su padre(que creían fallecido) y a un hermano (del que desconocían su existencia). La hija comienza la búsqueda pero su hermano es reacio a remover el pasado, y a intentar comprender el porque su madre era extraña y distante. Este pasado a recorrer no es cualquiera, la señora. Marwan procede de algún país de oriente medio (sin nombres, sin explicaciones, sin especificaciones geográficas), de ahí en más nos sumergimos en la cruda escalada de violencia tan reconocible de ese territorio. La búsqueda del presente desteje el pasado y las secuencias de la hija se intercalan con las de su joven madre, permitiéndonos descubrir conjuntamente quién era esa mujer que culminó su vida trabajando durante dieciocho años como secretaria de un notario en las calmas tierras de Canadá. Durante las dos horas del film retornamos a un pasado implacable, repleto de violencia y horror, un pasado que siempre es visible en el presente con solo leer los diarios. Por momentos este duelo religioso en que se ve metida la señora Marwan (por haber nacido ahí, por ser parte de una de las facciones por herencia y por pura represalia posterior) nos resulta demasiado irracional e incomprensible por no llegar a comprender en profundidad que es lo que impulsa a cada uno de los bandos más que la idea religiosa, transformándose en matas a los míos, mato a los tuyos, esa idea de muerte por muerte quizás podría haberse desarrollado mejor y no ser solo un frenesí de guerra religiosa. Termina siendo un inclemente melodrama familiar con rasgos trágicos propios de la Grecia antigua que incrementa su interés a medida que nos hundimos más y más en la historia, no limitando los momentos de violencia, algunos de una dureza extrema. La resolución un tanto forzada resalta el carácter metafórico del film, mostrando que la tragedia y el sufrimiento acompañan a la humanidad desde el comienzo de los tiempos, trocando nombres, pero con hechos que suceden sin lugar a dudas, en algún lugar de esta tierra.
Reviviendo Otra vez Woody Allen crea un alter ego. Otra vez sus personajes exponen cada uno de sus pensamientos. Otra vez los procesos mentales son más importantes que la acción. Otra vez. El recipiente discursivo de su anteúltima película es Boris (Larry David, buena elección, es afín al estilo y visión). Este es quien verbaliza con profundo cinismo su forma de ver el mundo. Él (Boris) es un físico que intentó suicidarse pero que obviamente falló en su ejecución (y por eso renguea a cada paso). Sus quejas y denostaciones del mundo todo no dejan de sucederse, lleno de manías y desesperanza, siente que no necesita mucho más en la vida. Hasta que un día encuentra su vereda a una hermosa joven sureña. Tan bella como ignorante (uno de los primeros clisés de la película) la alberga en su hogar porque no tiene lugar donde dormir. Ella, arquetipo de la belleza, se obnubila ante Woody/Larry por su inteligencia y cultura. No es la primera vez que en un film de Woody una joven ninfa cae bajo su "encanto", ya en Manhattan (1979) una joven Mariel Hemingway se enamoraba de él. La cuestión es que a fuerza de ignorancia (bueno, de sus noveles años en realidad) logra conquistarlo. Ya en convivencia es cuando de la nada (uno de los primeros de los varios acontecimientos funcionales a la narración) aparece golpeando a la puerta de Boris/Larry/Woody la madre de la joven. Católica recalcitrante, no puede creer con quién formó pareja su hija y por todos los medios tratará de alejarla de ese extravagante señor mayor. Esta entrada le permite a Allen incluir en sus críticas a la religión, objetivo fácil y obvio pero que por momentos, funciona. Promediando la narración la madre (interpretada por Patricia Clarkson) se vincula con un profesor amigo de Boris quién descubre su veta "artística". Por causa de la liberación urbana (lo que al parecer causa la ciudad de Nueva York) cambia radicalmente su postura y modo de vida a excepción de su profundo deseo de alejar a su hija del amargado físico que "casi" gana el premio nobel. Y posteriormente como si fuera poco, aparece el padre.... Viendo la trayectoria fílmica de Allen uno no puede más que sentir un constante deja vu de ideas y situaciones. Esta más cercana a sus películas cínicas y divertidas lo cual la hace grata, pero uno no deja de sentir la existencia de un piloto automático de su parte. Los personajes profundamente maniqueos hacen de ese mundo una farsa que solo cabe en la cabeza de Allen. La represión producto de la religión, la dualidad campo/ciudad, la belleza vinculada a la ignorancia y la inteligencia emparentada con la decepción y cinismo hacen a la película demasiado simplificadora. Y considerando que es un film sustentado en las actuaciones, no ayuda ver a los personajes como marionetas parlantes, cambiando de carácter sin un mínimo desarrollo emocional. Alejado ya de sus mejores películas, Allen continúa repitiéndose quizás intentando no aburrirse. Le agradeceríamos que nos incluya en su ecuación para que la "cosa" funcione.
Medios de guerra Ya hace casi 10 años que the good americans decidieron invadir Afganistán. Argumentaban que ahí estaba Bin Laden (ahora lo encontraron en Pakistán, un supuesto aliado). Eso fue el comienzo. Solo Bush y los halcones del pentágono sabían que invadir Irak era el segundo (y principal) objetivo. Uno podría enumerar razones: la deuda pendiente de Saddam luego de la guerra del golfo, el petróleo, necesitaban ganar las elecciones (y que mejor que un republicano para una guerra) y la más clara, para ganar dinero. Intentando justificar esta invasión hubo una verdadera campaña de tergiversaciones, descalificaciones y mentiras, y esta película (al igual que Green Zone de Paul Greengrass con Mat Damon) trata acerca de ese engaño. La historia es pública, el gobierno de los EEUU filtró el nombre de una agente de la CIA (en el papel una siempre confiable Naomi Watts) para desprestigiar a su esposo, un embajador retirado (muy buena interpretación de Sean Penn) que había denunciado la mentira expresada por el presidente Bush hijo(de) para justificar la invasión. La película muestra acertadamente la doble vida de esta agente, y como su dedicación es destruida por conveniencia política. Había que desacreditar al denunciante a cualquier costo y para eso, su esposa fue la presa fácil. Es atemorizador ver la maquinaria de presión mediática y gubernamental funcionando para inclinar la opinión (pública y de sus propias instituciones) hacia sus pretensiones. Los propios personajes, al igual que nosotros, observan los discursos de parte de Condoleezza Rice, Cheney y Bush (h) en la televisión, estos documentos les dan todavía una mayor autenticidad a una historia que sonaría fantástica (con las casualidades e intrigas políticas) si no fuera tan palpable. Todo esto carga a la película de una considerable intensidad e interés, y acompañado de unas sólidas actuaciones convierten a este thriller político en una buena propuesta. Un punto importante es el de ver como la sociedad americana absorbe y proyecta (como cualquier otra sociedad) lo que los medios escupen a la calle. Navega entre lo gracioso y lo patético ver a los periodistas buscando sus quince minutos de fama o violentando a las personas según los intereses que patrocinan. Así se oyen, ya sean surgidas por propias conjeturas o por mera filtración gubernamental, cantidad de falaces argumentaciones y teorías lanzadas sin responsabilidad alguna. A partir de la segunda mitad el enfoque de la narración está centrado en la pareja de Penn-Watts y en como deben lidiar con la campaña de difamación y cuestionamiento a la que son sometidos. Desde el interior de esta familia americana (tienen dos hijos pequeños, ella realmente cree en el bien de la CIA y él esta convencido de los principios en que se estableció ese país) podemos ser testigos de los estragos de una verdadera carnicería mediática, haciéndolos cuestionar que es lo más importante, la verdad, o el sueño americano.