Amores como el nuestro Protagonizada por Samuel González y Antonio Altamirano, Los fuertes aborda un relato de amor entre dos hombres y contado no de la forma que posiblemente la temática nos tenga acostumbrados, donde la moral está en conflicto y los estereotipos son remarcados, sino a partir de una historia donde el placer es protagonista. La película filmada en el sur nos presenta a Lucas (González), quien viaja a ver a su hermana a un pueblo remoto al sur de Chile. Allí conoce a Antonio (Altamirano), contramaestre de un barco de pesca local. Surge el romance entre ellos y así se profundiza la sensibilidad de estos actores. Los fuertes se trata de la ópera prima del director chileno Omar Zúñiga Hidalgo, y se encarga de narrar con firmeza, desafiante y constante reflexión esta historia de amor en la que la exaltación de la pasión entre dos hombres se encuentra arrebatada por contradicciones propias de los personajes y la dominación del entorno: una zona hostil y un universo como el de los pescadores, donde todavía es posible encontrar agresiones y resistencias al amor homosexual. La película gana en mostrarnos paisajes asombrosos con niebla y vista al océano (gran trabajo del director de fotografía Nicolás Ibierta, quien aprovechó toda la naturaleza disponible en la Región de Los Ríos en Chile) y en contarnos un cuento con cierto espíritu y sin prejuicios, donde la fuerza y la adultez están presentes en la exposición de las emociones de los personajes, desde el amor, la sexualidad, la ira, el desencanto y la soledad.
¿Quién es Daniel Melero? En Retrato incompleto de la canción infinita el centro de la historia es Daniel Melero, compositor y productor musical argentino. Para los más melómanos, es de esas figuras que jamás pasaron desapercibidas para el rock nacional, pero el común de la gente no identifica. Este documental lo reconoce como parte de ese despertar del género ochentosa pasada la dictadura, el precursor del uso de la electrónica con su grupo Los Encargados, partícipe imprescindible de discos emblemáticos como Canción Animal, Dynamo y Oktubre, entre muchos otros. A través de las propias palabras de Melero y una interesante estética, iremos construyendo su historia musical, con intervenciones, grabaciones realizadas con bandas y solistas populares, imágenes de archivo, mientras se observa, analiza y piensa a través de los años vividos. El guion no utiliza una línea argumental definida, sino que iremos yendo y viniendo en el tiempo, lo que puede resultar algo confuso para el espectador que desconoce de cronología musical nacional. La banda de sonido está muy bien seleccionada, porque invita a descubrir la música rock desde la década del 80 hacia adelante, sumando al material de investigación que vemos en pantalla. Y uno puede llegar a pensar si este documental de Rauwolf cumple con el objetivo de reconstruir al personaje y sacarlo de las sombras, o solo llegará hasta los más familiarizados con la cultura rock argentina. Sin embargo tiene esa concordancia con la sencillez que presenta el propio Daniel Melero y la vida que llevó (y lleva) como artista y en su vida. Él mismo en un apartado menciona “La fama es algo que te dan los otros, el éxito es algo que lográs vos”. Melero se considera exitoso y Retrato incompleto de la canción infinita reflexiona sobre el artista. No está mal por un rato parar el mundo y darse estos tiempos para respirar.
Que él la raptaba y la hacía su reina... Princesita es una película de Marialy Rivas (Joven y alocada) que basada en un caso real nos presenta a Tamara, una niña de 11 años a punto de tener su primera menstruación, que vive sumergida en una secta religiosa y fue designada por su líder para procrear a su heredero varón. La directora regresa en esta instancia a algunas cuestiones ya abordadas en su anterior film, pero en esta oportunidad el foco es mucho más claro en su crítica a la cultura machista y el patriarcado: Miguel (Marcelo Alonso) es un adulto que vive con una pareja francesa rodeados de jóvenes y niños, donde aislados del mundo comparten baños, ritos y saunas colectivos, a excepción de Tamara (Sara Caballero), quien es enviada al colegio del pueblo para demostrar que se puede mantener pura y virgen para procrear al sucesor de Miguel. La película (guion de Rivas y Camila Gutiérrez, con colaboración de Guillermo Calderón y Manuela Infante) da inicio con la llegada de la menstruación de Tamara, que se desarrolla mucho antes de lo que ella esperaba. La falta de preparación comienza a invadirla y a partir de eso se desarrolla todo su drama. En esta Princesita vamos a encontrar muchos prototipos machistas como la opresión del líder manipulador sobre esa niña (ya mujer), que la encierra en una idea del peligro y el temor a lo desconocido, como puede resultarle el amor: Miguel es el macho de la manda, el único que puede ser amado en una comunidad donde las mujeres están al servicio de los varones. La película mantiene una estética cuidada gracias a la fotografía de Sergio Armstrong, quien nos introduce en un ambiente aparentemente utópico, pero comparte la tensión de un Miguel manipulador con su “rebaño”. Mientras tanto, nos encontramos con una Tamara indefensa, debiendo elegir entre lo “correcto” y su voz interior (demasiado explícita, lo que le juega en contra a la historia). Princesita plantea un tema central y que desde hace un buen tiempo se encuentra instalado en la sociedad, pero por momentos la película lo presenta con un desarrollo bastante superficial donde queda librado a interpretación del propio espectador, como las formas en las que trabaja Miguel su manipulación o la participación de las mujeres en esa secta. Aún así el resultado final es importante en el sentido de continuar mostrando desde el arte la opresión de un sistema patriarcal y la reivindicación de las heroínas. Princesita no intenta ser una película de género, un policial o un drama, sino configurarse en un estilo propio, entre virtudes y defectos.
El héroe antes del mito Los mitos y leyendas, los santos populares, tienen un origen tan diferente como la cantidad de ellos que pueden nombrarse. Uno de los casos emblemáticos es el del Gauchito Gil, cuyo nombre real era Antonio Mamerto Gil. En este caso, Fernando del Castillo, director y guionista, nos trae una aproximación a la historia de este personaje, un gaucho que luego de regresar de su participación en la Guerra de la Triple Alianza decide, al momento de ser obligado a participar de una nueva contienda, sublevarse y huir, viviendo fuera de la ley y el orden que se les imponía. Su imagen tuvo relevancia y fue naturalmente aceptado por la gente que lo veía ya desde entonces como alguien a quien podían recurrir; una especie de benefactor. La presentación y transición del personaje que recorre la línea temporal a través de la narración comienza con los indicios de investigación histórica y luego se abre camino en medio de la bruma del nacimiento del mito. La producción de Jorge Poleri, ya de por sí asegura calidad y el camino de una visión respetuosa de la figura simbólica que toma forma, como prácticamente todos los ejemplos de la creencia popular, de la mano de la gente que termina de darle forma final. Es un punto alto el cuidado y la mirada en el trabajo de la imagen y la excelente utilización de las sorprendentes locaciones, sumado al muy buen elenco que integran, entre otros, Claudio Da Passano, Roberto Vallejos y Paula Brasca. Una vez que Gauchito Gil se suelta e inicia su vuelo narrativo por fuera del seguimiento biográfico, el director traza un nuevo sendero para un recorrido emocional y mágico tanto como místico en el que la figura de estimación y culto, con una parada en su accionar heroica y rebelde. Finalmente el velo que divide y confunde al personaje en su derrotero se corre y éste cruza el umbral para dejar el mundo de los vivos y convertirse en leyenda. Gauchito Gil es el pasaje entre la pelea de un héroe rebelde y el mito popular. *Review de Gastón Dufour
Entro lo correcto y cuidarse a uno mismo Ezequiel, un adolescente de 15 años, comienza su despertar sexual en medio del rechazo de otros chicos. En esa búsqueda conoce a El Mono, un joven con quien empatiza y es el punto de partida para cumplir sus deseos, pero lo que parece una relación adolescente, comienza a oscurecerse luego de que ambos se instalen durante un fin semana en la casa del primo de El Mono. Su “amigo” se muestra por momentos arisco e incluso intenta desconectarse de él, pero un mensaje anónimo lo intenta envolver en una red de pedofilia, que lo ubica en una posición de tener que decidir si salvarse a él mismo o hacer lo correcto. Marco Berger fue en el cine argentino el precursor de historias donde se permitió cambiar no solo la estructura con respecto a la sexualidad, sino estructuras mucho más profundas. En Plan B (2009), por ejemplo, presentó una comedia romántica con un protagonista que se proponía reconquistar a su ex pareja seduciendo al nuevo novio. Naturalmente vemos cómo Bruno comienza a cambiar y empieza a gustarle el novio de su ex. Algo que podría suceder en la realidad e incluso verlo en otra película, pero Plan B pudo dotar de gracia esa nueva relación entre los dos chicos, corriéndose del estereotipo. Para mi gusto, en algunas de sus siguientes películas Berger comenzó a verse repetitivo o a contar historias fetiches propias, pero se trata totalmente de una mirada personal, que se puede coincidir o no. Con El cazador consigue escapar de todo eso que señalo y ahonda en una temática escabrosa al que el arte le escapa, y en general el cine. Todo lo que concierne a la problemática de la pornografía infantil no es tratado en ningún ámbito, como si de eso no pudiera hablarse, y eso hace que en ese sentido esta película sea especial. Marco Berger es un gran director de actores y está claro en cómo muestra a sus personajes. El gran acierto en El cazador es el casting y el compromiso de los protagonistas, que permiten con gestos y silencios que la intriga no solo sea parte de un guion establecido, sino que se traslade a un tipo de sensación física que nos recorre como espectadores. Y el segundo punto a favor, es el hecho de que todo es sutil y no sea explícito. Esa insinuación hace que lo que queda entre las sombras se comprenda mejor que si se mostrara. Y con eso me animo a meterme en la cabeza de su director, quien en este caso también es el responsable del guion, y en su ferviente decisión de no querer caer en lo mismo que denuncia. Solamente me resulta incómoda la poca explotación del momento del despertar sexual de Ezequiel. Ese camino entre el temor y la incomodidad ante la mirada de los otros; su trance ante la explosión del deseo; el amor odio que habita en él hacia El Mono. El personaje seguramente elude los arquetipos propios de esa búsqueda, pero no se comporta de la misma forma en todos los individuos. La lógica no forma parte de las relaciones humanas y en este caso parece ser como que todo ya está dado. El cazador habla de la ética propia, las decisiones que toma un adolescente entre lo que considera que es correcto y lo que no lo es. Cuánta libertad realmente tenemos en un mundo donde los límites de la intimidad no son tan claros y el deseo choca contra lo moral o legalmente permitido.
La propia forma de existencia Fútbol es un viejo perro mestizo y Chola una joven labradora. Durante toda la película la cámara de Pablo Valdes los sigue sin perderlos de vista, mientras se tiran a descansar a la sombra, juegan en el parque o se resguardan de la lluvia. El director se preocupa por filmar cada detalle de sus dientes, hocicos, patas y colas, lo que nos lleva a empatizar con los protagonistas. Los ruidos y silencios que vamos a escuchar proviene de los humanos que pasean por el parque, quienes intercambian palabras acerca de sus vidas y sus hábitos, sobre todo charlas acerca de la marihuana. La película no cuenta con música, pero radican en el diseño de sonido de Janis Grossmann y Roberto Espinoza los detalles y la atmósfera que se construyen alrededor de la trama y se complementa con la mirada desde la perspectiva de los perros que el director nos intenta mostrar. Los Reyes es un documental poco convencional, que por momentos también presenta algunas situaciones cómicas, derivadas de la propia gracia de los animales, y juega con el espectador para seguir el ritmo del relato.
Trabajo combinado con amistad Grandes espías (My spy, 2020) es una película familiar de comedia y acción que está dirigida por Peter Segal (Como si fuera la primera vez). Co-escrita por Erich y Jon Hoeber, el film está protagonizado por Dave Bautista (Drax en Guardianes de la galaxia). Completan el reparto Chloe Coleman (Skye en Big little lies), Kristen Schaal, Parisa Fitz-Henley, Ken Jeong, Greg Bryk, Devere Rogers, Noah Dalton Danby, entre otros. Luego de que el agente de la CIA JJ (Dave Bautista) no haya seguido las reglas en una de sus misiones, su jefe David (Ken Jeong) le indica que su próxima tarea será la de vigilar junto a su compañera Bobbi (Kristen Schaal) a Kate (Parisa Fitz-Henley), una enfermera de Chicago que tiene a una hija de nueve años llamada Sophie (Chloe Coleman). El objetivo se basa en descubrir si el malvado tío de Sophie establece relación con Kate. Con JJ y Bobbi instalados en la casa contigua, no pasará mucho tiempo hasta que Sophie se de cuenta que alguien puso cámaras en su habitación. Chantajeando a JJ con contarle a su madre lo que está pasando, la niña presionará al agente para que le enseñe cómo convertirse en una espía. Un hombre fortachón y solitario encuentra una familia a la cual pertenecer. De eso se trata Grandes espías, una película que recuerda a producciones familiares realizadas en la década de los 90s. No tomándose en serio a sí misma, la trama tiene sus puntos fuertes en el humor, que va desde ser físico hasta referenciar a otros conocidos largometrajes, y en la actuación de Chloe Coleman como Sophie, una joven muy perspicaz que sufre bullying y ve en JJ una figura paterna necesaria para su vida. Protagonista y productor, Dave Bautista da una interpretación correcta a pesar de su falta de carisma y casi nula expresividad. Aunque desde el vamos la película es ultra predecible, atravesando varios clichés, se deja ver sin llegar a convertirse en un suplicio. Kristen Schaal en el rol de Bobbi, una mujer que admira demasiado la labor de JJ y desea ser su aprendiz, es el personaje secundario que más chistes hace, por lo que a varios espectadores les puede llegar a cansar. Con un desenlace a pura explosión, Grandes espías no aporta nada nuevo pero, consciente de lo que tiene para ofrecer, hace pasar un buen rato si se va sin pretensiones.
“La juventud es el motor del cambio”. Más que una frase hecha, Esta es prácticamente una verdad universal. Y el documental de Eliza Capai no hace más que ratificarla al plasmar la lucha estudiantil de los jóvenes brasileños en los últimos años; un film tan enérgico y valiente como sus mismos protagonistas. Espero tua (re)volta es narrada (e impulsada) por tres jóvenes que viven la revolución en carne propia. Nayara, “Koka” y Marcela tienen personalidades muy diferentes, sin embargo los hermana una misma causa. Los tres son estudiantes de la escuela pública en un sistema educativo y social que parece jugarles en contra. Recortes presupuestarios, reorganizaciones estructurales y cierres de establecimientos escolares; al Estado parece preocuparle poco su futuro. A fuerza de voluntad, ellos al igual que miles y miles de compañeros comienzan a protestar por sus derechos. Llevando a cabo movilizaciones masivas y actos de protesta que van desde cortes, huelgas e incluso tomas de escuelas, ellos buscan que sus voces sean escuchadas. El documental se nutre de las experiencias personales de sus tres protagonistas para darle un marco de entendimiento al origen y evolución de la corriente de lucha estudiantil en Brasil a partir del 2015. Documentando no solo sus tropiezos y grandes logros a modo de registro histórico, sino también permitiéndose ser una examinación en primera persona de las sensaciones que conlleva generar una revolución. En cierta manera, también es un retrato de su camino a la adultez. Porque que la edad no los engañe, estos chicos podrán no accionar para el beneplácito de los adultos pero sin duda tienen una conciencia social más elevada que la de sus mayores. Sin embargo, el entorno es hostil. Con la opinión pública en contra, los medios de comunicación mirando hacia otro lado, y la policía reprimiendo de forma extremadamente violenta, la resistencia se hace cada vez más difícil. Y la asunción de Jair Bolsonaro solo promete hacer las cosas más complicadas. Espero tua (re)volta es una película vibrante de principio a fin que nos recuerda que si existe alguna esperanza para realmente cambiar el status quo, tomemos de ejemplo a los chicos. Esos chicos que (también) alguna vez supimos ser. *Review de Javier Puma
Una expedición de vida o muerte Amenaza en lo profundo (Underwater, 2020) es un thriller de ciencia ficción dirigido por William Eubank y co-escrito por Brian Duffield y Adam Cozad. Protagonizada por Kristen Stewart (Blancanieves y el cazador), el reparto se completa con Vincent Cassel (El cisne negro), Jessica Henwick, T.J. Miller, John Gallagher Jr. (Calle Cloverfield 10), Mamoudou Athie (Sorry for your loss), entre otros. El film constituye la última producción estrenada bajo el sello de 20th Century Fox (la empresa de ahora en más se llamará 20th Century Studios al ser adquirida por Disney). Muy en el fondo del Océano Pacífico, en la fosa de las Marianas, 316 tripulantes se encuentran en la estación Kepler de Tian Industries. Debido a una fuerte explosión, la mecánica Norah Price (Kristen Stewart) tiene que correr hasta un lugar seguro para salvar su vida, cerrando las compuertas lo antes posible. Junto al capitán Lucien (Vincent Cassel) y sus compañeros Paul (T.J. Miller), Emily (Jessica Henwick), Smith (John Gallagher Jr.) y Rodrigo (Mamoudou Athie), Norah tendrá que emprender una caminata de 1,5 kilómetros para llegar a otra estación estable con módulos capaces de transportarlos hacia la superficie. Sin embargo, en este recorrido por la supervivencia, el grupo se dará cuenta que una criatura marina desconocida (o varias) atenta contra su misión. ¿Qué pasa si mezclamos lo que sucede en la notable Alien: el octavo pasajero (Alien, 1979) con Life: vida inteligente (Life, 2017), que a su vez tomó varios elementos de la primera? Obtenemos una película como Amenaza en lo profundo, con la única diferencia que la acción aquí transcurre debajo del agua. Sin embargo, el problema no pasa por la falta de originalidad. Más bien, el principal desacierto está en que desde la primera escena la acción se hace presente, lo que no nos va a dar tiempo para conocer a los personajes y tratar de empatizar con ellos. Ya hace rato que Kristen Stewart se despegó de la mala fama que le conllevó haber interpretado a Bella Swan en la saga Crepúsculo (Twilight), por eso no es sorpresa que brinde una buena labor. Los demás actores también otorgan un desempeño correcto, a excepción de T.J. Miller, el cual queda relegado a ser el alivio cómico en una historia que no amerita para nada el uso de chistes. No obstante, se hace muy complicado conectar con una trama ya vista, que en la mayoría de su metraje parece un videojuego, y que encima no cuenta con unos guionistas a los que les interese dar más que un par de mínimos detalles sobre el trasfondo de personajes. Con respecto a la fotografía, en vez de ver nítidamente lo que ocurre, vamos a tener que vislumbrarlo. Aunque la justificación es válida (debajo del océano reina la oscuridad y los tripulantes tienen poca luz), se puede llegar a pensar que la falta de presupuesto afectó al filme. Además, algunas escenas son cortadas repentinamente sin mostrarnos cómo el grupo se las arregló para ingresar otra vez a la nave. Por otro lado, ¿es necesario que en casi todas las secuencias de acción la protagonista esté en ropa interior? La respuesta es no. Sexualizar a la heroína de esta historia no hace más que reafirmar que en Hollywood la mujer aún no cuenta con los mismos derechos que el hombre. Aunque Amenaza en lo profundo cuenta con un mensaje ecológico muy claro y necesario alrededor del daño que ocasionan las plataformas perforadoras de los océanos, aparte de un buen desenlace, el guion falla a la hora de conseguir tensión. Más aburrida que entretenida, muy pronto la película cae en ser más de lo mismo. *Review de Alina Spicoli
La presión del éxito La protagonista, la nueva película de Clara Picasso, aborda temas como la soledad, la idea y la presión sobre la fama, y la actriz que le pone el cuerpo a la atribulada Paula, una joven actriz, preocupada de algún modo por su futuro, accidentalmente tiene sus cinco minutos de fama cuando, durante unas clases de idioma castellano que brinda a un alumno extranjero, detiene a un ladrón dentro de la cafetería en que ambos se encuentran. Rosario Varela logra con carácter imprimir con su interpretación los tiempos, las expresiones y la emocionalidad necesaria para trasladar los sentimientos de Paula a la pantalla. Lo efímero de la notoriedad, la mirada del otro sobre los tiempos de la vida, los logros personales y profesionales, se demuestran a través de los planos en que el personaje deja ver su expresión, una expresión que parece vacía pero en realidad muestra las emociones ocultas detrás de su aparente inercia emocional. Los momentos en que la historia parece tener un declive, en realidad versa más sobre los propios vaivenes emocionales de la joven actriz en busca de una respuesta al respecto del éxito, mientras se impone la supervivencia, anodina por momentos, fluctuante luego, plena de apariencia en otros. El guion es perfecto y abarca con certeza las vivencias de “la protagonista” en cuestión. A ello se le acompaña una muy buena selección musical, en la que se destaca el tema “Fuego”, de la banda Él mató a un policía motorizado como cierre del film.