Una de las atracciones del festival. Comienza como un documental sobre la aparición del Super 8 y cómo la gente lo usaba para filmar cumpleaños, casamientos, vacaciones, etc. Pero es sólo una genial introducción al verdadero foco de la historia: la vida de Jorge Mario, un odontólogo y cinéfilo de Entre Ríos, que en los ’70 hizo películas en el mencionado formato. De las típicas filmaciones de eventos familiares pasó a crear ficciones hechas con amigos, de un modo muy amateur, justamente. La más destacada fue el western criollo Winchester Martín. Néstor Frenkel muestra cómo Jorge hizo su remake (siempre en Super 8) y cómo trata de reunir a sus viejos compañeros de aventuras cinematográficos para realizar una tercera versión. Además, podemos conocer la vida íntima del señor Mario: su mujer, siempre a su lado; su lucha por conseguir que el árbol que se ve en el film El Camino del Gaucho, de Jacques Tourner —filmada en aquellos pagos y una inspiración fundamental para Jorge—, pueda ser preservado; su trabajo con los dientes y las caries; su desempeño en un programa de radio y como líder de un grupo de Boy Scouts... Amateur tiene momentos desopilantes, hábilmente manejados por el director, quien nunca deja de mostrar a Jorge Mario con respeto, aunque la manera en que el señor organiza sus múltiples actividades provoque risas. Porque J.M. es un hombre que genera ternura, pero más que nada respeto, admiración, y es la prueba de que nunca es tarde para ser fiel a nuestras pasiones artísticas y deportivas y de las que sean. En paralelo, Frenkel también cuenta otra historia, más escondida: la evolución tecnológica, que incluye la casi muerte del Super 8, la llegada del video, la agonía del video y el surgimiento del DVD. En definitiva, otro imperdible documental de Néstor Frenkel.
Luego de Construcción de una Ciudad, Néstor Frenkel retoma la localidad de Victoria para partir de uno de los habitantes entrevistados que evidentemente merecía un film para el solo: un amante, aficionado y realizador amateur del formato Super 8mm. A partir de filmaciones familiares como en muchos casos era utilizado el formato, Frenkel inicia su relato, concibiendo un pastiche de géneros, recreaciones y análisis de la nueva tecnología que llegaba a nuestro país, es así que el compilado de metraje encontrado sirve para demostrar rarezas, simbolismos de una generación, actitudes propias de los argentinos y un sinfín de experimentos que permitía el chiche nuevo. Jacques Tourneur filmó en Victoria y el amateur a quien se dedica este film es un ferviente apasionado de ese film, un western “The Way of the Gaucho” estelarizado por Gene Tieney. En éste, una toma del gaucho y su cabalgata a paso lento hacia un árbol, el mismo que el amateur hoy en día quiere que sea reconocido, mantenido y declarado de interés cultural, juntando firmas. El amateur es multifacético, no sólo ha filmado decenas de metrajes sino que se dedica a la filatería, colección etiquetas de vinos, monedas, es instructor de una agrupación de boy scouts, posee un programa radial de cine, emprendió muestras de films en 8mm y agenda en su ordenador una amplia recolección de cada film visto, archivos con filmografías de actores, directores, géneros, fallecidos donde hasta Néstor Frenkel está incluido. Una fuente de inagotable de investigación. Frenkel alude a la comicidad, tal cual lo hiciera con Construcción… y Llinás con Balnearios para llegar a su cometido. La visión de Amateur tiene implícita otra muestra de amor al cine, es distribuida por la pequeña VideoFlims, un emprendimiento de verdadero cine independiente, ejemplificando que el BAFICI se mantega vivo con propuestas como las que en sus comienzos nacían a partir de un espacio nuevo que daba permiso a producciónes como esta. Amateur es puro amor, pura cinefilia, puro encanto, una lección de vida…
El director de Construcción de una ciudad reivindica en su nuevo film al septuagenario Jorge Mario, odontólogo de profesión en Entre Ríos, pero entusiasta superochista, obsesivo cinéfilo (hilarantes sus métodos de archivo), conductor de un longevo programa radial dedicado al séptimo arte, fundador de un grupo de boy scouts, campeón de tiro, filatelista y coleccionista de muchos otros tipos de objetos. Entre todas sus reliquias, el multifacético personaje guarda una muy especial: una copia de su western Winchester Martin, que tuvo dos versiones y podría tener una tercera. El protagonista -que por momentos recuerda al Daniel Burmeister de El ambulante- tiene muchos atractivos como para generar empatía del espectador, aunque para mi gusto Frenkel -que hace gala nuevamente de sus múltiples ideas narrativas y visuales- resulta demasiado condescendiente con su criatura, incluso ante cierto patetismo de sus actividades y pensamientos. Igual, se trata de un retrato humano lleno de simpatía y con no pocos hallazgos.
Presentador re-presentado Néstor Frenkel (Construcción de una Ciudad, 2007) vuelve a sorprender con Amateur (2011) documental acerca de un amateur director de cine en Súper 8. Frenkel propone un interesante juego de representaciones a partir de la idea del formato hogareño, utilizando a su personaje como eje absoluto de la dicotomía entre fantasía y realidad. Jorge Mario es un odontólogo muy particular. Pasa sus días en su pueblo de Entre Ríos cargado de proyectos: organiza un grupo de boys scoutts, junta firmas para convertir un árbol en patrimonio cultural, colecciona latas, billetes, películas y su pasión absoluta, filma sus propias producciones de género amateur. Entre sus películas hay una que Frenkel toma como referente Winchester Martin, un western en el que el héroe en cuestión nunca se da por vencido haga lo que haga. El director de Buscando a Reynols (2005) comienza su tercer film con una declaración de principios acerca del formato en cuestión: es la posibilidad de que cualquier persona filme su vida privada pero a la vez se anime en el camino de la realización de películas. Con este doble mensaje –una suerte de prólogo de quince minutos- Frenkel aborda la vida y obra de Jorge Mario: por un lado su personaje, tamizado por su álter ego Winchester Martin, por el otro la persona real que la misma filmación deja entreveer. Con esta idea, Frenkel juega a realizar un documental sobre Jorge Mario con él mismo co-dirigiendo, es decir, proponiendo el personaje que Jorge Mario se inventó. A la vez, el director nos deja entreveer al Jorge Mario verdadero, en su vida diaria, apasionado en todas las actividades que emprende. Frenkel deja rodar la cámara unos segundos más, luego de que Jorge Mario expone su mejor rostro para develar ahí al verdadero ser, aquel capaz de ofrecer un papel de forajido en la remake de su western amateur a uno de sus pacientes en pleno tratamiento de conducto (una de las escenas más desopilantes de la película). En otras oportunidades y siempre con el humor mediante, el director apela a la ficción para reconstruir la vida cotidiana de su protagonista, mientras mezcla imágenes documentales para construir su ficción. Y es ahí, en todo ese proceso, donde esboza el sentido último de Jorge Mario y del Súper 8 como formato: soñar con dejar de ser amateur a través de la pantalla.
Para algunos, el Super 8 fue la posibilidad de hacer cine familiar. Para Jorge Mario, dentista de profesión y hombre orquesta por vocación, fue la de hacer cine a secas. Cuando el Super 8 alcanzó su auge en la década del ’70, los cineastas de entrecasa se multiplicaron. Las ventajas que ofrecía para el uso doméstico eran muchas e hizo furor entre quienes tenían el poder adquisitivo y, sobre todo, el interés en la materia. Con la llegada del video en los ’80, estas cámaras quedaron en desuso y fueron olvidadas. Si bien desde algunos años atrás ha vuelto a experimentar un crecimiento, el Bafici 2011 incluso ha creado una sección enteramente dedicada al formato, esa época parece dorada e irrecuperable. Con una gama variada de recursos, ni hablar de la facilidad que ofrece el digital, el cine parece al alcance de la mano, y este soporte fílmico un romance de nostálgicos. Néstor Frenkel, al igual que su estrella, busca rescatar a esas cámaras de ese destino de cajón, las pone en pantalla y las reivindica, las celebra. Jorge Mario es un amante del cine, un hombre que vive por y para el séptimo arte. Su diploma reza 'Odontólogo', pero debería decir 'Cinéfilo'. Inquieto, apasionado, pocos deben mantenerse tan activos como él, sean jóvenes o viejos. A sus 70 años conduce un programa de radio, practica tiro, es el fundador de un grupo de boy scouts, subasta estampitas, colecciona lo que puede. Fue también un cineasta amateur en la época de gloria del Super 8 y aún conserva todo el equipo, incluso fue comprando más con el paso de los años. Cuarenta años antes filmó Winchester Martín, su obra cumbre, un western hecho con los vecinos emulando las películas que llegaban de Estados Unidos. Su filmografía se detuvo cuando el formato dejó de importar, cuando el VHS ganó la pulseada y relegó al otro al olvido. Hoy ve la oportunidad de recuperar ese pasado de realizador llevando adelante una segunda remake de esa película. A modo de documental didáctico, Frenkel introduce al Super 8 de una forma original y divertida, siguiendo su historia y desarrollo a través de los años, toda una cadena de acontecimientos que llevan a conocer a Jorge Mario y sus películas hechas en casa. Desde el primer momento se reconoce que su estrella puede ser un personaje antológico, y a medida que avanza la historia se comprueba que efectivamente lo es. Jorge Mario es un hombre tan apasionado por su vida, tan convencido de lo que hace, que el espectador se entrega a lo que tiene para decir, esperando ver y oír cada vez más. Amateur es entretenida, efectiva, por momentos desopilante, aunque esto se termine haciendo en muchas oportunidades a costa del propio protagonista. Mientras veía la película no podía dejar de pensar en él y en qué pensaría de las risas que sus pasiones despiertan en el público. Es que uno se termina encariñando, y respeta su entrega total en todo lo que hace, por lo que reírse parece algo equivocado, algo involuntario. Quizás haya un poco de ficción en la realidad de Jorge Mario, no se puede saber, pero en ese desconocimiento hay un gran logro del director. Quizás Jorge Mario no sea un hombre que hace castings mientras juega al paddle o que honestamente piense en Pablo Rago o en Echarri para que protagonicen su remake, pero me gusta pensar que sí.
Locos por el Súper 8 Documental, con mucho humor, sobre fanáticos de los filmes caseros. Néstor Frenkel tiene predilección por las historias de desaparición y (nostálgico) renacimiento, narradas a través de “comedias documentales” con impronta personal: melancólica y cómica. Lo demostró en Construcción de una ciudad , un filme sobre la destrucción y la “nueva creación” de la ciudad de Federación, en Entre Ríos: una metáfora sobre la dictadura. Su nueva película es un homenaje al cine, sobre todo al cine amateur: a partir del auge del Súper 8 y las películas caseras, a las que rescata del fondo de los tiempos. Amateur empieza con un veloz montaje de imágenes antiguas y anónimas, casi todas familiares, más una voz en off que les da un sentido evocativo y humorístico. Por ejemplo, cuando el narrador (Frenkel) se burla de los “directores” que explican lo que están mostrando en imágenes: lo mismo que hacen algunos realizadores profesionales, sólo que en el amateurismo resulta simpático... Pero, luego de esta suerte de vertiginosa, cálida y graciosa introducción, el filme se centra en un personaje excluyente: Jorge Mario, un hombre de 70 años que vive en Concordia y es odontólogo, líder scout, filatelista, conductor radial, acopiador de datos (lleva el registro de las 13.892 películas que vio), coleccionista de objetos varios y, sobre todo, pasional cineasta amateur. Su obra mayor, en noble Súper 8, fue el western Winchester Martin , realizado con vecinos y amigos... Mario es una mezcla del protagonista del documental El ambulante (que recorría el país haciendo cine con vecinos) y, desde luego, de Ed Wood. El hilo conductor de Amateur es la intención del protagonista de hacer una remake de Winchester... y su recuerdo permanente de un hecho vital para él: el rodaje en su ciudad de El camino del gaucho , de Jacques Tourneur, en 1951. En el documental de Frenkel, Mario se muestra como un fanático de lo que hace y como un personaje algo cándido, capaz de reírse de sí mismo. Un antihéroe feliz, con mayor o menor conciencia de serlo. Es claro que Frenkel se enamoró tanto de este personaje que giró y giró en torno de él, a veces con puestas en escena un tanto forzadas, como la de un partido de paddle en el que Mario habla de su proyecto de remake mientras pelotea con sus amigos. Otras puestas responden a un estilo de hacer cine: fresco, liviano, personal, nada solemne, valioso.
Un hombre de otro tiempo La conquista de un territorio desconocido y la lucha entre lo nuevo y lo viejo siempre fueron tópicos empleados en los westerns. También la presentación de un personaje que no encaja con su tiempo ha sido una temática explorada. Por eso pueden encontrarse en Amateur, nuevo documental del realizador Néstor Frenkel, ciertas vinculaciones -aunque más no sea periféricamente- entre la historia de Jorge Mario y su contexto en la ciudad de Concordia, Entre Ríos. Multifacético e infatigable, de profesión odontólogo y aficionado al cine desde muy pequeño, Jorge Mario es el ejemplo viviente de aquellas personas que aman lo que hacen. En este caso su pasión declarada por el séptimo arte lo ubica primero como un artesano del súper 8, quien descubrió ese territorio desconocido en su temprana juventud y experimentó -como miles- el arte de hacer películas hogareñas y poner en práctica la creatividad al servicio de la experimentación. El resultado de ese juego donde se mezclan la imaginación, la audacia, y la inventiva terminó formando parte de un pequeño archivo con rollos de celuloide (que Mario pasó a formato vhs también) que recorren la filmografía casera del protagonista, incluidos sus dos westerns con un personaje llamado Winchester Martín: un cowboy renegado que busca vengar la muerte de su esposa a manos de una pandilla de forajidos, a quienes aniquilará con un certero disparo tal como lo describe su autor. La proyección de este insólito western tuvo lugar en un encuentro de superochistas en el Centro Cultural Rojas, donde Mario se llevó la mayor cantidad de miradas incluida la del realizador Néstor Frenkel, quien registró el acontecimiento que forma parte entre otras cosas del material de archivo de este nuevo opus que rescata la figura y el testimonio de Mario desde múltiples zonas tanto en su cotidiana vida hogareña junto a su esposa Olga como en sus diversas actividades. Por las características del personaje, por su extrovertida forma podría mal interpretarse la intención de burla por parte del equipo de rodaje dado el enfoque elegido por el director de Construcción de una ciudad. Sin embargo, al igual que en aquel documental Frenkel opta por dejar que el propio protagonista fluya con espontaneidad frente a la cámara (incluso deja que dirija la puesta en escena con sugerencias de planos y cortes afines) sin forzar situaciones para mostrarlo tal cual es. Así, veremos a un Jorge Mario coordinador de un grupo de niños boyscouts; a un Jorge Mario que junta firmas en la plaza para conservar un viejo Ombú utilizado en la película El camino del gaucho filmada por el director Jacques Tourneur y por último a un Jorge Mario cinéfilo que conduce un programa de radio dedicado al cine y poseedor de un archivo personal que registra cada una de las más de 13 mil películas que vio. Pero antes se decía que se trataba de un hombre que no encajaba con su época porque el instinto de preservación es vital en el protagonista de Amateur, quien ingenua o empecinadamente conserva los videos vhs cuando el dvd los sentenció a muerte; reaviva la memoria del patrimonio histórico para que un Ombú no pase a integrar el arcón del olvido y por último resiste con su obra artesanal al paso del tiempo con el mismo espíritu y energía que la primera vez que se animó a mirar la vida detrás de una lente. Amateur es un film sobre la pasión cinéfila y un retrato tierno y sensible de una persona que se vuelve personaje por su incansable constancia, coherencia, honestidad y creatividad, que gracias a la lúcida mirada de Néstor Frenkel ya forma parte del rincón de los recuerdos de cualquier amante del cine.
Asombrada por el trabajo de Néstor Frenkel, hoy digo convencida que “Amateur” es la película argentina del año. Me volví fan ¿y qué? Fue la primer película que ví en el BAFICI, y realmente fue de lo mejor no sólo del Festival sino de este año hasta el momento. Luego del gran trabajo de su director Néstor Frenkel en su anterior filme “Construcción de una ciudad”,con “Amateur” vuelve a deleitarnos con una historia simple y encantadora. Jorge Mario es dentista en Concordia, pero también es un hacedor de filmes amateur en Super8, líder Boy Scout, cinéfilo y conductor de un programa de radio. Y en ese perfil multitasking nos encontramos con un apasionado por todas sus actividades que acompañado de su adorable mujer ha logrado cumplir muchos de sus objetivos. En esa cotidianeidad de provincia, Frenkel nos cuenta una historia normal y ordinaria que transforma en mágica y fuera de este mundo. A los 10 años Mario presenció la filmación del western“ Martín el Gaucho” del francés Jacques Tourneur, e influenciado por esta experiencia a los 30 años filma su propio western “Winchester Martín” en formato Super8. Hoy, 40 años después, decide realizar su propia remake, y hará todo lo que sea necesario para lograrlo. Frenkel logra encontrar los puntos clave de la pasión de Mario en cada fotograma (mezclas entre HD y Super 8), y arrastrado por esa misma pasión, los espectadores nos hacemos parte de la historia y con ansias esperamos encontrarnos con Mario a la vuelta de la esquina para darle un abrazo y acompañarlo en su loca travesura por recrear algo que tantas alegrías le ha dado: “Winchester Martín”. Mientras Néstor Frenkel buscaba material para su anterior filme ”Construcción de una ciudad” — recomiendo mucho verla — sobre la ciudad de Federación, se encontró con un dato valioso. Un hombre que no vivía en esa ciudad, había realizado un documental casero sobre dicha ciudad en Super8. Y una vez que conoció a este hombre oriundo de Concordia, comprendió que tenía material para una nueva película. Jorge Mario no era un apasionado del cine si no también de la vida y ante semejante agradable personaje, no hay forma de evitar realizar un documental sobre él. “Amateur” parece ser un filme simple (quizás lo sea), pero también es un filme cálido, alegre, optimista y real, tan real como genuino. Una obra exquisita y encantadora. El mensaje más humano y esperanzador que puede verse en una pantalla del cine está ahí, y si está ahí está en la gente.
Al cine amateur con ingenio y buen humor Una delicia. Este documental, breve, ingenioso, de buen humor, es sencillamente una delicia. Afrontó sus riesgos, porque empieza de forma tan regocijante que el resto podía quedarse apocado, pero por suerte tiene su brillo. Y el cuerpo principal de la obra tiene un solo personaje muy fuerte, encima es prácticamente el único que habla, con lo que la obra arriesgaba sonar monocorde, pero, de nuevo por suerte, el personaje es de lo más variado. Y luego está ese asunto de los dos o tres finales, cuando la película cierra de modo perfecto, con calce justo, pero sigue, lo bueno es que el siguiente final también es muy lindo, pero sigue, y el colofón también es muy lindo, y ahí uno ve que el problema no es solo del director, sino de uno mismo: estamos enamorados de la alegría de vivir que nos transmite el personaje. Esto empieza con un prólogo humorístico sobre aquellos seres pintorescos que allá por los 70 registraban todos los acontecimientos familiares con la camarita S8, antecesores de quienes hoy hacen lo mismo con la camarita de video, con las mismas torpezas, insistencias, e ingenuidades. La cosa se concentra luego en uno de los Días de las Películas Familiares que organiza el Museo del Cine en el Rojas, donde va la gente con los rollitos de S8 encontrados en alguna caja amontonada, a reírse y enternecerse con los pequeños tesoros redescubiertos. Ahí aparece nuestro héroe. El hizo algo más que los otros: él hizo películas de acción, en especial un western a la manera de los western-spaguetti. E hizo algo más: la remake, con mayores conocimientos. Y ahora quiere hacer una tercera versión, con sus compañeros de entonces o con sus vecinos, proveedores y pacientes, porque es odontólogo. Y también, con el mismo entusiasmo, con igual alegría, es jefe scout, comentarista radial, cinéfilo, coleccionista de lo más variado, cazador, campeón de tiro al blanco, novelista (mirando la pantalla hizo hábilmente la versión literaria de un film policial suyo), etc., etc., amén de impulsor de un proyecto de protección del ombú que aparece en «El camino del gaucho» (The Way of the Gaucho, 1952), cuyo rodaje presenció cuando niño. Jorge Mario, se llama este señor concordiense ya de 70 cumplidos, que, como se decía antes, «juega a las películas», y es como un niño grande, o como el hombre grande que los niños miran con admiración y recuerdan cada tanto cuando crecen y pierden los sueños. El no los pierde, los concreta como mejor le permiten sus recursos, y así los ama y nos transmite su amor. Y Nicolás Frenkel se llama el autor de este documental, que recibió todo lo que el otro transmite, y supo depositarlo ante nosotros. Algo más: lo acompaña. Es muy lindo cómo le pone música de western a sus andanzas por el barrio, o capta el plano con que Mario rinde homenaje a la película que vio en su infancia. Y de la parte final, no digamos nada, hay que verla (y hay que ver, también, la mirada de la esposa del cineasta amateur, tan parecida a la de muchas maternales esposas de profesionales). Algunos amargos o políticamente correctos piensan que Frenkel se ríe de su personaje. Será que ellos temen reírse, o que se rían de ellos. Pero esto ya sería tema de discusión, y la película no es para discutir, es para disfrutar.
Aficcionado Hace unos meses escribí esta crónica sobre el encuentro de superochistas que se hace todos los años en el Centro Cultural Rojas. En ese post nombré algunos de los materiales que me resultaron más interesantes o extravagantes de los que se pudieron ver ese día. Uno de los que más me llamó la atención fue presentado por un tal Jorge Mario, un odontólogo que venía de Concordia a mostrar sus viejos rollos. Jorge Mario contó que es un aficionado al Super 8 que a principios de los 70s se juntó con unos amigos para filmar varias películas caseras, entre ellas un western, su género favorito. Esa vez, en el Home Movie Day, proyectaron Winchester Martín, una historia de amor y venganza que rodó en las afueras de Concordia. Sentado entre el público, con el micrófono en la mano, nos detalló cómo se hizo cada escena y representó en vivo algunos de los diálogos mientras mirábamos la película en la pantalla grande. El western podía resultar gracioso por ese intento de copia de las grandes producciones de Hollywood y de cada uno de los tics del género, pero lo que brillaba era el relato apasionado que hacía el Dr. Mario de sus aventuras con la cámara. Y parece que no sólo a mí me pareció un personaje singular: Néstor Frenkel (el mismo de Construcción de una ciudad) estaba ese mismo día registrando todo para está película, Amateur. (Me pueden ver en un par de planos, es mi primera aparición en cine). El Jorge Mario que escuché ese día no es muy diferente del que se puede ver en Amateur. Sigue siendo alguien que resalta por su entusiasmo para hacer cosas con la inocencia de otra era, pero suma otras actividades a las que asiste con el mismo ímpetu. No sólo es un fanático del western, también de todo el cine, y es conductor de un programa radial, líder de un grupo de boy scouts, jugador de paddle, filatelista y varias cosas más. La cámara de Frenkel lo acompaña a donde tenga una tarea por cumplir y escucha sus anécdotas. Lo espía en la plaza cuando quiere hacer firmar una petición para que conserven un álamo donde Jacques Tourneur filmó El camino del gaucho o lo deja hablar sobre planos, cortes, paneos y travellings. Al principio y por momentos puede parecer una película que está al borde de la burla, pero en seguida asume un camino in crescendo hacia los mecanismos y la puesta en escena de la ficción. Ese camino va haciendo de la persona un personaje, uno consciente que puede reírse de sí mismo y de sus obsesiones junto al público sin ningún tipo de culpa. El Dr. Mario es un hobbista empedernido, y en Amateur asume en cada hobbie un personaje, con su ropa y su actitud adecuada para cada labor. También puede ser actor aficionado. Al final le proponen hacer una remake de su película más querida, Winchester Martín. Y aunque Amateur ya llegó al punto en que su protagonista está interpretando el papel del pesado que recluta el equipo de filmación, que le pide al carnicero, a los amigos, a quien sea, que se unan a esta nueva aventura, cuando van a rodar la primera escena la ficción se desvanece y la felicidad que siente el Dr. se vuelve completamente real.
Néstor Frenkel es un cineasta que, luego de un breve paso por la ficción con Vida en Marte, ha destinado su carrera a largometrajes documentales plenos de originalidad y hallazgos. Buscando a Reynols ofreció la singular visión de un muchacho con síndrome de dawn baterista con su propio e inclasificable grupo de rock, y Construcción de una Ciudad abordó con lucidez y sensibilidad la historia de un pueblo entrerriano arrasado en pos del progreso, vuelto a reconstruir de manera esquemática, para luego transitar por su tercera fundación. Ahora con Amateur Frenkel encuentra otra veta expresiva a través de un insólito cineasta aficionado al margen de todo tipo de cine existente y recolector de datos sobre la cinematografía mundial, entre otras cosas. Protector apasionado de su propia y abundante obra, este odontólogo, conductor radial, filatelista y fundador de un peculiar grupo de boy scouts tiene un caballito de batalla llamado Winchester Martín, un western pampeano kistch en súper 8 con el que está a punto de llegar a su tercer remake. Un personaje increíble e infatigable que se apropia de la película, aunque los primeros diez recorriendo material visual casero anónimo propongan asimismo un momento extraordinario. Una pieza fuera de serie que, más que al cine, homenajea a la cámara cinematográfica.
Publicada en la edición impresa de la revista.
En este documental se relata que el hombre creo la cámara y empezó a filmar intentando darle a la imagen el movimiento; a mediados del siglo 20 aparece el súper 8, donde las personas por primera vez tuvieron la posibilidad de registrar cosas con una cámara, de esta forma comienzan las primeras filmaciones caseras: cumpleaños, casamientos, fiestas de fin de año, vacaciones, brindis, niños, naturaleza y mascotas; esto sería el cine hogareño, familiar, amateur, de esta forma conocemos a Jorge Mario, un odontólogo de concordia, quien ejerce su profesión hace unos 43 años, es conductor de un programa radial, tiene una carpeta confeccionada por él, del Óscar, desde 1929 hasta la actualidad, se considera un cinéfilo e intuyó ciertas cuestiones del lenguaje cinematográfico y se lanzó a filmar películas. En este documental conocemos a este personaje, tan atractivo, encantador, como extraño y alguno pensara que es algo chiflado; este hombre vivió situaciones increíbles, a los 10 años de edad había presenciado la filmación del western pampeano "El camino del gaucho" (The Way of the Gaucho, 1952), de Jacques Tourneur y seguramente esto lo marcó, a medida que se va desarrollando la historia nos damos cuenta de eso. Él hoy con 70 años de edad y 40 años después de la realización de su western amateur al que llamó "Winchester Martin" quiere filmar su propia remake, a forma de homenaje. Sueña con filmar con Pablo Rago y Echarri, mientras toma mate con su mujer a orillas del río Uruguay; se dio varios gustos entre ellos estuvo con Pepe Soriano, Dumont y compartió en su casa una comida con Mabel Manzotti. Cualquier espectador que ame el cine, termina admirando a este personaje tan simpático y divertido, es una historia simple, encantadora y optimista, hay secuencias que emocionan hasta las lágrimas, es muy conmovedora, desde la imagen, la música y las locaciones, y quédate a ver los créditos porque hay yapa.
Videografías de circulación familiar Frenkel hace un racconto, casi en forma de video clip previo, de la historia del súper 8, con humor, sensibilidad y creatividad, con el objetivo de contarnos la historia de Jorge Mario. Un odontólogo, que vive en Concordia, Entre Ríos, quien a los 10 años había presenciado la filmación del western pampeano “Martín, el gaucho” de Jacques Torneur. Actualmente a los 70 años de edad y 40 años después de la realización de su western amateur, al que denominó “Winchester Martín”. Con la misma energía y predisposición para hacer cosas, este inusual y prolífico autodidacta está dispuesto a filmar su propia remake. En un Congreso de Super ochistas ideado por su director, aparece entre otras, la figura de Mario, que dará lugar al relato sobre su historia. El cine amateur hace referencia a un conjunto de registros familiares, vinculados a la vida privada, realizados con tecnologías masivas por cineastas no profesionales. Es un cine que nace en el hogar, sin ningún reconocimiento académico, y sin pretensiones de rédito económico. Esta hecho sólo por el puro placer de atrapar el paso del tiempo capturando aquellos instantes/ imágenes felices de la vida, como son ver crecer a los hijos, los cumpleaños, los casamientos, los amigos, todos aquello, que forma parte de nuestros afectos. Aunque paradójicamente, y no en el caso de Mario esas imágenes estén durmiendo en un cajón o en una caja cualquiera, y jamás hayamos vuelto a verlas. De hecho el caso de Mario supera ampliamente al cazador de imágenes familiares, porque además de dejarnos documentos de la época. Mario hace cine y muchas cosas más relacionadas con este o no. Es algo así, como un hacedor compulsivo, en el mejor de los sentidos. El cine amateur es una práctica, en diálogo permanente con todas las convenciones sociales, estéticas y culturales de la industria del cine profesional, de allí la apropiación, que Mario hace en su western. Y si bien se encuentra reconocida como una práctica menor, estas producciones dan cuenta del proceso histórico y social, de la representación audiovisual. El cine amateur es también la resultante de un cruce, entre las tecnologías cinematográficas y la memoria de la clase media, y en consecuencia, las videografías populares, son el producto de una sumatoria, entre la tecnología digital, la sensibilidad (que en amateur- film, abunda) y los imaginarios populares. Amateur es un pequeño documento de la memoria, de un grupo de potenciales cineastas autodidactas, en cuya multiplicidad de imágenes, siempre se rescatará alguna, que haga espejo con el espectador, rozando suavemente algún recuerdo escondido, por donde seguramente se escapará, quizá algo más que una sonrisa.
Muestra genuina de cine sencillo y emotivo Después de pasearse exitosamente por BAFICI 2011 y por salas alternativas, llegó al circuito comercial “Amateur”, una realización de Diego Frenkel. Esta preciosa realización explora desde la nostalgia parte de la historia del formato hogareño para filmar súper 8. En la era digital la cosa no parece haber cambiado mucho en términos del uso que se le puede dar a una cámara en la casa de uno. Apenas comienza, las imágenes de viejas filmaciones que la producción se encargó de compilar van mostrando pequeños fragmentos de lo cotidiano. La voz en off de Federico Figueroa le pone humor al texto, y todo este primer recorrido de “Amateur” se convierte en una graciosa y nostálgica paleta de aficionados que han prendido sus cámaras hace varias décadas para registrar sus momentos importantes. Luego el documental se posa en Entre Ríos, particularmente en la figura de Jorge Mario. El hombre, además de ser dentista, jefe de un grupo de boy scouts, cinéfilo, coleccionista de todo tipo de objetos, encaró su propia campaña para preservar el ombú donde se filmó el final de la película “El camino del gaucho” (1952), tiene tiempo de mostrar un pequeño western que filmó en su pueblo durante la década del ‘60. Diego Frenkel toma a Mario como ejemplo universal del uso del súper 8. Como si quisiera descubrir el director que todos llevamos adentro, a partir de la idea del hombre de hacer una remake de su propia obra con los mismos habitantes/actores que usó en su época. “Amateur” es una realización bien montada, dinámica y, sobre todo; sentimental. Una de las producciones argentinas estrenadas este año que realmente vale la pena. Para aquellos que conocieron esta forma de filmar resultará una hermosa revisión del pasado, en cuanto a los más jóvenes, sin duda una excelente muestra de parte de la historia y de cómo hacer buen cine.
Imprimiendo desde las sombras El comienzo de esta película es tan entretenido como original: un recorrido a través de la historia del Super 8, el primer formato de cine casero de acceso popular. La voz en off relata, en tono jocoso, el estilo de esas primeras grabaciones de aficionados, allá por los años setenta. Las cosas que se filmaban –y las que no-, la evolución en la forma de filmar, las formas de innovación que estos pioneros lograban, registrando intrépidamente desde las sombras. Este comienzo es perfecto, la selección de imágenes es sugerente, difícilmente superable, y asimismo sorprendentemente divertida. Un género tan atípico como el “documental humorístico” parece encontrar aquí un auténtico exponente. Pero la película da prontamente un giro, -sin perder en ningún momento el humor- y comienza a centrarse en Jorge Mario, superochista amateur desde hace cuarenta años, y eje central de esta película. Oriundo de Concordia, Entre Ríos, se trata del paradigma del hombre-orquesta: septuagenario infatigable, odontólogo de profesión, filatelista, jugador de paddle, campeón de tiro, coleccionista en general –de latas, billetes, películas propias y ajenas-, cinéfilo obseso –lleva un listado con las fichas técnicas de todas las películas que vio en su vida, que al momento del rodaje suman 13.986 títulos (!)- conductor de un programa radial y fundador y líder de un grupo de boy-scouts. En 1951, cuando tenía diez años, ocurrió un suceso que determinaría su vida: el director Jacques Tourneur y su equipo llegaron a la ciudad de Concordia, Entre Ríos, para filmar El camino del gaucho, y hoy puede verse a Jorge Mario recolectando firmas para convertir un álamo, elemento fundamental de aquel rodaje, en patrimonio cultural. Sus películas en Super 8, filmadas con amigos y vecinos, fueron fundamentalmente westerns criollos, denominados por el mismo como del “fart west”, –todavía no me queda claro si es un chiste voluntario o involuntario por parte de Jorge Mario, fart es pedo en inglés- y entre las cintas de su autoría cuenta con varias entregas, -más sus correspondientes remakes- de Winchester Martín, cortometrajes sobre un cowboy que salía a vengar a su novia violada y asesinada. Por la precariedad de sus rodajes y los resultados obtenidos, podría definírselo como un Ed Wood de menores pretensiones. En un comienzo podría parecer que el brillante director Néstor Frenkel (autor de las grandiosas Buscando a Reynols y Construcción de una ciudad) se burlara de Mario, de su excentricidad y su simpleza, pero pronto la película va dejando en evidencia el encanto y el cariño irresistible que este personaje despierta, así como su indeleble pasión y su lucha abnegada contra el olvido. Y Frenkel, un obseso de lo que hubo y ya no está y de la recuperación de la memoria, potencia su legado con este grandioso documental, aportando a su noble causa nada menos que la inmortalidad en formato fílmico.
Una pasión colectiva El tiempo de las vacaciones infantiles suele revelar un panorama infausto para nuestra cultura: la colonización absoluta por parte del cine norteamericano, que en sus diversas variantes aparece como la única opción posible en las grandes salas para niños y padres (a no ser por alguna película nacional que, en esencia, no suele ser más que una mala copia de modelos hollywoodenses). La ideología del entretenimiento domina nuestros días, aunque el cine es mucho más que esto (y el entretenimiento no es nunca mero entretenimiento). Ordenador colectivo de subjetividades, sistema educacional que prepara a los espectadores como futuros consumidores para ingresar a este gran mercado en que se ha convertido el mundo: el cine nos enseña cómo vivir, cómo divertirnos, cómo relacionarnos con el mundo que nos circunda. Es por eso también que es una pasión colectiva, porque constituye una maravillosa forma de dotarnos de una identidad, de pensarnos a nosotros mismos, de construir sentido y organizar nuestra existencia. Claro que el cine no es un poder absoluto (como tampoco un arte unívoco, ya que toda cinematografía es heterogénea y compleja), y las formas de apropiación de los espectadores son, por suerte, múltiples e impredecibles. La clave es la variedad, el acceso a diversas cinematografías, por lo que la crítica debe entonces tratar de visibilizar aquellas películas que por su naturaleza, o por la arbitraria selección del sistema, no llegan al gran público. Esta vez, el Cineclub Municipal Hugo del Carril estrenará el próximo jueves (en un programa doble imperdible con la película “Daddy Longlegs”, de Ben Safdie y Joshua Safdie) el filme Amateur, del argentino Néstor Frenkel, un documental heterogéneo que hace eje, precisamente, en las pasiones cinéfilas, o más bien en cómo la democratización de los medios de producción, con la popularización del formato súper 8 en la década del ´70, modificó la existencia de varias generaciones de amantes del séptimo arte. “Al sexto día, Dios creó al mundo… y unos días más tarde al súper 8? comienza el filme, que inmediatamente presentará una pequeña pero ingeniosa historia del video casero, que irá repasando con filmaciones originales de decenas de familias las primeras formas de apropiación de la cámara cinematográfica hasta la llegada de los cineastas aficionados, aquellos aventureros amateurs que abordaron el desafío de filmar ficciones caseras. Y que pronto encontrarán un paradigma inigualable en quién se convertirá en el personaje central del filme: el entrerriano Jorge Mario, odontólogo de profesión, pero además obsesivo coleccionista, escritor, fundador de un club social y sobre todo apasionado cineasta amateur, que cuenta con casi 20 filmes en su haber, entre ellos un western que se ha convertido en la obra de su vida, titulado Winchester Martín. Creador apasionado e incansable, Mario se convertirá en el centro de la película, que desde entonces girará obsesivamente en torno a su existencia en Victoria, donde a sus 70 años no sólo trabaja como odontólogo y dirige un club de boy scouts, sino que tiene además un programa de radio hace un par de décadas, organiza subastas filatelistas por correspondencia, participa del club de caza, colecciona innumerables objetos, lleva adelante en soledad una campaña para salvar un árbol que apareció en una película norteamericana y guarda un registro obsesivo y amplísimo sobre su gran pasión, el séptimo arte (tiene fichas sobre las 13.892 películas que vio). Una pasión que se inició con la filmación en su ciudad natal de El camino del gaucho, de Jacques Tourneur (en 1951), filme que lo marcaría para siempre y que lo llevaría a filmar con amigos y vecinos su propia versión, Winchester Martín, no una sino en dos oportunidades. O mejor dicho en tres, porque Mario no tardará en idear una nueva remake de su propio filme, y entonces la película toda se encaminará a la concreción de ése nuevo sueño, con el protagonista buscando a sus actores para otra aventura. Documental observacional que apela también a recreaciones de ficción y técnicas de found footage (películas realizadas con trozos de otras películas), Amateur es un filme que se hace carne con su protagonista, y entonces pasa a depender de él: para evitar el riesgo del tedio, Frenkel apela al humor, aunque a veces lo haga en contra del propio Mario (quien, consciente de los mecanismos de reproducción, pretende una y otra vez dirigir la puesta en escena). Ciertas recreaciones ficcionales son redundantes y parecen innecesarias, aunque allí se revela ésa voluntad (compartida tanto por Frenkel como por Mario) de hacer del protagonista un personaje, un tema interesante para explorar (¿Cómo filmar a alguien sin que se vuelva una falsa representación de sí mismo? ¿Cómo evitar imponer nuestras categorías a ése otro?), aunque nunca desarrollado consientemente por el director. Por cierto, la pasión cinéfila es el centro luminoso del filme, una pasión que (y este es uno de los méritos del filme) aquí revela su naturaleza colectiva, destinada a ser compartida. Por Martín Ipa
Pasiones reales A pesar de ser el documental uno de mis géneros preferidos, suelo ser bastante exigente a la hora de visionarlos. A veces no basta con una buena historia o un protagonista llamativo sino que además, como en todo film, debe tener un pulso narrativo acertado. Así Nestor Frenkel, guionista y director de Amateur, no sólo logra un maravilloso homenaje al Super 8 y las cintas caseras en general, sino que nos propone conocer en su protagonista a un ser maravilloso y admirable, un personaje super pintoresco como es Jorge Mario. La introducción de este film es lo más grandioso, entretenido y nostálgico que he visto en mi vida. Un recorrido exhaustivo y colorido por la historia de las cámaras caseras de Super 8, los recursos narrativos de la gente común, la evolución de los intereses que una camarita en mano ha dado a la humanidad. Desde esa mirada universalizada llegamos a un evento anual como es el Home Movie day (del que debo reconocer no tenía ni idea de su existencia) donde personas comunes se reunen en el Centro Cultural Rojas para mostrar en público filmaciones caseras arrumbadas en las casas, cintas que muchas veces ni se sabe qué contienen, para finalmente llegar al personaje de esta historia, un odontólogo apasionado por el cine que de joven ha filmado varias películas caseras, entre ellas un western llamado Winchester Martín y que ahora, cuarenta años después quiere volver a filmar a modo de remake. Con una gracia pocas veces vistas en este tipo de formatos, Frenkel sin siquiera emitir preguntas logra retratar impecablemente la figura de un hombre orquesta capaz de equilibrar con su profesión no sólo la pasión por el cine sino además otras miles de actividades como la filatelia, colecciones varias, la fundación de un grupo de Boy Scouts, la conducción de un programa radial, practicante de tiro y un millón de cosas más. La ficha de este film en el Bafici de este año no se equivoca en absoluto cuando dice que "La película de Frenkel, con humor y gran despliegue de ideas (notablemente, los planos-western), va de lo general a lo particular, y de allí apunta a lo más entrañable del corazón del universo, para convertir a Jorge Mario en uno de los personajes memorables de este Bafici". Es que Mario no se nos quitará de la cabeza fácilmente. Es un hombre de una vitalidad abrumadora, uno de esos personajes que la vida te regala pocas veces y que dejaría a muchos de nosotros- considerados cinéfilos extremos- en un últimísimo escalón de jerarquías. Ver nada más su extraordinario sistema de clasificación de films vistos me dejó realmente sorprendida, minimizada y replanteándome qué tan cinéfila realmente soy. Frenkel además elije cada encuadre y recurso narrativo muy cuidadosamente, lo que hace de este director un verdadero maestro del documental. Allí donde otros necesitarían una voz en off, una declaración de testigo, un comentario aparte, él lo logra con un encuadre perfecto en la casa de Mario donde la decoración habla por sí misma, donde las posturas del protagonista lo dicen todo. Tómese por ejemplo la figura de la esposa de Jorge Mario, una mujer que sin emitir una sola palabra habla todo el tiempo, se planta como una protagonista más sólida a veces que el propio odontólogo para reafirmar aquello de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Por eso será que me dolió tanto leer en un comentario de un profesional del medio sobre este film algo como esto: El protagonista -que por momentos recuerda al Daniel Burmeister de El ambulante- tiene muchos atractivos como para generar empatía del espectador, aunque para mi gusto Frenkel -que hace gala nuevamente de sus múltiples ideas narrativas y visuales- resulta demasiado condescendiente con su criatura, incluso ante cierto patetismo de sus actividades y pensamientos. Todo el derecho a que no nos guste un film, pero tildar de patético a alguien como Jorge Mario, resulta realmente más patético y decir que el director fue condescendiente con su criatura me sorprende. No diré más porque no me interesa generar una discusión que no viene al caso, el verdadero caso es que hay que ver este documental. Me lo agradecerán no sólo por lo entretenido, sino además por lo grandiosamente nostálgico, lo humanamente claro que es. Gracias Frenkel, atentísima estaré ante los nuevos proyectos que tengas. Y que espero sean muchos!. Néstor Frenkel nació en Buenos Aires en 1967. Sonidista de oficio desde 1993, en 1999 dirigió y produjo una serie de cortos animados titulados 'Marcello G., sólo un hombre…', y luego el mediometraje de animación 'Plata Segura'. En 2005 estrenó su primer largometraje de ficción 'Vida en Marte' y 'Buscando a Reynols' su primer largometraje documental. A fines de 2007 terminó su segundo documental 'Construcción de una Ciudad'. En 2010 produjo el largometraje de ficción 'La hora de la Siesta' de Sofía Mora y en 2011 presenta "Amateur", su tercer largometraje documental como director.
Primero que nada, agradezco la emoción con que mi amiga Pabela suele recomendar las películas que le encantan. Resulta común que cuando le pone tanta fascinación a una peli para recomendarla, esta peli suele ser (aunque no siempre), argentina y excelente. Y ahora pasemos a la película. Quizá a alguno le cueste un poco verla, sobre todo porque la mayor parte esta filmada en super 8 y es un formato al que hoy por hoy no estamos muy acostumbrados. Y además, es un documental, por lo que habiendo tantos documentales de personas famosas o cuestiones mundiales, quizá se echen un poco atrás al pensar que este es sobre un ser humano común y corriente, pero que, dejen que lo diga, de común y corriente no tiene nada. La verdad es que uno lo termina admirando. Y es tanto lo que este hombre tiene que ver con el cine (aunque en el documental también se habla de otras cosas de su personalidad), que por momentos, sentimos que el que dirige la película es él. Y es que esta en todos los detalles, y el director nos lo muestra muy sabiamente en el recorte que ha elegido para darnos a conocer a este personaje sin igual. Ni hablar que tiene toda la peli un montaje exquisito y una voz en off combinada con imágenes en super 8 que nos muestran de qué manera montones de trozos de filmaciones dispares pueden tener un sentido y hasta emocionar. Gran trabajo de guión y montaje para contar lo que se cuenta y de la manera en que se cuenta (si, los documentales también tienen guiones ;D y acá se nota ese trabajo). Por si esto fuera poco, de una manera muy casual, charlando, sin darnos cuenta, terminamos metidos en una verdadera clase de cine, que es rica en contenido, en didáctica y para darle la frutilla al postre, en ejemplos. La verdad es que aprender así, es una maravilla. Cabe destacar la dirección, que le otorga un protagonismo exquisito a este cineasta, en su parte cinéfila y su parte humana. Con la cámara puesta en la mirada justa, la expresión que dice, y los diálogos de esos que pueden parecer superfluos por momentos y sin embargo nos dan cuenta de esta gran pasión de Jorge Mario. Así se llama nuestro protagonista. Un hombre que además nos deja su visión de la vida. Montaje, guión, dirección, todo, es un deleite para los amantes del cine, de las historias sencillas cargadas de sentimiento. Más de uno tenemos listas de películas vistas, recortes de algún póster, colección de alguna cosa cinéfila, anotaciones varias sobre directores, guiones a medio escribir o escritos, filmaciones caseras, y cortos amateur. Por lo que este documental no los dejará indiferentes. Y a aquellos que no son fanáticos del cine, también les gustará, porque en esas recopilaciones de grabaciones caseras, hay una mirada, además, hacia el comportamiento del ser humano en general, que los hará emocionar, sin lugar a dudas. Recomendadisima película!!!