Ficticio desafío "Sobrestimado cocodrilo en Amenaza en lo profundo, 2020 reúne a un grupo de bonitos amigos para ponerse al día con sus confidencias. Sin embargo y estimulados en mayor medida por la música y una excelente dirección, mantendrá entretenido al espectador fanático del género." Abyss, 2020, Eric (Luke Mitchell) y Jennifer (Jessica McNamee) son una pareja de aventureros que convencen a sus amigos, Yolanda (AmaliGolden) y Viktor (Benjamin Hoetjes), para que les acompañen a explorar las cuevas de un bosque al norte de Australia. Mientras una tormenta tropical se acerca, los jóvenes hacen rappel en la boca de la cueva intentando ponerse a salvo. Pero, de pronto, las cuevas comienzan a inundarse y las tensiones aumentan a medida que el oxígeno se reduce y ellos se encuentran cada vez más desorientados. Sin embargo, todo se complica aún más cuando una manada de hambrientos cocodrilos se siente atraídos hacia ellos. A medida que los peligros aumentan, comienzan a salir a la luz múltiples secretos que provocan un gran enfrentamiento entre ellos en mitad de la lucha por la supervivencia. Andrew Traucki, exhibe su estilo, e implementa en el momento oportuno, el uso de los jump scares, logrando una herramienta muy eficaz. Los directores más hábiles los usan para incrementar la tensión y la intensidad de la película generando en la atmósfera la sensación atinada entre el espectador y el relato. Abundan los grandilocuentes planos aéreos, los primeros planos que enfatizan la figura de los protagonistas y los movimientos de cámara, para generar tensión, suspenso y terror. Con respecto al guion, si bien es predecible, respeta los tres actos y suma de manera constante, situaciones y contenido dramático, que aunque parezcan ridículas, aquí funcionan y atrapan al público. Tanto en montaje, como en puesta en escena, música, efectos especiales producción, y casting, el realizador, realiza una excelente ejecución. "Amenaza en lo profundo, resulta una excusa, para que un grupo de carilindos amigos, relaten sus confidencias a lo largo de todo el film, en un ataque por un subestimado cocodrilo. Sin embargo, mantendrá entretenido a cierto espectador fanático del género."
Son pocos los itinerarios imaginarios que nos llevan a la sala a ver esta película. Un encuentro con amigos, una cita o quizás la urgente pulsión de encerrarnos en el cine, acomodarnos en la confortable oscuridad y olvidarnos del afuera. Por otro lado, es claro que Amenaza bajo el agua tiene un público super especifico, entomólogos y paleontólogos amateurs, fanáticos fascinados que encuentran en las feroces fauces animales el goce del caos y el terror. El director Andrew Traucki parece ser uno de ellos, me arriesgo a decir que pocos directores tienen tantas películas de este estilo en su haber. Sin dudas Tiburón rompió todo esquema, con poco menos de un siglo de estreno, la sublime mandíbula esta tan arraigada en la retina genérica del terror que no podemos dejar de pensar en ella. Es notable como sus predecesoras intentan tibiamente reproducir su suspense, sea un tiburón, un cocodrilo o un extraterrestre, la trama del cazador cazado es fácilmente capaz de construir una historia atrapante. Amenaza bajo el agua no lo logra, la clásica historia del desprevenido grupillo de amigos aventureros no nos engancha por ningún lado. Sin el suspense, debito a giros y técnicas narrativas fallidas, la película tampoco nos contenta apostando a la espectacularidad de la bestia. Los pocos y breves cameos al cocodrilo estrella no nos permiten apichonarnos ante el superdepredador. Ni las actuaciones, ni la banda sonora, aportan lo suyo a construir terror. La subtrama dramática entre las parejas, y el redundante final, parecen querer reafirmar la resiliencia (o suerte) de los personajes femeninos. Para desventura de los aguerridos guías, en la naturaleza, también existe la territorialidad del macho. AMENAZA BAJO EL AGUA Black Water: Abyss. Australia, 2020. Dirección: Andrew Traucki. Intérpretes: Jessica McNamee, Luke Mitchell, Amali Golden. Duración: 98 minutos.
Una de terror que ya conocemos A los pocos minutos de iniciada esta olvidable película dirigida por Andrew Traucki, ya podemos adivinar todo el derrotero que los protagonistas sufrirán a merced de un gigantesco cocodrilo. Amenaza bajo el agua: No podrás escapar (Black Water Abyss, 2020) es una producción de origen australiano que ofrece una trillada propuesta en donde los vínculos entre los protagonistas atrapados en una cueva, generarán más tensión que los propios golpes de efectos y estridencias con los que el guion busca sorprender al espectador. Cinco sujetos se sumergirán en una aventura que no esperaban al quedar encerrados en un sistema de cuevas profundas, en donde la adrenalina de la expedición se convertirá en una pesadilla al verse imposibilitados de salir por una inundación. Para sumar pesares, el guion, que en un primer momento busca crear diferentes capas narrativas a los personajes -secretos, enfermedades, misterios- comienza a sumar lugares comunes y situaciones trilladas. A partir de la incorporación de un gigantesco reptil asesino, se terminará por configurar el desarrollo narrativo obvio, predecible, de una aburrida y fallida propuesta que ni siquiera merece una oportunidad como consumo irónico. Es curioso que en otros tiempos, el cine australiano se nutría de su folklore. El tema “cocodrilos” impulsó historias de aventuras originales en las que, por ejemplo, creó un sistema propio de estrellas con Paul Hogan a la cabeza, en su inolvidable Cocodrilo Dundee (1986). Producción que reforzaba elementos de la idiosincrasia australiana para posicionar una cinematografía que funcionaba exitosamente en el consumo interno, pero no hacia afuera. Aquí, al intentar sólo cumplir con los mandatos de una industria cinematográfica foránea, se funde en la cada vez más homogénea y estéril industria del cine, construyendo un relato fallido que se pierde la oportunidad de ofrecer algo novedoso para su audiencia.
Otra mala película de cocodrilos asesinos Amenaza bajo el agua: No podrás escapar es trillada a niveles groseros. Recomendación amiga: disfrute el artículo y gaste su dinero en una mejor película. Las películas con bichos asesinos garpan siempre que sean medianamente buenas. Casos como el de Amenaza bajo el agua: no podrás escapar dan ganas de correr despavorido hasta la boletería para reclamar la devolución de la entrada. Trillada a nivel grosero, se esfuerza muy poco en intentar salir de una estructura de prototipo. El arranque es prometedor: dos aventureros perdidos en un bosque terminan en las fauces de hambrientos cocodrilos después de caer a una cueva oscura, pantanosa. Hay buen manejo de la tensión y la promesa de una hora y media de sangre, muertes espectaculares y adrenalina (fórmula tan importante para el subgénero 'animales asesinos' como la de la Coca-Cola) Segundos después la esperanza se desinfla lentamente tras la presentación de las parejas protagonistas, ningunA tan entrañable como para desear que no muera. Eric (Luke Mitchell) y Jennifer (Jessica McNamee) son una pareja de aventureros que convencen a sus amigos, Yolanda (Amali Golden) y Viktor (Benjamin Hoetjes), para que les acompañen a explorarlas cuevas de un bosque al norte de Australia. El clima no los acompaña y una desatada tormenta tropical los encuentra escondidos en una cueva, hogar de los hambrientos depredadores. El resto de la historia es una reproducción exacta de decenas de títulos con nombres sospechosamente parecidos. Amenaza bajo el agua tiene pocos atributos para remarcar, uno de ellos -el más rescatable- es el camino de las protagonistas femeninas. Pasan de ser veinteañeras enamoradas y cuyo único interés es sacarse selfies, a íntrepidas guerreras mata reptiles. Aún así, el drama es exagerado y el suspenso no se sostiene. Decepcionante.
Turismo aventura. El ruido de las hojas cruje bajo los pies cansados de una pareja de turistas que recorren la selva australiana. De repente se escucha un ruido fuerte. Uno de ellos cae en una cueva profunda, la otra le sigue. Lo que allí abajo ocurre no es nada agradable. Esta escena funcionará como preámbulo para presentarnos el lugar claustrofóbico, y el monstruo, que serán centro de la historia. Porque después de este suceso veremos como un grupo de cinco amigos, se alistan en un viaje hacia una cueva desconocida, que no figura en los mapas. Preparados con sus equipos pertinentes bajan a las oscuras cavidades. Todo es novedoso y deciden explorar. Atraviesan pasadizos rocosos hasta llegar a una especie de cenote bellísimo. Pero la emoción de ese descubrimiento dura poco, porque afuera diluvia y las aguas comienzan a subir a un ritmo veloz. Y lo que aun no saben, es que están acompañados. Mal acompañados por un cocodrilo gigante que se limita a cuidar su territorio. Claro que a partir de aquí comienza una lucha por la supervivencia. No solo por la amenaza latente del animal salvaje y hambriento, sino también por los inconvenientes que surgen para encontrar una salida. Un derrotero asfixiante en el que también saldrán a la luz dramas personales. Amenaza bajo el agua respeta todos los tópicos de este subgénero. Intenta en todo momento generar tensión, sobre todo por la música, pero las dosis desparejas de acción la limita a un tempo lento y por momentos algo tedioso. A los personajes no llegamos a conocerlos demasiado, a pesar que se plantean dilemas existenciales. Falta más garra, más dientes filosos, más adrenalina, más sangre… una película con buenas intenciones, pero con poca emoción.
El realizador Andrew Traucki continúa trabajando en terreno conocido con Amenaza bajo el agua, secuela en espíritu del film de 2007, Agua sangrienta, y prima hermana de El arrecife (2010). En este caso, el cineasta cambia de escenario y de actores, pero es notoria la falta de innovación de una historia en la que hay dos principales enemigos: una cueva sin salida de un bosque de Australia y los cocodrilos que yacen allí. La pareja de Eric (Luke Mitchell) y Jennifer (Jessica McNamee) le propone a la de sus mejores amigos, Yolanda (Amali Golden) y Viktor (Benjamin Hoetjes), explorar esas cuevas sin contemplar la posibilidad de que exista un peligro dentro de las mismas. Cuando ese peligro se hace presente (Traucki no prolonga la llegada del horror, aunque la construcción de personajes sufre en consecuencia) la película se resiente al repetir siempre un mismo mecanismo: el infructuoso intento por salir de ese lugar estrecho que colabora a crear un clima de claustrofobia, el único aspecto logrado del film. Por otro lado, Amenaza bajo el agua comete el peor error de una narrativa centrada en la supervivencia del hombre al decidir que sus personajes se pasen la mayor parte del tiempo entablando conversaciones triviales (hay un giro digno de una telenovela disonante con la propuesta) o bien metiéndose en el agua para luego salir a los minutos, sin que se genere una sensación de urgencia, la falla más evidente de una película con la que su director se repite a sí mismo y en la que hay demasiados tiempos muertos.
La fórmula de una situación claustrofóbica más un monstruoso cocodrilo que acecha, es la que eligió el director Andrew Traucki un verdadero especialista en aventuras acuáticos donde los humanos son acechados por animales depredadores. Ya hizo una con un cocodrilo hambriento y gigante, ahora lo sumergió en una caverna inundada. Así que se la pasa acechando a un grupo de amigos que decidieron, mal, hacer rapel en una serie de cavernas desconocidos, justo un día de tormenta. Los humanos se trepan a la saliente de las rocas con resultados diversos, o se arriesgan a nadar sin hacer olitas para encontrar una salida. En el medio se descubren algunos conflictos que salen a la luz pero es solo para pasar el rato entre dentelladas ocultas y apariciones de susto. No mucho mas.
Este nuevo film es la secuela, aunque no tenga continuidad, de "Black Water" de David Nerlich y Andrew Traucki de 2007, y en ese momento fue muy bien recibida. Ahora el director Traucki vuelve a apostar al mismo género. Dos parejas compuestas por Jennifer (Jessica McNamee) y Eric (Luke Mitchell) y Yolanda (Amali Golden) y Viktor (Benjamin Hoetjes ) más otro amigo, Cash (Anthony J. Sharpe) experto en el tema, deciden hacer un tour hacia la aventura: adentrarse en unas cuevas y túneles inexplorados en el medio de un bosque al Norte de Australia. Lo extraño es que todavía se escucha la noticia de la desaparición de otra pareja de japoneses que todavía no fueron hallados...a pesar de eso, los cinco deciden vivir la experiencia. Al bajar mediante sogas descubren las oscuras cavernas, y a los pocos minutos el agua comienza a subir de nivel por un sacudón que después descubrirán que fue a causa de un enorme y voraz cocodrilo. El movimiento provocó que las rocas sellaran la salida...ya no pueden salir por ahí, con lo cual comienzan a buscar posibilidades con la amenazante criatura esperando poder atacar a cada uno de ellos. A favor del film debo admitir que la sensación de claustrofobia y el suspenso se mantienen, (con leves, leves recuerdos de "El Descenso") y que el cocodrilo está bien logrado. Las desventajas son varias, a saber: los personajes no son atractivos para el espectador y aunque se vislumbran temas sentimentales en el medio de la tragedia, no alcanza. El guion es simple y los efectos visuales no deslumbran. Sólo para súper fanáticos del género. Título original: Black Water: Abyss Año: 2020 Duración: 98 min. País: Australia Director: Andrew Traucki Guion: John Ridley & Sarah Smith Música: Michael Lira Fotografía: Damien Beebe Reparto: Jessica McNamee, Luke Mitchell, Amali Golden, Benjamin Hoetjes, Anthony J. Sharpe, Louis Toshio Okada, Rumi Kikuchi.
Cosas que pertenecen al cine: grandes cocodrilos con ganas de atacar y/o comer gente. Gracias a todos los que hacen películas con estos animales como protagonistas. Devorado vivo (Eaten Alive, 1976), El cocodrilo mortal (Alligator, 1980), El cocodrilo (Lake Placid, 1999) e Infierno en la tormenta (Crawl, 2019) son algunos ejemplos de películas que supieron explotar el potencial de cocodrilos y afines en el cine. Mucho antes el cine de aventuras en África también los había aprovecha para alguna escena culminante. Mil películas de bajísimo presupuesto también han explorado los límites de la tolerancia de los espectadores al delirio. Amenaza bajo el agua (Black Water: Abyss, 2020) es una secuela de Black Water (2007) y transcurre también en el norte de Australia. Luego de un prólogo que deja en claro el peligro que acecha en las aguas de un sistema de cuevas, la película se centra en un grupo de amigos que exploran el lugar y se meten en serios problemas con los cocodrilos. Sin ningún brillo en particular, la película se sumerge en la rutina y tiene algunos buenos saltos. El final, sin embargo, tiene una esperable y saludable vuelta de tuerca. Un coletazo que es agradecido por los fanáticos de este raro subgénero.
Es una pena que Traucki no prodigue un buen plano de ese animal cautivante y enigmático como el cocodrilo. Un primer plano en los ojos de la criatura o un primerísimo plano sostenido sobre la superficie de su cuerpo en algún pasaje podrían haber ocasionado más terror que ver la inmensidad de su lomo desde un plano en picado aéreo conseguido por un dron. Cuando se prescinde de pensar estéticamente, todo se resuelve por las proezas técnicas del momento y algún que otro efecto especial, cuya eficacia indesmentible apenas disimula la constante resolución mecánica para ilustrar un guion divorciado del cine.
SIN SALIDA A FLOTE Perdón por el lugar común del título, pero Amenaza bajo el agua lo habilita, porque es un compendio de lugares comunes que dura algo más de hora y media. Y que, encima, nos hace preguntarnos no solo cómo es que esta producción australiana llegó a estrenarse en la Argentina, sino incluso cómo es que llegó a realizarse en primera instancia. Es que esta muy tardía secuela de un film del 2007 es de esa clase de films que nadie pidió, aunque es cierto que tampoco es tan ofensiva. Si la primera parte proponía un relato bastante mínimo, con apenas tres personajes centrales, esta nueva entrega no expande mucho la premisa. Tenemos entonces a cinco amigos que se van de vacaciones y emprenden lo que se iba a suponer una entretenida aventura, consistente en explorar un sistema de cuevas en el norte australiano. Sin embargo, pronto se pierden, quedan atrapados en ese espacio subterráneo y amenazados por un peligroso cocodrilo. A partir de ahí, se hilvana un relato de supervivencia que no escatima en desplegar tensiones entre las personalidades de los protagonistas, que a medida que pasa el tiempo van sacando varios trapitos sucios al sol. Es cierto que Amenaza bajo el agua podía haber tomado las lecciones de películas disparatadas y divertidas como El cocodrilo o Alerta en lo profundo, pero también que su apuesta al drama, más en la senda de El descenso, también era válida. El problema es que, a diferencia de aquel film de Neil Marshall, no hay un desarrollo potente de la conflictividad para que vaya a la par de los obstáculos que se enfrentan. Eso lleva a que ninguno de los personajes sea particularmente atractivo y, por ende, que sus supervivencias sean relevantes dentro de lo que propone el relato. Al mismo tiempo, a la puesta en escena del director Andrew Traucki se le acaba rápidamente la inventiva, quedando condenada a un estatismo que deriva en un obvio aburrimiento. A pesar de ser una película relativamente corta en su duración, Amenaza bajo el agua termina pareciendo bastante larga, en buena medida por una trama que parecía dar más para un mediometraje que para un largo. Con apenas algunos pasajes rescatables -donde Traucki utiliza con cierta habilidad el contraste entre luz y oscuridad- y un puñado de ideas repetidas demasiadas veces, es un film que desde su mismo arranque luce avejentado y limitado. Y aunque no cae en manipulaciones argumentales innecesarias y se asume sin muchas vueltas como un producto Clase B, no posee la suficiente autoconsciencia como para salir de lo previsible y generar un suspenso mínimamente consistente. De ahí que sea un producto totalmente olvidable e innecesario.
Amenaza bajo el agua es una continuación de Black Water, una película de terror australiana que tuvo una buena recepción en el público y la prensa en el 2007. Las historias no están conectadas entre sí salvo por el concepto central relacionado con un cocodrilo gigante que devora exploradores molestos. Tras la buena repercusión de su ópera prima, el director Andrew Tacki volvió a trabajar una temática similar en El arrecife (The Reef) con la particularidad que en esa oportunidad el protagonista era un tiburón. En el 2013 tuvo una incursión fallida en el subgénero del found footage con La jungla, donde un leopardo mitológico masacraba a otro grupo de exploradores. Un punto en común que une a estas producciones es que Tacki parece tener un problema con la industria del turismo. En Amenaza bajo al agua retoma una premisa familiar con resultados más positivos. Sin grandes ambiciones pero con un buen dominio del suspenso el director elabora una propuesta clase B que está muy bien narrada y no decepciona en materia de entretenimiento. En este film en particular consigue muy buenos momentos claustrofóbicos a la hora de retratar la exploración de unas cavernas. El concepto de quedar atrapado en ese lugar, sin la posibilidad de pedir ayuda y al acecho de un cocodrilo hambriento resulta inquietante y Tacki le saca provecho a la idea. Todas las escenas que transcurren dentro de las cavernas son muy buenas y el coco está muy bien implementado y se ve realista, algo que no suele suceder con la mayoría de los filmes de este tipo. Pese a sus limitaciones argumentales, dentro de su estilo los australianos consiguieron un producto mucho más digno que numerosas propuestas hollywoodenses que se pueden encontrar en la tele y plataformas de streaming. Las actuaciones del reparto son decentes, los personajes no son estúpidos y las secuencias de horror están bien elaboradas. Dentro de esta temática los italianos fueron los pioneros en darle protagonismo a los cocodrilos en The Great Alligator River (1979), con la chica Bond Barbara Bach (esposa de Ringo Starr) que se colgaba con total impunidad del éxito de Tiburón de Spielberg. Desde entonces surgieron algunas buenas películas como Alligator (mi favorita) escrita por John Sayles, que tenía un tono de sátira y en los ´90 Lake Placid reunió sus adeptos con varias continuaciones. Amenaza bajo el agua no está al mismo nivel de lo que hizo hace poco Alexander Aja con Crawl, pero aporta un exponente decente con las propuestas de cocodrilos. Si tenés claro el tipo de cine que vas a encontrar no es una producción deficiente y está para tener en cuenta.