Ata tu arado a una estrella hace su primera aproximación a Fernando Birri a través de un material que Carmen Guarini registró en 1997 y decidió desempolvar dos décadas después. Es la realización de un documental de Birri para la televisión alemana (Che: ¿Muerte de la utopía?), con el director y su equipo entrevistando figuras como Ernesto Sábato, Eduardo Galeano y León Ferrari, junto a los habitantes de la localidad boliviana de La Higuera, acerca del significado y la vigencia de las utopías a treinta años del asesinato del Che Guevara. Esos archivos, que además del making of incluyen escenas cotidianas de Birri, no brindan grandes revelaciones pero tienen un encanto similar al que lograba otra producción de Guarini en aquella época (el genial documental Tinta Roja, de 1998, codirigido con Marcelo Céspedes), y es el de mostrar la voluntad con la que la gente intentaba sostenerse en la Argentina de fines de los noventa. Esto se pone en relieve cuando Guarini incluye imágenes de Birri recorriendo viejas locaciones de su legendario cortometraje Tire Dié, o fundando en 1986 la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba: ¿Cómo sobrellevaba esa desalentadora realidad una persona que había emprendido una cruzada continental para evitarla? Guarini viajó a Roma para visitar a un Birri de 92 años, que no perdió un ápice de lucidez y buen humor. Además de ser el último registro público de Birri, el mérito de la directora está en el espíritu crítico con el que lo encara, frente al cual el santafesino analiza el desenlace de sus propias utopías cinematográficas, habla de sus años en el exilio y revela que alguna vez consideró el suicidio. En la función de prensa del documental se compartió el libro; Diálogos de Cine / Fernando Birri; Carmen Guarini, publicado por Ediciones Treintayseis y Directores Argentinos Cinematográficos, que contiene las conversaciones completas y es imperdible pese a la pésima edición y corrección en las transcripciones: además de un recorrido personal, incluye varias reflexiones sobre el rumbo (formal y discursivo) que fue tomando el Nuevo Cine Latinoamericano, la monumental ORG (que cuatro décadas después de su realización fue rescatada y restaurada) y las nuevas tecnologías (en el documental, Guarini deja una cámara GoPro en la casa de Birri para que el director la use libremente, y el libro explica que el resultado final de sus tomas es un homenaje formal a un texto de Xavier de Maistre escrito en 1794). El cariño y la admiración de Guarini por Birri son evidentes, pero en las preguntas y comentarios que este último decide disputar está lo mejor del documental, alejándose del lugar común y demostrando muchas discusiones aún no están zanjadas. Esto no quita que algunos tramos pequen de cierta pomposidad, o que la voz en off de Guarini subraye innecesariamente alguna de sus ideas, pero a cada uno de esos momentos la presencia de Birri -hace treinta años o hace uno- responde con un desparpajo y una ridiculez irresistibles: pegándole piñas a Sábato en el abdomen, ostentando sus dibujos hechos con un software llamado Kid Pix o imaginando su funeral en el medio de un asado. Por momentos todo parece una versión de Visages Villages (otro canto a la amistad y a alegrarse la vida con una cámara) sin tanto presupuesto ni glamour, pero Guarini entendió perfectamente que el enorme legado de Birri tiene las mismas dosis de compromiso y de gracia.
"Yo no existo más desde el día que puse la palabra Fin en El fausto criollo hace cinco años. Todo el resto son cosas que ustedes están inventando… Yo soy una fantasmagoría… Prácticamente no existo más que por falsas proyecciones… Cuando ustedes se van de acá, yo hago como que voy a mi cuarto, cierro la puerta y desaparezco“. No es cierto. Fernando Birri dista de ser una fantasmagoría. No lo fue mientras conversó con Carmen Guarini meses antes de morir, y tampoco lo es ahora que lleva más de un semestre habitando otra dimensión. Por lo pronto, lo percibimos tan presente como siempre en las dos versiones que la cineasta y antropóloga hizo de aquel encuentro en Roma: el documental Ata tu arado a una estrella y este libro recién publicado. En todo caso, Birri reconoció la inminencia de la muerte o de una nueva forma de existencia fuera del cuerpo que lo acompañó 92 años, nueve meses, dos semanas. Otra prueba de lucidez por parte del autor de films memorables como Los inundados, Tire dié, ORG, y además fundador de la Escuela Documental de Santa Fe y de la Escuela de Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños, Cuba. Ata tu arado a una estrella no sólo desmiente la pretensión fantasmagórica de Don Fernando; también desafía la noción lineal del tiempo. De hecho, Guarini articula el registro de las charlas en Roma con material que filmó veinte años antes, cuando acompañó al Maestro mientras rodaba un documental a propósito del 30° aniversario de la muerte de Ernesto Che Guevara. Curiosamente, en ese 1997 lejano Birri imaginó su propio funeral. Aunque acotadas, las apariciones de Ernesto Sábato, Eduardo Galeano, León Ferrari, Osvaldo Bayer alimentan la ilusión de inmortalidad de ciertos referentes y estimulan la reflexión sobre dos temas centrales del film: el arte –y el cine en particular– como ejercicio de resistencia política, y la utopía como faro para seguir avanzando por el camino de la libertad (o liberación). El libro que integra la colección Diálogos de cine permite repasar los recuerdos y las opiniones de Birri durante el encuentro de enero de 1997. De yapa, ofrece el Manifiesto de Santa Fe, el acta de nacimiento de la Escuela Internacional de Cine y TV en San Antonio de los Baños y la transcripción del Juramento Athanasiano que tuvo lugar en el acto inaugural de la EICTV. El (o los) trabajo(s) de Guarini resultan una bocanada de aire fresco para los espectadores hartos del cine que Don Fernando define como explosionístico, es decir, concebido para entretener, distraer, narcotizar a través de la recreación –cada vez más espectacular– de explosiones y disparos. Película y libro oxigenan pulmones, sangre, cerebro mientras reivindican otra manera de aprehender el legado de Georges Méliès y los hermanos Lumière. El recuerdo de Raymundo Gleyzer, Jorge Cedrón, Gerardo Vallejo entre otros compañeros de ruta y las imágenes tomadas en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma y en la entrañable EICTV dan cuenta de la dimensión colectiva, internacional, histórica de un movimiento irreductible a la obra de Birri, y por lo tanto con capacidad de intervención en nuestro atribulado presente. Sin dudas, el “subcine cómplice del subdesarrollo” se topará indefectiblemente con un límite mientras haya realizadores que, como Guarini, sigan produciendo películas realmente luminosas.
Birriopía Una de las tantas escenas de Ata tu arado a una estrella, documental de Carmen Guarini (Ver entrevista) muestra una de las caras del polifacético Fernando Birri, tal vez la que más se aproxime a su esencia: el padre de la Escuela de cine de Santa Fe en su exilio final en Roma otorga a Carmen Guarini la chance de una entrevista como cierre de un proyecto comenzado por la cineasta en 1997 y que iba a llamarse Compañero Birri. Como un patriarca de los pájaros pero sin pájaros alrededor, aparece Birri con su cansino andar y habla con un fantasma de juguete para pedirle que se concentre, le habla a ese objeto para mostrarle a Carmen algo inesperado o imposible de acuerdo al ojo que lo observe. Pantomima de mago mediante, que lejos de ocultar parece dispuesto a exhibir sus trucos, descubre que el juguete se acciona con un botón. Todo preparado para la magia pero el botón parece no funcionar y entonces la mirada de Carmen abandona esa actitud de atención y en ese instante donde parece que todo avanza al terreno de la derrota de la imaginación, el sabio Birri vuelve a salirse con la suya y aprieta el botón -que siempre funcionaba- para que Carmen Guarini se sorprenda esta vez porque el fantasma baila y el asombro le gana una vez más al pesimismo de la razón. Birri allí es un niño juguetón y un viejo sabio, un maestro que aún en el ocaso del retiro enseña para luego responder sin tapujos esas preguntas difíciles a las que define sin pelos en la lengua como provocaciones de Carmen Guarini. Es muy difícil llegar a conclusiones sobre Fernando Birri para quienes han tenido el priviliegio de estudiarlo como de trabajar junto a él en su constante andar y dejarse llevar por la realidad y la gente, sin interrupciones de carácter estético pero siempre con objetivos claros a la hora de encarar documentales, entrevistas o construir historias. Por eso Carmen Guarini apeló a la compañía con una cámara testigo, que gracias a la gentileza de Fernando Birri pudo escudriñar en sus momentos de mayor intimidad tanto en el quehacer cotidiano mientras el santafecino preparaba un proyecto en conmemoración a los 30 años de la muerte del Che Guevara en Bolivia y que se preguntaba por la utopía y su fin cuando la década de los ’90 generaba ese interrogante en toda la clase intelectual europea, así como fronteras hacia adentro. En ese sentido, el acompañamiento de Carmen Guarini con su cámara conecta directamente con el mundo interior de Fernando Birri, las tertulias con amigos en uno de sus refugios en Rincón, Santa Fe, pero también se traslada a la escuela de San Antonio de los Baños, Cuba, para reencontrarse su proyecto más ambicioso y con un legado que al día de hoy exhibe la muestra palpable de dejadez por parte de las autoridades vigentes y los cambios políticos en la isla. El material de archivo que se intercala en esta suerte de viaje cinematográfico con momentos de homenaje y otros de reflexión especular sobre el propio Fernando Birri, su pensamiento, sus películas, no categórico ni absoluto y el valor de la utopía en épocas de crisis realza aún más cada una de sus palabras a cámara o esos discursos frente a diferentes tipos de públicos. Todos ellos resumidos en un incansable ajetreo por lugares para un verdadero artista, quien hizo de cada exilio una chance de procesar creatividades para regresar con nuevas ideas y volver así a sembrar semillas de resistencia ante tanta espesura y chatura mental, con una enorme capacidad para escuchar y tener aún las ganas de acercarse a la vida, a la naturaleza, al hombre y sin olvidarse de defender con el cuerpo y el corazón su derecho a soñar.
¿Perviven las utopías? Allá por 1997 Fernando Birri, uno de nuestros más grandes cineastas que desarrolló gran parte de su carrera en Italia y Cuba, regresaba al país para grabar un documental a propósito de las utopías, con el motivo de los 30 años de la muerte del Che Guevara. Carmen Guarini documentó ese rodaje y lo retomó muchos años después, rescatando la sensibilidad y las ideologías de Birri. Ata tu arado a una estrella es el resultado de ese proceso. Fernando Birri, fallecido en 2017, había estudiado ni más ni menos que en el Centro Sperimentale di Cinematografía en Roma en pleno auge del neorrealismo italiano. Su labor no se limitó a la dirección sino a la difusión y la formación de nuevos cineastas, incluyendo la fundación de la mítica Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños de Cuba. Es considerado uno de los padres del nuevo cine latinoamericano. Es reconocido internacionalmente por su filmografía de gran compromiso social, que incluye títulos como Tiré Die (1960) y Los inundados (1962) ¿Por qué esta introducción? Porque la historia parece indicar que Birri era un señor serio que rozaba lo aburrido. Carmen Guarini (directora de H.I.J.O.S. El alma en dos) se encarga de mostrarnos un perfil completamente opuesto. Los registros retoman la intimidad de aquel rodaje mostrando a un Birri consciente de la cámara de Guarini, pero natural, espontáneo, con un enorme sentido del humor y una marcada sensibilidad, pero sobre todo una gran sabiduría: no cualquiera puede hablar sobre cómo quiere que sea su cortejo fúnebre y qué quiere que pase con sus cenizas riéndose sin parar. La misma sabiduría se pone de manifiesto en la documentación de su labor como director: el marcar con firmeza pero a la vez suavidad el punto que quiere que desarrollen sus entrevistados o como quiere que sean los encuadres son testimonios de una visión del cine muy personal y clara. Ata tu arado a una estrella reúne además registros de las entrevistas realizadas por Birri a personalidades como Eduardo Galeano y Ernesto Sábato, un paseo por algunas obras de arte digitales que el propio director hizo en un acercamiento a las nuevas tecnologías y curiosos registros de su cotideaneidad con una cámara GoPro que Guarini le dejó en la segunda etapa del rodaje. Film fundamental para descubrir al gran hombre detrás de películas eje de nuestra cinematografía, merecido homenaje y sobre todo, reivindicación de las utopías que, aunque parezcan borradas en nuestro mundo cotidiano, como ha dicho Eduardo Galeano, sirven para caminar.
En 1997 Fernando Birri regresó a la Argentina para filmar una película sobre las utopías a 30 años de la muerte del Che Guevara. Carmen Guarini registró ese rodaje, pero no pasó de un primer corte que quedó perdido en un VHS. Dos décadas más tarde, la directora de H.I.J.O.S.: El alma en dos y Calles de la memoria retomó ese material para no sólo reconstruir aquel proyecto en el que el maestro santafesino se encontró con figuras como Ernesto Sabato, Osvaldo Bayer, León Ferrari y Eduardo Galeano sino también la propia historia del creador de Tire dié, Los inundados y Un señor muy viejo con unas alas enormes. De las imágenes de 1997 (en el rodaje, en su “ranchito” en Rincón, Santa Fe, en un asado con familiares y amigos) y las de su “utopía cumplida” (como el discurso de inauguración de la Escuela de San Antonio de los Baños el 15 de diciembre de 1986 y su posterior abrazo con Fidel Castro) se pasa a las de un encuentro reciente en su casa de Roma. Allí, con 92 años, bastón y ya sin su particular melena, el patriarca del Nuevo Cine Latinoamericano mantenía -a pesar de su por entonces ya deteriorada salud- su lucidez, su buen humor y hasta aprendía a usar una minicámara GoPro que le acercaba la directora. La voz en off de Guarini y un intercambio de correos electrónicos sirven para ordenar esta película hecha desde la admiración a un maestro que -como bien refleja Ata tu arado a una estrella- dejó su impronta tanto en la EICTV de Cuba como en el Centro Sperimentale de Cinematografia de Roma. Un registro tan sencillo como emotivo. Y, sobre todo, merecido.
Tesis sobre la utopía En Ata tu arado a una estrella (2017) la documentalista Carmen Guarini retoma un proyecto inconcluso de hace 20 años atrás, que versaba sobre la figura de Fernando Birri, para reflexionar sobre la vigencia de las utopías. En 1997 Fernando Birri regresaba al país para filmar un documental en conmemoración del 30 aniversario de la muerte del Che Guevara. Ese trabajo por encargo, y del que participaban figuras de la talla de Ernesto Sábato y Osvaldo Bayer, entre otros, giraba en función al fin de las utopías. Guarini registra el detrás de escena de esa aventura cinematográfica con el fin de hacer un documental sobre el proceso creativo. Veinte años después desempolva un VHS con un primer montaje de la película inconclusa para terminar lo que nunca tuvo un final. Ata tu arado a una estrella podrían ser dos documentales que confluyen en uno. La primera parte es un nuevo montaje de aquel viejo proyecto en formato de making off donde vemos a Sábato, León Ferrari o Bayer detrás de la cámara de Birri en un estado intimo deliberando junto al cineasta sobre la idea de un estado ideal. La cámara de Guarini los interpela desde una intimidad que los vuelve vulnerables contrariamente a como aparecerán luego en el trabajo de Birri. Para el desenlace Guarini se traslada a la actualidad para viajar a Cuba e Italia y así volver sobre el tema sobre que versaba la obra anterior y corroborar si la hipótesis planteada en aquel momento se había confirmado o no. Pero, lejos de ese planteo inicial aparecen otros como el paso del tiempo o la muerte. La presencia fantasmagórica de un Birri de 92 años en lo que podría ser una despedida del plano terrestre filma con una GoPro viñetas sueltas, mientras emerge un nuevo tema. las nuevas tecnologías en el cine y la utopía de una nueva película. Ata tu arado a una estrella es una película de sueños cumplidos y utopías pendientes, que bien podría haber un sido un simple homenaje sobre la admiración de una directora al gran patriarca del Nuevo Cine Latinoamericano, pero que lejos de eso (y no por no serlo) se convierte en una película que abre una discusión (al igual que lo hacía Birri en 1997) sobre la vigencia de las utopías.
Este documental es un homenaje a Fernando Birri, o una lucha por conocer a un hombre sincero como nadie, auténtico como su propio cine. Para el que no está en tema, Birri fue un cineasta santafecino reconocido como el padre del Nuevo Cine Latinoamericano, que contribuyó enormemente a la al mundo audiovisual, habiendo fundado la Escuela Documental de Santa Fe y la consagradísima Escuela Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños, Cuba. Entre sus obras más notables, se encuentran “Tire dié” (1960), un documental sobre la clase baja de las ranchadas de Santa Fe, y la película “Los inundados” (1962); ambos filmes, esenciales para el cine nacional. El documental de Guarini está dividido en dos partes: una, en 1997, cuando ella comenzó a grabar escenas cotidianas de Fernando en Santa Fe en búsqueda de conocer a este tremendo personaje, y la otra, en 2017, justo en los últimos meses de vida de Birri, con unos diálogos fantásticos que tuvo con el director que, aunque más deteriorado por los años, mostraba el mismo espíritu alegre que lo caracterizó siempre. De carácter entrañable, la directora propone un acercamiento íntimo a Birri, como así también intenta enfocar a ese luchador por la persistencia de las utopías, con la influencia marxista, pero con el modo de ser de Fernando, quien siempre apeló a lo más humano, con una mirada sabia y una perspectiva totalmente estética y bella. Las imágenes de 1997 se tomaron en un viaje de Birri a Argentina para rodar un documental por el 30° aniversario del Che. La peculiaridad y punto fuerte de “Ata tu arado a una estrella” es la visita del cineasta a personajes célebres como Ernesto Sábato, Eduardo Galeano, León Ferrari y Osvaldo Bayer, en la que Fernando los invita a responder la pregunta “¿qué son las utopías?”. Las respuestas son, a veces, ambiguas, pero también certeras, con un profundo análisis de la importancia de la persistencia de las utopías, como aquello que se añora, que quizá nunca se llegue, pero que es fundamental para seguir resistiendo. Momentos de asado con amigos filmados por Guarini nos permiten conocer a un Birri íntimo, pero tan natural como en cualquier otro lado. Él era así en todos los aspectos de su vida. Auténtico. Incluso también durante sus últimos días en 2017. En síntesis, Guarini realiza un nostálgico y divertido documental, entrañable y conmovedor como la propia vida del reconocido cineasta, disfrutable no solo por los fanáticos y admiradores de Fernando Birri, sino también para los que no conocen tanto a este personaje que fue todo un hito para el cine latinoamericano y la resistencia de las utopías. Sin bajadas de líneas ni nada por el estilo, “Ata tu arado a una estrella” es una simple exploración de un maestro y la importancia de las utopías, con un título tan preciso y bello como su misma vida.
20 años le llevó a Carmen Guarini cerrar esta aventura que comenzó rodando al propio Fernando Birri en su último proyecto, un documental sobre la utopía. 20 años esperamos para ver esta amable, entrañable, potente historia de amor al cine, a los ideales, a la pasión en el día a día, que nos invita a reflexionar y a comprender que todo sigue igual si uno no lucha por aquello que mas desea.
Fernando Birri fue -es- una figura imprescindible si de cine argentino y latinoamericano se habla. Y no solamente del género documental. El director de Tire dié fue piedra fundamental de la escuela de Cine de Santa Fe, la provincia en la que nació, y de la Escuela de San Antonio de los Baños, en Cuba, la que fundó con, entre otros, Gabriel García Márquez, por la que pasaron -como profesores- realizadores como Francis Ford Coppola, y más de un alumno fue argentino. En Ata tu arado a una estrella se lo muestra en distintos momentos de su vida. Siempre jovial, Birri puede bromear sobre su futuro funeral, pero siempre mantendrá una mirada lúcida sobre lo que creyó que deben ser el cine y las utopías. Precisamente sobre las utopías y el Che Guevara, Birri ideó un documental, al regreso de su exilio y 30 años después de la muerte del Che, preguntando a personajes anónimos y otros no tanto -como Ernesto Sabato, Eduardo Galeano o León Ferrari- sobre la importancia del revolucionario que mataron en La Higuera (hasta allí se dirigió también para preguntar a los campesinos) y sobre lo que es la utopía. Tal vez utópico resulte pensar que en un documental que lo siguió por distintos momentos de su vida se podrá tener un resumen de su vida, de su pensamiento y de su cine. Carmen Guarini tuvo la suerte de conocerlo de primera mano. E hizo una suerte de backstage de aquella realización documental y lo entrevistó muchos años después, también poco antes de que Birri falleciera en diciembre del año pasado. Y fue hasta Cuba y hasta Roma, donde el protagonista central del documental enseñó y donde estudió cine. A Birri -lo dice- le molestaba “esa obsesión de querer sorprender la vida” (retratar a personajes en algún momento), pero Ata tu arado a una estrella muestra poco de su obra. A quienes no sepan quién fue Birri, podrán admirar su discurso, pero no entenderán su grandeza.
A partir de un material que comenzó a grabar Carmen Guarini mientras Fernando Birri rodaba un documental acerca de los 30 años de la muerte del Che Guevara, Ernesto Sabato, Eduardo Galeano, León Ferrari y Osvaldo Bayer son interrogados por ese realizador quien, además, se adentra en pueblos y aldeas siempre con la misma pregunta ¿perviven las utopías? Este cálido documental se completa con visitas a Cuba y a Roma, y entrevistas propias cuando ya la enfermedad lo tenía relegado a un rincón de su propia casa. Birri (murió en 2017) es la utopía misma en su manera de ver el mundo y de concebir el oficio de contar historias. Este documental retrata con indudable emoción a ese hombre que hizo del cine su forma de vida.
De la mano de una de las documentalistas más reconocidas de nuestro país, "Ata tu arado a una estrella", de Carmen Guarini, se eleva por sobre el homenaje al enorme Fernando Birri. En 1997, se cumplían 30 años de la muerte del Che Guevara tan cargada de misterio como de mística de mantener las ideas hasta las últimas consecuencias. Ese año no solo simbolizó el hallazgo de los restos en territorio boliviano, repatriados en ese momento a Cuba; sino que simbolizó la oportunidad para que varios proyectos audiovisuales sobre su imagen se gestaran, siendo "Che, Hasta la victoria siempre", de Juan Carlos Desanzo, el más popular y grande de ellos. El célebre Fernando Birri, considerado padre del Nuevo Cine Latinoamericano en los años ’60, también quería rendir su homenaje, poniendo el foco en el empuje de las utopías. Ese proyecto, dificultoso, que terminó siendo "Che: ¿Muerte de la utopía?", fue documentado por Carmen Guarini a modo de backstage. El material, inédito y olvidado hasta la fecha, fue rescatado por la realizadora que decidió completar de algún modo el trabajo de Birri desde una mirada en la actualidad, del director (fallecido en diciembre último) y de las utopías. "Ata tu arado" a un puñado de estrellas se compone de dos segmentos diferenciados. El primero, compuesto por aquel material de 1997, que muestra la intimidad de Birri detrás de cámara, y dialogando con quienes serán los entrevistados en su película. Allí aparecen Osvaldo Bayer y Ernesto Sábato, entre otros, para hablar sobre la figura del revolucionario, y el foco sobre el que versaría el documental. Birri pretendió viajar por el mundo buscando la huella del Che y hablar sobre la persecución eterna de lo utópico. Así como decía Eduardo Galeano, las utopías sirven para caminar. Guarini reinterpreta "Che: ¿Muerte de la utopía?"y amplía el espectro de la utópico alrededor de la figura de Birri y ese deseo de hacer algo inmenso para su admirado, dejar una huella propia desde lo fílmico. Casi como si se tratase de un nuevo corte sobre el mismo proyecto. Posteriormente, Guarini viaja a Cuba e Italia para continuar hablando de las utopías. Birri planteaba la decadencia de las utopías sociales allá por fines de los ’90, ¿en dónde habían quedado los sueños de aquellos revolucionarios de los ’60?. ¿Inconscientemente? Estaba hablando de sí mismo. Guarini pretende volver 20 años después para comprobar si esa muerte vaticinada realmente ocurrió, y allí encuentra a un Birri nonagenario, ¿espectral? ¿angelical? Pero aún potente. Existen varias coincidencias en la figura de ambos cineastas. Birri abrazó el movimiento social revolucionario de los ’60 y lo hizo cine, plasmó una realidad que muchos poderes querían esconder; también le costó una buena parte de su vida. Él mismo ya había tratado la figura de Guevara en los’80 con "Mi hijo el Che – Un retrato de familia" de don Ernesto Guevara. Guarini, dedicó gran parte de su filmografía a retratar esas figuras de la revolución social; como su recordada "Jaime de Nevares: último Viaje", o "Walsh entre todos". También recurrió a la figura de Birri anteriormente en "Compañero Birri". Quizás sea ella ahora quien quiera hablarnos de sus propias utopías. En ese entrecruce entre las utopías del ayer y del hoy, sobre la muerte y el renacer, sobre la necesidad de los legados, y las figuras que se mantendrán perennes aún luego de su partida física; hay mucho de comparación de las formas del pasado con las actuales; también desde lo cinematográfico. Guarini retoma una filmación en VHS de un backstage de 1997. Al momento de trasladarse al presente utiliza nuevas metodologías ligadas al digital y a la acción en movimiento, y la posibilidad de registrar al alcance de todos. Birri como representación de ese cine con cuerpo, con estructura y andamiaje, capturado por cámaras diminutas, de una resolución detallista, pero plástica. ¿El cine lo hacen las cámaras o los cineastas? Carmen Guarini pudo hacer un bello homenaje sobre la figura del legendario Fernando Birri, como ya lo realizó con otros colegas. En "Ata tu arado a una estrella", recopilando material antiguo y redefiniéndolo con tomas actuales, supera al homenaje y reconvierte un proyecto que en su momento resultó problemático, desde una óptica que le permite hablar del maestro, de ella, de la muerte y resurrección de ideas, de la posteridad, y de la inmensidad del cine en general. Un amante del cine no debería perderse este regalo.
Dice un refrán español, probablemente navarro, "Si quieres arar recto en un campo, ata tu arado a una estrella". Aquí lo dice un cura, interrogado por un viajero junto al fogón en algún lugar de los Andes. El cura, seguramente, pensaba en una estrella divina. El viajero, en una utopía. Él siempre decía que la utopía es como el horizonte. "Caminas un paso y el horizonte se aleja otro tanto. Caminas un nuevo paso, y otra vez se aleja. No lo alcanzas nunca. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Pues, para caminar". Fernando Birri caminó toda su vida. Titiritero, navegante, poeta, dibujante, documentalista, charlista, docente, fundador de escuelas, pícaro, soñador, la mar de simpático y amable, acá está pintado de cuerpo y alma por una de sus más fieles discípulas, Carmen Guarini. Ella lo registra básicamente en tres épocas. A los 72 años, con Ernesto Sabato, Eduardo Galeano y otros amigos en la preparación de un film pedido por la televisión alemana, casualmente llamado "Che, ¿muerte de la utopía?". Más viejo, durante una regocijante sobremesa con amigos de todo pelaje en su rancho de San José del Rincón, donde daba instrucciones para que al morir lo despidiera una murga local, con el bochinche propio de las murgas. Y a los 92, en Roma, de larga barba deshilachada y paso vacilante, pero siempre ingenioso, divertido, envuelto en poesía. Esto es lindo: gente que no sabe quién era Fernando Birri, que nunca vio una sola de sus obras, lo ve acá en este documental y se emociona. Tal ha sido su encanto, y tan fuerte es la ternura que transmite su alumna.
A pocos meses de la desaparición física de Fernando Birri se estrena, de manera comercial, ya se había producido en festivales, este afectuoso homenaje en formato de documental que la directora Carmen le hizo a su maestro y amigo. En 1997, a treinta años de la muerte del Che Guevara, con producción de la TV alemana, Fernando Birri recorría América Latina con la simple y potente premisa de revisitar su figura, además de redescubrir en distintos testimonios el significado y la vigencia de las utopías. Carmen Guarini registró aquel rodaje, un material extraordinario con las apariciones de Ernesto Sabato, Osvaldo Bayer, Eduardo Galeano, León Ferrari y los habitantes de La Higuera, para seguir los pasos del director en Cuba (donde fundó la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños) e Italia (donde realizó sus propios estudios de cine), para finalmente entrevistarlo en su hogar, donde demostraba que a los 92 años su lucidez y falta de solemnidad seguían intactas. En la confianza mutua que sostenían, Guarini se permite un intercambio franco y agudo, que evita los lugares comunes y la autocomplacencia, y el documental señala con claridad un mérito clave en la carrera del realizador santafesino: no sólo les brindó voz y espacio a las comunidades en los márgenes sino que también procuró que esas comunidades produjeran sus propias expresiones. Con un muy buen trabajo de montaje, anudado a la voz en off de la directora, como variable rectora del texto. Todo esto transforma el sentido homenaje de Carmen Guarini, en un merecido reconocimiento que se esparce a todos aquellos que se acerquen a presenciar el filme.
Es un documental de visión imprescindible para todos aquellos que quieren tener la memoria fresca de un maestro de cine, Fernando Birri. El patriarca del nuevo cine latinoamericano, el director y co-fundador de la escuela de cine de San Antonio de Los Baños en Cuba, el reconocido realizador en la escuela experimental de cinematografía de Roma. El hombre talentoso, con sentido del humor, inteligencia y poder de observación únicos. La directora Carmen Guarini registró en detrás de la escena de un film que Birri vino a dirigir a nuestro país, a treinta años de la muerte del Che Guevara, para hablar de las utopías entre otros con Ernesto Sábato, Osvaldo Bayer, León Ferrari y Eduardo Galeano. A veinte años de ese material, Guarini registra un reportaje con Fernando a sus 92 años, en su casa de Roma, donde el demuestra su agudeza y vitalidad intactas. Es un fresco, necesario, vital e informativo homenaje a un hombre que dejó su huella para todos aquellos que aman el cine. No se lo pierda.
El poeta que nunca renunció a la utopía La directora de Calles de la memoria siguió durante las últimas dos décadas al mítico cineasta y logró reflejar todas sus facetas, incluidas las de docente y utopista. El hombre, de barba casi blanca y muy larga, recoge algunas cosas antes de dejar la casa. Luego sale y cierra la puerta con llave, aunque reconoce que se trata de una costumbre innecesaria. “Solamente tengo libros y nadie roba libros. Ojalá los robaran”, dice. Enseguida cuenta la historia de un hombre que olvidó tres diccionarios en la puerta de su casa y que al volver apurado, temiendo que alguien pudiera habérselos llevado, encontró cuatro diccionarios en lugar de tres. El chiste disfrazado de anécdota con el que Carmen Guarini decide abrir su documental Ata tu arado a una estrella, cumple además con el objetivo de funcionar como carta de presentación perfecta para el utopista empedernido que protagoniza la película. Se trata de Fernando Birri, cineasta argentino, padre del Nuevo Cine Latinoamericano, fundador de la mítica escuela de cine de Santa Fe y de la Escuela de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. La primera mitad de Ata tu arado a una estrella está construida con material de archivo. Una especie de “detrás de cámara” que la propia Guarini rodó en 1998 siguiendo a Birri, quien entonces filmaba un documental para la televisión de Leipzig, en el que intentaba mensurar el estado de las utopías a treinta años de la muerte del Che Guevara. En esas imágenes se ve a un Birri ya grande pero de espíritu todavía joven, dialogando sobre el tema con figuras de la talla de Ernesto Sabato, León Ferrari, Eduardo Galeano y Osvaldo Bayer. Algunos de esos diálogos, reproducidos de forma muy parcial en la película, consiguen de todas formas ser significativos, en tanto tuvieron lugar en una Argentina que marchaba con decisión a la mayor crisis de su Historia moderna, la que comenzó en diciembre de 2001. “Hoy palabras como utopía, amor, revolución o solidaridad son completamente demodé, están fuera de onda”, dice Birri en alguna de esas charlas y su voz suena profética. El recorrido que traza el relato de Guarini hace una parada intermedia en la escuela de San Antonio de los Baños, donde Birri es venerado. En ese itinerario por las instalaciones, la directora se detiene un rato largo ante la vista que le entrega la ventana de la que fuera la oficina de Birri durante su gestión al frente de la institución. En off, una voz femenina con acento cubano sostiene que esa hermosa escena rural a la vera de un arroyo explica por qué un hombre ya grande como Birri había insistido en montar su oficina en el cuarto piso. Lo que esa mujer no tiene forma de saber es que ese paisaje tranquilamente podría ser una postal santafecina, de su querido pueblo de Rincón, donde veinte años antes el propio Birri imaginó para sí mismo un sepelio festivo y surrealista, en el que sus amigos y una murga acompañarían sus cenizas hasta el río Uguajay. Una conexión que el propio cineasta parece confirmar cuando en una escena rodada poco antes de su muerte, ocurrida el 27 de diciembre de 2017, hable de sus exilios y del dolor de estar lejos. El tramo final de la película transcurre en Roma, ciudad donde Birri pasó sus últimos años: ahí Guarini tiene la última charla con el protagonista de su película. “Soy una fantasmagoría y ustedes me están reconstruyendo”, dice Birri. “Me alegra que crean que estoy con ustedes, pero cuando se vayan me encierro en mi cuarto y desaparezco”. Justo antes el viejo director jugaba en cámara con el muñeco mecánico de un fantasmita bailarín: son detalles como ese los que confirman el buen ojo de Guarini. Esa idea en torno de la ausencia se complementa con las imágenes que el propio Birri toma de su casa con una camarita GoPro que le deja Guarini. En ellas muestra los objetos, los muebles y las plantas que ocupan cada espacio pero él, más allá de algún dedo fantasmal que cada tanto se cuela en el cuadro, jamás aparece. Solo al final, en unas escenas captadas desde un extremo contrapicado, Birri se filma a sí mismo deambulando por la casa, como un espíritu que revisa que todo haya quedado en orden justo antes de partir. Y después la película termina. Curiosamente la muerte de Birri ocurrió apenas un mes después de que Ata tu arado a una estrella tuviera su estreno mundial casi en simultaneo en los festivales de cine de Mar del Plata y La Habana. En el recorrido que la película traza, Guarini consigue darle forma a este modesto pero emotivo retrato de un hombre obsesionado con las utopías, que soñaba con un mundo en el que la gente ojalá robara libros.
La cineasta y antropóloga Carmen Guarini (H.I.J.O.S.: El alma en dos) presenta Ata tu arado a una estrella, un documental tributo al santafecino Fernando Birri, que permite reflexionar sobre la vigencia de las utopías. En 1997 el cineasta Fernando Birri regresó a Argentina para filmar una película por los 30 años de la muerte del Che Guevara. Carmen Guarini registró ese rodaje, pero el crudo quedó perdido en un VHS. Luego de 20 años, la documentalista recupera contenidos de aquel Compañero Birri, diario de una filmación, por lo que decide llevar adelante Ata tu arado a una estrella: documental donde une los registros del pasado con los acontecimientos más actuales del director, quien falleció en 2017 a sus 92 años. Ata tu arado a una estrella podría considerarse dos documentales en uno. Por un lado está aquel proyecto que Carmen Guarini realizó dos décadas atrás, en donde registró el detrás de escena del documental Che: ¿muerte de la utopía? (1999), trabajo en el que participaron figuras como Osvaldo Bayer y Eduardo Galeano. Por otro lado, está el proyecto actual, en donde Guarini ahonda en los últimos años de vida del cineasta. El documental no sólo pone foco en Fernando Birri, sino que también lo hace en la vigencia de las utopías (el film sobre el Che Guevara giraba en torno a esta cuestión). En esos fragmentos, en donde la cámara capta los momentos en los que Birri entrevista al escritor Ernesto Sábato y a otros intelectuales, se plantean cuestiones tales como qué es una utopía. La película cuestiona si el revolucionario perdió su tiempo ideándolas, o bien si su muerte también implica la muerte de las mismas. Carmen Guarini construye parte del relato mediante su voz. En off ella cuenta cómo comenzó la idea de armar la película. Ata tu arado a una estrella, por momentos, también se transforma en una especia de entrevista directa entre Fernando y Carmen, aunque esto parece más bien un monólogo de él, ya que en esta ocasión no se escucha la voz de ella realizando las preguntas. El documental no sólo intercala los momentos que Guarini captó de la filmación del documental sobre el Che y el último tiempo del cineasta, sino que también hace un trayecto por otros momentos de la vida del realizador. La cineasta realiza un recorrido por la casa de su infancia y también por la escuela de cine de Roma, en donde él realizó su formación académica. Guarini logra captar la esencia de este personaje icónico en la historia del cine regional. Ata tu arado a una estrella es un homenaje bien logrado a su cine y hacia su persona.
“Ata tu arado a una estrella”, de Carmen Guarini Por Marcela Gamberini En la apertura de este documental que no deja de ser un gran homenaje al maestro, aparece la palabra “utopía” mientras llega un auto a un pueblo y escuchamos rebotar en el aire cierta música popular. Un hombre barbudo, ya icónico, ya mítico, cierra una casa; sus ventanas, sus puertas; se va de viaje y mientras hace estos menesteres, no deja de hablar, verborrágico, amable, certero, inteligente, pasional. Ese hombre es Fernando Birri. Y este documental es de una estructura formal y narrativa más que compleja. Carmen Guarini, gran documentalista argentina, encara en 1997 una aventura: acompañar a Birri en sus viajes desde Rincón – Santa Fé- desde donde salen hasta La Higuera, pasando por Montevideo. El objetivo de Birri en ese momento fue encarar un proyecto donde se desplegaran las distintas acepciones del concepto Utopía y a la vez trabajar alrededor de la fértil pregunta por la incidencia y vigencia del Che Guevara. Guarini lo acompaña con su cámara, con su cuerpo, con su voz, de manera íntima y a la vez pública. Filma un diario de viajes, una bitácora entrañable que diseña el recorrido del pensamiento de un maestro único. De esta manera, Ata tu arado a una estrella es un triple o cuádruple documental, un juego de espejos donde dos documentalistas, el maestro y su alumna se filman en reflejo. Guarini logra una complejidad interesante; un diario de viajes, una biografía del maestro, un recorrido por su filmografía; y a la vez reproduce fragmentos históricos de la llegada de Birri a la Escuela de Cine de Tres Mundos – en La Habana, con la presencia del Che- o bien actualiza la estadía de Birri en la Escuela de Cine Experimental de Roma. Documentos tras documentos, filmaciones tras filmaciones, voces y cuerpos reflejados al infinito, porque también Ata tu arado es el fuera de campo del documental de Birri, donde intelectuales argentinos, como Galeano, Sábato o Ferrari y agricultores, trabajadores, exponen sus ideas acerca de la utopía y la figura del Che. El buen trabajo del montaje es una de las maneras sutiles que tienen tanto Birri como Guarini de borrar las diferencias entre intelectuales y trabajadores de la tierra. Sus opiniones son coherentes y a la ve necesarias. El mismo Birri es un ejemplo. Un verdadero pensador no solo acerca del cine, sino del presente, del pasado, de la historia, de la cotidianeidad. La mirada de Guarini lo capta también en momentos más íntimos, comidas con amigos, regadas de vino y de ideología. De estas secuencias es fantástica aquella donde Birri imagina o fantasea, irónicamente y de un modo más que gracioso, su muerte y su funeral. Cuando Guarini lo visita en el presente, ya viejito, el simpático Birri le muestra un muñeco con forma de fantasma que baila. La muerte, asociada a la idea del fantasma aparece varias veces en el documental como una de las formas de desaparecer y a la vez estar en el mundo. Finalmente, además del juego de cajas chinas que es el documental (o los documentales) es el pensamiento de un hombre que es una usina de ideas y de interrogantes, que son del cine pero también de la vida. Los conceptos de lo poético asociados a lo político y finalmente a la resistencia nos devuelven la mirada sobre un presente que debería tener más consideración sobre estos conceptos. Es evidente la vigencia de la mirada de Birri sobre el Mundo. Carmen Guarini logra por momentos, de forma alternada; espiar al maestro, interrogarlo, enseñarle, acompañarlo pero nunca olvida homenajearlo poniendo en escena la filosofía, el sentido del humor y la inteligencia de Fernando Birri que finalmente, sobre el final de su vida sospecha – no sin certezas- que en las utopías, como en los sueños, importa el trayecto no solo el punto de llegada y a la vez son el espacio del cual podemos y debemos apropiarnos. ATA TU ARADO A UNA ESTRELLA Ata tu arado a una estrella. Argentina, 1997-2017. Edición, guión y dirección: Carmen Guarini. Fotografía: Martín Gamaler. Sonido y música: Gustavo Pomeranec. Duración: 84 minutos.
En el año 1997, Carmen Guarini -directora, productora y antropóloga- se propuso un nuevo proyecto: filmar a Fernando Birri en una de sus vueltas al país. El motivo era concreto, seguirlo en sus diferentes recorridos que confluyeron en el largometraje estrenado dos años más tarde bajo el nombre de Che: ¿Muerte de la utopía?. Seguirlo desde el día uno, cuando lo vemos cerrar las puertas de su casa para ir a filmar mientras asegura que lo único valioso que tiene allí dentro son sus libros y que ojalá alguien robara libros. Esa simple simpatía que genera el principio es la sensación que perdura a lo largo de los ochenta y cuatro minutos.
"¿Qué es la utopía?", pregunta Fernando Birri a conocidos e ignotos, a los que tienen una idea cerrada para responder y los que necesitan que les explique el significado de la palabra. El realizador, padre del nuevo cine latinoamericano desde que en su escuela de cine de Santa Fe pergeñó películas fundacionales como Tire dié y Los Inundados, murió el fin de año pasado, a los 92 años,en Roma, donde vivía. Figurón del cine y de la izquierda latinoamericana, con su larga barba canosa, recibe con este film un valioso y merecido homenaje, porque la directora Carmen Guarini lo sigue, con su cámara, en pleno trabajo, de regreso en su país, registrando material para un proyecto basado en dos premisas: la utopía y la figura del Che Guevara. En ese recorrido, hay conversaciones de Birri con Ernesto Sabato en Santos Lugares, con Eduardo Galeano en su casa de Montevideo, con León Ferrari y otros que, como él ya no están. Tanto por esas ausencias como por los temas de debate, quedados en el tiempo, la película transmite una melancolía inevitable. Pero también registra el buen humor y la energía de Birri, sus reflexiones por el camino o en sobremesas compartidas con su equipo, preguntándose por la naturaleza de la pasión, atrapa una vitalidad, y una personalidad, única.
Este documental de la realizadora de “Tinta roja” es un homenaje a Fernando Birri organizado a partir de dos etapas: una en 1997 mientras el mítico director rodaba una película sobre el Che y otra, más reciente, en Roma. Esas charlas y un recorrido por sus ideas, arman este emotivo filme sobre los sueños y las utopías en el cine y en la vida. La nueva película de Carmen Guarini son en realidad dos. La primera, rodada a fines de los años ’90 y nunca concluida. Y otra, rodada más cerca en el tiempo. Se puede decir que hay una tercera, o que ATA TU ARADO A UNA ESTRELLA es el resultado de la combinación entre las otras dos y que existiría a partir del montaje y de la voz en off. De todos modos, tanto la primera como la segunda como esa tercera pata que “ata el arado” de todo a una película tratan sobre la misma persona. Y, de algún modo, podría tranquilamente titularse “Conversaciones con Fernando Birri”. En una de las visitas al país del realizador de LOS INUNDADOS, Guarini filmó hace unos 20 años a Birri en su casa en un campo santafesino. Allí, más que entrevistarlo, lo seguía mientras el mítico director filmaba una película llamada: “El Che, ¿la muerte de una utopía?” y capturaba la intimidad del rodaje tanto como sus reflexiones sobre esa temática, la de algunos de sus entrevistados célebres (Eduardo Galeano, Ernesto Sábato, Osvaldo Bayer y otros) y la de mucha gente común a los que sorprendía con la pregunta: “¿Qué es la utopía?”. Ese backstage quedó en algún cajón de la realizadora por muchos años. Mucho tiempo después, Guarini viaja a Roma a entrevistar a Birri, ya mucho mayor que antes pero igualmente lúcido y perspicaz. En medio, un breve recorrido por su historia pero no tanto como cineasta sino en su rol docente, como fundador de la Escuela de Cine Documental de Santa Fe y la EICTV de San Antonio de los Baños, Cuba. Así, entre material de archivo y recorrido por el también mítico Centro Sperimentale de Cinematografia de Roma donde el realizador estudió, escuchamos a Birri reflexionar sobre América Latina, el cine y lo que más le preocupaba entonces y le siguió preocupando hasta su muerte: ¿qué hace un hombre, un cineasta, sin una utopía? ¿Sin un sueño que lo lleve a querer levantarse todas las mañanas y cambiar las cosas? El título tiene que ver con eso (el “atar el arado a una estrella” es una forma poética de hablar de los sueños que no pierden los de la clase trabajadora) pero la película también apuesta a ir más allá, retratando la intimidad y la siempre esquiva y fascinante manera de reflexionar de Birri, un hombre que por momentos puede caminar por la cuerda más tradicional del discurso latinoamericanista más clásico pero siempre encuentra maneras para ue sus reflexiones se desvíen del lugar común. Lo mismo pasa con la película, que posee una cierta desorganización narrativa que se lleva muy bien con la desarticulada manera de ser y la provocativa manera de pensar del director de TIRE DIE. La de Guarini es, también, una película que pone en discusión las utopías en el cine y en la vida pero una que también se da cuenta, en el largo tiempo presente de su realización, que figuras como las de Birri fueron, en sí mismo, utópicas. Y cerrar este homenaje seguramente es haber llegado a una conclusión de ese particular sueño por parte de la realizadora.