¿Quieres ser Casanova? Es problemático describir The Casanova Variations (2014). Es teatro filmado, ópera filmada, un musical, una biopic y un experimento meta-narrativo, pero la suma de sus partes ni comienza a dar cuenta del todo. Lo único cierto es que la película vive y respira la figura de Giacomo Casanova, interpretado por John Malkovich, con arias de Mozart y escenas basadas en la Histoire de ma vie autobiográfica de nuestro cuestionable héroe. Malkovich interpreta al Chevalier de Seingalt en dos planos de una realidad que se confunde. En uno, hace de Casanova en el ocaso de su lascivia vida, sumido en la escritura de sus memorias en un recóndito castillo; en otro, Malkovich hace de Malkovich haciendo de Casanova en una producción operática situada en la era del iPhone y los rumores del internet. Hay cierta jovialidad brechtiana en la película: las transiciones entre ambos planos de realidad ocurren en escena, sin ningún intento de disfrazar el recurso, y somos conscientes de que estamos viendo varios niveles de representación al mismo tiempo, todos atravesados por la intrigante figura de John Malkovich. Desde ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999), la estrella ha hecho carrera en papeles que creo podrían describirse como “intencionalmente inverosímiles”. Nunca le vemos desaparecer en un papel. Siempre es John Malkovich como John Malkovich, procedimiento que funciona porque como excelente actor de teatro, sus interpretaciones son a base de lenguaje corporal y rango vocal. Consideren su papel como F.W. Murnau en La sombra del vampiro (Shadow of the Vampire, 2000) o Gustav Klimt en Klimt (2006). La trama de The Casanova Variations, o lo más parecido a una, se inicia con la llegada de Elisa (Veronica Ferres, la co-protagonista de Klimt) al retiro de Casanova. Por motivos que reúsa revelar, desea leer sus escritos. Las interacciones entre Elisa y Casanova ordenan la estructura de la película. Casanova nos lee y vemos escenas de su vieja vida (en la que le interpreta Florian Boesch). Corteja damiselas, rompe corazones, se bate a duelo. Mientras tanto, hay una joven médica en el público (Maria João Bastos) que acecha tras bambalinas y cuya presencia nos ayuda a distinguir entre los planos de la realidad, además de proveer un diálogo muy divertido con Malkovic (como Malkovich). Resulta difícil imaginar un público para The Casanova Variations, o una sala comercial que la estrene. Es una pena. La película suena pretenciosa en papel, pero en el acto es una experiencia divertidísima, incrementada por la propia diversión que sus actores y cantantes claramente están derivando, y por el intenso retrato impresionista que John Malkovich hace de Giacomo Casanova.
El ocaso de la alcoba En lo integral, la propuesta cinematográfica Casanova Variations (2014), del director Michael Sturminger, quien se apoya desde el primer minuto hasta el último en el histrionismo del actor John Malkovich, resulta un tanto derivativa y pese a no ser solemne en su tono operístico por momentos se vuelve un tanto reiterativa y tediosa.Casanova Variations: El ocaso de la alcoba 2Entre filmar teatro y la idea de teatro filmado existe una enorme diferencia cuando se lo piensa desde una puesta cinematográfica. Lo mismo ocurre cuando la representación cinematográfica intenta penetrar en el universo de la ópera filmada. Vale decir, recurrir a movimientos de cámara y encuadres, por más sofisticados que sean, no altera el hecho de una puesta en escena teatral como la que plantea la de una ópera. Ese es el principal conflicto que atraviesa el universo de la artificiosa Casanova Variations, film donde la idea de representación se multiplica en distintos planos narrativos, que tienen como eje la figura de John Malkovich, desdoblado como el actor y como el personaje que representa a Giacomo Casanova en el ocaso de su vida. El Casanova de este film se encuentra muy alejado de aquel mujeriego empedernido que iba de alcoba en alcoba y rompía corazones de damiselas de todas edades. Es por el contrario el que recuerda desde su propia autobiografía recogida en los textos manuscritos, producto de su experiencia, quien anhela en su presente de achaque físico aquella juventud y desparpajo. A ese personaje ya cansado parece interpelarlo una mujer -en realidad varias-, Elisa (Verónica Ferres), quien guarda alguna relación con aquel libertino pasado pero también con los textos. Además, lo interpela el propio Malkovich y de ahí su fase de actor y las búsquedas de variaciones para meterse en el alma del personaje. A eso se debe sumar el artificio con el mecanismo de la doble representación: de la obra de teatro en sí misma, que recorre algunos pasajes de aquel texto autobiográfico sobre tablas; suma interpretaciones de arias de Mozart y se yuxtapone con la representación entre bambalinas como apunte lúdico, más que reflexivo. Malkovich es un actor todo terreno y lo demuestra en este papel, cuando también canta o intenta llegar al mismo nivel que los barítonos que lo rodean. Sale airoso en el desafío, pero cuando llega el turno de Fanny Ardant, en el papel menor de Lucrecia, una de sus tantas amantes, la prolijidad y la afinación caen en picada. Aunque este dato sea menor, se reconoce en el detalle un mecanismo que en la película se repite de manera obsesiva, y es el de abarcarlo todo sin abarcar definitivamente nada. Es decir, ópera, teatro, cine, literatura, artificio, lecturas simbólicas, música clásica y la sobre exposición del gran John Malkovich, partes de un todo que dejan el sabor agridulce y la incertidumbre que tal vez con un poco menos se podría haber llegado a mejor puerto.
¡Malkovich, Malkovich, Malkovich! En los cuatro jueves de diciembre, en la cartelera porteña, suelen aparecer estrenos muy postergados por la máxima urgencia, el caso de la maravillosa Sully: Hazaña en el Hudson (Sully, 2016), de Clint Eatswood, pero también aparecen otros muy inesperados, como es Casanova Variations, del austríaco Michael Sturminger, una película del 2014. Una nueva versión de Historias de mi Vida, de Giacomo Casanova, parece no tener lugar en una transposición cinematográfica más que por la pretensión de romper estructuras propias de los lenguajes, mezclar la no ficción con la ficción y poner de cuerpo presente al protagonista interpretándose a sí mismo. John Malkovich es en la película John Malkovich y también Giacomo Casanova; el primero aparece nervioso antes de salir a escena a interpretar al segundo en el Teatro Nacional de San Carlos de Lisboa. Hay una tercera variación, y es la de una película de ficción que se mezcla con la interpretación en el famoso teatro lusitano y con el detrás de bambalinas, en las que el actor de Hollywood se cruza con fanáticos, con alguna actriz que le enseña técnicas de respiración para cantar mejor en escena y con una amiga que le cuestiona la calidad de su performance. Las tres variaciones, a pesar de estar bien delimitadas, se unen en el caos de un relato difuso porque las tramas que circundan la dramaturgia solo son ruedas de auxilio, las cuales surgen para apagar el tedio, que en teoría, resulta la duración de las piezas operísticas. La exacerbada sobreactuación de Malkovich para vociferar sus diálogos es lo único que se destaca, más bien por su disonante registro en comparación a los demás intérpretes. El barro de las variaciones opaca los argumentos paralelos para darle el lugar principal a la ficción, quizá lo menos interesante de todo el asunto porque Sturminger resuelve, en términos transpositivos, de una manera conservadora, dejándole el camino allanado al ego de un John Malkovich desatado, en un final en el que se confunden las variaciones. Alcanzada tal instancia las voluntades poco importan en el resultado final, cuando se superponen el actor y el personaje, una especie de reedición pretenciosa y erguida de la escena deforme del restaurant en ¿Quiéres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999) cuando el actor entraba en su propio subconsciente.
Casanova variations: aburridas veladas paquetas No hay dudas del talento de John Malkovich como actor. Tampoco de cierta inclinación por la solemnidad. Esta película, extensión cinematográfica de la ópera en dos actos The Giacomo Variations, basada en las memorias del escritor, diplomático y espía Giacomo Casanova, luce como un capricho barroco, afectado y soberanamente aburrido. A lo largo de las dos horas de este híbrido que no se decide por la ópera, el teatro o el cine, Malkovich de despacha con largas peroratas que abruman por su tono pretensioso. Una retórica vacía que parece pensada para aquellas desopilantes veladas paquetas que en los 80 presentaba Andrés Redondo en el ciclo televisivo Hiperhumor.
EL ETERNO CASANOVA CON EL GENIAL MALKOVICH Con guión y dirección de Michael Sturminger, basada en “La historia de mi vida” de Giacomo Casanova y en las operas de Lorenzo Da Ponte y Mozart esta encantadora película mezcla la verdad historia, la representación teatral y la operística, la intimidad de palcos y camarines para reflexionar sobre el amor, la conquista, la pasión, las variedades de la atracción. John Malkovich, también productor, es el Casanova avejentado que sin embargo puede rejuvenecer en cada lance amoroso como si renaciera y su actuación, con algo de canto incluido, es una delicia. No solo de habla de amor sino de libertad de pensamiento y acción, de los impulsos y sus consecuencias, de la tragedia de la vida, de la soledad y los corsets de religiones y ritos sociales. De hipocresías profundas y justificaciones.
¿Quieres ser Giacomo Casanova? Primero fue "Giacomo Variations", un divertimento donde ópera y teatro mezclaban a Casanova con Don Giovanni, Figaro y otras criaturas mozartianas. Esto lo escribió un austriaco, Michael Sturminger, pero lo representó John Malkovich en inglés, casi a 30 años de aquel vizconde seductor y perverso que hizo en "Las relaciones peligrosas". Por ahí va el tema: el viejo libertino "de encantos marchitos", enfrentado al recuerdo y la mala fama. Una mujer todavía hermosa pretende sus Memorias. Más adelante, en bellísimo diálogo, se sabrá que ella fue una de sus víctimas, una de las tantas a las que él juró amor con sus ojos y enseguida olvidó. La intérprete es la alemana Veronica Ferres. Pero ese es uno de los temas de la obra, y ésta es su versión cinematográfica, levemente rebautizada y ahora bien ampliada con episodios en el foyer, platea, camarines y bambalinas. Así, por ejemplo, mientras Malkovich-Casanova contempla al barítono Florian Boesch en rol de Casanova activo, una médica medio cholula le pregunta si es gay. Malkovich le responde como Casanova: "¿Usted cree que un caballero respondería esa pregunta?" Como esa, hay otras réplicas preciosas en boca de diversos personajes, amén de buenos engarces musicales, intérpretes inhabituales (Fanny Ardant como la madre de Leonilda) e intérpretes magníficos: Miah Persson, Kate Lindsey, Anna Prohaska, Kerstin Avemo, Topi Lehtipuu, el ya citado Boesh, Barbara Hannigan (debidamente zafado el número de "Cinque, dieci, venti" que hacen ambos). Lástima que, promediando la representación, al libretista se le olvidan los juegos y todo se va envolviendo en una lusitana tristeza. Será quizá porque se filmó en el Teatro Sao Carlos de Lisboa. Pero la orquesta es la de la Academia de Viena.
¿Quieres ser Giacomo Casanova?. El concepto de mush-up es aplicado usualmente en la música pop para definir el ensamble de dos obras previas en una tercera nueva, pero resulta oportuno para tratar de explicar el concepto detrás de una película como Casanova Variations, del director vienés Michael Sturminger. Aunque aquí el procedimiento resulta algo más complejo que la mera superposición más o menos empatada de dos canciones. Se trata de una experiencia en la que el cine, la ópera y el teatro intentan fusionarse para contar una historia en la que también se funden dos tiempos históricos distintos, y donde la ficción y la realidad se encadenan en un espiral que gira entrando y saliendo de las diferentes variaciones que tales combinaciones van produciendo. ¿Parece difícil de entender? Lo es, un poco. Se trata de al menos tres historias que se alternan, pero a la vez tejen una continuidad que permite aceptarlas como una unidad. Basada en la biografía de Giacomo Casanova, el film tiene su base a comienzos del siglo XIX, cuando el célebre seductor, ya anciano (John Malkovich), recibe la visita de Elisa von der Recke (Veronica Ferres), escritora popular en Europa entre los siglos XVIII y XIX. Ella viene en busca de los manuscritos de unas memorias que se supone está escribiendo Casanova e intentará conseguirlos a toda costa. Ese objetivo posibilita que entre ellos surja un juego de seducción en el que se van intercambiando los papeles del gato y del ratón. Mientras eso sucede, en la actualidad una compañía de teatro representa una obra basada en el pasado de aquella historia, combinándola con fragmentos de las óperas de Mozart. Dicho espectáculo utiliza todos los espacios del teatro para llevar la representación más allá del proscenio, extendiendo la escena a palcos y platea. El film intenta un procedimiento similar, generando un tercer espacio narrativo que corresponde a la realidad (una realidad de ficción), en la que el propio Malkovich interpreta a Casanova en el teatro. Esto permite un nuevo nivel de mush-up, en el que protagonista y personaje se superponen con otros de la carrera del actor, como el Valmont en Relaciones peligrosas (Stephen Frears, 1988), o su otro yo en ¿Quieres ser John Malkovich? (Spike Jonze, 1999). Casanova Variations por momentos parece reproducir la estructura de un film de ciencia ficción en el que varias realidades paralelas confluyen en un punto que parece contenerlo todo. Esa suerte de Aleph es el cine, que reúne dentro de sí todas las capas del relato, aunque no siempre el dispositivo resulta exitoso. Porque si bien a medida que avanza la historia va logrando que algunas de sus tramas despierten interés, los tres lenguajes que se combinan en la película (ópera, teatro y cine) nunca terminan de ensamblarse con naturalidad y los saltos de registro entre ellos son notorios. Los recursos operísticos en particular pueden volverse un tanto agobiantes.
Se estrena Casanova Variations, de Michael Sturminger, una coproducción Austríaca, Alemana, Portuguesa y Francesa protagonizada por John Malkovich e inspirada en las memorias del protagonista. Acaso uno de los personajes más transgresores de la historia universal, Giacomo Casanova fue un aristócrata de orígenes humildes –sus padres fueron artistas nómades- que se ganó fama de amante y seductor, pero que también sirvió de diplomático, bibliotecario y agente. Su agitada vida amorosa quedó plasmada en Histoire de ma vie, publicada poco después de su muerte, y que inspiró numerosas obras teatrales, óperas y films. El director austríaco Michael Sturminger, decide compaginar las tres vertientes artísticas en una, dando como resultado un producto curioso, cuidado y original desde su puesta, pero poco transgresor y profundo. Es mayor el aporte artístico a la visión que se puede hacer del mito, que el biográfico o dramático hacia el personaje. Eso no quita que Casanova Variations tenga numerosos puntos de interés. Se dice que a las biopics tradicionales les faltan ideas. En este sentido, el film de Sturminger goza de frescura gracias a su ausencia de solemnidad, su autoconciencia lúdica y el aporte de su protagonista, John Malkovich, esencial para la construcción del personaje. Se destaca la química que se genera con su coprotagonista, la actriz alemana Veronica Ferres. El film comienza en la ópera de Lisboa. Allí, John Malkovich, espera para entrar en escena. Ni bien comienza la obra, que justamente es la ópera Don Giovanni, de Mozart -inspirada en la vida de Casanova- al protagonista le da un infarto y lo socorren los personajes, aunque esto genera preocupación en la audiencia. Desde esta secuencia impostada, Sturminger definirá el tono del film, un artilugio de cajas chinas, en el que la ficción forma parte de otra ficción y así sucesivamente, pero siempre manteniendo la impronta de farsa. A fin de cuentas, el propio personaje se valía de mentiras y trucos para llegar a sus conquistas. La historia recorre el último periodo de la vida del protagonista, cuando la afamada escritora, Elisa von der Recke –Veronica Remer- intenta convencerlo de que le ceda las memorias, lo que lleva al famoso, pero enfermo amante veneciano a generar un juego de máscaras y espejos, cuyo propósito es seducir a su interpeladora. Durante estos encuentros, Casanova recordará conquistas destacadas de su vida. Las mismas son representadas por notables intérpretes de la ópera europea no ocultando la esencia teatral de la puesta, por el contrario subrayándola y rompiendo mediante un ágil montaje audiovisual, los límites espaciales del teatro. Claro que no se trata de teatro filmado, y cada espectador también forma parte de la farsa. El público compone a otro personaje, y así se generan divertidas y curiosas subtramas que conforman el backstage de la ópera/película que se representa. Original desde su concepción, Sturminger consigue que el recurso no se agote gracias al dinamismo de la pieza, el talento de su elenco –que incluye en una breve pero significante secuencia a la gran Fanny Ardant- y de la versatilidad de Malkovich para cambiar de universos, salir del personaje, interpretarse a sí mismo –nuevamente, como en Quieres ser John Malkovich arma una caricatura de su persona y no es casual cierto paralelismo con el personaje del Conde de Valmont que interpretó en Relaciones peligrosas, uno de sus primeros protagónicos- y además, animarse, brevemente a cantar en italiano. Cautivante desde un punto de vista estético, se destaca el diseño de vestuario, la iluminación minimalista, que recuerda al perfeccionismo de Kubrick con Barry Lyndon y la elección de la cámara en mano para darle dinamismo al relato de época, que muchas veces peca de pomposo y solemne. La pretenciosidad del estilo juega a favor para otorgar a esta puesta un punto de vista distinto de una historia tantas veces narrada. Eso no quita que tanta meticulosidad en generar este diálogo operístico-cinematográfico le saque seriedad y profundidad dramática a la historia y al personaje, quedando la narración casi como una excusa para este experimento metartístico. Si la intención era generar una perspectiva autoconciente al estilo de En busca de Ricardo III, de Al Pacino, o Esplendor Americano, obra en la que Paul Giamatti, dejaba de ser Harvey Pekar para ser Paul Giamatti, el propósito se concreta con creces. Pero Sturmiger nunca consigue revelar realmente quién fue Casanova, y deja eso para otros artistas, más interesados en el qué que en el cómo. Casanova Variations, como bien reza el título, es una variación de la historia de un personaje mítico, histórico que cuenta con buenas ideas desde la concepción, un gran trabajo de John Malkovich, pero que poco tiene para aportar a la radiografía de un personaje trascendente, algo, que el film de Michael Sturmiger, nunca será.
¿Quién no recuerda al perverso genial del Casanova encarnado por Donald Sutherland en el film de Federico Fellini adaptación de “Storia della mia vita” de Giacomo Casanova? Un libro de memorias con las aventuras amorosas del escritor del siglo XVIII que arrancólas imágenes más majestuosas y metafóricas del gran Federico. En esta ocasión, el director austríaco Michael Sturminger toma un momento puntual de la vida de Casanova: los últimos años que pasa el veneciano (muere en 1798) como bibliotecario del palacio checoslovaco del Duque de Waldstein. La historia tiene que ver con la visita de una dama, ya madura, Elisa von der Recke, muy interesada en el manuscrito que comienza a escribir y ex amante abandonada. El primer atractivo de la película es sin duda la actuación de John Malkovich, un conocido frecuentador de las intrigas del siglo XVIIII, protagonista de la gran Relaciones peligrosas de Stephen Frears. La puesta en abismo es lo otro interesante en el film de Sturminger: el escenario teatral trasciende hacia el lugar de espectador en tres estadíos: la platea y los palcos de la Opera de Lisboa son invadidos por los actores que continúan la obra en ese espacio (la película empieza con la llegada de los espectadores al teatro donde se va a celebrar una función en inglés de “The Casanova Variations” con Malkovich); la alteración temporal hacia el fin del siglo XVIII en el castillo de Waldstein y por ultimo, la irrupción permanente del presente real de los actores de la obra que se pone en escena: John Malkovich haciendo de Casanova, fumando en el intervalo, disculpándose por un falso ataque al corazón en escena o sorprendido con la pregunta que le hace una fan: sr Malkovich, Ud es gay?. Ese constante desdoblamiento en el presente y hacia el pasado se constituye en un efecto para el autor que construye a sus actores, o para el escritor que monitorea a sus personajes, a sus cantantes operísticos (excelente Florian Boesch en su papel de Casanova joven) de las óperas de Mozart. (Habrá conocido Casanova a Mozart?). Hay un juego de cajas chinas que resulta travieso en la primera hora pero que se agota en el uso excesivo de ese recurso amanerado, aumentado por una molesta cámara movediza, y que nunca termina de inquietar. Puesta en escena de la puesta en escena de la puesta en escena. Malkovich logra encontrar el tono de un Casanova decadente, tanto que él también corre peligro de caer en esa misma decadencia. Coproducción entre Portugal, Francia, Autria y Alemania, Casanova Variations es muy rococó y muy postmoderna a la vez. El amor en todas sus formas pero ansiado, imaginado y relatado desde la vejez, es el otro gran tema de esta Casanova Variations excesivamente cargada y artificiosa. SALAS de estreno en Buenos Aires: Artemultiplex Cabildo, Patio Bullrich, BAMA, Village Recoleta.
BEING CASANOVA La leyenda inicial nos advierte que este film está basado en L´histoire de ma vie de Giacomo Casanova así como de escenas de la ópera de Lorenzo da Ponte y Wolfang Amadeus Mozart. Pero Michael Sturminger está fomentando una falsa expectativa: la de creer que su narración y puesta en escena pretende realizar la articulación de estos dos textos referenciales del siglo XVIII. Esta pretensión se cumple parcialmente; vemos en escena el registro de sucesos extraídos de las memorias del mismísimo Casanova al tiempo que se yuxtaponen con las emuladas por la ópera Don Giovanni. Pero Sturminger no se detiene aquí. El verdadero propósito del director es el de construir una obra en la que se articulan esos textos mencionados con la puesta en escena contemporánea y con el “work in progress” de dicha puesta. Para ello, contrata a John Malkovich para hacer de un actor que ya se ha representado a sí mismo en Being John Malkovich (Jonze, 1999) y que en esta oportunidad se lanza a este proyecto demencial que es el de interpretar a Casanova en dos registros. Así, vemos cada tanto a John Malkovich representando a Giovanni en una puesta que se ajusta al verosímil cinematográfico realista narrando los momentos previos antes de su muerte. En estas secuencias se exhibe su trabajo como bibliotecario del conde Waldstein y que coinciden con el momento en que efectivamente Casanova escribe sus memorias: de 1789 a 1798. En el castillo recibe la visita de Elisa (Veronica Ferres) quien dice estar interesada en la publicación de sus autobiografía. Este registro se funde cada tanto con el operístico. Es decir, las escenas narradas por L´histoire de ma vie son representadas a través de esa puesta en escena “moderna” que se lleva a cabo en la Ópera de Lisboa con un repertorio de cantantes profesionales y la inclusión de un actor: John Malkovich quien hace de John Malkovich. Así el film se va construyendo a través de estas articulaciones y también a través de los referentes que el propio actor despliega. Es quien ya tiene experiencia representándose a sí mismo y es quien ya ha representado el siglo XVIII a través de su personaje el Vizconde de Valmont de Dangerous Liaisons (Frears, 1988). “It´s beyond my control” le dice una fan de Malkovich luego de confesarle que el film había sido su despertar sexual en otros tiempos. Pero además, Casanova Variations se da el lujo de ejercer la posible crítica que despertará su estreno introduciendo un personaje secundario. John Malkovich invita a Jésica, una productora cinematográfica, con el anhelo de que pueda estar interesada en llevar la puesta al formato de la gran pantalla. El desprecio que siente la amiga del actor por lo que está viendo no deja ambigüedades: “no puedo creer que hayas pensado que podía estar interesada en este proyecto”. Así, Sturminger habla de su propia empresa como un plan que podría sonar genial pero no necesita mucho para resultar un bodrio que exige al espectador manejar todos estos textos mencionados aunque también el de Étore Scola, La noche de Varennes (1982) y el Casanova (1976) de Fellini por no mencionar además Las bodas de Fïgaro cuyas escenas también se funden con las de Don Giavanni. En fin, lo cierto es que Casanova Variations es un proyecto ambicioso que por momentos despierta risa y, por otros, melancolía. Sería injusto decir que es una gran película pero también lo sería señalar que no tiene aciertos. Desde ya no es recomendable si el espectador no posee, cuando menos, algunas de estas cualidades: un saber general sobre la ópera, interés por las costumbres y pormenores del siglo XVIII, admiración por la figura de Casanova o Malkovich, haber tenido el despertar sexual con Relaciones peligrosas en la década del 80 o estar abocado a los estudios de género ya que la figura del don Juan siempre puede ser una fuente de múltiples interpretaciones desde tal perspectiva. Todos los demás, particularmente los Casanovas contemporáneos y los tradicionalistas ortodoxos de la ópera, absténganse de esta experiencia. CASANOVA VARIATIONS Casanova Variations, Austria, 2014 Dirección: Michael Sturminger. Guión: Michael Sturminger. Sonido: Jean-Paul Mugel. Fotografía: André Szamkowski. Intérpretes: John Malkovich, Veronica Ferres, Florian Boesch, Miah Persson, Fanny Ardant. Duración: 118 minutos.
MULTIMEDIA PARA ADULTOS Los primeros 15 minutos de la película develan rápidamente el procedimiento escogido por Sturminger y al mismo tiempo lo agotan. Vemos gente ingresando al teatro, observamos los entretelones de la preparación de una obra, algunas palabras ensayadas por Malkovich e inmediatamente el ensamble entre diversos niveles de representación que transcurren entre la ópera, el teatro y el cine en un continuo vaivén que intenta disimular elegantemente los pasajes. Al principio, el juego tiene su encanto. Hay un texto base, que son las memorias de Casanova (escritas durante su declive como amante y un testimonio asombroso sobre el Siglo XVIII), en un estado embrionario capaz de impacientar a la condesa Elisa von der Recke, quien acude a su mansión con el fin de llevarse algo. Esto se engancha con la representación misma de esa situación en un teatro donde se emplean obras de Mozart y se utilizan todos los espacios posibles para la puesta en escena. Al mismo tiempo, la ficción y la realidad se cruzan de manera impertinente de modo tal que los actores pasan de un marco temporal a otro como si cruzaran una vereda. En un momento, una espectadora/actriz confundirá una muerte y atravesará el lugar para ayudar al protagonista hasta que le informan que es parte del espectáculo. Si bien las modalidades están bien diferenciadas en cuanto a la iluminación y los textos empleados, la cámara se mueve acorde a los parámetros de la época actual, con cortes permanentes y variedad de ángulos, como si buscara en definitiva reforzar el carácter de obra inconclusa, de improvisación, y al mismo tiempo estar a la altura de una demanda perceptiva cuyo fundamento parece ser la rapidez y la fragmentación, como si de un ejercicio de multimedia se tratara. Los enlaces de una dimensión a otra están bien trabajados, creativamente, y el concepto de variación parece abrirse en abismo en la medida en que involucra diversos roles para la figura de Casanova, distintas performances para un mismo acontecimiento, las máscaras de Malkovich en su ámbito público como privado y la conjugación de los tiempos en un presente que no quiere cerrarse. Incluso, cuando el lastre literario aparenta adueñarse de la pantalla, hay graciosas intervenciones entre bastidores que corren a la película del marco solemne en el que se encuentra por naturaleza. ¿Qué es lo que falla entonces? La misma repetición del procedimiento. Una vez ofrecido, cae en el pantano de la reiteración y entonces la gracia se apaga lentamente. Cuando el hecho de cantar ópera se impone como registro enunciativo ante la espontaneidad y la frescura formal de la primera parte, el film se retira en ataúd de esa mansión, al igual que el eterno amante.
John Malkovich puede hacer todo lo que se proponga. Es un actor que va más allá de sus propios límites. Sale de su zona de confort tantas veces como yo me levanto a tomar cafés en la redacción (muchas, debo decir). Intenta, arriesga... Está de vuelta de todo. Perdón por decirlo en tan simples palabras, pero es así. Como De Niro, puede actuar en teatros, estadios, kermeses, fiestas de 15, convengamos: lo puede todo. Aquí tenemos una de sus últimas transgresiones. Casanova (Malkovich) se encuentra al final de sus días y ha decidido aceptar el pedido del Duque de Waldstein sobre dejar en papel sus controversiales memorias. Estamos en Bohemia y hasta allí llegará Elisa Von Der Recke (la prestigiosa actriz alemana Veronica Ferres) para conocerlo y tomar contacto con su persona. "Casanova variations" nace de la colaboración creativa del austríaco Michael Sturminger y el viejo John. Claro, se conocieron en la relativamente existosa "The infernal Comedy: Confessions of a Serial Killer" (2010) y desde allí, buscaron productores para avanzar con este proyecto, independiente y rupturista. Porque no encontrarán aquí una línea fácil de seguir en cuanto a la trama. Digamos que hay un esquema, el que les hemos contado, y a partir de ahí, cualquier cosa puede pasar. Iremos y volveremos desde lo temporal para ver escenas de distintos momentos en la vida de Casanova así como nos deleitaremos con interpretaciones de fragmentos de óperas (de Lorenzo Da Ponte y Wolfgang Amadeus Mozart) que aportan a la experiencia audiovisual. Pero recuerden que Malkovich no se tomará en serio en ningún momento (o se tomará demasiado, aún no logro captar esa intención) y Sturminger jugará fuerte: instalará el escenario en la sala misma donde se desarrolla la supuesta función. Todo es confuso pero intenso. El vestuario es magnífico y la fuerza que emana del film, también. Eso sí, lo que vean es una expresión libre y eufórica de lo que debería ser la vida del legendario Casanova. ¿Quieren seducción? Hay y de la buena. Tenemos una interpretación de la vida de este hombre acorde a sus excesos. Malkovich le habla a la cámara y nos grita su verdad, entra y sale de su personaje y discute sobre los valores de los hombres con un carisma fuera de lo común (el adentro y el afuera se articulan sin dificultad aparente por lo que no se extrañen de ver a Malkovich haciendo también de Malkovich, a la salida del teatro). Debo reconocer que la experiencia es extraña. Se que la disfruté, pero no estoy seguro de que sea un producto de fácil digestión para el público no acostumbrado a cintas transgresores. "Casanova variations" es potente y desconcertante, estridente y errática. Pero no puede negarse su originalidad. Tiene personalidad y si estás dispuesto a pasar por la experiencia... Probablemente hasta quizás te guste.
Giacomo Casanova (1725-1798) –aquí interpretado por John Malkovich- nació en Venecia; fue escritor, diplomático, bibliotecario y agente secreto italiano, sin embargo, su vida es conocida por haber sido un hombre con múltiples conquistas amorosas a lo largo de toda su vida. La película comienza con la llegada de Elisa (Verónica Ferres) al palacio en el que se encuentra un Casanova anciano, enfermo y casi moribundo. Ella ingresa al lugar con la sola intensión de leer, si o si, las memorias que ha escrito este particular personaje. A lo largo de la trama se descubrirá porque esta tan interesada en esos escritos. A través de ellos, podemos conocer a Casanova en su juventud cortejando damiselas de todas las edades, argumentando amor por todas ellas y hasta dándose el gusto de batirse a duelo. El Director Michael Sturminger (quien ya había conformado una dupla con Malkovich en el filme The infernal comedy del año 2010), hace honor al nombre de la película introduciendo diferentes variaciones de planos-secuencias. Ejemplo de esto, es la escena que comienza con Elisa viajando en un carruaje antiguo, ambientada la época en escenarios naturales, representando un antiguo pasado, el acto termina desarrollándose en el escenario de un teatro rodeado de utilería con solo un abrir y cerrar de puertas. En este juego de representaciones y, de manera paralela a lo que se desarrolla arriba del escenario (estamos frente a una ópera filmada), se destaca la historia que ocurre entre el público y los actores. Una espectadora (María João Bastos) que inesperadamente termina observando la obra detrás del escenario, interactúa con el propio John Malkovich que espera su pie para volver a escena. La realidad de la obra se entremezcla con la del espectáculo, la ficción y la vida real toman el mismo curso en un divertido dialogo. John Malkovich, una vez más, debe interpretar al personaje y pasar a ser él mismo tal cómo lo hizo en la película ¿Quieres ser John Malkovich? (Spike Jonze, 1999). Siempre es John Malkovich haciendo de sí mismo y, como buen actor de teatro que es, se interpreta de manera excepcional. Su gestualidad, el tono de su voz y los movimientos de su cuerpo crean una perfecta armonía dando lugar a la verosimilitud del personaje que está interpretando en ese momento. Es Casanova en el palacio, en la ópera y es John interactuando en el teatro. Estamos ante un filme fuera de lo común, en donde el director eligió filmar la opera para acercarla al público en general, de forma que no sea una monótona recreación de la vida de Casanova. También, acompañan actores y cantantes liricos, quienes en conjunto hacen de esta película un impresionante retrato de la vida de Giacomo Casanova. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz