Adolescencia genérica. John Green es hoy por hoy el Stephen King de la llamada literatura young adult: sus libros se venden en cantidades industriales y los estudios de cine se pelean por sus derechos para futuras transposiciones a la pantalla grande. Ciudades de Papel toma distancia de Bajo la Misma Estrella (éxito gigantesco tanto en venta de libros como de entradas para su versión cinematográfica), porque se enfoca en relaciones algo menos forzadas y más incorporadas al imaginario sobre la cotidianeidad del adolescente medio estadounidense, sumado a un contexto extemporáneo buscado voluntariamente. Sin embargo, la mirada y el interés de Green sobre el destino y el azar se establece desde el principio con la voz en off de Quentin (Nat Wolff), quien esboza una teoría laxa sobre las probabilidades de que cada ser humano sea el protagonista de un hecho milagroso como ganar la lotería, casarse con la reina de Inglaterra y otros ejemplos que menciona. Quentin se enamora de Margo (Cara Delevingne) apenas la ve. Inevitablemente, por vivir ambos uno enfrente del otro, se hacen amigos pero con el correr de los años ella adquiere una fascinación por vivir sin planes y disfrutar del momento. Luego de un tiempo, Margo recurre a Quentin y le hace vivir una noche de situaciones extraordinarias (al menos para su mundo), y a la mañana siguiente ella desaparece. Comienza el misterio, del cual él recoge el guante para iniciar una investigación con la colaboración de sus mejores amigos. La historia se encabalga sobre los rasgos más característicos del indie comercial: planos observacionales, música suave con sintetizadores y mucha filosofía espontánea. También se percibe una filiación, inevitable, con el “coming of age” pero ni John Green ni el director Jake Schreier (Un Amigo para Frank) son John Hughes: sus lecturas sobre el comportamiento adolescente carecen de particularidades, más bien se inscriben en una estructura bastante genérica, casi de publicidad de gaseosas. Muchas veces se ha dicho -y nunca está de más decirlo- que más importante es cómo se cuenta una historia que la historia en sí, y en Ciudades de Papel la estrategia es personalizar poco, generalizar mucho y ofrecer metáforas bien empalagosas sobre un existencialismo pop, la más evidente de ellas es la que atraviesa toda la narración, la que refiere al título. Ni siquiera las actuaciones de Austin Abrams (promesa de actor de comedia nato) y Justice Smith -en los roles de los amigos de Quentin- logran compensar el carácter insulso que desborda la pareja protagónica de Nat Wolff y Cara Delevingne. Ciudades de Papel se ubica, sin matices, en la columna de los films que generan indiferencia porque tampoco hay rasgos culturales, generacionales o de época que marquen a esta película, lo que hace que todo sea todavía más abstracto o incluso parte de una necedad para retratar, de manera singular, un período de la vida tan trascendente como es el pasaje a la adultez.
Un amor de novela Bajo la misma estrella no estaba mal. Ciudades de papel está bien, hasta podría decirse que muy bien. Me habré transformado en un crítico blando y conformista, afecto a los dramones basados en best sellers adolescentes de John Green, pero en ambos casos (y sobre todo en este) llegué a la proyección sin ninguna expectativa favorable y salí más que conforme. Si se indignaron con los golpes bajos y de efecto propios de las situaciones extremas de Bajo la misma estrella, cabe indicar que Ciudades de papel es una historia bastante más moderada, pero no por eso menos intensa. Es un film con un corazón enorme, que logra emocionar con recursos muchas veces genuinos, sin caer demasiado en las esperables manipulaciones. El director Jake Schreier (Un amigo para Frank) transforma el combo high-school + coming-of-age en algo bastante creíble y sensible con su exploración de los códigos de lealtad, los sueños, deseos, inseguridades y frustraciones de un puñado de adolescentes (los personajes están terminando la escuela secundaria y andan por los 17/18 años). Relato de iniciación (al sexo, a la adultez), Ciudades de papel narra las desventuras de Quentin Jacobson (Nat Wolff, el Isaac en Bajo la misma estrella), un muchacho de Orlando que pasa el tiempo con dos auténticos nerds llamados Radar (Justice Smith) y Ben (Austin Abrams). Quentin ha estado enamorado desde siempre de su vecina Margo Roth Spiegelman (la célebre modelo británica Cara Delevingne en un más que digno trabajo), quien de forma inesperada reaparece en su vida compartiendo una noche de locura, venganza y destellos románticos. Pero al día siguiente Margo desaparece y Quentin se convencerá de que tiene que seguir sus pasos (y convence también a sus amigos de que lo acompañen en un extenso viaje en auto no exento de peripecias y vueltas de tuerca inesperadas). No conviene adelantar nada más, pero esta segunda mitad, con algunos tópicos propios de la road-movie juvenil, también funciona razonablemente bien. No será una película innovadora y hasta sobrevuela múltiples clichés del subgénero (el debut sexual, el baile de promoción, las relaciones entre padres de clase acomodada e hijos adolescentes), pero Ciudades de papel nunca pierde el eje, la fluidez ni la naturalidad que le aportan sus intérpretes. No hay por qué poner entonces reparos injustos e innecesarios. En los términos en que está planteado, es buen cine y punto.
En busca del amor Nueva adaptación cinematográfica del universo de John Green, en este caso Ciudades de papel (Paper Towns, 2015), que bucea en la importancia del amor y la amistad en momentos claves de la vida de los adolescentes en la llamada “generación de la identidad”. Con una estructura narrativa que reposa la cámara en momentos claves de los protagonistas, el director Jake Schreir va desentrañando la historia de Quentin (Nat Wolff) y Margo (Cara Delevinge), amigos y vecinos desde la infancia, quienes por las vueltas de la vida dejaron un día de hablarse. Un día, casi sin imaginárselo, Margo vuelve a la vida de Quentin, pidiéndole que la acompañe en un plan descabellado de venganza. En esa noche en la que las bromas proliferan, Margo y Quentin se vuelven a conectar, y él entiende una vez más el por qué del amor profundo que siente por su vecina. Pero al otro día, después de la venganza, la joven una vez más ha desaparecido de su casa, y, aparentemente, esta vez para no regresar. Hilando cabos e indicios, Quentin decide recorrer grandes territorios para poder así, y de una vez por todas, determinar si es Margo la mujer de su vida o si directamente debe dirigir su atención hacia otro lugar. Quentin no estará solo, lo acompañarán Radar (Jesse Smith, Jr.) y Ben (Austin Abrams), deciden ayudarlo en su cruzada de rastrear en los mapas a Margo hasta llegar a alguna de las “ciudades de papel” (pueblos ficticios creados con el fin de evitar las copias de mapas) en las que la joven espera, o no, a Quentin. También se sumará al trío Lacey (Halston Sage) y la novia de Radar, Ángela (Jaz Sinclair), quienes conforman el universo para este viaje iniciático donde la música brinda el marco ideal para la aventura y la amistad. A simple vista Ciudades de papel puede ser leída como una comedia estudiantil más, pero posee una estructura narrativa tan sólida, como las de las grandes comedias de John Hughes de los años ochenta, que termina elevando de superficial a entrañable a una película que por su espíritu nostálgico y old fashioned style genera un disfrute inesperado. Cara Delevinge posee un carisma y una atracción a la pantalla únicos, que aún estando durante pocos minutos expuesta a la cámara, porque lo demás son evocaciones o menciones mientras la buscan, genera una contundencia en su interpretación única, al igual que Nat Wolff (quien ya había demostrado en papeles anteriores su potencia), dos jóvenes a los que tendremos que estar atentos en sus próximos trabajos luego de este film.
Todos necesitamos un milagro Un nerd enamorado de su enigmática vecina enciende una historia sobre la amistad y el autodescubrimiento basada en la exitosa novela de John Green, el mismo autor de "Bajo la misma estrella". "Todos necesitamos un milagro" asegura el joven protagonista de esta película pensada para el público adolescente que está basada en la novela de John Green, también escritor de la exitosa Bajo la misma estrella. Narrada en primera persona y con la misma dupla de guionistas, Scott Neustadter y Michael H. Weber, la historia focaliza en un grupo de amigos adolescentes, en los sueños y en un viaje que podría cambiar la vida de Quentin -Nat Wolff-, un nerd que desde chico estuvo perdidamente enamorado de su enigmática vecina Margo -Cara Delevingne-. La noche en la que Margo está en su ventana abre un mundo vertiginoso, lleno de bromas y peligros, hasta que desaparece y Quentin se ve empujado a buscar pistas sobre ella. Junto a la compañía de sus amigos, Quentin se lanza tras sus pasos luego de recibir una serie de pistas que debe seguir hasta una "ciudad de papel" en el estado de Nueva York, llamada Agloe. El director Jake Schreier cuenta la historia de dos personas que viven en Fllorida, en el mismo barrio, pero que pertenecen a mundos totalmente opuestos. De la fascinación al enamoramiento, de los escapes nocturnos de las casas de compañeros luego de gastarles bromas pesadas hasta el comportamiento menos esperado, el film depara sorpresas, aunque por momentos se torna un tanto extenso. A manera de road movie y a bordo de un auto que atraviesa miles de kilómetros, Ciudades de papel crea un clima que va desde lo nostálgico a la mirada más superficial sobre el autodescubrimiento, entregando una película que igualmente cumple con lo que promete, aún cuando el resultado está un paso atrás que Bajo la misma estrella. Las buenas actuaciones, la música acorde a las situaciones, el uso de la cámara lenta y la misteriosa presencia de Margo aumentan las expectativas para ver realmente qué esconde esa chica de barrio.
Un agradable coming-of-age del autor de Bajo la Misma Estrella. Papeles en el viento Cuando entré a la sala y me senté a ver Ciudades de Papel, el único conocimiento que tenía sobre ella es que estaba basada en una novela escrita por John Green, autor de Bajo la Misma Estrella, cuya adaptación cinematográfica estrenada el último año estuvo lejos de impresionarme. Sin dudas era un punto de partida poco alentador. Pero para mi sorpresa, Ciudades de Papel resultó una coming-of-age más que agradable, con un grupo de simpáticos protagonistas, una historia que logra un buen balance entre el drama y la comedia, y ecos al cine John Hughes. Desde el momento en que Margo Roth Spiegelman (Cara Delevingne) se mudó frente a su casa, Quentin (Nat Wolff) está enamorado de ella. Y aunque de pequeños supieron ser grandes amigos, el tiempo fue deteriorando la relación. Finalmente en el último año de secundaria las cosas no podrían ser más distintas, Margo es una de las chicas más populares del colegio y Quentin tan solo intenta sobrevivir para al fin poder escapar hacia la universidad y eventualmente convertirse en doctor. Pero una noche todo cambia. Margo irrumpe en la habitación de Quentin (Q para los amigos) y le propone unirse a ella en un recorrido de resarcimiento, en el que buscará vengarse de su novio y su mejor amiga, quienes la engañan juntos, y de todos aquellos que estaban al tanto de la situación y simplemente obviaron el problema. El plan sale tal cual lo imaginado y la noche se termina con Margo y Q más cerca que nunca. Este parece ser el comienzo de una nueva etapa en la vida de Quentin, quien al otro día se siente una persona diferente y asiste al colegio con intención recuperar el tiempo perdido con su vieja amiga. Pero Margo no aparece por ningún lado. Tampoco lo hace al día siguiente y al otro. Es entonces cuando Q comienza a sospechar que Margo simplemente no desapareció. Él está convencido de que se está escondiendo en algún lugar y que le dejó pistas para encontrarla. Por eso, junto a sus inseparables amigos Ben y Radar, intentarán resolver el misterioso paradero de Margo Roth Spiegelman. Y tal como dice el tagline del film, se perderán para finalmente poder encontrarse. Dirigida por Jake Schreier (Robot & Frank), Ciudades de Papel es un film con más aciertos que errores, y que si bien recorre caminos que otras películas de su género supieron recorrer a lo largo de los años, al menos logra rescatar lo mejor de ellas. Sus protagonistas, Nat Wolff y Cara Delevingne, al igual que el resto de los jóvenes del elenco, resultan inspiradas elecciones en papeles que en definitiva serán los que sostienen el relato. La transformación de Quentin, elemental en un coming-of-age, se encuentra bien trabajada y gran parte de ese mérito residente en el propio Wolff. Lo mismo para Cara Delevingne, interpretando a la enigmática Margo, un personaje que parece encajar justo en la piel de la joven actriz (a quien veremos el año próximo en Suicide Squad). Schreier, de manera acertada, siempre intenta mantener a la película por la senda de la comedia, sin caer demasiado en el melodrama adolescente que se pudo ver en Bajo la Misma Estrella. Y es durante momentos como el recorrido de venganza que emprenden Q y Margo, o cuando llega la hora de investigar y descifrar la pistas, o el road-trip que abarca gran parte del tercer acto, cuando Ciudades de Papel encuentra su lugar. Sobre todo porque parece buscar inspiración en películas como Ferris Bueller's Day Off, The Breakfast Club, Sixteen Candles u otras películas de John Hughes, filmadas a mediados de la década del los 80. Algo que se termina reflejando en la construcción de algunos de los personajes y la dinámica entre ellos, o por las mismas situaciones que se irán dando a lo largo de todo el relato. Conclusión El mundo adolescente que se retrata en Ciudades de Papel no llega reflejar cuestiones más complejas como si lo hizo la reciente Las Ventajas de ser Invisible, ni le dará una nueva voz a una generación como si lo hicieron los films de Hughes hace casi 30 años. Pero sin dudas es un simpático coming-of-age, que funciona de lo más bien como un entretenimiento ligero y dignamente logrado, con buenas interpretaciones y una historia que por momentos parece ir más lejos de los que se podría esperar de ella. Totalmente recomendable.
Cuento de iniciación con moraleja Cuando John Green publicó esta novela batió records de ventas, pero su éxito en la industria editorial se extiendió al cine cuando en 2014 se estrenó Bajo la misma estrella, la adaptación de su último trabajo que superó expectativas de taquilla. La película es la transposición al cine de la tercera novela (homónima, por cierto, y ganadora del Premio Edgar, una distinción llamada así en honor a Poe y entregada por la Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos) de John Green, un novelista norteamericano que es tan best seller como Stephanie Meyer o J.K. Rowling, sólo que no escribe dentro de los márgenes del género fantástico, como las autoras de las sagas Crepúsculo o Harry Potter, sino que su prosa se inscribe en un realismo, siempre dirigido específicamente al lector adolescente (lo que en el mercado editorial se conoce como Young Adults Fiction). El encargado de dirigirla fue Jake Scheier (antes dirigió Un amigo para Frank, su primer largo, que aquí no se estrenó en cines), pero se repiten los mismos guionistas de Bajo la misma estrella, Scott Neustadter y Michael H. Weber, pareja que además escribió 500 días sin ella (aquella comedia paródica y algo canchera de 2009). Quentin Jacobsen (Nat Woff) siempre estuvo enamorado de Margo Roth Spiegelman (Cara Delevingne). Quentin y Margo son dos adolescentes de Orlando que viven en la misma cuadra y fueron amigos inseparables en la infancia, aunque ya ni se saludan. Ahora él es el nerd que nunca falta a las clases y ella la diosa popular inalcanzable. Todo parece haber cambiado durante el curso de la escuela secundaria, pero una noche ella le pide que la ayude a vengarse de su novio infiel. La de Green es una novela de aprendizaje, modelo al que se ajusta la película. Así, Quentin –pero también sus amigos Radar, Ben y Lacey (Justice Smith, Austin Abrams y Halston Sage, respectivamente)– intentan entender un poco más sobre la propia identidad y algunos de los grandes temas de la vida como el amor y la amistad. Es cierto que la “enseñanza” que señala la película queda más que explicitada y por las dudas subrayada, para que a ningún espectador se le pase de largo, pero se entiende que es justamente eso lo que se busca. En ese sentido, no se le puede cuestionar la coherencia.
Hermosa película, una coming of age con todas las letras y llena de vida. Una verdadera sorpresa que llega a la cartelera que será muy disfrutada tanto por los amantes del género como el público adolescente que la está esperando hace rato. Muchos dicen que el autor John Green es el nuevo Nicholas Sparks y la comparación es justa: ambos escriben sobre amor joven y sus novelas son best sellers adaptadas al cine. Dicho esto hay una gran diferencia para marcar: las historias de Sparks siempre rondan la tragedia, enfermedades terminales y la muerte, lo mismo que sucede en Bajo la misma estrella de Green, pero aquí la fórmula no se repite sino todo lo contrario. Ciudades de papel es a simple vista es una historia de amor pero a medida que uno se va metiendo en la historia descubre que nos encontramos ante un testimonio justo, certero y real de la amistad y lo importante que es esta a los 18 años. También es sobre el fin de un ciclo y el comienzo de otro, relatado en un tono agridulce con tintes de comedia bien puestos. Volviendo a la historia de amor es imposible no amar a Cara Delevinge y su Margo Roth Spiegelman. Gran casting. No solo una belleza sino que también transmite varias capas de un personaje tan atrapante como desconcertante. Lo mismo sucede con Nat Wolff pero en su caso sin desconciertos. Es el viaje, tanto literal como metafórico, de su personaje el motor de la película junto con sus maravillosos amigos. Este terceto reúne mística de teen movie ochentosa que pocas veces hemos visto desde ese entonces. Crees verdaderamente en ese grupo de amigos y lo que les sucede. El director Jake Schreier crea una muy buena atmósfera pero no se luce ni innova en nada. Todo es correcto. Ahí sentí que le faltó un poco a la película, una pequeña vueltita en la puesta en escena y edición que acompañara más a la historia. Lo mismo que la música, no es mala pero es del montón. Este último aspecto lo notarán los más exigentes, el resto disfrutará de una muy buena película. En definitiva, Ciudades de papel cuenta una gran historia de amistad y amor en un tiempo idílico de la vida de una persona. Todos nos vamos a sentir identificados y eso no es poco. Una apuesta que parece sencilla pero que en realidad es grande. Si te gustan estas películas no te la podés perder.
La romántica de la semana dedicada a los adolescentes, pero que resulta una buena sorpresa para todos: del mismo equipo que hizo Bajo una misma estrella, esta peli es mejor. Influyen los protagonistas: Nat Wolf y Cara Delevingne, la famosa modelo, perfecta para la enigmática Margo. Idas y venidas en el transito al mundo adulto
"Todos recibimos un milagro" John Green sorprendió el año pasado con la adaptación de su libro “Bajo la misma estrella” y en esta oportunidad vuelve a la pantalla grande con una historia previa, “Ciudades de papel”, de la mano del director Jake Schreier. “Ciudades de papel” narra, desde la perspectiva del protagonista masculino, la historia de Quentin (Natt Wolf), un chico que está convencido de que en su vida ocurrió un milagro: Margo Roth Spiegelman (Cara Delevingne) se mudó a su vecindario cuando eran chicos y se enamoró de ella. Pero los años fueron pasando y cada uno tomó su rumbo. Sin embargo, una noche Margo se le aparece en su ventana para que la ayude a vengarse de las personas que le hicieron daño. Al día siguiente, Margo desaparece y Quentin se verá obligado a descifrar qué es lo que le sucedió. En la historia existen ciertos altibajos, sobre todo lo que corresponde al ritmo. Tenemos el comienzo que podría calificarse como de aventura, con un ritmo más acelerado en donde Quentin ayuda a Margo con su venganza. Luego viene el misterio, la desaparición de la protagonista femenina y la búsqueda constante de pistas, con una dinámica de la trama más lenta, pero que no deja de perder su intensidad. Y luego vuelve a apresurarse con una especie de road-movie. Si bien las actuaciones son buenas, y tienen personajes secundarios bastante fuertes, como los mejores amigos del protagonista, interpretados por Justice Smith y Austin Abrams, Quentin no termina de generar empatía, hasta incluso se muestra medio insulso. Y Margo, que sí provoca algo en el espectador, se encuentra la mayoría del tiempo fuera de la pantalla. La película busca realizar una introspección en la vida de Quentin, quien en esa noche de aventura con Margo, comienza a vivir la vida diferente. Es una reflexión de los últimos momentos de la secundaria y el traspaso a una vida más adulta y esto se observa sobre todo en las transformaciones de los personajes a lo largo de la historia. A través de la metáfora de las ciudades de papel, la trama muestra cómo a veces la vida y las personas no son como uno las ve a simple vista. A veces las cosas son de papel, son falsas, nos hacen creer una cosa cuando la realidad es muy distinta. A pesar de que a simple vista la película parece una más de esos films del fin de la secundaria, John Green nuevamente le pone su sello a la historia y busca profundizar aún más en la vida y las emociones de estos personajes. Es una película sobre todo orientada al público juvenil. Samantha Schuster
Viaje de iniciación en camioneta El espectador adolescente consume, y más en estos días de vacaciones, cine, teatro, música, televisión, actividades varias, en fin. Pero no solo son estos 20, 30 días: desde hace un tiempo Hollywood piensa en el perfil del adolescente a través de películas (ficción, animación, románticas, superhéroes) que ocupan la cartelera durante todo un año. Allá lejos y hace mucho eran las blandas Castillos de hielo y Ron y Jeremy (para un público de 15, 16), la animación vía Disney y punto, listo, diez títulos por año como máximo y el resto no. Todo cambia y quedará para un análisis posterior el porqué buena parte de los estrenos anuales corresponden a un perfil más o menos predeterminado de espectador. Más aun si la cajita feliz viene con un best seller atrás, como ocurre con Ciudades de papel y el escritor John Green (Bajo la misma estrella), actores-modelos de protagonistas y una trama que toca (otra vez) el conflictivo tránsito de la adolescencia a la adultez. Si la versión cinematográfica de Bajo la misma estrella profería lecciones de manual, frases convencionales y ramplonerías acordes a una estética new age, conviene aclarar que buena parte de Ciudades de papel trata de alejarse de esos vicios y lugares comunes. La historia, en ese sentido, explora el territorio del fantástico y de la road movie de iniciación (en camioneta) sin complejos y arriesgando más allá de lo previsible. Quentin y Margo traban amistad como vecinos, deciden jugarse por la aventura, se quieren y respetan pero, de una noche a la otra, ella desaparece. Y allí empieza el movimiento trascendente de un grupo (Quentin, Radar, Ben, Angela, Lacey) a la búsqueda de Margo y como proceso interior para cada uno, pero en especial, hacia el personaje del joven amigovio de la ausente. Allí, la película tropieza, se levanta y vuelve a caerse y más a tarde a recuperarse en ese afán por buscar la frase aforística que complazca a ese espectador predeterminado. Mientras el director Jack Schreier filma como si fuera un fotógrafo aficionado registrando una noche de graduación, la (in)soportable levedad de la trama oscila entre momentos gratificantes y originales y otros donde el enojo y hasta la ira pueden aparecer de manera no tan inesperada. Ciudades de papel tiene el mismo vuelo corto de su antecesora, pero las actuaciones funcionan mejor y ciertos climas inquietantes que transcurren en la travesía dejan un pequeño espacio para la esperanza (cinematográfica). Será cuestión de esperar solo un rato para que un nuevo exponente de esta clase ocupe un importante espacio en la cartelera.
Efectivo romance lejos de los clichés Desde muy niños, Quentin y Margo compartieron juegos y travesuras. Él, tímido e introvertido, va sintiendo, con el paso del tiempo, que esa amistad se está convirtiendo en amor. Ella, en cambio, fantasea con viajes interminables, con cambiar su monótona vida pueblerina y con hallar un futuro que la haga feliz. Por eso, cuando ella recluta a Quentin para una venganza, él la seguirá sin dudar. Luego, esa joven que siempre ha sido un enigma y ahora es un completo misterio desaparece de la vida de Quentin. Con dos amigos, la novia de uno de ellos y una amiga de Margo, el enamorado recorrerá, en su viejo automóvil, kilómetros de caminos que lo conducirán desde su pequeño pueblo hacia Nueva York para encontrarla aprovechando las pistas que ella parece haber dejado cuidadosamente para asegurar su éxito. El director Jake Schreier supo manejar con habilidad este entramado que habla del valor de la amistad y del amor verdadero. El film nunca deja de entretener y escapa a los clichés del género y eso se debe, seguramente, a que sus responsables hallaron en la novela original varias puntas para mostrar, a veces con agudeza, otras con ternura, el valor de los más hondos sentimientos humanos. La pareja protagónica (buenos trabajos de Cara Delevingne y de Nat Wolff) tiene parte del mérito. Los impecables rubros técnicos suman otros valiosos elementos para que Ciudades de papel se transforme en una cálida mirada a la necesidad de amar, de ser amado y de perseguir quimeras.
Juventud, divino tesoro La espontaneidad de los jóvenes actores supera la medianía del relato y cierta incredulidad. “Esta va a ser la mejor noche de tu vida”. Con semejante enunciado, salido de la boca de la despampanante Margo, de la que Quentin está enamorado desde que la vio de niño al mudarse a la casa de enfrente, el protagonista masculino de Ciudades de papel no tiene mucho margen. Margo entró a su habitación en el primer piso desde la ventana. Y no le dice qué es lo que tiene que hacer, sino que tiene que llevarla en el auto de sus padres. Un misterio, tras otro. Ciudades de papel (2008) es la tercera novela de John Green, anterior a Bajo la misma estrella, que es la sexta y fue su gran éxito en las librerías de todo el mundo y se convirtió en película igualmente rendidora el año pasado. Sus protagonistas también son adolescentes, y también los acompañan otros teenagers, que son como la caja de resonancia de, en este caso, Margo y Quentin. Varios subgéneros se combinan en la trama entrelazada de Margo y Quentin. Es una historia de amor de niños, se cruza con una road movie y también confluye en un baile de egresados de la High School. Vecinitos de Florida, Margo es mucho más madura que su vecinito de enfrente ya cuando eran chicos. El tiempo pasa, Quentin sigue enamorado de ella, pero en silencio. Hasta que un día, Margo desaparece, y Quentin y dos compañeros -uno negro y algo nerd, el otro, el típico perdedor con las mujeres- parten con un par de chicas más a buscar por la ruta a Margo. Lo que despierta mejor el interés, si es que usted tiene más de 17 años, es precisamente esa perspectiva del salto de la adolescencia a la adultez, y de cómo las chicas son mucho más despiertas, valientes y decididas que los muchachos a esa misma edad. Ahora, si vos tenés menos de 17, ésta es tu película. ¿Por qué? Porque ayuda muchísimo no haber visto clásicos románticos de niños y/o adolescentes, de Melody a Digan lo que quieran, y porque algunas situaciones están planteadas en el guión y ejecutadas en el set como de comedia inverosímil, para la que hace falta una incredulidad natural. A diferencia de Bajo la misma estrella, que era un drama con toques de comedia -a veces, negra-, Ciudades de papel es más comedia con toques de romanticismo, fuerte. Margo es un misterio, cierto, pero también Quentin, porque ¿qué lo lleva a seguir, descubrir y revelar pistas para saber el paradero de la chica, mejor que sus padres y hasta que la policía? ¿Se puede ser tan nerd cuando uno se enamora, tenga la edad que tenga? Si el rostro de Natt Wolf le resulta familiar, es que ya había estado en el universo Green -era el amigo enfermo de Bajo la misma estrella-, y a Cara Delevingne, modelo devenida actriz, la verán hasta en la sopa en los próximo 18 meses en otra media docena de filmes -entre ellos, será Enchantress en Suicide Squad. La banda de sonido no se esfuerza en ayudar mucho, se diría que logra todo lo contrario.
Publicada en edición impresa.
No sé por qué pero en la mayor parte de la película me parecía estar viendo el spin off con uno de los hijos de "How I Met Your Mother". ¿Será por el carácter de los personajes principales? ¿Será por el empecinamiento enamoradizo de Q con respecto a la independiente Margo? Vaya a saber. Lo que tenemos aquí es una buena razón para que hija pre adolescente, adolescente y madre cómplice, quieran pasar un rato juntas en las vacaciones de invierno con una historia de amores imposibles, el fin de una etapa de la vida en un viaje de muchos kilómetros en búsquedade la resolución de un misterio. "Paper Towns" o "Ciudades de Papel" es la segunda adaptación para el cine de una novela de John Green, al que muchos adolescentes recordarán por ser best seller y éxito de taquilla con "Bajo La Misma Estrella". Una nueva especie de "Love Story" o "Castillos de Hielo" denuestra época. "Ciudades de Papel" sigue en la misma línea y por lo tanto, es un filme que no aporta sorpresa durante su desarrollo pero sí en cómo va a resolver el conflicto principal de los personajes. ¿Cuál es la razón del título? según dice John Green, el término “ciudad de papel” fue acuñado cuando los cartógrafos Earnest G. Alpers y Otto Lindberg de la General Drafting Company inventaron el pueblo de Agloe, Nueva York y lo colocaron en un mapa en la intersección de dos caminos de tierra en la parte sur de Catskills, New York. Lo hicieron así para proteger los derechos de propiedad. Si su pueblo ficticio hubiera aparecido en otro mapa, podían tener evidencias de que su trabajo había sido plagiado. La curiosidad es que si alguien buscara la población de Agloe en un mapa, ésta no tendría habitantes, aunque la película le da una vuelta derosca a esta cuestión. Scott Neustadter y Michael H. Weber, que fueron los guionistas que adaptaron "Bajo La Misma Estrella" aceptaron el desafío de sumarse a esta nueva producción, conociendo el material literario desde el que partían y al actor que representaría a Quintin o Q, Nat Wolff, quien también fue del equipo de aquella peli de 2014. Para dirigir, los productores recurrieron a Jake Schreier, cuyo trabajo en el drama "Robot & Frank" les había llamado la atención, sobre todo al conjugar el difícil tema del Mal de Alzheimer y encontrar un camino no totalmente dramático. ¿Quiénes habitarán estas "Ciudades de Papel"? En principio, la historia nos presentará a un relator que es Q, que piensa que a todos en la vida nos llega un milagro. A él, desde los 9 años, le tocó ser vecino de Margo Roth Spielgelman -este apellido en alemán significa 'fabricante de espejos'-. Ella era la chica perfecta, la reina dela clase, pero también un misterio y que implicaba arriesgarse a meterse en problemas, algo a lo que Q siempre rehuyó hasta aquella noche en que Margo lo desafió a hacer lo que nunca había hecho. Para el rol de la misteriosa Margo, contrataron a la supermodelo Carla Delevigne, a la que el papel le vino como anillo al dedo, ya que en cierta parte de su corta, por edad, pero exitosa carrera se sintió un poco como esta adolescente de la que todos piensan que tiene una vida sin problemas y realmente, muy pocos la ven / conocen como ella quisiera. Luego de esa noche de aventuras, a Q, Ben y Radar, sus dos mejores amigos, los desplazados de la clase por nerds y responsables, emprenderán el último viaje de su adolescencia. Como si fuera un viaje de egresados para descifrar las pistas que dejó Margo en su escape luego de la noche de travesuras junto a Q. Esta travesía será el centro de las preguntas y respuestas, de la amistad y de la separación, del verdadero amor y de las locuras que por amor se hacen. Asimismo, tratará de mostrar cómo los personajes, van construyendo su realidad que muchas veces es una proyección de un ideal. Tiene momentos de emoción, de nostalgia, de cierta filosofía vital y está bien llevada para el público al que fue dirigida. No hay golpes bajos y esto ya es un punto importante. Me hizo reír mucho la particular colección de los padres de Radar para competir por un lugar en el Libro Guiness de los Récords. Resumiendo: un buen filme para los que siguieron la saga de Crepúsculo, si ya leyeron o vieron en cine algo de John Green o mismo, si fueron alguno de los tantos espectadores que no pueden eludir la tentación de volver a sufrir con Titanic, con la salvedad de que ésta no es tan retorcidamente dramática.
La chica más linda de la ciudad, versión teen Todos quisiéramos tener una aventura con Cara Delevingne: es que aparenta ser impredecible y tenaz, y pasó de Jake Bugg a St Vincent, con escala en One Direction. Quentin (Nat Wolff, estuvo también en Bajo la misma estrella) no es la excepción: es un niño que cree en los milagros y que interpreta que el suyo fue vivir enfrente de la casa de Margo (Delevinge), que en las antípodas de la cercanía geográfica le parece inalcanzable. Juntos comparten las aventuras de la niñez que en Hollywood siempre parecen ser más interesantes que las de cualquiera: estos chicos encuentran a un suicida, compran con tarjeta de crédito, suben los techos e irrumpen en sus ventanas a horas intempestivas. También manejan y “toman prestado” los vehículos familiares, los padres son permisivos (aunque no llegan a ser Oscar Martínez en Relatos salvajes) y parece darles lo mismo una salida a la noche que emprender un viaje improvisado. Porque la chica se va, dos veces. Las dotes detectivescas de la protagonista entran en choque cuando encuentra un partenaire que no le puede seguir el ritmo. Cambian las amistades y crecen, ella devenida en líder escolar y él, por supuesto, en nerd. De vez en cuando intercambian saludos, no más. El punto de inflexión es cuando el amor platónico de “Q” -así lo llaman sus amigos- vuelve a aparecer una noche cualquiera para pedirle un favor: tiene que ayudarla a vengar una infidelidad. La sucesión tragicómica encuentra su desenlace en las alturas de un edificio emblemático donde, ciudad oscura como telón de fondo, cobra sentido el título de la novela del bestseller John Green. Esta metáfora funcionará como hilo conductor en esta road movie para jóvenes que lejos de sectarizar ha sido bien recibida por aquellos que se rehúsan a dejar de serlo, a pesar de las canas. Los quiero ver reírse con los guiños a Pokémon y otras misceláneas de mediados de los 90. El baile de graduación y toda su parafernalia marca los tiempos de un grupo de adolescentes oprimidos que se preocupan más por su destino universitario que por perder la virginidad. Al final no sabemos quiénes son los más populares o qué es ser popular. Debe ser una tentación para un autor que vende millones de libros los finales abiertos o contemplativos: algunos pueden señalarlo como una obligación, pero en este caso la fusión del guión con la obra original es interesante. Se arriesga y cumple. La película se vuelve muchas veces existencialista y siguiendo la misma sintonía propone llevar la luz de la razón a un séquito de chicos desalumbrados, recurre a la poesía de Walt Whitman, la figura de Woody Guthrie y vagos conocimientos cartográficos. Ya en anteriores trabajos Green había abusado de las listas; cuando tenemos a tipos de la talla de Nick Hornby que supieron sacar provecho de esas herramientas narrativas, para qué insistir. Hay algunos chistes muy buenos, uno está musicalizado con una canción de Bob Dylan, y el que no escatima en elogios de los actores secundarios es Austin Abrams: tiene chispa, es muy gracioso y en ocasiones le roba el protagonismo a su amigo de ficción (Wolff). Imagine Dragons, Vampire Weekend, Black Rebel Motorcicle Club, M83, entre otros, completan el soundtrack de una historia que pasa de la comedia al drama y del abrazo al olvido en un abrir y cerrar de ojos. No hay golpes bajos.
Visión bastante verosímil del universo adolescente Basada en una novela del mismo escritor de la superexitosa "Bajo una misma estrella", John Green, este misterio adolescente está bien armado, y sobreactuado, aunque puede resultar un tanto sobrio y moderado tratándose de una historia relacionada con teenagers. La misteriosa es Margo, una chica más inteligente y madura que sus amigos, sobre todo los varones. Hay uno que está especialmente inhibido por ella, sobre todo cuando ella lo lleva medio de prepo a un extraño recorrido en el auto de sus padres. La cosa es que ella quiere tomarse un par de revanchas con el novio que la engañó con otra y las andanzas unen especialmente a los dos protagonistas de este relato que, obviamente, también tiene su parte romántica. O mejor dicho, más que los protagonistas, el protagonista, Natt Wolff, ya que el personaje de Margo que interpreta Cara Delevingne desaparece casi en el acto, y nadie sabe nada de ella, y éste es el misterio sobre el que trata la película. La idea del chico medio desolado, sobre todo luego de la jornada anterior, es que Margo está dejando pistas sobre su desaparición como si fuera un juego detectivesco al estilo de Agatha Christie, o más bien, de los Hardy Boys. "Ciudades de papel" tiene su lado filosófico, como cuando la chica mira las luces de Orlando y comenta: "Es una ciudad de papel, habitada por gente de papel". Así de profundo. La película está bien filmada, tiene lindas imágenes y ritmo razonable, y su principal cualidad es explorar el mundo de los adolescentes de un modo verosímil, aunque eso implique que le falte un poco de fantasía.
Tras el éxito de Bajo la misma estrella, llega Ciudades de Papel, una nueva adaptación de John Green, esta vez a cargo de Jake Schreier. “Supongo que a cada quien le corresponde su milagro (…). Mi milagro fue el siguiente: de entre todas las casas de todas las urbanizaciones de toda Florida, terminé viviendo en la puerta de al lado de Margo Roth Spiegelman”. Así empieza Ciudades de papel, el libro y la película. Narrado por su propio protagonista, Quentin, o simplemente Q, hablando de su primer y único amor al menos de sus primeros dieciséis años. Nat Wolff, quien interpretó el papel del amigo del protagonista de la adaptación cinematográfica anterior de John Green, es ahora el encargado de contar y protagonizar esta historia, una coming of age al mejor estilo americano, con fiestas llenas de alcohol, un baile de graduación que se aproxima, amigos tan nerds como uno (que cantan la canción de Pokémon o, como en el libro, se obsesionan con el Omnictionary, una especie de Wikipedia ficticia), y ese primer amor cautivante que parece imposible hasta que aparece un indicio de que quizás no lo sea tanto. Y la encargada de interpretar a Margo es Cara Delevingne, un rostro más conocido en el mundo de la moda que en el del cine, una británica (que acá intenta eliminar su acento) que inspiró principalmente a Karl Lagerfeld y muchos aseguraban que podría ser la nueva Kate Moss, hasta que hace sólo semanas anunció su retiro de ese mundo para dedicarse sólo a la actuación. No es su primera película pero sí su primer protagónico, tampoco será la última ya que se la verá en la esperada Suicide Squad. Lo más curioso de Cara como Margo es que no termina de imprimirle toda esa actitud y onda que tiene ella misma al personaje; como Margo, Cara se desempeña apenas correctamente. Q y Margo fueron amigos de pequeños pero la pubertad y su consecuente adolescencia los distanció. Él quedó relegado y ella se volvió una chica popular. Pero cuando el mundo de Margo parece haberse derrumbado (o así lo siente ella al saberse engañada por su novio y sus amigas) se acuerda de Q y se le aparece una noche para que lo acompañe en su venganza. Una noche en la que Q se olvida de la rutina con la que está encariñado, para seguir a la impredecible e impulsiva Margo. “El modo en que te sentiste esta noche, así deberías sentirte toda tu vida”, le dice ella. Pero los dos esperan cosas distintas de su futuro. Ella no puede seguir los pasos de la mayoría de los humanos: secundaria, universidad, trabajo, matrimonio, hijos. Todo parece demasiado pautado, sin lugar a sorpresas. A él le gusta pensar en una vida ya armada, le gustan los planes. No obstante no puede evitar sentirse una vez más fascinado por esta chica. A la mañana siguiente, ella desapareció. Ciudades de papel pone en juego tópicos comunes: una familia acomodada en la que los padres no parecen ser los más atentos, la amistad adolescente como aquella que parece que va a perdurar toda la vida pero en el fondo saben que después de la graduación ya nada será igual al emprender diferentes rumbos, las ganas de escaparse de quien no soporta que su vida ya esté trazada. El film es muy fiel al libro, como todos podíamos esperarlo. Fiel al punto de, al apelar a la voz en off (recurso al cual no le pueden escapar estas adaptaciones), citar líneas completas de él. Pero por más que aparezcan los Santas negros o el sable hecho de latas, todo está relatado de manera tan lineal que se le olvida de imprimirle su espíritu, alma. Es una película hecha para los admiradores de John Green, por lo tanto poco arriesgada, sin sorpresas. Para el espectador común es probable que la película, guste más o menos, no se quede impregnada en uno. Si no estuviera firmada por John Green pasaría muy desapercibida en cartelera. La historia se torna especialmente más interesante cuando ésta se convierte en una roadtrip, pero a la vez se siente que sucede demasiado rápido todo. El final, aún con agregados que en el libro no aparecen, termina cayendo en el lado más obvio. Con un soundtrack formado por canciones de bandas indies, se termina sintiendo que a la película le falta emoción, que no es lo mismo que emotividad, producto de algún que otro golpe bajo en la adaptación previa de Green.
Una comedia romántica para los sub-20 Como en Bajo la misma estrella, también basada en un libro del especialista en literatura juvenil John Green, Paper Towns mantiene el punto de vista adolescente de su predecesora para contar una “love story” más amena y menos trágica. La sinopsis y el origen de Bajo la misma estrella invitaban a fruncir la nariz pensando lo que podría ser: un melodrama lacrimógeno, facilista y pleno de golpes bajos centrado en el romance de dos adolescentes con cáncer y basado en una novela para jóvenes adultos cortesía del amo y señor del subgénero, John Green. Pero lo que había, en cambio, era una aproximación mesurada, prolija y desprovista de prejuicios a los sentimientos bautismales contada desde la altura emocional y cultural de la parejita, siempre con la enfermedad en un área emocionalmente secundaria. Segunda adaptación de un libro de Green, Ciudades de papel mantiene inalterable el punto de vista de su predecesora para contar una love story más amena, menos trágica y no muy original. Lo que es original –al menos para los cánones de Hollywood, y salvaguarda la integridad de un film que sabe muy bien a quiénes les habla y cómo hacerlo– es que los chicos y chicas de la película piensan, se mueven, sienten y sobre todo se preocupan por cosas propias de... chicos y chicas de 18 años.Vaya uno a saber si es un impedimento creativo, una decisión ideológica o una imposición del “negocio”, pero a los CEO del oeste norteamericano les encanta tratar a los sub-20 como seres incapaces de discernir. Quizás así se entienda un espíritu de adoctrinamiento que atraviesa a un cine mayormente entendido como medio de transporte de valores civiles y morales y que encuentra su síntoma más emblemático en el puritanismo clerical de la saga Crepúsculo. Pero hay otros, los menos, que se oponen a esa concepción considerando a los adolescentes como adultos en formación, cargados de particularidades y con problemas y preocupaciones distintas a las de los adultos. Distintas; no peores, ni inferiores, ni muchos menos dignas de menosprecio. Uno podría ser Greg Mottola, el hombre detrás de la melancolía arrolladora de Supercool y Adventureland. Los otros, Scott Neustadter y Michael H. Weber, guionistas de la imprescindible The Spectacular Now (2013) y nada casualmente responsables de las adaptaciones de Bajo la misma estrella y Ciudades de papel.La firma en común permite entender el diálogo temático (la incertidumbre sobre el futuro, la construcción identitaria, la búsqueda de pertenencia), además del comportamiento natural de los personajes y el tono agridulzón pero no grave de los tres films. Porque, ¿qué es el fin del secundario si no el fin de una era personal? Como el díptico de Mottola, el opus dos de Jake Schreier (el mismo del directo a DVD Un amigo para Frank) es un relato de iniciación situado en esa etapa de quiebre entre la niñez y la adultez. Allí están Quentin (Nat Wolff), sus dos amigos medio aparatos (otra vez Supercool como referente) y también Margo Spiegelman (la modelo británica Cara Delevingne), vecinita y amiga de la infancia del primero y distanciada de él en algún momento de la pubertad sin que existieran razones concretas. Hasta que una noche reaparece, y vuelve a irse.Ella, muy pilla, deja una serie de pistas para aquél que esté dispuesto a encontrarla. El, muy enamorado, seguirá todas y cada una de ellas, aun cuando deba recorrer dos mil de kilómetros en un par de días para volver en tiempo y forma al baile de promoción. ¿Otra película con cierre en un baile de promoción? Sí, y a toda honra, ya que Neustadter y Weber no escriben desde el paternalismo supuestamente sabelotodo de la adultez, ni mucho menos desde la idea de cómo piensa un adulto que piensan y sienten los adolescentes. Híbrido entre coming of age y road movie, Ciudades de papel tiene la convicción de acompañar la aventura de Quentin y el grupete retratándola con la trascendencia otorgada por ellos, mirándolos de frente y entendiendo sus padecimientos, dudas y vacilaciones. Lástima que los guionistas y Schreier no olviden que se trata de una propuesta mainstream y se obliguen a incluir una serie de metáforas obvias, con la del título como máximo exponente. Eso y un desenlace demasiado preocupado por clausurar unívocamente todas las aristas del relato diluyen la potencia de un film que no se anima a ser aún mejor.
Si el año pasado lloraste con "Bajo la Misma Estrella", este año vas a disfrutar de "Ciudades de Papel" de una forma muy diferente... celebrando una película que dispara directamente al corazón adolescente que todos alguna vez tuvimos. John Green, autor de la novela, logró, junto con los guionistas, que la historia sea super fiel al libro en pantalla grande. Nat Wolff y Cara Delevingne son las perlitas absolutas en este cuento que se transforma en una road movie en búsqueda de, podríamos decir, la felicidad. En el camino, grandes momentos de crecimiento para los personajes y un lugar muy especial para la reflexión. Para las fans de "Bajo la Misma Estrella" hay un guiño imperdible, en el que seguramente saltarán de la butaca. Una peli que cierra por todos lados y donde lo más importante es la autenticidad de la adolescencia. Si queres saber más sobre "Ciudades de Papel", dale play a la entrevista exclusiva que tuvimos con John Green y Nat Wolff en Río de Janeiro, que está posteada junto al trailer
Las películas de adolescentes de estos tiempos siempre las considere livianas, banales y repletas de cliché pero la revisión de Ciudades de Papel (Paper Towns) hizo cambiar mi parecer o por lo menos este film si amerita una de devolución positiva. Ciudades de Papel está basada en uno de los primeros libros del americano John Green -más conocido como el autor de Bajo la Misma Estrella- que retoma una vez más los complejos que viven los chicos de 16/17 años. En esta nueva historia, Quentin (Nat Wolff) es un joven que desde pequeño ha estado enamorado de su vecina de enfrente. Con el paso de los años su amistad se diluye y mientras él se convertía en un outsider, ella, Margot (Cara Delevingne), era la dinamita a donde fuere. Un tiempo antes de graduarse Margot lo invita a una noche de aventura por la ciudad y ayudarla a vengarse de aquellas personas que la traicionaron en su corta vida. Pero al siguiente día Margot desaparece sin dejar pistas aparente, excepto para Quentin. De acá en delante la película cambia el curso dejando atrás todos los lugares comunes que puede tener este tipo de historias para convertirse en un buen mensaje sobre la amistad, los cambios de etapas y el descubrimiento de uno mismo. Ciudades de Papel no es tan liviana como aparenta. El guión pone en valor las distintas clases de amigos de acuerdo a la edad y experiencia vivida. Existen amistades que perduran toda una vida pero en el camino vamos perdiendo al resto, como las compañías en la escuela o luego en la universidad. Caminos que se juntan y se bifurcan pero los momentos compartidos siempre van con uno. Quien transita ese recorrido hacia la adultez ira evolucionando conforme a su deseo y sus proyecciones en la vida, y Ciudades de Papel traza todo ese camino con sutileza.
“Todo el mundo recibe un milagro. El mío era Margo Spiegelman”, dice convencido el protagonista absoluto de la adaptación cinematográfica de la novela homónima de John Green, escritor especializado en el género “Young Adult” y responsable de la exitosa “Bajo la Misma Estrella”, libro que tuvo su versión en cines en 2014. En la entretenida “Ciudades de Papel”, dirigida por Jake Schreier (“Un Amigo para Frank”), los espectadores somos testigos de la experiencia de vida y de maduración de Quentin (Nat Wolff vuelve a estar en una historia de Green), quien desde pequeño quedó maravillado por su enigmática e intrépida vecina Margo. Este personaje, interpretado bastante bien por la modelo británica Cara Delevigne aparece muy poco en pantalla. Narrada en primera persona, desde el punto de vista de Q, la película nos introduce en la historia de estos dos amigos de la infancia que un día, por esas cosas de la vida, tomaron sus respectivos rumbos y dejaron de hablarse. Ella se convirtió en la chica más popular de la escuela mientras que él continuó siendo la persona que siempre fue: un muchacho común y corriente que, transitando su último año de la secundaria, se enfocó en sus estudios y exámenes pre-universitarios para convertirse en médico. Sin embargo, una noche todo cambia. La compleja Margo, inesperadamente, se le aparece en su ventana vestida de ninja (no literalmente claro) para que la ayude a llevar a cabo un plan de venganza (compuesto por bromas descabelladas) hacia las personas que le hicieron daño; entre ellos el novio que la engañó. Al día siguiente, la chica a la que le gustaban tanto los misterios, termina convirtiéndose en uno tras desaparecer de la faz de la Tierra. Esta vez, aparentemente para no volver jamás (no era la primera vez que se escapaba). Quentin, quien pensó que esta aventura los había reconectado, se ve obligado a descifrar qué es lo que le sucedió, ya que está convencido de que se está escondiendo en algún lugar y que le dejó pistas para encontrarla. En esta búsqueda, está acompañado por sus inseparables amigos nerds, Ben (Austin Abrams) y Radar (Jesse Smith), a quienes se suman la novia de este último, Angela (Jaz Sinclair) y la amiga de Margo, Lacey (Halston Sage). A través de un viaje en auto, el quinteto intentará resolver el misterioso paradero hasta llegar a alguna de las “ciudades de papel” (para quienes no hayan leído el libro no revelaré el significado literal y metafórico de esta frase) en las que puede que esté esperando, o no, a Quentin. Aunque puede parecer una película bastante ligera (para mí “Bajo la Misma Estrella” fue mucho más que ésta), su contenido es profundo y hace hincapié en esa costumbre que tenemos muchos y es la de idealizar a la gente, de imaginarnos que es de una manera como nosotros queremos. A veces, las primeras impresiones son más complejas de lo que parecen. A veces hay que perderse para volver a encontrarse. Un modesto drama/road movie adolescente/coming- of- age sobre el significado de la amistad y el arriesgarse más en la vida.
Salir a buscar Quentin (Nat Wolff) consideraba que el día más importante de su vida fue cuando Margo (Cara Delevigne) se mudó frente a su casa, en el instante en que la vio se enamoró de su vecina, y muy pronto se hicieron amigos. Pero a veces lo que la infancia une, la adolescencia lo separa. Quentin se convirtió en un joven responsable y estudioso, y Margo en una aventurera con look de modelo, cuando llegaron al secundario el ya era un nerd, y ella una chica que hacía todo lo que quería. Margo pasaba los días entre novios, boliches, escapadas y amigas lindas, y Quentin juntos a sus dos inseparables amigos, Radar y Ben (Justice Smith y Austin Abrams) a quienes nunca invitaban a las fiestas. Una noche, inesperadamente, Margo entra por la ventana de Quentin, como cuando eran pequeños, y le pide que la ayude con unas cosas que debe hacer. A pesar de que al otro día hay que ir al colegio Quentin se va con ella, y la acompaña en un recorrido que incluye unas cuantas maldades para vengarse de un novio mentiroso y algunos amigos encubridores. Todo sale de maravillas, la química de la infancia parece estar intacta y Quentin pasa la mejor noche de su vida, pero al otro día Margo desaparece, no es la primera vez que se va de casa sin decir nada, pero esta vez parece ser diferente, Quentin cree que ella ha dejado pistas para que vaya a buscarla, y mientras rastrea el paradero de su amiga, convertido en un novato detective, convence a sus amigos para que lo acompañen en la búsqueda. Basada en el libro de John Green, autor de la exitosa y lacrimógena "Bajo la misma estrella", vuelve a sumergirse en el mundo adolescente, con una historia alejada de las típicas high school movies, nuevamente con dos protagonistas bastante particulares, inteligentes y que se hacen demasiados planteos. Durante la búsqueda de Margo el grupo expone sus miedos, sus inseguridades y sus deseos al estar terminando el secundario, y con ansiedad por todo lo que esta por venir. Si bien se plantean un par de cosas interesantes, todo queda en un existencialismo light, para poner en primer plano lugares comunes como la fiesta de graduación, la primera vez y los amigos que dejan de verse cuando llega el momento de ir a la universidad. Todo con una estética de publicidad, actrices que parecen salidas de la tapa de Seven teen, y chicos con autos y billeteras llenas. El filme resulta un buen producto, narrado con mucha naturalidad, con una atractiva pareja protagónica, en base a un libro que vendió millones de ejemplares y un autor que sabe atraer al publico adolescente.
Crítica emitida por radio.
El melodrama amoroso adolescente ha crecido en estos años de una manera extraña. Son películas que, luego de las comedias de college o las sátiras sobre la secundaria, desean recuperar el romanticismo (a veces un poco ñoño) de amar a los diecisiete. A veces funciona, a veces no. En este film donde un joven se suma, embobado, al plan que una señorita tiene para vengarse de su ex y, tras la desaparición de la susodicha, trata de encontrarla siguiendo pistas, habla un poco de la inocencia que existe en esa edad donde los sentimientos se pintan en blanco y negro. No es un film demasiado original ni requiere serlo: lo que le da valor consiste en pintar a sus habitantes como personas que podemos encontrar a la vuelta de la esquina, incluso cuando el guión (basado en un best seller escrito a reglamento) incorpore bobadas y vueltas de tuerca mecánicas. Pero estos pibes caen simpáticos y convocan emociones. Hay algo para ver, pues, y eso se agradece.
Larguísima, ampulosa y fuera de época Amigos desde niños, con los años Quentin y Margo fueron distanciándose. Una noche, a pocos días de terminar la secundaria, ella irrumpe en su habitación con una propuesta: ayudarla a consumar una venganza. La historia tomará desde allí caminos impensados. Al igual que la novela de John Green en la que está basada, “Ciudades de papel” interpela a los adolescentes. Tal vez por eso los adultos no existen durante casi dos horas de película, lo que de por sí torna inverosímil la historia. “Mamá, me llevé el auto. Me voy a Nueva York y vuelvo en dos días”, anuncia Quentin -alumno de secundaria- por teléfono. Eso sí: hay que quedarse tranquilos porque los chicos son sanísimos. Ninguno fuma, ninguno se droga, son todos vírgenes y andan por la vida declamando recetas de autoayuda. Salvo Ben (Austin Abrams), el gracioso del grupo, que de golpe se intoxica con alcohol en una fiesta y a los 10 minutos está joya. Además, se permite confesar sus fantasías sexuales con la mamá de Quentin. En fin. Se supone que “Ciudades de papel” habla de descubrimientos, de viajes iniciáticos, de romances y de amistades indestructibles. Margo (Cara Delenvigne, con permanente expresión de qué rebelde que soy) se fuga una y otra vez de su casa, mientras lee a Walt Whitman (no a John Green). Por suerte para ella, se instala a 2.000 kilómetros de su casa a reflexionar sobre la vida sin que le falte la plata. A buscarla marcha el enamorado Quentin, acompañado por los inseparables Ben y Radar, y a las chicas que se suman a la aventura. En el camino casi se matan. Puede pasar. Scott Neustadter y Michael H. Weber escribieron este guión plagado de citas pretenciosas y diálogos imposibles. Un universo tan irreal, imposible y tramposo que se permite metaforizar desafortundamente a Herman Melville. Es la misma dupla que había adaptado “Bajo la misma estrella” -otro best-seller de Green-, donde habíamos visto a Nat Wolff (Quentin). El problema de fondo de “Ciudades de papel” es la impunidad con la que subestima a su público. Entre tanto lugar común y declamaciones sobre el deber ser, lo emocionante deviene pomposo y, al final, aburrido.
Finalizada la proyección se podría pensar, “por fin una película romántica adolescente que rompe con los cánones establecidos por la catarata de productos iguales”, claro que mantiene con claridad la primaria intención económica, que termina “envolviendo” a los adolescentes yankees promedios y, por invasión publicitaria, a los de otros lugares del planeta. Pero en realidad sería sólo una fantasía, más cercana a la falacia que a otra cosa, pues toda su estructura, su construcción, es en realidad un catalogo de lugares comunes, agregándole el insoportable recurso de la voz en off del protagonista, establecida desde un principio. Durante el desarrollo va dando información que parecen engaños, pero que terminan por ser mentiras con las que se embauca al espectador, el primero de todos instalado como pseudo filosofía de parque de diversiones, es que todos en la vida tenemos la posibilidad de ser protagonistas de un milagro. Por supuesto, estar vivo es un milagro, “La vida es un milagro” (2005) película de Emir Kusturica. Pero la realización que nos ocupa, de Jack Schreier. no tiene nada que ver. Quentin Jacobsen, (Nat Wolff) es un joven que responde al sobrenombre de “Q”, desde que la conoció, ha pasado toda su vida amando en secreto, desde la distancia, aunque fueran vecinos, a la intrigante Margo Roth Spiegelman (Cara Delevigne). Claro que la infancia se termina y los caminos parecen separados. Ella empieza a ser para él un misterio, tanto como los que le apasionaban a la niña hasta convertirla en esa. Cuando finalizando sus estudios medios, ya en plena adolescencia, con tan sólo 18 años, ella irrumpe nuevamente en la vida y los sueños de “Q”, literalmente, ya que una noche entra por la ventana de su dormitorio y le pide que los ayude en concretar una venganza para con quien ella cree la han lastimado. Es la noche que “Q” se siente a pleno, pero a la mañana siguiente se despliega el enigma de Margo, y su desaparición un misterio. “Q” descubre pistas, supone dedicadas a él, forzándolo a buscarla, transitando por un sinuoso camino sin enlace a nada. Cuanto más cree acercarse, más lejos está de la idea que se había pergeñado de ella. El problema principal de la producción, más allá de que la sorpresa no termina siendo tal, es el cómo está contada, un gran cliché desde los personajes principales, hasta los amigos sacados del manual de guión básico, todo es del orden de la generalización, a punto tal que la razón del titulo del filme es explicado por un personaje, como para que la única posible metáfora se desvanezca instantáneamente, Tampoco ayuda demasiado que la fotografía sea inocua, no genera nada; lo de misterio queda en el pensamiento establecido del personaje con la voz en off; la música sacada de un catalogo de melodías para ascensor. Así de empalagoso todo. Los actores hacen lo que pueden con lo que les toco en suerte, habrá que darles otra oportunidad. La obra fílmica se basa en la novela de John Green, un icono, todo un autor exponente de literatura para jóvenes adolescente, productor de best sellers, por lo cual el filme viene a ratificar que eso no significa nada.
Ciudades de papel, basada en la exitosa novela de John Green, es un buen retrato de la amistad adolescente. "Todos nos merecemos un milagro”, dice la voz en off de Quentin (Nat Wolff) para introducirnos en Ciudades de papel, la nueva película basada en un best seller de John Green, autor de la exitosa novela Bajo la misma estrella, llevada al cine en 2014 y acompañada del mismo éxito que el libro. Acá el asunto también huele a espíritu adolescente y el milagro que le sucede a Quentin es el del amor. La niña Margo Roth Spiegelman llega al barrio a vivir justo enfrente de su casa. Quentin se enamora y no tardan en hacerse amigos inseparables. Hasta que llegan a la adolescencia y un buen día Margo (Cara Delevingne), después de vengarse de un exnovio con ayuda de “Q”, desaparece súbitamente. Uno de los temas principales del género coming-of-age es el fin de una etapa y el aprendizaje que conlleva la misma. Esto permite ubicar a las historias, en la mayoría de los casos, en el último año de la secundaria, lo que da pie al baile de graduación y su consiguiente problema: conseguir a esa chica o a ese chico que no los haga quedar como perdedores solitarios y, en lo posible, que los haga perder la virginidad antes de cumplir la mayoría de edad. El fin de la secundaria no sólo significa tener que irse del pueblo para estudiar en la universidad sino también separarse de los amigos. Por eso todas las películas de adolescentes son sobre la amistad, sobre esas primeras amistades que marcan a fuego. Y es ahí donde Ciudades de papel se hace fuerte, en la relación de ese trío que conforman Quentin, Ben (Austin Abrams) y Radar (Justice Smith), al que se le agregan la novia de Radar (Jaz Sinclair) y la hermosa Lacey (Halston Sage). Los cinco emprenden el típico viaje aventurero en busca de Margo, viaje que funciona también, y tan bien, como un viaje interior (fortaleciendo los lazos que los unen). Así, la película dirigida por Jake Schreier se vuelve una road movie intimista de adolescentes, que recorre las convenciones del género de manera digna y fresca, con momentos tímidamente emotivos (la secuencia de Ben orinando en el auto es un verdadero logro). También destaca la banda sonora, que encaja muy bien cuando los adolescentes están juntos. La gran falla está sin dudas en no haberle dado más protagonismo a Cara Delevingne, y en haberle asignado un personaje poco querible (quizás si le daban el papel de Halston Sage hubiera sido un golazo). Cara es carismática y especial como Margo. Pero, al contrario del personaje, Cara es una mujer imposible de odiar. A pesar de esto, lo positivo de Ciudades de papel es que sirve como una puerta de entrada al género para las nuevas generaciones.
EL AMOR QUE ABRE PUERTAS Nueva historia de John Green, el exitoso autor de “Bajo la misma estrella”. Cine para adolescentes que no reniega de los clisés: el baile de graduación, los secretos, el despertar del amor, los tironeos con sus padres, anhelos, dudas y sueños de unos chicos ansiosos probar todo. Están por dejar el secundario y es hora de empezar a buscar algo por encima de las travesuras. Es ingenuo, blando y cuesta meterse en una historian hecha a la medida de sus seguidores. Un amor imposible, una chica rara que inventaba ciudades de papel, un viaje de iniciación. Al final el protagonista aprenderá que en esa etapa el amor es más que nada la llave que abre la puerta a un mundo que empieza a descubrirse. Y que de papel estas hechas algunas ciudades y muchos sentimientos. Hay un viaje largo, música pegadiza, gente simpática, chistes simples. Seguramente los adolescentes sabrán valorarla mejor que uno.
Cuando el amor lo puede todo. Narra los momentos que vive Quentin (Nat Wolff, “Bajo la misma estrella”), desde que conoce a su vecina de en frente Margo Roth Spiegelman (Cara Delevingne, “Anna Karenina”) y para él es amor a primera vista. Ellos durante su infancia son amigos y comparten casi todo hasta que un día porque él no se anima a hacer algo se distancian. Margo se ausenta, pasa el tiempo y son adolescentes. No lo mira como antes, cada uno hace su vida y Quentin siente que tiene mala suerte en el amor y pasa sus días sin sobresaltos junto a sus amigos Ben (Austin Abrams, "Gangster Squad") y Radar (Justicia Smith). Una noche Margo ingresa cubierta por la ventana a su habitación y lo convence para que la acompañe en un “road trip” algo muy especial, ella se enteró que su novio la engaño con su mejor amiga y quiere que Quentin la ayude para vengarse de todos aquellos que le hicieron daño. Quentin será su cómplice en una gran aventura que durará una noche y tiene una única esperanza, que ella se enamore de él. Al día siguiente descubre que su deseo no es posible porque Margo ha desaparecido sin decir nada a nadie y sin dejar rastro. La misteriosa desaparición de la rebelde Margo no resulta de vital importancia para sus padres dado que no es la primera vez que se escapa, pero Quentin intentará analizar ciertas pistas y tiene fe de encontrarla. Es una historia que emociona, enamora y divierte. Narra las aventuras y desventuras de dos adolescentes, ambos bastante diferentes pero tienen: deseos y sueños, además también pueden sufrir frustraciones y desencantos. Demuestra una vez más que las chicas pueden llegar a ser más lanzadas y los adolescentes enamorados pueden llegar a darle todos los gustos a la hora de ser aceptados. Las actuaciones son correctas y dentro de la trama hay un cameo a Ansel Elgort (“Bajo la misma estrella”). La complementan una tibia banda sonora, buena fotografía y momentos misteriosos. Termina siendo un agradable pasatiempo similar a una telenovela de la tarde.
All you need is love Una vez más Jhon Green, el autor de la exitosa novela Bajo la misma estrella (The Fault in Our Stars), se introdujo con Ciudades de papel (Paper Town) en el mundo adolescente, aunque ahora sin golpes bajos. Esta vez, la adaptación estuvo a cargo del director Jake Schreier, quien se encargó de brindar una película romántica sin los típicos clichés que tiene este género. La historia tiene de protagonista a Quentin (Nat Wolff) un adolescente que está a pocas semanas de terminar el secundario para luego comenzar la vida adulta en la universidad. Desde pequeño vive en el mismo barrio, al igual que Margo Roth Spiegelman (Cara Delevingne), una misteriosa amiga de la que siempre estuvo enamorado pero nunca encontró la oportunidad para decirle todo lo que le pasaba. Un noche Margo se aparece en la habitación de Quentin y le propone que sea su cómplice para realizar una serie de venganzas en contra de todos los que la lastimaron. Luego de esto y con un Quentin aún más enamorado, Margo desaparece como ya lo había hecho con anterioridad. Una de sus costumbres es dejar una serie de pistas para que sepan en dónde se encuentra. Quentin está muy seguro de que las pistas son para él y decide emprender un viaje de 27 horas con el objetivo de buscarla antes del baile de graduación. Pero no está solo, sino que lo acompañan sus mejores amigos Ben (Austin Abrams) y Radar (Justice Smith). La amistad se pone en juego y los tres, junto a la novia de Radar y Lacey, la mejor amiga de Margo, se suben a una camioneta para ir tras la muchacha. Si bien el hecho de que Quentin encuentre a Margo es uno de los objetivos principales, en este tramo de la película, que se transforma en una especie de road movie teen, la amistad toma un protagonismo muy fuerte. Allí los actores despliegan todo su talento, generando un clima intimista muy bien logrado. Como mencionaba anteriormente, la historia no tiene los típicos clichés de películas románticas, por lo que hace enriquecer aún más a la trama, ya que le permite interiorizarse en otras cuestiones. Ciudades de papel viene a traer un poco de originalidad a una industria cinematográfica que últimamente se alimenta de remakes, reversiones e ideas que ya se vieron una y otra vez.
Ciudades de papel es una película con una historia sincera, melancólica, sencilla, naif, reflexiva, genuina y conmovedora que no podés dejar pasar si tenés un corazón romántico. Si bien los jóvenes son los que más la van a disfrutar, el guión no está construido como para que solamente la pasen bien ellos, sino que también...