Eva está hace cuatro años de novia con Gonzalo, pero no consiguen conectar. Tras un encuentro sexual fallido, donde él no quiere usar preservativo, ella siente que se toma la temática de los hijos como algo liviano, y ambos deciden que lo mejor es separarse y seguir cada uno con su vida. Pero Eva cumple 38 años y la presión social de la maternidad la acecha por completo. Es así como decide buscar un padre para sus futuros descendientes. “El Padre de mis Hijos” es una comedia dramática que aborda cuestiones de actualidad con el eje puesto en la mujer: la maternidad, la problemática de la edad biológica, las presiones sociales, la realización femenina; y el rol del hombre como parte del rompecabezas para facilitar la concreción del deseo procreador. El guion del film está estructurado de una forma clásica con gags divertidos e inteligentes que están a merced de la historia. En muchas oportunidades nos encontramos con situaciones hilarantes, que devienen de la intensidad que maneja la protagonista y la obsesión que tiene por cumplir con su objetivo a cualquier costo. Sin embargo, con el correr del relato y, sobre todo, con el final del mismo, la cinta deja un mensaje interesante sobre estos conceptos que se fueron tratando, demostrando que hay otros caminos más allá de lo impuesto por la sociedad y que la vida no puede ser forzada. Mora Recalde se encuentra muy bien en su papel protagónico, al igual que los actores secundarios que la acompañan, sobresaliendo principalmente la labor de Paula Carruega, quien compone a una hermana que logra todo lo que Eva quiere poseer de una forma liviana y natural. Pero todos los personajes están atinadamente pensados para complementar a Eva, representando un rol de la sociedad en particular. En síntesis, “El Padre de mis hijos” es una película que logra que el espectador transite por una comedia divertida y a la vez reflexione sobre las temáticas profundas que se plantean en relación a la posición de la mujer en la actualidad. Una forma entretenida de intentar entender una realidad.
Quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo. Llegar a la mediana edad para muchas mujeres es un gran paso, aunque no siempre uno bueno. La película de Martín de Salvo se centra en eso, cambios y decisiones a las que una mujer debe enfrentarse a la hora de asumir que las cuatro décadas se le vienen encima. Eva (Mora Recalde) es una mujer de 37 años, profesora particular de guitarra y se acaba de separar de su novio. Luego de atravesar por la famosa crisis post separación, volver a vivir con sus padres y replantear cómo será su vida de soltera, se da cuenta de que su reloj biológico está corriendo y hasta entonces nunca tuvo un hijo. Su entorno familiar, sus amigas, su ex y hasta su ginecólogo no serán de mucha ayuda, y harán que la vida de Eva se convierta en una carrera contra el tiempo para engendrar ese hijo que tanto quiere, como sea y con quien sea. Estamos ante una premisa, de por sí, ridícula. Sin embargo, no hay que olvidarse de que esto no es un drama existencialista ni nada por el estilo, es simplemente una comedia, que por momentos tiene sus pequeñas chispas de lucidez, pero no son las que más abundan. El tema central no es algo que nunca antes se haya visto (sobre todo en comedias argentinas): una mujer entrando en la mediana edad, sin hijos, buscando desesperadamente uno, y viviendo la locura de las “recién separadas” que tienen encuentros casuales con la ayuda de las redes sociales y las aplicaciones de citas que hoy están de moda. En eso se basa todo el metraje, no hay nada más para decir ni nada que aportar. Es cierto que sobre el final se hace mención a la importancia de ser uno mismo y no prestarle atención al que dirán, pero aún así, la conclusión queda tan deslucida como obvia. Gran parte del problema recae en el guión, que nos conduce hacia un relato lineal y carente de cualquier matiz que colabore un poco en empatizar con alguno de los personajes. A esto se le suma el escaso compromiso de los actores con el proyecto, donde figuras de renombre como Horacio Fontova pasan sin pena ni gloria por la pantalla. La actuación de Mora Recalde es la más exagerada y cae en un simplismo tal que cuesta poder entender las motivaciones de su personaje, es un protagónico con el que nunca se llega a comprometer, solo queda a la altura de sus compañeros que ni siquiera tienen tanta cámara como ella. Los chistes podrían funcionar en su timing justo o con otro entusiasmo, no es lo que se ve, y hace que la película pierda el ritmo que una comedia necesita. Todo termina pareciendo pesado y hasta aburrido, carente de toda picardía. Este es un claro ejemplo de que no importa el alto o bajo presupuesto que un film tenga, siempre va a depender de qué tanta dedicación se le ponga, además de poseer un buen guión por supuesto.
Una comedia alocada que pone en foco a una mujer de 38 años, recién separada, en competencia con su hermana menor que se casa y va a ser madre, en conflicto con el mandato de embarazarse a toda costa, antes que se pierda el tren del reloj biológico. Simpática y desprejuiciada mirada que según el guión de Alejo Flah y Agustina Gatto, con la dirección de Martin Desalvo, le da ritmo y humor a la desesperación de una protagonista que busca cumplir con la sociedad y los deseos familiares, antes que los suyos propios. Un elenco muy efectivo que componen Mora Recalde, Julián Lucero, Javier Drolas, Romina Richi, Horacio Fontova, Paula Corruela y otros. Una mirada crítica a todas las relaciones sociales y familiares, humanos siempre al borde del ataque de nervios, verdades evidentes, no pocas ironías, desenfado. Un entretenimiento inteligente.
Hijos sí, hijos no Tras la codirección de Las mantenidas sin sueños (2005) Martín Desalvo presentó en 2013 El día trajo la oscuridad, una apuesta jugada al género de suspenso con vampiros incluidos. Su tercera película no tiene nada que ver con su antecesora en materia de género aunque, tal como lo hizo en ambas, vuelve a trabajar sobre el universo de lo femenino. Eva (gran trabajo de Mora Recalde y protagonista absoluta) rompe con su pareja (Javier Drolas) días antes de su cumpleaños número 38. Es en ese momento cuando descubre que quiere ser madre y que por razones biológicas no cuenta con mucho tiempo. Así comenzará una búsqueda desesperada (y algo loca) de un hombre para que le dé un hijo. El padre de mis hijos (2018), es una comedia que juega con el absurdo y que se estrena azarosamente en un momento donde el feminismo es un tema de agenda tanto en programas de espectáculos como políticos, pero su principal virtud es la de no ser una película militante. Y no por qué esté mal en militar por una causa, sino porque los cuestionamientos que propone son tan sutiles que pueden llegar a ser aún más efectivos que si los hiciera de manera directa. Desalvo trabaja el guion de Alejo Flah y Agustina Gatto en un tono que vira entre el realismo y el absurdo para hablar sobre la presión social que se ejerce sobre un mujer que no se enfrentó a la maternidad. Problemáticas como éstas, u otras que son parte del universo femenino, muchas veces son trabajadas desde un lugar mucho más encorsetado y sin permitirse ciertas licencias para no pecar de políticamente incorrectos ante situaciones que requieren seriedad. Aunque lo inteligente radica en visibilizarlos, debatirlos, pero también reírse de ellos sin por eso estar siendo peyorativo o burlón. Claro que hay formas y formatos. Dentro de esas formas, El padre de mis hijos logró encontrarle un tono tragicómico a una imposición social de la que pocas veces el cine habla.
Con una inusitada urgencia, y un discurso que fue parte de la agenda mediática recientemente, “El padre de mis hijos” (2018), la nueva realización del director Martín Desalvo (El día trajo la oscuridad, Las mantenidas sin sueño), propone en clave de comedia una mirada a los vínculos a partir del relato del descenso a los infiernos de Eva (Mora Recalde). Recientemente separada, la mujer, deberá poder lidiar con sus deseos más profundos y los inevitables mandatos que le llegan desde amigas, sociedad en general, familia y unos padres de antología (Horacio Fontova y Mirella Pascual). Mientras Eva nunca pensó en ser madre, al quedarse sola y con casi cuarenta años, el futuro que les vilusmbran los demás nada tiene que ver con aquello que le devuelve el espejo cada vez que se mira. Aun así, en el apasionamiento con el que sus allegados quieren verla, se esconden siglos de ideas machistas que deben ser exorcisadas en el breve tiempo de duración de la divertida y entretenida propuesta. Desalvo desanda los pasos de Eva con humor y exageraciones, otorgándole a Recalde, la protagonista absoluta del relato, una mayor cantidad de exposición mediática, lo que no implica que sólo se centre en ella. Mientras la historia avanza, la búsqueda tiene que ver con el mientras de una otredad que detiene su mirada también en el variopinto grupo de personajes secundarios que acompañan, los que, aún más, refuerzan las líneas narrativas que componen “El padre…”. El gag, el chiste, el slapstick y todos los punchlines habidos y por haber sobre el feminismo, su exposición, su necesario debate, abren el juego a un nuevo tipo de film, que no sólo juega y se divierte, sino que, principalmente, permite una reflexión posterior. Se destaca la puesta y la fotografía, por su estilo visual de un preciosismo único, la película además de apoyarse en el talento y carisma de Recalde potencia, desde la estética casi Almodovariana, un relato que en manos de otro director bien podría haber caído en trazos gruesos y estereotipos. Aquí todo es dicho con la misma potencia con la que se busca reforzar positivamente un mensaje que hace algunos meses ha comenzado a tomar cada vez más poder entre aquellos detractores acérrimos de los movimientos y pensamientos exacerbados. En “El padre de mis hijos” todo es exceso y ostentación, aún a expensas de aquellos que se muestran más medidos en el relato (como ese alumno de Eva, interpretado por Santiago Margariños) y que terminan siendo víctimas de los ataques de la mujer en medio de su crisis existencial. La película posee una frescura y desfachatez que logran trascender la anécdota de la mujer en busca de su horizonte, poniéndose encima a todas las mujeres para decir BASTA yo decido qué y cuándo.
Esta comedia de Martín Desalvo retrata con humor las presiones sociales que sufre Eva, una mujer de 38 años que se separa de su pareja y aún no ha tenido un hijo. La confusión que generan en la protagonista esas presiones y sus propios deseos delimitan un terreno poco explorado por el cine argentino. Hay algunos elementos que conspiran contra sus buenas intenciones, como una relación romántica por lo menos problemática y personajes femeninos poco comprensivos. Sin embargo, el film resulta entretenido, en gran parte gracias al buen trabajo del elenco y especialmente el de su protagonista, Mora Recalde.
Tras codirigir Las mantenidas sin sueño y filmar El día trajo la oscuridad (y antes del estreno también este año del muy buen thriller político Unidad XV), Martín Desalvo presenta esta (tragi)comedia de enredos sentimentales que, bajo su superficie lúdica, su fluidez y su desparpajo, esconde una mirada descarnada y visceral a las angustias (las presiones, los mandatos sociales) de las mujeres cuando los cuarenta se acercan. Eva (Mora Recalde) cumple 38 años, se acaba de separar de una pareja con la que compartió demasiado tiempo (Javier Drolas) y su hermana menor (Paula Carruega) se casa y está embarazada. Sus padres (Horacio Fontova y Mirella Pascual) están felices con ser abuelos y metidos en sus propias miserias, por lo que no le prestan demasiada atención. Los que sí tienen interés en ella son su ginecólogo (Julián Lucero), un padre divorciado (Ezequiel Rodríguez) y su joven alumno en las clases de bajo que ella da (Santiago Magariños). Como amiga y confidente aparece el personaje que interpreta Romina Richi, la típica amiga guarra que la anima a aventurarse en diversas búsquedas (como simpático dato de color Richi aparece en la ficción como madre de Margarita Páez, su hija también en la vida real). El padre de mis hijos describe el patético y al mismo tiempo encantador caos de la vida cotidiana, los aspectos menos glamorosos de la intimidad femenina, las desventuras sexuales, las contradicciones permanentes. Es una comedia absurda hasta lo deforme, incómoda por momentos, pero que intenta ser lo más honesta posible. Tiene pasajes intensos y provocadores (por momentos se adivina cierto espíritu almodovariano) e incluso en los que no resultan tan logrados también se asumen riesgos constantes. Quienes busquen una comedia clásica y del todo convincente puede que se sientan un poco frustrados y hasta irritados con El padre de mis hijos, una película contemporánea en el mejor sentido del término, revulsiva y audaz en muchos de sus 85 minutos y que sintoniza con cierto espíritu de época, ese en el que la mujer se está replanteando su lugar en el mundo, los dogmas que las generaciones anteriores le fueron marcando. Ya parece ser tiempo de, como le ocurre a Eva, buscar nuevos caminos, probar, equivocarse, volver a probar y descubrir con la menor cantidad posible de condicionamientos externos qué es lo que realmente se desea.
¿Qué hace que una mujer se sienta realizada? ¿Hasta qué punto los viejos mandatos familiares siguen vigentes, provocando choques culturales con heridas que duelen? ¿Qué hay de cierto en esa expresión de que “se te pasa el tren”? El Padre de mis Hijos navega por esas cuestiones y lo hace con humor. Eva (Mora Recalde) tiene treinta y siete años, se separa de Gastón (Javier Drolas), su novio, y vuelve a vivir con sus padres. Una situación de por sí especial, que se irá complicando con el cumpleaños número treinta y ocho y el anuncio de que su hermana (Paula Carruega) está embarazada. De pronto es consciente de que el tiempo pasa muy rápido y le dan ganas de ser madre. Una tarea complicada, porque no hay un hombre firme en su vida. Entonces Eva comenzará a conocer a diferentes muchachos (además de algún ocasional reencuentro con Gastón, quien desde hace tiempo frecuenta a otra mujer) con el objetivo de encontrar por fin a su Adán y poder formar una familia. Una peripecia que también la llevará a conocerse mejor a sí misma. Martín Desalvo ya había explorado el universo femenino en Las Mantenidas sin Sueños –codirigida por Vera Fogwil, también protagonista– y en el drama con vampiros El Día Trajo la Oscuridad. Su nuevo film como director sigue en esos derroteros, pero ya en clave de comedia cotidiana generacional, alejada de toda fórmula, sin juzgar jamás ni a Eva ni a ninguno de los personajes. El recorrido de la protagonista incluye su vida sexual, su relación con su familia, la complicidad de su mejor amiga (Romina Richi). Desalvo y sus guionistas construyen momentos hilarantes a partir de situaciones que por naturaleza no invitan a la risa como los vínculos sentimentales, la relación entre padres e hijos, la cercanía a los cuarenta sin tener una estabilidad en la vida (según lo que pregona el status quo). La película no teme ponerse seria y tierna cuando es requerido, pero nunca se desvía demasiado de su tono. Mora Recalde es Eva, la capitana de esa epopeya intimista. La actriz sabe darle humanidad a un personaje duro por fuera, sensible por dentro, reconocible y entrañable desde el primer minuto. Recalde es acompañada por un elenco secundario que se luce en cada aparición: los mencionados Drolas, Carruega y Richi, más Mirella Pascual y Horacio Fontova como los padres, y Julián Lucero en el rol del ginecólogo de Eva. La revelación es la debutante Margarita Páez (hija de Richi y de Fito Páez) como una preadolescente sin escrúpulos y motivo de divertidos gags. El Padre de mis Hijos es garantía de carcajadas, pero también mueve a pensar acerca de diferentes aspectos de la adultez.
Eva es bajista y está por cumplir 38 años. En una noche, se encuentra separada de su pareja y entra en crisis con el reloj biológico y la presión de ser madre. Con desenfado, frescura y tono “zarpado”, esta comedia argentina encuentra no pocas situaciones graciosas en el camino de Eva hacia el cumplimiento de su deseo, apuntalado por otros personajes que saben aprovechar su momento. Mora Recalde no es Amy Schumer, pero su antiheroína tiene gracia.
"El padre de mis hijos" comedia cuyo afiche reza "Es hora de tener hijos". Justo eso busca una caracúlica cuarentona que tiene una hermana menor ya embarazada y una amiga que es de esas mamis que fichan a los papis en la vereda de la escuela. Hay mucha franqueza sexual, hombres débiles (inesperado personaje del Negro Fontova) y música fuerte, con temas como "Llévame al sofá". Libreto, Agustina Gatto y Alejo Flah. Director, Martín DiSalvo, que tiempo atrás hizo "Las mantenidas sin sueños" junto a Vera Fogwill.
Eva (Mora Recalde) no está en su mejor momento: con treinta y muchos su novio la dejó de un día para otro, sin motivo aparente y tendrá que volver a la casa de sus padres. En este contexto Eva comienza a pensar en la idea de tener un hijo. ¿Pero con quién? Algo que comienza como una ligera preocupación se convertirá de a poco en una obsesión un tanto intensa… pero ¿Eva realmente quiere ser madre o la presión de los demás es tan insoportable que terminó asumiendo un deseo que no es el suyo? Mi Opinión: Todo gira en torno a ciertos mandatos de la sociedad, ya desde niña jugas a ser madre y ama de casa, si te casas o estas soltera con 38 años y aun no sos madre no estás realizada y no te dejan decidir por vos. Dentro de su desarrollo está latente esa presión de tener hijos, el llamado reloj biológico, el caso de Eva que vive en pareja con Gastón y luego de una pelea y con la ayuda de su amiga Laura (Ricci, Mecánica popular, ¿De quién es el portaligas?) comienza una intensa búsqueda para tener un hijo y sin un padre que se comprometa. La historia goza de un guion genial, te divertís, te emocionas, te reis y contiene un ritmo que entretiene. Dentro de los papeles secundarios el negro Horacio Fontova logra un gran personaje con un cambio de look increíble, Mirella Pascual como la esposa de este; está muy bien esa relación de hermanas que componen Paula Carruega y Mora Recalde; maravilloso el personaje del humorista Julián Lucero siempre rinde, aquí es el ginecólogo Gonzalo; otros que se destacan: Javier Drolas, Ezequiel Rodríguez, Santiago Magariños, Margarita Páez y Agustín Toscano.
Después de las personales Las mantenidas sin sueños (codirigida con Vera Fogwill) y El día trajo la oscuridad, Martín Desalvo incursiona en una comedia dramática que pretende ser actual pero en realidad va a contramano de los tiempos que corren. Porque en pleno rebrote del feminismo, Eva (Mora Recalde) se pasa toda la película buscando un hombre que la embarace: acaba de cumplir 38 y está desesperada. El famoso tema del reloj biológico, que ya parece atrasar. De todos modos, la vigencia de la temática es lo de menos. La mayor objeción a El padre de mis hijos es que no logra construir situaciones efectivamente divertidas. El guión -de Alejo Flah y Agustina Gatto- está a medio camino entre las Mujeres alteradas de Maitena y el monólogo de alguna standapera trasnochada. Llamar a las cosas por su nombre (“No sabés la pija que tiene: el Aconcagua”, dice una; “Tenés que coger con objetivos”, dice otra) no alcanza para suplir la falta de gracia. Tampoco es fácil sentir empatía dramática con la protagonista, más parecida a una nena caprichosa que a una mujer en problemas.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
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El realizador Martín Desalvo vuelve a hacer dupla junto a su mujer actriz, Mora Recalde, y esta vez apuesta a la comedia. Junto a los guionistas Alejo Flah y Agustina Gatto, retratan la historia de una mujer de treinta y tantos que empieza a sentir ganas y presión por convertirse en madre. Eva tiene treinta y largos y la película comienza con una separación que la deja de nuevo soltera. Como su hermana no puede recibirla, vuelve a la casa de sus padres (hermosa interpretación de Horacio Fontova, al cual quisiéramos ver más). Y allí su preocupación mayor no será conseguir un nuevo lugar donde vivir (la verdad es que le resulta demasiado fácil esa parte) sino encontrar la manera de poder ser madre antes de que se le acabe el tiempo. A partir de ese momento empiezan las peripecias para nuestra protagonista y alrededor de ellas se irá desplegando toda una galería de curiosos personajes. Porque el realizador que entregó películas como El día trajo la oscuridad y Las mantenidas sin sueños, acá se arriesga con una comedia de tono más mordaz e irónico. Así, Eva deambula entre varios intentos de conquista, su ex, un alumno joven al que le enseña a tocar el bajo y el ginecólogo al que siempre le gustó, entre alguno más. Enfrascada en la idea de convertirse en madre, algo que empieza de manera ligera y, quizás porque siente que el reloj la corre, se convierte rápidamente en una obsesión, hay pocas cosas a su alrededor a las que le puede prestar atención. Incluso el sexo pasa a tener un solo propósito y no es, como debería ser, el del mero placer. A nivel audiovisual, el film apuesta a una visión moderna y cool. Escenarios y vestuarios coloridos, “con onda”, junto a alguna escena musicalizada que parecen casi salida de un videoclip. En cuanto a las interpretaciones, los actores se desempeñan con soltura dentro del género, siendo Mora Recalde el corazón de la película, capaz de generar empatía incluso, a veces, a partir de escenas donde las actitudes de su personaje llegan a límites exasperantes. Más allá de poner en foco un tema siempre vigente, por momentos cansa por lo reiterativo dentro de todo ese mundo caótico. Si bien hay una idea de exageración e ironía, molesta a veces tanto hincapié en la maternidad que desdibuja un montón de otras cosas dando vueltas a su alrededor. ¿Cómo alguien a quien se la ve, justamente, cool y moderna de repente es una mujer cuyo único objetivo en la vida parece ser el de poder tener un hijo? La intención del director es clara y se evidencia aún más en esa resolución que, de todos modos, se sucede de manera bastante apresurada y repentina.
Eva (Mora Recalde) se pelea y abandona a su novio Gastón (Javier Drolas) porque no quiere quedar embarazada. Este punto de partida de la historia, dirigida por Martín Desalvo, resulta fallido pues todo lo que sucede luego es lo contrario de lo que quería la chica, pues se inicia la aventura de la protagonista luego de la separación, incentivada por su amiga Laura (Romina Richi), dediucada a buscar “chongos” para embarazarse porque el reloj biológico corre, tiene 38 años y considera que no tiene tiempo para perder. Pensada en tono de comedia, con una fórmula utilizada en varias oportunidades, donde lo que se trata es el universo femenino y los deberes que tiene que efectuar y cumplir con su familia en particular, y la sociedad en general, para realizarse como persona, vemos a Eva perdida, sola, trabajando como profesora de bajo y pretendida por varios hombres. La narración es ágil, no da respiro, siempre le sucede algo a ella o a quienes la rodean. El lenguaje que utilizan las chicas, poco sutil, muy directo y descriptivo en ciertas partes o acciones, no resultan muy agradables de escuchar cuando salen de sus bocas. Ella se presiona, y los demás la presionan, para que tenga hijos. La desesperación no la hace razonar con tranquilidad porque las ilusiones la dominan y se acuesta con cuanto tipo se le cruza en su camino. La pregunta que habría que hacerse o, mejor dicho, tendría que formularse Eva, es el por qué abandonó la convivencia con su novio si jamás le dijo que no lo amaba,y al poco tiempo tiene la necesidad imperiosa de tener un hijo. La contrariedad de estas situaciones, no le permiten a la realización tener una coherencia argumental como para que la historia sea fuerte. Sólo la salvan las actuaciones, especialmente la de Mora Recalde, quien ejecuta una amplia gama de gestos y sentimientos para que sea creíble su personaje y el espectador se identifique con ella. Eva es más fuerte de lo que piensa, pero este tema la sensibiliza mucho, no le permite ver las cosas claramente, y eso la abruma inexorablemente