Sin inhibiciones. La simpática Ellas saben lo que quieren (Sous les jupes des filles, 2014) es otro ejemplo de esa comedia popular francesa que de vez en cuando aterriza en la cartelera argentina para volcarla hacia la saludable comarca del eclecticismo; hablamos de un convite que se amolda perfectamente a la definición estándar del rubro, a saber: mientras que por un lado tenemos la estructura de las bufonadas norteamericanas (el superar un escollo emplazado en el camino del antihéroe de turno para -en esencia- divertirnos con sus tropiezos), por el otro está la típica sensibilidad romanticona y social marca registrada de los galos (es decir, en el arte tienden a privilegiar las diferencias culturales, económicas, étnicas y religiosas de los personajes que llevan adelante la historia, un rasgo que comparten con el resto de Europa). Aquí la realizadora debutante Audrey Dana, hasta este momento una actriz con una década de trayectoria, se propone la pequeña epopeya de retratar las tribulaciones de once mujeres variopintas que viven en París, y por supuesto acentuando las distancias y puntos en común entre las susodichas. Más allá del hecho de que los arquetipos femeninos están bastante bien delineados y resultan -durante la mayoría del tiempo- hilarantes, el gran acierto del film pasa por el tono narrativo elegido, una especie de exuberancia enajenada y sin inhibiciones que se lleva puesto lo que podría haber sido otra catarata de chistes bobos de índole sexual sin el más mínimo encuadre ideológico, símil Hollywood. En lugar de la celebración de la estupidez, hoy disfrutamos de un análisis vital y anárquico de las mujeres. Con un lenguaje en ocasiones sutil y por momentos burdo, Dana extrae lo mejor de ambos territorios y sabe poner al servicio del desarrollo cada una de las viñetas que componen la película; así comienzan a desfilar la ama de casa que se embarca en una relación lésbica, la empresaria exitosa que no tiene ni una amiga, la señora recatada que desata su sexualidad por un golpe en la cabeza, la profesional que debe superar sus tics para conquistar al hombre que desea, la mujer mayor que bordea la menopausia, la humilde con un horrible trasfondo familiar, la que se mete con un señor casado y debe sobrellevar los coloridos insultos de la dama de los cuernos, etc. Desde ya que el relato ofrecerá encuentros fortuitos entre todas ellas con el objetivo de atizar un mega desenlace con aires de “reunión cumbre”. En función de sus incontinencias -tanto verbales como expresivas- y de la algarabía con la que avanza, el opus de Dana disecciona las diferentes facetas del fluir femenino, sus convulsiones y los prejuicios sociales que arrastran. Este mecanismo retórico se asemeja al empleado por la reciente y también interesante Dios mío, ¿qué hemos hecho? (Qu’est-ce qu’on a fait au Bon Dieu?, 2014) para sopesar el racismo y la petulancia de las clases acomodadas, lo que además implica que aquí se reproducen algunos de sus problemas: en el pulso caricaturesco, el límite entre la eficacia discursiva y el desborde sin pies ni cabeza es muy tenue, y la obra a veces pierde su núcleo al derrapar en clichés englobados en la segunda opción. Aun así, el film exuda un dinamismo que se siente placentero y lúcido…
Me gusta ser mujer Ellas saben lo que quieren (Sous les jupes des filles, 2015) es una comedia francesa que expone el mundo femenino desde su interior y sin demasiadas mediaciones. La actriz y directora Audrey Dana indaga múltiples aristas a través de distintas historias. Las protagonistas son once mujeres con realidades diferentes, pero en un mismo escenario: París en el siglo XXI. Ellas son madres, esposas, infieles, solteras… Al igual que muchas películas que poseen un amplio elenco, la mayoría de las damas de Ellas saben lo que quieren no se conoce, aunque el destino se encarga de cruzar sus vidas. En las individualidades de cada una radica lo más interesante de la propuesta de Audrey Dana. Porque la joven directora, y también protagonista, expone diversas situaciones a las que se deben enfrentar habitualmente las mujeres. Desde la pronta llegada de la menopausia hasta el aceptar la infidelidad después de muchos años de matrimonio, pasando por el ser exitosa en una sociedad machista o el hecho de reconocerse en la sexualidad, son algunas de las temáticas abordadas. La idea es buena, pero está llevada un poco al extremo. Lo que le sucede a las protagonistas parece sobreactuado por momentos y el ritmo de los acontecimientos no permite demasiada reflexión. El lema Una película de mujeres… para las mujeres se cumple en Ellas saben lo que quieren. Porque la platea femenina verá reflejado algo de su vida en la película, dada la diversidad de historias. Sin embargo, los hombres también reconocerán parte de su realidad a través de la mirada de estas mujeres. Audrey Dana elige el género comedia para descontracturar los temas que trata. Y en ese camino logra instaurar aspectos serios y tabú. Después quedará en el público el hecho de repensarlos o sólo pasar un momento distendido.
Dirigida por una mujer, Audrey Dana, una comedia alocada, picante, ingenua, por momentos trasgresora, sobre mujeres, con un elenco que reúne a las francesas más famosas, de Isabelle Adjani a Laetitia Casta, de Vanessa Paradis a la misma directora. Liviana y graciosa.
Comedia francesa, estelar y superficial Un equipo tremendo de actrices francesas (Adjani-Testud-Casta-Paradis, la directora debutante -pero actriz experimentada- Audrey Dana y muchas más) en diferentes historias con interconexiones. Historias sentimentales, sexuales, de pareja. Sobre miedos, placeres, engaños, felicidades, tristezas y catarsis a las apuradas. El sexo como centro dominante, con una buena dosis de explicitud en el lenguaje. Esta característica y la evidente velocidad para apilar situaciones sin confusión son las mayores virtudes de esta comedia superficial, con música que sobreexplica a cada rato, gritos y gestos exagerados, y esa cierta tendencia de la comedia mainstream francesa a la vulgaridad menos elaborada (comparar la historia de Laetitia Casta con las películas de los Farrelly; comparar toda esta comedia centrada en mujeres con Damas en guerra; pensar en el planteo banal de "diferentes modos de ser" desde este muestrario de todas bellas/todas en plena forma). En cuanto a las performances, es una lástima lo grotesca que está Adjani desde un rostro que no controla. Y es destacable el aire genuino y el timing que exhibe Géraldine Nakache.
La primera película dirigida por la actriz Audrey Dana (que además se reserva uno de los papeles para ella) pretende ser un canto a la figura femenina, un homenaje a la mujer. Y para eso decide contar historias de once mujeres (algunas historias más pequeñas, aunque tantas otras que implican cambios importantes en sus vidas), once mujeres conectadas entre sí aunque sea de manera un poco arbitraria a veces. Una mujer joven pero que al tener cuatro hijos ya se siente poco atractiva y de repente ve en otra mujer (y en una relación con ella) algo que no conocía de ella misma. Una exitosa empresaria a la que el médico le dice que tiene demasiada testosterona en su organismo y así se da cuenta que lleva una vida solitaria, sin amigos. Una buena esposa que descubre que su amado esposo mantiene otra relación. Una joven y hermosa cuya torpeza y problemas estomacales le complican empezar una relación amorosa con un hombre que inmediatamente la atrae. Una señora que no quiere aceptar ni que su hija adolescente está por comenzar su vida sexual ni que ella se encuentra muy cerca de la menopausia. Algunas de las historias. Lo que funciona como una especie de "Sexo en la ciudad" a la francesa, con París como telón de fondo, centra todo su interés en los personajes femeninos pero no a cada uno lo trata con el mismo cuidado y las mismas ganas. Así, hay historias que parecen de relleno y otras en las que nunca se termina de profundizar. Después, temas universales: sexo antes que todo, infidelidad, matrimonio, amistad rondan las diferentes historias. Vanessa Paradis, Isabella Adjani y Laetitia Casta son algunos de los rostros franceses que brindan su presencia en la película también escrita por su directora. El problema principal de este film radica en su falso feminismo. Mientras pretende enaltecer la figura de la mujer, a la vez la llena de clichés y lugares comunes. Además, no logra ser nada sutil y ciertos "gags", digamos, se repiten hasta el hartazgo (pobre Laetitia Casta con un personaje que además no aporta nada al conjunto). Con dos horas de duración, que se sienten bastante (a la mitad de la película ya se empieza a sentir que "podría ir terminando..."), Ellas saben lo que quieren es menos graciosa incluso de lo que se cree, más allá de ser ése el tono elegido mayormente (quizás por eso las subtramas más dramáticas son las retratadas de manera más superficial). Resumiendo, una película que quiere ser provocadora pero atrasa bastante. Como mujer no me siento para nada representada por un film como este.
Audrey Dana es una joven actriz francesa que debuta en la dirección con “Ellas saben lo que quieren” (Francia, 2014), una comedia coral en la que se bucea sobre el universo femenino a través de once personajes, aparentemente representativos de la sociedad francesa actual, que, perdidos en sus rutinas, encontrarán un vínculo con el que se relacionarán y liberarán de las presiones y opresiones con las que conviven a diario. La directora decide construir el relato a partir de situaciones particulares y durante la primera hora del filme los personajes desfilan construyéndose de una manera, para luego, cada uno, atravesar una situación que los coloque de manera distinta ante su entorno. Así una mujer verá como su libido explota ante el tedio de su sexo matrimonial, una joven sale del clóset al sentirse irrefrenablemente atraída por la niñera de sus hijos, una señora no puede aceptar que su hija adolescente se acerque al sexo opuesto, y una exitosa profesional verá cómo su suceso no sirve de nada al encontrarse sola y abandonada en la vida real. Estas son sólo algunas de las historias que Dana plantea en el filme, para luego comenzar a interrelacionarlas, de manera muy arbitraria (un paraguas, la lluvia, una feria de ropas, etc.), y hacer convivir a todas las generaciones de mujeres en un espacio, luego, claro está, de la revelación y transformación de cada una. Lo que comienza como una comedia de situaciones, con el correr de los minutos atraviesa un tamiz que potencia las posibilidades actorales, en mayor o menor medida, pero Dana no es Nora Ephron, o, alguien más cercano a la idiosincrasia francesa como Pedro Almódovar, y todo aquello que estos grandes del cine pudieron hacer con historias protagonizadas por mujeres, termina por conformar un fresco o pastiche en el que los estereotipos construyen una larga lista de irregularidades que afectan a la narración. Si desde los títulos una voz en off nos quería introducir en el filme como una pequeña muestra de los cambios de roles y lugares en los que las mujeres han logrado conquistas inevitables y necesarias para su sexo, con el correr del metraje todo el esfuerzo por mostrar esto se desdibuja en pinceladas y trazos gruesos que no acompañan su afirmación, al contrario, la ridiculiza Tampoco ayuda el esquematismo de la puesta en escena y dirección, cuasi teatral, y que pese al vuelo con el que al inicio se intentó mostrar someramente cada uno de los universos habitados por cada una de los once personajes, termina en un convencionalismo del que no puede recuperarse más. “Ellas saben lo que quieren” cuenta con un elenco importante, con figuras que hace tiempo no engalanan las pantallas como Isabelle Adjani o Vanessa Paradis, pero desaprovecha la oportunidad al no poder dotarlas de palabras inteligentes o diálogos actuales y ocurrentes a cada intervención que tienen. Podría haber sido un fresco coral sobre la mujer francesa actual, pero “Ellas saben lo que quieren” termina por transformarse en una mala copia de aquellas publicidades de los cigarrillos Virginia Slim’s, en los que se afirmaba el “largo camino” recorrido por las “muchachas” para lograr varios objetivos y que en este caso sólo refiere al sexo y la cama. Mientras en la cartelera, el cine argentino mantiene propuestas sólidas que hablan del corrimiento del rol de la mujer en la vida como “Mi amiga del parque” ó “La mujer de los perros”, propuestas lúcidas, concretas y efectivas, y actuales, desde Francia nos llega este híbrido que no termina nunca por decidirse y defender, al menos, a alguno de los estereotipos femeninos con los que intenta representar a la mujer francesa, y que sólo enumera de una manera grosera y burda. Fallida.
Enredos de mujeres que entretienen de a ratos Esta película podría ser definida como una "Sex and the City" francesa, pero más allá de que los conflictos de las mujeres puedan ser parecidos tanto en Nueva York como en París, lo cierto es que esta comedia llena de chistes feministas tiene matices propios distintos a los de la famosa serie. La directora y actriz Audrey Dana toma once mujeres distintas que están pasando por diferentes momentos de sus vidas e hilvana sus historias en una comedia que nunca deja de resultar un tanto forzada. Está la mujer harta de ser siempre la amante y no tener un hombre para ella sola, la esposa que descubre a infidelidad de su marido, una que debe enfrentar una enfermedad, una abogada nerviosa ante el romance y el caso en el que debe defender a una mujer que mató a su marido, un ama de casa que engaña a su marido con una niñera demasiado voluptuosa y hasta una señora de mediana edad que al darse un golpe en la cabeza empieza a tener alucinaciones eróticas que asustan a su marido. Entre todas estas historias la mejor es la que pone menos énfasis en lo sexual, la de una exitosa mujer de negocios bastante insoportable y sin amigas que desarrolla una curiosa amistad con su sufrida asistenta. En ésta las actuaciones de Vanessa Paradis y Alice Belaïdi tienen un poco más de sutileza gracias a sus personajes que no tienen la necesidad de tocar temas eminentemente femeninos como la menstruación y la menopausia. Luego, el elenco no es del todo parejo, pero tiene mujeres atractivas en casi todos los papeles, incluyendo a una madura y simpática Isabelle Adjani más puesta como relleno que otra cosa. "Ellas saben lo que quieren" tiene buen ritmo y algunos momentos divertidos, pero falla sobre todo en su estructura de film coral, ya que no logra hilvanar las distintas historias de un modo realmente fluido.
Este jueves llega la película francesa Ellas saben lo que quieren, opera prima de la actriz Audrey Dana. Cuenta la historia de once mujeres del siglo XXI. Es primavera en Paris y durante un período de 28 días, el clima en la ciudad es inestable y cambiante como lo es el comportamiento de las heroínas de esta película. Rupturas, romances florecientes, la enfermedad, la amistad y el sexo son parte crucial de la vida, ¡y las mujeres se enfrentan a ello con mucho humor e ingenio! Ellas saben lo que quieren, con su título parece ser una respuesta al film Lo que ellas quieren, esa comedia del año 2000 protagonizada por Mel Gibson, en donde el actor podía escuchar los pensamientos de las mujeres y descubrir de que manera podía ayudarlo en su vida. El film transita estos puntos de comedia, pero se acerca más a los planteos que ya habían sido desarrollados en Sex and the City. Con algunos chistes o situaciones repetidas. La diferencia con la serie de HBO, es que mientras que allí la historia se centraba en cuatro mujeres y la identificación del público femenino era muy clara frente a ellas; aquí la cantidad de personajes hacen más un pastiche de sketchs cómicos que carecen de congruencia. Es muy probable que más de uno se quede con una o dos historias , y abandone la excesiva mirada de once mujeres. La conclusión de que estas historias se entrelacen a medida que concluye el film es poco realista, pero se destaca cómo la búsqueda interior de cada una de ellas se exterioriza cuando se encuentran.
Un desfile de estereotipos femeninos A la hora de la ficción, la idea de “hablar de lo que pasa” lleva al estereotipo: “lo que pasa” es siempre lo que “todos” saben o creen que pasa. Lo que pasa, según Audrey Dana, es que las mujeres no necesariamente saben lo que quieren, como el título local tergiversa, sino que “están como el clima”, como el off dictamina de entrada. “Inestables, caóticas, imprevisibles”. Lo que no es imprevisible es que esta película identifique a cada personaje con un “tipo” femenino. La despiadada mujer de empresa que se hace odiar, la insatisfecha con el inútil en casa, la inexperta acomplejada, la hormonal, la joven madre de cuatro hijos que tiene un metejón con una rubia... Si algo no es esta película sobreescrita, sobredirigida y salvajemente sobreactuada es inestable, caótica, etcétera.Vanessa Paradis, con su amplio espacio interdental y su anorexia, hace de la mandamás de corporación que descubre que no tiene ni una sola amiga. Laetitia Casta, de abogada torpe e inexperta, flechada por el príncipe azul de turno, abogado de la otra parte (legal y sexual). Sylvie Testud, actriz medida aunque algo dependiente de su look infantil, hace de una fóbica que anda a los saltos por cualquier pavada, y a la que el guión le destina una enfermedad grave. Isabelle Adjani... caretear siempre careteó y lo sigue haciendo, aquí a la enésima potencia, como jefa de una firma de lingerie que descubre que ya no tiene 15 ni 20. A la hora de botoxearse el rostro, la ex Adela H parece haber elegido a un científico loco. Habría que hacerle juicio (a ambos) por ofensa y perjurio de la memoria cinéfila.Como manifiesta el título original (“Bajo sus polleras”), la directora y coguionista parece tan obsesionada como un/a adolescente con el sexo y las hormonas. Hasta el punto de iniciar con una menstruación que el diseño de títulos convierte en mancha roja que estalla de cuadrito en cuadrito. Actuada por muchas de ellas (las menos conocidas son las que más zafan) como una versión francesa de la tira argentina Teatro como en el teatro (en tiempos presuntamente de Sex and the City, que ya tiene una década de vejez), de acuerdo con lo que la señora Dana piensa, lo que ellas quieren parece ser gritar mucho, hacer caras, tener tics, tropezar y caerse.
Oda al estereotipo En su debut detrás de las cámaras, la actriz Audrey Dana intenta concretar en un film pretendidamente coral, para el que reunió a un elenco de estrellas galas, un retrato algo autorreferencial, derivativo y anecdótico sobre el mundo femenino y la conflictiva de mujeres que traspasaron la barrera de los 30. En ese sentido, la trama adopta la estructura de viñetas, con situaciones jugadas al humor y protagonizada por alguno de los arquetipos del consabido menú de la histeria femenina con el marco de la ciudad de París como telón de fondo, además de referencia obligada al estatus de cada uno de los once estereotipos que desfilarán a lo largo de los 116 minutos, con un finale excesivo como toda la propuesta desde la A a la Z. Entre las estrellas conocidas de esta mala versión francesa de Sex and the city, sin la chispa de la comedia televisiva aunque a veces con un lenguaje un tanto vulgar para lo que representa en su mayoría el cine francés, se destacan Vanessa Paradis, en el rol de empresaria fría y sin amigas, Laetitia Casta, como una abogada enamoradiza y con problemas estomacales, que juegan en contra a la hora de querer conquistar a su príncipe azul y aunque no lo parezca, Isabelle Adjani, un claro ejemplo de la mala praxis de los cirujanos que solamente se explica por el papel le toca en suerte en esta película. La necesidad de experimentar con el sexo, para romper con la rutina del matrimonio; para encontrar horizontes diferentes en el ámbito laboral, o simplemente para sentirse jóvenes, parece ser el tópico que obsesiona a esta muestra elemental del universo femenino, apuntes relacionados con la menstruación, la menopausia, la infidelidad o los hijos son los puntos que desatan los distintos conflictos siempre con un tono liviano, superficial y poco atractivo desde el humor, salvo excepciones. Al comenzar el film, se hace una referencia directa entre el estado del tiempo inestable y caótico y una de las protagonistas, pero lo que en definitiva termina ocurriendo a medida que avanza la película en el derrotero de cada una de estas mujeres es que lo único visible en la pantalla es un compendio de féminas inestables y caóticas, nada más que eso.
Hay mujeres en un registro estridente en esta comedia dirigida por Audrey Dana que no escapa a los estereotipos más comunes. La película de Audrey Dana, Ellas saben lo que quieren, intenta armar una galería de mujeres reales, con problemas y fantasías que se asumen como las de la mayoría. La intencionalidad se queda en una serie de escenas protagonizadas por actrices vestidas para generar la ilusión de realidad. En la foto se disputan el interés de la platea: una madre joven, una ejecutiva, una madre pre menopáusica, una colectivera, la asistente con una historia triste para contar, una abogada, la eterna soltera siempre en pareja, la niñera lesbiana. La directora, que se reserva el rol de la amante, insiste en exponer casos con mucho humor y la constante del sexo como espejo de los demás complejos y crisis. La velocidad del relato la acerca al timing de la televisión. La comedia no profundiza, no va más lejos o genera preguntas. Como si vivieran en el mismo edificio, estas vecinas de París luchan por el amor, lidian con las hormonas, se preocupan por la belleza y exponen cada situación con una dosis de histeria que las pone al filo del ridículo y la parodia. Isabelle Adjani, Vanessa Paradis, Laetitia Casta, Julie Ferrier, Audrey Fleurot, Marina Hands, Géraldine Nakache, Alice Taglioni, Alice Belaïdi son fotogénicas. El planteo de la película, que recuerda Sex and the city, busca en el lugar común algunas explicaciones que harán patalear a las feministas. Los estereotipos pasean bajo la lluvia de París en busca de hombres, satisfacción personal y tranquilidad. El final festivo confirma el juego de spot publicitario que predomina en la película.
Un seleccionado de actrices sin gracia La comedia es un género demasiado noble y cuando está mal hecho, se nota mucho. Otros géneros tienen mecanismos más comunes, que aunque los resultados no sean del todo redondos al menos sirven para que el ritmo sostenga lo demás. En la comedia lo que importa -más allá del ritmo narrativo- es el humor, y no sólo eso: es el humor, pero también su construcción. Un gran chiste mal contado, es igual que la nada. Incluso, una comedia no precisa estar repleta de chistes, lo gracioso se da por una respiración, por un tono en la mirada que trasciende lo grave para arrojar un punto de vista socarrón. Por otra parte, es un género que se nota demasiado cuando se están forzando las situaciones para que resulten graciosas, cuando los intérpretes quieren ser ocurrentes y nada resulta. Todo esto sucede en Ellas saben lo que quieren, comedia francesa mainstream de la actriz y aquí debutante en la dirección Audrey Dana. Seguramente una comedia mala genera mucha pena. Pero una comedia mala repleta de figuras que han sabido estar mucho mejor, genera muchísima más pena, incluso vergüenza ajena. Porque ahí tenemos a Isabelle Adjani, Laetitia Casta, Marina Hands, Vanessa Paradis, Sylvie Testud y más figuras de primer y segundo orden del mundo del cine francés, queriendo ser graciosas, irónicas, sarcásticas, socarronas, atrevidas. Pero nada de eso sucede en este muestrario más o menos convencional de mujeres y sus conflictos. La que descubre su identidad sexual, la que no puede construir un lazo, la que tiene problemas estomacales cada vez que se enfrenta a un hombre, la que padece un matrimonio conservador y aburrido, la fría y exitosa empresaria que fracasa en el amor. Y hay más de esos estereotipos que, en realidad, no tienen nada de malos por sí, pero que aquí, amontonados y sin gracia, generan más tedio que otra cosa: y cada historia busca un tono propio, desde la comedia romántica convencional a lo escatológico. A favor de Dana hay que decir que los 116 minutos de su película están integrados por tantas subtramas, que uno como que avanza con el relato por inercia debido a que las historias no se fragmentan sino que se cruzan, fluyen unas con las otras. También, que los franceses tienen menos pruritos con el lenguaje y los personajes pueden decir algunas groserías sin ponerse colorados. Pero más allá de esos ligeros aciertos nada es demasiado interesante y, encima, cuando se adivina una mirada totalmente conservadora sobre las historias de estas mujeres, Ellas saben lo que quieren se convierte en una película repelente y antipática de lo peor: esas películas que se creen progres pero terminan más cerca del espíritu castrador y reaccionario.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
La Autopista del Sur Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
Una empresaria solitaria pero jefa de muchos hombres, una chofer de colectivo con deseo sexual reprimido, una ama de casa que descubre otra identidad sexual, otra que recibe una mala noticia como corolario de su constante paranoia, y varias historias más. En tiempos en donde en nuestro país hay estadísticas de dos femicidios cada tres días (la semana pasada con cuatro en menos de un día), y a poco más de un mes de la marcha “Ni una menos”, el estreno de una película como “Ellas saben lo que quieren” parece un agridulce guiño del destino. Según el guión de Audrey Dana la mujer como ser universal puede ser empresaria, ama de casa, novia, amante, soltera… no importa demasiado, porque la multiplicidad de situaciones que ellas viven aquí es tan grande que los temas aparecen por separado, dispersos, y están obligados a juntar a los personajes al final para darles algo de congruencia. Matrimonio, deseo sexual, cáncer de mama, menopausia, maternidad, identidad sexual, infidelidad, soledad, menosprecio, igualdad de derechos, frigidez, y podríamos seguir hasta llegar a Eva, la manzana y la costilla de Adán. Es como si se hubiese hecho una lista, y de acuerdo a esa enumeración hubiera surgido la cantidad de personajes con la consiguiente dificultad de mantener un montaje paralelo más o menos armonioso pese al gran esfuerzo de los compaginadores Ismael Gomez III y Julien Leloup, quienes hacen lo que pueden de todos modos para tenernos al tanto de lo que le pasa a tantas mujeres, en donde claramente el hombre es causal de casi todos sus males de acuerdo al discurso. Si “Ellas saben lo que quieren” la va de feminista o de anti-machismo es una cuestión que pasa a un segundo plano, ya que las casi dos horas de duración no alcanzan para abarcar tanta catarsis de una guionista y directora que se preocupa más por mostrar el listado que por los temas. Más por los dardos hacia los hombres que por el contenido, así se pueden escuchar frases com: “¿Se imaginan un mundo en donde los hombres no hacen nada?”, “Queremos hombres que saquen la basura y que nos hagan delirar con el sexo”, “¡Soy mujer!, ¿ entendés? ¡Quiero champagne, burbujas!”, y así por el estilo. Hay, por supuesto, momentos realmente logrados, en especial cuando el conflicto está ahí, a punto de manifestarse. El trabajo de todas las actrices es sin duda la estrella de ésta producción Isabelle Adjani, Alice Belaïdi, Laetitia Casta, Audrey Dana, Julie Ferrier, hay más pero sería demasiado, dejan todo en el set para darle realismo a esta mixtura gruesa entre amas de casa desesperadas, “Sex and the city” (2008) y todas las viñetas de “Lo que ellas quieren” (1999), pero sin Mel Gibson y sin que casi nadie pueda ponerse en el lugar del otro. Por el lado del hombre (cuando aparece) tenemos un tipo que se vuelve a la casa con su mamá, otro que se tiene que hacerse cargo de los chicos mientras su mujer sale del armario, un abogado de divorcios, y un par de médicos que son los que dan malas noticias. Si quedan dudas sobre si las mujeres son dueñas del mundo habrá que llegar a la escena final. Y si con el baile no alcanza, quédense en los créditos para ver cómo cada uno de los hombres aprende su lección. Demasiado. Uno se pregunta realmente como hacer un comentario sobre una película como esta sin que parezca una postura contrer, pero sucede que frente a tanto estereotipo que no busca otra cosa que entretener con chistes del vuelo de una rutina de stand up, es inevitable pensar que tanto diálogo de cabotaje no hace otra cosa que acartonar la figura femenina, tal cual sucede con las publicidades d Es el siglo XXI. La mujer sigue luchando por sus derechos de igualdad, y hay que dudar si productos como este ayudan a que eso pase.