Curuzú pop. La palabra “chamamé” en nuestro país tiene algunos nombres y apellidos asociados como el de Antonio Tarragó Ros o El Chango Spasiuk, ambos de estilos diferentes, el primero quizás más encumbrado al tradicionalismo del folclore, mientras que el otro con mucho más vuelo en lo que a mezclas y mixturas de ritmos se refiere. Sin embargo, nada se conoce de la escena musical de Curuzú Cuatiá, Corrientes, donde nuevas camadas de jóvenes han logrado manipular diferentes texturas musicales con una pequeña base del chamamé en el torbellino de otros sonidos y ritmos más arraigados con el rock que con el propio folclore. Pero el caso de Los Síquicos Litoraleños es único e inimitable. En primer lugar se trata de un grupo de amigos músicos, quienes además experimentan con su música, elaboran programas de radio con un estilo que los acerca -en algún sentido- a los lenguajes de Peter Capusotto y sus videos (no por nada aparecieron en un videoclip promocionado por el programa en los intervalos musicales entre sketch) y cierta idea de improvisar y ver hasta dónde se puede llegar con la música, sus disonancias y contrapuntos. El realizador Alejandro Gallo Bermúdez se sumerge en un extraño documental de rock pero alejado de lo que comúnmente se denomina rockumental. Primero, seguir a la banda de Corrientes en una gira por países de Europa, invitados a partir de la difusión de su música desde internet para llamar la atención del under europeo y periférico, ganarse el mote Pink Floyd de los pobres, para ellos representa algo muy diferente a la convencional búsqueda de éxito de grupos de rock alternativo que recién comienzan y sueñan, entre otras cosas, con esas veleidades y oropeles que una parte importante de la cultura musical agranda a niveles de prestigio cuando desestiman por ejemplo la calidad del producto. En esa gira por radios o pequeños festivales de música y antros europeos cuando los correntinos se suben al escenario y comienza ese chamamé cósmico y psicodélico generan tanta energía que desatan todo tipo de emoción en el público. La misma con la que el propio Gallo quedó eclipsado al verlos en 2005 en escena, totalmente desconocidos para él, aunque lo suficientemente hipnóticos como para aventurarse junto a ellos a este registro íntimo, caótico, anárquico y otros adjetivos calificativos a veces contradictorios, a veces complementarios. Pero como reza el axioma de todo documental: debe existir un conflicto para que el relato genere un sentido y desde ese espacio aparece otro documental con la presencia de un nuevo “Salieri” para los improvisados herederos de Mozart. Cristian Osorio se llama el antagonista de esta historia psicochamánica, tal vez admirador o sencillamente plagiador de Los Síquicos Litoraleños. También de Curuzú Cuatiá y que supo introducir su música en el establishment de la música under argenta con el objetivo de ocupar espacios en suplementos jóvenes, revistas y televisión para sintetizar de manera contundente una fábula sobre el éxito y el precio de la autenticidad cuando de arte alternativo se trata. El resultado más allá de los desniveles es sumamente atractivo, así como las ganas de saber algo más de esta rareza del NOA Argentino.
Naves espaciales, instrumentos perdidos en giras, viajes alucinógenos con hongos, improvisaciones y sonidos estridentes son la base de un movimiento experimental gestado en la ciudad correntina de Curuzú Cuatiá. El documental de Alejandro Gallo Bermúdez sigue las huellas de la banda los Síquicos Litoraleños para reconstruir el inusual panorama de la escena psicodélica en un inesperado lugar a partir de entrevistas a los integrantes, a críticos musicales y a otros artistas como Dick El Demasiado, y en función de videos caseros que dan cuenta de la vitalidad y la necesidad de expresión de las subculturas musicales que anidan en las distintas regiones del país. Desde sus primeros tapes hasta los tours por Holanda e Inglaterra para ofrecer shows en festivales en Rotterdam y Newcastle, Encandilan Luces: Viaje Psicotrópico con los Síquicos Litoraleños (2018), la ópera prima de Bermúdez, sigue a los correntinos en su inesperada alquimia de psicodelia y chamamé. Los imprevisibles primeros shows en Corrientes de la banda, apodada “El Pink Floyd de los Pobres” en alusión a la primera etapa psicodélica de la agrupación inglesa liderada en ese momento por Syd Barrett, marcan el inicio de una escena vanguardista que tendrá en nuevas bandas como Los Saltimbanquis o Los Cónicos a los flamantes representantes de un estilo del que los integrantes de los Síquicos Litoraleños prefieren mantenerse al margen, como espectadores encandilados por su propia luz. La experimentación musical, los disfraces y las máscaras, el desafío de las tradiciones rurales y la necesidad de amalgamar los distintos estilos que circulan en la periferia, son algunas de las cuestiones que el documental remarca a partir de entrevistas a los críticos musicales Norberto Cambiasso y Jorge Fernández, quienes señalan las dificultades de la cultura subterránea para despegar de sus nichos. Como si se tratase de una suerte de The Residents locales, los Síquicos Litoraleños improvisan con sonidos espaciales y psicodélicos que se combinan con las bases del chamamé autóctono en un estilo que ellos mismos denominan “chipadelia”. Con su impronta única el grupo de Curuzú Cuatiá encuentra un público y crea una leyenda sobre la psicodelia del Litoral que se expande alrededor del mundo de la mano de personajes como el músico holandés de cumbia experimental radicado en la Argentina Dick Verdult, el músico experimental Mark Gergis, y la erudición y el interés de los críticos locales. Encandilan Luces: Viaje Psicotrópico con los Síquicos Litoraleños narra la historia de la banda con un estilo lúdico, enmarañado, pero que logra construir sentido en base a la lógica de la escena que retrata y los personajes que entrevista. Cutuzú Cuatiá representa así a las distintas ciudades alrededor del país cuyas escenas son más reconocidas en el exterior que en la Argentina debido a la falta de difusión mediática local, a la ignorancia del grueso del público vernáculo y a la explosión endogámica del ámbito independiente con cientos de recitales y miles de bandas que desarrollan su música sin las constricciones de las empresas discográficas, siempre costándoles mucho salir de su grupo de amigos. Alejandro Gallo Bermúdez redondea una historia sobre la felicidad de hacer música sin obstrucciones, la psicodelia como un estilo abierto a innumerables transfiguraciones y la incesante necesidad de los agentes dionisíacos del caos de introducir una novedad en el paisaje monótono.
¿Quiénes son Los Síquicos Litoraleños? Transcurridos los primeros instantes de Encandilan luces... puede pensarse que se trata de una banda inventada por Peter Capusoto o que la propia película de Alejandro Gallo Bermúdez es un falso documental. Pero no: Los Síquicos Litoraleños existen y son uno de los secretos mejores guardados del rock argentino, si por rock sigue entendiéndose -aun en estos adocenados tiempos musicales- riesgo y provocacion.
Psicodélia Correntina. Crítica de “Encandilan Luces, Viaje Psicotrópico de los Psíquicos Litoraleños” de Alejandro Gallo Bermúdez. Desde el mítico pueblo de Curuzú Cuatiá, en el corazón rural del Noreste Argentino, emergen los estrafalarios Síquicos Litoraleños, pioneros del chamamé psicodélico. Por Bruno Calabrese. Desde la limitación de la periferia han logrado un sonido de inusual autenticidad y son venerados por fanáticos alrededor del planeta, que los aclaman como «El Pink Floyd de los Pobres». “Encandilan luces, viaje psicotrópico con los Síquicos Litoraleños” se sumerge en su primera gira por su Corrientes natal, retratando la vanguardista escena musical que ellos iniciaron, y de la cual deciden permanecer afuera, planteando así un debate cultural lleno de chamamé, ovnis y cucumelos. Durante la hora y media que dura el documental, dividido en 9 capítulos, veremos su gira por los pueblos de Corrientes, algunos shows en escenarios under de Buenos Aires y una exitosa gira que realizaron por países de Europa. La participación de Dick El Demasiado (cantante holandés de cumbia experimental y artista multidisciplinar), Humphrey Inzillo (periodista cultural) y Alan Courtois (músico y compositor) dan cuenta de la relevancia que tenía la mítica banda correntina, no solo a nivel nacional, sino también internacional. Este delirante documental nos inserta en un hermoso viaje por la historia de un mito viviente de la psicodelia, una especie de Primus del chamamé. A través de videos de archivo y diálogos con grandes referentes de la música experimental sabremos un poco mas sobre estos extraños personajes que han decidido vivir casi en el anonimato, como bien dice el gran Dick el Demasiado: “Preso de dos dictadores, el tereré y la siesta”. “Los Síquicos Litoraleños” fueron creadores un chamamé cósmico y psicodélico, generador de todo tipo de energías en el público que vivía cada recital de ellos con emoción y sorpresa. El documental da cuenta de eso, pero también nos muestra que eran artistas de´otras disciplinas. Con un estilo de humor cercano al lenguaje de Peter Capusotto y sus vídeos, elaboraron un programa de radio donde realizaban sketchs e improvisaban temas musicales. Un documental que nos deja con ganas de conocer más sobre esta mítica banda, precursora de un movimiento inusual, en el pequeño pueblo de Curuzú Cuatiá, Corrientes, que cruzó el atlántico, “sin euros”, y sorprendió en la escena musical under de Europa. Puntaje: 75/100.
Se entra o no se entra en el código de un relato. Acá hay un grupo célebre llamado Los psíquicos litoraleños a los que el director quiere homenajear con un documental que intenta romper esquemas pero que sólo termina mirándose el ombligo sin siquiera invitar a aquellos que no sabían nada del grupo a empatizar con su recorrido.
Chamamé futurista Un rockumental sobre la banda de Curuzú Cuatiá Los Síquicos Litoraleños, "el Pink Floyd de los pobres", es la propuesta de Alejandro Gallo Bermúdez en Encandilan luces, Viaje Psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños (2018), un desprejuiciado recorrido de ocho años junto a los creadores del chamamé psicodélico. Los Psíquicos Litoraleños, surgida en Curuzú Cuatiá, Corrientes, pronto se convirtió en una banda de culto dentro la escena del Avant Garde Noise. Debutaron en 2005 en el Festicumex, y se hicieron lugar en un hueco del World Music más Noise. Su disco Sonido Chipadélico fue editado por Sham Palace (de New York) y Annihaya, sello del Líbano. Tocaron en Worm (Rotterdam) y los definieron como “El Pink Floyd de los pobres”, haciendo chamamé futurista. Encandilan luces, Viaje Psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, a diferencia de otros rockumentales –que no tienen nada que ver con la estética visual de lo que retratan- funciona en perfecta sintonía. El relato navega entre lo kisch y lo retro yendo en concordancia a lo que transmite una banda que hace noise mezclado con chamamé. La trama, dividida en episodios a lo largo de ocho años, gira en torno a la búsqueda de los instrumentos musicales perdidos cuando se caen de la camioneta que los transportaba en pleno campo. A partir de ese inicio, Gallo Bermúdez construye una historia psicodélica en donde si se desconociera la realidad podría afirmarse que se está frente a un falso documental. Tanto por la extravagancia del grupo como por la forma en la que se cuenta, en la que se incluye una disputa musical con Cristian Osorio, creador de los desaparecidos Saltimbankis, y una gira por Holanda. Esto no llamaría la atención si los Los Psíquicos Litoraleños no fueran portadores de una estética cuasi bizarra. La originalidad de Encandilan luces, Viaje Psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños yace en escaparse de los cánones que parecieran regir al clásico documental biográfico. Gallo Bermúdez se corre de ese lugar y lo trabaja desde el humor, como una comedia almodovariana de los años 80, reconstruyendo la historia de un grupo musical de la escena under correntina en una película que mantiene la esencia del objeto retratado entre atuendos estrafalarios y una búsqueda constante por modificar la percepción.
Curuzú Cuatiá, “la Liverpool del chamamé”, también dio a luz a una de las bandas más insólitas y desconocidas de la escena under nacional: Los Síquicos Litoraleños. Disfrazados con túnicas, sombreros, pelucas y barbas postizas, estos desacatados tocan algo que podría definirse como chamamé psicodélico y que Encandilan luces intenta desentrañar. Alejandro Gallo Bermúdez reconstruye la historia de la banda a través de viejas grabaciones caseras, el registro audiovisual que él mismo hizo de una gira del grupo por Europa, y el testimonio de diversos expertos en el tema, como los periodistas Humphrey Inzillo o Jorge Fernández, los músicos Dick El Demasiado o Alan Courtis y hasta un supuesto biógrafo de la agrupación. Como para mantener el aura de misterio, los propios involucrados no hablan, y eso hace que nunca dejemos de preguntarnos cuánto de falso y cuánto de real tiene este documental. Porque lo que se ve -y se escucha- es tan delirante que cuesta admitir su veracidad. “Ni ellos saben lo que tocan”, dice alguien. “Llevan al chamamé a un lugar extremo, de psicodelia y ruidismo”, arriesga otro. Se habla de un “sonido chipadélico” y alguien da una definición destinada a volverse leit motiv: “Son el Pink Floyd de los pobres”. Mientras, vemos presentaciones del grupo en diversos antros, una aparición en Peter Capusotto y sus videos, y el repaso por algunas anécdotas más o menos graciosas, como la vez que perdieron sus instrumentos y encontraron hongos alucinógenos, o su enfrentamiento con otro músico curuzucuateño, Cristian Osorio. Su originalidad y desparpajo hacen de Encandilan luces toda una experiencia, aunque llega un punto en que la sorpresa desaparece y el chiste empieza a repetirse hasta el punto de gastarse, dejándonos con la sensación de que vimos una humorada que llegó demasiado lejos.
Desde el mítico pueblo de Curuzú Cuatiá, situado en el corazón rural del noroeste argentino, emergieron los estrafalarios Síquicos Litoraleños, pioneros del chamamé psicodélico. Nacido a principios de 2000 el grupo fue ganando enorme cantidad de adeptos que, en su Corrientes natal, conocieron su alocado ritmo y sus coloridas vestimentas. El director Alejandro Gallo Bermúdez recorre en este, su primer largometraje, la trayectoria de esos muchachos que ensamblaron el ritmo del rock con el chamamé. Así, a fuerza de vocación y de lucha, lograron un sonido de inusual autenticidad y convirtieron su música en una desfachatada movida bizarra que tuvo eco en diversos lugares del mundo a través de internet, en la que hallaron a un público ávido de nuevos sonidos y se ganaron el apodo de los Pink de los pobres. Documental realizado con tanto desparpajo como el que muestran sus protagonistas, recorre la trayectoria del grupo en sus giras por Holanda y por Bélgica, y se detiene en músicos, periodistas e historiadores, quienes van entrelazando con sus palabras el derrotero de esos músicos que, sin proponérselo, iniciaron una rupturista movida musical. El film muestra, además, un debate cultural acerca de los diferentes caminos musicales replanteando las nociones de éxito y trascendencia y celebrando el poder transformador del espíritu creativo.
La segmentación en capítulos es la única característica formal que desconcierta en Encandilan luces, es decir, que atenta contra la ilusión de asistir a un documental absolutamente fiel a su objeto de estudio. Sin dudas, los títulos de algunos episodios constituyen otra expresión del sentido del humor que Alejandro Gallo Bermúdez despliega en su ópera prima, pero el fraccionamiento le impone una estructura innecesaria al universo paralelo que el realizador recorre mientras acompaña la trayectoria del “chamamé psicodélico” y su banda pionera, Los Síquicos Litoraleños. La localidad correntina de Curuzú Cuatiá, Buenos Aires y ciudades de Holanda, Bélgica y Francia conforman las escalas del “viaje psicotrópico” anunciado en el subtítulo de esta película extraordinaria en el sentido literal del término. Mientras dura el periplo, Gallo Bermúdez reproduce filmaciones caseras de presentaciones del grupo estrella y de algunos emuladores; entrevista a espectadores ocasionales, seguidores, promotores, periodistas especializados, imitadores; ofrece postales de la Corrientes profunda, con el Gauchito Gil incluido; comparte anécdotas sobre avistajes de ovnis y el consumo de hongos alucinógenos. Encandilan luces parece tributaria de Peter Capusotto y sus videos, que Gallo Bermúdez cita con encomiable honestidad intelectual. Como el programa de televisión pergeñado por Pedro Saborido y Diego Capusotto, la película no sólo promociona una banda que transgrede sistemáticamente el ABC de la industria discográfica globalizada; también invita a reflexionar sobre libertad creativa, sobre las metamorfosis de la música popular, sobre las diversas formas de resistencia cultural al imperativo comercial. La extensión de ochenta minutos puede resultarles excesiva a los espectadores que no comulgan ni con el chamamé psicodélico ni con el espectáculo que brindan Los Síquicos Litoraleños y sus discípulos. Esta porción de público deberá sacrificar sus preferencias musicales si quiere averiguar qué sucede en una galaxia ubicada a años luz del Kilómetro 11 que Mario del Tránsito Cocomarola y Constante Aguer compusieron ocho décadas atrás. Para evitar falsas expectativas, vale adelantar que ni esta audiencia ni los fans de la banda tendrán el gusto de escuchar el testimonio de sus integrantes. La decisión de no entrevistarlos constituye otra prueba del respeto de Encandilan luces por su (hermético) objeto de estudio.
De Curuzú Cuatiá nace un sonido distinto, casi indescriptible, cautivador y único. La cuna del chamamé también dio a luz a una de las bandas más experimentales del país, y Alejandro Gallo Bermúdez captura todo este delirio a la perfección en su ópera prima: Encandilan Luces.
Tiene como subtitulo “Viaje psicotrópico con Los síquicos litoraleños”, la opera prima de Alejandro Gallo Bermúdez. Se trata de un grupo musical que fusionan el chámame y el rock con toda la cultura correntina, que tienen como base a Curuzú Cuatiá. Se registra una gira por la su provincia donde expanden su universo con ovnis, disfraces, fanatismo local y cucumelos (un hongo de efectos psico sensoriales intermitentes) De esa gira y de las definiciones de correntinos fanáticos o ignorantes de este grupo que algunos definen como “Los pink floyd de la pobreza”, mas el testimonio de expertos en música rockera, surge este documental. Un trabajo realizado con espíritu lúdico, gracia y situaciones insólitas que reflejan como son, como se divierten y que buscan estos músicos que encontraron un camino original para expresarse.
Psicodelia rural El primer largometraje de Alejandro Gallo Bermúdez presenta una mirada lúdica, brillante (no solamente en términos de luminosidad), sonora y fantástica. La idea de experimentación musical tanto como social de los psíquicos litoraleños pinta de cuerpo entero la idea proyecto que va más allá del arte o, en todo caso, suman a ello la experiencia de vivir e incorporar proyección estética e intervención electrónica a la música local Correntina, en un paso más allá en la búsqueda sonora. Los testimonios de los lugareños, que reciben a los intérpretes en su transmisión de sensaciones y locura místico-sensorial, es un plus. La teórica apatía local se rompe con la irrupción de una especie de gira mágica y misteriosa en el litoral argentino. La historia del grupo creativo incluye archivo original de los integrantes y testimonio de diferentes personalidades de la zona (músicos, periodistas, intelectuales, entre otros) los que narran su descubrimiento de la banda, sus impresiones al respecto de la música y el legado potencial, y algunas de las diferentes presentaciones, las que usualmente se daban en circunstancias mágicas y sorpresivas. La interpretación sobre lo que significó el origen de la ruptura cultural, estética, “rupturista”, si así puede llamarse, en una búsqueda, un mensaje y un estilo claramente único, distintivo, narrado en capítulos, es el mejor camino para conocer a los psíquicos. Encandilan luces es una excelente experiencia sensorial musical, artística, social.
Pink Floyd de los Pobres Hay una banda que es casi un mito del noreste argentino, unos músicos extraños de los que mucha gente habla pero de los que saben casi nada. Hace varios años ya comenzaron a tocar por las plazas de la provincia con extraños disfraces que sorprendían menos que su sonido inclasificable. Los Síquicos Litoraleños rompieron la calma de una región donde el chamamé es un modo de vida que no cambió casi nada a lo largo de las décadas, y hay quien dice que la decisión de cubrirse los rostros fue una cuestión de supervivencia antes que artística, temerosos de la reacción que podría tener el público ante esa subversión de un estilo que podía llegar a considerarse hereje por la población más conservadora. Los temores resultaron bastante infundados, porque aunque no todo el mundo disfruta de su intensidad, se fueron haciendo de un público. Con el tiempo surgieron otras bandas locales que siguieron su ejemplo, incluso con algo más de repercusión por fuera de su entorno inmediato, logrando una fama que Los Síquicos Litoraleñosparecen eludir intencionalmente. Algunos dicen que por amor a la siesta. De Curuzú a Holanda La propuesta de Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños es tan caótica como la de la banda que tributa, con un estilo completamente coherente con lo que pretende mostrar. No abunda el material de la banda y ellos mismos no parecen ser muy afectos a mostrarse, por lo que mucho de lo que vemos son videos caseros de una calidad bastante pobre, intercalados con entrevistas a gente de su entorno o del público que sigue narrando algunas de sus historias. Y también de algunos personajes locales de los que es difícil afirmar su veracidad, porque bien podría ser todo un mockumentary por el nivel de absurdo que alcanza en varios de sus mejores momentos. Siempre en la forma de una comedia caótica, que cambia continuamente de rumbo y rara vez termina una historia porque en el medio se desvía hacia otra, este documental no profundiza sobre la historia de la banda ni sobre su obra, quizás porque esa información casi no existe. En cambio se propone mostrar un poco de ellos en el mismo tono lisérgico y lo-fi que logró que sean menos conocidos en Buenos Aires que en Europa, donde participaron de un festival y dieron varias entrevistas. Este viaje es más difícil durante los primeros minutos, cuando el intenso bombardeo de imágenes y sonidos puede llegar a causar más dolor de cabeza que un maratón de Pokemon. Una vez que el cerebro recupera su estado semi sólido y entramos en el código absurdo que proponeEncandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, es posible que se despierte la curiosidad por estos músicos de Curuzú Cuatiá, dedicados a deconstruir el chamamé y rearmarlo en una bola de sonidos progresivos y punk, haciendo parecer razonables a los vecinos que aseguran que fueron abandonados por un plato volador a su suerte en algún lugar del monte.
Los caminos de la chipadelia Hay algo contradictorio en intentar definir la música de un artista que no hace género. Es contradictorio porque se trata, a fin de cuentas, de identificar rasgos de fórmulas conocidas en una obra que intenta ser diferente. De Los Síquicos Litoraleños se dice que hacen “chamamé futurista” y se los compara tanto con Captain Beefheart como con The Residents y Tránsito Cocomarola. Esas referencias marcan dos extremos de los que puede deducirse un evidente vínculo con el chamamé como marca de su tierra de origen, Curuzú Cuatiá, y un espíritu experimental relacionado con el carácter amorfo y caótico de sus canciones. En un momento, Los Síquicos Litoraleños llegaron a ser catalogados como “Pink Floyd para pobres” pero la mejor definición de su música fue acuñada por ellos mismos mediante una palabra que resume su linaje y su ambición artística en un nuevo género: la chipadelia. En 2005 tocaron por primera vez en Buenos Aires y en ese show estuvo presente Alejandro Gallo Bermúdez, que quedó tan encantado por ellos que decidió seguirlos, cámara en mano, en la gira que hicieron por Europa algunos años después. Encandilan Luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, ópera prima de Gallo Bermúdez, es el resultado de esa fascinación a primera vista: un documental que reúne la historia errática de esta banda desde su mito de origen, que incluye platos voladores y hongos alucinógenos, hasta perseguir el rastro que dejó en otros artistas de su zona (que en algunos casos directamente se apropiaron de sus temas) a través de testimonios y imágenes de archivo que sintonizan el ritmo alucinado de la música. En el documental aparecen registros de performances tomados a lo largo de los últimos quince años, una mezcla de diferentes texturas de video entrelazadas con animaciones impulsadas por el flash, donde Los Síquicos Litoraleños están disfrazados como una de esas bandas infantiles que los padres llevan a ver a sus hijos en vacaciones de invierno. No importa si están tocando en su Corrientes natal o en Amsterdam: su música y su presencia siempre irrumpen como algo extraño. Son extraños en su tierra, rompiendo la calma del pueblo; son extraños en el exterior tocando para europeos que apenas pueden pronunciar el nombre del grupo. Buscando a Reynols, la película de Néstor Frenkel, es un antecedente inevitable a la hora de pensar Encandilan Luces. Primero por el tema del que se ocupa: una banda de rock que es una rareza, objeto de culto para coleccionistas, admirada por críticos y colegas, que crea su mitología por fuera del mainstream. También porque los testimonios (entre los que está Alan Courtis, miembro de Reynols) y el material de archivo aparecen organizados en capítulos; pero además porque Los Síquicos Litoraleños, como se desliza en el documental, estaban llamados a ser los nuevos Reynols. Mientras otros robaban sus temas y lograban espacios en revistas y festivales, Los Síquicos Litoraleños mantuvieron el bajo perfil y su apego por Curuzú Cuatía. Hay algo que se expone en Encandilan Luces que tiene que ver con las elecciones artísticas, con qué cosas se negocian a la hora de hacer una carrera. Los Síquicos siempre fueron fieles a su tierra natal como si la tomaran como una responsable más de su obra, acaso conscientes de que era la proveedora de una de las razones de su locura; los hongos. Ajenos a todo lo que se dice sobre ellos, los miembros de la banda prefieren mantenerse en secreto. Apenas si les vemos las caras durante la película, y solo sabemos lo que piensan por algún fragmento de entrevista que aparece por ahí. Como dice el periodista Jorge Fernández: “es todo parte del misterio”.
El Pink Floyd de los pobres “Bienvenidos a Curuzú Cuatiá, la ciudad donde raramente ocurre algo. Y si ocurre vamos a tomarnos la molestia de negarlo. Sistemáticamente.” De esta forma, uno de los personajes que componen el coro de voces del documental Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, define a esa ciudad ubicada en la provincia de Corrientes. Ese mismo es el ecosistema que produjo a los inclasificables Síquicos Litoraleños, banda de ¿rock? que de alguna manera da fe de lo certera que es aquella afirmación del comienzo. La pregunta surge sola: ¿quiénes son estos Síquicos Litoraleños? Para responderla, por suerte, existe esta película, ópera prima de Alejandro Gallo Bermúdez. Se trata de una banda formada durante los primeros años del siglo XXI en esa ciudad que Manuel Belgrano fundó el mismo año de la Revolución de Mayo. A falta de mejores recursos alguien definió a Los Síquicos como “El Pink Floyd de los pobres”. Ese título nobiliario que pretende vincular a la realeza del rock con una agrupación surgida de lo más under del under, puede ser considerado un eslogan ingenioso para generar curiosidad o promocionar a la banda en cuestión, pero por cierto no les hace honor para nada. Los Síquicos son mucho menos que eso, pero sobre todo mucho más. ¿Pero mucho menos de qué? ¿Mucho más cómo? Justamente en el intento de abarcar el universo que hay entre ambas preguntas se encuentra el mérito de Encandilan Luces. Debe decirse que Los Síquicos son un delirio absoluto mucho más cercano a bandas como Reynolds e incluso a lo más ruidoso de John Zorn, pero con una puesta en escena performática, humorística y kistch. Los Síquicos son como cinco Ziggy Stardust tuneados en un depósito de cotillón viejo. Pero lo que más llama la atención de ellos no es eso, sino la forma en que se convirtieron en un nodo cultural que absorbió la tradición chamamecera de la ciudad, para regurgitarla en algo que ellos bautizaron como "chipadelia", la simbiosis perfecta entre los sabrosos pancitos típicos de la cocina guaraní y lo más lisérgico de la psicodelia, hongos alucinógenos incluidos. Un combo que les permitió realizar un par de giras europeas. De todo eso se nutrió una pléyade de Salieris dispuestos a transmutar lo que era un impulso único e irrepetible, en una escena con identidad propia que convirtió a Curuzú Cuatiá en el centro de un universo aún por descubrir. La película de Gallo Bermúdez de algún modo también tiene esa aspiración, intentando construir un relato cinematográfico que se alimente de esa estética síquica y litoraleña. Muchas veces lo consigue, generando momentos realmente extraños; en otros parece sobreactuar el delirio. A pesar de eso el documental le hace honor a sus protagonistas y deja entornada una puerta para que quien guste se atreva a descubrirlos.
La ópera prima de Alejandro Gallo Bermúdez, "Encandilan luces: viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños", es un documental muy a tono con las figuras homenajeadas, un grupo musical que destaca por llevar el estandarte de la experimental. Siempre que se habla de música en el interior de país, lo primero que surge es referirse al folclore tradicional de cada zona. Los sonidos más autóctonos de nuestra tierra en un género que siempre mira con desconfianza los atisbos de renovación. Sin embargo, siempre el arte ofrece una mirada alternativa, subterránea, por afuera de lo más vistoso o conocido. El arte experimental existe en el cine, en el teatro, en la pintura, en todas las artes, también en la música. Nada define mejor a Los Síquicos Litoraleños que el término experimental. Realmente son algo inclasificable, diferente a lo establecido, que busca nuevos rumbos, y se maneja dentro de una corriente que nada tiene que ver con lo comercial. Es chamamé, el sonido clásico del litoral, pero un chamamé diferente a lo que conocemos como tal. Mezclan el chamamé con eso que se conoce como noise, sonido experimental si los hay, y el resultado es lo más parecido a un viaje sonoro. Oriundos de Curuzú Cuatiá, a 400 kilómetros de Corrientes Capital, esta banda formada por tres músicos son un mito, un enigma del que poco se conoce. Hay que buscarlos, indagar y descubrirlos para saber dónde se presentan ¿Quiénes son? Ese mismo interrogante se planteó Alejandro Gallo Bermúdez, quienes se lo cruzó en algún festival, los conoció y quiso dar con su huella. Una búsqueda que desencadenó en "Encandilan luces: viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños", entre otras cosas, una documentación durante nueve años en el recorrido de esta banda. Si en algo destaca aquí, es en encontrar el tono justo para adecuarse a ser un trabajo digno de la banda que homenajea. No, no es el típico documental musical en el que se conoce a una figura, se la entrevista, se repasa su vida, vemos fragmentos de shows y grabaciones, a otro músicos hablando de la relevancia o lo buena gente que son, etc. De hecho, les adelanto, saldremos de "Encandilan luces: viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños" sin saber demasiado bien quiénes son en realidad, Los Síquicos Litoraleños. En primer lugar, no hay entrevista a ningún miembro, apenas si se les puede ver la cara fugazmente, y algo se conoce de su figura. Se preserva esa figura de mito, de una entidad que va más allá de las personas. El film se divide en ocho capítulos y un epílogo, en los que cada uno presenta una temática. Temática que aborda los primeros minutos de cada capítulo para luego ir más allá, saltar, usar como un trampolín para hablar de otra anécdota que no guarda una relación directa con lo anterior. Hay una idea de caos, caos en el que el documental halla su forma y se siente cómodo. Nunca nos perdemos dentro del entramado que arma. No es solamente un documental sobre la banda, está plagado de figuras dignas del mito. Descubre el corazón de un pueblo con leyendas y viajes astrofísicos; respira de la cultura under a la que mira con respeto. Hay mucho de comedia, de no abordarse seriamente, pero siempre lo hace con respeto, nunca trata a los presentes como ridículos, sí como curiosidades. Estéticamente también absorbe de la cultura experimental. Utiliza diferentes métodos y formatos. Hay cultura de VHS, de cámara en mano y videocámara familiar. Hay fundidos, hay intertítulos. Hay imágenes oníricas, La sicodelia, con algo de vintage, expresada dentro de lo fílmico. En medio de todo esto queda una propuesta muy atractiva, llamativa, con muchísimos momentos destacables, y sobre todo, que consigue el objetivo. Dan ganas de descubrir más de ese mito. Dentro de la historia hay de todo, el surgimiento local, el despegue en festivales europeos, la vida privada del músico, las anécdotas risueñas, la banda rival con el típico aprovechador (que curiosamente después se presenta también brindando testimonio), periodistas de música que más que ser entrevistados leen notas a cámara – algo obviamente deliberado –; y una guía sobre cómo y qué hongos consumir. "Encandilan luces: viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños" es como un buffet en el que hay de todo para servirse. Alejandro Gallo Bermúdez más que capturar a las figurar, logró capturar el espíritu de esos artistas en su esencia. Una propuesta tradicional hubiese sido injusta con esta banda que eligió moverse por caminos que nada tiene que ver con lo masivo. Los Síquicos Litoraleños hacen la suya, "Encandilan luces..." claramente también.
LOS PINK FLOYD DE LOS POBRES Los Síquicos Litoraleños es una banda formada en Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, que cual mezcla ritmos folklóricos de la zona con el más puro rock sinfónico, convirtiendo su música en una sorprendente y muy particular mixtura. Esta peculiar formación comenzó tocando en pequeños pueblos de su provincia hasta llegar a presentarse en el under europeo, lugar donde fueron reconocidos y se ganaron el apodo mencionado en el título de esta crítica. Tomando esta historia, el documental Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, dirigido por Alejandro Gallo Bermúdez, busca hacer un recorrido sobre la particular banda, el cual posee todo lo extraño y delirante que refleja el grupo en sus presentaciones. Esta decisión resulta lógica ya que hacer un film en términos “normales” (por decirlo de una manera) sería alejarse del espíritu de Los Síquicos, y sonando falso y poco genuino. A través de capítulos, el documental exhibe cada momento de la banda, mechado con diferentes situaciones delirantes, que resultan divertidas y que pretenden en todo momento acercarse a la estética que propone el grupo. Este trabajo quizás pueda parecer desprolijo pero cumple en mostrarle al espectador la propuesta original y diferente del grupo, y como fue pionero en un movimiento que sería de importancia dentro de la música local del noreste de nuestro país. Es por esto que Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños resulta una producción interesante para conocer una banda distinta, que a través de sus formas posee otro tipo de búsqueda musical y estético, y que esa pretensión se encuentra perfectamente presentada en los ochenta y tantos minutos de duración del documental.
“Encandilan Luces: viaje psicotrópico con los litoraleños” es un documental fruto de nueve años de trabajo, presentado en la competencia del último Festival Internacional de Mar del Plata en la categoría de Banda de Sonido Original. Proveyendo dinamismo y entretenimiento, este documental ofrece una extraña combinación de melodías y seres por demás singulares. Pretendiendo convertirse en una fábula sobre el éxito-más allá de ser un documental-,reflexiona sobre los caminos emprendidos por este conjunto de talentosos en búsqueda de expandir su propio potencial artístico. Aportando a la imagen un bienvenido tono lúdico y sin pretender abordar las vidas personales de estos personajes, el retrato elegido prefiere el acompañamiento desde el registro de archivo sobre una gira europea (en los Paises Bajos), poniendo en relieve las entrevistas y las imágenes capturadas junto a a los autores del "Sonido Chipadelico". Completando la historia gracias a los testimonios de quienes conocieron a’ Los Síquicos litoraleños’, el documental se sitúa en la región deCuruzú, como fértil semillero de estos ritmos.El director Alejandro Gallo Bermúdez, con guión a cargo de Santiago Van Dam, lleva a cabo unpintoresco documental que indaga en el contraste entre el Chamamé clásico con su vertiente psicodélica.
Un grupo musical que hace una música extraña, psicodélica y levemente inspirada en el chamamé. También hay ovnis y hongos alucinógenos. Aunque la factura es buena (sobre todo la elección de un material lo-fi para crear un efecto de distancia) es mejor el sujeto del documental: un grupo musical que hace una música extraña, psicodélica y levemente inspirada en el chamamé. Son de Curuzú Cuatiá, y los vemos tocar ahí y en una gira por Corrientes. También hay ovnis y hongos alucinógenos, y la música de estos tipos es bastante más que interesante. Lindo registro de una rareza.
Alejandro Gallo Bermúdez presenta su ópera prima Encandilan luces, viaje psicotrópico con los Síquicos Litoraleños, un surrealista documental que sigue a esta banda correntina de Curuzú Cuatiá. El film comienza en el pueblo rural de Curuzú Cuatiá donde surge la extraña fusión vanguardista de los Síquicos Litoraleños, un grupo que fusiona chamamé con un ritmo futurista, disfraces y un viaje astral. El éxito under de sus canciones los lleva a rincones del planeta como Holanda o Inglaterra. Incluso a lanzar un álbum con un sello discográfico del Líbano. Lo que tiene de interesante Encandilan luces, viaje psicotrópico con los Síquicos Litoraleños es cómo va utilizando los testimonios de aquellos lugareños de Curuzú Cuatiá, cómo ha influenciado su música a otros grupos en el panorama nacional como Los Saltimbankis y también las respuestas y repercusiones en el público extranjero donde los catalogan como los «Pink Floyd de los pobres». El trabajo de Bermúdez tampoco es ajeno a la psicodelia y extrañeza del grupo. El documental, a la par de los testimonios, conjuga escenas de archivo, música e imágenes que se fusionan con las letras de las canciones u otros elementos naturales. Hay una idea de que cómo la banda no se toma en serio su trabajo, el film respeta la misma impronta. Por la manera que está editado, muchos podrían pensar incluso que estamos ante un documental falso. Esta idea divierte al espectador y se ríe ante lo absurdo de la historia. Encandilan luces, viaje psicotrópico con los Síquicos Litoraleños de Alejandro Gallo Bermúdez, es una road movie de los sentidos. Da datos e información sobre la banda pero, fiel al estilo de sus protagonistas, el director rompe la estructura de un documental clásico y deja que el espectador se deje llevar.
Este documental, opera prima, es una invitación a descubrir a un grupo de culto absolutamente estrafalario, Los síquicos litoraleños. Que mezclan psicodelia con chamamé, se presentan en cualquier parte (un campo, un chiquero, las afueras de un pueblito de calles de tierra) vestidos con túnicas, pelucas y máscaras y los conoce todo el mundo, aunque nadie los conoce. "Ellos hablan de lo locas que son las cosas acá, y nadie se daba cuenta", dice uno de la zona, Curuzú Cuatiá, en la provincia de Corrientes. A testimonios de propios se suman los ajenos: críticos musicales, periodistas, músicos que van dando cuenta de ese culto, de la leyenda. "Tienen dos dictadores: el tereré y la siesta. Y se dejan dominar por ellos", añade otro, para explicar las razones detrás de la falta de difusión y, sobre todo, de auto bombo de la banda. Que fue invitada a girar por festivales internacionales, "aclamada en Europa", venerada por coleccionistas que hablan holandés. Encandilan luces reúne una buena sinfonía de voces autorizadas, entre los que los vieron, los escucharon, o los vieron pasar. Incluyendo expertos en esos hongos alucinógenos que crecen entre la bosta de la región. Con espíritu juguetón, para subrayar el misterio, los grandes ausentes son, precisamente los integrantes del grupo, que alguien llamó "el Pink Floyd de los pobres".
El ritmo de chamamé en nuestro país se lo asocia rápidamente a Antonio Tarragó Ros o al Chango Spasiuk. Pero en este documental que se encuentra dividido en capítulos y un epilogo, nos habla sobre cómo funciona una banda de chamamé psicodélico. La ciudad correntina de Curuzu Cuatia le da origen a este nuevo género musical, ellos se convirtieron en los creadores de un nuevo estilo y ya de niños se vincularon con la música y se sentían atraídos con los ritmos. Con el tiempo van participando de distintas giras hasta llegar a Europa. Intentando innovar utilizan máscaras originales confeccionadas por ellos, se ponen túnicas de colores y utilizan disfraces, entre otros recursos. Se muestra material de archivo, entrevistas y hasta en algunos momentos de la filmación se utilizó una cámara hogareña y en otros una cámara más profesional a través de las cuales vamos viendo las reacciones del público, hay momentos delirantes, divertidos y anécdotas, además tiene un toque experimental.
Misterio rockero en el Litoral. Hacen una música que fusiona el chamamé con el rock y el free jazz, sus presentaciones se caracterizan por la informalidad y una suerte de camuflaje (se calzan túnicas, pelucas y sombreros) y generan cierta extrañeza y misterio, despertando curiosidad en el ámbito pueblerino de Curuzú Cuatiá tanto como entre periodistas especializados y amantes de la música de Buenos Aires e incluso del exterior. Se hacen llamar Síquicos Litoraleños y de la enigmática estela que dejan a su paso se ocupa la ópera prima de Alejandro Gallo Bermúdez, realizador formado en la UBA y con varios cortometrajes en su haber. Es acertado el modo elegido por el director para contar la historia de esta banda que mezcla la interpretación musical con algo más circense o teatral, y el talento con el disparate. El tono es el de una película artesanal hecha con retazos reunidos mientras se siguen los pasos de este singular grupo de músicos, a veces con distorsiones visuales procurando una estética psicodélica o exponiendo registros espontáneos captados en sitios poco iluminados, sin descuidar el profesionalismo y la calidad de los encuadres al exponer diversas situaciones en el interior de sencillas viviendas, pensiones y calles de tierra en la mencionada localidad correntina: numerosos son los planos a lo largo de sus 80 minutos, pero todos parecen significativos. Dividiendo –tal vez innecesariamente– en capítulos el recorrido por la historia de los Síquicos Litoraleños, Encandilan luces sumerge al espectador en una sucesión de testimonios, actuaciones del grupo y ocasionales reconocimientos, como alguna aparición en el ciclo televisivo Peter Capusotto y sus videos. “A veces ni ellos saben lo que tocan” dice un vecino, mientras otro señala que se escudan tras máscaras y pelucas porque si dan la cara corren el riesgo de que los maten. Si la propuesta artística de Síquicos Litoraleños no desdeña el humor ni el origen provinciano (“El chamamé es la identidad del correntino” señala alguien), el film integra esas características a su itinerario, en el que van apareciendo, como sorpresas en el camino, la pérdida de instrumentos musicales en determinado momento de una manera algo insólita, los chispazos entre los músicos de la misma banda y con los de otras similares, las sospechas de un influjo extraterrestre y de hongos alucinógenos hallados providencialmente. En ese devenir medio sinuoso (rondando siempre el delirio, e incluso el temor de que haya detrás atisbos de locura), el paisaje natural, humano, e incluso musical, de Curuzú Cuatiá, aflora sin subrayados pintoresquistas ni ironías: allí están el peso de las voces que se oyen desde la radio, las modestas granjas, las fiestas populares, las imágenes de la Virgen de Luján y el Gauchito Gil en amable convivencia y, por supuesto, termos y mates dominando la escena.