CERCA DE LA REVOLUCIÓN De dónde surge la inspiración? ¿Cuál es el nacimiento de una canción? Se pueden buscar muchas palabras para definir las cosas y quizás se puedan encontrar pero filmar el proceso creativo es poco menos que imposible. Se intentó más de una vez, los Stones se prestaron alguna vez para que Jean Luc Goddard filmara la creación de Simpatía por el demonio y para los que les gusta el cine, si además son cultores de la música de los Stones, ese documental es fascinante. Otro ejercicio de filmación de un proceso creativo se llama El fulgor, que seguía a Nacho Vegas mientras creaba una canción y claro, están Los Beatles , que metieron un equipo de filmación para las sesiones de grabación de Let it be y se los ve en pleno proceso de desintegración como banda, aburridos, molestos, quisquillosos. Alejandro Chomsky logró que en 1994 Charly García lo dejara filmar durante una larga temporada. Chomsky dice que tiene seis meses de filmaciones de un Charly García en distintas situaciones. Pero a la hora de hacer con ese material una película, descubrió que no era tan fácil. Así que afinó un poco la mirada, de los seis meses filmados rescató una noche. Una noche en lo que Charly y sus allegados llamaban el Factory de Charly, un reducto ubicado en la calle Fitz Roy y avenida Córdoba. Esa noche Charly tenía una idea para una canción, así que convocó a sus músicos y los hizo grabar segmentos rítmicos, teclados, algunos solos de guitarra y sus músicos obedecían sus indicaciones y ese proceso es lo que cuenta Existir sin vos. María Gabriela Epumer, Fernando Samalea, el Zorrito Von Quintiero y el mítico integrante de Manal, Alejandro Medina, siguen al genial Charly García en su búsqueda. Charly en ese momento se encontraba en plena mutación, el artista perfecto que hasta allí había hecho discos como Pequeñas anécdotas sobre las instituciones o La grasa de las capitales, buscaba una nueva forma de creación. Charly, toma whisky, toca distintos instrumentos, busca la forma de la canción, se tira a una pileta, da indicaciones, deja a los músicos un rato y se va a escribir la letra. El proceso es caótico y preciso a la vez. García busca la forma exacta, las palabras, el ritmo y de repente se cansa. Los músicos le dan lo mejor de si mismos, aciertan, pifian, deliran y vuelven a intentar. ¿Quién no quiere participar de algo así? Existir sin vos permite re vivir una noche de Charly García cuando se disponía a abandonar su status de estrella y grabar un disco conceptual que se llamaría La hija de la lagrima, a partir del cual inició un camino que lo transformó en un artista integral. Un Charly García que uno de los autores del libro “Cien veces Charly”, Fernando García, dice que hay que verlo más como un artista plástico que solamente un músico. Después de esta noche que documentó Alejandro Chomsky, García buscaría más allá, crearía algo llamado Maravilización, empezaba su etapa Say no More, la etapa en la que ir a ver a García era una aventura, una etapa a partir de la cual muchos dejaron de seguirlo y muchos otros, en su mayoría adolescentes, se acercaron a conocer a ese rockero al que ya no le importaba nada guardar las formas y se sentía en guerra con el mundo. No se pierdan Existir sin vos, es una experiencia que vale la pena. EXISTIR SIN VOS. UNA NOCHE CON CHARLY GARCIA Existir sin vos. Una noche con Charly García. Argentina, 2016. Dirección: Alejandro Chomski. Intérpretes: Charly García y María Gabriela Epumer. Duración: 65 minutos.
Los mundos en armonía El mismo Charly García que mira a cámara desde el asiento trasero de un auto en un viaje por algunas calles de la ciudad, es aquel que aparece en la coda de este documental de Alejandro Chomski, cuyo valor de documento -valga la redundancia- es tan importante como la excusa de seguir al artista en pleno proceso creativo una noche de verano de 1994, en sus estudios de Fitz Roy y Córdoba.
El talento de Charly García es indiscutible. Desde chico tuvo una capacidad para tocar cualquier melodía en el piano. Supo construirse como ícono del rock y asumir riesgos en toda su vida. Su oído absoluto permite que tenga talento para tocar cualquier instrumento como para crear canciones que perduren en el tiempo. Alejando Chomski registra el proceso creativo de Charly durante una noche de 1994. La cámara es un personaje visible que deambula por todos lados. Los músicos ornamentan según las indicaciones de su líder. Sugieren y proponen, pero él sabe muy bien lo que quiere. La sutileza de los sonidos, o la espectacularidad en la composición de la letra, describe la ejecución de una canción que hoy en día sigue inédita: Existir sin vos. En el tradicional estudio de Fitz Roy, Charly despliega todo su talento en una zapada interminable. Reutiliza las cintas de cassette para grabar canciones nuevas en equipos analógicos. Los músicos pasean y aguardan las indicaciones de él. Vemos a María Gabriela Epumer grabando o leyendo en un sillón mientras todo toma forma. Esa noche, también acompañan Fernando Samalea, Fabián “Zorrito” Quintiero y Alejandro Medina. La noche transforma la velada en un momento íntimo. Existir sin vos. Una noche con Charly García es la muestra del talento maravilloso que nos regala Charly García con cada creación. La película permite entrar en una atmósfera donde aflora el talento, la magia es espontánea y todo fluye hacia un mismo lugar: la música.
Charly García se encontraba sigiloso en su estudio de Fitz Roy y Córdoba, en pleno proceso de creación de su disco La hija de la lágrima. Una noche con Charly García nos empapa en el artilugio creativo de uno de los más grandes artistas argentinos del rock. A modo de documental llegamos a ver los secretos de cómo construye esas composiciones un genio irrefutable como lo es Charly, a medida que avanza una noche inolvidable del verano de 1994, a la cual tampoco le faltan piruetas en la pileta. Existían los tiempos para componer, tocar, cantar, escribir… y para tirarse a la pileta. Podemos ver en ese ámbito además a María Gabriela Epumer, el Zorrito Quintiero, Fernando Samalea y Alejandro Medina (bajista de Manal), quienes entre charlas terminan por mostrarnos esas sesiones de largas horas, donde la lucidez del artista se camufla con su sensibilidad. El influyente y reconocido músico escribía en el momento las letras y las practicaba durante varias horas, al mismo tiempo que las grababa en cinta con los equipos analógicos de la época. Alejandro Chomski logró captar toda la esencia de una noche particular y hacer de la cámara un protagonista más, a medida que la noche avanzaba. El sol ingresa por la ventana y en el piano suenan las melodías. There’s a place, where I can go, when I feel low, when I feel blue. And it’s my mind, and there’s no time when I’m alone.
El maravilloso mundo del perfecto caos El director eligió una sola noche entre las tantas imágenes que había captado de Charly García a lo largo de seis meses. Algunas escenas transcurren en el exterior, pero el eje central está en la sala de ensayo que estaba ubicada en Fitz Roy y Avenida Córdoba. En este retrato intimista, Charly se encuentra en pleno proceso creativo de la canción inédita que da nombre al film; tema que fue la antesala del disco “La hija de la lágrima”. En este contexto se puede ver a la recordada María Gabriela Epumer; además de Alejandro Medina, bajista de la mítica banda Manal; Fernando Samalea y el Zorrito Von Quintiero. En la hora que dura el documental, se muestra a un Charly muy distante al de hoy. Es el fiel reflejo del García controversial, del “Say no more”, aunque también en medio de esa locura, prevalece un dejo de melancolía que pedía a gritos un rescate, que finalmente llegó, pero años más tarde. Hay escenas que inspiran a querer abrazar a ese Charly como cuando entona con ojos de niño una canción de The Beatles y se pone a jugar con poses para la cámara. Alejandro Chomski tuvo la suerte de entrar a ese mundo íntimo, de captar el momento justo en que la inspiración invadía la cabeza de Charly y lo hacía repetir una y otra vez la misma estrofa, hasta encontrar el punto perfecto y aún así seguir durante horas. También logró darle una interesante mirada subjetiva, con planos un tanto “desprolijos” que dicen mucho del personaje en cuestión. Una verdadera joya para archivar.
ATENCIÓN: GENIO TRABAJANDO El director Alejandro Chomski tuvo el privilegio de documentar como es el proceso creativo de un músico superdotado como Charly García. Ocurrió en el verano de 1994, en los estudios de Fitz Roy y Córdoba, donde Charly creaba y ensayaba durante toda la noche, en la época de La hija de la lágrima”. Pero esa noche creo un tema “Existir con vos” que todavía está inédito. Y así asistimos a esa fuerza creativa y talentosa de un Charly inspirado, dedicado, conciente de su talento, que se toma su tiempo para travesuras, pero nunca se desvía de su objetivo y les exige a sus músicos al máximo. Un momento increíble es cuando busca la aprobación de la princesa María Gabriela Epumer con la letra recién escrita, de rodillas mientras ella descansa. Ahí están sus compañeros de ruta Fernando Samalea, Fabián Von Quintiero y Alejandro Medina. Un documental para conocer la intimidad de un ídolo admirado.
Genio trabajando. En el verano de 1994 Alejandro Chomski se subió al expreso García para viajar durante una noche a través de las emociones y situaciones que solo un ser impredecible como Charly puede ofrecer. La cámara de video portátil comparte el mismo espacio que los protagonistas, convierte en testigos privilegiados de una noche de ensayo a los espectadores. Chomski improvisa sobre la marcha, se nutre de lo que tiene a mano para retratar tanto a los músicos tocando como a Charly mientras compone o salta a la pileta; a la distancia, las imágenes se vuelven fantasmagóricas, nos traen de vuelta a un Charly inflamable, el que llegaba tres horas tarde a un recital para tocar solo veinte minutos, a ese Charly lo vemos ensayando y grabando "Existir sin Vos", un tema que quedó afuera del disco "La Hija de la Lágrima". Somos testigos del proceso que va desde el armado de la letra, el ensayo, hasta la grabación. Aquella noche puede ser revivida hoy, y así vuelve María Gabriela Epumer a tocar su guitarra, Alejandro Medina vuelve a poner su bajo al servicio de Charly, y todos caemos en las redes del genio que, como bien apuntó el flaco Spinetta, nos ha tenido -y aún nos tiene- en vilo. Solo para fanáticos y curiosos.
“Estoy tan loco que parezco irrompible”, canta Charly García en Correte Beethoven, opus del disco El aguante (1998) en el que recrea el legendario Roll Over Beethoven de Chuck Berry. Cuatro años antes de eso, en plena efervescencia de la producción de La hija de la lágrima, la gran (y única) estrella del rock argentino pasó largas noches en su estudio del barrio de Palermo, donde ensayó y sobreensayó canciones del álbum, entre ellas la que finalmente quedó registrada como No sugar y que en el working progress se titulaba Existir sin vos. El realizador Alejandro Chomski (Dormir al sol) fue testigo de algunas de aquellas noches de rock and roll y fiebre y las registró con su camcorder. Hoy, 22 años después, las imágenes llegan a la pantalla grande en forma de documental de poco más de una hora, por lo que aguardamos con intensidad una versión extendida. Existir sin vos: una noche con Charly García es la foto de un instante, la radiografía de un artista visceral y en eterno estado de gracia. El tipo que hizo de su cuerpo, su cabeza y su sangre parte de su obra artística, aparece desnudo en lo que podríamos definir como la puerta de entrada a su período Say No More, ese del exceso permanente, del constant concept, del clavado desde un piso 9, el de los shows suspendidos, el del autoboicot y la guerra contra la nada. El film es un ticket to ride sin filtro a un obseso que puede pasarse horas interminables tocando la misma canción hasta que suena como él quiere. “Qué buenos que somos”, dice después de una jam session apoteótica. La cámara de Chomski registra pasajes que se disputan el cuadro de honor de la música progresiva y otros que van de la mano con el Pomelo de Peter Capusotto. Así fue Charly de mediados de los 90s a fines de la década ´00 hasta que el tobogán lo depositó en una clínica. A modo de cast, María Gabriela Epumer, Fabián Quintiero, Fernando Samalea y Alejandro Medina, de Manal, entre otros, participan de la noche en cuestión e intentan alcanzar al correcaminos que desparrama energía y virulencia a cada paso. Buena parte de todos los Charlys están en el Charly del documental y ahí radica su atractivo. Quizá pueda ser visto como un trabajo solo para fans. Y puede que así sea, pero los neófitos sabrán agradecer también la posibilidad de ser contemporáneos de este Quijote sin lanza, apenas armado con sus pulsiones, un talento incomparable y la mirada puesta muy lejos, tan lejos que el resto de los mortales todavía ni siquiera podemos imaginar.
Viaje íntimo a la cocina del bigote bicolor. Filmado a lo largo de una noche de 1994, con los músicos que registraron La hija de la lágrima, el documental de Chomski da cuenta de la gestación de una canción inédita: un retrato apasionante de los modos de trabajo de Charly. En pleno mes García se estrena este documental –curiosamente la primera película dedicada a uno de los grandes músicos del siglo XX en la Argentina– filmado a lo largo de una noche de 1994, en la que el hombre de la piel manchada grabó, acompañado por un supergrupo, “Existir sin vos”, tema inédito hasta el día de hoy. Filmada en tiempo real (aunque editada, obviamente; si no hubiera durado como diez horas) con una cámara digital de no muy alta definición, en su condición de documental la película reproduce la cualidad improvisatoria de la sesión. “Existir sin vos”, el tema, empieza como zapada y se va armando sobre la marcha, y lo mismo sucede con Existir sin vos, la película. La propia “suciedad” del digital sincroniza bien con el sonido de García Moreno en ese momento, lejano de la apolínea limpidez de sus tiempos clásicos, los de Yendo de la cama al living, Clics modernos y Piano bar. Sucio pero vivo. Como el propio García, tal como muestra el documental de Alejandro Chomski (quien, dicho sea de paso, atraviesa una fase de hiperestrenos: la semana pasada fue Maldito seas, Waterfall; esta semana, ésta, y para el 10 de noviembre anuncia otro documental llamado Alek). El argelino Jean-Louis Comolli, que sabe del documental como pocos, sostiene que este tipo de películas son ficciones que no osan decir su nombre. En esta ficción previa a su primera internación, el personaje García luce de buen humor y tan seductor como de costumbre. Medio tilingo en la vida cotidiana (son los años Carlos Saúl, y Charly dice que “adora” el shopping Alto Palermo), un poco verdugo también con la gente de a pie (desde el taxi que lo lleva le dice a un chofer que es un boludo, porque el pobre tipo no consiguió entrada para su show), totalmente en su salsa durante el ensayo e imperdible en un entremés sobre el cual se echará ahora una capa de misterio, para revelar más tarde. El bloque más monolítico de Existir sin vos es la larga zapada en el estudio de la calle Fitz Roy (unos veinte minutos en total), en la que va saliendo el tema que da título. El tema y, aparte, la letra, que una asistente se apresura a anotar, antes de que se pierda para siempre. El grupo que acompaña a Charly es el mismo que para esa época lo hizo en La hija de la lágrima (el Zorrito Quintiero en teclados, Fernando Samalea en teclados y batería, la lamentada María Gabriela Epumer en segunda guitarra y coros), con el agregado de Alejandro Medina en bajo y coros y García en primera guitarra. Como buen líder, Charly oscila entre la soltura y el control de sus músicos, indicando entradas y silencios y manejando incluso de a ratos a la cámara de Chomski. Determinando, en otras palabras, qué clase de Charly va a construir la cámara. Son más de las 7 de la mañana, hace un buen rato que los músicos se fueron a la casa y Charly sigue con pilas. Ya se tiró a la pileta dos veces (esa manía de tirarse a la pileta), una completamente desnudo y la otra vestido y en bicicleta. Ya preguntó qué diría Pepito Cibrián, una pregunta difícil de responder. Ya habló sobre sus depresiones y sus pedidos de ayuda (con buen criterio, las partes de Charly están subtituladas) mientras se daba un baño de inmersión y la cámara desenfocaba, vaya a saber por qué. Ahora está en el living con una bata blanca, suena “Locomotion” y Charly hace un numerito que parece como de Marilyn (Patricia Perea, la Peperina original, dijo de él que era “la Marilyn Monroe del rock versión masculina”, y por algún lado la embocó). Es como si un Groucho sin habano y una Marilyn piel y hueso se hubieran fusionado en una nueva entidad llamada CharGar (con perdón por la palabra), dueña de una gracia magnética, como de Mata Hari. Pero una Mata Hari chaplinesca, que limpia los muebles del living con un plumerito. ¡Qué genio perdió el universo de la performance! Pero no se puede ser dos genios, con uno solo hay que darse por hecho.
Su desarrollo tiene toda la magia de Charly, con buenos diálogos, toques de humor, contiene varios pasajes emocionantes. La cámara se posiciona como un personaje más. En una de las escenas se ve a Charly en bicicleta y luego se tira a una pileta de natación. Contiene todo su estilo, su profesionalismo y como ensaya a la hora de crear. El 23 de octubre cumplió 65 años y coincidentemente se estrena este jueves 27.
Un artista en combustión Una noche de verano de 1994, mientras preparaba su disco La hija de la lágrima, Charly García invitó al director Alejandro Chomski a filmar una larga sesión de ensayos (terminó ya bien de día) en su estudio de Fitz Roy y Córdoba. Entre anécdotas, improvisaciones musicales y chapuzones en la pileta, el realizador de Hoy y mañana, Dormir al sol y la reciente Maldito seas Waterfall atrapó la intimidad del mítico artista y de sus colaboradores de entonces: Fernando Samalea, Fabián Von Quintiero, María Gabriela Epumer y el ex Manal Alejandro Medina. Rodada con una precaria cámara, la película no sólo expone el particular e intenso proceso creativo de Charly, sino que también transmite una fuerte sensación melancólica, sobre todo cuando el protagonista le recita a Epumer (quien fallecería en 2003) la letra de "Existir sin vos". Toda una premonición. El momento más hermoso llega tras los créditos finales cuando, solo frente al piano, el maestro regala una versión de "There's a Place", de sus admirados Beatles. Un registro insoslayable para los fans de Charly.
Fui fan de Charly muchos años. Lo seguí en jornadas increíbles, allá por los ochenta y noventa y lo veneré como se merecía: me compré todos sus discos y discutí con todos sobre el valor de su música. García es un indiscutido. Pero hay poco de el en el cine (recuerdo una participación gloriosa como actor en "Lo que vendrá" allá por 1988 junto al querido Hugo Soto y Juan Leyrado) y creo que es una deuda que tenemos con este prócer del rock nacional. Por suerte esto comienza a saldarse, cuando llega a salas de todo el país este documental de Alejandro Chomsky. En particular porque este registro es de una calurosa noche de un verano en 1994, cuando García estaba preparando el final de su trabajo, “La hija de la lágrima”. Todavía, se percibe que ahí estaba el increíble músico en la cima de su poder creador. Desgraciadamente, creo que lo que vino después (el salto a la piscina del hotel desde aquella loca altura, los recitales que comenzaban y no se sabían si terminaban y las excentricidades e idas y vueltas a clínicas para atender los problemas de este genio), mostró que el nivel que logra percibirse en ese recorte mágico que Chomsky trae comenzaba a esfumarse. Por eso, “Existir sin vos” es algo tan interesante de ver. Más allá de la informalidad del registro, permite acercarse al proceso creativo de un genio en su mejor momento. Rodeado por músicos talentosos, García capitaliza esa energía en la creación de una canción, aún inédita para muchos, y que da nombre al film. Los relatos a cámara, la sencillez de su súper banda y la personalidad que despliega el carisma de Charly García, hacen muy atractivo el registro del cineasta, quien cuenta que llegó a este encuentro con la leyenda del rock local, merced a ser un declarado fan del mismo. Una pequeña muestra del valor de García en formato visual. Para fans y buscadores de momentos únicos, este documental tiene mucho para ofrecer a pesar de su quizás modesta producción.
El documental del director de “Hoy y mañana” se centra en una larga jornada nocturna de composición y grabación de la canción que le da título al filme, en 1994. Acompañado por su excelente banda de entonces, vemos a García dar rienda suelta a su talento musical y a su descontrolada personalidad sin que lo segundo, en apariencia, afecte lo primero. Un registro desprolijo pero íntimo del proceso compositivo de uno de los grandes del rock nacional. EXISTIR SIN VOS: UNA NOCHE CON CHARLY GARCIA es, en términos estrictos, eso mismo que menciona la segunda parte de su título: el testimonio filmado de una larga noche que se extendió hasta la mañana siguiente en la que Charly y su banda de 1994 fueron gestando una canción, él le puso la letra y la grabaron. Pero narrar lo que sucede en ella no sería hacerle del todo justicia al material, básicamente porque es una muestra única de la manera de trabajar –al menos en esa etapa– de Charly García y la del músico con su banda. Es un detrás de escena compositivo al que no es muy usual acceder públicamente: el lado íntimo de la gestación de una canción. Pero el filme, rodado de manera muy casual, con una cámara que registra los hechos pero de manera desprolija, sin ningún tipo de planificación documental clásica (es un registro más que otra cosa y eso en algún punto la hace más honesta, menos estudiada) sirve también para acercarse a los modos de García y su banda de entonces. La canción en sí, “Existir sin vos”, tal vez no sea ninguna pieza de colección del músico: es una de las tantas zapadas funky que García supo hacer hasta el hartazgo en esas épocas y, tengo entendido, no aparece en ninguno de sus discos. Por lo que aquí lo importante es el registro del modo de trabajo más que el tema en sí. Tras un inicio que lo muestra viajando en auto, García llega a la casa-estudio ubicada en Córdoba y Fitz Roy y allí comienzan a zapar con María Gabriela Epumer en guitarra, Fernando Samalea en batería, el mítico Alejandro Molina en bajo y el Zorrito Von Quintiero en teclados. La canción va tomando forma: García pasa de balbucear palabras sueltas en inglés a dictar un texto a una mujer que lo anota en un cuaderno y luego irán grabando versiones y partes de la canción. En el medio, claro, nos topamos con el García febril de esa época, en medio de una de sus etapas descontroladas (la que va desde antes de la edición de “La hija de la lágrima” a su internación psiquiátrica en 1994), lo que implica que en el medio se tirará desnudo a la pileta, luego se meterá en la bañera y actuará de esa manera tan clásicamente suya, especialmente entonces. Lo fascinante de la forma de crear de Charly es su capacidad para estar, a la vez, en cualquiera y concentrado en la canción en cuestión. Un caos creativo que tal vez no sea recomendable para nadie –en un momento los cables y el micrófono se acercan demasiado a la pileta cuando Charly, aparentemente, quiere cantar desde el agua– pero que el hombre podía manejar sin morir en el intento. El registro de Chomski (quien aparece por momentos en cámara) y la edición de Alejandra Almirón se detienen bastante en Epumer, que falleció nueve años después, y que pasa buena parte de los tiempos de espera de la canción leyendo tirada en un sillón un libro de Shirley MacLaine. Los demás aportan su ya reconocida solidez musical para armar un tema casi de la nada en apenas unas horas. Y del Charly de entonces –bah, del de siempre, pero especialmente el Say No More de esos años– no hay mucho ya que agregar: un creador inigualable que domina todos los secretos de la composición musical y cuyo único “rival” era su personalidad autodestructiva. Aún así, la magia se hacía presente en esas largas madrugadas. Y en el cierre, cuando interpreta un clásico de The Beatles (“There’s a Place”, cuya letra es más que evidente en sus implicancias), es más que evidente que no hay nada de lo musical que le sea ajeno.
La canción sin fin Son tiempos de menemismo, de felicidad impostada y neoliberalismo. Charly, que “nunca fue a new york ni sabe lo que es Paris”, en pose de vedette, le contará a los espectadores como le gusta ir al shopping center. Minutos más tarde el mismo Charly se desnudará en el plano material y en el simbólico. Hablará de sus límites, de sus caídas, se comparará con John Lennon, sin perder nunca la voz creadora, la pasión necesaria para crear: la canción de esa noche. Alejandro Chomski Fell the Noise (2007), Dormir al sol (2010) no duda en apelar al recurso cámara casera en baja calidad para recrear la vivencia del proceso creativo que se desarrollará en el estudio de Fitz Roy. Existir sin vos tema que parece inédito hasta ahora, adquiere materialidad en fragmentos de “Atlantis “dentro del imborrable La hija de la Lágrima. García había elaborado este disco en base al sistema random, sin tener una idea acabada, o teniendo una idea que se iba desmembrando, la misma técnica que utiliza Chomsky al narrar este virtuoso proceso creativo. Tocar lo que se venía en la mente o tocar de oído son los temas que traspasan este documental, dividido en distintos momentos de esa endiablada noche. Gracias a sus asistentes las ideas se van desplegando en texto, teclados, melodía, coros, sintetizadores, conformando lo que iba a ser uno de los momentos más temerarios y valiosos de Charly García. Acompañado de los míticos e irremplazables María Gabriela Epumer, el Zorrito Quintiero, Fernando Samalea y Alejandro Medina. Este documental en clave musical, lleva la marca de lo improvisado, abriendo también las puertas para entender la magia creativa. Allí, en la sala palermitana Charly se sacará la ropa, bailará al ritmo de “locomotion” , citará como condiciones de referencia a Nirvana y no dudará en tirarse a la pileta en bicicleta, aunque sus compañeros lo miren desalentados y le pregunten luego si no se ha lastimado. Las heridas poco importan para esta bestia del rock que se las tapará, si es necesario, con cinta aisladora. Chomski nos permite por 65 minutos sumergirnos en la piel del creador, en la vida privada de uno de los genios del rock nacional e internacional, que hizo lo que siempre quiso y llegó al lugar donde tenía que estar: el de ser él mismo.