Gracias a un puñado de films, Tamae Garateguy se convirtió en la directora más audaz y desprejuiciada del cine argentino. Pompeya y Mujer lobo, por ejemplo, dan muestras de una verdadera autora, que no le hace asco al sexo y la violencia más extrema. Sexo y violencia que responden en un núcleo temático: los límites que los personajes tuercen o directamente rompen, con terribles consecuencias. También se aplica a Toda la noche, codirigida con Jimena Monteoliva, y hasta en las comedias UPA y su secuela, que realizó junto a Camila Toker y Santiago Giralt. Hasta que me desates no se aparta de sus preocupaciones, aunque aquí desde otro punto de vista. Gonzalo Quintana (Rodrigo Guirao Díaz), un cirujano atractivo y hombre de familia, recibe la visita de Clara (Martina Garello), una bailarina de rostro desfigurado a causa, según dice, de un accidente. Pronto la paciente revelará que su intención es morir en la mesa de operaciones, ya que no puede vivir más con un tormento personal que involucra la pérdida de su pequeña hija. Pero Gonzalo consigue recomponerle la cara y de a poco nacerá entre ambos una relación tan intensa como prohibida. Aunque no se trate de un film policial o de terror o comedia o estrambótico, queda patente el sello de Garateguy a la hora de indagar en el ser humano, en las pulsiones que los llevan a romper barreras. En este caso, el drama erótico funciona como caparazón de una historia de amor surgida de la manera más inusual, donde el bondage, las salidas nocturnas y el sexo cumplen un rol importante. Gonzalo parece tener una vida perfecta, respetuosa del status quo, pero conocer a Clara despierta una parte de sí mismo que desconocía y que lo lleva a cuestionarse varios aspectos de sí mismo. En ese sentido funciona como una película de David Cronenberg, donde los cuerpos se salen de control y van tras placeres desconocidos que, a la larga, liberan a los personajes. Otro mérito de la directora es aprovechar a Rodrigo Guirao Díaz en un rol nada habitual en su carrera; es convincente en la cama y en las escenas dramáticas. La dupla con Martina Garello es explosiva, incluso cuando ambos personajes sólo están hablando. Sin ser una belleza clásica, Garello es pura sensualidad y sexualidad, además de una estupenda actriz dramática y una presencia a tener en cuenta a partir de ahora. También se destacan Paula Carruega como la esposa de Gustavo, Nai Awada (en un papel breve pero crucial, cuasi metafórico), Jazmín Rodríguez en el rol de una dominatrix y Miguel Forza de Paul, también autor del guión. En Hasta que me desates, Tamae Garateguy deja en claro que tiene con qué incursionar en el drama erótico -género tan bastardeado en los últimos años por 50 sombras de Grey y algunos subproductos-, y sin perder ni una gota de su esencia.
Los golpes de Clara Desde sus comienzos en la colectiva Upa! Una película argentina (2007) que Tamae Garateguy viene dando que hablar por su forma de ver y hacer cine. Se puede decir que su obra está atravesada por los diferentes sub géneros que conforman el cine de género. Y Hasta que me desates no es la excepción. Un cirujano plástico y una bailarina con la cara y el cuerpo destruido tras un accidente automovilístico son los protagonistas de esta historia bondage. La trama gira en torno a Gonzalo (Rodrigo Guirao Díaz), un cirujano plástico de dudosa moral, acusado de mala praxis, casado y con dos hijas, que vive en Nordelta, y Clara (Martina Garello), una bailarina, que luego de sufrir un accidente en el que pierde a toda su familia queda con la cara destruida. Cuando ella va a consultarlo por una cirugía reparadora se desencadena entre ambos un torbellino pasional en el que no falta el sadomasoquismo extremo con consecuencias irreversibles para ambos personajes. Hasta que me desates puede ser considerado un hibrido de cruce de géneros donde el thriller erótico da paso al melodrama dark originando terror psicológico. Hay claras referencias al Pedro Almodóvar de La piel que habito (2011), y al David Cronenberg de Festín Desnudo (Naked Lunch, 1992) pero con ese halo personal que Garateguy supo construir a lo largo de una obra que siempre tomó riesgos y estuvo teñida de cierta crítica social, en este caso a la hipocresía de cierta clase media acomodada de barrios como Puerto Madero y Nordelta. Las películas de Garateguy siempre se destacaron por lo visual con encuadres atípicos y planos que muchas veces llevan a preguntarse en qué lugar está puesta la cámara, pero a diferencia de sus anteriores trabajos, en Hasta que me desates se nota que tiene mayor producción y eso se ve un prolijo acabado final. Hasta que me desates puede parecer a priori una película no apta para personas impresionables o defensoras de cierta moral, pero esto no es así porque si hay una característica consecuente en el cine de Garateguy es el de tocar temas controversiales pero mostrando hasta donde quiere. Sin regodeos ni apelando al golpe de efecto. Y en momentos donde el exhibicionismo se convirtió en moda ponerse limites también es un riesgo.
Perversiones, misterio y amor El cine de Tamae Garateguy siempre se caracterizó por no pasar inadvertido. Puede gustar o no gustar, pero nunca resultará indiferente, sobre todo por su visión de la mujer y su evidente gusto por lo excéntrico. Hasta que me desates (2017) captura la esencia de dos personajes caóticos e irracionales, golpeados emocionalmente. Desde que se conocen (ella es una bailarina que concurre al consultorio del cirujano plástico Gonzalo Quintana con el rostro casi desfigurado) ese hecho los va uniendo cada vez más y los lleva a una espiral de deseo, sexo, sadomasoquismo y bondaje. Garateguy recorre con su cámara testigo los costados más oscuros de ese particular ambiente y los mimetiza con las personalidades de sus dos protagonistas. Otro dato no menos interesante que todo lo anterior es la contraposición de clases sociales: por un lado, la clase adinerada de Nordelta y Puerto Madero, con casas exuberantes y una falsa vida perfecta, y por el otro la clase media en el corazón de un barrio común y corriente, en cuyas calles los autos se estacionan a levantar chicas y donde desde los clubs nocturnos pueden escucharse gritos o verse toda clase de personajes vestidos en látex y cuero. Y hablando de este dúo actoral, Martina Garello y Rodrigo Guirao Díaz funcionan perfectamente como pareja de ficción. Él quizás un poco parco en su actuación; ella trasmitiendo delicadeza y desfachatez al mismo tiempo, pero también desbordando belleza con su rostro de Marilyn Monroe moderna y de pelo lacio. Después de Mujer Lobo (2013), Garateguy lo hace de nuevo: la mujer es el epicentro de la historia en este híbrido de thriller psicológico, amoroso y dramático. Y una vez más, mucho para analizar, mucho para reflexionar por sus múltiples planteos. Hasta que me desates es intensa, impredecible, salvaje y extrema. Consigue mucho más que dejar pensando al espectador: lo interpela, lo seduce y no lo suelta. Con belleza visual y musical, nos recuerda a una de las mejores películas de Pedro Almodóvar, La piel que habito (2011), que nos dejaba un sabor amargo pero excitante.
La directora de Pompeya y Mujer Lobo construyó un estilizado thriller erótico con toques perversos. Tamae Garateguy continúa con su exploración del cine de género, con énfasis en el thriller psicológico y, sobre todo, en los aspectos menos convencionales de la sexualidad. En este caso, narra la historia de Gonzalo (Rodrigo Guirao Díaz), un cirujano al que en la escena inicial vemos perder a un paciente en el quirófano, aparentemente por mala praxis. Este joven hasta entonces exitoso, casado con Pilar (Paula Carruega) y padre de dos pequeñas hijas, vive en una casona con parque y piscina en un barrio privado, pero la apariencia de familia feliz choca contra una frustrante (para ambos) relación de pareja. El otro personaje principal es Clara (Martina Garello), una joven bailarina que ha perdido a su familia en un accidente automovilístico y ha quedado con media cara y parte del cuerpo deformado. Ella visita a Gonzalo en busca de una cirugía plástica que la devuelva a su look normal y, a partir de allí, se inicia una tensa, contradictoria, obsesiva y enfermiza relación entre ambos, que incluirá encuentros sexuales grupales, visitas a clubes sadomasoquistas y hasta cuestiones necrofílicas que es mejor no adelantar. Con la habitual elegancia visual y narrativa de su cine, Garateguy diseña una película que por momentos remite al Pedro Almodóvar de Atame y La piel que habito. y a ciertos elementos de David Cronenberg y Takashi Miike. Algunos desajustes en ciertos conflictos, diálogos y actuaciones conspiran un poco contra la solidez del resultado final, pero Hasta que me desates no deja de ser una inquietante, provocadora y tragicómica mirada a las perversiones de la clase media-alta (de Puerto Madero a Nordelta) con su carga de frustración, insatisfacción y deseos muchas veces no cumplidos de conseguir un amor intenso, genuino, verdadero.
Tamae Garateguy es una provocadora, lo sabe y apuesta cada vez más en sus películas. La protagonista de Mujer Lobo deviene mujer sufrida pero deseante en esta nueva propuesta que sumerge al espectador en la vida de Clara (Martina Garello) y su relación con Gonzalo (Rodrigo Guirao Díaz). Por momentos hipnótica, el film revisa el melodrama más clásico, lo aggiorna y lo potencia con sesiones de sadomasoquismo y una pasión que doblega cuerpos y deseos.
Desde su aparición en UPA!, el nombre de Tamae Garateguy fue consolidándose a través de una cuidada estética a la que añade su exploración de los márgenes de la realidad. A veces con mayor fantasía ( Mujer Lobo) y otras de manera inversa ( Pompeya). El caso de Hasta que me desates presenta de manera conjunta los dos hemisferios creativos de esta realizadora: una historia de ficción pero con un imaginario exacerbado de pulsión sexual y allí un mundo de realidad (la del sadomasoquismo y sus variantes), que existe en la vida cotidiana de quienes buscan placer en el dolor en esos encuentros furtivos. Tal es el caso de la bailarina Clara Dalca, quien tiene destrozado su rostro pero también su interior, y añade en la autodestrucción la experiencia del sadismo y sus derivaciones. Cansada de una vida sin sentido, busca a un médico acusado de mala praxis y que tiene una vida de pareja completamente anodina. La química entre los dos será instantánea y se desarrollará por un andarivel que mezcla los márgenes de realidad y lo reprochable. La sexualidad no convencional y la cuidada estética subyacen en esta película extrema aunque desigual en ciertos giros narrativos y en la calidad de algunas actuaciones. Se destaca la labor de su protagonista, Martina Garello, en quien descansa la construcción de esa mujer salvaje y sin rumbo, en una provocadora mirada casi como un reverso under de las famosas 50 sombras de Grey.
En viaje hacia la redención Tamae Garateguy es una de las directoras más interesantes de nuestro panorama cinematográfico actual, una mujer que no teme en bucear en las profundidades de la naturaleza humana, sin concesiones y con el coraje necesario para mostrarnos nuestros lados mas inexplorados. Y eso es justamente lo que ocurre con Hasta que me desates, film que nos lleva en un tremendo viaje (en un sentido más que literal) por el alma humana en proceso de duelo. Con un cuidado guion a cargo de Miguel Forza de Paul la historia se centra en la relación que nace entre Gonzalo Quiroga, un atractivo cirujano plástico, y Clara, una bailarina con el rostro y el alma desfigurada por un accidente que le arrebató a su familia. Ya desde el primer encuentro entre ambos nacerá una química que constamente pendula entre la perversión y la redención. O tal vez en la perversión como forma de redención. La intención de Clara es inequívoca: ella quiere morir en la sala de operaciones, no tiene ninguna motivación para seguir viviendo. Con interesantes guiños a Crash de David Cronemberg, el film trasunta el proceso de duelo de Clara de una forma tan desgarradora como honesta y genera una empatía inmediata con su derrotero de desesperanza. Todas las mujeres del cine de Tamae Garateguy reciben esa mirada compleja que nos permite indagar a través de ellos sobre la naturaleza humana. Y Clara no es la excepción, una mujer que cree que las cicatrices externas son reflejo de su quiebre interior, pero que luego que Gonzalo logre borrarlas descubrirá que el dolor esta mucho mas encarnado de lo que creía. La química que logran en pantalla Rodrigo Guirao Díaz y Martina Garello es un verdadero logro del film que jamás redunda en lo vulgar o innecesario al hacernos testigos de sus diversos encuentros sexuales y emocionales. El manejo de los climas en este thriller erótico es de un cuidado extremo lo que claramente muestra la pericia de la directora al tiempo de saber hacia donde está dirigida su mirada. Hasta que me desates es una película que a través del erotismo nos permite indagar en las diversas vías que encuentra la mente humana para purgar los dolores más extremos y eso es un mérito incommensurable. Con referencias al cine de Almodóvar, Cronemberg y Bigas Lunas, el film nos invita a conocernos a través de Clara y sus pulsiones en un constante devenir entre el placer, la culpa y la redención.
Acertado y ágil drama erótico Cuando se filma el erotismo, se debe tener muchísimo cuidado de no caer en las redes de lo gratuito. En Hasta que me Desates, la realizadora (y, ya que estamos, su guionista) tiene la pericia y la sensibilidad de filmar el fuerte intercambio de emoción y vulnerabilidad que implica verdaderamente el acto sexual. Pericia que Tamae Garateguy y Miguel Forza de Paul sostienen en cada minuto. Lazos Invisibles Carla, una bailarina que atraviesa una tragedia personal la cual la dejó desfigurada, busca los servicios del Dr. Quintana, cirujano plástico, con la excusa de hacerse una cirugía reconstructiva. El verdadero motivo resultará ser otro, y la operación será el inicio de un juego erótico que llevará a ambos al límite. El guión de Hasta que me Desates es uno ágil, sin vueltas y al punto. Las escenas de sexo y sadomasoquismo no son para nada gratuitas, sino manifestaciones de los deseos y las faltas emocionales que carcomen por dentro a sus personajes. Manifestaciones que conforme pasa el metraje aumentan su intensidad, sin llegar jamás siquiera a tocar el límite de la exageración. Estamos hablando de un pulso narrativo que sabe cuándo poner primera y cuándo cuarta. En materia visual, la película tiene una prolija fotografía, la cual está al servicio de una dirección de arte de gran cuidado y detalle. La uniformidad de los colores y lo que transmiten son cruciales para crear el ambiente subido de temperatura que se presenta, incluso en ambientes muy poco prestados para lo erótico como el consultorio de un médico. Todo un acierto de Garateguy y su equipo. Martina Garello se devora la película con un personaje de una enorme complejidad. Un ser tan frágil y autodestructivo como lo es fogoso. Garello actúa con todo el rostro y todo el cuerpo; una entrega total que conmueve al espectador. Por otro lado, Rodrigo Guirao Díaz realiza una buena performance que, de seguir apostando y empeñándose a mejorar, lo pueden llevar bastante lejos.
Una historia de amor atravesada por los aspectos secretos y ocultos de una sexualidad mezclada con excesos y perversiones. Tamae Garateguy se muestra dúctil y talentosa en un género que oscila entre el thriller y la indagación psicológica en las pulsiones de vida y de muerte. Ella muestra con elegancia situaciones que tienen en común terrenos transitados, por Pedro Almodovar en “La piel que habito”. La relaciones entre un cirujano plástico exitoso y una bailarina. El profesional en las escenas iniciales se le muere un paciente en plena cirugía, un hombre con esposa, hijas, y un buen pasar que no sostiene la fachada de familia perfecta. Ella por un accidente automovilístico ha perdido a su familia, quedó con su rostro y cuerpos deformados y acude a ese médico pidiendo la reparación inmediata de su cuerpo, pero con el ferviente deseo de morir en la operación. Por algo al cirujano, los medios, le pusieron el mote de “doctor muerte”. Pero entre ellos nace una pasión irrefrenable. Y un recorrido obsesivo y perverso por encuentros grupales, sadomasoquismo, contratación de sicarios, necrofilia. Los dos son buscadores atrapados en la insatisfacción permanente, que corren tras la quimera de amores fatales y condenados.
Pier Paolo Pasolini y Pedro Almodóvar aplaudirían de pie "Hasta que me desates", el nuevo filme de Tamae Garateguy ("Pompeya"). Por su entusiasmo, por su provocación y por sus intenciones. Por lograr con muy pocos recursos y sin una maquinaria detrás que financie sus locuras, una película superadora, inédita en su género y con detalles de montaje al mejor estilo europeo, pocas veces vistos en el cine nacional. "Hasta que me desates" es un thriller neurótico, mordaz, patético, lacónico y sugestivo. Impensado para una realizadora de recovecos alternativos, pero plasmado con el arte de aquellos directores de gran recorrido cinematográfico. La historia cuenta el hastío de Clara Dalca (Martina Garello), quien luego de un accidente en el que perdió a su marido e hijo, busca a alguien que termine con su vida. No tiene más ganas de vivir. Y tras un malogrado intento que sólo le desfiguró su bello rostro llega a un cirujano acusado de mala praxis. Interpretado por Rodrigo Guirao Díaz, este médico que encuentra su clímax en la muerte pareciera ser la persona ideal. Por un lado, el fetiche de la necrofilia; por el otro, una mujer que busca su deceso, con un resultado que muestra en esa agonía sexual el germen del amor. Sin recurrir al costumbrismo típico con el que el cine nacional invade las carteleras, en el que vemos deambular durante minutos a un protagonista sin hacer nada y poniendo a contraluz las miserias humanas más oscuras, Tamae Garateguy logra un filme urticante y perturbador, que deja en claro que su arte cuenta con el ingenio, la creatividad y las bases para convertirse en una de las directoras más destacadas de nuestro cine a futuro.
“Hasta que me desates”, de Tamae Garateguy Por Mariana Zabaleta Una película de pretensiones. Sin conocer el trabajo de su directora los títulos reponen todo, una estética cargada de gloss juega con un guion que al instante reconocemos predecible. La relación entre Eros y Tanatos siempre se encuentra presente. Esta vez su vinculo refuerza la presencia del erotismo en la pulsión de muerte, nada deriva en fecundidad, todo gesto se reduce a la expresión de un dolor plástico. Bañados en patinas de estetismo estos cuerpos se muestran lánguidos, personajes sin carácter en busca de mostrar cierto enigma quedan flotando por Buenos Aires. Fantasmas de una fantasía que no logra acumular la fuerza necesaria para presentarse. Nuevamente el sadismo como deriva del trauma, el diagnostico se convirtió en la enfermedad. Presupuestos que pesan a la trama y al espectador. Tragedia se concreta porque se sabe desde el comienzo, lo importante es la tensión erótica que se debería lograr en la progresión de la cinta. Algunos quedaran satisfechos, otros solo sentirán la porosa frialdad de la piel sintética. Esta reseña corresponde a la presentación de Hasta que me desates en la Competencia Argentina del 31º Festival de Mar del Plata. HASTA QUE ME DESATES Hasta que me desates. Argentina, 2017. Dirección: Tamae Garateguy. Intérpretes: Martina Garello, Rodrigo Guirao Díaz, Paula Carruega, Naiara Awada y Jazmín Rodríguez. Guión: Miguel Forza de Pauls. Fotografía: Connie Martin. Música: Sami Buccella. Edición: Eliane Katz, Martin Busacca. Dirección de arte: Sheila Szulaski y Jimena Mejuto. Sonido: Guillermo Picco y Pablo Gamberg. Duración: 82 minutos.
Con tintes que lo asemejan al cine de Pedro Almodóvar, Tamae Garateguy (Mujer lobo) presenta Hasta que me desates, un thriller erótico con una historia de amor perversa por detrás. La historia gira en torno a Gonzalo Quintana (Rodrigo Guirao Díaz), un cirujano plástico que parece tenerlo todo: una carrera exitosa y una familia perfecta constituida por su mujer y sus dos pequeñas hijas. Un día llega a su consultorio Clara (Martina Garello), una bailarina con el rostro desfigurado a causa de un accidente automovilístico. La paciente pronto revela sus verdaderas intenciones: no quiere una cirugía para reconstruirse el rostro, quiere que el “doctor muerte” acabe con su vida durante la intervención. Gonzalo, ignorando los deseos de Clara, le reconstruye la cara a la joven. A partir de ahí comenzará una relación intensa y perversa entre ambos, que incluirá visitas a clubes sadomasoquistas y encuentros sexuales privados. Lejos de ser una historia de amor al mejor estilo hollywoodense, los protagonistas mantendrán una relación enfermiza en donde predominan las obsesiones. Tal como lo hizo David Lynch en Blue Velvet, Tamae Garateguy pone en foco las perversiones detrás de la clase burguesa. El doctor Quintana parece tener una vida perfecta. Vive con su amorosa familia en una casa lujosa dentro de un barrio privado. Este mundo de fantasía pronto choca con la realidad, ni siquiera es capaz de mantener relaciones sexuales con su mujer. La cineasta muestra que la vida que lleva adelante Gonzalo está muy alejada de sus verdaderos deseos. El aspecto visual es uno de los puntos clave en Hasta que me desates. La fotografía, prolija en todo momento, y el arte, cuidado en cada detalle, realzan cada escena, sobre todo aquellas vinculadas al sexo. La combinación de colores genera un clima erótico y remarca la tensión sexual entre Quintana y Clara. Nada en este aspecto parece estar librado al azar. La actuación de Martina Garello en el papel de Clara también es uno de los puntos a destacar. La actriz logra encarnar un personaje tanto vulnerable y quebrantado como sensual y erótico. Su interpretación es sólida durante toda la trama. Rodrigo Guirao Díaz, por el contrario, parece no sentirse cómodo ante algunas escenas, sobre todo en las más emocionales. El guion (también escrito por Tamae Garateguy) presenta ciertas subtramas que finalmente no llegan a nada. Algunas cuestiones -como la presencia de un hombre misterioso que finalmente desaparece así sin más- hacen que Hasta que me desates pierda un poco de solidez. Esto se hace más notorio en las escenas románticas, sobre todo en aquellas entre Quintana y su mujer donde quedan varias cuestiones sin resolver.
Ataduras Tamae Garateguy logra sorprender cada vez que explora desde su cine intenso y visceral los límites de un género. Y si la primera idea de límite se corresponde con las “ataduras” de un estilo o género, la directora de Mujer lobo busca rápidamente desatarse como lo hacen -o al menos eso intentan- los protagonistas de este trágico thriller con visos de erotismo, drama existencial y hasta una poética de luces de neón, que hacen de lo misterioso y lo prohibido un espacio íntimo y sin reglas. La premisa arranca con una información que para los fines dramáticos de la trama encajan perfecto: un cirujano (Rodrigo Guirao Díaz) en medio de una operación rutinaria de estética se distrae y ocasiona la abrupta muerte de su paciente, ganándose el apodo de Dr Muerte. A esa clínica, tras el incidente, llega una bailarina desfigurada llamada Clara (Martina Garello) con una petición sumamente extraña dado que pide al cirujano morir en vez de ser operada para reconstituir su rostro. Pero lejos de cumplir el mandato, el Dr Quintana embellece a Clara y además no logra escapar de su magnetismo, que rápidamente se vuelve obsesión y desde encuentros azarosos y nocturnos que terminan en sadomasoquismo, un mundo desconocido seduce cada vez que el nombre de Clara aparece y la propuesta de una relación distinta a la rutina del matrimonio gana interés. Sin embargo, más allá de la perversión y la toxicidad en esas extrañas salidas, la vulnerabilidad emocional de Clara es realmente su mayor atadura y para el caso del cirujano la atadura se encuentra en su vida con un matrimonio sin sexo y con un trabajo que no implica riesgo o aventura. Tamae Garateguy entonces tensa la relación al introducir el sexo como herramienta de sublimación de los deseos pero también como parte del juego de sumisión, en el que un intercambio de roles constante alimenta todo tipo de ambigüedades. A veces el maltrato, otras el desprecio forman parte de la misma dinámica pero los deseos y las pulsiones se entrecruzan como si Eros y Thanatos danzaran entre los personajes o los invitaran a un menage a trois consensuado. Con este nuevo opus, la realizadora de Pompeya sube un escalón en cuanto a las relaciones humanas y sus distintas formas de sublimar el dolor, ya sea por el placer sadomasoquista o la aventura de enamorarse de la persona equivocada.
INVEROSÍMIL, PERO SOLEMNE Hasta que me desates es una película que por alguna extraña razón intenta contarnos una fantasía que combina sadomasoquismo, eutanasia y necrofilia, en clave de thriller erótico. Una premisa interesante cuyo resultado final lamentablemente no está a la altura y una verdadera lástima, si tenemos en cuenta que quien está detrás de cámaras es Tamae Garateguy, directora de películas como Pompeya o Mujer lobo, y quien además ha codirigido junto a Santiago Giralt y a Camila Toker una buena comedia como UPA!, y una gran comedia como UPA! 2: el regreso. Sin embargo Hasta que me desates falla básicamente por dos cosas: el tono dramático que elige Garateguy, o mejor, la falta de humor con la cual elige contarnos una anécdota que es, por lo menos, inverosímil; y por otro lado las actuaciones de los protagonistas. Salvaremos en este apartado a Paula Carruega, que hace lo que puede con ese ladrillo carente de expresividad que le tiran que se llama Rodrigo Guirao Díaz, cuya actuación es una mezcla de la dureza de Sebastián Estevanez con la capacidad de emocionar de Hayden Christensen. La otra protagonista es Martina Garello, que le imprime un registro muy intenso e incomprensible a su personaje. Nos vamos a permitir especular que si la directora hubiera asumido que lo que nos quería contar era imposible, le hubiera salido una película más estimulante y hasta divertida, y no este yunque bolacero repleto de solemnidad que terminó filmando.
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