Mujeres en lucha En Hoy partido a las 3 (2017) la cineasta correntina Clarisa Navas construye un hibrido en el que la ficción y la realidad rompen los límites para narrar el periplo de un equipo de fútbol amateur femenino en el Chaco. La trama sigue los pasos de Las Indomables, un equipo de barrio integrado por chicas de distintas procedencias que encuentran en ese deporte la posibilidad de sentirse incluidas dentro de un contexto socioeconómico que las excluye. Hoy partido a las 3 claramente es una ficción, donde hay una puesta en escena armada y un guion con roles determinados que sus personajes deben interpretar. Pero esa construcción está hecha y filmada como un documental. Los personajes que retrata son reales, nunca actuaron, y son futbolistas. Se interpretan –metafóricamente- a ellas mismas. Hay una historia conductora que es el fútbol femenino pero también están las personales de cada una de las integrantes del equipo. En ella vemos los amores, las infidelidades, los prejuicios, las necesidades y las diferentes elecciones sexuales (Un tema mucho menos complejo que para los integrantes de un equipo masculino). Pero también como el fútbol es una válvula de escape en una sociedad patriarcal regida por mandatos que deben cumplirse y que ellas no están dispuestas a aceptar. Navas utiliza la historia para criticar la utilización política del fútbol femenino con reditos electoralistas, mientras que contrariamente ese mismo deporte carece de todo tipo de apoyo; la violencia deportiva tanto externa como interna, al triunfalismo a cualquier precio y a quienes manejan el deporte por más amateur que sea. Todo desde un entrelineado sutil. Pero también habla de valores y de feminismo en un ámbito no convencional para discutirlo. Y lo hace desde una ficción documental o de un documental ficcionalizado. Un hibrido donde los límites son tan difusos que nunca sabremos que es en verdad y que mentira. Aunque esto carezca de importancia.
Inscripta en esa línea delgada entre el documental y la ficción, la realizadora Clarisa Navas habla de un grupo de mujeres luchando por su espacio mientras se las quiere utilizar políticamente para unas elecciones. La pelota de fútbol como elemento que trasciende lo lúdico y se configura como espacio de lucha de poder simbólico. Algunas secuencias, armadas, posibilitan la conexión con estas mujeres, pero en el artificio que se vislumbra en su totalidad, la propuesta pierde verosímil.
Esta ópera prima de la directora correntina está ambientada en el mundillo amateur del fútbol femenino. Una valiosa propuesta que ganó el premio a Mejor Elenco en la Competencia Internacional del último BAFICI. En la primera escena de este debut en el largometraje de ficción de Clarisa Navas vemos a un grupo de chicas jugando por la noche en una canchita de fútbol 5. Algunas demuestran llamativas habilidades con el balón; otras, un fuerte temperamento y poca paciencia para soportar una patada, un tiro demasiado violento o un pase que nunca llega. Y todas, más allá de sus evidentes diferencias, comparten la pasión por ese deporte. Ellas forman parte de Las Indomables, un equipo de un pueblo ubicado en las afueras de Corrientes cuyo único integrante masculino es el entrenador. Tras ese prólogo, la acción salta a una tarde de domingo en la canchita del barrio: allí, un candidato a intendente organiza un evento que incluye un torneo de fútbol femenino. Entre inflables y locutores con altavoces se va desarrollando el campeonato, pero las chicas -ajenas a la patética movida política- deben esperar un buen rato su turno para ingresar a un campo de juego con más tierra que césped. La inminencia de una tormenta complicará aún más la cosa y la lluvia convertirá a la cancha en un barrial. Más allá de la presencia del director técnico y de unos espectadores siempre dispuestos al piropo agresivo, Hoy partido a las 3 presenta un universo íntegramente femenino. La película es una reivindicación -por momentos quizás un poco subrayada- de los códigos femeninos (casi todas las chicas, además, tienen bastante más interés sexual en otras mujeres que en los hombres, que resultan aquí decididamente patéticos). La directora dedica largos pasajes a filmar los partidos y opta porque la cámara se meta entre las chicas generando una sensación inmersiva, participativa, aunque hay algunos momentos en que las jugadas parecen demasiado prefabricadas y pierden cierta espontaneidad y credibilidad para los que somos futboleros. De todas maneras, no es ese el eje principal de la película. Navas logra capturar la idiosincracia de sus personajes, la dinámica grupal y la pasión furiosa por el fútbol, más allá de algunos pasajes en que la narración se frena y luce demasiado derivativa. La directora registra (y construye) un mundo propio, un universo que además ha sido muy poco abordado por el cine. En ese sentido, no se trata de un mérito menor
Cueste lo que cueste Es de noche y un grupo de chicas juega en una canchita de fútbol 5 mientras los integrantes de una murga las apuran porque necesitan el espacio para ensayar. Las jugadoras en cuestión son Las Indomables, un equipo correntino que espera con ansiedad el comienzo de un torneo de barrio organizado por la intendencia en plena campaña política y que se posterga durante todo el día por distintos motivos. Entre idas y vueltas, las chicas aguardan su turno para entrar al campo de juego, bajo la amenaza de una inminente tormenta. Clarisa Navas –que hace su aparición en pantalla como una jugadora que viene de River– filma la espera, estado que le permite a la directora correntina explorar la relación entre estas mujeres de carácter fuerte y sus deseos –sexuales, además de futbolísticos–, y que brindan por lo menos dos escenas memorables con un timing muy preciso para la comedia. La narración fluye como la pelota dentro de la cancha en esta película que se asoma a un universo muy poco abordado por el cine en general. La cámara ingresa en el campo como una jugadora más, persiguiendo el balón y capturando con mucha claridad la dinámica grupal y la pasión por el deporte que une a las protagonistas. En Hoy partido a las 3 los hombres resultan patéticos: desde el entrenador del equipo femenino hasta algunos espectadores masculinos que las piropean mientras observan cómo juegan. Una película pequeña, humilde, pero con mucha garra y corazón. Un relato potente que cuenta con algunos de los personajes más queribles que podrán ver en este Bafici, y por eso, más allá del resultado, lo que nos importa son ellos y lo que les pasa. Eso es uno de los méritos más grandes y felices a los que puede aspirar el cine.
Clarisa Navas retrata a un grupo de mujeres apasionadas por el fútbol, y el contexto que las rodea, de forma franca, espontánea y con mucho humor. Las indomables salen a la cancha, entre taquitos, empujones y gambetas, cada integrante del equipo evidencia su habilidad y temperamento. Este es la introducción de un film dinámico, colmado de paneos cortos, primeros planos y planos detalles, no solo para mostrar el ritmo frenético del juego y la acción en un partido de fútbol, sino también para captar los gestos y las emociones de los rostros de estas pibas apasionadas. De manera coral, la directora nos presenta a un grupo de chicas que comparten un fuerte amor por el fútbol. Se reúnen todos los días a practicar dado que juegan torneos y algunas aspiran probarse en equipos de primera división. Pero la mayor parte de la acción transcurre durante la espera de un torneo de fútbol femenino organizado por un caricaturesco candidato a intendente. En esta sit com provinciana, en la que se expone con completa naturalidad la cotidianidad de las chicas (sus vínculos, experiencias amorosas, sus conversaciones) y donde los espacios cobran protagonismo (la canchita, la pieza, la calle de barro), el fútbol funciona como pretexto para plasmar un fresco de un clan de mujeres unidas por la necesidad de encontrar un espacio propio.
Historias mínimas de chicas futboleras. Un cast mayormente integrado por jugadoras de fútbol le da vida a esta película coral filmada en Corrientes. La historia hace particular hincapié en la cuestión de género y la sexualidad, con una picaresca si se quiere “de vestuario”, en versión lésbica. El Premio Mejor Actuación del Elenco, recibido en el último Bafici, es un reconocimiento al mérito más notorio de Hoy partido a las 3, ópera prima de la realizadora Clarisa Navas. No hay una sola nota en falso (hay una, en verdad, tal como se detalla más abajo) en el vasto elenco de esta película coral filmada en Corrientes, y el mérito se potencia al máximo si se tiene en cuenta que casi la totalidad del elenco es amateur. Es total la espontaneidad (o sensación de espontaneidad, ya que en cine ésta es siempre construida) de un cast mayormente integrado por chicas jugadoras de fútbol, que además de actuar como si no tuvieran la cámara delante realmente “la mueven” con la pelota en los pies. Con lo cual la virtud es doble. O triple. La tercera es la cámara, que funciona en todo momento en forma orgánica con las actrices, registrando diálogos, fugas íntimas, apartes solitarios y, sobre todo, claro, los partidos, donde la lente llega a meterse entre las piernas, casi como una segunda pelota. “Ustedes son muy problemáticas”, se queja Cacho, el técnico, ante sus dirigidas, “Las Indomables”. No le falta razón: una se va porque la otra no se la pasa, la que no se la pasa se va a su vez por el reclamo, la arquera, porque una del otro equipo patea muy fuerte… No es que jueguen mal –todo lo contrario– ni que les falte compromiso con el juego, ni que sean poco profesionales, por amateurs que sean. El problema es que son demasiado susceptibles. Cuando llegue la ocasión de un minitorneo organizado por un candidato a Intendente, se quejarán hasta de la lluvia inminente. Clarisa Navas organiza la película en una introducción –un picado en una canchita de cemento, que sirve como presentación del grupo– y un gran bloque: la larga espera del torneo, el torneo en sí –un único partido– y el post partido, un momento elegíaco que es lo mejor de la película. Más que historias completas, esboza embriones de historias. Si en todo el relato la realizadora acompaña a las protagonistas con mirada empática, en lo que tiene que ver con el candidato a Intendente, que anda en busca de votos, condesciende a cierto costumbrismo, que alcanza su máxima expresión en el conductor de la jornada, un actor que se comporta como cómico de televisión de los de antes. La película hace particular hincapié en la cuestión de género y la sexualidad, con una picaresca si se quiere “de vestuario”, en versión lésbica. Un amorío a primera vista está jugado con una mezcla muy convincente de deseos y de dudas. También de histeria. Esa histeria parece marcar un límite para lo que Hoy partido a las 3 se anima a decir y mostrar: en un momento de franqueza en la charla de a muchas, una compañera le tapa la boca a la que está por entrar en detalles sexuales, que es la misma que de entrada se muestra totalmente jugada y cuando las papas queman termina negándose a ir a algún lugar apartado, por pensar en su novia. Mientras tanto, en la cancha, unos espectadores que se quieren pasar de vivos comprobarán, en carne propia, que a esta altura del partido a las mujeres no se las lleva por delante sin pagar algún costo.
Excéntrica desde donde se la mire (como un elogio, y también de modo literal), Hoy partido a las tres es una película que simula estar ambientada en un pueblito de Corrientes pero fue filmada en el Chaco, y que además acompaña a lo largo de un día las peripecias de un equipo de fútbol formado por mujeres (¿existe el fútbol femenino?). La primera película de Clarisa Navas, una directora joven nacida en Corrientes que jugó al fútbol desde chica, tiene como centro a Las indomables, un equipo que al principio de la película se muestra en plena acción, jugando un partido nocturno. La pelota empieza a rodar y enseguida salen a la superficie los conflictos propios de cualquier equipo (quejas de unas compañeras hacia otras, resentimiento, críticas) y al mismo tiempo, significativamente, las chicas deben aguantar la cancha frente a un grupo de varones que, en lugar de esperar su turno, quiere ocuparla antes de tiempo. Allí ya se plantea el espíritu de Hoy partido a las tres, que pretende mostrar un mundo en buena medida oculto sin idealizarlo y en el mismo movimiento, constituirlo en un espacio de resistencia que las mujeres que gustan del fútbol pueden ocupar por y para ellas mismas (aunque estén bajo la mirada de un director técnico varón que, como se verá a lo largo de la película, no tiene la última palabra). Después empieza el largo día de espera en que transcurre la mayor parte de la historia: Las indomables están por participar en un campeonato regional de fútbol femenino muy mal organizado por la intendencia, con interés demagógico pero no lo suficiente como para supervisar que todo se lleve a cabo como corresponde, y mientras tanto se realiza un acto de campaña en el mismo lugar. Navas, de modo bastante explícito, contrapone a la política partidaria -representada por un animador altisonante que habla para nadie la mitad del tiempo- otra práctica que, por supuesto, también puede leerse de modo político, aunque muchxs todavía no lo entiendan así, y es la de esta reunión espontánea de mujeres que encuentran en el fútbol la oportunidad para tejer otras relaciones y alianzas al margen de la vida laboral, familiar, institucional, es decir, de lo impuesto. La tarde que transcurre morosamente mientras las chicas esperan y una tormenta amenaza con convertir la cancha en un barrial es la ocasión para mostrar, en conversaciones casuales que se tejen y destejen, desplazamientos de los personajes en apartes casi teatrales, idas y venidas o miradas intercambiadas con disimulo que conducen a levantes, ciertos modos de vivir el cuerpo, las relaciones con lxs otrxs y la sexualidad que tienen quizás sus puntos culminantes en dos hechos distintos pero relacionados: en primer lugar, a varias de las chicas les gustan las mujeres y es de lo que se habla (y lo que se ve) a lo largo de toda la película, con picardía y sensualidad. Incluso conversan, en un momento y con el entusiasmo de quien sabe y gusta del tema, sobre lo distinto que es estar con una mujer, en un pasaje que parece destinado a ese público “otrx” (quizás los varones, quizás los heterosexuales en general) al que la película, evidentemente, quiere interpelar. En otro momento, unos tipos que están mirando a las chicas jugar empiezan a gritarles insinuaciones sexuales mientras festejan entre ellos y las chicas, literalmente, los re cagan a piñas. Por todo eso Hay partido a las tres tiene un aire de manifiesto, de proclama, pero no es un problema porque al mismo tiempo es una buena historia bien contada. Y otra manera de acercarse al mundo del deporte que, no solo no estaba retratada en el cine argentino, sino que lo aborda desde un relato bien distinto a los caminos de héroes o el régimen éxito/fracaso al que estamos acostumbradxs.
Es según su directora Clarisa Navas un híbrido entre el registro ficcional y los bordes de la exploración documental del fútbol femenino. El resultado de esta película coral es fresco, seductor, suena verdadero. Un largo proceso de ensayos y entrenamientos le dio a la película momentos impagables de fluidez absoluta donde todos los temas salen a la luz. Los conflictos entre jugadoras y entrenador, la política que siempre se cuela, la aceptación o el rechazo del entorno, la comprensión de lo que el fútbol significa como pasión y relación. Pero por sobre todo surgen amores, confesiones, juegos, de una espontaneidad graciosa y querible de estas mujeres que construyen su identidad con la mayor libertad posible.
Fútbol femenino, y barrial, y en el barro, y bajo la lluvia. Mientras vocean los candidatos de una campaña política de pueblo y las chicas se pelean, se divierten, se quieren y se ponen ansiosas por jugar de una vez por todas ese partido de las 3 que no empieza nunca. Son Las Indomables, vistas a través de la mirada ávida de la directora correntina Clarisa Navas: un grupo entrañable de muchachas que encuentra en el fútbol un escape, una salvación, una pasión compartida. Que esta película es, aún con sus minutos de más, capaz de transmitir en su tremenda vitalidad.
Con un partido como excusa, Clarisa Navas desarrolla las íntimas historias de un grupo de chicas, en un barrio del litoral, en Hoy partido a las 3. La historia arranca con el entrenamiento de un equipo de fútbol femenino “Las indomables”. Con peleas y algunos rencores, se preparan para jugar al día siguiente un torneo contra otros barrios. La espera las impacienta pero no pierden el tiempo, sino que lo dedican a mirar otros partidos y conocer gente. Mientras que, de fondo, un vocero alienta la campaña de un candidato a intendente. Filmado con actrices y jugadoras de fútbol, el engaño logra que el espectador se pierda entre el registro documental y la ficción. La cámara fomenta mucho más esta naturalidad, sin interferir en las miradas de cada personaje, con diálogos que se pisan y planos que no están del todo encuadrados en la acción. Además la historia fluye con un tiempo casi realista. A la par explora varios temas durante la espera del comienzo del partido. Por un lado, el lesbianismo. Las chicas están más interesadas entre ellas que en los hombres (ausentes en la mayor parte de la película). Manejan códigos en donde, a pesar de que sus intereses amorosos son de conocimiento en sus grupos, no lo explicitan (en general), sino que lo mantienen en secreto. Por el otro, la posición del hombre frente a la mujer: a veces fuera de campo, como los policías o los chicos que le piden la cancha al principio. A medida que avanza la historia se hacen más presentes: el novio de una de las chicas, los que las “apuran’ y se ríen en el medio del partido y esa figura que roza lo caricaturesco que es el que maneja el “marketing” del candidato político. Contrasta el choque entre la pasión que le ponen las chicas a su actividad y los intereses políticos y económicos que mueven la organización del torneo.
Este original filme que compitió en el BAFICI se centra en todo lo que rodea a un partido de fútbol femenino en el nordeste argentino. Mientras el match se demora y su realización se complica por diversos motivos, la película sigue las historias personales de muchas de las jugadoras y las relaciones que mantienen. El fútbol femenino ha sido tratado en un par de documentales argentinos, pero esta es la primer ficción que, más allá de la impronta documentalista, se acerca de lleno al tema y lo cruza con temáticas de género y sexuales. Aquí la acción se centra en un grupo de jugadoras que tienen que jugar un partido de fútbol en Chaco a la hora que da título al filme y que, por diversos motivos, se posterga una y otra vez. Navas –realizadora correntina– elige retratar ese tiempo, esa espera, esas idas y vueltas de un torneo que tarda en comenzar centrándose en la relación entre las jugadores, en la mayoría de los casos ligadas a las tensiones y deseos sexuales que se van manifestando y hasta poniendo en práctica con el paso de las horas. Si bien hay algunos personajes con mayor desarrollo que otros –y una subtrama ligada al aprovechamiento político del torneo de fútbol femenino–, no hay una historia central en el filme sino que es, más bien, un retrato coral, con un estilo que bordea por momentos el documental (da la impresión que ninguna de las protagonistas es una “actriz profesional”) y que va mostrando cómo ese deseo circula cual balón de fútbol, como si pasara de unos a otros personajes sin solución de continuidad. Y, así en el fútbol como en la vida, ese balón pocas veces llega a la meta. En la última parte del filme, ese deseo volverá a centrarse en lo estrictamente futbolístico, pero lo mejor de la película está en el afuera, en lo que pasa en esa “previa” del torneo en el que las jugadoras se miran, compiten, sueñan con ganar y, a la vez, trasladan ese deseo futbolístico a un terreno más personal. Hay algo de esa circulación de miradas mezcladas con el deporte que recuerda al cine de Marco Berger y Martín Farina. Para cuando pare la lluvia, lleguen las jugadoras que faltan y, en el medio del barro que cubre la cancha haya que definir el mini-campeonato, lo que ya sabemos de las protagonistas es tanto que, más allá del resultado, lo que nos importa son sus vidas. Y ése no es un logro menor de esta pequeña pero muy querible opera prima.
Gol de mujer Hoy partido a las tres es una película con una energía desbordante sobre los escarceos amorosos entre las chicas de un torneo de fútbol femenino. Casi toda la película transcurre en un solo día en un pueblo de Corrientes durante los preparativos y el desarrollo de un torneo de fútbol femenino organizado por un candidato a intendente. La cámara de Clarisa Navas se mueve entre los personajes con curiosidad y una energía desbordante que nos hace olvidar por momentos que todo se sucede en un solo lugar: un potrero embarrado en un pueblo perdido del litoral. Las protagonistas son todas las jugadoras, que discuten, toman tereré, hacen jueguitos, se hacen bromas y también intentan levantarse a otras de las jugadoras que vienen de otros pueblos. Casi todas (¿o todas?) son lesbianas, y uno percibe que están ahí también porque tienen eso en común, además de sus ganas de jugar al fútbol. (De hecho, algunas parece que no tienen tantas ganas.) Hay unos pocos hombres en la película. Está el entrenador, un personaje simpático al que ninguna le lleva mucho el apunte; el presentador, un pelado ridículo y chupamedias del candidato; el propio candidato, también bastante ridículo; el novio de una de las chicas, la única que parece hétero aunque no lo es tanto; y hacia el final, un grupo de acosadores que le da a la película la única veta amarga. Su introducción es muy inteligente: Navas había construído un mundo amable para las chicas porque era endogámico, pero decide hacia el final echar una gota de realidad, apenas una gota, que tiñe todo de gris como si se echara una gota de pintura negra en un tarro de pintura blanca. Hoy partido a las tres tiene humor y ternura, algunos personajes encantadores, y la voluntad de contar una historia que es menos sobre homosexualidad en sí que sobre personajes que resulta que son homosexuales. El conflicto no pasa por ahí, aunque la presencia de los hombres que les gritan hacia el final es una toma de posición fuerte de Navas: no quiere contar los conflictos, pero considera deshonesto ignorar su existencia.
En un pueblo correntino, de casas bajas, pobres y calles de tierra, donde un animador, desde un austero escenario, invita a los vecinos a ver el torneo de fútbol femenino kuña porá, en el marco de la campaña política de un candidato a intendente, se desarrolla este largometraje dirigido por Clarisa Navas. Porque, prácticamente la historia se desarrolla en una tarde, dentro de un campito sin pasto, donde se juegan los partidos. Es una película coral, aunque la historia tibiamente se focaliza en Tami (Silvana Dorrego), una buena jugadora que tiene algún problema existencial o con alguien, pero nunca se devela el misterio, y también en Mery (Ana Carolina García), una entusiasta jugadora que mientras espera para entrar a la cancha trata de “levantar” a una chica que tiene novio. Las otras compañeras de equipo presentan sus conflictos, donde la mayoría expone sus intereses, que es conocer chicas. En definitiva, la narración pivotea entre dos temáticas dentro de un campo de juego. Por un lado, abordar el inexplorado fútbol femenino que, por lo visto, tiene lo bueno y lo malo como el masculino. Por otro, el tema que tal vez tiene un mayor peso dentro de esta historia, es la búsqueda del amor lésbico, con diálogos sin tapujos que se suscitan entre las chicas, fundamentalmente sobre sus preferencias sexuales, Es una ficción, pero en ciertos tramos se acerca a la estructura narrativa de un documental. La cámara es un testigo privilegiado de las reuniones que mantienen las jugadoras en diferentes sectores mientras esperan largamente su turno para jugar. Con un presupuesto austero, utilizando pocas locaciones en estado original, dependiendo de las actuaciones, el ritmo y los momentos de interés que genera el guión, la directora aborda historias personales que quedan inconclusas porque ellas continúan permanentemente buscando a su amor pero, por el momento, no lo encuentran. La pasión que genera el fútbol, más allá del género de la persona y el deseo de enamorarse, son los dos motores que impulsan a esta historia sencilla, transparente y genuina. La realizadora no pretende contar un cuento con un final feliz, sino, un momento posible, tangible, donde no hay héroes ni villanos, simplemente se trata de seres reales a los que les suceden las mismas cosas que a los demás pero que, en este caso, fueron filmadas para la posteridad.
NATURALIDAD FEMENINA Tiempo de penales después de un arduo empate 1 a 1 y de la suspensión del partido. Charcos de barro, restos del temporal y una adrenalina incontrolable debido a la mixtura de sensaciones que atraviesan a cada jugadora en esos segundos, en esa disputa efervescente, entre arquera y pateadora, en los que se crea una simbiosis única e irrepetible, un momento aurático expectante. Mientras que una de ellas se concentrará en el palo y el ángulo de la ejecución; la otra se desplaza dentro del arco en forma horizontal atenta a cada movimiento. La mezcla de cosquilleo y nudo en el estómago parece estallar, cuando la primera inicia la carrera y patea y la segunda se abalanza sobre uno de los palos. El instante simula suspenderse en el aire, eterno, a la espera de la consagración de uno u otro bando. Más allá de los resultados y del juego en sí mismo, la clave de Hoy Partido a las 3, tiene que ver con los universos que se desprenden de la práctica deportiva, cuyos ejes centrales podrían definirse en la cotidianidad, la atracción sexual, la política y los hombres desdibujados; todos ellos atravesados por una espontaneidad sorprendente durante toda la película. En los dos primeros casos, la directora correntina Clarisa Navas apela a la exposición de matices y detalles para conformar a Las Indomables, uno de los equipos femeninos. El más evidente de todos es que cada una usa la remera del club del que es fanática o las bromas que se hacen sobre los últimos resultados. Pero ellas también se constituyen desde la sexualidad, en esa fuerte tensión que se despliega durante las horas en las que esperan el inicio del torneo deportivo barrial. Allí, en medio de coqueteos, chats por celular, miradas, gestos corporales y juegos, todas las mujeres se desdoblan en seres que desean y son deseadas (en mayor o menor grado), en cuerpos que emanan una mezcla de frenesí y reconocimiento y que rectifica el dominio femenino por excelencia. Porque en Hoy Partido a las 3, los hombres quedan relegados a un segundo plano, a un lugar de poca importancia, como aquellos chicos que miran el juego gritando comentarios obscenos y reciben golpes a cambio o el entrenador que no sabe liderar a sus jugadoras. Por otro lado, el enfoque político ligado a la realización del torneo barrial por seguidores de un futuro candidato, le imprime un contexto verosímil con roces de patetismo debido a la falta de puesta en escena de los organizadores (el castillo inflable, la extendida espera para jugar o el supuesto concurso de belleza), la pobre convocatoria y el oportunismo de las figuras públicas para buscar votos. De hecho, ni bien se larga la lluvia, el organizador se apura a sacar los carteles y uno cae en el barro como única evidencia de lo acontecido. En este caso también, el hombre y su micrófono quedan en ridículo frente a la esposa que se impone al final y designa los penales para terminar el evento de una vez. El instante simula suspenderse en el aire, eterno, a la espera de la consagración de uno u otro bando y, sólo entonces, recupera dinamismo; una aceleración que estalla con los gritos alegres de una hinchada que levanta el trofeo y la resignación de la otra que obtuvo el segundo lugar. Por Brenda Caletti @117Brenn
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