¿Cómo se puede construir desde el dolor un film que refleje una semblanza personal sobre aquel que nos ha dejado? La respuesta en esta potente y centrípeta película con ideas y materiales sobre el duelo, que los universaliza y los transforma a partir de la multiplicación de materiales y formas con los que trabaja.
Réquiem para Hans Un elegante y personal ensayo sobre el duelo es el núcleo de Introduzione all'Oscuro (2018), cuarto film del cineasta Gastón Solnicki que funciona como un réquiem para Hans Hurch, un hombre excéntrico con una personalidad extravagante. Hans Hurch fue el director de la Viennale (Festival Internacional de Cine de Viena), entre 1997 y 2017, aplicando su particular estilo y visión a uno de los festivales más cinéfilos del mundo. Hurch muere en Roma tras sufrir un infarto. Introduzione all'Oscuro, cuyo título está inspirado en una obra del compositor Salvatore Sciarrino, es un cálido y sentido homenaje del séptimo arte inspirado por el cariño que hizo de su amistad con Solnicki algo muy especial. Solnicki viaja a Viena para emprender un recorrido tras los pasos de Hurch y construir un retrato cinematográfico de su persona (pero también de la ciudad) a través de los recuerdos que emanan de la memoria. La búsqueda lo conduce por el Café Engländer, donde uno de las infusiones lleva el nombre de Hans, el Bösendorfer Salon, el cine Gartenbau, el Museo de Arte Moderno o el cementerio de Zentralfriedhof, donde están sepultados los restos de Beethoven, Brahms y el propio Hurch. Introduzione all'Oscuro no utiliza un relato clásico, sino que se estructura a partir de las cartas manuscritas y postales que Hans (no usaba email) le enviaba a Solnicki, el sonido ambiente y musical y una conversación grabada entre ambos durante el proceso de montaje de Papirosen (2011) (cuyas escenas también aparecen en la película). Solnicki realiza un homenaje a través de ensayo documental, tan afectuoso como personal, donde cada plano, magistralmente fotografiado por Rui Poças (Zama, 2017), justifica el tono un tanto ególatra que puede molestar en esta reflexión sobre la muerte y el dolor que finalmente celebra la vida.
Una particular grandeza Hans Hurch era un ser excepcional, y nadie mejor que su amigo, el cineasta Gastón Solnicki, para introducirnos en la vida de este icónico crítico de cine y director de la Viennale, fallecido en julio de 2017 a la edad de 64 años. En este film, Solnicki recorre Viena mostrándonos los lugares que Hurch más frecuentaba, enfocándose en sus costumbres más íntimas y especiales. Desde las postales que escribía hasta la vestimenta especial que usaba y las composiciones que más le gustaban, todo lo que el director nos muestra coloca al espectador en un lugar íntimo, de cercanía con el homenajeado, que raramente podría lograrse a través de un documental tradicional. El film no intenta seguir la fórmula del relato clásico, sino que se estructura a partir del contenido de las cartas de Hans, el ambiente de Viena, la música y el silencio, y una conversación grabada entre él y Solnicki, mientras el director filmaba Papirosen (2011), película para la cual filmó a sus familiares durante una década y que ganó el premio de la competencia argentina del BAFICI. Como suele suceder con otras obras del director, esta película no contó, desde el principio, con una estructura guionada. Es por esto que la narrativa se concretó a partir del montaje y de un estilo planteado en el mismo proceso de producción. Como afirmó el propio Solnicki en el Festival de Venecia, se acordó que no iba a ser una película “sobre” Hans, sino para él. Lo que el cineasta quiso transmitir, entonces, no fueron los sucesos más importantes de su vida personal o profesional, sino su esencia particular, y lo trascendente que resultó su figura para personas como Solnicki y tantas otras allegadas al cine. Por esta razón se le da tanta importancia a las cosas que Hans amó y que formaron parte de él. En ese sentido, Viena, el lugar donde vivió y dirigió el Festival durante 20 años, es también esencial en la película. En cuanto a la fotografía, Rui Poças (Zama) cuenta con la habilidad de captar lo mágico pero también lo oscuro que subyace en esta ciudad austríaca —a la cual se le hace, a su vez, una critica política. Así, lntroduzione all’Oscuro es una celebración a la vida, a las particularidades y a la profunda marca que dejan en nosotros los seres que admiramos y queremos, dando como resultado uno de los retratos más fieles a un hombre único.
Hay un cine argentino que tiene una difusión pequeña pero una calidad fuera de serie. Son películas que no responden a ninguna moda, que están marcadas por un el buen gusto, la calidad estética y una enorme cantidad de ideas plasmadas en cada escena. No son películas difíciles, pero tampoco son películas estándar, Introduzione all’oscuro de Gastón Solnicki es una de esas películas. Se trata de un documental homenaje y despedida a un amigo del realizador, el austriaco Hans Hurch, director del festival de cine de Viena. No es una película lineal ni obvia, sino la búsqueda por parte de Solnicki de los rastros que su amigo dejó en los lugares donde estuvo. Imágenes cautivantes, algunas insólitas, cada plano tiene un interés en sí mismo y en el conjunto. Es emocionante e inteligente, habla de su amigo pero también de su ciudad, del cine, de la vida. La película que Solnicki finalmente elige para homenajearlo es Trouble in Paradise (1932) de Ernst Lubitsch. Al presentar la película declara que como en un film de John Ford, el homenaje no debe ser con amargura, sino con una idea de comunión y celebración. No conocí a Hans Hurch, pero si él logró tener un amigo que decide homenajearlo con una obra maestra de Lubitsch y citando a John Ford, entonces deber haber sido un gran hombre. Seguro que sí, porque Solnicki no conforme con eso, decidió dedicarle este gran documental.
El último trabajo de Gastón Solnicki se mostrará en el Malba los sábados a las 20hs con la presencia del realizador en la presentación y dispuesto a responder preguntas al terminar la proyección. Una gran oportunidad para estar en contacto con un director talentoso y personal que en este caso ha creado un film sobre un amigo que murió, Hans Hurch, que entre 1997 y 2017 fue el encargado de dirigir el Festival Internacional de cine de Viena, la Viennale, uno de los pocos festivales de renombre que apostaban al cine más experimental y alternativo, y siempre tenía. además, un hueco para el cine de la época dorada de Hollywood. No se trata de un documental o de un homenaje más, sino un recorrido por Viena en busca de lo que nos queda cuando la muerte nos deja más solos y queremos reconstruir, asir, recuperar, reflexionar sobre las hilachas de recuerdos que nos quedan. Y en una búsqueda personal y amorosa, ese camino se construye con lo inasible, los gustos, los objetos, los momentos vividos, la conversación grabada, las postales recibidas, las costumbres, los pequeños y grandes indicios que permanecen. El propio director es protagonista de ese itinerario de sueños y convicciones, vivencias y toques de humor, conciertos, cuadros, tacitas, telas. Nunca cae en la melancolía y si en la valoración y para muchos el verdadero descubrimiento de un hombre como Hurch. Una ciudad con un pasado imperial, con una historia de otro esplendor y horrores de guerra, sus costumbres y celebraciones. Da placer cada encuadre, cada idea, cada puente tendido. Otro lujo:la fotografía a cargo de Rui Poças.
“Introduzione all´oscuro”, de Gastón Solnicki Por Gustavo Castagna Historia de una amistad que se rompió de manera abrupta, inesperada, fatal. De esa manera puede comprenderse el trabajo del Historia de una amistad que se rompió de manera abrupta, inesperada, fatal. De esa manera puede comprenderse el trabajo del director Gaston Solnicki y la referencia permanente hacia Hans Hurch, programador de la Viennale, el más que relevante Festival de Cine de Viena. Hurch falleció en 2017 y su amigo, director argentino de Südden, Papirosen y Kékszakállú, presentadas las tres en diferentes ediciones del evento vienés, rinde homenaje no solo al hombre de cine sino también al individuo. Por eso la cámara de Solnicki, con el director más que presente en imagen, recorre el duelo en una travesía entre turística y cultural, por esos ambientes y espacios que caracterizan a la ciudad invocada y al personaje fallecido: el Bösendorfer Salon, la sala cinematográfica Gartenabu, el Museo de Arte Moderno y hasta el cementerio de Zentralfriedhof, donde está enterrado Hurch. En ese divagar por la ciudad, se entrometen citas y referencias al cine, por ejemplo, al gran Ernst Lubitsch, invocado en los últimos minutos del documental, con el director Solnicki en el escenario con el propósito de recordar al homenajeado, A esas dos vertientes temáticas, la del viajero que refleja a la ciudad con la intención de buscar el fantasma de su amigo, más las referencias cinéfilas acordes al prestigio del cineasta clásico, se suma un tercer vértice argumental que ausculta en los ensayos de obras del músico italiano Salvatore Sciarrino, emprendimiento al que el director Solnicki propone conectar con Hurch. Por eso, Introduzione all’oscuro descansa en algunos de sus minutos exhibiendo ensayos de la obra del músico, cuestión que no debería sorprender viniendo de un realizador adicto a esta clase de expresiones musicales. Este patchwork estilístico y temático no admite espectadores excesivos. Su mezcla de documental, película-homenaje, paseos por la ciudad deseada y música afín puede provocar una similar dosis fluctuante entre la algarabía y el respecto solemne, y en oposición, un rechazo sin contemplaciones con algunas grajeas de ira y nulo interés por las imágenes. INTRODUZIONE ALL’OSCURO Introduzione all´oscuro. Argentina / Austria, 2018. Dirección y guión: Gastón Solnicki, inspirada en la pieza de Salvatore Sciarrino. Producción: G. Solnicki, Benjamín Domenech y Santiago Gallelli. Fotografía: Rui Pocas. Montaje: G. Solnicki y Alan Segal. Con: Han Gyeel Lin, Alexandra Prodaniuc, Karin Krank, G. Solnicki, Ka Ming Man, Alan Segal. Duración: 66 minutos. Se exhibe los sábados a las 20 en el MALBA.
La ciudad como retrato de un hombre La idea era hacer un tributo a Hans Hurch, director durante veinte años del Festival de Viena. Pero el film de Solnicki va más allá y conjuga el diario íntimo, el ensayo cinematográfico y el registro documental. Para todo aquel viajero que haya visitado la ciudad de Viena, las primeras imágenes de Introduzione all’oscuro, cuarto largometraje del argentino Gastón Solnicki, tendrán un aire familiar, de cercanía emocional. Si el visitante es además cinéfilo, las siluetas en movimiento de los juegos del Prater –el célebre parque de atracciones vienés, con su aún más famosa noria, inmortalizada en el clímax de El tercer hombre– conjugarán en la memoria el persistente recuerdo de imágenes ajenas, reconvertidas por el embrujo de la pantalla de cine en pertenencias íntimas. El de Solnicki es un objeto audiovisual que recorre los laberintos de una ciudad que, por momentos, parece detenida en el tiempo. Unas calles y unos edificios indisolublemente ligados, para el director de Kékszakállú y Süden, a la presencia de un único ser humano. Y de un ser humano único. Hans Hurch era un “extravagante” (Solnicki dixit), un hombre que solía usar su único traje negro hasta que ya no era aceptado en la tintorería y que, con la impronta de una personalidad fuerte, dirigió durante dos décadas el Festival de Cine de Viena, la Viennale, transformándolo en uno de los más exquisitos, exigentes y estimulantes del mundo. Viena y el cine –es decir, Viena y Hurch– son los “temas” de Introduzione..., largometraje que, a mitad de camino entre el diario íntimo, el ensayo cinematográfico y el registro documental de seres, objetos y sonidos, nació como una particular forma de homenaje luego de la inesperada muerte del programador, hace un año y medio. No es necesario haber conocido al austríaco, visitante asiduo del Bafici, para acercarse a la semblanza de Solnicki: de manera sensible e inteligente, la película abraza una universalidad que se desprende de las señas particulares de su propia forma. El realizador recorre bares, museos y locales comerciales en escenas ligeramente construidas con los elementos propios de la ficción. Como si se tratara de un detective en busca de las pistas fantasmales de una ausencia, intenta hallar el bolígrafo cuyo trazo y color más se asemeje al utilizado por Hurch (la escritura manual era una de sus marcas de estilo) y, más tarde, visita el café Engländer, uno de los lugares favoritos de H.H. en Viena, donde un espresso triple lleva su nombre. Las imágenes, prístinas y cuidadosamente encuadradas, fueron registradas por el director de fotografía portugués Rui Poças (el mismo de Zama y El ornitólogo), aliado ideal de Solnicki en la búsqueda de un estilo objetivo –por momentos, clínico– y al mismo tiempo cargado de emotividad. Son escasas las imágenes de Hans Hurch que aparecen en la película, pero su voz recorre los 70 minutos de proyección como si se tratara de un sonido rector, un diapasón. Se trata de una grabación que registra la “devolución” que el entonces director de la Viennale le hizo a Solnicki a propósito de Papirosen, su segundo largometraje. “Very nice. Half nice. Very half nice”, afirma en off en un inglés con fuerte acento alemán, refiriéndose seguramente a la duración y/o contenido de una serie de planos. Esa relación semiprofesional, con algo de maestro–alumno, devino con los años en férrea amistad, en parte epistolar: Introduzione... incluye una serie de postales enviadas por Hans desde diversos lugares del mundo. En paralelo a esas palabras registradas en confianza, la película presenta un ensayo de la obra musical de Salvatore Sciarrino que le presta su nombre al título; la música contemporánea, incluidos sus caminos más vanguardistas, era una de las cuestiones que unía a los amigos en vida. Los recuerdos físicos, la música y el cine –esa forma colectiva de la remembranza– los sigue uniendo después de la muerte. Ciudad de museos y de artistas famosos, los señoriales epitafios de Beethoven y Brahms comparten el mismo suelo que la sobria tumba de Hurch en el Cementerio Central de Viena. A pesar de su tono inevitablemente elegíaco, la película se permite un ligero sentido del humor, que incluso hace gala de cierta negrura. A una serie de imágenes caseras de una fiesta no incluidas en Papirosen le sigue el plano fijo de una muñeca de cera de tamaño natural, recostada y encerrada en una caja de cristal, montaje de choque que posibilita múltiples y ambiguos sentidos. Cerca del final, Solnicki presenta Un ladrón en la alcoba, de Ernst Lubitsch, en el Gartenbaukino, uno de los cines más bellos de la ciudad. El alemán era uno de los directores favoritos del homenajeado, que en los años ochenta supo asistir a la exigente dupla de realizadores Straub-Huillet. Nueva demostración empírica de la ridícula separación entre arte alto y bajo, como lo era en gran medida la programación de la Viennale bajo la mirada atenta de Hans.
Adiós al amigo Hans Hurch fue director de la Viennale (Festival Internacional de Cine de Viena) entre 1997 y 2017, donde pudo imponer un criterio de selección de films a contramano de los festivales tradicionales. Buscaba directores cuya estética supusiera desafíos formales en lo narrativo. Entre estos supo estar Gaston Solnicki, quien estrenó su ópera prima Süden en la Viennale 2008, hecho que le permitió conocer a Hurch y construir una relación personal y estética que solo se discontinuó por la muerte de Hurch el año pasado. Quien conozca la experiencia de vivir un festival de cine sabe que en él se construyen relaciones y vínculos, porque el amor al cine es una fuerte plataforma para futuras relaciones de amistad. De eso también deja constancia este film. Introduzione all’ oscuro es la historia de ese amor; de esa relación y su correspondiente duelo, desde un guion que funciona como una partitura de música (el título del film recrea el de la obra del compositor Salvatore Sciarrino, que por cierto aquí se escucha), libre y desordenada pero con una unión conceptual y emocional admirable. Esa es la propuesta, entonces. Viena, cine y música amasados por la mano de Solnicki y el fantasma de Hurch. Cartas, videos y grabaciones son los objetos personales que usa el director para componer esta sesión espiritista de 72 minutos. Introduzione… es la deriva de un amor perdido y a su vez es la búsqueda de una estética para mostrar la muerte. No hay nada más enigmático y doloroso que ver los registros audiovisuales de una persona amada que ya no está. Continuar los ritos del desaparecido, por ende, es una forma de mantenerlo vivo. Robar tazas del café Engländer y platos de otros restaurantes donde era habitué Hurch implican un tierno y tragicómico homenaje que busca exorcizar la muerte del otro (y la propia también). El film muestra añoranza frente a una era analógica extinta. Hans no tiene email sino que envía cartas que escribe a mano con su bolígrafo de tinta Pacific Blue. Esa nostalgia convive con el formato digital del film, lo cual no supone contradicción alguna. A la contrariedad el arte la reemplaza con yuxtaposición. Un viejo cantante nos decía “cuando un amigo se va, queda un espacio vacío”. Ese horror al vacío es el que usa Solnicki para seguir viviendo, para seguir haciendo cine. Freud solía decir que la muerte es como el sol, no podemos mirarlo de frente; y tal vez el cine, en vez de enfrentarla, la integre y la modifique. En el mundo del cine el muerto es reconstruido desde los fragmentos, las partes que encontramos. Como el viejo Frankenstein, lo que revivimos ya es otra cosa… es cine.
"Introduzione all'Oscuro" es la última película de Gastón Solnicki, director argentino que es reconocido internacionalmente aunque su filmografía no es tan extensa como la de otros colegas. Esta obra que se estrenara en el Festival de Viena como première mundial y también en el último Festival de Mar del Plata, llega ahora a la sala del MALBA para ser disfrutada por un público más amplio. ¿De qué se trata? Solnicki tratará de manera artística la afección que le causó la muerte de un amigo, el duelo posterior y cómo homenajearlo de la manera que él lo hubiera querido. La persona que se fue no era un simple mortal sino que habitaba el universo del arte y fue apreciado como alquien carismático en sus funciones y particular por ciertos vicios inocentes que retratará el realizador. No es un filme oscuro, se percibe contrario a lo que su titulo sugiere (inspiración en una composición musical del mismo nombre): es un viaje a los gustos musicales, cinéfilos -Hans Hurch fue director del Festival de Viena, por eso el estreno mundial fue allí y también crítico de cine-. su rechazo a las nuevas tecnologías de la comunicación que lo hacían escribir cartas y postales, su costumbre de llevarse cosas de los bares, su visión de la familia, la política y su vínculo afectivo con la Argentina. El propio director no queda ajeno al relato sino que participa delante y detrás de cámaras, con un montaje especial, utilizando algunos pequeños planos secuencia y pasando a los distintos temas con abruptos cortes a negro, que se explican en este ensayo fílmico. Se aprecia como una simetría entre el principio, casi sin palabras y el cierre de la historia en la que el espectador puede llegar a conocer un poco a la persona del retrato pero mucho más de la sensibilidad del cineasta. No es un producto, es un hecho artístico, es para sentarse y mirarla como cuando se miran diapositivas o fotografías familiares; nos llevará al pasado y al mismo tiempo rescatará imágenes del presente y sus diferencias con lo que se supo vivir en otras épocas. Con una duración de un poco más de una hora, como para completar una visita al siempre interesante MALBA y sus acontecimientos culturales.
Una tela negra, una pluma, una taza robada del café Engländer son algunos de los objetos a partir de los cuales Gastón Solnicki se propone un difícil desafío: rendir homenaje a su amigo Hans Hurch, el crítico y mítico director del Festival Internacional de Cine de Viena recientemente fallecido a causa de un ataque cardíaco. Un homenaje que se extiende y supera al mismo personaje para hablarnos del amor por el cine a través del modo en que se encara este proyecto con una elegancia capaz de detectarse en cada plano, incluso en los que los objetos no parecen hablarnos de ella.
Una amistad, una ciudad y mil recuerdos A lo largo de los años Hans Hurch fue creando una fuerte amistad con el director argentino Gastón Solnicki, ya que él había participado en su festival con la película Süden (2008) y que luego también llegaría con Papirosen (2011). Y debido a esta relación tan personal que ambos tenían, en Viena lo invitaron a realizarle un homenaje y de ahí nació Introduzione All’Oscuro. Con una duración concisa de 70 minutos, Solnicki nos hace partícipes de lo que era la rutina bohemia de Hurch. Los cafés, bares y lugares culturales al que el concurría (y que ocasionalmente también se robaba algo de cada sitio) nos hace ver el tipo de persona que era él y cómo pasaba sus días cuando no estaba al frente de la programación de su Festival de Cine. Un hombre sencillo, con una vida sencilla y gustos sencillos. Solnicki, marcado por ser un apasionado por el cine arte, nos desnuda una pieza cinematográfica narrada sobre la marcha sin ningún tipo de guion pero que nos quiere hacer resaltar otras cosas que también son importantes en una película. La música y los maravillosos planos de la bella Viena, es el hilo conductor de todo, ya que nos hace sentir que estamos caminando por esas calles empedradas de Europa. Una de las cuestiones técnicas más sobresalientes del film es la fotografía de Rui Poças (“abu, El Ornitólogo y Zama), que trae a la pantalla planos generales muy bien logrados donde crean un composición de imagen muy bella gracias también a la cinematográfica ciudad de Viena que pareciera que cualquier tipo de luz la hace ver como si fuese una pintura en movimiento. Un ensayo, un documental o un autorretrato de una persona la podrían definir algunos que la vean, pero es obvio que es un homenaje realizado por un verdadero amigo que en vez de resaltar la gran persona que supo ser el fallecido se encarga de reflejar lo más insignificante que tenía el alma de Hurch pero que en realidad era eso lo que lo hacia tan especial para aquel que tuvo el agrado de conocerlo al parecer. Introduzione All’Oscuro es un buen cierre al menos por ahora, a este cine marcado de Gaston Solnicki ya que su próximo proyecto Electrocute será filmada con un guion y con actores, algo que el director estaba ansioso por descubrir. Muy buen homenaje personal de Solnicki a su gran amigo Hans Hurch. Un buen viaje íntimo y personal a la figura del fallecido critico austriaco Hurch, por los bellos rincones de Viena y sus calles.
De paseo con la muerte. Si los muertos dejan de ser recordados por quienes los aman, entonces el triunfo de la parca sería por goleada. De ahí a elaborar un duelo -que nunca terminará por cubrir un vacío- depende del tiempo y de una relación muy personal tanto con la vida como con la pérdida. Por eso, la manera que encontró Gastón Solnicki (Papirosen, Sudden) para homenajear a un amigo, Hans Hurch, quien entre otras cosas dirigió durante dos décadas el Festival de Cine de Viena, más conocido en el mundillo cinéfilo como la Viennale, participante del BAFICI en varias ocasiones y algo así como una suerte de maestro para el director de Papirosen, se va armando a partir de un viaje a la ciudad de Vienna en busca de ese ausente, quien a pesar de casi no aparecer en los fotogramas siempre está allí. Y también es propio del cinéfilo encontrarse con la intimidad de la ciudad y el cine; de afincar recuerdos de experiencias con momentos de cine o películas, que para el caso de este documental no pretenden definir sencillamente el gusto de Hans Hurch por tal o cual director, sino que recupera parte de ese cuerpo desde la mirada o la voz que nunca deja de acompañar a Solnicki en su itinerario por una ciudad impregnada de arte y nombres, museos, que se amoldan al paseo, mientras subyace un juego detectivesco para darle preponderancia a la ausencia a partir de objetos que conformen el rostro de la ausencia. La manera en que el director habla de su amigo se transmite en ese respeto y afecto cuando de las anécdotas extrae alguna extravagancia como en el café donde hay un expreso que lleva el nombre de Hans Hurch. A la voz recuperada en una charla sin tiempo, a los consejos cuando Solnicki pensaba en su documental Papirosen sobre temas técnicos o de otro carácter que requerían la palabra de un amigo por la sinceridad se le agrega esta selección de imágenes fragmentadas que el realizador comparte honesta y emotivamente con el público, sin solemnidad. Desde su cinefilia y su amistad con Hurch y su particular modo de vivir todo se hace mucho más digerible cuando de un paseo con la muerte se trata.
Se estrena Introduzione All´Oscuro, lo último de Gastón Solnicki (Süden), un emotivo homenaje a su amigo Hans Hurch, director del Festival de Cine de Viena. Hacer cine es una experiencia muy personal para cada director. A veces, la ideología queda solapada por el efectismo o la historia cuando se trata de un trabajo por encargo; otras veces se puede determinar la autoría de un realizador a través de su estética, temática de la obra o incertidumbres íntimas que atraviesan su filmografía completa. Gastón Solnicki es un narrador en primera persona. Narra desde sus pasiones -la música- desde su historia personal -la familia- o, en el caso de Introduzione All’Oscuro, desde el duelo. La pérdida y la ausencia, el fallecimiento de una persona, quizás no tan cercana desde el lazo o en presencia física, pero sí a partir de lo que le transmitió a lo largo de una extensa amistad. Hans Hurch murió tempranamente, en julio del 2017. Fue programador y director del Festival de Cine de Viena durante mucho tiempo y cultivó una notable amistad con el realizador argentino, con quien no sólo tenía gustos afines, sino que intentaba mantener el contacto a través de vistosas postales. Desde esa afinidad parte Solnicki para exhibir cómo era su amigo, qué lugares le gustaba recorrer, qué comía, cómo vestía, etc. El director le escapa al relato biográfico y también a la narración en primera persona. Las imágenes dejan explícito el carácter del personaje sin necesidad de subrayados ni sobreexplicaciones textuales. Esos modos “artesanales” y la sencillez del programador austríaco queda impregnada en la puesta en escena de este documental de tono vanguardista. Solnicki se pone delante de cámara y recorre Viena intentando entrar en la mente de su amigo, pero sin dejar de ser él mismo, efectuando un viaje cultural por la capital de Austria, criticando el militarismo de la ciudad y, a través de grabaciones con Hurch, dejando testimonio de las consecuencias que el nazismo ha traído al país, antes, durante y después de la Segunda Guerra. El film peca de ser un poco caprichoso y soberbio por momentos. Solnicki termina hablando más de sí mismo en ciertas escenas, de su carácter, de su historia, que del personaje en cuestión y ahí es cuando el relato pierde emotividad y profundidad. Es una elección de la narración que no le juega a favor. Sin embargo, los caprichos narrativos son compensados por la meticulosa puesta en escena, un detallado diseño y postproducción de sonido, una estética prolija y una elegancia que va acorde a la personalidad del realizador. En este sentido se destaca, una vez más, el trabajo del director de fotografía Rui Poças, que participó, por ejemplo, en Tabú (Miguel Gomes) y en Zama (Lucrecia Martel). Introduzione All’Oscuro tiene códigos encriptados y un poco de elitismo en lo que refiere al público al que va orientada, pero que refuerza la teoría de que el cine también es un medio para hacer catarsis y autorreflexión. Cada director hace cine para uno mismo y lo que transmite va a ser único; cada espectador va a tener una interpretación distinta, y así mismo la va a sentir de diferente forma, acorde a la cercanía o distancia que tenga con el personaje. La empatía termina siendo un factor determinante a la hora de juzgar la película y Solnicki no la fuerza, deja que fluya implícitamente en el relato. Simplemente la emoción se siente o no, y eso es subjetivo, no una pretensión. Y de eso hay mucha autoconciencia.
EXPERIMENTACIÓN Y SENSIBILIDAD Por Cristian Mangini (@cristian_mangi) Hay que reconocer en este nuevo film del director argentino Gastón Solnicki la continuidad de una voz personal dispuesta a dejar su sello, experimentar y subvertir convenciones de género a la hora de representar en el cine alguna temática, ya sea desde la ficción o la no ficción. Y esto se menciona a pesar de que Kékszakállú (2016) resultó, a quien escribe, un ejercicio autoindulgente carente de la espontaneidad que tanto se pretende, a pesar de sus virtudes. Introduzione all’Oscuro, por el contrario, representa un buen ejemplo en sentido contrario. A partir del acercamiento a la muerte de su amigo Hans Hurch (figura mítica de la Viennale), Solnicki construye un relato emotivo que se plantea, con una espontaneidad genuina, la urgencia de reconstruir la ausencia de una persona que ya no está, el duelo. Y lo hace con un tono personal, comprometiendo su figura para recorrer las calles y locales de Viena donde Hurch solía pasar sus horas, repitiendo sus rituales y rastreando sus obsesiones. En algunos segmentos la contundencia de las imágenes y cómo ilustra a su ausente protagonista es sumamente efectiva: la secuencia en el cementerio es un ejemplo. Introduzione all’Oscuro utiliza el archivo como un elemento de soporte a través de la voz en charlas o a través de las cartas y fotografías, que dialoga así con la construcción que Solnicki hace de Hurch en la ciudad donde supo vivir.
El austríaco Hans Hurch, quien falleció en julio de 2017 a sus 64 años, fue director artístico del Festival de Cine de Viena (la Viennale) y supo hacer de ese festival un evento para recordar. Hombre excéntrico y de gustos diversos, nunca un elitista ni un purista, Burch era amigo del realizador argentino Gastón Solnicki (Papirosen), a quien conoció a propósito del estreno de Süden (2008), la ópera prima de Solnicki. Desde entonces, Hurch desplegó una mirada crítica y entusiasta sobre su obra. Al director artístico también se lo consideraba sinónimo de Viena, y por eso, entre otras cosas, su pérdida hoy no pasa desapercibida. ¿Quién mejor que Solnicki, entonces, para darle forma a su ausencia? Eso es, precisamente, lo que Introduzione all’oscuro logra hacer. Al igual que sus obras previas, la nueva película de Solnicki no tiene nada de convencional. Es un documental, sí, pero no es solamente eso. Porque a Introduzione all’oscuro se lo puede pensar como una ficción, también, cuya trama gira alrededor de un investigador (Solnicki) que recorre algunos de los lugares que Hurch visitaba, como queriendo asir los objetos y momentos transitados por él, como intentando personificarlo y así hacer que vuelva a estar vivo, aunque sea ilusoriamente. Como un espectro que busca habitar el plano de los vivos, Hurch se hace presente a través de su voz (y apenas algunas imágenes) capturada para siempre en las grabaciones en las que el austríaco critica aspectos varios de Papirosen, ante la escucha atenta del cineasta. Sus reflexiones son de carácter singular, sin duda, pero son también universales ya que pueden pensárselas en relación a muchas otras cosas, no solamente a la ópera prima de Solnicki. Lo mismo podría decirse de Introduzione all’oscuro, que ya promediando el metraje es, en gran medida, un ensayo fílmico de una considerable libertad estética y narrativa. Así, el recorrido del realizador por las calles de Viena adquiere un carácter narrativo, no meramente descriptivo de la belleza de la ciudad. Hay una sensación de tristeza que flota en el aire, pero no de una tristeza depresiva. Casi se podría decir que es una tristeza bienvenida. Porque aquí el duelo por la pérdida de un amigo no se convierte en un lamento desgarrador, sino en una mezcla de melancolía y nostalgia. Por eso, en los bellos paisajes urbanos vistos a través de la óptica de Rui Pocas (el talentoso director de fotografía de Zama) subyacen muchos sentimientos que el discurso elige no manifestar. Y no solamente la ciudad se luce, también hay interiores íntimos y colectivos a la vez, como el tradicional cine Gartenbaukino, que evocan una época llena de belleza y amor por el cine. Hurch tenía solamente un traje negro hecho a medida y lo usaba hasta que la tintorería ya no lo aceptaba más. A partir de esta inusual característica, Solnicki construye una escena no exenta de humor que se convierte en un pequeño gran homenaje al director de la Viennale. De hecho, Introduzione all’oscuro fue pensado como un film homenaje en sí mismo. Y salió muy bien. Porque resultó siendo tan singular, tan único, como lo era el homenajeado. Introduzione all’ oscuro (Argentina, Austria, 2018) Puntaje: 8 Escrita y dirigida por Gastón Solnicki. Fotografía: Rui Pocas. Montaje: Alan Segal. Duración: 71 minutos.
DIÁLOGOS INCORPÓREOS Una correspondencia audiovisual. Ese parece el formato escogido por Gastón Solnicki para homenajear a su amigo recientemente fallecido Hans Hurch, crítico y director artístico durante 20 ediciones del Festival Internacional de Cine de Viena; un intercambio fluido –el sello del correo lo subraya– conformado por registros vaporosos como fragmentos de conversaciones entre ellos, diálogos fílmicos, sonidos ambientales y música y por otros tangibles como cartas, postales, fotos, objetos, el timbre de la casa y hasta el nombramiento de una especialidad de café en su honor, todos ellos marcados por la presencia del austríaco ya sea mediante el nombre, la escritura manuscrita, los gestos o las intervenciones de las imágenes. Todas materialidades que se articulan a través del andar del argentino, quien actúa como una suerte de flâneur que recorre la ciudad, muestra los espacios por los que solía moverse e, incluso, imita sus comportamientos sustrayendo la taza o el plato. De esta manera, el director construye una simbiosis entre el habitar pasajero de los sitios, la identidad nacional, la cultura y la historia de Hurch. La cámara lo sigue cuando corre al tranvía, sube a uno de los juegos del parque de diversiones, presenta una película o visita bares pero, al mismo tiempo, espía la pista de patinaje, la panadería, la función de cine o la fábrica donde arman y forran cajas típicas de souvenirs. La música se convierte en el elemento central tanto como título de la película –se inspira en la obra homónima del compositor Salvatore Sciarrino– como por la versatilidad de instrumentos y sonidos mostrados a lo largo del metraje como los ensayos de una orquesta, los objetos poco convencionales, el mismo Solnicki tocando el piano en una casa reconocida, la música de las ferias o del desfile militar y el componente histórico a partir de las tumbas de Beethoven o Brahms. Si bien el collage apela a la evocación multisensorial y al vagabundeo, numerosas apariciones en escena del argentino se ven forzadas en los gestos, en las palabras y en las acciones. Por lo tanto, se produce un distanciamiento de esa búsqueda etérea del recuerdo o de la esencia del tránsito para resaltar la pose, una actitud un tanto altiva y fría, por momentos. Por ejemplo, cuando le consulta a la encargada del Bösendorfer Salon si pueden enviar un piano a Argentina después de conversar sobre la tradición musical y, de repente, le pregunta si tiene una cuenta en facebook, las posturas tensas – sobre todo las miradas ausentes– de él y de la mujer que le realizaba los trajes mientras corta la tela o la fallida comunicación que tiene con el mozo del Café Engländer para avisarle que tomó la taza y la enterró cual rito, aunque parece más una excusa para comentarle que fue amigo de Hurch. En consecuencia, Introduzione all’Oscuro oscila entre la caminata desinteresada y la postura rígida, entre una cámara espía y el testigo impuesto que buscan recopilar una serie de elementos, tradiciones, lugares y gustos personales para dar cuenta de la vida y de la muerte. Por Brenda Caletti @117Brenn
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Gastón Solnicki cristaliza la excentricidad de la figura de Hans Hurch, crítico de cine y director del Festival Internacional de Viena, plasmando lo singular de su figura. Este homenaje a su amigo fallecido encuentra varios puntos en común con anteriores incursiones del cineasta: se aprecian las huellas autorales, así como un regreso a lo más emotivo de su obra. En el sentido menos tradicional, el realizador se arriesga a contar la historia de una persona, desde un personalísimo punto de vista. En palabras del autor, aquí “no hay un verosímil establecido que el espectador tenga que decodificar, sino que el propio público asignará valor al contenido”. Se trata de un film sumamente ambiguo. Por lo cual, el espectador completa el recorrido de la obra asignándole un valor a cada situación mostrada. Si bien la película no intenta retratar la ciudad desde un lugar de preponderancia, el autor codifica a través del encanto de la misma y la guía musical que da nombre al film el encanto de este paraíso de la Europa del Este como marco exponencial. Conformándose ambas como elecciones estéticas notables para acompañar al retrato principal. De manera que, lo espectral toma cuerpo a través de la música para trascender lenguajes y géneros e ingresar en un terreno donde lo implícito y el desdoblamiento del discurso audiovisual enriquecen la propuesta. Destinado a un público de fino paladar y apostando a un cine que circule fuera del circuito de cine comercial, Introduzione all Oscuro no le teme a la competitividad en festivales y ciclos especiales (será proyectada en el MALBA), tomando riesgos estéticos ambiciosos y saliendo airoso de los mismos.