Una pequeña reproducción de la estatua esculpida en homenaje a la loba o Luperca que amamantó a Rómulo y Remo es el leitmotiv del ensayo que Marina Zeising filmó sobre las distintas maneras de imaginar, entender, ejercer la maternidad. La representación de aquel animal mítico inspiró, no sólo el título –La lupa, en idioma italiano– y el afiche del documental en cuestión, sino la elección de un enfoque consecuente con las reivindicaciones feministas del siglo XXI, y por lo tanto crítico del biologicismo patriarcal. La difusión del mandato naturalizado y el reconocimiento de esa construcción social son los extremos del camino que Zeising transita con su deseo –y miedo– de convertirse en madre a cuestas. En esta instancia, la realizadora repasa algunos de los estereotipos históricos que la escuela, la publicidad, la TV, el cine ayudaron a fijar y que el feminismo busca desinstalar. Lo hace con tino, contraponiendo extractos de viejos noticieros y porciones de entrevistas a militantes feministas. Por un sendero adyacente Zeising llega a otras mujeres: parientes, amigas, desconocidas que ejercen el (o un) rol de madre, y a profesionales formadas para orientar y/o acompañar en esta aventura. Estos testimonios constituyen otro plato fuerte del documental. Existe un tercer desplazamiento que consiste en dos travesías de larga distancia, una a Roma y otra a Oslo. El viaje al país nórdico supone un reencuentro con los orígenes familiares que refuerza la impronta autorreferencial del ensayo. Esta escala también responde a cierta pretensión de universalidad, a partir de la constatación de algunas coincidencias entre mujeres argentinas, italianas, noruegas. “Lo personal es político” sostiene Zeising en el transcurso de su largometraje, y con la frase atribuida a Carol Hanisch parece justificar la decisión autoral de ocupar un espacio destacado ante cámara y entre las voces registradas. Sin embargo, la cita difícilmente conmoverá a los espectadores cansados del cine filmado en primera persona del singular. A esta porción de público reacio, conviene recomendarle un largometraje anterior de la realizadora: Lantéc Chaná.
Tras Habitares y Lantec Chaná, la directora Marina Zeising aborda en La Lupa temas de agenda desde su propia experiencia, cruzándolos con cuestiones de género, feminismo, empoderamiento y la necesidad de no cuestionarse algunas decisiones que ha tomado. Construida como un documental, pero con la cruza de materiales que atraviesan diferentes soportes, Zeising se ubica delante y detrás de la cámara para reflexionar sobre aquellos puntos que la interpelan y a la vez, la sociedad, le exige que dé respuestas. Simple y honesta.
La directora de “Habitares” (2014) y “Lantéc Chaná” (2017), Marina Zeising, realiza su tercer documental sobre una temática tan personal como universal: el deseo de ser madre que se entrelaza con todos los temores que esto conlleva: el embarazo, el parto, la crianza; y cómo hacer, sobre todo en la época en la que vivimos, para equilibrar la maternidad y la individualidad y/o profesión. “La Lupa” (título que hace referencia a la loba que amamantó a Rómulo y Remo en Italia) nace a partir de estos cuestionamientos introspectivos, pero a la vez compartidos por muchas mujeres. Con una narración en off, por momentos descriptiva y otros más poética, Zeising se sumerge en un camino de autodescubrimiento y de reflexión sobre distintas cuestiones de la maternidad. Es así como, además, mantiene distintas conversaciones, distendidas y naturales, con amigas que tuvieron diversas experiencias durante su recorrido de ser madre. De esta forma podemos tener un acercamiento de primera mano sobre las etapas por las que transitaron estas mujeres, mostrando la verdadera cara de la maternidad, con sus buenos y malos momentos, y no ese estado idílico que muchas veces se ve plasmado en la pantalla. Pero también agrega voces más preparadas que hablan desde sus diferentes especialidades, para darle un marco mucho más profesional. Otro de los puntos importantes del film y que sirve como un hilo transversal de la trama son los viajes que emprende la protagonista y directora para ir descubriendo su historia y su pasado. Es así como viaja a Italia, lugar que supo rechazar alguna vez, y Noruega, hogar de su madre. Allí pudo comprender parte de sus tradiciones y comportamientos. A su vez, y como mencionábamos al principio, esta búsqueda se encuentra enmarcada en la época actual, un momento muy importante para el feminismo a nivel mundial, donde la mujer busca una posición de igualdad y de respeto. Es así como se abordan, además, las cuestiones de los mandatos de las distintas generaciones y cómo estos fueron cambiando a lo largo de los años, y si la maternidad se la toma como un deseo o como un deber por ser mujer. De esta manera, la directora también inserta imágenes de archivo para contextualizar la temática, como las distintas marchas feministas que se realizaron en el último tiempo en el país. En síntesis, “La Lupa” es un ensayo sobre la maternidad en todas sus formas. Busca explorar miedos internos pero compartidos, donde los espectadores podrán sentirse identificados, y será un recorrido, no para disiparlos, pero sí para comprenderlos, como todo lo que rodea al hecho de ser madre. Un camino de autorreflexión a través de distintos componentes: charlas amenas, entrevistas a especialistas, viajes; todo lo necesario para intentar abrazar los deseos sin que sean impuestos por los mandatos sociales.
“La lupa”, de Marina Zeising Por Marcela Barbaro Tomando como referencia la leyenda de la Loba capitolina (Lupa capitolina en italiano) transformada en la famosa escultura de la loba que amamanta a Rómulo y Remo y los salva del abandono que han tenido, el tercer documental de la realizadora Marina Zeising (Habitares; Lantéc Chaná) parte de esa imagen de instintivo maternal, que da nombre al título, para introducirse en una búsqueda muy personal hacia el significado de la maternidad, en un contexto de cambios socio culturales impulsados por los movimientos feministas en el mundo. Entre el documental interpretativo y de narración personalizada, la voz en offde Zeising guía el relato mientras las imágenes la van interpelando en relación a varios temas que se enlazan: la familia, el ser madre, el amor, la pareja y el rol de la mujer en la sociedad actual. A través de los viajes y este movimiento constante de búsqueda, primero a Italia donde investiga el lugar de la mujer en relación al patriarcado italiano, y luego a Noruega, de donde proviene su familia, vinculándola especialmente con su madre y abuelos, va registrando el espacio otorgado a la maternidad, se informa de la legislación vigente y extrae de sus raíces ancestrales la posibilidad de armar algo en relación a sus miedos y deseos. En Argentina, terminará de definir la dirección que tomarán sus actos a través especialistas en el tema, talleres, amigas e imágenes de archivo sobre la temática. “La elección de la temática “Maternidad” con perspectiva de género, se dispara a partir de ciertas adversidades personales que me sucedieron hace unos años, comenta la realizadora. Estos hechos me develaron el deseo latente de ser madre, pero al mismo tiempo me enfrentaron a mi profundo pánico al embarazo”. El tratamiento narrativo sobre los cambios de paradigmas en relación al género, y la militancia actual, temas interesantes y complejos que se hacen presentes, terminan quedando en un segundo plano, más bien sirven sólo de contexto, porque el objetivo se orienta (casi exclusivamente) al autodescubrimiento introspectivo, de corte empírico. La lupa apela al discurso autorreferencial, donde además de servir como un medio y vehículo catártico para Zeising, el espectador es testigo de la construcción del documental que vemos hacerse. En ese terreno, se acompaña la evolución interna de la realizadora, en relación a sus prejuicios, ideas y anhelos sobre su completud como mujer. LA LUPA La Lupa. Argentina, 2018. Dirección, guion y producción: Marina Zeising.Sonido directo: Carolina Sandoval. Dirección de Fotografía: Marina Zeising. Cámara:Marina Zeising,Leonel Oazis Scioli. Montaje:Marina Zeising. Voz en off: Marina Zeising. Música:Agostina Elzegbe. Duración: 88 minutos.
Maternar es político Marina Zeising parte de sí misma para hablar de algo mucho más grande, toma sus inquietudes individuales como mujer y las lleva al plano de análisis de una nueva ola feminista en La lupa (2018). La premisa comienza como un acto autoreferencial que dispara el conflicto de la protagonista, a la vez directora, el deseo de ser madre y el sentimiento de pánico ante la sola idea de transitar el embarazo. Sin embargo hace un rápido proceso para convertirse hacia un sentido más colectivo de las problemáticas de género. El miedo parece tener una raíz más social que personal, muchas mujeres no se pueden permitir tener hijos bajo la violencia que se ejerce sobre la maternidad dentro del núcleo contextual que por otro lado las sacraliza. La película pone sobre la mesa las consecuencias directamente relacionadas a la maternidad que complican a la mujer, desde su desarrollo e independencia económica, hasta la noción de “libertad” y “sufrimiento”. Además se cuestiona si el deseo que se despierta en una es genuino o si es consecuencia de un sistema que sostiene que eso es lo que nos realiza y que presiona a aquellas que deciden no hacerlo. Entre imágenes de archivo y entrevistas a referentes más que interesantes que reflexionan y problematizan la maternidad, se mete de lleno en el feminismo y compara los movimientos en tres países (Argentina, Noruega e Italia). Demuestra que la violencia sobre las feminidades afecta al mundo de formas muy similares, pero también da lugar a mirar hacia aquellos terrenos ganados en otras partes y asumir las realidades que ayudan o dificultan al redescubrimiento de la mujer en un espacio y rol familiar. “Lo personal es político” repite. La búsqueda del camino propio es lo que busca plasmar en este largometraje, afirmando que esta búsqueda no es independiente del contexto y se hace a partir de un camino político de reflexión y deconstrucción.
Marina Zeising, guionista, directora y productora de su propio documental, intenta un camino muy personal donde el tema de la maternidad, sus miedos al parto la llevan por caminos lejanos. Ella se siente interpelada por sus circunstancias, pero con valor, deconstruye e indaga sobre respuestas esenciales a deseos y temores, pero en un contexto de historia y modernidad. Desde la lupa para aproximarse a todos los aspectos de sus dudas a la loba (lupa en italiano) símbolo del origen de Roma, la que alimentó según la leyenda a Rómulo y Remo, todo un arco de búsqueda intenso e interesante. Los reclamos feministas que van desde el empoderamiento a la lucha por los derechos de las mujeres, a tratar de experimentar como es un parto sin violencia obstétrica, desde los recuerdos familiares, a la búsqueda de sus orígenes, con valiosos testimonios y encuentros que resumen una recorrido de conocimiento constante y sinceridad a toda prueba. Un resultado interesante.
Marina Zeising construye su documental como las sucesivas estaciones de un viaje inabarcable: el desafío a los ideales de familia, el miedo al embarazo, el deseo de la maternidad. Su voz nos guía, se interroga, planifica sus arribos. Primero Roma y la imagen de la loba que amamantara a Rómulo y Remo, luego Noruega y los recuerdos del pasado familiar. Las entrevistas con profesionales y las reflexiones más pensadas dan cuenta de una instancia previsible, algo declarativa. Pero en su travesía hay momentos deslumbrantes: las divertidas discusiones con su madre, la emoción capturada en un grupo de lactancia, la contracara luchadora de una Roma turística. En esos pasajes el documental sintoniza con el sentir interno de su directora.
¿Qué es ser mujer? Es la propia voz de la directora, en primerísima persona, la que hace las veces de guía de un viaje individual, colectivo y también geográfico. El tercer largometraje documental de la realizadora Marina Zeising (Habitares, Lantéc Chaná) la encuentra en el centro del relato: es su propia voz, en primerísima persona, la que hace las veces de guía de un viaje individual y colectivo (y también geográfico). ¿Qué es ser mujer? ¿Qué es ser madre? Dos preguntas, pero no las únicas, que Zeising intenta no tanto responder como poner en discusión, a partir de distintos segmentos que tienen como disparador original un confeso miedo al embarazo y el parto y su deseo de “liberarse”, tanto de los mandatos patriarcales como de las imposiciones culturales. Ese periplo la llevará a Roma -donde la famosa estatua de la Luperca, la loba romana que alimentó a Rómulo y a Remo, bautiza a esa “lupa” del título- y a Oslo, la capital de Noruega, el país de sus ancestros maternos. El uso irónico de un par de fragmentos de noticieros cinematográficos de antaño, donde la golosa voz del locutor describe a la mujer como el “ser que nació para el sacrificio y el sufrimiento, nutrida desde muy pequeña en el rol maternal”, ponen de relieve las bases patriarcales que el feminismo ha logrado resquebrajar luego de una extensa lucha. La organización del material filmado por la propia Zeising no es caprichosa, aunque muchas veces cierta desprolijidad narrativa es morigerada en el montaje por textos con evidentes afanes poéticos. En otras instancias, como el extenso segmento en el cual la directora conversa con su madre -la artista plástica Margit Ljosaa- acerca de su experiencia como mujer, esposa y madre, la película logra transmitir sin esfuerzo la compleja dialéctica entre deseo y coerción. Más tarde, la visita a una familiar noruega y las circunstancias de su matrimonio con un hombre nacido en Gambia plantean un paralelo con esa historia familiar de inmigración, vínculo indirecto que permite una reflexión sobre las múltiples maneras de entender los conceptos de pareja y maternidad/paternidad. La lucha por el aborto legal y gratuito en Italia y Argentina, las diferencias en el mercado laboral entre hombres y mujeres -en particular, durante los momentos críticos del embarazo y la lactancia-, las particularidades de la adopción, el parto domiciliario con asistencia médica y la violencia obstétrica son otros de los temas que el film analiza a través de entrevistas y reflexiones de la propia directora. La crisis de los viejos esquemas se ve reflejada en la necesidad de inventar nuevas formas de ser mujer y de ser madre (nuevas formas de “ser”, en definitiva), reflejada por la aparición de neologismos o anglicismos verbales que se repiten constantemente en La lupa: “deconstruir”, “empoderar”, “maternar”. “Lo personal es político”, afirma Zeising, y tiene toda la razón. La subjetividad, sin embargo, no siempre es la mejor aliada y una breve escena sobre el final resulta gráfica al respecto: una joven en un grupo de lactancia afirma que su hijo comenzó a descansar bien por las noches cuando decidió desoír las recomendaciones del pediatra respecto de la importancia de que su bebé durmiera boca arriba. La peligrosa “decisión personal” de no vacunar a los hijos también parte de una convicción, de un deseo íntimo.
La directora Marina Zeising es la protagonista absoluta de este documental que muestra su propio viaje interior y exterior para responder a sus preguntas existenciales acerca de la condición femenina y la naturaleza de la maternidad. A la película le cuesta encontrar un eje claro, salta de un tema a otro, aunque siempre vinculado con los temas anunciados. La voz en off de la directora falla en su búsqueda poética y el tono no consigue tampoco mejorar el relato ni convertirse en un valor destacable. Hay muchos momentos interesantes y es valioso que se hable tanto de aborto y de maternidad no como dos temas que se excluyen mutuamente sino como tópicos importantes para las mujeres. Pero también la película le da cámara a personajes dudosos y termina mostrando algunas teorías que hoy por hoy están cuestionadas por irresponsables. En muchos aspectos la película está fuera de época y tarda mucho tiempo pasando por tópicos feministas ya trabajados muchas veces. Hay mucho material y este no puede ser tomado tan a la ligera como para quedarse en el festejo de su genuino interés feminista.
Las ganas de ser madre y los miedos que acompañan todo embarazo se confrontan en este documental con diversas posturas feministas, la reticencia a seguir “el mandato patriarcal” (o el simple mandato de la especie), el encuentro con la propia historia familiar de la directora y la reunión de jóvenes madres contándose sus experiencias, una de ellas acompañada por su esposo emocionado. Marina Zeising (“Habitares”, “Lantec chaná”, encuentro con el último hablante de la lengua indígena chaná, etc.) expone todo esto en primera persona, exponiéndose ella misma, y agregando también otros elementos para la reflexión, como las notas “de color” de los viejos noticieros, el recuerdo de unos amores frustrados, o del encuentro con el niño esperado para la adopción, las manifestaciones abortistas frente al Congreso, las diversas opciones de parto que hoy ofrece una clínica, también un testimonio del maltrato que algunas parteras les dedican sádicamente a las parturientas en los hospitales públicos, ignorando el proclamado concepto de sororidad, y otras cosas. La búsqueda de información la lleva a Roma, Oslo, el Gran Buenos Aires y el pueblito noruego de sus ancestros. Quizá sea demasiada información y demasiado variada, pero más vale así para abrir el juego. Como corresponde, gustará especialmente al público femenino.
En primera persona La lupa es un documental pleno de apertura, encabezado por la guionista, directora y productora Marina Zeising en busca de su identidad a través de su historia familiar, por un lado, y por el otro del descubrimiento de los deseos y necesidades para su futuro ante la posibilidad (o no) de ser madre. El viaje la lleva en la búsqueda de sus raíces al viejo continente, donde observa y descubre al respecto de su propio origen, a la par que encuentra en las diferencias sociales, históricas y temporales un camino hacia el futuro que entiende vendrá para la construcción de una nueva sociedad y una nueva mirada sobre los derechos de las personas y de los cuerpos, de la mano de un movimiento feminista que tomó un rumbo con fuerza hacia dichos cambios y ya no volverá hacia atrás. La película es un importante hecho creativo y de documentación social, en el que lo simbólico tanto como lo político tienen lugar, y a partir de ello podemos ver una ventana hacia el futuro de una sociedad más equilibrada y ecuánime. Un excelente trabajo de la directora que se pone al hombro el trabajo narrativo, de construcción de un documento que en paralelo, mientras nos lleva de la mano de su propia historia, nos deja una mirada interesante y un poco más esperanzadora sobre el futuro de la humanidad.
La directora Marina Zeising anda por los treinta y pico de años, postergó la maternidad por miedos y dudas, no porque no quisiera, pero ahora siente que el reloj biológico corre mucho más rápido que antes y no tuvo mejor idea para tomar confianza en sí misma y disipar todos los fantasmas que obstaculizan la idea de ser madre, que realizar este documental. Ella tuvo algunos novios, nunca se casó, y actualmente está sola, pese a esta circunstancia, momentánea o permanente, no es una barrera que le impida tomar la decisión más importante de su vida. Para encarar su proyecto más personal involucra no sólo a su madre, parientes y amigas, sino también a los espectadores que nos lleva de viaje a Roma, donde charla con algunas mujeres que militan dentro del feminismo, y también va a Noruega, país en el que nació su madre y en el cual viven algunas familiares. Ellas le dan su punto de vista de lo que es la maternidad, el embarazo, los nuevos roles que adquieren las mujeres cuando tienen hijos, etc. Cuando vuelve a la Argentina también dialoga con otras mujeres que opinan sobre la importancia de ser mamá. Acude a diferentes organismos oficiales, a un centro de lactancia, etc. Luego habla con personas de un hospital, como ser parteras y enfermeras, que le explican en detalle cómo se las atiende a las parturientas, en lugares mucho más cómodos, confortables, cálidos y amigables que antes, para que las embarazadas estén lo más tranquilas posibles al momento de parir. Marina va de aquí para allá constantemente, no sólo dirige, maneja una de las cámaras, produce, sino que, además, protagoniza la película. El relato es clásico, autorreferencial. El concepto de lo que quiere contar, de qué manera y hacia dónde apunta, lo tiene claro. “La Lupa” podría tomarse cómo el instrumento óptico para aumentar el tamaño de las imágenes que, en el caso de ella, lo podría utilizar para ver mejor y más claro el panorama, pero en realidad el título del film sugiere el nombre de Luperca, la loba, lupa en italiano, que amamantó a Rómulo y Remo. Si le sirvió finalmente este recorrido personal, espiritual y territorial, para dar el paso tan deseado, sólo Marina lo sabe.
LA DECONSTRUCCIÓN COMO LUGAR COMÚN El feminismo es uno los temas dominantes de los últimos años, a tal punto que se ha ganado un lugar distintivo en la agenda social. Eso no está mal, al contrario, porque permite que se discutan concepciones, eventos y acciones que antes estaban silenciadas u ocupaban lugares secundarios. El riesgo es cuando todo el mundo quiere hablar y se entra en mecanismos de repetición, donde las mismas consignas se enuncian una y otra vez, con ligeras variantes, hasta agotar e incluso banalizar lo que se está discutiendo. La lupa es un film que evidencia en buena medida ese riesgo, porque quiere presentarse como una experiencia subjetiva que refleja cuestiones generales, pero no pasa de ser un mero repaso por toda clase de lugares comunes. La película de Marina Zeising quiere construirse desde lo plenamente íntimo, con la propia cineasta buscando desandar sus orígenes, interpelar su propia concepción sobre la maternidad, “deconstruirse” (palabra ya bastante desgastada a esta altura del partido), analizando los elementos culturales que la formaron y el rol que jugaron diversos eventos personales. Ese enfoque y propósito es válido, pero las preguntas que hace la realizadora (a las cuales enuncia a viva voz) ya fueron hechas múltiples veces y las respuestas a las que arriba no salen de lo predecible. De hecho, por momentos da preguntarse si era realmente imprescindible que tuviera que irse a Italia y Noruega para recoger testimonios que casi siempre confirman lo obvio y sabido. En La lupa no hay descubrimientos, sino constantes confirmaciones, que Zeising encima se ocupa de subrayar no solo desde la imagen, con simbolismos bastante obvios, sino también desde la palabra. A cada rato aparecen frases altisonantes sobre los mandatos sociales, las presiones familiares, el deseo, los silencios, lo que representa la nueva ola feminista y un largo etcétera, con una poética forzada y obvia, que se agota rápidamente. El trazo grueso, paradójicamente, no hace más que explicitar la distancia con que se observan, por ejemplo, acontecimientos como la votación por la legalización del aborto, donde pareciera que el único puente posible son las aseveraciones políticamente correctas. Lamentablemente, La lupa solo le habla a las convencidas. Y digo convencidas, sin incluir a los convencidos, porque casi nunca le habla al género masculino, o si lo hace, no es para escucharlo (y entenderlo, para así cuestionarlo y pedirle que cambie), sino para que confirme lo ya dicho y sabido sobre la maternidad y la feminidad en general. Quizás no vendría mal recordar que el feminismo, que implica igualdad entre géneros, se construye entre todas…y todos.
La leyenda romana de Rómulo y Remo -hijos de Marte y Rea Silva- cuenta que una loba (lupa capitolina) amamantó a esos gemelos que fueron arrojados al río Tíber. De esa loba madre surge el título del tercer documental de Marina Zeising, "La lupa". La cineasta ("Habitares", "Lantéc Chaná") relata en primera persona el deseo de ser madre, pero también se cuestiona todo lo que rodea a ese proyecto, que aún hoy sigue anclado al mandato social. Zeising trata de deconstruir la maternidad y lo hace abordando distintos temas, entre ellos la nueva ola feminista y la violencia obstétrica. Para eso, la directora, además de indagar sobre estos tópicos en la Argentina, se embarca en un viaje por dos lugares diferentes: Italia, la tierra de una expareja, y el país de sus abuelos maternos, Noruega. EL CONTEXTO En esta especie de travesía sentimental, la realizadora pone el foco en el sistema patriarcal y lo contrasta con las diferencias culturales vinculadas al rol de la mujer y también registra el encuentro con mujeres que habitan la maternidad de distintas formas. "Me interpelo en un contexto sociocultural de una nueva ola feminista que se revela ante el sistema patriarcal dominante. Identificada con esta perspectiva de género, e influenciada por mis raíces maternas nórdicas, viajé a los países que me llevaron a un proceso de interpelación y deconstrucción", expresó la cineasta. Con imágenes del 8M, la marcha del 8 de marzo de 2018 en Buenos Aires; entrevistas a referentes feministas de la sociedad italiana y conversaciones con una doula (mujer que acompaña a la madre en el parto y el primer período de la lactancia), entre otros entrevistados, Zeising hace un recorrido por varios puntos que trata el feminismo sin agregar nada novedoso. Aunque el documental analiza muchos temas, están bien llevados y tratados con profundidad.
Maternidad, te buscan. Entre lo personal, los miedos y la duda, la directora Marina Zeising utiliza el recurso audiovisual para una operación de catarsis compartida, que encuentra en otros discursos anexos algunas reflexiones interesantes sobre el rol de la mujer empoderada contra el patriarcado para abordar tópicos relacionados con los hábitos y los prejuicios que giran en torno a la maternidad o al no deseo de ser madre. El viaje conecta con lugares, todos ellos anclados al discurso de una voz en off que se desenvuelve en la búsqueda poética y se impregna de aromas extraños cuando llegan las historias y las experiencias de mujeres, para que la propia directora indague sobre su propio deseo de convertirse en madre. Para ese espacio de reflexión, Noruega no sólo la enlaza con su propia historia y orígenes sino con un proyecto de país diametralmente opuesto a la Argentina pese a las conquistas recientes de derechos de mujeres, a las marchas a favor del aborto legal y gratuito y otras inquietudes que amplían el espectro de la maternidad, su representación desde el arte y la correspondencia con los nuevos tiempos, donde el feminismo gana espacios en la cultura. La lupa entonces es doble: la de enfocar en un primer plano lo maternal y a la distancia la de aquella mítica loba que alimentaba hijos extraños, sin preguntarse por lo biológico y siempre en consonancia con el instinto de prolongar la vida.
La Lupa: un viaje en busca de maternidad y feminismo. La Lupa es un documental dirigido y actuado por Marina Zeising, en donde ella misma se interpela y descontruye indagando en sus deseos de ser madre, pasando por una ola del feminismo actual en un contexto social y cultural que la hacen ir en busca de su propio camino. Marina Zeising nació en Buenos Aires, Argentina, es guionista, realizadora audiovisual y docente. Estudió Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires y realizó el posgrado de Gestión Cultural en la Universidad de Tres de Febrero. Trabaja en producción audiovisual desde hace 20 años, recorrido que incluye las productoras Aquafilms, Libido Cine, Morocha Films, Trivial Media, entre otras, participando en más de 30 producciones, entre largometrajes de ficción, documentales y series de TV. La Lupa (título que hace referencia a la loba que amamantó a Rómulo y Remo en Italia) nos muestra a la Directora desandando sus orígenes, indagando en las diferentes vivencias de la maternidad, en el contexto social de una nueva ola feminista, de las influencias culturales y adversidades personales que la atravesaron para ir en busca de su propio camino. Los deseos de ser madre la empiezan a invadir a Zeising, y ahí es donde vemos en el documental, en un contexto social, la maternidad; tanto desde la concepción como desde la adopción. Testimonio de mujeres desde diferentes tipos de culturas. El movimiento feminista en Argentina, en Roma y en Noruega y los distintos factores que retribuyen en cada una, desde el punto de vista social como en lo político con una mirada hacia un futuro mas equitativo y equilibrado. En este viaje, pone la lupa en el sistema patriarcal dominante, contrastando las diferencias culturales en cuanto al rol de la mujer, las realidades sociales que propician o disminuyen el desarrollo familiar y el encuentro con mujeres que habitan la maternidad de distintas formas. El aborto y su despenalización. En Roma, el país del Papa, es legal desde hace ya 40 años, en Noruega también lo es; mientras que en Argentina se sigue la lucha por los derechos que le pertenecen a la mujer. El feminismo comenzó a levantarse y a ser escuchado. El paso de la mujer por las tierras romanas, argentinas y noruegas es lo que nos muestra La Lupa. Emocionante es el mejor adjetivo para describirla.
Gran parte del documental está relacionado y es un homenaje a la loba o Luperca que según la mitología amamantó a Rómulo y Remo, fundadores de Roma, cuando tanto estos, como así también sus seres queridos fueron mandados a matar por el rey Amulio. De esta forma la directora, guionista y productora Zeising simboliza sus deseos, miedos y todo lo relacionado con la maternidad. Por momentos tiene varias situaciones reflexivas, como el hecho de seguir adelante enfrentando las adversidades. La película va transcurriendo entre testimonios y entrevistas a: amigas, profesionales y familiares, hay imágenes de tv y cine mostrando el mundo femenino. Además están sus aventuras, sus viajes a Roma, pasando por Noruega y donde se reencuentra con sus orígenes, familiares y su cultura.
La directora Marina Zeising aborda en este documental tantos temas como le es posible, todos relacionados con sus miedos referidos a la maternidad. Viajes reales y metafóricos en busca de sus raíces, pero también de testimonios que universalizan temas revisados y puestos a la luz de los nuevos conceptos sobre el feminismo, el patriarcado, la realización personal a través de la maternidad, los distintos tipos de parto, el aborto, el rol de la mujer y los mandatos sociales. En su tercer documental, la realizadora indaga y se interpela a ella misma sobre todas estas cuestiones, en lo que por momentos parece una acumulación de verdades desordenadas mezcladas con frases altisonantes ilustradas con bellos planos. La lupa, en doble alusión, tanto a Luperca, la loba que según la mitología romana amamantó a Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, como al instrumento óptico que agranda la visión. En este caso, sobre todos los temas en los que Marina Zeising encausa y desvía de manera constante en el documental, pasando del plano íntimo al social de manera desordenada, en un intento de deconstruir conceptos para lograr un efecto de cambio. El social y el de sus propios miedos. El resultado de sus indagaciones en Italia, Argentina y Noruega, la tierra de sus antepasados, es por momentos desparejo, pero válido en la indagación de la lucha por la igualdad de género.